21. Residentes (II-II)
—Sabía que dirías algo como eso —dijo Gianna, sin gran sorpresa—. Por alguna razón, eso nos beneficia, ¿no es así? —Suspiró—. Sea como sea, sabes que te apoyo.
Los ojos oscuros de Gianna se pusieron vidriosos, pero se mantuvo firme. Kail corrió a encontrarse con Jack y lo miró con intensidad.
—¿Es verdad eso, padre? ¿Qué es tan importante? ¿Acaso no hemos cumplido ya nuestra meta?
Jack le sonrió con calidez a su hijo. Vanila volvió a cruzarse de brazos, Gianna recibió a Sibi para sentarla sobre sus piernas, mientras la pequeña aprisionaba muy bien a Rex entre brazos. La noticia era un golpe duro.
—Siento lo que voy a decir, Vanila —dijo Jack, dirigiéndole una mirada fugaz a la arqueana, y luego devolviéndola a Kail—. No confío en los Sahulur, hijo. Sus decisiones, o se basan en la ignorancia, o en un entramado de sabiduría más allá de mi percepción. Sea cual sea el caso, sólo buscarán el bienestar propio. No podemos ir en contra, porque generaría conflicto, y si el dragón se da cuenta de que hay un conflicto interno, no tardará en unirse. ¿Recuerdas lo que ocurrió en Neos? Pasamos mucho tiempo viviendo en una granja, sin hacer nada. Fueron tiempos increíbles, pero ahora pagamos el precio de esa libertad pasajera. Esta vez puedo hacer algo para impedirlo, para conseguir una libertad real, y no cometeré el mismo error dos veces. En ese entonces, quizás no podíamos hacerlo solos, hijo, pero aquí, con los arqueanos, tenemos una oportunidad. —Miró a Gianna—. Tienes razón, Gi, el viaje que haré no sólo será por Derguen, hay algunas cuestiones que ni siquiera un Sahulur logra entender. Creo con firmeza en que podré resolver esos enigmas, y volveré con algo más que esperanza. Crearé una forma para librarnos al fin del dragón rojo. Cuando el momento llegue, estaremos preparados.
Vanila torció los labios.
—Te tomas demasiadas libertades, Jack Relem —dijo ella—. Hablar de Arquedeus como si supieses más que uno de nuestros sabios. Tratarnos como ignorantes, habiendo descubierto los secretos que envuelven nuestro universo. ¿Cómo sabes que no voy a delatarte? Ellos son mi gente, los Sahulur. Soy una guardiana del Vuhl Sahulur.
A Kail se le revolvió el estómago. Gianna y Sibi se quedaron paralizadas. Pensar en Vanila como una traidora era algo que ninguno quería.
Un silencio incómodo se formó, sin embargo, Jack lo rompió con una inesperada risa.
—Tu mirada tiene la respuesta —dijo él—. Hablo frente a ti, porque piensas igual que yo. Tu confianza está minada y quieres respuestas por ti misma. Yo también confiaba en Arquedeus, creía que vosotros resolveríais todos nuestros problemas. Pero ahora me he dado cuenta de que, la verdadera solución, el único camino a lo que más deseo, reside solo en mí, en aquello que está bajo mi control, en el saber y la comprensión.
Esta vez fue Vanila la que rio. No fue burla, sino admiración.
—Sabía que había algo en ti, algo que va más allá de mi entendimiento. —Hizo una breve pausa, en la que sus ojos verdes destellaron altivos, decididos—. Tienes razón. La verdad es para quien la busca, no para quien la pide. Después de ver lo que hicieron con Derguen, después de ver a esa criatura, lo que eres capaz de hacer... —Suspiró, llevándose dos dedos a la sien—. Tengo que aclarar mi mente.
Jack asintió.
—Lamento no poder ayudarte con eso, es un camino que debes recorrer sola —explicó—. Lo que puedo hacer, es asegurar la protección que necesites. Los Sahulur atenderán a mis peticiones, mientras no atenten contra las de ellos. Quédate de mi lado, y nadie juzgará tus acciones. —Dirigió la mirada a su familia—. Llegarán momentos en los que no pueda estar cerca de vosotros. La naturaleza de mi objetivo impedirá que me localicéis, porque estaré oculto de los ojos Sahulur, así que, para contactarme, necesitaréis esto.
