Capítulo 5
H E R M I O N E
Luego de relajarme y regular mi respiración, continúo con paso acelerado mi camino hacia el gran comedor, guardandome la curiosidad de dar un vistazo atrás y las manos entre los bolsillos de la túnica.
No logro comprender como las cosas resultaron de esta forma, como la situación de repente cambio tan drásticamente a... eso, con él. Suspiro, genial, ahora es aún más molesto, peor aún, incómodo, pensar en ese hombre.
Hermione Granger, sólo complicaste las cosas.
Pero es que y en mi defensa, cuando estuvo apunto de suceder aquello, simplemente no era yo, sólo comencé a corresponder al momento, si eso tiene algún sentido, todo fuera de mi control, lo juro, como si besarle.... fuera algo de lo más normal y-y... bueno eso y... ¡¿pero qué nargles me ocurre?! es Malfoy, ¡Draco Malfoy! Responsable de un sin fin de humillaciones e insultos no solo dirigidos a mi persona si no para muchos más, por años, y eso sin contar el trato hacia sus propios amigos, el complot en contra de Dumbledore. A ese chico no le importa nadie. Sería una total locura involucrarme de cualquier forma con alguien así. No me agrada, yo no le agrado entonces ¿por qué?
Oh, por Merlín.
Exactamente, es tan claro, cómo pude no haberlo notado.
Simplemente esta jugando conmigo. Para fastidiar o yo que sé. Alguna clase de reto estúpido, una broma a la "casa rival".
El aire me empieza a fluir mejor por los pulmones.
Es un idiota, sólo eso.
Además, tiene fama de ser algo mujeriego y aunque no me fíe de rumores, no hay que descartar su parcial veracidad, de algún lugar nacen tales historias ¿no?... por otro lado completamente hipotético y muy improbable, claro está, tal vez haya cambiado... ¿un poco? ¡Ah, maldición!, ahora mi cabeza es todo un lió: vamos por partes ¿Malfoy me agrada, en un sentido muy amplio de la palabra? no, por supuesto que no. ¿Puede haber cambiado, aunque sea solo un poco? Bueno... no lo sé, supongo que es una posibilidad. ¿Soy una tonta al estar pensando que siquiera me ve como una maga respetable y no como una hija de muggles, o alguien con quién pasar una noche?
Un rotundo sí.
Suelto un bufido por lo bajo, no me agrada el hurón. Es un insensible exmortifago sarcástico que me ha hecho la vida cuadritos todos estos años. ¿Siquiera razono?
Por todos los trolls, definitivamente no desayunar esta haciendo que mi mente no funcione adecuadamente.
Dejo de pensar en lo sucedido cuando me doy cuenta de que estoy justo frente a las puertas del gran comedor. Me adentro en éste y reparo en que sólo hay un par de personas dentro.
Qué extraño.
Algunos tienden a pasar sus clases aquí, tranquilamente, y con esto me refiero a sin temor a reprimendas por no estar allí.
Tomo asiento al extremo más cercano que tengo de mi mesa y, en un pestañeo, frente a mí aparece un plato lleno de comida humeante y deliciosa. Oh, por fin el día comienza de verdad. Suspiró ante lo bien que huele y no tardó en tomar mis cubiertos para incarle el diente de una vez por todas.
Comienzo a comer con algo de prisa, todo sabe demasiado bien y carezco de tiempo, así que no resulta complicado. Cuando mi plato se encuentra casi vacío y mi chocolate caliente va por la mitad, el aleteo de una lechuza irrumpe en la habitación llamando la atención de todos los presentes. De los tres presentes. Peculiar, pues las lechuzas no entregan el correo tan tarde.
Desvío totalmente la atención de mi plato al verle volar con gracia hacia mi mesa, y mi extrañeza sólo aumenta al notar que deja caer un sobre celeste sobre mi cabeza con gran maestría, el cual atrapo en el aire e inspecciono con la mirada sin tener idea a priori de su remitente, donde justo al frente se lee "HERMIONE' en una extraña caligrafía. Esa si no demoro en reconocerla y no puedo evitar esbozarle una sonrisa. Rasgo uno de los costados y rápidamente, aún con una galleta a medio comer en mi mano derecha, comienzo a leer.
Hola, linda.
