《1》
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-Por favor, cuídate... Y mantente lejos de sospechas mi Niña...
Escuchaba a lo lejos el trote de los caballos hacia su dirección, aquella peli-naranja fue corriendo para esconder a una niña de 5 años de edad, cuando logró esconderla a tiempo, llegó la caballería que, sin piedad alguna, el canciller mató a aquella señora que casi escapó dejando caer solo un montón de ramas que hacían de señuelo en aquellos brazos.
-No tiene a la niña! Dispersarse y buscarla! -ordenó el canciller tomando la delantera de aquella caballería que empezó a dispersarse en el follaje del bosque-.
Una pequeña pelirroja se asomaba viendo el cuerpo de su madre entre las hojas, se acercó lentamente mie tras que su vista se iba nublando a causa de las lágrimas que caían por sus rosadas mejillas, se puso de rodillas frente a su madre, vio moverse la mano la cual tomó con cuidado y suavidad sintiendo como la calidez se iba acabando.
-Cuidate... N-no te dejes atra-atrapar... corre, escapa...
Se lo dijo en su último suspiro, aquel brillo en los ojos desapareció por completo, el cuerpo que tenía en frente perdía cada vez más rápido aquella calidez...
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Despertó de golpe... Otra vez ese sueño. Pensó, soltó un pesado suspiro mientras iba levantándose de la cama, escuchaba los pasos en el pasillo y el parloteo de la gente que se encontraba en el piso de abajo, me estiraba seguido de tomar mi ropa e ir poniéndomela, acomodaba mi cabello para luego salir de aquella habitación, devolvía el saludo a algunas personas que me los daba, bajaba con cuidado las escaleras viendo a algunos niños jugar con palos de madera simulando espadas, niñas jugando con sus muñecas de trapo.
Fui hacia la pequeña cantina que estaba al fondo del salón, a veces me detenía ya que los niños pasaban frente a mí, al llegar me sentaba esperando a ser atendida.
-Bien señorita, lo mismo? -preguntó un señor de forma amable-.
-Si, así es, por favor -contesté de forma seca-.
Mientras esperaba, acomodaba mi cinturón, miraba alrededor viendo a la gente, llenos de alegría y seguridad, recibí mi café con un pedazo de pan, agradecido comenzando a comer de a poco aquel pan recién salido del fuego, al dar un sorbo al café, una conversación me hizo estar atenta.
-Escuche que ayer esas criaturas intentaron entrar al pueblo... La muralla casi fue destruida -comentó un chico castaño-.
-Hay que horror!... No quiero morir tan joven si esas criaturas logran entrar a este lugar -dijo una chica de rizos castaños amarillentos-.
-Pero la guardia logrará vencerlos, no es así? -preguntó un joven niño-.
-Con las habilidades que poseen, puede que si, yo quisiera unirme con ellos y ayudarlos- volvió a decir aquel chico castaño- Pero debo mejorar mis habilidades para conseguirlo -añadió-.
Terminé de beber aquel café, agradecí retirándose del lugar, en este mundo cada uno nacemos con habilidades, tanto para propósitos de ayuda diaria o para enfrentarse a seres que están fuera de la muralla que nos protege.
Hace tiempo no teníamos esta muralla no desde que hubo un suceso misterioso pero peligroso, una penumbra comenzó a surgir desde lo lejano, aquella oscuridad cubrió cada sector, cada rincón, cada grieta del lugar, del pueblo en que vivía, en el que todos vivimos, fue repentino pero en el momento que surgió aquella oscuridad, seres de sombras semi-humanas aparecieron en el área, todos los pueblerinos corriendo por sus vidas, niños gritando de miedo, jóvenes gimiendo y gritando del dolor por las heridas físicas, otros por heridas en el corazón al ver a seres queridos que no pudieron salvar por no lograr usar de forma correcta sus habilidades.
Aquellos seres, se los nombra Biffant que significa, Demonios de Posesión, sus mordidas y sangre son letales para los débiles, tanto física como mentalmente, las habilidades responden depende de tus sentimientos y fuerza de voluntad que poseas.
En este mundo, las habilidades más comunes son, Luz, Agua, Creación, hielo y naturaleza... Los poco común son el Fuego y El Rayo, que es lo que más se necesita en este lugar para derrotar por completo a aquellos demonios que están a la espera de víctimas. Quien no posea habilidad alguna es expulsado de este pueblo, es injusto, sí... Pero nadie puede hacer nada.
