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No puedo identificar donde estoy, pero si escucho un voz familiar, aunque tampoco podría determinar a quien le pertenece.
—Debés quedarte con ella. Tengo que ir a verlo.
Me giro un poco a la derecha. Ahora veo a una mujer joven con cabellera colorada y a un muchacho moreno, con el pelo rapado, con un rostro totalmente desdibujado por la tristeza. Digo "desdibujado" porque le conozco el rostro real o normal, y nunca vi en el esa expresión de desasosiego. Parecía estar a punto de romperse a llorar.
—Bella, no voy a dejarte ir con él —Le impide pero su voz flaquea—. Te va a manipular.
Es Marcos, mi protector menos favorito. Es mi padre también y debo soportarlo día a día solo por ser parientes, es un viejo cascarrabias, aunque acá está mucho más joven. Su morena tez hace que no envejezca tan rápido sus facciones. Bien ahí, punto para los morenos (incluida yo). Sin embargo sus ojos parecen más cansados que nunca.
—No lo va a hacer. Sabe tanto como vos que esto no es un juego. Van a aniquilar a todos si, si...
Su voz se entrecorta y mira a la pequeña cosa que hay entra las mantas de los brazos del muchacho. Se le acerca y planta un beso en la coronilla de un bebé.
De pronto ella acaricia el rostro del muchacho y le da un beso en sus labios, el cual se extiende un poco más de lo que hubiese esperado.
Que incomodad.
La bebé, digo "la" porque lleva un par de pendientes en sus orejas, parece sentir lo mismo que yo y comienza a llorar.
Ella la mira y le estruja una de las manitos para luego desprenderse y comenzar a levitar.
Si, levitar.
Bueno, se está poniendo súper raro este sueño. ¿Algún ser bondadoso que pueda despertarme?
El sueño continúa y veo como la tal "Bella" llega a una parte elevada del sitio anterior, solo que a unos cuantos metros arriba. Abre una puerta y dentro de ella hay un mueble de madera robusta enorme donde se archivan papeles. Algunos de ellos sobresalen como si a nadie le importase el orden allí realmente.
Hay una ventana por donde entra luz y un sillón algo pequeño. Intento mirar fuera, pero la puerta que hace unos instantes acaba de cerrarse, ahora es abierta por un guardia de seguridad lo suficientemente serio como para el puesto.
—Te espera dentro.
Estoy cada vez más confundida. Debo haberme saltado algo importante, o tal vez hay magia de por medio. Noto que el señor de traje no es un ser humano. Tiene cuernos negros algo afilados y en sus manos tiene garras, muy largas, demasiado para no ser vistas. Parecen tan afiladas como tijeras, aunque no necesito verificar que tan afiladas son.
¡Judith, por amor de dios! ¡Despiértame con tu maldita música mañanera! Esto me está comenzando a erizar los pelos, y no quiero llegar a saber que le pueden hacer estos bichos a esa mujer.
La mujer pasa por al lado del monstruo ese y cuando va a tocar la puerta, esta se desliza sola, como si la persona dentro la hubiese abierto con algún interruptor.
Entro detrás de ella y no alcanzo a escuchar que es lo que dicen dentro, aunque si alcanzo a distinguir la voz de una mujer, otra, la cual al poder visualizarla luego, percibo que tiene una cabellera negra alisada, ojos delineados y que está en ropa interior, solo por debajo. Sus pechos rozan a un hombre, el cual se encuentra aún en la cama de dos plazas acostado y ella abrazandolo, mientras la mujer a la que persigo en el sueño se cruza de brazos algo incómoda.
—Necesitamos hablar. —Mira a la chica y le intenta sonreír con pena en su rostro—. Es urgente.
La chica bufa y sale de la cama, no sin despedirse con un lengüetazo en el rostro del hombre.
Desagradableeeeeeeee.
No parece aumentar la incomodidad en el señor, ni siquiera mueve un músculo de su cuerpo. Puedo alcanzar a ver solo un leve movimiento de sus labios, una mínima sonrisa.
¿Será por placer o por orgullo?
—Por favor.
Se acerca un paso corto a la cama.
Señora, no se valla a meter dentro que estuvieron haciendo cositas ahí.
—Ahora volves suplicando. —Se ríe con un desagradable orgullo que me resulta molesto—. Te dije que no volvieras nunca.
—Luci
—No. —Le corta. Pone su rostro tan serio y agrio que retrocedo un paso, aunque no pueden verme, ni escucharme, ni nada.
Tiene un rostro perfecto, ojos celestes, piel oscura y varios músculos marcados. Todo un fan del gym probablemente, aunque tiene pinta de ser una especie de ex boxeador, uno de esos que son de clase alta y ya no necesitan luchar por dinero, porque ya lo tienen todo resuelto.
—Tienes que ayudarme. Van a morir todos si no llego a mi capacidad máxima.
—¡No! —Ahora se levanta enérgicamente de un salto y en cuestión de microsegundos se enfrenta al rostro de la pelirroja.
Mierda.
Señora, por favor huyamos. Este tipo me recuerda a los demonios incubo de la clase pasada de la señora Lauren. Seres malvados y con mucha energía del sexo. Fue una clase de los más incómoda, aunque no me aterraba en lo más mínimo, mis compañeros, o incluida Judith se lo tomaron a chiste y hacían las poses de las imágenes que aparecían en los libros de lectura obligatoria.