¿Cómo has estado? espero que estés mejor que bien, desde que te fuiste a tu internado y yo hice lo propio con el mío me aburro demasiado y me abstengo de la tecnología. Te extraño Hermione, no tengo a nadie con quien hablar y la escuela solo hace todo aun más inapetente. Por cierto, terminé el libro que me prestaste antes de irte ¿que es lo que ocurre con Charles? cuando vuelvas debes prestarme la segunda parte, ¿está bien? Le daré esta carta a tus padres para que la envíen, responde pronto, por favor.
Sabes que te quiero.
J
No puedo evitar sonreír ahora de oreja a oreja, es una carta de Jammes, ese agradable chico de cabello corto chocolate, ojos verdes y enorme estatura. Tan similar a mí... en gustos me refiero. Nos volvimos realmente cercanos en las "vacaciones" ya que sus padres se mudaron justo al frente de mi casa, gracias a ello contábamos con una excusa para vernos casi diario. A decir verdad, tenemos muchísimo en común, resulta hasta un tanto tenebroso el habernos encontrado.
Casi parece ser propio del destino.
Aunque no creo mucho en esas cosas.
Río ligeramente, pues, destino o no, aún recuerdo bien el día en el que le conocí.
|En un día frío algunos meses atrás|
— ¡Mamá, papá, iré a dar un paseo. Nos vemos luego! — grito desde la entrada, domando mi cabello en una coleta.
— ¡Abrigate bien, Hermione, y no vayas muy lejos, está helando! — responde mi madre, igualmente, entre gritos.
— ¡No lo haré! — exclamo sonriendo.
Tomo mi bufanda y mis suaves guantes de lana rosa a juego, abrocho mi abrigo azul marino y enfundo mis pies en unas gruesas botas altas antes de salir a la calle.
Camino sin rumbo un buen rato hasta que me topo con el viejo parque del vecindario a unas cuantas manzanas de mi casa. Veo los columpios y no puedo controlar mis ansias infantiles por subirme en uno. Corro hacia ellos y me balanceo un rato suavemente empapando la parte trasera de mi abrigo al no notar que estaba mojado.
La brisa es realmente reconfortante a pesar de ser tan fría.
Continúo con lo mío hasta que un chico enfundado en un suéter rojo y que parece medir dos metros de altura, toma asiento en una de las bancas que están al otro lado del parque, el cual no es muy grande así que le veo a la perfección, además, el vaho que le sale de la boca como chimenea es casi una señal de humo. Se nota que es nuevo en el vecindario, su rostro no me es familiar, nadie frecuenta este parque abandonado y una familia lleva un par de días trasladando sus cosas a la casa frente a la mía.
Se le ve bastante solo... así que asumo que no estaría mal acercarme a saludar, de todas formas hay altas probabilidades de que sea mi vecino y no vendría mal hacerle algo de compañía.
Camino despacio hacia él, hasta sentarme a su lado.
— Hola — ante mi voz, pues al parecer no había notado mi presencia en estos minutos, se da vuelta y me inspecciona con los ojos entrecerrados.
Sus orbes son de un lindo y brillante tono verde marronaseo. Sonrío ampliamente ante este descubrimiento, y sus labios, también y a la par, se curvan en una pequeña mueca que apenas logro apreciar pues baja la mirada a su regazo, vergonzoso, y responde con un hilito de voz — hola.
Extiendo mi mano con cuidado de no asustarle, pues sí, se le ve bastante nervioso y parece algo, demasiado, tímido.
— Soy Hermione Granger — él, tras dirigirme una mirada de soslayo, la estrecha algo dudoso pero aún así con una sonrisa — es un gusto.
— Jammes, doble "m" — añade levantado el índice y el anular en mi dirección, logrando que sonría — quiero decir, Jammes Wembley. También es un gusto, Hermione.
Al ver que un incómodo y algo extraño silencio parece querer apoderarse de la situación, hago un gesto hacia los columpios sin pensarmelo mucho. Él asiente y nos sentamos en ellos para balancearnos, suavemente, mientras mi intento por conversar es victorioso. Las horas pasan demasiado rápido y al final de la tarde ya sabemos casi toda la vida del otro (omitiendo la magia claro) y no puedo evitar sorprenderme al notar que tenemos demasiadas cosas en común.
