9. La Oscuridad en el Corazón de Mi Amor
*****
A Lucifer le tomó un tiempo recomponerse, pero cuando al fin lo había hecho, bastó con un chasquido de sus dedos para quedar limpio y presentable, con su clásico traje blanco, su sombrero de copa y su cetro.
En vez de teletransportarse, bajó al lobby del hotel caminando. Todavía era relativamente temprano en el día, así que no le extrañó ver que Charlie y el resto de los residentes del hotel estaban reunidos en el salón, compartiendo historias, en lo que solo podía ser una de las dinámicas de convivencia.
-¡Papá!- exclamó Charlie en cuanto lo vio bajar, poniéndose de pie y corriendo hacia él para abrazarlo -¡Al fin regresaste! Debiste decirme que volvías hoy, pude haberte traído un pastel o algo.
-Vamos cariño, no es necesario- se rio él -Lamento haberme ido sin avisar antes. Yo... Tuve que atender algunos asuntos importantes.
-Descuida papá, sé que últimamente tienes mucho por hacer. ¿A dónde fuiste?
-¡Ah! Pues verás... Tu tío Ozzie me necesitaba para arreglar unos asuntos con tu tío Mammon. Ya sabes cómo es...
-¿Y pudieron resolverlo?
-No. Todavía no. Mammon se niega a cooperar si no gana nada, ya lo conoces... ¡Pero hey! Tu tío Ozzie dijo que quería conocer el hotel. Vendrá cuando se haga espacio en su apretada agenda.
Charlie soltó un gritito de emoción.
-¿Escuché bien?- saltó Angel desde su lugar -¿Acaso dijo que Asmodeo va a venir? ¡Oh mierda! ¡Tengo tantas preguntas qué hacerle...! ¡Siempre he querido conocer al Señor de la Lujuria!
-Oye, lo que menos necesitamos es que acoses sexualmente a otro de los Pecados- lo regañó Vaggie.
Lucifer soltó una risita, y dejó que Charlie lo condujera hacia el salón.
-Así que... ¿Qué están haciendo hoy?- preguntó Lucifer, tomando asiento.
-Bueno, el ejercicio de hoy consiste en compartir las primeras impresiones que tuvimos de alguien del grupo, y cómo esas ideas cambiaron al conocer más a esa persona- explicó Charlie -Te perdiste la linda historia de Husk respecto a Angel.
-¿Quizás quiera contarla de nuevo?- sugirió Angel con una sonrisa tímida, mirando al cantinero.
-Una vez fue suficiente- respondió Husk, algo nervioso.
-Podrías intentarlo, papá- lo animó Charlie -¿Quieres contarnos lo que pensabas y lo que piensas ahora de Vaggie?
Vaggie se sobresaltó un poco al escuchar su nombre, pero antes de que pudiera detener aquello, Lucifer comenzó a hablar:
-¡Por supuesto! Lo primero que pensé cuando te conocí fue "Genial, Charlie tiene un excelente gusto", y a decir verdad estaba aliviado de que Char no saliera con otro chico, porque honestamente... Bah, como sea, estaba aterrado de no caerte bien porque quería ser un buen suegro y todo eso. Ahora que te conozco mejor, estoy convencido de que eres la persona adecuada para estar con mi hija. Se que ustedes dos se apoyarán mutuamente pase lo que pase. Y tienen suerte, muchos matarían por tener un amor tan fuerte como el suyo. Estoy ansioso porque te nos unas en el retrato de la familia real.
Charlie ahogó un gritito tapándose la boca con las manos y miró a Vaggie, quien estaba completamente sonrojada y no sabía qué responder.
-Y necesito que sepas que ya sé que tu nombre es Vaggie y no Maggie- puntualizó Lucifer -No sé por qué nadie me lo dijo antes.
-Está bien, señor, no me molestaba- aclaró Vaggie -Y muchas gracias por sus palabras. Significa mucho.
Lucifer le dedicó una sonrisa a su nuera.
-De acuerdo, ahora, ¿quién quiere decir sus opiniones de mi papá?- preguntó Charlie.
Niffty, Angel y Cherri levantaron la mano.
-Que no impliquen pensamientos lujuriosos- advirtió Vaggie.
Niffty y Angel bajaron la mano. Tras un momento de vacilación, Cherri también la bajó.
Lucifer se rio, pero esa risa se vio interrumpida cuando vio por el rabillo del ojo una sombra deslizándose por la pared. Pronto, sintió su presencia en algún punto detrás de él.
-¡Woah, miren quién volvió!- exclamó Angel -¡No puedo creerlo, miren eso! ¿De verdad te cortaste el cabello? Oye guapo, mi oferta de chupártela cuando quieras sigue en pie.
-La respuesta sigue siendo no- dijo la voz de Alastor.
Lucifer sintió un nudo en la garganta, y mantuvo la vista al frente.
Niffty había corrido de inmediato hacia Alastor, diciendo con su pequeña voz:
-¿Dónde estuvo, señor? ¿Por qué se fue sin avisar? ¿Qué pasó con su cabello?
-Lo lamento mucho, querida- se disculpó Alastor -Tuve que resolver algunos asuntos con ciertas... Personas con quienes tenía un trato pendiente. Sobre mi cabello, bueno, quizás era hora de cambiar mi estilo, aunque no estoy seguro de que este corte moderno me siente bien.
-¡Se ve increíble, Al!- exclamó Charlie, poniéndose de pie para examinar el corte de Alastor más de cerca -Estoy orgullosa de que por fin te hayas animado a probar cosas nuevas. Tu pelo luce genial. Y me encanta el nuevo outfit.
Lucifer levantó la vista ante esa última frase. Alastor estaba usando pantalón y camisa negros; y chaleco y corbata de color rojo intenso. El look clásico estaba complementado con ligas marrones en los brazos para ajustar las mangas de la camisa, y su monóculo.
-¿No creen que se ve genial?- les preguntó Charlie a todos los presentes.
Hubo respuestas de aprobación general, destacando un "Muy bien, jefe" de Husk y un beso enviado por Angel.
-¿Papá?
Lucifer miró a su hija, quien lo miró de manera significativa. Claro, ni ella ni nadie tenía idea de lo que había pasado entre ellos dos. Lo lógico era esperar que Charlie fuera a seguir insistiendo en hacerlos convivir para que se llevaran bien.
-Supongo que no está mal- murmuró Lucifer, mirando a otro lado rápidamente, con el ceño fruncido -Al menos te ves mejor que antes, supongo.
-Papá, por favor...- comenzó Charlie.
-Está bien, querida- la detuvo Alastor -Si tu padre no sabe apreciar el estilo, es cosa suya.
-¿Tú quieres hablar sobre estilo?- respondió Lucifer -¡Te vestiste igual por un siglo!
-Al menos no me visto como cirquero.
-Ah, ya comenzaba a extrañar esto- comentó Angel, suspirando y acomodándose en el sofá.
Lucifer se aclaró la garganta, mirando a otro lado.
-Vamos, ambos acaban de regresar, ¿podrían tratar de mantener la paz?- pidió Charlie.
-Lo lamento mucho, querida- se disculpó Alastor -No era mi intención ser grosero.
-¡Wow, espera un segundo!- exclamó Cherri, poniéndose de pie para ver mejor -¿Tienes una cola?
Lucifer había pasado ese detalle por alto. Alastor ya no estaba usando el saco para esconder su esponjosa cola de ciervo, que ahora se asomaba por un hueco en sus pantalones.
Charlie dejó escapar un "Aww" audible mientras contemplaba la cola de ciervo de Al.
-¿Por qué lucen tan sorprendidos?- se extrañó Alastor -Pensé que era obvio.
Todos parecían algo asombrados por el hecho, pero nadie dijo nada. Bueno, al menos hasta que Angel se animó a decir:
-¿Puedo tocarla?
-Si lo intentas te arrancaré la mano- lo amenazó Alastor.
Por alguna razón, Lucifer se sintió un poco ofendido. Alastor le había confesado en alguna de sus charlas que odiaba las partes de ciervo de su aspecto demoníaco, sobre todo su cola. Había dicho que no le importaba poseer características de animal, ¿pero un ciervo? Le parecía totalmente insultante ser mitad animal de presa. Lucifer se sentía especial por ser el único que sabía sobre la existencia de esa cola de ciervo, ¿y ahora Al hablaba de eso como si nada y había decidido mostrársela a todo el infierno?
-Pero bueno, cuéntame- Al retomó la palabra -¿Qué están haciendo todos ustedes aquí?
-Estamos en medio de una actividad de integración- le informó Charlie -¡Llegas justo a tiempo! Era turno de alguien de decir cuál fue su primera impresión de mi papá y qué piensa de él ahora que se conocen mejor.
-No es necesario- protestó Lucifer, cruzándose de brazos.
-Bueno, primero pensé que era un pequeñín molesto e irritante- respondió Alastor -Y ahora comprobé que es un pequeñín molesto e irritante. Soy bueno con las primeras impresiones, ¿eh?
Lucifer soltó una risa sarcástica, dolido por la respuesta.
-Okay, es... interesante- respondió Charlie, nerviosa de que aquello desatara una pelea como solía pasar -¿Quisieras dar una respuesta un poquiiiiito más completa y sincera?
-Lo siento, querida, me encantaría dar detalles de lo mucho que me desagrada tu padre, pero tengo algo de prisa- se excusó Alastor -Tengo que salir. No me esperen.
-¿Te vas de nuevo?- preguntó Vaggie -Alastor, estuviste fuera muchos días. Hay un montón de asuntos pendientes que el gerente administrativo debe resolver y...
El resto de la frase se perdió, porque al escuchar que Alastor se iba, Lucifer había saltado de su asiento y había tomado la muñeca del demonio muy fuerte, presa del pánico. ¿Se iba? ¿Cómo que se iba? ¿A dónde? ¿Por cuánto tiempo?
-¿A dónde crees que vas?- preguntó Lucifer.
Todo el mundo se quedó en silencio.
Alastor lo miró con extrañeza, sin dejar de sonreír, claro. Solo entonces, Lucifer se dio cuenta de lo rara que debía parecer esa escena para todos los demás.
-Uh... Está bien, señor- carraspeó Vaggie -No es tan urgente. Esos asuntos pueden esperar a que Alastor regrese.
Alastor retiró su muñeca bruscamente, mientras Lucifer se aclaraba la garganta, aprovechando la intervención de Vaggie para decir:
-¡Bueno, lo siento, es que...! ¡No puedes solo irte y dejar tus responsabilidades aquí, Botones!
-Descuide, majestad. Volveré esta noche- informó Alastor, frotándose la muñeca, en la que se apreciaban pequeñas heridas causadas por las garras de Lucifer -Entonces me haré cargo de mis pendientes. No tiene que estar sobre mí como si fuera un niño irresponsable. Y le pido encarecidamente que no vuelva a tocarme así.
Lucifer volvió a sentarse, avergonzado de su reacción. Sentía la mirada de todos sobre él.
-Charlie, querida, ¿crees que esta noche podamos hablar cuando regrese?- pidió Alastor.
-Seguro, Al- respondió Charlie, algo contrariada por lo que acababa de pasar -Te esperaré.
-Gracias. Bueno, los veré al rato. Han hecho un buen trabajo no dejando que destruyan el hotel en mi ausencia, sigan así por unas horas.
Dicho esto, Alastor salió del Hotel.
Una vez que desapareció, la tensión en el ambiente se disipó. Charlie soltó un gran suspiro y dijo:
-Papá, ¿por qué hiciste eso? Te dije que a Al no le gusta que nadie lo toque.
-No sé, yo...- Lucifer dudó -Solo creo que lo dejas tomarse muchas libertades, ¿no?
-Descuide majestad, sé que el jefe puede ser alguien difícil- comentó Husk -Pero es un hombre de palabra. Hará todo por este hotel porque lo prometió, y siempre cumple sus promesas.
Lucifer no respondió. Ojalá Husk tuviera razón.
-Anímate, papito- Angel sonrió -El señor Sonrisas es así de amargado, no te lo tomes personal.
-Quién sabe, puede que se le quite lo amargado- comentó Cherri -¡Se ve muy guapo con su nuevo estilo! ¿Quién dice que este cambio no fue para salir a buscar algo de acción? Puede que regrese muy contento.
Desafortunadamente, eso condujo a que Cherri, Angel y Charlie iniciaran una conversación sobre si Al tenía o no intenciones de buscar pareja o algo así.
Mierda. Para Lucifer, iba a ser muy difícil pretender que Alastor le seguía siendo indiferente.
*****
La intención de Alastor había sido tener una agradable caminata para despejar un poco su mente, pero resultaba demasiado difícil con todas las miradas puestas sobre él.
El cambio no era algo que lo caracterizara. Es decir, para un sujeto que se había negado a cambiar cualquier aspecto de su vida durante casi 100 años, aparecer de repente con un estilo completamente renovado había cuando menos llamado la atención de los pecadores.
Escuchaba murmullos a su alrededor, el sonido de los teléfonos tratando de tomarle una fotografía, e incluso los más atrevidos le habían lanzado algún piropo, al más puro estilo de Angel.
Lo peor de todo fue cuando logró captar el ya conocido zumbido de los drones de VoxTek siguiéndolo. Podía imaginarse perfectamente a ese freak de cabeza cuadrada observándolo en todas y cada una de las pantallas de su torre de control, admirando su nueva imagen.
Bueno, ya que lo de la caminata para despejar su mente no iba a funcionar, desapareció momentáneamente en su sombra para esconderse en un callejón y ponerse sus audífonos. Se los había probado en la privacidad de su habitación antes de salir, y felizmente comprobó que su cabello era lo suficientemente espeso para ocultar los audífonos dentro de sus orejas. De nuevo, nadie debía enterarse de que había sucumbido a la tecnología moderna.
Por supuesto, pensaba deshacerse de aquel aparato. Quizás esa sería su última vez usándolo, y la verdad estaba feliz de llevarlo consigo. La caminata sí resultó más agradable cuando el sonido de la música ocultó el de los piropos de los pecadores y el zumbido de los drones.
"Si pudiera retroceder el tiempo haría todo bien"
Ah sí. Era por eso que no quería seguir escuchando la música guardada en ese teléfono.
"¿Cómo puede terminar así? Hay un pinchazo en la forma en que me besas... Algo dentro de tus ojos me dice que podría ser la última vez antes de que esto acabe..."
Sus pensamientos se dirigieron una vez más hacia Lucifer. Maldita sea... ¿acaso el rey estaba enojado con él? No podía culparlo si así era... Es decir, se había portado por lo menos grosero con él en su interacción frente a todos los residentes del hotel.
Pero... ¿era realmente así? Según recordaba, lo había tratado mucho peor en anteriores ocasiones, pero ahora se sentía diferente... No quería herir sus sentimientos, no después de lo que había pasado, aunque... Tratarlo bien de repente no iba a ser algo que los demás pasaran desapercibido. No había forma de justificar un cambio tan repentino. Para mantener las apariencias, tenía que maltratarlo un poco de vez en cuando, solo que ya no sentía satisfacción al hacerlo...
Era por eso que había tomado una decisión, que era de lo que iba a hablar con Charlie esa noche, cuando regresara al hotel.
Regresar al hotel... Mierda, tenía que aprovechar muy bien ese tiempo fuera. Había estado conteniendo sus emociones todo el día, y realmente necesitaba dejarlo salir o iba a estallar.
No podía hacerlo en el Hotel, donde parecía que la privacidad no existía porque cuando alguien lo necesitaba siempre entraba sin tocar a su torre. Tampoco podía hacerlo en la calle, porque esos malditos drones iban a captar toda su crisis. Por eso se dirigía al único lugar donde sentía la confianza de ser honesto consigo mismo.
La sociedad en el Barrio Caníbal era claramente superior al resto del infierno. Todos estaban tan ocupados en sus propios asuntos que no se metían en los de los demás. Excepto, claro, por esa perra Susan. Pero ahí, Alastor pudo caminar libremente sin que nadie se le quedara mirando.
Se quitó los audífonos disimuladamente, respiró hondo y cruzó las puertas del Emporio de Rosie. Como siempre, el lugar estaba lleno.
Rosie estaba sentada en su lugar habitual, charlando animadamente con una clienta, pero en cuanto lo vio, se puso de pie y agitó la mano animadamente, exclamando:
-¡Alastor! ¡Mírate nada más! Cariño, te ves espectacular, ¡no puedo creer que hicieras todo un cambio de look sin avisarme! Estoy algo celosa de que alguien más te convenciera al fin, ¿o cómo lo decidiste? Debes contarme todo.
-Rosie, querida, necesito hablar contigo- dijo Alastor, notando con horror cómo su voz salía un poco quebrada al sentirse en confianza.
