6. Brilla Sólo Para Mí
*****
Como era de esperarse, Lucifer y Alastor se habían despertado muy tarde. Para cuando por fin decidieron levantarse de la cama, eran casi las 2 de la tarde.
La conversación de la madrugada había afectado bastante el comportamiento de ambos. Por un lado, Alastor estaba más cariñoso que antes. Era él quien se acercaba a tocar al rubio, acariciarlo o besarlo. Y por otro lado, Lucifer se sentía... raro.
Estaba disfrutando mucho de la atención y el cariño que Alastor le daba, pero había una cosa que no lo dejaba tranquilo: Traer a colación el recuerdo de su caída lo había hecho pensar mucho en Lilith. No era como si no pensara en ella todos los días, claro, pero es que ahora... La sentía tan presente... Y lo peor de todo era que no podía dejar de comparar los mimos de Al con los que Lilith solía darle.
Pensó en recurrir a Ozzie por consejo, pero al final desechó la idea. Sabía lo que el Señor de la Lujuria iba a decir. "Ya basta Lulu, olvídate de ella". No. Él apenas estaba descubriendo lo que era el amor real. No podía entender lo que Lucifer sentía por Lilith.
Pensó mucho en ella mientras flotaba en la piscina, pero justo cuando creía que había aclarado su mente y decidido que no podía dejar de lado su amor por su esposa, salió del agua y su estómago se contrajo de la alegría que le produjo ver a Alastor recostado en el camastro, con los ojos cerrados y escuchando música con sus nuevos audífonos.
Ese hombre ni quisiera se esforzaba, su simple presencia hacía que el corazón del rey de los demonios se acelerara.
Lucifer había ido a sacarlo de su meditación para pedirle que entrara a la piscina con él. Le sorprendió un poco escuchar un atisbo de guitarras distorsionadas en los audífonos de Alastor. Parecía que el señor "los viejos tiempos eran mejores" se estaba rindiendo ante la música moderna.
Para sorpresa de Lucifer, Alastor se había levantado del camastro y, con todo y su cara de duda, se había quitado la camisa. Lucifer no hizo ningún comentario al respecto, pues no quería incomodarlo, sabiendo que seguro para Al era muy extraño estar en público semidesnudo.
Ambos hombres notaron que unas personas que pasaban cerca no pudieron disimular su curiosidad por la enorme cicatriz en el pecho de Alastor. El moreno se sonrojó un poco e hizo un lento movimiento que indicaba que iba a cruzar sus brazos sobre su pecho para esconderlo, pero Lucifer fue más rápido y lo abrazó. Y no dejó pasar la oportunidad de comentarle lo guapo que se veía. Luego de eso, Alastor parecía mucho más cómodo y pudieron pasar un rato muy agradable nadando juntos.
Además, ahora Lucifer disfrutaba mucho poder abrazar a Alastor bajo el agua, con la excusa de que se había cansado de nadar y no alcanzaba a pisar el fondo.
Habían comido en la pequeña barra de comida rápida junto a la piscina, bebieron un par de tragos, y volvieron a subir a la habitación para darse un baño.
Antes de que Lucifer pudiera decir o hacer algo, Alastor se había puesto a llenar la bañera y, como quien no quiere la cosa, había comentado que era curioso que esta era lo bastante grande para que cupieran los dos al mismo tiempo.
No era curioso, considerando que seguramente esa suite estaba destinada a parejas en su luna de miel, pero Lucifer no se iba a poner técnico con esos detalles.
Por un momento, pensó que Alastor entraría a la bañera con el traje de baño puesto, pero el alma de Lucifer abandonó su cuerpo cuando lo vio desatar el cordón de los boxers y dejarlos caer en el piso del baño.
Quién sabe por cuánto tiempo Lucifer se quedó ahí, mirando la entrepierna de Alastor como un idiota.
La noche anterior solo había tenido oportunidad de dar un vistazo rápido y a media luz, y ahora Alastor se lo estaba mostrando frente a frente y a plena luz del día. ¿Y qué sintió al ver el pene de Alastor en esas condiciones? Bueno, de todo. Estaba nervioso, impresionado, un poco envidioso.