Un suave sentimiento se extiende sobre mi pecho, al reparar en que parece, he hecho buenas migas con él.
|Ya en la actualidad|
Río para mis adentros al recordar aquella tarde, mis padres casi me matan por llegar tan entrada la noche ese día.
Pero no puedo negar que lo había valido.
Termino mi desayuno y guardo la carta de Jammes en mi libro de adivinación para no arruinarla. Doy un último trago al chocolate un tanto frío a mí lado y tras esto, abandono el gran comedor rápidamente.
Tarde nuevamente, Hermione, al parecer demoré demasiado con el desayuno y la carta... y los minutos tras ésto en donde reflexioné nuevamente sobre la situación de hace un rato, pues estoy segura no saldrá de mi cabeza en un largo tiempo.
Hoy, para nada, es mi día.
.
.
.
Al llegar, abro la puerta, agitada más con cuidado de no hacer un escándalo, y siento el aire abandonar mis pulmones de sopetón al reparar en los colores verde y plata en algunos uniformes de las personas dentro.
Había olvidado por completo que esta clase la compartimos con Slytherin.
Antes de poder prepararme un poco psicológicamente, la maestra se acerca y me indica que tome un nombre del saco de terciopelo que sostiene entre sus manos. Entiendo rápidamente su propósito, la persona que salga será mi compañero por todo el año. Clásico.
Quien sea estará bien, es sólo adivinación de todos modos.
Desplazo mi mano al interior del saco y tomo uno de los pedazos de pergamino mal plegados, lo desdoblo sin entusiasmo y mis ojos se abren como platos al ver el nombre allí escrito.
Definitivamente hoy no es mi día.
Al ver que no digo nada, la profesora toma el pergamino de mis manos y exclama con fuerza.
— Draco Malfoy — sí, como pensé, es aun peor escucharlo en voz alta.
Por las barbas de Merlín, moriré, enserio que lo haré. Si lo sucedido hoy no es un llamado a que moriré, no sé qué sea.
Malfoy levanta la mirada, totalmente ajeno a la situación y, al darse cuenta de lo que sucede, imita mi gesto de hace unos segundos para luego clavar su mirada en el suelo, dónde antes se encontraba. Desvío la mía casi al mismo tiempo, mis mejillas están hirviendo y tras confirmar que no hay escapatoria gracias a la mirada recriminante de la maestra, me limito a dejar la cabeza gacha y dirigirme al asiento vació a su lado.
Cuando camino junto a Harry este me toma del brazo y susurra.
— Herms, no dejes que ese idiota te intimide — asiento con fingida seguridad y continuo caminando lo más lento que puedo hacia él.
Si tan sólo supieras, Harry.
Me siento en la banca a la derecha de la mesita y, sí, bueno, Malfoy está del otro lado fingiendo que la situación no es tan bochornosa como parece. Elevo mi mirada y maldigo internamente a mis ojos que no tardan en ir en su dirección, encontrándose con aquellas orbes frías que definitivamente ya estaban mirando hacia aquí, a lo que ambos desviamos la atención del otro rápidamente, hacia cualquier otro lugar en la habitación.
Parar, debemos parar con esto.
Con agilidad tomo mi libro de adivinación en busca de distraerme con lo que sea, veo la carta de Jammes y se me ocurre responder. No hay mejor momento, ¿no? Agradezco el haber traído hojas sueltas y un lápiz. No debe sospechar nada y una carta escrita en pergamino y con tinta no es algo muy cotidiano que digamos.
¡Hola, Jammes!
¿Que tal la escuela? espero que ahora no muy aburrida, debes atender a las clases y lo sabes, se supone que eres parte de la directiva del alumnado y no puedes darte el lujo de que los demás se sientan igual, resulta divertido pensar que justamente tú estés pasando un mal momento gracias a los estudios. Me alegra que te haya gustado el libro, no responderé a tu pregunta ya que debes leerlo tu mismo, resultaría una aguafiestas y mis amigos dicen que aveces me caracterizo por ser una. Por otro lado, también te extraño un montón, recuerda que nos veremos en navidad.
No olvides enviar las fotografías de las vacaciones!
Sabes que también te quiero gigantón.
Hermione G.