Los que poseen el Don del Agua, ayudan en los cultivos junto a algunos que poseen el Don de la Luz, sin embargo, los que poseen aquél Don, son llevados a un cuartel donde los entrenan para la creación de lanzas luminosas y llevarlos a las afueras, sacrificar vidas para salvar a un pueblo que poco a poco va perdiendo habitantes.
El Rey y la Reina fueron asesinados por aquellas criaturas, o eso quieren hacernos creer, el que está al mando ahora es el Canciller Desmond Matthews, posee un Don poco común entre los pueblerinos, y es el Don del Rayo, muy pocos poseen aquella habilidad, este monstruo que lo llaman "Canciller" tiene una obsesión por quienes poseen el Don del Fuego, los manda a ser asesinados sin piedad alguna, sin importarle si son bebés, niños, jóvenes, adultos o ancianos, logra encontrarlos por más escondidos estén, sin embargo, los que llegan a poseer el Don del Rayo, los obliga a entrar al cuartel junto a la caballería.
Caminando por las calles vigilando a mi alrededor, diversos colores de cabellos, ninguno rojo... Seria raro ver a alguien con el cabello rojo en este lugar, escuché a lo lejos el trote de los caballos, La caballería llegó, fuí a esconderme hacia un callejón detrás del heno, me asomé un poco viendo que esta vez eran pocos el grupo que volvía, algunos heridos, otros cabizbajos, algunas chicas soltaban sollozos por la pérdida de sus amigos/as.
Salí de allí una vez aquel grupo se alejó en dirección al cuartel que estaba cerca del castillo, cuando estaba por caminar mi vista se dirigió a una niña que estaba en medio de aquel grupo y que un guardia sin importarle, iba a pasar con el caballo.
En el pecho sentí un fuerte impulso al escuchar el grito de una madre llamando con desesperación a su pequeña y sin darme cuenta estaba corriendo hacia esa pequeña, hasta que de un salto la saqué de allí.
-Oiga! No se meta en el camino! -gritó el guardia con cierta frustración-.
-Como guardia usted debe de tener cuidado por sus habitantes! -solté en grito aquellas palabras llamando la atención de todos-.
Aquel caballo se detuvo seguido de que se bajara aquel señor acercándose a mí de una forma amenazante que cualquiera se iría corriendo de allí, pero yo no, me quedé firme, segura de mi misma y con una expresión neutra.
-Repítelo de nuevo, no te escuché Mocosa -escupió con enojo-.
-Como guardia usted debe de tener cuidado por sus habitantes, sobre todo si son niños. -con firmeza en la voz y seguridad-.
-Tienes agallas niña, pero me importa una mierda si esa pequeña mocosa sale herida -miró a la pequeña que estaba detrás mío con miedo, volvió su vista a mí-.
-Entonces renuncie su puesto como guardia, si a usted no le importa el bien de sus habitantes, de que sirve llamarse y ser Guardia? -Solté con firmeza y enojo-.
Tanto el guardia como la gente, quedó atónitos ante la fuerza y el valor de esta muchacha de cabellos negro, entre el incómodo silencio se escuchó una cachetada a lo que sorprendió más a los habitantes.
-Tú. No debes de hablarle así a un superior -con el ceño fruncido viendo a la joven- Que sea la última vez que te revelas de esta forma, me estoy sacrificando por el Rey, no por unos estúpidos y débiles pueblerinos -añadió con enojo volviendo a subirse en su caballo así marcharse-.
Aquella joven se frotó la mejilla, una señora se acercó a la peli negra agradeciendo por salvar a su hija y a la vez se disculpaba creyendo que fue culpa suya que se meta en aquel lío.
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Era de tarde, aquella peli negra se encontraba cerca de la artillería, viendo como algunos creaban y disparaban esferas de luz, siempre me preguntaba, como es que surgió esta penumbra que nos tiene con miedo... Solté un pesado suspiro hasta que mi vista se dirigió algo que llamó mi atención y eran chicas en formación con arcos en mano, es raro ver a chicas unirse a las ligas de arquería, la verdad que me encantaría unirme, ese siempre fue mi sueño, desde pequeña he practicado con el arco, lanzamientos y otros trucos más, además, ya tengo la edad adecuada para ir.