-Por supuesto, muñeco. Solo dame un momento, necesito terminar de-
-Rosie- la interrumpió Alastor, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a nublarle la visión -De verdad necesito hablar contigo. Ahora mismo.
Rosie se sorprendió un poco al verlo así. Dio un par de palmadas con las manos en alto y exclamó:
-¡Muy bien, escuchen! ¡La tienda se cierra por el resto del día! ¡Fuera todo el mundo!
*****
-... así que, aunque quería hacerlo, no lo besé por última vez. Y cruzamos el portal- finalizó Alastor.
-¿Y qué pasó luego de eso?- se interesó Rosie.
-Él curó mis heridas y se fue. Estuve algunas horas en mi habitación, descansando y... haciendo algunas otras cosas. Después solo me lo encontré en el lobby del hotel, pero como todos estaban ahí, solo me burlé un poco de él y salí para venir para acá.
Alastor ahogó un sollozo y volvió a esconder su cara en el hombro de Rosie. La tela que lo cubría ya estaba bastante húmeda, a pesar de que Alastor trataba de secar sus lágrimas con pañuelos desechables.
Le había contado a Rosie todo lo que había ocurrido los últimos días. Ni siquiera se guardó lo de su trato con Lilith, pero le había hecho jurar que no le contaría eso a nadie. Bueno, en realidad no podía contarle nada de nada a nadie, pero esa parte sobre todo, era importante que fuera un secreto.
-No sé qué decirte, cariño- admitió Rosie, acariciando suavemente el cabello de su amigo mientras él trataba de recuperar el aliento -Todo esto es tan...
-¿Inesperado?- sugirió Alastor.
-No. Inesperado no. Hace tiempo que sé que su majestad provocaba estos sentimientos en ti.
Alastor parpadeó un par de veces, sorprendido.
-¿Cómo?- abrió mucho los ojos -Ni siquiera yo sabía lo que sentía por él.
-Porque eres hombre, amor- Rosie rio un poco -Ustedes nunca se dan cuenta de nada.
-Entonces tú dime qué es lo que necesito hacer para ya no sentirme tan mal.
-Bueno, Al... Sinceramente, no entiendo por qué estás rechazando a su majestad.
-¿Cómo que por qué? Rosie, él no me ama. Tal vez le caigo bien, pero no creo que sea amor lo que siente.
-Pues a mí me parece que se esforzó mucho por compensar su reacción. Y tú sabes muy bien que no es completamente culpa suya. Lucifer ha estado mucho tiempo solo luego de que su esposa se fuera sin decirle nada. No puedo culparlo por ser escéptico a que alguien le declare su amor. No creo que no sienta lo mismo, sólo se asustó.
-¿Se asustó? O sea, decirle que lo amaba fue demasiado para él, pero le pareció perfectamente normal cogerme primero.
-Entiendo por qué piensas así, querido, pero debo decirte que tú y yo tenemos ideas un poco anticuadas respecto a eso. Para la mayoría de los demonios es normal.
-De todos modos, Rosie, es inapropiado. Un pecador como yo no puede estar con el Rey.
-Yo no creo que eso sea cierto. Y creo que Lucifer tampoco...
-De todos modos, si ella vuelve algún día, Lucifer va a dejarla matarme y luego volverá a caer a sus pies. Y sí, ¿por qué elegiría a un pecador sobre su reina?
Rosie lo obligó a levantar la cara para mirarla, y le puso las manos en las mejillas mientras decía:
-Qué vergüenza, Alastor. No pensé que llegara el día en que tendría que escucharte despreciándote a ti mismo de esta manera.
-Sólo estoy tratando de aceptar la realidad- respondió Alastor mientras sus ojos huían de los de Rosie.
-Lo que estás tratando de hacer es convencerte a ti mismo de que no vale la pena tener sentimientos por él, pero tú lo amas, y él te ama a ti. Tienes miedo a salir lastimado si no funciona, pero saldrás mucho más herido si vives toda la eternidad negando lo que sientes.
Alastor se quedó en silencio por un momento, mordiéndose la lengua mientras reflexionaba esas palabras.
-Para él fue muy fácil saltar a la conclusión de que yo le mentí sobre mis sentimientos- se quejó.
-Eso fue horrible, Al. Sé que debió dolerte mucho, y te juro que yo tengo mucho que decirle a su majestad al respecto cuando lo vea en persona- aseguró Rosie, con cierto enfado en su voz -Pero trata de entenderlo. En ese momento, cualquier excusa para estar molesto contigo era buena.
-¡Pues se esforzó mucho por hacer que me doliera de verdad!
-Lo sé, cariño, lo sé. Pero así como creo que merece que le dé un buen regaño por cómo te habló, también creo que se esforzó muchísimo por dejar claro que sí cree que tus sentimientos por él son sinceros.
-¿En realidad qué tan seguro estoy de eso?
-¿Por qué se tomaría tantas molestias por recuperarte si no fuera así?
-Quizás solo le gusta tener el control sobre mí. Maldición, quedé como un idiota... ¿cómo se me ocurrió que él iba a corresponderme? Me hice ver como alguien débil.
-No, no es así. Abrirle tu corazón a alguien te hace vulnerable, pero no débil. Se requiere de mucha confianza para mostrarse así ante otra persona. Tú no te tomas las cosas tan a la ligera. Si decidiste ser honesto ante Lucifer, es porque sabes que hay futuro para ustedes.
Alastor se pasó una mano por el pelo, pensativo. Las lágrimas no le permitían ver claramente.
-Honestamente, en estos momentos solo quisiera hacer un trato contigo- murmuró.
-¿A qué te refieres?
-Te daré lo que tú quieras. Sólo te pido que me prohíbas volver a llorar por Lucifer. Quiero ser físicamente incapaz de derramar una sola lágrima por él, o no voy a poder vivir así.
Rosie suspiró y tomó las manos de su amigo entre las suyas.
-Claro que no haré esa tontería, Al- contestó ella -Si quieres seguir sufriendo, acepta las consecuencias.
-Sabía que dirías que no. Valía la pena tratar- suspiró él.
Alastor respiró profundamente. No sabía si esperaba que Rosie le dijera que le diera otra oportunidad a Lucifer, pero igual se sentía mejor de haber expresado sus sentimientos en voz alta. Muy en el fondo, sabía que su corazón le estaba exigiendo que se lo entregara a Lucifer, pero se negaba a hacerlo. Quería encontrar un eslabón débil, cualquier cosa que lo hiciera aferrarse y defender la idea de que lo mejor era mantenerse lejos del Rey.
-Hablando de tratos, hay una cosa que no entiendo- comentó Rosie, soltando a Al -¿Por qué no cerraste el trato con Lucifer? Te pidió algo sencillo de cumplir, pero preferiste seguir debiéndole un favor.
-Sí... No lo sé- Alastor se rascó el brazo -Supongo que... quería... seguir atado a él de alguna manera. Saber que una parte de mí aún le pertenece... No quise romper este vínculo... Daría lo que fuera porque él sea el dueño de mi alma...
Rosie le sonrió con ternura y le puso una mano en la mejilla, secándole una lágrima y diciendo con voz suave:
-Oh, cariño... ¿Y aún así tienes dudas?
-No es lo que estás pensando- se defendió Alastor.
-¿Entonces qué es?
-Pues... No lo sé. Ese trato es para algo importante, no para que lo desperdiciara de esa manera.
-Para él era lo bastante importante. Por eso te lo pidió así.
Alastor bajó la cabeza, frunciendo el ceño. Carajo, era una tortura tener tantas emociones negativas y no ser capaz de borrar su sonrisa. Casi podía sentir cómo las costuras que mantenían su sonrisa se tensaban, causándole dolor.
-Necesito que te des cuenta de una cosa- expuso Rosie, hablando con tono tranquilizador y paciente -Lucifer pudo haber usado ese trato para obligarte a estar con él.
Alastor soltó un pequeño bufido.
-¿Te imaginas?- continuó Rosie -"Alastor, te ordeno que te quedes a mi lado por toda la eternidad. Vas a casarte conmigo, fingiremos ser una pareja estable y vas a darme todo el sexo que quiera". Pudo, y todavía puede obligarte, y tú no podrías negarte si él de verdad quisiera eso.
El demonio asintió, entendiendo a dónde se dirigía Rosie.
-Pero sabes que no lo hará. Porque él quiere que tú lo quieras- le hizo ver ella -Quiere tu amor, de la forma más sincera. Si solo quisiera usarte, podría conseguir que te doblegues a su voluntad con un chasquido. Pero a pesar de eso, no lo ha hecho. Por eso creo que sus sentimientos hacia ti son sinceros, Al.
-No, es que... simplemente no, Rosie- otro par de lágrimas se escaparon de sus ojos -Nadie nunca me ha amado, ¿y resulta que la primera persona en sentir eso por mí es uno de los seres más poderosos del universo? Perdón por tener mis dudas.
-Mira, querido, si tú no quieres estar con él, nadie va a obligarte. Pero no te engañes, si esta relación no se va a dar, no es porque Lucifer no sienta nada. Claro que se equivocó al reaccionar tan mal, pero ese pobre hombre también ha sufrido mucho. Todas las personas que han dicho amarlo le han dado la espalda, tuvo miedo de abrirse ante ti porque no quería perderte como perdió a su esposa.
Al se tomó un momento para cerrar los ojos y tranquilizarse. Bueno, tal vez Rosie tenía razón. Sobre lo de no culpar a Lucifer. Si iba a sufrir por un corazón roto, había que aceptar que él era el único responsable.
-Además, ¿qué es eso de que nadie te ha amado?- le reclamó Rosie, en un tono más juguetón -¿Qué hay de mí, cariño? Yo te amo muchísimo.
Alastor soltó una risita, mirándola con ojos llorosos. Rosie le dio un beso en la mejilla y lo abrazó muy fuerte.
-Rosie, ¿puedes hacerme un par de favores?- pidió Alastor, una vez que la soltó.
-Mientras no implique hacer un trato para ignorar tus sentimientos...- aceptó ella, encogiéndose de hombros.
-No, no es eso. Primero, me gustaría que me cortaras el cabello. No importa cómo, sé que no me vas a decepcionar. Solo... No quiero este estilo que Lucifer eligió, ¿sí?
-¿Y qué más?
-¿Puedo quedarme un tiempo aquí contigo?
Rosie arqueó las cejas.
-No puedo abandonar mi trabajo en el hotel, iré todos los días a cumplir mis obligaciones- explicó Alastor -Pero no quiero hacer las cosas incómodas para él y para mí cuando... tengamos que toparnos en el desayuno o la cena o algo así.
-Cariño, siempre tendrás una habitación para quedarte en mi casa- aseguró Rosie -Pero sé que no quieres eso. Tu lugar está en el hotel, con Lucifer.
-¿Cómo estás tan segura?
-Sólo lo sé. Mira, pasa esta noche en el hotel. Y si mañana todavía estás decidido a mudarte, puedes venir y te recibiré con los brazos abiertos. Admito que me vendría bien tu compañía, me debes mucho tiempo de calidad juntos luego de desaparecer tantos años.
Alastor le sonrió con sinceridad.
-Y por favor cariño, me indigna un poco que me pidas destruir esta maravilla- comentó Rosie, acomodando el pelo de Al con sus dedos -Este corte te queda perfecto, te ves guapísimo. Pero te ayudaré a cambiarlo en el remoto caso de que vengas mañana con intención de quedarte.
-Suena a que me estás retando con eso de venir o no.
-Es justo lo que estoy haciendo, cariño. Pero que tus ganas de ganar siempre no te hagan tomar una mala decisión. Tengo fe en que no te veré mañana. No para quedarte, al menos. Si tienes tiempo, ven a contarme lo que sea que vaya a pasar esta noche.
-¿En serio crees que va a pasar algo?
-No creo que Lucifer se quede con los brazos cruzados, para ser honesta. Su majestad no se dará por vencido tan fácilmente.
-Estás siendo muy optimista.
-Y tú estás siendo muy terco. Sé sincero contigo mismo, ¿estás dispuesto a aceptar a Lucifer?
Alastor se encogió de hombros.
-Ay, Alastor, por favor- Rosie resopló, frunciendo un poco el ceño -Tienes que salir de esos muros que tú mismo estás construyendo. Cariño, tú lo amas. Date esta oportunidad. ¿Y qué si en un mes o dos meses descubren que no va a funcionar? Justo ahora, los dos están muy enamorados. Disfrútalo mientras dure. Y como tu amiga, espero que dure por siglos y siglos.
-Ah, qué cosas dices, querida...
-De veras que eres testarudo. Si te aconsejo que te sinceres con él y aceptes que quieres estar a su lado, es porque sé que eso te hará muy feliz. Y realmente quiero que seas feliz, porque te lo mereces, mi amor.
Alastor apretó un poco los labios, sin saber qué responder. Rosie sólo lo abrazo muy fuerte una vez más.
-Te agradezco por escucharme. De verdad- dijo Alastor, suspirando cuando rompieron el abrazo.
-No tienes que agradecer, Alastor. Para eso son los amigos- respondió ella -Pero vamos, sólo me contaste cosas tristes. Necesito los detalles de las cosas buenas que sentiste estando con su majestad.
Alastor soltó una risita nerviosa, rascándose la nuca.
-La pasé bien, supongo- respondió -Él... Es un tonto, ¿sabes? Pero eso lo hace ser muy tierno. Me cuidaba todo el tiempo, siempre preocupado por cómo me sentía. Y yo... Vaya, te juro que no sé qué clase de hechizo utilizó, pero me sentía... Completamente doblegado a su voluntad. Y no por estar obligado, hablo de que yo quiero... quería... darle todo de mí. Todo lo que pudiera. Rara vez le dije que "no" a algo, porque me hacía muy feliz hacerlo feliz.
-Porque lo amas.
-Sí... Y me hizo pensar que él se sentía igual porque... Bueno, no lo sé, por cómo me pedía mi opinión para todo, por el interés que mostraba cuando yo le contaba algo, por cómo me miraba y me sonreía, y cómo se esforzaba para hacerme reír.
-En serio, Al, ¿tú crees que todo eso que mencionas era solo una mentira?
-Quisiera pensar que no. Pero hablamos del maestro del engaño.
-Yo solo sé que mis ojos nunca se iluminaron hablando de ninguno de mis ex esposos como los tuyos cuando hablas de Lucifer.
El demonio respiró hondo una vez más y luego dijo, con voz un poco quejumbrosa:
-Pensaré qué hacer, lo prometo.
-No lo pienses, Al- respondió Rosie -Hay veces en la vida en las que hay que dejarnos guiar totalmente por el corazón. Sé que no te vas a a arrepentir.
Alastor asintió, sintiéndose un poco más esperanzado. Rosie nunca le había fallado, no había razón para dudar de su consejo.
-No creas que vine a derramar mis tragedias sobre ti sin traer nada a cambio- dijo el demonio, tratando de sonar animado -Tengo un pequeño regalo para ti.
Alastor chasqueó los dedos, y de inmediato, las bolsas negras que contenían el cadáver desmembrado del padrastro de Charlotte aparecieron frente a ellos.
-Por Satán, ¿es lo que creo que es?- saltó Rosie al sentir el olor.
-¿Te parece si haces una pasta mientras cocino una pierna para nosotros, querida?- propuso Alastor, ensanchando su sonrisa.
*****
-¿Papá? ¿Te sientes bien?
A Lucifer le tomó un momento darse cuenta de que Charlie le estaba hablando a él. Y claro, ¿a quién más? No iba a decirle "papá" a otra persona.
Pudo haber tenido a quien más llamar así, pero no. Lucifer lo había arruinado.
-Sí, claro que sí- respondió, aclarándose la garganta -¿Por qué preguntas eso?
-Has estado un poco raro toda la tarde- señaló Charlie, con algo de precaución -¿Seguro que todo está bien?
-Por supuesto, cariño.
-¿Algo salió mal en tu reunión con mis tíos o...?
-No, nada de eso. Bueno, es decir... no salió bien porque no se resolvió, pero tampoco pasó nada fuera de lo común, ya sabes...
Charlie lo abrazó muy fuerte y le dijo:
-Sé que debes estar preocupado por la situación, pero yo sé que eres capaz de resolver lo que sea, papá.
Lucifer soltó un suspiro y la abrazó de vuelta. Odiaba tener que mentirle a Charlie, pero ni ella ni nadie podían saber la verdad y lo mucho que esta le afectaba.
Estaban terminando de cenar. Husk y Angel se habían dirigido al bar para tomar un trago, Vaggie y Cherri estaban en el salón, entretenidas con una charla sobre armas, y Niffty se encontraba limpiando la mesa del comedor.
Lucifer apenas había tocado su plato. No tenía hambre, y sus pensamientos no dejaban de dirigirse una y otra vez al hecho de que Alastor no había regresado en toda la tarde.
¿Dónde estaba? Sí iba a volver, ¿no?