La pelirroja no dice ni hace nada. Él levanta la mano y cuando creo que está a punto de sacar sus garras afiladas a lo Wolverine, posa sus cuatro dedos en la mejilla derecha, y con el pulgar, la acaricia tiernamente.
—Bella, no —Niega dulcemente—. No te recuperarías. No quedaría ni polvo.
Ella toma su mano y sonríe complacida.
¿Qué cornos acaba de pasar? ¿Estos son amantes?
—Sabías que iba a llegar este momento algún día.
El no responde con palabras, si con la mirada.
—Por favor —insiste ella con su ruego.
El niega con la cabeza, derrotado. No llora, pero esta tan débil que sus rodillas fallan y se sienta en la punta de la cama.
—No voy a volverte a ver nunca.
Ella se sienta a su lado y toma sus manos.
—Podes verme a través de tu espejo —retruca con una voz tierna y persuasiva.
—Sabes que eso no es lo mismo. Lo sabes bien.
Hay un silencio incomodo y agradezco no estar en ese momento realmente.
La mano blanca y delicada de ella levanta el mentón de él, haciendo que la mire al rostro.
—Podes verme en los ojos de ella. Tiene mis ojos verdes.
—Si, pero el resto es igual a su asqueroso padre.
Ella se comienza a reír.
—Su padre es bellisimo.
Él se levanta molesto y comienza a vestirse. Alcanzo a ver su bóxer negro con rallas. Me da vergüenza andar espiando, por lo que cierro instantáneamente los ojos.
—Bella, no me hables de él de esa forma. Soy un demonio y soy celoso, aunque no estemos más juntos.
—Su padre es tan bello como su padrastro —insiste ella en la cama. La veo de vuelta ahora y a todo el resto con mis propios ojos.
El boxer ya está tapado por un par de pantalones negros. Sin embargo, su torso sigue desnudo y veo una especie de cruz delgada en negro, invertida, debajo de su hombro izquierdo.
—Pensé que tus informantes ya te habían pasado la noticia. Eso te pasa por pagarles con un vida en el infierno. No es un muy buen incentivo para lograr el trabajo.
Queda tan quieto que parece una gárgola de la iglesia.
—Si —continúa ella ya que el otro no tenía reacción.
—No.
—Estas en negación. —Larga un bufido algo molesto para mi también—. Me hubiese gustado decírtelo antes, pero temía que fueses por ella junto con estos imbéciles que están destruyendo toda la ciudad.
Aún algo confundido la observa desde el mismo sitio.
Bella vuelve a bufar y se acerca a la estatua inhumana.
—La tuve prematura, muy prematura, a los tres meses de gestación. Es una beba sana y fuerte, muy fuerte como su padre. Tiene todo parecido a vos, —hace una pausa breve— menos los ojos.
—Pero un ave —se traba y traga saliva— un ave, uno justamente como vos, no tiene fertilidad. Además, se supone que por la temperatura no resisten al útero.
—Se ve que al tener genética demoniaca resiste a altas temperaturas. —Se encoge de hombros—. No sabemos, es un milagro que haya sido fecundada y sobrevivido a solo un trimestre de gestación.
El demonio sacude su cabeza intentando negar la verdad confesada, o tal vez está aún confundido por la información revelada sobre su descendencia. No dice nada por unos largos segundos, en los que me quedo allí parada sin hacer nada más que mirar su rostro. Tiene facciones tan perfectas, como si fuese moldeado por unas manos de un ceramista.
—Pensé que era tu segundo embarazo. —Su desconcierto va esfumándose de a poco. Alarga una mano y la apoya en el vientre de la chica. —Me informaron que lo habías perdido.
—Te informaron mal. —Responde en calma y con una sonrisa increíble que me hace relajar—. Ya te había dicho que debías dar un mejor sueldo, unas vacaciones pagas y un buen seguro dental. Sobre todo con esos afilados dientes.
El levanta la vista molesto nuevamente.
—No es chistoso.
Ella está aún con una sonrisa dulce aunque algo en sus ojos me distraen. Tiene unos ojos verdosos preciosos, están humedecidos al punto de verse vidriosos.
—Si, lo es.
La observa solo un segundo y su voz vuelve a cambiar.
—Isabella. —Ahora él le ruega a ella tomándole de ambas manos, en forma de súplica.
La señora se pone firme en su postura, pero no rechaza las manos bondadosas de él.
—Lucifer, ¿me vas a ayudar o no?
Vuelve a levantarse furioso, mucho más que antes. Revolea sus manos incluso antes de comenzar a gritar.
—¡No! ¡Menos ahora sabiendo esto! ¡Te dije que no vas a sobrevivir!
Desquiciado le pega una patada a la cama.
—Siempre lo hago. —Sigue ella como si nada. No altera su tranquilidad como si ya estuviese habituada a su mal comportamiento—. Milenio tras milenio volví y te encontré.
—Pero no vas a dejar cenizas Bella, no vas a dejar nada esta vez. —Su voz se entristece y agacha la cabeza otra vez—. No me podes dejar asi.
Juro que si hubieses estado allí realmente lo hubiese abrazado. Estaba destrozado el pobre.
—Los milagros existen. Eras un ángel y lo sabes bien.
Comienza a sonar "Say yes to heaven" de Lana del Rey.
Algo aterriza en mi cara y me sobresalto de la cama. Otro de los almohadones con flecos me cae en el pecho.
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