Jack liberó una bolsa que tenía atada a la cintura. La abrió y sacó dos esferas de un material vidrioso, opaco. Entregó una a Gianna.
—Es una esfera de lakrita. Será nuestro método de comunicación. No quiero que los Sahulur la encuentren, así que, por favor, Gianna, sólo úsala en caso de que estéis en peligro. Vendré de inmediato.
La mujer recibió el objeto con curiosidad, observándolo a nivel del rostro de Sibi, quien yacía sentada a su regazo.
—Jack yo... no sé qué decir. No quisiera, pero... —Cerró los ojos por un momento, inhaló profundo—... Entendido. Haré lo que me pides.
Gianna suspiró, derrotada. Sibi se quedó cabizbaja. Y Kail... Kail se sentía mal.
—Ese es mi padre, ¿verdad? Jamás huye de un gran misterio —dijo él, con una sonrisa triste.
Jack sonrió, acariciando el cabello del joven que se sentaba a su lado.
—Y este es mi hijo, más sabio y prudente que su propio padre.
Kail rio.
—Algún día, tal vez... —dijo—. Ten cuidado, papá, no dejes que Arquedeus te corrompa. Por favor, recuerda por lo que luchamos, si vas a hacer esto, ten siempre en mente que estaremos aquí, esperándote, para vivir en paz.
Jack miró a su hijo con un deje de melancolía. Acarició su mejilla.
—Siempre, Kail, siempre os tengo en mi mente. No sólo a ti, a Gianna y Sibi; también a Jung Fey, a Liam, a Nikk, a Niel, a Finn, a Zenna, al Dr. Rogers... —Juntó aire para mencionarla—... a tu madre. Todos los que han muerto porque no he tenido el valor de enfrentar mi destino. —Abrazó a Kail—. Ya es hora, hijo. No puedo permitir que Arquedeus también caiga ante las garras del dragón. Si eso sucede, no habrá más. Todo habrá terminado. No habrá lugar a donde huir, ni cueva en donde ocultarnos.
Kail se sintió agradecido. No con su padre, de los grandes poderes que tenía, o de los vastos conocimientos que poseía. Agradecía tener una familia tan maravillosa como esa. Una familia que se había superpuesto al fin de un mundo, y ahora iniciaba vida en otro. Si su padre se iba a marchar por un tiempo, por una razón que él consideraba necesaria, no lo detendría. Kail confiaba en Jack, y viceversa. Ambos sabían que siempre podrían contar el uno con el otro, así como también con Gianna, e incluso Sibi. A Rex... era mejor no mencionarlo, pues le faltaba un tornillo.
—¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? —preguntó Gianna. No podía ocultar su tristeza—. Cambiarás la vida de paz que tanto hemos buscado, por perseguir una meta que antes no te importaba.
Jack la miró con ternura.
—No estoy seguro, Gi. No lo estoy, pero quiero estarlo. Esa meta que antes no me importaba, se convirtió en una prevención desde que pisamos esta tierra. Si lo dejo pasar, deberías entender lo que puede ocurrir.
La mujer respiró profundo. Entendía lo que Jack quería decir. Ella, que también había vivido el levantamiento de los reptiles en persona, era perfectamente capaz de comprender que, así como había caído el resto del mundo, Arquedeus también podía caer.
Vanila escuchaba la conversación atentamente. Parecía perdida en una extraña fascinación, como si estuviera viendo a una especie exótica, comunicándose o haciendo algo sorprendente. A pesar de que se notaba la pesadez del ambiente, no había arrepentimiento o rencor. Esa familia había pasado por cosas tan difíciles, que ahora era normal tratar ese tipo de situaciones, haciéndolas lucir menos desagradables de lo que realmente eran.
—¿Te irás por mucho tiempo padre? —preguntó Kail, sin poder ocultar demasiado la tristeza.
—Sólo lo necesario, hijo —respondió Jack—, podrían ser meses, o también años.
Jack pasó un brazo sobre el hombro de Kail, y miró a Gianna y a Sibi.