Claro que iba a volver. Su trato no podía romperse, no iba a abandonar a Charlie.
Ay no... ¿Acaso Lilith...?
No, eso era ridículo. Si Lilith estuviera cerca, él lo sabría.
-¿Puedo ayudar en algo?- preguntó Charlie.
Una vez más, Lucifer se tomó un momento antes de entender a lo que Charlie se refería. Carajo, se estaba volviendo cada vez más distraído.
-Quizás puedas, ahora que lo pienso- contestó Lucifer -Huh... No sé cuándo pueda volver a juntar a Ozzie y a Mammon para una reunión, pero quizás puedas ir conmigo y ayudarlos a resolver sus problemas.
-¡Me encantaría!- exclamó Charlie -¡Sé que puedo convencerlos de llegar a un acuerdo!
-No sé por qué no lo pensé antes... ¡Tú debes ser la única persona en todo el infierno por quién Mammon haría lo que sea! ¡Soy un idiota! ¡Tú fuiste la clave todo el tiempo!
-¿En serio crees que pueda convencer al tío Mammon de portarse bien?
-Charlie, debes ser la única persona en toda la historia a quien Mammon le ha dado regalos. Si fue capaz de gastar un centavo para ti, seguro que escuchará lo que tienes para decir.
Charlie soltó una risita, animada por la idea de ayudar. Lucifer sonrió con orgullo y comentó:
-Lamento no haberte llevado conmigo, Charlie. Ya es momento de que comiences a involucrarte más en este tipo de situaciones. No solo estos dramas familiares, también en los asuntos oficiales del reino.
-¿Por qué?- lo cuestionó Charlie -No vas a renunciar, ¿o sí?
-¡Claro que no! Sé que descuidé muchas de mis obligaciones, hay mucho por hacer y yo me haré cargo de todo. No creas que quiero compartir esa carga contigo, solo pienso que tengo que enseñarte cómo funcionan las cosas. Uno nunca sabe, ¿qué tal si el Cielo decide vengarse por lo de Adán y me desaparecen de la existencia?
Lucifer se rio, pero Charlie pareció aterrorizada por la idea.
-Lo siento, cariño- se disculpó rápidamente.
-Heh, descuida papá- dijo ella.
Lucifer tomó su celular y encendió la pantalla. Nada. No había notificaciones.
Odiaba admitirlo, pero había estado enviándole mensajes a Alastor toda la tarde. Le preguntaba dónde estaba, a qué hora iba a volver, le pedía que hablara con él.
De nuevo, estaba siendo patético. Mierda, por un lado, quería ser el digno representante del pecado del orgullo y dejar de rogarle a Alastor.
Por otro... ¿Qué tan orgulloso de su parte sería si permitiera que este pecador lo rechazara? No, debía recuperarlo.
Ay no, pero le había prometido a Al que lo dejaría en paz si así lo deseaba. Ese era el trato. Alastor le daba una última noche de cierre en el hotel, volvían al infierno y cada quien seguiría con su camino.
Sí, bueno, ¿y qué si rompía esa promesa?
-Papá, otra vez tienes esa expresión en tu cara- se preocupó Charlie.
-¿Qué expresión?- quiso saber Lucifer.
-Te ves angustiado.
-Solo estoy cansado... No dormí muy bien anoche. Es todo.
-Okay... ¿Por qué no vas a dormir? Sé que aún es temprano, pero si necesitas descansar...
-Quizás es lo mejor. ¿Te quedarás despierta mucho tiempo todavía? No es tan temprano, jovencita.
-Bueno, le dije a Alastor que lo esperaría, dijo que quería hablar conmigo cuando volviera.
Lucifer se quedó callado. Había olvidado esa extraña petición de Al. ¿Qué era lo que quería hablar con Charlie? ¿Iba a decirle lo que había ocurrido entre ellos? ¿Iba a contarle lo del trato?
"No seas tonto, Lucifer, no puede hablar del trato"
¿Pero y si encontraba la forma de hacerle saber el trato a Charlie para incumplir el trato y que Lilith viniera a tomar su vida? Ay no, ¿y si se había vuelto un loco suicida?
-¿Tienen algún asunto pendiente del qué hablar?- preguntó, tratando de sonar casual
-No, no que yo recuerde- Charlie hizo una mueca, pensativa -Pero es mi gerente. Tal vez tenga nuevas ideas para el hotel.
-¿Notas que él esté realmente interesado en ayudar?
-Sí, papá, ya hablamos de esto. Sé que no confías en él del todo, pero te aseguro que hace todo lo que le pido para mejorar este lugar. ¡Tampoco le pido mucho! No quiero ser una jefa mandona ni nada pero sí, es un excelente gerente.
Lucifer soltó un pequeño suspiro y murmuró:
-Realmente te agrada, ¿no?
-Por supuesto- aseguró Charlie -Está un poco demente y es aterrador cuando quiere serlo, pero realmente me ha ayudado mucho cuando no tiene por qué hacerlo. Sé que debajo de su fachada de tipo serio, en realidad es un amor.
El rubio asintió, haciendo una pequeña mueca. Él mismo había comprobado esa última frase, y le dolía mucho saber que podría no volver a ver ese lado de Al...
-Por eso sé que ustedes podrían llevarse bien si le dieras la oportunidad- apuntó Charlie, poniendo su mano en el hombro de su padre -¿Podrías tratar, papá? Sé que todavía no son amigos, pero noto que comienzan a convivir más. Él no es tan malo como pensabas, ¿no?
-Supongo que no- Lucifer sintió una punzada en su corazón -Pero... Mira cariño, no sé si podamos ser tan cercanos como te gustaría. ¿Basta con que no tratemos de asesinarnos?
-Bueno... es un buen comienzo.
Quién sabe cuánto tiempo iba a poder mantener esa farsa. ¿Cómo iba a vivir cada día viendo de frente a Alastor teniendo que fingir que no le agradaba cuando solo quería besarlo?
Antes de que ninguno de los dos volviera a hablar, Alastor apareció en el comedor. De inmediato, Lucifer bajó la vista. Sinceramente, no soportaba verlo y saber que no podía tenerlo.
-Buenas noches a ambos- saludó Alastor -Lamento haberme perdido la cena de hoy.
-No pasa nada Al- respondió Charlie -¿Quieres que te sirva algo?
-No te preocupes querida, comí algo mientras estuve fuera.
Alastor se acercó a la mesa, caminando despacio. Lucifer tuvo que soportar las ganas de salir huyendo.
-Por cierto, sé que esto no es tan relevante para ti, pero eres tendencia en las redes- le anunció Charlie.
-Soy, ¿qué cosa?- se extrañó Alastor.
-¡Todo el mundo habla de ti en internet! A la gente del reino les encanta tu nuevo look. No dejan de decir lo guapo que te ves. ¡Incluso Velvette halagó tu nuevo corte en su perfil!
-Huh, seguro que eso a Vox no le agradó nada. Pero al menos alguien en esa torre tiene buen gusto.
-Todos están pidiendo que alguien te tome una foto bien enfocada, así que prepárate para lidiar con eso.
-Ya me pasó. No tienes idea de cuántas cámaras tuve que soportar cuando venía para acá...
-¿Disfrutas de la atención?- preguntó Lucifer, con una nota de enojo en su voz.
Charlie y Alastor lo miraron, confundidos.
-No particularmente si se trata de mi aspecto- respondió Alastor -Pero estar en boca de todos atrae radioescuchas para mi programa, así que aprecio la publicidad gratuita.
-Muchas de esas personas no escuchan la radio, solo quieren cogerte- señaló Lucifer
-¡Papá!- reclamó Charlie
-Bueno, ¿cómo culparlos por tener buen ojo para apreciar la belleza?- Alastor no estaba ofendido, incluso se rio un poco -Tranquilo, majestad. No estoy interesado en esa clase de relaciones personales. Si lo que le preocupa es que convierta este hotel en una casa de citas, eso no va a ocurrir.
-Más te vale. No quiero ese tipo de cosas aquí, así que será mejor que lleves toda tu mierda a otro lado si se te ocurre traer a alguien- le espetó Lucifer.
-¡Bueno, ya basta!- exclamó Charlie -Al, ¿querías hablar conmigo?
Los hombres se sostuvieron la mirada por un tiempo que pareció eterno. Lucifer sentía que su corazón latía tan rápido que temía que Al pudiera escucharlo con sus grandes orejas.
-Sí, princesa- Alastor dirigió una última mirada con el ceño fruncido a Lucifer -En privado.
-No se preocupen, yo ya me iba- anunció Lucifer, poniéndose de pie -Pueden hablar aquí.
El rubio le dio un beso de buenas noches a su hija, y después solo miró a Alastor.
No pudo decirle nada. Después de días de pasar la noche juntos, no le salía tener que despedirse de él antes de ir a la cama.
-Descanse, majestad- dijo Alastor, salvando el momento.
-Igual tú- gruñó Lucifer antes de transportarse a su habitación.
Y de nuevo, ahí estaba. Solo en su torre.
Soltó un gran suspiro, pero cerró los ojos para contener las lágrimas.
No podía pasarse la vida llorando. No sabía qué iba a hacer con sus sentimientos por ese demonio, pero llorar no era una opción. No cuando su hija confiaba en él para ser un padre y un rey funcional.
Respiró hondo y abrió los ojos, decidido a prepararse para dormir toda la noche.
Abrió la bolsa que contenía el pijama de patitos que había estado usando los pasados días, pero de inmediato se dio cuenta de que aquello estaba... mal.
Esa camisa de patitos era suya, sí. Le encantaba, era calientita y cómoda. Pero ese pantalón no era suyo. Era de Alastor. No podía ponerse el pantalón de Alastor. La camisa y el pantalón debían ser usados para dormir al mismo tiempo en la misma cama, pero él no podía usar ambas cosas.
De nuevo, lo ahogó el sentimiento de inmensa soledad. No podía mirar el pijama, pero al volverse a otro lado, el rostro de Lilith lo miró desde el retrato familiar en la pared.
Una vez más, Lucifer solo pudo sentarse en el piso, agarrándose la cabeza mientras por fin dejaba salir las lágrimas acumuladas.
*****
-Entonces, ¿la decisión definitiva?- preguntó Charlie, desolada.
-Supongo que aún lo consultaré con mi almohada- admitió Alastor -Pero casi seguro que sí.
-Bueno, yo... Está bien, Alastor. Lo que te funcione estará bien para mí.
-Sabía que lo entenderías, querida. Pero bueno... Si me disculpas, creo que aún no es tan tarde como para hacer una pequeña transmisión antes de dormir. Mi público querrá saber que regresé.
-Seguro Al... Suerte con eso.
Alastor desapareció en su sombra, y se escuchó un golpecito extraño.
Charlie soltó un largo suspiro, poniendo sus codos en la mesa y recargando su cara en sus manos.
De acuerdo, aquello no era el fin del mundo, las cosas seguirían funcionando igual pero... ¿Por qué se sentía... abandonada?
Mierda, no. No esa sensación de nuevo...
-¿Terminó la reunión?- preguntó Vaggie, entrando al comedor -Ah, rayos. Alastor se fue sin esperar a que le dijera todos sus pendientes, ¿eh? Pero mañana me va a escuchar, ese... Eh, ¿qué te ocurre, amorcito?
Charlie apenas se había dado cuenta de que había lágrimas en sus ojos. Sin perder tiempo, Vaggie corrió hacia ella y la abrazó.
-¿Por qué lloras? ¿Qué fue lo que te dijo?- quiso saber Vaggie.
-Alastor se irá, Vaggie- respondió Charlie
-¡¿Cómo que se va?!
-Bueno, no se va como... irse para siempre ni nada. Solo dijo que ya no va a vivir aquí con nosotros.
-¿Por qué?
-Dice que va a ayudar a Rosie con algunos asuntos en el Barrio Caníbal. Y yo entiendo, es la única de los overlords que realmente hace algo por la gente que vive en su territorio, y seguro necesita apoyo, pero... Bueno, no sé.
Vaggie se sentó junto a Charlie. La expresión en su rostro era rara. Parecía enojada, decepcionada y confundida. A Charlie no le extrañó. No importaba si su novia no lo decía en voz alta, ella sabía que a Vaggie le agradaba Alastor, luego de que este se hubiera mostrado mucho más colaborativo con ella luego de la reconstrucción del hotel.
-¿Entonces renunció?- preguntó, con voz que pretendía sonar indiferente.
-No. Dijo que vendrá a trabajar de 9 a 5 todos los días laborales- explicó Charlie -Le dije que podía solo trabajar de 9 a 5, le dejaríamos la tarde libre para que vaya con Rosie y que volviera para cenar y dormir aquí, pero no estaba muy convencido. Y yo lo entiendo, Rosie es su mejor amiga, pero... supongo que pensé que consideraba que aquí era su hogar.
-Vamos, Charlie, no te pongas triste. Piénsalo por un momento, amor: Alastor cumple sus funciones, sí, pero no tiene intención de redimirse, no participa mucho en las actividades con los demás, se pasa buena parte del día haciendo su programa, y se duerme más temprano que todos aquí, ¿realmente notaremos si vive o no con nosotros?
-Yo también pensé eso, y sé que tienes razón pero... No sé, me gusta saber que está aquí. No quiero que se vaya, pero no soy nadie para decirle que hacer.
-No lo tomes a mal, Char. Hablamos de ayudar a Rosie, él haría lo que sea por ella, solo está siendo buen amigo.
-Bueno... para ser justa, él dijo que ella no se lo pidió. Le hizo el comentario de que le vendría bien la ayuda, y él quiere hacerle ese favor. Dijo que aún lo está pensando, pero yo lo veo muy convencido.
-Al menos tuvo la decencia de avisar... No te mentiré, no voy a extrañar el aroma a animal atropellado que sale de su habitación cuando desayuna.
Charlie se rio un poco, pero de inmediato su sonrisa volvió a apagarse. Vaggie le dio un beso en la frente y le dijo:
-Alastor no nos está dejando, amor. Solo quiere ayudar a alguien más, como lo hace por nosotros. Si se va, seguro que volverá en cuanto haya terminado de echarle la mano a Rosie.
-¿En serio crees eso?
-Por supuesto. Es un psicópata desquiciado, pero es un gerente responsable.
Charlie soltó una risita, sintiéndose un poco mejor. Esa sensación de abandono solo la hizo darse cuenta de que le iba a doler mucho cuando sus amigos se redimieran. Es decir, si se sentía tan mal porque Al se iba a mudar al otro lado de la ciudad e iba a volver todos los días, ¿qué iba a ser de ella cuando alguno de los otros ascendiera al cielo y no volviera a verlo jamás?
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando se escuchó un sonido de zumbido.
-Amorcito, se cayó tu celular- señaló Vaggie, al asomarse para ver un celular con la pantalla encendida.
Charlie se adelantó para recoger el dispositivo de debajo de la mesa. Sin embargo, cuando se agachó, su celular cayó del bolsillo de su chaqueta.
-¿Qué...?- murmuró.
La rubia recogió ambos celulares, incorporándose en su silla después.
-Oh, no puede ser- suspiró Vaggie al ver los dos teléfonos -¿Será otro de los teléfonos extra que tiene Angel para hablar con sus clientes?
-Supongo que sí- respondió Charlie -Se ve bastante nuevo.
Presionó el botón para encender la pantalla de nuevo, y le extrañó ver el fondo genérico de fábrica. Todos los celulares de Angel solían tener una foto suya o de Fat Nuggets como fondo.
-Qué raro, no tiene contraseña- comentó Charlie, desbloqueando el teléfono.
Rápidamente se dio cuenta de que no podía ser de Angel. No tenía miles de notificaciones, salvo la de la mensajería. Y de hecho no tenía casi ninguna aplicación.
-Mira las fotos, ahí seguro veremos de quién es- propuso Vaggie
-No sé, ¿eso no es espiar?- protestó Charlie -Eso no está bien.
-Solo lo hacemos para devolver el teléfono a su dueño. No vamos a buscar cosas inapropiadas ni nada de eso.
-¿Pero y si hay cosas que no debamos ver?
-Entonces es mejor que lo hayamos encontrado nosotras y no el chismoso de Angel.
Charlie iba a poner otra excusa, pero un nuevo mensaje llamó la atención de ambas.
El contacto no estaba guardado, pero el mensaje decía:
"En serio necesitamos hablar. No soporto esto, dije que no te molestaría pero te extraño demasiado. Respóndeme, por favor"
-Oh, así que tenemos algo de drama por aquí- dijo Vaggie con una sonrisa algo traviesa, abriendo la conversación.
-¡Vaggie! No podemos leer la conversación privada de esta persona- protestó Charlie.
-Pues no parece una conversación. Mira, el dueño del teléfono no ha respondido nada.