Luego de terminar, pliego la carta antes de meterla en un sobre blanco que por alguna razón cargo encima, el cual guardo entre las páginas del libro de pociones. Una cosa menos. Suspiro, sonriendo un poco, hasta que recuerdo que tengo a Malfoy como compañero por todo el año.
Entonces, mi sonrisa desaparece.
— Bueno, mis niños, este año estudiaremos ¡el significado de los sueños! — que emoción — cada uno tendrá un diario de sueños dónde podrán anotar todo lo que pase por sus cabecitas, luego los interpretaremos juntos en clase. Por hoy, intenten recordar el último sueño que tuvieron, escriban en detalle y compartan lo que sintieron con su compañero. ¡Comiencen! — dice la profesora con voz temblorosa y sonriendo de lado.
Las demás parejas comienzan a charlar cómodamente, llenando el aula de un brumoso ruido y risas escandalozas, sobra mencionar que, por el contrario, mi compañero y yo solo nos dirigimos fugaces miradas en silencio, la mayoría por mi parte ya que él al parecer se encuentra pensando en algo importante.
Así que sí, soy yo la intensa ahora.
Sacudo mi cabeza y desvío mi atención de él y de su actitud, intento recordar que fue lo ultimo que soñé y... ¡Claro!, anoche, como un círculo vicioso, soñé que estaba en un bosque, anochecía en segundos mientras caminaba sin rumbo hasta que me encontraba con un lago cristalino lleno de pequeños pecesitos negros nadando en círculos, asomé mi cabeza hacia el lago y poco a poco terminé sumergida en él. De repente, me faltaba el aire, así que acabé por despertar. He tenido este mismo sueño repetidas veces este mes pero esto no impide que me despierte con los pulmones vacíos y el corazón a punto de salirme del pecho cada vez que sucede. Es cómo morir ahogado una y otra vez. Suspiro y lo anoto en mi diario intentando no olvidarme de nada.
¿Malfoy? también escribe.
Cuando ambos terminamos y no podemos hacer más que ver al otro con incomodidad, extiendo mi diario para intercambiarlo, el extiende su mano y lo toma, más sus dedos rozan superficialmente los míos por equivocación, lo cual hace aun peor todo. Él tose falsamente y yo alejo mi mano como si Fang la hubiese lamido tras engullir las sobras de Hagrid, avergonzandome de sopetón sin poder evitarlo. Respiro profundamente y optó por simplemente leer lo que ha escrito en busca de alguna distracción.
Enarco una ceja. Tiene una bella caligrafía, cabe mencionar...
"Soñé que me encontraba en el ministerio de magia sentado y atado a una silla. Mi padre me apuntaba con su varita, mi madre y mi tía hacían lo mismo, yo no podía moverme claro está, intenté decirles algo pero mi padre me lanzó un Avada Kedavra. Supongo que el final sobra explicarlo"
Pestañeo impresionada. No puedo creer que enserio haya escrito esto, pensé que simplemente no lo haría o inventaría algo para salir del paso. Pero no.
Esa sí que debió ser una terrible pesadilla.
La mía resulta como un simple sueño a su lado.
Levanto la mirada lentamente y reparo en que él aun lee lo que escribí, así que me apresuro a imitarle y releer lo que escribió, para no hacer la situación más incómoda de lo que ya es. Merlín. Extrañamente, me siento... mal por él. Quiero decir, no es lastima, ni por asomo, más bien, es sólo... bastante triste. No puedo imaginar lo que sintió cuando su padre fue sentenciado, de todos modos sigue siendo un chico, un chico que idólatraba a su padre.
Uno que le necesitaba.
Tras unos minutos de silencio sepulcral entre nosotros, la clase termina e intercambiamos diarios de nuevo. No pierdo tiempo y me armo con todas mis cosas antes de salir rápidamente de aquel pequeño infierno que poco a poco se convertirá en rutina a lo largo del año.
Vaya mañana atareada, aún no puedo dejar de comerme la cabeza con "la situación" entre Malfoy y yo. El que me haya llevado a mí habitación y ahora esa horrorosa pesadilla.
¿Por qué de repente resulta cada vez más interesante?
"Hay pesadillas que quisiéramos nunca hubiesen surcado nuestra mente, hay otras simples y sin mucha importancia, pero todas son pesadillas... amargas pesadillas."
(Editado)
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