—Años —musitó Gianna—. No puede ser tanto, Jack, no puedes.
El hombre desvió la mirada. Dejó ir una risa triste.
—Gi, creo que considerar años ha sido demasiado optimista. Yo... no sé cómo ocurrirá, ni cómo será, pero estoy seguro de que Kronar, el dragón rojo, ahora mismo debe estar planeando cómo entrar en Arquedeus. Él odia a la humanidad, y no descansará hasta que el último humano haya desaparecido. La pregunta es, ¿cuánto tiempo nos queda? Podría ser hoy, podría ser mañana, quizás en un mes, o en un año. Quiero ser optimista y pensar que los años, en la vida de un dragón, son un simple parpadeo.
—Lo comprendo, Jack. Es sólo que no quiero. Estoy... —Parecía que se contenía. Una lágrima se le escapó—... estoy furiosa porque el destino ha sido cruel con nosotros.
Al ver que Gianna lloraba, Jack se levantó y fue a sentarse a su lado. La abrazó.
—Seguimos aquí, ¿no es así? Estamos juntos, después de tanto. Conseguimos salir del viejo mundo, nos creímos perdidos y nos reencontramos, llegamos a Arquedeus, y ahora tenemos la oportunidad de seguir adelante. Yo voy a tomarla, y quiero que vosotros también la toméis. Vivid en paz, disfrutad de esto, yo estaré bien sabiendo que todo ha valido la pena.
La mujer no pudo evitar sollozar, sin embargo, se tragó el dolor junto con el nudo que sentía en la garganta. Infló el pecho, decidida y, correspondiendo al abrazo de Jack, lo miró a los ojos.
—Ve, haz lo que tengas que hacer. Pero no creas que lo harás solo. Haré lo que pueda desde aquí. Si crees que el dragón podría atacar, más vale estar preparados.
Jack iba a decir algo, pero Kail se le adelantó.
—Estoy con Gi, padre —habló—. Estamos juntos en esto, y si podemos hacer algo para ayudar, lo haremos. Me haré más fuerte, aprenderé y te superaré.
El hombre sonrió.
—Kail, Gianna —dijo, con orgullo, limpiando sus lágrimas de forma discreta—. Vosotros ya sois más fuertes que yo, creedme. Estáis aquí, sois unos guerreros, sois...
—Yo... también —se apresuró a hablar Sibi, que miraba hacia arriba a Jack—. También puedo luchar.
Gianna rio.
—Tú todavía tienes mucho que aprender, jovencita —dijo, acariciando su cabeza y aminorando la charla. Sibi puso cara de enojo, pero Gianna aún no terminaba de hablar—. ¿Por qué no aprendemos juntas? Igual que siempre.
Sibi abrazó a Gianna por el cuello y asintió con la cabeza. Se sentía feliz de poder comunicar lo que ella quería, por primera vez.
—Sois los mejores —dijo Jack—. Gracias por esto.
En realidad, él sabía que no podía pedir más. Su familia había comprendido a la perfección su partida. En lugar de llorarlo y hacer más difícil la despedida, lo apoyaban, le permitían irse en paz, sabiendo que ellos estarían bien, a salvo, y preparándose para lo que fuera.
—Entonces, Jack Relem —habló Vanila, quien seguía analizando, palabra por palabra, los acontecimientos que presenciaba—. Si vas a dejar a tu familia, no estoy segura de que pueda estar a cargo de ellos por todo ese tiempo.
Jack centró su atención en la arqueana.
—Agradezco tu preocupación, Vanila —respondió—, ya has hecho suficiente por nosotros. Sólo necesitaremos de tu hospitalidad hasta que Hizur nos proporcione un espacio para asentar nuestra colonia. Viviremos en Kater, espero no te moleste tenernos cerca.
La joven sonrió.
—Comprendo. Si ese es el caso, será un honor ayudar en tu camino, gran Rahkan Vuhl.
Vanila realizó una ligera reverencia, la cual Jack rechazó con un gesto de mano.
—¿Se puede saber qué es lo que harás, Jack? —preguntó Gianna—. Ya sabes, cuando estés fuera. ¿Qué es eso que evita que te acompañemos? ¿Es peligroso?