Charlie no pudo evitar ver la pantalla. Su novia tenía razón. Ese remitente había enviado varios mensajes que sonaban preocupados, ¿y ni siquiera se merecía que el dueño del teléfono tuviera agendado el número?
-"¿Cuándo vuelves?", "¿Vas a regresar pronto?", "¿Dónde estás?"- leyó Vaggie -¿Por qué seguirá insistiendo? Obviamente esta persona no quiere hablar.
Charlie no pudo más con la curiosidad y subió en la conversación. Muchos mensajes preguntando por el paradero de esta persona ese día, pero no solo eso. Del día anterior, había varios del tipo "¿Ya vienes en camino?", "La fiesta está genial, no tardes mucho", "Oye, te recuerdo que la cena era a las 8, ¿tardarás mucho?". Y antes de eso, los mensajes eran un poco más dramáticos: "Por favor dime dónde estás. Te he buscado por todas partes", "Si no quieres hablar conmigo solo dime qué estás bien", "Lamento muchísimo lo que te hice, por favor déjame disculparme en persona", "Lo siento mucho, sé que la cagué, dime dónde estás para que podamos hablar".
-¿Qué crees que haya ocurrido?- preguntó Vaggie
-No lo sé, pero parece que fue algo grave como para que estén enviando tantos mensajes aunque nadie responda- señaló Charlie.
Siguió subiendo en la conversación, en la que el dueño del teléfono no participó jamás, y se detuvo cuando vio unas fotos, enviadas por la otra persona.
-Espera un momento- Vaggie se enderezó en su asiento, tomando el celular de manos de Charlie -Son humanos.
-¿Qué?
Charlie se acercó mucho a su novia, mientras ella abría la primera foto. Era cierto. No había demonios en la imagen. Eran dos hombres humanos jóvenes, uno rubio y otro moreno, que se veían muy felices juntos.
-De acuerdo, esto es raro- comentó Charlie, mirando las siguientes fotos -¿Por qué hay un celular de un humano aquí?
-¿Quizás algún súcubo lo robó, lo perdió al regresar, y alguno de los chicos lo encontró?- sugirió Vaggie -O Niffty se lo robó a alguien cuando salió esta mañana.
-Huh... eso tiene sentido.
Llegaron a la última foto. Los dos humanos se estaban besando, y Charlie sonrió un poco, aunque de inmediato se sintió mal de nuevo. Algo entre ellos dos había salido terriblemente mal, y ahora ellas tenían el teléfono. Uno de esos humanos debía estar super preocupado por no recibir respuesta sin saber que el teléfono de su novio estaba en el infierno por alguna razón.
-Espera un segundo...- Vaggie abrió mucho los ojos, volviendo a una foto donde los hombres estaban mirando al frente.
-¿Qué? ¿Qué pasa?- preguntó Charlie.
Vaggie examinó la foto por unos momentos, y luego miró a Charlie con consternación.
-¿Qué?- insistió la rubia
-Amor, creo que ese es tu papá- observó Vaggie, señalando al hombre rubio.
Charlie tomó el celular y le hizo zoom a la cara del rubio. O sea, sí, había notado el peinado y el color de pelo, pero vamos...
-Espera- murmuró Vaggie, cambiando la foto.
En esta, estaban en una pose diferente, y Vaggie hizo zoom a la mano del rubio. Charlie se quedó sin habla al distinguir el anillo de matrimonio de su padre.
-¡¿Pero qué...?!- comenzó a gritar.
-Amorcito, tranquila, no te alteres- la apaciguó Vaggie.
Rápidamente, Charlie sacó su propio teléfono solo para comprobar que el número sin registro era, efectivamente, el de su padre.
-¡Es papá!- confirmó.
-Pues parece que sí- respondió Vaggie.
-¡Me dijo que había estado muy ocupado con los Pecados! ¡Y en realidad se fue a la Tierra a tener su romance de verano con un humano!
-Sé que es una situación incómoda, pero no grites. Sí, tienes derecho enojarte, pero-
-¡¿Por qué me mintió?!
Para cuando se dio cuenta, Charlie ya había entrado a su forma demoníaca. Soltó un pequeño jadeo de sorpresa y respiró hondo, volviendo a su forma habitual. Vaggie la miraba con preocupación.
-Charlie, lo entiendo- Vaggie hablaba con cuidado -Sé que estás molesta porque tu papá fue a ligarse a un humano... uh...
-No, no es eso- suspiró Charlie -Sé que no es la primera vez que lo hace pero... ¿por qué mentirme? Prometió que ya no guardaría secretos.
-Bueno, sí, pero... No debe ser fácil para un padre hablarles a sus hijos de su vida amorosa.
-No quiero los detalles, pero en vez de decir que estaba trabajando pudo decir que se iba de vacaciones a la Tierra por unos días.
-No lo sé, Charlie, seguro que tenía una buena razón para ocultarlo. O solo le da algo de vergüenza. Es válido, ¿no?
Charlie se tomó un momento para respirar. Ella era una adulta, ya no creía en la fantasía de que sus padres iban a volver a estar juntos, pero tampoco era precisamente lo más fácil del mundo ver a su papá besándose con un sujeto al azar. Sobre todo cuando se veía tan contento y enamorado. Bien por él, pero como dijo, no necesitaba los detalles.
-Bueno, al parecer mi papá le robó el celular a su ligue de verano sin querer- dijo, después de tranquilizarse.
-Supongo que eso fue lo que pasó- asintió Vaggie.
Las chicas se quedaron calladas por un momento. Charlie, pensando en que podría tener una charla con su papá sobre la confianza y la honestidad, y Vaggie, viendo las fotos de vuelta.
-Al menos el tipo es guapo- comentó Vaggie.
-Los Morningstar tenemos buenos gustos para las parejas- respondió Charlie de inmediato.
Vaggie soltó una risita, haciendo zoom al hombre moreno.
-Sus ojos son bonitos- señaló Charlie -Se nota que es un hombre tierno...
-Me pregunto si tiene idea de con quién estuvo estos días- Vaggie se rio un poco.
-No sé si estaría tan contento en las fotos si lo supiera... a menos que sea un loquito.
Lo miraron por unos momentos. Charlie sentía que la forma en la que los ojos del hombre se entrecerraban por su enorme sonrisa le parecía algo familiar, al igual que sus cejas gruesas y ese alborotado pelo castaño.
Ambas saltaron al darse cuenta.
-Amor-- comenzó Vaggie.
-No- la detuvo Charlie, levantando un dedo.
-Amor, ese es-
-No. No, no puede ser.
-Es él.
-¡No, Vaggie!
-Charlie, ese es Alastor.
Charlie soltó un gritito y escondió la cabeza en la mesa.
-¡Mierda, por supuesto!- exclamó Vaggie, llevándose una mano a la frente -Todo tiene sentido. Se fueron al mismo tiempo, regresan al mismo tiempo. Tuvieron una especie de romance, salió mal y ahora Alastor quiere alejarse de tu padre y se va al Barrio Caníbal.
-Todo esto puede ser un gran malentendido- dijo la rubia, alzando la cara -Ese es mi papá, pero el otro podría no ser Al. No sabemos cómo era Al cuando estaba vivo. Podría ser cualquiera.
-Cariño... Sabemos que no es así.
Charlie soltó otro quejido de frustración. ¿En serio? ¿De todas las personas en el infierno... su padre y Alastor...?
-Ay, no...- la realidad la golpeó con fuerza -Mierda, por eso papá está tan triste. Al no responde sus mensajes, lo ha estado ignorando por días... Qué idiota.
-Estoy de acuerdo en que es un idiota, pero no sabemos qué fue lo que ocurrió- señaló Vaggie.
-¿Estás defendiendo a Alastor?
-Jamás, amorcito. Solo digo que no sabemos la historia completa.
¿Qué tanto más necesitaban saber? Su padre estaba deprimido, pero Alastor se veía de lo más normal. Para ella, estaba claro quién era el culpable.
-¿Estás bien?- preguntó Vaggie
-Mi papá tuvo un romance con mi gerente administrativo, y este le rompió el corazón o algo así- recapituló Charlie -Así que no... no sé si estoy bien.
-Lo siento mucho, Charlie. Esto es inesperado... Sé que no debe ser fácil ver a tu papá con alguien más.
-¿Por qué tenía que ser Alastor?
-Entonces, ¿lo que te molesta es que salga con alguien más o que ese alguien sea Alastor?
-N-no lo sé, yo...- Charlie suspiró y se frotó un brazo con nerviosismo -No me molesta ninguna de las dos cosas. Pero me preocupa.
-¿Qué te preocupa?
-Mira, yo amo a Al, en serio que sí, pero ambas sabemos que él haría cualquier cosa por poder.
-¿Crees que está usando a tu papá?
-No quiero creer eso. Esa idea es horrible.
-Pero lo crees.
-¿Tú qué piensas?
-Bien, yo... Creo que si Alastor quiere irse de aquí, esa no es una buena táctica para conseguir poder. No sé qué pasó, pero si no hubiera sentimientos reales involucrados, no creo que quisiera marcharse. Seguiría en el juego, insistiendo en meterse con tu papá.
-¿En serio piensas que puede tener sentimientos realess por mi papá?
-No lo sé, Charlie. No seré yo quien dé la cara por ese maníaco. ¿Tú le crees? ¿Todavía te duele que Alastor quiera irse?
Charlie lo pensó por un momento. Ay no. ¿Y si su padre había hecho algo tan malo que ahora Al quería huir de él? ¿Y si en realidad el "malo" de la historia era su papá? ¿Acaso él había echado a Al del hotel?
-¿Y ahora? No creo que ellos quisieran que nos enteráramos de esto- se quejó Charlie -¿Qué se supone que haga para ayudarlos?
Vaggie resopló, pensando. Luego, le entregó el aparente teléfono de Alastor a Charlie y le dijo:
-Bueno amor, creo que deberías ir y decirle a tu papá que Al no va a responder sus mensajes.
Charlie dudó por un momento, pero al final asintió y tomó el celular de mano de su novia.
*****
Lucifer respiraba hondo por la boca, tratando de calmarse de una vez por todas. En todo ese tiempo, no había podido dejar de llorar. Cada vez que sentía que al fin lo había logrado, un nuevo recuerdo llegaba a su mente y lo destruía.
Primero, cuando quiso ponerse el pijama (cosa que, por cierto, no pudo hacer), luego, cuando volvió a ver las gafas rotas de Al. Después, cuando sacó su teléfono para distraerse con cualquier cosa pero en la pantalla aparecía el chat con Alastor con sus decenas de mensajes ignorados. Y cuando había decidido mandar todo a la mierda y simplemente tirarse a dormir en la cama, tampoco pudo hacerlo.
No podía dormir solo. No de nuevo. Los primeros días durmiendo sin Lilith luego de que ella se fuera habían sido los peores. Las pesadillas y ataques de pánico no lo dejaban descansar, y cuando podía dormir un poco, siempre se despertaba sintiendo el aplastante peso de la soledad.
Lo había superado poco a poco, pero debió saber que compartir la cama con Alastor sería un grave error, pues ahora iba a volver a pasar por lo mismo. Ya le había ocurrido esa mañana, y se había sentido muy mal. ¿Qué se suponía que hiciera ahora? ¿No dormir?
Estaba sentado en la silla de su escritorio, con los codos en las rodillas, respirando lentamente.
¿Por qué Alastor no le respondía los mensajes? Le encantaría que al menos le dijera que se fuera a la mierda. O que lo bloqueara. Pero no, prefería dejarlo en visto.
Realmente preferiría que Alastor lo odiara. Desearía que el demonio expresara en voz alta que quisiera que Lucifer se muriera o algo así. Eso estaría bien. Eso requería pasión y dedicación.
La indiferencia era mucho peor. Sentir que Alastor quería olvidarse de él o negar que alguna vez tuvieron algo lo hacía sentir... invisible.
¿Y para qué mierda Al quería hablar con Charlie en privado? ¿Qué era tan importante y secreto que no podía decirlo frente a él?
Lucifer gruñó y tomó su teléfono de nuevo, saliendo de inmediato del chat. Abrió la primera red social que vio en la pantalla de inicio, pero se arrepintió de inmediato.
Charlie tenía razón. Alastor estaba siendo tendencia en el infierno. Había un post con una foto borrosa de él de espaldas, y otra glitcheada de frente pero desde lejos, donde no se podía ver su cara pero sí su cabello. El texto en el post anunciaba que el Demonio de la Radio había renovado su estilo, resaltaba lo bien que se veía, y ponía horarios de sus transmisiones.
Lucifer no pudo evitarlo y abrió la sección de comentarios. No le hizo ningún bien ver como cientos de personas estaban babeando por su hombre. Él era suyo, y entendía que todos notaran lo guapo que era y lo desearan, pero se iban a quedar con las ganas porque Alastor era su...
No. No es cierto. No era nada suyo.
Mierda, no tenía caso. No iba a poder distraerse viendo el teléfono, pues todos hablaban de Alastor.
Dejó el aparato a un lado y se puso a pensar. ¿Qué más debía hacer para recuperar a Al? Ya había sido sincero, le había pedido perdón, le organizó un baile, le cocinó su platillo favorito, le había ayudado a asesinar a alguien... Mierda, hasta le chupó la verga. ¿Qué más podía hacer?
Carajo, ¿a quién quería engañar? Alastor no iba a perdonarlo ni aunque su santa madre se lo ordenara.
Lucifer levantó la vista, mirando a un punto muerto en el suelo mientras se tapaba la boca con ambas manos.
¿Acaso...?
No. No era posible. Sus poderes tenían limitaciones. No podía volver a ver las maravillas del cielo, ese era el castigo legendario que cargaba sobre sus hombros.
Sabía que no iba a funcionar, pero igual se puso de pie. Respiró hondo y trazó un círculo frente a él con ambos brazos.
"Quiero ver a la madre de Alastor en el cielo" pensó.
La ventana flotante y redonda no mostró nada, solo una neblina gris.
Lucifer hizo un movimiento brusco con los brazos, borrando la ventana que había abierto.
"Solo por un momento. Quiero ver a la madre de Al en el cielo justo ahora" volvió a decir en su mente mientras trazaba un nuevo círculo.
De nuevo, la ventana solo mostraba neblina.
Por lo menos ahora entendía algo. Había tratado miles de veces de encontrar a Lilith con ese método, y cada vez que lo intentaba, solo veía esa neblina. Había pensado que Lilith sabía cómo esconderse del hechizo, pero no, ahora Lucifer comprendía que era porque ella estaba en el cielo.
Mierda, ella llevaba 7 años en el cielo...
No era momento de pensar en eso. Maldición, solo quería que ese estúpido portal ayudara. Si conseguía ver hacia el cielo, tan solo una vez... No desperdiciaría esa oportunidad en ver a Lilith. La usaría para cumplir el deseo de Alastor, y que él pudiera ver a su madre aunque fuera unos segundos.
Lo intentó varias veces, cambiando las palabras de una forma u otra, pero nada resultaba.
"Solo quiero ver a la mamá de Alastor" rogó en su mente, moviendo sus brazos una vez más.
Se quedó sin aliento cuando la ventana brilló por un momento, y luego le mostró la imagen de una mujer en la cocina, de espaldas a él.
Se quedó estupefacto, sin entender qué era lo que estaba mirando, hasta que cayó en cuenta de que, en esa ocasión, no había dicho algo como "Ahora" o "En el cielo". Debía estar mirando un recuerdo del pasado.
La mujer se giró, continuando con sus tareas, ignorante de que estaba siendo observada por un demonio.
Alastor no había mentido al decir que su madre era preciosa. Su piel oscura era perfecta, sin ninguna clase de imperfección, sus labios gruesos dibujaban una pequeña sonrisa, y sus ojos marrones, heredados a su hijo, tenían una mirada que irradiaba amabilidad.
Lucifer prestó atención a la cocina. Era pequeña y oscura, la luz apenas entraba por una ventanita en la pared de madera. Daba un aspecto de ser un lugar muy humilde, pero todo estaba muy ordenado y limpio.
La mujer estaba cortando algunas verduras, y Lucifer sólo pudo suponer que estaba preparando jambalaya, a juzgar por el resto de los ingredientes en la mesa.
De pronto, el rostro de ella se iluminó y sonrió ampliamente, como si estuviera observando la cosa más maravillosa de la creación. Se puso en cuclillas y abrió los brazos.
No pasó mucho hasta que un niño entró al campo de visión de la ventana. El pequeño corrió a los brazos de su madre, abrazándola con todas sus fuerzas.
Lucifer sintió que su corazón se aplastaba al ver el rostro del niño.
Alastor no podía tener más de 5 o 6 años. Era bastante delgado, su cabello estaba tan despeinado como siempre, y llevaba unas gafas que eran demasiado grandes para él.
No podía escuchar, pero vio que Al se reía mientras su madre le decía algo al tiempo que le limpiaba algo de tierra de la nariz.