Está decidido, iré allí, caminé hacia la entrada del cuartel pero algo me detuvo escuchando una conversación que me hizo dudar y a la vez no querer entrar allí.
-Se lo pido, me gustaría unirme a la Liga de Arquería, por favor -se escuchó una voz femenina-.
-Que Don y que habilidad posees muchacha? -preguntó quién sería el jefe del lugar-.
-El Don de Hielo, habilidad en crear paredes, flechas y lo que me tengan preparado si me deja ingresar, Señor -dijo aquella chica-.
-Bien, vuelve dentro de tres días para la prueba de ingreso -dijo con firmeza-.
Aquella chica salió del lugar, entró otra que... Tenía el cabello rojo, acaso es de...
-Buenas tardes, vengo para la Liga de Cacería -dijo aquella chica pelirroja-.
-Que Don y Habilidad posees? -preguntó seriamente-.
-El Don del Fuego, Habilidad de crear llamaradas, flechas ardientes y esferas de fuego -contestó con seguridad-.
Aún hay gente que puede tener el Don del Fuego... No puedo creerlo.
-Una de Fuego? Nos serias útil... Pero la Ley dice que debemos eliminar a quien posea ese Don -dijo con una frialdad notable- guardias, llevarla a otro lado y asesinen a esta chica -añadió-
Se escuchó el forcejeo de aquella pelirroja, vi como salía de allí junto a dos guardias, estaba temblando por los nervios... Pero se me ocurrió algo, espero no fallar en el intento, entré a la oficina.
-Buenas tardes, me gustaría ingresar a la Liga de Arquería para poder ir a la Liga de Cacería -dije con firmeza-.
-Que Don y Habilidad posees, señorita -preguntó viéndome-.
-No poseo ningún Don, pero soy buena en puntería, esquivar y atacar -dije, con esperanzas de que me diga que vaya a la prueba-.
-No posees nada... Pero me llama la atención que puedas hacer eso -me miraba como si estuviera analizándome- Bien, ven en tres días para la prueba, pero si no logras ingresar serás expulsada del pueblo como ordena la Ley -añadió con extrema seriedad-.
-Si Señor, muchas gracias y Con permiso -dije con seguridad seguido de salir de allí, me dirigí a mi pequeña habitación que compartía en aquella cantina/bar, tuve suerte de encontrar un lugar donde quedarme, o más bien esconderme-.
En camino a aquel bar, pude divisar como la guardia de Cacería sacaba a varios civiles incluyendo niños, miré a todos lados a lo que vi una manera de subir a aquella muralla, fui hacia allí hasta llevar a la cima, me asomaba viendo como sacaban a aquellos pueblerinos jóvenes y niños, gritos de las madres deseando poder proteger a sus hijos pero su guerra fue en vano, aquellos fueron devorados por esos seres oscuros pero me sorprendió algo que ni sabía... Los pueblerinos estaban siendo convertidos en Biffant's.... Ahora entiendo por que su mordida y sangre son mortales... Pero, eso significa que si se acaba con este mal, aquellos seres se desintegrarán volviendo a tener a aquellas personas perdidas.
Con cuidado y discreción bajé de la muralla, volvi a mi camino hacia el bar, con varias preguntas y pensamientos en la cabeza sobre lo que acabé de ver.
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Entré a mi habitación quitándome el cinturón, me saqué la chaqueta de cuero quedando con mi vestido blanco rojizo junto a unos pantalones un poco ajustados de color granate y mis botas.
Miré la hora a lo que volví a bajar para lograr alcanzar algo que comer en la cena, en este lugar debes hasta pelear por la comida, es absurdo pero así es en este lugar.... Alcancé a agarrar algo de pan con mermelada, aunque sea poco, algo es algo, empecé a comerlo mientras iba de nuevo a mi habitación pensando en estrategias para el día de la prueba de ingreso.
Al entrar a mi habitación me fijé que mi ventana estaba abierta y es raro por que siempre la dejo cerrada, me asomé un poco mirando ambos lados sin ver nada acto seguido cerré la ventana poniéndole seguro, caminé hacia la puerta cerrando la con llave, me senté al borde de la cama desatando y quitándome la botas, me acosté mirando el techo soltando un suspiro.
-Que día ma pesado... Pero más, saber cómo ingresar sin ser... Descubierta.. -soltó en un ligero suspiro quedándose profundamente dormida-.
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