El hombre volvió a mirar a la mujer. Lucía preocupada, lo miraba, rogando porque dijese que no.
—No creo que sea peligroso —afirmó—. Sin embargo, si lo supieseis sí que lo sería. No puedo deciros el objetivo de mi partida, ni llevaros conmigo, porque si lo hago, vosotros también estaréis en la mira de los Sahulur y peligraréis. Es seguro que intenten detenerme, por temor, por ignorancia, por lo que sea, y quiero manteneros lejos de eso. Aquí estaréis a salvo. La colonia estará bajo la protección del avrion, y yo volveré cuando tenga lo necesario para abatir la desidia de todo arqueano. Y entonces todo cambiará, ya lo veréis.
Gianna, Kail y Sibi asintieron en silencio.
—Pero quitad esas caras largas —dijo Jack—. Vosotros os merecéis el descanso. Tendréis una casa, aquí, en Kater, y podréis vagar por las calles de Arquedeus. Aprovechad las academias y aprended todo lo que podáis. Esta es la vida que estuvimos buscando. Al fin lo hemos conseguido.
Kail sonrió y abrazó a su padre. Lo apreciaba demasiado, era la persona que más quería en este mundo y a quien admiraba. Y a pesar de que le dolía el hecho de que tuviera que dejarlos, sabía que lo hacía por un bien mayor. Gianna también sonrió, y Sibi, aunque aún emocionada por hablar español, soportaba las mismas penas.
—Ve tranquilo, Jack —dijo Gianna—. Asegúrate de volver pronto. No estoy segura de cuánto tiempo resista el guardarme todo lo que averigüe de este lugar. Si no vienes, comenzaré a decírtelo por esa extraña esfera.
El hombre miró a la mujer, negando con la cabeza y riendo a la vez.
—Eh, te he dicho que esa esfera es para una emergencia, ¡y tampoco queráis deshaceros de mí tan pronto! —dijo él, de forma divertida—. Primero debemos asentarnos, establecer la colonia. ¿Habéis pensado en un nombre? Pensadlo y me lo diréis mañana. ¿Hace cuánto que no hemos dormido en paz? Creo que ya lo he olvidado. ¡Estoy ansioso de hacerlo!
—¡¿De verdad?! —gritó Kail, poniéndose de pie, entusiasmado. Eso era algo que no esperaba, nadie lo había esperado.
—¡¿No podías haber empezado por eso?! —recriminó Gianna, molesta—. ¡Mira que casi lloraba por ti! ¡Te despedías tanto que creía que te irías ahora mismo!
Jack se echó a reír. Hacía tiempo que no reía así.
—Vaya, pero si he mencionado ese detalle al principio. Os he dicho que la colonia era lo primero. Me gustaría conocer nuestra casa, visitar algunos lugares con vosotros. No podéis culparme de querer un poco de paz.
—¡Nunca cambias, Jack Relem! —gritó Gianna.
Se escuchaba furiosa, pero en realidad estaba muy contenta. Después de un largo viaje, de más de quince años, al fin tendrían un merecido descanso. ¿Cuánto tardaría en asentarse la nueva colonia? ¿Días, semanas? Lo que fuere, sería un tiempo que disfrutarían al máximo.
—Qué gente más extraña —murmuró Vanila, pero su voz quedó acallada bajo los gritos, risas y voces alegres de los invitados.
La llegada a Arquedeus había sido estrepitosa, pero al fin se notaba esa paz de la que Jack hablaba. Kail estaba feliz de poder compartir ese momento con Gianna, con Sibi, con su padre. Sin embargo, las sombras del pasado seguían ahí, y todos lo sabían. Ninguno permitiría que eso se convirtiera en una segunda Vaenis. El dragón rojo volvería algún día, y todos querían estar preparados. Cada uno haría lo que pudiera a su manera, pequeño o grande, mucho o poco.
Nadie quería repetir el pasado, sin embargo, tampoco los dioses, estaban dispuestos a ceder su lugar en el mundo. Lejos de ahí, muy lejos, los dragones también se preparaban para luchar por lo que creían justo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top