Lucifer estaba algo confundido. Cuando Alastor hablaba de su madre, Lucifer siempre se había imaginado a la típica señora de mediana edad. Sin embargo, la mujer que estaba mirando debía tener apenas unos 20 años. Era una chica muy, muy joven... ¿qué edad tenía cuando el estúpido padre de Alastor se metió con ella?
El pequeño Alastor parloteaba alegremente, mientras sacaba algunas rocas de sus bolsillos. Su madre lo escuchaba atentamente, mientras se ocupaba de acomodarle la ropa y arreglar su cabello.
Los dedos de Lucifer tocaron la superficie de la ventana, en dirección al niño. En cuanto lo hizo, la escena cambió.
No estaba muy seguro de qué iba a ver a continuación, pero por su mente, repasó la historia de Alastor...
Eso lo llevó a aterrizar a una nueva escena. Ahora, veía a Alastor un poco mayor, pero aún muy pequeño. Seguro tenía menos de 10. Se le notaba algo preocupado, y tenía un feo raspón en su frente.
Estaba escondido entre unos arbustos, y miraba por entre las hojas a un grupo de niños afroamericanos que parecían estar buscando algo, llevando rocas en las manos.
Alastor estaba usando el uniforme del colegio para blancos en el que estudió. Su cabello estaba perfectamente peinado hacia un lado, tanto que no se notaba que no era lacio. Usaba las mismas gafas que en el recuerdo anterior, todavía se le veían demasiado grandes en su delgada cara.
La expresión de Alastor cambió a una de miedo cuando una roca cayó cerca de él. Lucifer no lo escuchó, pero lo vio soltar un pequeño grito, que ahogó de inmediato con sus manos, pero ya era tarde. Uno de los chicos negros se acercaba al arbusto, pero antes de que el rey pudiera ver qué pasaba a continuación, la imagen volvió a cambiar.
Lucifer se sorprendió un poco al ver a Alastor discutir con su madre. Esta escena parecía algo irreal. Al no podía estar gritándole a su madre.
En este recuerdo, Al parecía ya un adolescente. Ya era mucho más alto que su joven madre, aunque seguía siendo bastante delgaducho.
Poniendo un poco más de atención, Lucifer se dio cuenta de que, aunque definitivamente aquello era una discusión, ninguno de los dos parecía realmente enojado. Alastor se veía muy angustiado, y había lágrimas en sus ojos. Si madre, por otro lado, también estaba llorando, y parecía querer apaciguarlo. Lucifer no lo había notado antes por lo oscuro de la escena, pero la madre de Alastor tenía un moretón debajo de uno de sus ojos.
Alastor cerró la boca de repente y respiró profundamente, para luego adelantarse y abrazar a su madre, quien rompió a llorar en los brazos de su hijo.
No necesitaba saber mucho más, seguro eso había ocurrido luego de una reunión con el padre de Alastor.
En cuanto el rubio tuvo ese pensamiento, la escena volvió a cambiar. Todo parecía estar a oscuras, y por eso a Lucifer le costó ver que estaba mirando al interior de un vehículo. Alastor adolescente tenía los brazos cruzados y una expresión de incomodidad, y fue cuando Lucifer buscó instintivamente a la otra persona.
Un hombre adulto, de piel blanca y pelo lacio y castaño, con facciones que Lucifer conocía muy bien pero que al mismo tiempo parecían muy ajenas...
Alastor tenía razón al decir que era igual a su padre. Solo que aquel hombre no le hacía justicia a ese rostro tan bello. Se veía en su expresión que era un triste remedo de ser humano.
Lucifer sabía muy bien qué estaba pasando y a dónde se dirigían, así que solo tocó la ventana, pensando que no quería ver aquel evento traumático.
Desafortunadamente, la escena que continuó tampoco fue linda. Vio a Al tumbado en el pórtico de su pequeña cabaña con el rostro ensangrentado, en brazos de su madre, quien gritaba por ayuda con mucha angustia y desesperación.
Lucifer volvió a tocar la ventana, y por un momento solo vio oscuridad. De pronto, una luz repentina iluminó una pequeña cama, y el Alastor adolescente se incorporó, adormilado, frotándose los ojos mientras su espeso cabello ondulado se levantaba en todas direcciones. El muchacho buscó a tientas sus gafas, y apenas se las pudo poner cuando un par de hombres lo sacaron de la cama y lo obligaron a salir de su habitación.
Alastor se veía muy confundido y asustado, y realmente no comenzó a oponer resistencia sino hasta que vio a su madre, gritando en su dirección mientras un hombre con uniforme militar la tranquilizaba y sostenía para que no fuera tras su hijo.
Los oficiales condujeron a Alastor hasta un camión militar, y Lucifer pudo distinguir que hacían lo mismo con otros hombres de las demás casas de la calle.
La siguiente escena mostraba un campamento militar. A lo lejos había un grupo de hombres afroamericanos riéndose de alguna broma mientras comían. Alastor, por supuesto, no era parte de ese grupo.
Lucifer se sintió mal al verlo ahí, sentado en el césped con un plato de comida de aspecto insípido en las manos temblorosas. Los preciosos rizos castaños habían desaparecido, el Alastor adolescente tenía la cabeza rapada descuidadamente y estaba usando el uniforme de los soldados norteamericanos. Se veía tan frágil y asustado que Lucifer sintió que le aplastaban el corazón.
Decidió que había sido suficiente de escenas tristes. Pensó en lo que quería ver a continuación y la escena cambió.
Alastor ya era adulto en esta, aunque sí se veía más joven que como lo había conocido en días anteriores. Estaba usando unos auriculares de cascos grandes y hablaba en un viejo micrófono. Detrás de él, un letrero luminoso decía "Al aire".
Lucifer no podía escuchar lo que Alastor decía, pero se veía tan contento que lo hizo sonreír. Ver a Al conduciendo su primer programa de radio llenó a Lucifer de alegría. El hombre que estaba mirando se merecía tener esa enorme sonrisa en su rostro luego de todo lo que había pasado.
La siguiente escena era aún más festiva. Alastor estaba tocando el piano en un escenario junto a una banda de jazz. Su cabello castaño volaba alegremente en el viento, y la multitud que bailaba aplaudió con muchas ganas cuando los músicos dejaron de tocar. Alastor se fijaba en un punto específico, y a Lucifer no le extrañó ver que bajaba del escenario y corría a abrazar a su madre.
La mujer seguía siendo muy joven, pero lucía ya muy cansada. Aun así, ella sonreía mientras cubría la cara de su hijo con besos.
En la siguiente escena, Alastor hablaba con una mujer rubia bastante guapa que lo tenía tomado de la mano. Todo parecía bastante normal, pero de repente, él dijo algo que hizo que la mujer se pusiera algo seria. Luego, ella respondió algo que borró la tierna sonrisa en el rostro de Al. Intercambiaron algunas palabras, y luego ella lo soltó y se fue sola.
Lucifer presenció otras cuatro escenas más o menos iguales. Hubo flores tiradas a la basura, miradas de lástima, una chica que lo abandonó para luego ir a buscar a un tipo blanco entre la multitud... Lucifer presenció todas las veces que le habían roto el corazón a Alastor.
En la última, solo lo vio quedarse solo, con una expresión ya no de tristeza, sino de fría aceptación, para luego dejar algunos billetes en la mesa que había estado compartiendo con su cita, y finalmente abandonó el lugar.
Lucifer se sintió bastante mal por todo aquello. La situación siempre fue la misma. Todo parecía bien, luego Alastor decía algo que no le gustaba a la chica en turno, probablemente declarando su amor, y luego ella lo dejaba solo.
Cinco veces se había repetido aquello.
Seis, si contaba lo que había ocurrido hacía dos días...
Lucifer decidió que era suficiente. No quería ver a Al descubriendo el cuerpo de su madre. No quería ver los asesinatos, y no quería ver su muerte.
Todo le parecía muy injusto. Alastor había sido un chico bueno, criado con mucho amor por una madre cariñosa y trabajadora. Él había tratado de hacer las cosas bien, y la sociedad le había escupido en la cara. Y lo había soportado bastante bien, hasta el momento en que esta sociedad le quitó a su madre.
Si las cosas hubieran sido ligeramente distintas, él no estaría en el infierno. Pudo haber pasado la eternidad con su madre en el cielo. Juntos, como debería haber pasado si la justicia divina realmente existiera. Nunca habría conocido a Lucifer, y hubiera podido disfrutar de la vida eterna como era debido, sin las preocupaciones ni injusticias de la Tierra o el Infierno.
Por supuesto, era su manera de ver las cosas. Nadie más que él estaría de acuerdo con la idea de que el Demonio de la Radio merecía ir al cielo. Para todos, no era más que un psicópata sádico. Solo Lucifer podía ver el alma bondadosa que alguna vez tuvo.
Lucifer iba a cerrar la ventana, pero se detuvo por un momento.
Okay, quizás eso era una terrible invasión de la privacidad, pero... Era algo que necesitaba ver. Algo que le confirmara que todo lo que habían vivido juntos había sido real.
"Veamos que hizo Al la noche que me dejó solo en el hotel"
Mientras la ventana preparaba la nueva escena, Lucifer sintió algo de miedo. ¿Y si veía a Alastor de lo más tranquilo? ¿Y si en realidad no le había afectado tanto la pelea como a él? ¿Qué había estado haciendo Al mientras Lucifer lo buscaba por las calles?
Todas sus preocupaciones quedaron disueltas en un segundo. Frente a él, la ventana mostraba al Alastor de dos días atrás. El hombre estaba empapado, sentado en una banqueta, agarrándose la cabeza con ambas manos mientras lloraba desesperadamente. No se escuchaba nada, pero Lucifer sabía que no era un llanto silencioso al verlo gritar. Cualquiera que lo hubiera visto en esa calle desierta habría pensado que acababan de avisarle que alguien había muerto.
Un enorme nudo se formó en la garganta de Lucifer, y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a Al agarrándose con fuerza el cabello, mientras sus gruesas lágrimas se mezclaban con la lluvia de aquella noche. Aun con lo que había llegado a conocerlo, Lucifer sintió que aquel desborde de sentimientos era impropio de él. Realmente debía estar sufriendo mucho para tener que desahogarse de aquella manera.
Eso no se podía fingir. Lucifer había causado eso. Alastor había tratado de proteger su corazón por casi un siglo, había hecho una excepción al dejar que Lucifer llegara a él, solo para que volvieran a burlarse de él.
Entendía que Alastor no le creyera sus disculpas. No sabía cómo, pero debía hacerle entender que de verdad lo amaba, que había sido un tonto pero ahora quería compensarlo...
-¿Papá?
Un par de golpecitos en la puerta lo hicieron pegar un salto tremendo por el susto. Hizo desaparecer la ventana justo al tiempo que Charlie abría y se asomaba por la puerta.
-Lo siento pa, quería hablar contigo y la puerta no tenía seguro, así que...- Charlie puso cara de preocupación -Espera... ¿Estás llorando?
-No, no, yo...- Lucifer se calló. Vamos, estaba ahogado en lágrimas, ¿qué caso tenía mentir?
No siguió hablando. Se sentó al borde de la cama, al tiempo que Charlie entraba con cautela y se sentaba junto a él.
Se sentía patético. Era una vergüenza total que su hija, entre todas las personas, lo viera así. ¿Qué iba a pensar ella? Seguro estaba super avergonzada de encontrar a su padre en ese estado.
Charlie no dijo nada, solo lo abrazó. Ante esto, Lucifer no pudo aguantarlo más y simplemente lo dejó salir.
Estuvo llorando un buen rato, y Charlie no lo soltó. Cada tanto murmuraba cosas como "Esta bien, papá, no te contengas".
Cuando por fin pudo calmarse un poco, solo pudo decir entre dientes:
-Perdóname Charlie... No hubiera querido que vieras que tu padre es un debilucho.
-Papá, yo no creo eso- aseguró Charlie con voz suave -Todos lloramos de vez en cuando. Es sanador.
Lucifer se separó de ella para poder limpiarse las lágrimas.
-¿Quieres hablar?- preguntó Charlie -Si quieres, puedes contarme lo que pasa.
No, no quería contarle todo. Pero no podía decir que no le pasaba nada. Es decir, estaba tan destruido...
Quizás hablar con su hija de algún tema que realmente lo afectara, sin decir toda la verdad, era justo lo que necesitaba.
Lucifer miró hacia el retrato familiar en su pared, y respiró hondo.
-Charlie, cariño- comenzó él -Nunca te pregunté esto pero... ¿Cómo te sientes con la desaparición de tu madre?
Charlie parpadeó un par de veces, como si no hubiera entendido la pregunta.
-Huh... Bueno, ¿cómo explicarlo?- respondió ella, dudando un poco -Mal, por supuesto. Digo, un día desperté y ya no estaba. No me di cuenta de en qué momento pasaron 7 años.
-¿Cómo haces para soportarlo?- preguntó Lucifer.
-Realmente creo que nunca dejé de estar en negación. Todavía le dejo un mensaje de voz una vez a la semana contándole todas las cosas nuevas que hice. Una parte de mi quiere creer que cualquier día va a regresar.
-¿Y la otra parte?
-La otra ya aceptó que eso no va a pasar.
Lucifer tomó la mano de su hija, pero no se atrevió a mirarla a la cara. Estaba muy, muy avergonzado.
-Te envidio un poco, papá- comentó Charlie con una risita nerviosa -Al menos tú ya lo dejaste salir. Yo he tratado de llorar por ella, pero no puedo hacerlo. De alguna forma, siempre logro convencerme de que no debo estar triste porque va a volver.
-Lo lamento mucho, cariño- dijo Lucifer.
-No lo lamentes. No es tu culpa que no procese bien mis emociones. Y mucho menos que ella se haya ido.
-Heh... no sé qué tan cierto sea eso. Tu madre estaba cansada de mí, de mi apatía y mi falta de apoyo. La realidad es que no fui un buen esposo.
-Yo creo que sí lo eras. Y también eres un gran papá. Dentro de tus posibilidades, claro. Mira, hubo un tiempo en que estaba realmente molesta contigo, pero ahora entiendo que estuviste pasando por mucho tú solo. La depresión no es un chiste, y creo que pudimos hacer más para ayudarte con eso.
-No era tu responsabilidad, Charlie. Yo nunca busqué ayuda. Y tu madre... ella lo intentó. No la culpo por cansarse de que yo no quisiera cooperar.
-Ya, pero al final, ella decidió irse. Quizás porque pensaba que tú eras un mal esposo y yo una mala hija, pero creo que hicimos lo mejor que pudimos.
-No, Charlie, no digas eso. Tu mamá te ama más que a nada en el mundo, ella no piensa que seas una mala hija.
-No lo sé, papá... Si no piensa eso, ¿por qué decidió irse sin siquiera decirme adiós?
Lucifer no tuvo una respuesta para eso. Él también se preguntaba eso. Como había pensado miles de veces, quizás él merecía el abandono por parte de Lilith, ¿pero por qué no se llevó a Charlie con ella?
-¿Lloras porque la extrañas?- quiso saber Charlie.
-No exactamente. Es que estos últimos días he estado pensando mucho en una cosa- Lucifer suspiró -Mira, yo... Claro que extraño a tu madre, pero creo que ya llegué al punto en el que... no lo sé, ya no quiero extrañarla más. No me malentiendas, no quiero olvidarla, solo... ya no quiero estar esperando.
Lucifer levantó su mano izquierda y murmuró:
-Espero que no te moleste, mi niña, pero ya no voy a usar el anillo de matrimonio.
Charlie lo miró con una sonrisa dulce y lo abrazó, susurrando en su oído:
-No me molesta, papá. Al contrario, creo que ambos necesitamos aceptar que es tiempo de seguir adelante. Nos tenemos el uno al otro, y es lo que importa.
Lucifer abrazó todavía más fuerte a su hija, incluso haciéndolo con sus alas sin darse cuenta.
-Te amo, Charlie- dijo Lucifer -Y... no me malentiendas. Yo amaba a tu madre. Y de cierta forma aún lo hago, de verdad. Ella... Me dio tantas razones para ser feliz... Es solo que bueno...
-Ella no nos puede hacer felices si no está aquí- completó Charlie, secándose una solitaria lágrima -Lo entiendo, papá. Está bien, a veces es bueno soltar por lo sano. No hay que olvidarnos de ella, simplemente hay que recordar lo bueno sin que eso nos detenga de seguir avanzando, ¿no?
-Sí... Pero bueno, es como tú dices, hay que soltar. No fue fácil llegar a esta conclusión, por eso me sigue afectando un poco la idea de... olvidarla, en un sentido romántico.
-Lo entiendo. Y está bien, papá, no tienes que esconderte. Puedes llorar conmigo todo lo que necesites.
Lucifer sonrió y volvió a abrazar a su hija. Cuando se separaron, notó que ella también se veía algo apagada.
-Papá, sé lo mucho que te preocupas por mí- comenzó a decir Charlie -Pero ahora yo también puedo protegerte a ti. Si necesitas desahogarte, puedes hacerlo conmigo. Puedes contarme cualquier cosa.
-Gracias Char, sólo...- Lucifer se rascó la nuca -No siempre es fácil. Pasé mucho tiempo solo, abrirme tanto con alguien no es sencillo.
-De acuerdo, no es presión. Solo quería que supieras que aquí estaré para ti si necesitas hablar. Ya no estás solo, y nunca volverás a estarlo.
Lucifer se sintió muy conmovido por esas palabras. Derramó algunas lágrimas más mientras abrazaba a su hija. No entendía cómo dejó pasar tanto tiempo lejos de ella, se sentía terrible por eso, e iba a estar eternamente agradecido con ella por haberlo aceptado de vuelta en su vida cuando sentía que en realidad no lo merecía.
-¿Puedo hacerte una pregunta personal, papá?- dijo Charlie de pronto, luego de que Lucifer se separara de ella.
-Claro, pregunta lo que quieras- respondió él.
-¿Nunca pensaste en volver a empezar con alguien más? Digo... Hace mucho tiempo que te separaste de mamá, ¿nunca saliste con alguien?
Lucifer se quedó sin habla. ¿Debería contarle o...? Mierda, ¿por qué estaba preguntando eso?
-No- mintió al final.
Pero, ¿era realmente una mentira? Alastor no llegó a ser su novio, ¿o igual contaba eso como "salir con alguien"?
-Tuve oportunidades a lo largo de los años- continuó relatando -Pero al final me negaba a aceptar que tu madre se había ido, ¿sabes? No quería iniciar nada con nadie porque tenía que guardarle fidelidad a Lilith.
-Pero papá... Incluso si ella vuelve, ustedes dos están divorciados- le hizo ver Charlie.
Lucifer soltó una risita al mismo tiempo que un sollozo salió por su garganta.
-Ay Charlie... No sabes cuánto tiempo y... y todo lo bueno que me perdí por no entender eso antes- se lamentó.
-¿Entonces sí estuviste con alguien...?- insistió Charlie.
-Pudo haber sido, pero lo arruiné.
-¡Hey! Vamos papá, ahora ya lo superaste, ¿quizás quieras volver a hablar con esa persona?
-N-no lo sé. Las cosas no terminaron del todo bien y... ¡Aguarda un momento! ¿A ti no te molestaría si yo saliera con alguien más?
Charlie le dirigió una mirada muy dulce al tiempo que tomaba sus manos.
-Por supuesto que no, pa- dijo con un tono pausado y tierno -Amo a mamá, y te amo a ti. Ambos tienen derecho de ser felices. Quizás mamá necesitaba irse para lograr eso. Y tal vez si conoces a alguien nuevo, sea un paso más para que tú vuelvas a ser feliz también.
-¿De verdad estaría bien?- insistió Lucifer -No quisiera que... pienses que no amaba a tu madre y que trato de reemplazarla ni nada de eso.
-Por favor, papá. Yo mejor que nadie sé lo mucho que la amaste. Sé que jamás le hubieras sido infiel. Pero ya están divorciados y pasó mucho tiempo. Si quieres una oportunidad con alguien más, tienes todo el derecho, y yo te voy a apoyar siempre.
Lucifer quería agradecerte de nuevo, pero un nudo en su garganta le impidió hablar. Se tapó la cara con las manos y respiró hondo, tratando de no romperse otra vez.
-¿Pa...?
-Me enamoré muchísimo de alguien, Charlie- admitió Lucifer, aún escondiendo su rostro.
-Wow, okay... Pa, eso es maravilloso, es...
-No, no es así. Lo arruiné con esa persona, por no poder dejar ir a tu madre. Ahora ya no quiere saber nada de mí, y no sabes cuánto me duele haber perdido su amor.
Lucifer no se atrevió a levantar la vista. Sintió que Charlie lo abrazaba con delicadeza
-Papá, estoy segura de que puedes salvar esa relación- lo animó Charlie -Solo sé honesto. Dile por qué al principio rechazaste la idea, pero ahora...
-Ya se lo dije. Y no me creyó cuando le aseguré que mi amor era sincero. No logré hacer que se sacara de la cabeza la idea que solo era un reemplazo para mí.
-¿Entonces solo vas a rendirte?
Lucifer se frotó el brazo, pensando en que debía mentir un poco para desviar la atención.
-Fue hace mucho, Charlie- murmuró, tratando de sonar sincero -A estas alturas seguro que ya se olvidó de mí.
-Lo dudo mucho, papá. Si tuvieron algo tan lindo como para que estés así, seguro que esa persona también te recuerda- aseguró Charlie -¿Quieres que te ayude con esto? Podríamos hacer un plan. Pero debes decirme quién es.
Lucifer se cubrió la cara con las manos, dando un par de respiraciones profundas.
Charlie era la persona más comprensiva de la creación. Ella entendería si le confesara que su amor era para Alastor.
-Gracias Char Char. En serio te lo agradezco- Lucifer al fin levantó la vista -Déjame pensarlo bien... quizás primero debo hacer contacto con esta persona... ¡Hace años que no nos vemos!
Lucifer se rio nerviosamente, rogando porque Charlie comprara la farsa.
La rubia le dirigió una pequeña sonrisa y asintió levemente.
-De acuerdo. Solo no olvides que te apoyaré siempre. No importa qué.
Lucifer le dio un beso en la mejilla a su hija y la abrazó muy fuerte.
-Muchas gracias, princesa. No sé qué haría sin ti- declaró Lucifer.
Charlie tomó la mano de su padre y de nuevo, le sonrió, aunque esta vez esta sonrisa no combinaba con sus ojos, que tenían una mirada melancólica.
-Perdón si te puse triste con todo este asunto- se disculpó Lucifer, pasando sus dedos por el pelo de su hija.
-No, tranquilo papá. Esta charla fue muy constructiva, de hecho. Es solo...- su voz se apagó un poco -Fue... un día complicado. Recibí malas noticias. Es eso.
-¿Qué dices? ¿Cuándo? Durante la cena todo parecía estar muy bien.
-Porque aún no pasaba nada. Es una tontería, en realidad, pero... Bueno, nada, me siento desanimada.
-¿Qué ocurrió?
Charlie dudó en responder por alguna razón. Ella se rascó la mejilla distraídamente, como debatiéndose si debía hablar o no.
-Charlie, ¿qué ocurre?- insistió Lucifer.
-Nada tan grave, es solo...- Charlie lo miró de reojo -Verás... Alastor me dijo que se va del hotel.
Okay, él no se esperaba eso. Sintió que todo su cuerpo se congelaba. Esas palabras se sintieron como si Charlie le hubiera dado una bofetada de la nada.
-¿Él hizo qué?- su voz salió de forma atropellada.
-No es como que va a desaparecer- aclaró Charlie, nerviosa -Vendrá a trabajar todos los días, solo no vivirá más aquí. Va a mudarse con Rosie.
-Pe-pero... ¡¿por qué?!
-Creo que quiere ayudarla a controlar a los caníbales.
Lucifer sentía como si le hubieran sacado el corazón y lo pisotearan. No, no, no... Alastor no podía irse así nada más. ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿Tan insoportable le parecía su presencia?
-¡No está bien, no está nada bien!- exclamó Lucifer con voz aguda -¡Voy a ponerlo en su lugar! ¿Qué se cree? ¿Piensa que puede abandonar el hotel solo así?
-Tranquilo papá, yo le dije que podía hacerlo si eso deseaba- le hizo ver Charlie -No quiero que se vaya, pero no puedo obligarlo a quedarse.
-Pero... ¡No tiene sentido! ¿De repente resulta que Rosie necesita ayuda? ¿Cuando nunca antes la necesitó?
-Quizás la población aumentó. Sea como sea, papá, Al no necesita una razón específica. Si quiere irse, es libre.
-Claro, claro, pero no está bien. ¡Es el gerente administrativo! ¡Ese, ese... imbécil, arrogante y egoísta no puede irse así! Prometió que cuidaría del hotel, y podríamos necesitarlo a cualquier hora ¡Lo ideal es que se quede! ¡Tienes que decirle que no quieres que se vaya!
-Me parece que eres tú quien no quiere que se vaya.
Lucifer abrió mucho los ojos. Charlie lo miró con curiosidad.
-No, no es eso- carraspeó Lucifer -Tienes razón. Es libre. Que se largue si quiere.
Charlie soltó una risita, acompañada por una expresión triste.
-Realmente lo voy a extrañar si decide irse- comentó ella.
-¿Cómo?- Lucifer saltó -¿Aún no se decide?
-Dijo que lo pensaría esta noche y mañana por la mañana me avisaría. Quién sabe, aún podría pasar algo que lo haga cambiar de opinión.
Lucifer no dijo nada. Necesitaba ir y ponerle fin a esa tonta idea. No había forma de que permitiera que Alastor se fuera de ese hotel. No podía tenerlo lejos.
-Papá
-¿Sí?
-Sé que, muy en el fondo, Alastor debe tener algo de respeto por ti, por ser el rey del infierno y todo eso. ¿Podrías hablar con él?
-Huh... Buena idea- dijo, lo más serio que pudo sonar -Que no piense que... Puede dejar sus obligaciones cuando se le dé la gana. Oh sí, me va a escuchar...
-No quiero que lo obligues a quedarse ni que lo amenaces ni nada. Toma otro enfoque. Dile lo mucho que apreciamos su presencia aquí, que es una parte muy importante del hotel y de nuestras vidas, y que realmente lo queremos mucho.
Lucifer soltó un quejido. No sabía si podría mantener la compostura para hacer una declaración así.
-Bien- aceptó al fin -Seré amable con él. Y créeme, no dejaré que se vaya.
-Gracias, papá- Charlie lo abrazó y le dio un beso en la mejilla -Ah, ¿crees que puedas hacerme otro favor?
-Claro, mi amor, lo que quieras.
Charlie lo tomó por la muñeca y le puso un objeto en la mano. Lucifer miró hacia abajo y su estómago se revolvió al ver el teléfono de Alastor.
-Devuélvele su celular- pidió Charlie -Tiene muchos mensajes sin responder.
Lucifer se quedó sin habla. Charlie lo miró de una manera muy dulce y asintió un poco. Él supo que ella sabía. Y no necesito decir nada. Esa sonrisa solo podía significar "Ve por él, papá".
Sin esperar respuesta del anonadado Lucifer, Charlie se puso de pie y lo dejó solo en la habitación.
*****
Por un largo rato, Lucifer se quedó sin saber cuál debía ser su siguiente paso.
Pensó en ir tras Charlie y explicarle todo, pero por la reacción de su hija, ella no parecía molesta ni urgida de hablar de lo que sea que hubiera pasado entre su padre y su gerente administrativo. Así que bueno, esa podía ser una conversación para después.
Luego, pensó en qué era lo que iba a decirle a Alastor. Lo hería profundamente saber que el demonio ciervo había llegado a la conclusión de que lo más correcto era abandonar el hotel. ¿Por qué demonios hacía eso? ¿Quería protegerse a sí mismo o lastimar a Lucifer?
Se negaba a creer lo último. Al no haría nada para lastimarlo. No conscientemente, por lo menos... ¿Verdad?
Había considerado seriamente no hacer nada. Su corazón latió con fuerza cuando, de nueva cuenta, se puso a ver las fotos en el teléfono de Alastor. Si lo dejaba ir, ¿tendría alguna posibilidad de volver a ser tan feliz como se veía en esas fotos?
No. Ni de broma.
En el reproductor había una canción pausada, y Lucifer no pudo evitar poner play, aunque el título de la canción no le era familiar.
La voz masculina lo recibió con la frase "Cuando el verano muera cortando los lazos, estaré contigo siempre... Siempre".
No hace falta aclarar que Lucifer no dejó de lloriquear escuchando el resto de la canción, aferrándose a la fantasía de que Alastor pensaba en él las veces que llegó a escucharla.
Por fin, sin saber muy bien cuál era su posición o cómo iba a actuar, Lucifer se encontró a sí mismo frente a la puerta de la torre de Al. No llevaba ni el cetro, ni el sombrero, ni su saco. Ya llevaba unos buenos 5 minutos ahí parado cuando por fin se animó a golpear la puerta.
Esperó unos segundos que le parecieron eternos. ¿Y si él no le abría? Peor aún, ¿qué tal si ya se había marchado? No sería capaz de irse sin despedirse, ¿no?
Soltó un gruñido. Estaba exagerando. Alastor no iba a desaparecer. Simplemente se mudaría del otro lado de la ciudad. E iría al hotel todos los días laborales. En el mismo horario en el que, casualmente, Lucifer volvía al palacio a ocuparse de asuntos del reino...
La puerta se abrió. Alastor todavía estaba completamente vestido, y arqueó una ceja al verlo ahí.
-¿Te puedo ayudar en algo?- preguntó con voz extraña.
-Pues sí, creo que sí- respondió Lucifer -¿Puedo entrar?
Alastor lo dudó por un momento, pero sin decir nada, se hizo a un lado. Lucifer entró, mirando alrededor con curiosidad.
Nunca había estado en la torre de Alastor. Bueno, excepto por su baño, esa mañana.
Como muchas habitaciones del hotel, esta estaba agrandada por dentro con magia. Lo que desde afuera se veía como una torre era en realidad un amplio salón. Tenía una pequeña sala de estar, con un fonógrafo, una mesita de té, un par de sillones, un gran librero y una chimenea encendida, sobre la cual había velas, un cráneo humano y otros huesos, y en la pared colgaba lo que parecía ser una enorme cornamenta de ciervo. Su cama con sábanas color rojo estaba en la esquina más alejada a la puerta, y todo tenía ese estilo de una casa victoriana, con papel tapiz rojo. La parte del ventanal de la torre que se veía desde afuera era en realidad toda la cabina de transmisión, donde había una gran consola, micrófonos y grabadoras, todo bastante antiguo, muy parecido a lo que Lucifer había visto en el recuerdo.
Lo más extraño de la habitación era que, a partir de cierto punto, la habitación desaparecía para convertirse en un pequeño claro en el bosque, donde había una elegante mesa de jardín. ¿Cómo demonios funcionaba aquello? ¿Qué tan profundo se podía llegar en ese bosque dentro de la habitación de Al? ¿No le parecía raro dormir con un enorme hueco en su pared que daba entrada a un oscuro bosque?
Lucifer se sintió tonto por ese último pensamiento. Obviamente Alastor no tenía miedo de eso. ¿Qué debía temer? ¿Que se le apareciera un demonio?
Lo mejor de todo era que la habitación tenía un agradable aroma a madera quemada, probablemente por la chimenea. Ese olor se había vuelto muy especial para el rey.
-Es una linda habitación- comentó Lucifer, mirando hacia un pequeño estanque que estaba un poco más allá de la mesa de jardín.
-Gracias- respondió Alastor -La hice más o menos igual a la que tenía antes de que se destruyera el hotel. Con algunas mejoras. Antes la torre de radio no era parte de mi dormitorio.
-No sé qué tan bueno sea eso de llevar el trabajo a tu dormitorio...
Lucifer siguió mirando la decoración. Mierda, en ese momento, sólo deseaba sentarse en uno de los sillones junto a la chimenea, con una taza de té, mientras Al le contaba alguna historia. Quizás, solo quizás, convencerlo de poner patitos en el estanque.
-¿Entonces...?- preguntó Alastor.
-Sí. Toma.
El rubio le entregó el teléfono a Alastor, quien lo tomó, extrañado.
-Debes tener más cuidado- lo reprendió Lucifer -Si no quieres que otras personas sepan que tienes un celular, no deberías dejarlo tirado por ahí.
Por supuesto, Lucifer se había tomado la molestia de borrar todos los patéticos mensajes que le había enviado a Al a lo largo del día. Y realmente sintió que lo apuñalaban al ver que Alastor lo había borrado de sus contactos.
Bueno, si es que esa expresión era correcta, ya que había sido el único contacto guardado.
-No será un problema. Ahora que estamos aquí, creo que ya no necesito usar este dispositivo- comentó Alastor.
-¿Y todas las canciones que guardaste?- preguntó Lucifer, dolido -¿Cómo vas a escucharlas?
-Puedo vivir sin ellas. Solo me pondrán melancólico.
Alastor dejó el teléfono en un estante del librero. Al menos hizo eso y no lo arrojó al fuego o algo.
-¿Puedo hacer algo más por ti?- quiso saber Alastor.
Lucifer no supo qué responderle. Se le quedó mirando fijamente, comenzando a temblar un poco.
-Charlie te lo dijo, ¿no?- suspiró Alastor, agarrándose el puente de la nariz con dos dedos
-¿Tú no pensabas decírmelo?- se indignó Lucifer
-¿Por qué? No tengo que decirte las cosas que hago.
-¡P-pues porque no puedes irte! ¡Tienes que hacer tu trabajo!
-No voy a descuidar mi trabajo. Sabes que no podría hacerlo aunque quisiera.
-¿Y si Charlie te necesita y tú no estás aquí?
-Sabré si la princesa necesita de mi presencia.
-¿Cómo? Si no vas a usar más tu teléfono...
-Yo tengo mis medios. Cálmate.
-Bueno... ¡No estoy de acuerdo con esto!
-Lo sé.
-¿Por qué haces esto? ¡Sólo habla conmigo! ¡No es justo que abandones a todos aquí solo porque huyes de tus sentimientos y no quieres ser sincero!
Alastor frunció el ceño. Eso, sumado a su sonrisa, le hacían tener un aspecto aterrador.
-¿Crees que no soy sincero?- Alastor dio un paso hacia él -Bueno, déjame explicarte la situación entonces.
¿Era la imaginación de Lucifer, o el fuego de la chimenea se estaba tornando verdoso?
-No me estoy yendo como forma de evitar sentir- declaró Alastor -De hecho, me estoy yendo porque estoy sintiendo demasiado. Quiero que lo sepas. Me voy porque va a herirme tener que verte todos los días. Me duele mucho necesitarte y no poder tenerte. Y no quiero estar en el hotel cada noche cuando me rompa porque te extraño. ¿Esto es suficiente sinceridad para ti?
Al desvió su mirada a otro lado y se tapó la boca con una mano, mientras sus orejas se aplastaban contra su cabeza. El fuego volvió a la normalidad, dando la típica iluminación anaranjada.
-¡Mierda, Alastor! ¡Esto no tiene que ser así!- exclamó Lucifer -¡Yo te amo, solo quédate conmigo! ¿Por qué tienes que ser tan difícil?
-Sólo...- Alastor bajó la mano, volviendo a fruncir el ceño -Déjame alejarme, ¿sí?
-Por favor, Al... No te vayas.
-Escucha-
-¡No, tú escucha! ¡Prometiste que ibas a proteger a Charlie siempre! ¡No vas a poder hacerlo si no estás! ¡La estás lastimando mucho con esta tonta decisión!
Lucifer se secó rápidamente un par de lágrimas que se le escaparon antes de continuar:
-Charlie ya fue abandonada por uno de sus padres por mi culpa. No me hagas cargar ese peso de nuevo. Hazlo por ella. En serio te necesita aquí.
Alastor levantó sus orejas de nuevo al oír aquello.
-Por favor- insistió Lucifer -Yo pasaré más tiempo fuera si es lo que se necesita para hacer que te sientas cómodo.
-¿Y qué sentido tiene entonces?- le hizo ver Alastor -Charlie igual perdería a un padre. No, ella te necesita más a ti ahora.
Alastor se rascó la nuca, poniendo cara de estar pensando algo muy seriamente. A Lucifer se le hizo eterno el tiempo de espera.
-No me llevaré la cabina de aquí- dijo Al luego de unos momentos -Vendré a trabajar, haré mi transmisión toda la tarde, y me iré hasta la noche. ¿Te parece mejor?
-Pues... Si no voy a poder convencerte de que te quedes, supongo que puedo conformarme con eso.
-Bien, entonces problema resuelto.
-Lamento mucho que... estar cerca de mí sea tan insoportable para ti.
Lucifer se rascó el cuello, nervioso. Tenía muchas cosas que decir, pero a cada momento que pasaba ahí, sentía que lo incomodaba más y más.
-No quise que sonara así- se disculpó Alastor.
-Está bien, Al. Todo esto es mi culpa. Ya teníamos muchos planes para hacer juntos cuando volviéramos, y todo eso se arruinó.
-No es eso, Lucifer. Yo sé que también es mi culpa. Mira... Sí, estoy siendo orgulloso, pero... Así son las cosas. Necesito alejarme un tiempo.
-Es una estupidez.
-No dije que no lo fuera.
Lucifer resopló y se cruzó de brazos, para luego suspirar y decir:
-Pues si es tu última palabra, supongo que mejor me voy.
Hubo un silencio extraño. No incómodo, porque parecía que Alastor quería decir algo más, pero al final solo se encogió de hombros.
-Okay- aceptó el demonio ciervo.
-No te irás sin despedirte, ¿no?- quiso asegurarse Lucifer.
-No. Tranquilo.
El rubio asintió y se dirigió a la puerta. Alastor lo acompañó en silencio.
-Ah, casi lo olvido- dijo Lucifer, haciendo aparecer el pantalón del pijama en sus manos -Toma, esto es tuyo.
Alastor lo recibió, aunque no muy convencido.
-Tu pijama va a estar incompleto- comentó el demonio.
-No, mi pijama es solo la camisa y mis boxers. El pantalón es tuyo- señaló Lucifer -Aunque tendrás que hacerle un hueco para que salga tu cola.
El demonio ciervo sonrió un poco ante el comentario.
-Y, uh...- Lucifer lo dudó un poco, pero hizo otro movimiento con la muñeca, y el patito Alastor apareció en su mano -Toma. Prometí que te daría esto, si aún lo quieres.
Luego de un momento de vacilación, Alastor alargó la mano y tomó al patito entre sus dedos. Era pequeño, amarillo, y tenía el pelo, las orejas, las astas y el monóculo de su modelo.
-Gracias- dijo Alastor sin más, mirando al patito a detalle.
Lucifer asintió y ya estaba cruzando la puerta cuando Alastor preguntó en voz alta:
-¿Y el patito Lucifer? También ibas a regalármelo.
El rey se volvió, encogiéndose de hombros.
-Bueno, te mentí sobre eso- admitió -O no, no te mentí, solo no te dije la verdad. En realidad no hay un patito Lucifer. Nunca hice uno. Iba a hacerlo un día de estos antes de que lo recordaras.
-¿"Ibas"?- señaló Alastor -¿Ya no lo harás?
Lucifer giró la cabeza hacia el pasillo de nuevo, respondiendo:
-Creo que el patito Alastor estará mucho mejor sin el patito Lucifer.
Alastor no respondió, pero Lucifer tampoco escuchó la puerta cerrarse tras de él. Avanzó un poco por el pasillo, pero apenas se había alejado algunos metros antes de detenerse.
Seguía sin escuchar la puerta. Solo había estática en el aire, y sus lágrimas cayeron desde sus mejillas hasta el piso.
-Lucifer- escuchó la voz seria de Alastor -De acuerdo. Ven acá. Vamos a hablar.
No necesito que se lo repitiera. Lucifer volvió sobre sus pasos, se arrojó a los brazos de Alastor, abrazándolo muy fuerte, apretando la cara contra su pecho. Podía sentir ese ya familiar aroma que tanto le gustaba.
-Te dije "Vamos a hablar", no "Ven y abrázame"- protestó Alastor.
-L-lo siento- se disculpó Lucifer, pero no se movió de donde estaba.
Su alma volvió a su cuerpo al sentir los brazos de Alastor rodear su cintura. Eso lo hizo sollozar un poco más fuerte. Recuperó un poco la esperanza. Una vez que ambos estuvieron dentro, ahora sí escuchó la puerta cerrarse.
-Es que no entiendo, Al- sollozó Lucifer -¿Por qué no quieres creerme?
-Yo sí quiero creerte, en serio- aseguró Alastor -Pero... Me está costando demasiado.
-¡No parecía costarte cuando estábamos juntos en la Tierra!
Alastor lo soltó y señaló con la mano abierta uno de los sillones junto al fuego, mientras dejaba al patito Alastor sobre la chimenea y el pantalón en el respaldo de su propio sillón antes de sentarse.
Lucifer era realmente un desastre, mientras que Alastor se tomó el tiempo para sentarse muy recto y cruzar una pierna.
-De acuerdo, entonces...- comenzó Alastor, entrelazando sus dedos -Creo que ambos estamos de acuerdo en que nadie debe enterarse de lo que pasó entre nosotros.
-Sí, creo que ese es el acuerdo no escrito- aceptó Lucifer, secándose las lágrimas
-La cosa es... No sé si pueda fingir por mucho tiempo. Y me parece que tú tampoco. Te atreviste a tocarme delante de todos en el vestíbulo.
-Lo sé, lo sé, lo siento. No quería... Ponerte en evidencia. Solo pasó.
-No es un reclamo. Yo me sentí muy raro al tratar de burlarme de ti hoy como siempre lo hacía. Claramente esto no va a funcionar sin levantar sospechas. Tú no estás respetando los límites que puse para todos, y yo ya no seré capaz de tratarte mal. Lo cual es bueno, pero será muy extraño para los demás. No son tan ingenuos. Se darán cuenta.
-¿Por eso quieres irte?
-En parte. Pero lo que te dije antes es cierto. Más que nada, me voy porque me duele mucho tenerte cerca y fingir que no te deseo.
-Yo tengo la solución a eso.
-Ya sé lo que vas a decir...
-¿Entonces por qué no solo lo aceptas?
-Porque yo creo que gracias a la conversación que tuvimos hace un par de noches, estás extrañando tanto a la Reina que estás dispuesto a reemplazarla con cualquiera. Y esa persona resulto ser yo.
-¡Eh, no me insultes de esta manera! Mira, estuve pensando mucho las cosas. Incluso ya se lo dije a Charlie. Ya llegó el momento de dejar ir a Lilith. No pienso olvidarme de las cosas buenas que vivimos, pero ya estoy listo para superarla. Y, casualmente, tengo todos estos sentimientos por ti. No sé cómo hacerte entender que no eres su reemplazo.
-La verdad es que sigo muy herido porque pusieras en duda mis razones para acercarme a ti. Tengo miedo de que solo quieras convencerte a ti mismo de que sí me crees.
-Yo te creo. Porque la forma en que me miras y cómo late tu corazón cuando estamos cerca no se puede fingir.
-También tengo miedo de que solo creas me amas porque sientes su presencia a través de las cadenas que me atan a ella.
Lucifer arqueó las cejas, pero soltó una risita forzada y aclaró:
-Si eso fuera posible, me habría enterado del trato sin que tuvieras que decírmelo. No Al, no puedo sentir nada de ella. Te amo porque eres increíble. No hay nadie más con quien quisiera estar.
-¿Seguro?
-Seguro. Muchas personas te fallaron a lo largo de tu vida. Yo también lo hice, pero quiero compensarlo. Quiero que me des otra oportunidad. Sé que eres feliz estando conmigo.
-Fui honesto contigo cuando te dije que nadie nunca me hizo sentir tan deseado, pero... ¿Cómo puedo estar seguro de que no estás confundiendo ese deseo con amor? Llámame anticuado, pero quiero estar seguro de que esto es real. Necesito saber que no soy solo un capricho. Es más, podría dejar que juegues conmigo un rato si eres honesto y me dices que es todo lo que buscas de mí. Pero no me engañes fingiendo amor para luego desecharme.
Lucifer juntó las palmas y se las llevó a la boca, pensando seriamente en qué debía hacer. Es que simplemente ya no lo sabía. No importaba qué tan sinceras fueran sus palabras, Alastor insistía con lo mismo una y otra vez.
-Por favor, entonces tú dime qué necesito hacer para que me creas cuando te digo que te amo- pidió Lucifer -No sé cómo hacértelo entender. ¿Necesitas que te ruegue frente a todo el infierno? Porque si quieres humillar al Rey del Orgullo frente a todos... Mierda, lo haré.
-No se trata de eso- suspiró Alastor -No eres tú. Yo soy quien tiene problemas para aceptar que-
-¡Ya sé! ¿Y si te doy mi alma?
Alastor tosió ruidosamente, mirándolo como si se hubiera vuelto loco. Y algo de razón tenía en pensar eso.
-¿Por qué demonios harías eso?
-No sé qué más hacer para demostrarte mi amor- explicó Lucifer -Sabes que me gusta dar regalos como forma de afecto.
-¿Pero tu alma?
-Es tuya si la quieres. Podemos hacer un trato. No me importa darle mi alma a la persona con quien quiero pasar el resto de la eternidad.
Alastor miraba al suelo con cara de incredulidad. Casi de incomodidad. Se llevó la mano a la cabeza, agarrándose el pelo nerviosamente.
-¿Alguna vez le ofreciste tu alma a ella?- preguntó con voz ahogada luego de unos momentos de reflexión.
-Huh... No- Lucifer se encogió de hombros -Qué curioso.
Alastor resopló, muy sorprendido. Su mente debía ser un remolino. Después de todo, Lucifer había escuchado y comprobado la leyenda: Sabía que el Demonio de la Radio era el overlord más ambicioso del infierno. Poseía cientos de almas, había asesinado a los overlords más poderosos de antaño, y las personas huían solo con sentir su presencia.
La oferta debía ser demasiado tentadora. Que el mismísimo Rey le ofreciera su alma en una bandeja de plata debía ser algo inimaginable, un regalo que estaba más allá de todo lo que podía desear.
El mismo Lucifer no estaba seguro de las consecuencias de esa oferta. Si le regalaba su alma a Alastor, le estaría dando una cantidad de poder sin precedentes. ¿Acaso un simple pecador era capaz de soportar la omnipotencia en sus manos?
-Realmente no bromeas- murmuró Alastor -Tú me amas.
-Te amo, Al- afirmó Lucifer, levantándose del sillón para tomar una mano de Al entre las suyas -Quiero que seamos tú y yo. Quiero gritarles a todos que estoy enamorado de ti. Casarme contigo, y darte todo el poder que tus manos puedan soportar. Si aceptas, solo Charlie y yo estaremos por encima de ti en la jerarquía. Ni los Pecados, ni los Goetia, ni los otros overlords van a poder hacerte frente.
Alastor se soltó de él con delicadeza y se llevó las manos a la cabeza, abrumado.
-Y si tú me amas, ¿cuál es el problema?- le hizo ver Lucifer, obligándolo a levantar la cara para mirarlo a los ojos -Dijiste que quemarías el mundo por mí. Eso no es necesario. Solo destruye ese enorme orgullo tuyo y acepta mis disculpas.
Alastor soltó un largo suspiro y, curiosamente, el filtro de radio en su voz desapareció al preguntar:
-¿Y si ella regresa?
-Si ella regresa, estaré dispuesto a ser su amigo siempre y cuando respete a mi novio- respondió Lucifer -Y no te preocupes, yo voy a encargarme de romper tu trato con ella. O de dar la cara por ti si no quiere escuchar razones. No sé lo que pasa entre ustedes, pero te prometo que ella jamás va a volver a lastimarte.
La expresión de Alastor se relajó. Bueno, lo más que podía relajarse sin borrar su sonrisa. Sus orejas volvieron a agacharse.
-Entonces, ¿quieres hacer el trato por mi alma?- le ofreció Lucifer.
Alastor miró la mano que Lucifer le extendía. Parpadeó lentamente un par de veces.
-Lucifer... No sé cómo responder a esto- admitió Alastor -Creo que es demasiado para ser una broma, ¿eh?
-Tú, desgraciado tonto egocéntrico, me haces llegar a estos extremos- respondió Lucifer -Pero está bien. Me haré cargo de esa actitud de mierda cuando nos casemos.
-No tan rápido. Dame algunos meses al menos.
-¿Para pensarlo?
-Para salir y pasarla bien juntos como novios. Hablaremos de la boda después, patito.
Lucifer se sintió tan dichoso al escuchar aquello que se rompió una vez más. Se dejó caer de rodillas frente a Alastor, y comenzó a llorar con tantas ganas que no podía respirar.
Alastor tuvo que darle algunas palmadas en la espalda para que se tranquilizara un poco. Cuando al fin dejó de hiperventilar, Al se arrodilló en el piso frente a él, mirándolo a los ojos en cada momento, le puso las manos en las mejillas y pegó su frente con la del rubio.
-¿Vamos a estar juntos, Al?- sollozó Lucifer.
-Siempre- susurró Alastor.
Dicho esto, se acercó despacio para besarlo suavemente.
Lucifer le echó los brazos al cuello, de nuevo deleitándose con el sabor de los labios de Alastor, y disfrutando de la sensación de su cabello cortito entre sus dedos una vez más.
Cuando se separaron, Lucifer no pudo evitar reírse por lo nervioso y aliviado que se sentía. Al mismo tiempo, un sollozo se mezcló con su risa.
-Perdón por hacerte sufrir así- murmuró Alastor.
-Me lo merecía- el rubio se encogió de hombros.
-Sí, la verdad sí.
Alastor lo abrazó muy fuerte, de aquella manera que hacía a Lucifer sentir atrapado, pero no de una manera negativa. Se sentía seguro, como si ya no tuviera nada que temer.
-¿Quieres que hablemos de los detalles del trato?- preguntó Lucifer, con sus labios solo a unos milímetros del cuello de Al.
-Conserve su alma, majestad- respondió Alastor -Solo quiero tu corazón... Y tu cuerpo.
Lucifer sonrió. Esa respuesta negativa ante el trato era todo lo que necesitaba escuchar para comprobar que Alastor lo amaba de verdad, de forma sincera. ¿Dejar ir tanto poder así nada más? Lucifer estaba seguro de que estaba eligiendo a la persona correcta.
-¿Sí te das cuenta de que te estoy ofreciendo poder casi infinito y lo estás rechazando?- le hizo notar, separándose de él para mirarlo a los ojos.
-Igual tendré poder infinito- respondió Alastor, pasando una de sus afiladas garras por los labios y la barbilla de Lucifer -Mi novio es el hombre más complaciente del infierno. Hará todo lo que yo le pida.
-¿Así que ahora soy tu novio?
-¿Lo eres?
-Sí... Oh dios, sí. Y quizás sea complaciente, pero no tanto como tú.
-Eso no es verdad.
-¿En serio? Porque a todos los pecadores les encantaría saber que el Demonio de la Radio usa pantalones de patitos y desayuna hot cakes con diseños bonitos solo porque su novio se lo pidió.
-No me hagas arrepentirme.
Lucifer sonrió y volvió a besarlo.
-Igual quiero que sepas que mi alma es tuya aunque no haya un contrato de por medio- susurró Lucifer.
-Quisiera decirte lo mismo. Pero todo el resto de mí te pertenece- aseguró Alastor, quien seguía hablando sin el filtro de radio -Soy todo tuyo, majestad. Nunca verás a un súbdito más leal.
Lucifer tomó la cara de su novio entre sus manos, diciendo:
-Detesto que me digas majestad.
-Lo sé, majestad.
Lucifer frunció el ceño, y Alastor se rio.
-¿Y si te digo "mi rey"?- preguntó Alastor.
-Sí, ese me gusta mucho más.
Alastor giró su cara un poco para besar una de las manos de Lucifer. El rubio sonrió ampliamente.
Había pasado solo un día de haberse deshecho de su anillo de bodas, pero ya le urgía tener otro. Uno que tuviera el nombre de Alastor grabado en el interior.
Lucifer llevó sus manos al cabello rojo de Alastor. Este era mucho más suave que en su forma humana. Alastor cerró los ojos, complacido, y dejó escapar un sonido extraño, pero muy tierno. Un pequeño ronroneo que solo podía ser producido por un cervatillo.
-Te ves demasiado guapo con el pelo así- dijo Lucifer -Pero odio que todos estén de acuerdo y no dejen de hablar de ti.
Alastor soltó una risita, sin abrir los ojos, y comentó:
-Espero que te acostumbres, porque tomé la decisión de mantener este estilo por un largo rato.
-¿Otros 100 años como el anterior?
-Puede ser. Pero debo advertirte que serás mi peluquero personal.
-Por supuesto, amor mío.
Sin preguntar primero, Lucifer deslizó sus dedos hasta las esponjosas orejas del demonio. Estas se movieron rápidamente.
-Espera, espera- dijo Al, levantando la cara -Ten cuidado. Son muy sensibles.
Lucifer asintió y volvió a acariciar las suaves orejas de su novio. Estas volvieron a reaccionar, pero poco a poco se relajaron hasta quedar pegadas a su cráneo.
-Eres un buen chico- murmuró Lucifer.
-No lo digas así- Alastor se sonrojó, frunciendo el ceño.
A espaldas de Al, Lucifer vio que la sombra del demonio ciervo lo miraba desde la pared. Aunque la única fracción de su cara que se podía distinguir eran sus brillantes ojos verdes, podía notar que la sombra estaba contenta. Lucifer le dirigió una sonrisa, y la sombra sonrió todavía más antes de desaparecer.
Lucifer soltó las orejas de Alastor, y lo abrazó muy fuerte, deslizando una de sus manos por su espalda, hacia abajo. Se detuvo cerca de su cintura.
-Está bien- murmuró Alastor -Hazlo. Sé que te mueres por hacerlo.
Lucifer sonrió para sí mismo, y hundió sus dedos en la esponjosa cola de ciervo del demonio. Alastor se estremeció.
-¿Está todo bien?- preguntó, preocupado.
-Sí, es solo... Wow, no sabía que se sentía tan...- Alastor soltó una risita -Obviamente nadie la había tocado antes.
-Soy afortunado, lo sé.
-Sí. Y oye, te recuerdo que hoy tienes suerte. Habrá días que te diga que no puedes tocar mi cola. Es más, habrá días que quizás ni siquiera acepte un abrazo. Todavía te puedes arrepentir de hacerme tu novio.
-¿Bromeas? Ya dijiste que eres mi novio, ahora nunca voy a dejarte solo- le recordó Lucifer -No tienes idea de en lo que te metiste, amor mío. Ahora estaré pegado a ti como goma de mascar por toda la eternidad, y no vas a poder deshacerte de mí.
Alastor le sonrió y le dio un rápido beso en los labios.
-Ya sé que a veces vas a necesitar tu espacio. Está bien- continuó Lucifer -Solo avísame cuando sea uno de esos días, porque si te quiero dar un beso y te apartas de la nada, me voy a matar antes de que puedas explicarme.
-Gracias por ser tan comprensivo. En serio, eres increíble. Y, uh... aprovecharé el momento para decir que hoy no habrá sexo de reconciliación.
-Está bien. La verdad me alivia un poco. Si cogiéramos muy seguido, acabarías conmigo.
-Exacto. Tengo que cuidarte, chaparrito.
Alastor hundió su nariz y sus labios en el cabello de Lucifer, inhalando profundamente.
-Entonces... supongo que ya no te irás- comentó Lucifer.
-Supongo que no- aceptó Alastor -Lograste convencerme, felicitaciones.
-Rosie no estará muy contenta...
-Rosie estaba muy segura de que ibas a hacer algo para evitar que me fuera. Empiezo a creer que puede ver el futuro o leer mi mente.
-Heh... Sí, imaginé que le ibas a contar todo sobre nosotros.
-Querido, Rosie sabe todo sobre mí. Incluso las cosas que yo no sé de mí mismo. Insisto en que espero que eso no sea un problema para ti.
¿Problema? ¡Al contrario! Lucifer ya estaba planeando hacerle una visita a la mejor amiga de su novio para que ella le dijera cosas vergonzosas sobre él.
-Para nada, amor mío- respondió Lucifer -Si ella es tan especial para ti, lo es para mí también.
-Gracias. Insisto tanto en esto por lo que te dije sobre el problema que tenía Vox....
-Ugh, no, nada que ver. Hablo mucho de que no vas a poder deshacerte de mí, pero no lo digo literalmente. Todos necesitamos espacio a solas o con otras personas de vez en cuando. Quizás tu quieras ir con Rosie mientras yo llevo a mi hija al parque de diversiones o algo así.
Alastor soltó una risita nerviosa y titubeó un poco al preguntar:
-¿Planeas contarle a Charlie pronto?
-Charlie ya lo sabe- le informó Lucifer.
-¿Se lo dijiste?
-Ella se dio cuenta sola. Bueno, por lo menos la parte en la que hay algo entre nosotros. Ella fue quien encontró tu teléfono en realidad.
Alastor arqueó las cejas y asintió despacio.
-Pero no está enojada ni nada, ¿no?- preguntó, algo preocupado.
-No, creo que no- respondió Lucifer -De todos modos, ya le contaremos los detalles mañana. Aunque estoy seguro de que estará feliz de que seas parte de la familia de manera oficial.
Alastor sonrió, aliviado.
-¿Entonces ya no te molestará cuando le diga que si quiere me puede decir "papá"?- bromeó.
-No puedo creer que al final vayas a salirte con la tuya con eso- se quejó Lucifer -Si que eres insistente y terco.
-Oye, me tomó varios meses, e iniciar una relación contigo, pero al fin me gané el derecho de que ella me diga "papá".
-¿Me lo vas a restregar en la cara?
-Siempre que pueda.
Alastor sonrió, complacido y se encogió de hombros. Lucifer resopló y le dio un pequeño empujón. Alastor se puso de pie, para luego ofrecerle su mano a Lucifer para ayudarlo a levantarse de la alfombra.
-Oye, en cuánto hablemos con Charlie, necesito salir del hotel y darte un beso en la entrada- pidió Alastor, tomando a Lucifer por la cintura y jalándolo hacia él -Quiero que Vox vea eso por las cincuenta cámaras que tiene espiándome.
Lucifer soltó una risita, asintió y lo besó. Sí, eso era justo lo que necesitaba. Que todo el infierno se enterara de que habría un nuevo rey consorte.
-Al, me alegra mucho que me aceptaras de nuevo, porque no hay forma de que pudiera dormir solo en una cama otra vez- confesó Lucifer
-¿Y qué planeabas hacer entonces?- se interesó Alastor
-No dormir. Llorar en mi escritorio toda la noche, tal vez.
Alastor suspiró y negó con la cabeza. Se separó de él al fin, pero no por mucho, porque entonces se dieron cuenta de que Lucifer lo había rodeado con su cola.
-Ups, lo siento- se disculpó, volviendo a esconder la larga cola negra -No sabía que esta cosa tenía vida propia.
-Sé que no quieres dejarme ir. Es lindo. En serio- comentó Alastor.
Lucifer le sonrió, algo avergonzado. Claro que no iba a dejarlo ir nunca. Ese guapo demonio era todo suyo al fin, no iba a arruinar aquella oportunidad de ser feliz.
-¿Quieres quedarte aquí o que vayamos a tu habitación?- preguntó Alastor.
-¿Puedo quedarme aquí? Tu habitación es mucho más linda que la mía- admitió Lucifer.
-Es cierto. No todos podemos tener buen gusto.
-Pues me gustas tú, así que es cierto que mis gustos son cuestionables.
Lucifer chasqueó los dedos, y su ropa cambió por su camisa de patitos y unos boxers rojos. Además, el patito de peluche apareció en la cama.
-Me harás ponerme el pantalón de patitos, ¿verdad?- observó Alastor.
-No te obligaré, pero sería un lindo detalle- respondió Lucifer, haciéndose el inocente.
Alastor suspiró, chasqueando los dedos. El pantalón de patitos le quedaba aún más pequeño en su forma de demonio.
-Déjame hacerte el favor- dijo Lucifer, volviendo a dar un chasquido.
El pantalón se amplió, quedando del tamaño que debería para ajustarse bien a las largas pezuñas de Alastor. Además, apareció un hueco por donde podía salir la cola de su novio.
-Admito que ya no me parece tan tonto ahora que es de mi tamaño- comentó Alastor.
El demonio levantó los dedos para dar otro chasquido, pero Lucifer lo detuvo, sosteniendo su brazo.
-¿Vas a cambiarte la camisa?- preguntó.
-Pues si, no voy a dormir con corbata y todo- respondió Al.
-¿Puedes hacerlo de la forma tradicional?
Alastor soltó una risita y negó con la cabeza. pero de todos modos, se aflojó la corbata lentamente, mirándolo con intensidad.
-¿Y por qué tú sí te cambiaste de ropa con magia?- protestó Alastor, desabotonándose la camisa.
-Tengo privilegios. Soy el rey.
Alastor se quitó la camisa, y Lucifer sintió que se sonrojaba un poco al ver su torso cubierto de aquel pelaje espeso que no tenía ni idea que tenía hasta aquel día.
-No me habías hablado sobre esto- comentó, acercándose a Alastor y hundiendo sus dedos en el pelo de su pecho.
Mierda, aquel pelaje era aún más suave de lo que parecía. Lucifer sonrió, apoyando la mejilla en el pecho de su novio.
-Supuse que lo imaginabas- respondió Alastor -¿La cola y las orejas no te dieron una pista?
Lucifer hundió sus manos en el pelaje de la espalda de Al, frotando su cara contra su pecho.
-¿Está en todo tu cuerpo?- preguntó con voz traviesa.
Algo se interpuso entre su cara y el pecho de Al, y cuando se separó para ver qué había sido, notó que Alastor ya había hecho aparecer una camiseta sobre su torso.
-Lo averiguarás después. Si te portas bien.
Sin decir mucho más, los demonios fueron a meterse a la cama de Alastor. Para Lucifer, aquello fue como volver a estar en el cielo. Era todo un lugar, cómodo y cálido, que olía al perfume de Alastor, ¿qué más podía pedir?
-Por cierto- dijo Lucifer, recordando lo de la ventana mágica que podía mirar al pasado -Tengo otro regalo para ti.
-¿Qué es?- preguntó Alastor, quitándose el monóculo.
-Mañana te lo diré. Ahora creo que deberíamos descansar.
-¿Y entonces para qué me lo dices ahora, querido?
-Solo para molestarte.
Lucifer abrazó a su patito y se acostó de costado. De inmediato, Alastor se aseguró de que estuviera bien cobijado antes de acostarse él mismo siendo la cuchara grande. Lucifer casi lloró de la felicidad cuando se sintió abrazado de aquella manera por Alastor.
Nunca más iba a volver a sentirse solo, incluso si por alguna razón no dormían juntos, iba a sentir a Al cerca de él.
-Está bien. Me alegro de que estés consciente de que formalizar una relación romántica contigo no va a evitar que te diga que creo que eres un enano con voz de pato- le dijo Alastor, para luego darle un beso en el cuello.
-No podría esperar otra cosa. Eres el botones más irrespetuoso que he conocido en mi vida- respondió Lucifer.
-El hecho de ser novios solo me da permiso para molestarte más. Si quieres mi amor, vas a tener que soportarme.
-¡Oh! Lo mismo digo, cariño. Veremos quién de los dos será más insoportable.
Alastor lo abrazó más fuerte, y Lucifer se estremeció al sentir una de las manos de Al muy cerca de su entrepierna.
Antes que Alastor chasqueara los dedos para apagar las luces y la chimenea, Lucifer logró vislumbrar por última vez al patito Al sobre la chimenea.
Pobrecito, sí se veía algo solo. Quizás sí necesitaba al patito Lucifer después de todo.
-Te amo, Lucifer- susurró Alastor -Gracias por no darte por vencido.
-Y yo te amo a ti. Soy yo quien te agradece por darme otra oportunidad. No voy a volver a fallarte.
Alastor alzó la cabeza, y Lucifer giró la cara para recibir otro beso en los labios por parte de su novio.
Su novio. Cómo le encantaba esa palabra...
-Al, ya no es en serio lo de que no vas a usar más tu teléfono, ¿verdad?- dijo Lucifer.
-No, ya no- respondió él -Pero no puedes decírselo a nadie. Bueno, además de Charlie que ya lo sabe. ¿Por qué preguntas?
-¿Puedes poner música mientras me duermo?
El teléfono de Alastor apareció en su mano, y le dio play a la música. Lucifer sonrió al escuchar una suave melodía de guitarra.
-Descansa, Al- susurró Lucifer.
-Tú también, patito- respondió Alastor -Ah, y recuerda que nos despertaré a las 5:00am
-¡Ah, ¿qué?!
-Te lo dije. El programa de radio empieza a las 5:30.
Lucifer gruñó, volviendo a acurrucarse. Alastor se rio por lo bajo y volvió a abrazarlo muy fuerte. Bueno, sí, quizás había detallitos como ese, pero por tener a un hombre como Alastor a su lado, Lucifer estaba dispuesto a pasarlos por alto.
Dejó que el calor que emanaba del cuerpo de su novio lo adormeciera, mientras escuchaba la canción. Sintió que Alastor le daba un suave beso en la parte posterior del cuello mientras canturreaba la canción por lo bajo:
"Yo seré la sombra, tú serás la luz... Nada dura para siempre, nos dirigiremos suavemente hacia la noche..."
Lucifer sonrió, sintiéndose completamente feliz y tranquilo, como no lo había estado desde hacía mucho, mucho tiempo. Después de todo, si las cosas malas que había vivido lo habían conducido a ese momento, todo había valido la pena.
*****
Bueno amigos, hasta aquí llegó esta historia. De verdad, no saben cuánto les agradezco por todo el apoyo recibido. Esto inició como una historia a la que le daba vueltas y vueltas y le agregaba detalles en mi mente, luego comencé a escribirla para mí misma, y finalmente pensé que quizás a alguien le gustaría leerla. Y de verdad agradezco que ustedes sean esas personas.
Si un día se me ocurre otra buena historia radioapple que contar, relacionada con esta o algo totalmente nuevo, no duden que me volverán a leer por aquí. Por el momento, les agradezco de nuevo y me despido, no sin antes dejarles las canciones que inspiraron este capítulo:
Dance Macabre - Ghost
Darkness at the Heart Of My Love - Ghost
Respite On The Spitalfields - Ghost
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top