Caliente. Definitivamente.
Sin decir nada, Alastor se había metido a la bañera, y observó al todavía atónito Lucifer mientras se acomodaba con los brazos en el borde de la bañera y el agua llegándole al pecho.
Lucifer se había quitado su propio traje de baño, y dejó de sentirse como un tonto cuando Alastor se fijó en su entrepierna por apenas un segundo antes de sonrojarse y mirar hacia otro lado. Bien, seguía teniendo en control sobre la situación siendo el más experimentado.
Tras un breve momento de vacilación y esperando no haber entendido todo mal, Lucifer se había metido a la bañera de tal forma que quedó sentado entre las piernas de Alastor.
Dios sabía que el rubio sintió que volvía a ascender al cielo cuando sintió que ese algo de Alastor tocaba la parte baja de su espalda.
Había sentido los brazos de Alastor rodeando su cintura, y cómo sus manos se quedaban reposando tranquilamente por debajo de su ombligo, a una distancia prudente de su entrepierna, pero lo suficientemente cerca como para que Lucifer sintiera un cosquilleo.
Lucifer se puso cómodo, recargando su cabeza en el pecho de Alastor, mientras el hombre moreno le daba besos entre el pelo, las mejillas, el cuello, los hombros...
Y eso había sido todo. No hubo nada realmente sexual, pero de verdad, a Lucifer no le molestaba. Al parecer, la intimidad con Alastor se componía de esos pequeños momentos donde parecía un "casi algo", pero eso estaba bien. Lucifer estaba satisfecho con ser el elegido para que Alastor fuera tan atrevido, a su manera.
Lo más cercano a una práctica sexual fue cuando Lucifer se dio media vuelta, deseoso de tomar su turno besando a Alastor, y los penes de ambos se tocaron. Al se había puesto adorablemente nervioso, pero no se echó para atrás. Había abrazado a Lucifer con fuerza y lo había besado hasta quedar sin aliento, y Lucifer no pudo más que estar orgulloso de sí mismo al sentir la erección de Alastor bajo su cuerpo. Eso había bastado para ponerlo duro a él también.
Pero de nuevo, eso no escaló a más. Luego de una larga sesión de cariños, ambos habían recordado que habían ido ahí a bañarse en primer lugar. Lucifer había disfrutado bastante la parte de dejar que Alastor lavara su cabello. Él lo tocaba de una manera cuidadosa y tierna, como si temiera que fuera a romperlo o algo así.
Maldición, Lucifer realmente quería sentirse a gusto, disfrutar sin culpa de la experiencia, pero cada tanto, el rostro de Lilith lo miraba desde el fondo de su mente.
Al final, luego de salir de la bañera y de que Lucifer lograra reprimir la culpa por milésima vez en el día, llegó el momento de elegir una película.
Mientras pensaba en qué película mostrarle esa tarde, la respuesta vino a él de golpe. No sabía cómo no se le había ocurrido mostrarle Lalaland a un entusiasta del jazz como Al.
Y eso los había llevado a donde estaban ahora. Lucifer estaba tumbado sobre Alastor, mientras las vistosas letras de "Fin" adornaban la pantalla.
Ese final siempre hacía que Lucifer se pusiera súper nostálgico. Alzó la vista hacía Alastor. Él había estado muy callado durante toda la escena final, desde que la protagonista entró al bar.
A Lucifer ya no le parecía raro ver lágrimas en los ojos marrones de Alastor, y se sentía honrado de que él ya no disimulaba nada.
—¿Y bien?— preguntó Lucifer
Alastor negó con la cabeza. Por un momento, Lucifer se preocupó al ver su expresión. Él estaba algo apagado. No como alguien que se pone triste con una película, sino como alguien a quien han apuñalado en el alma.
—¿Por qué en todas las películas que me has mostrado los protagonistas terminan separados?— lo cuestionó Alastor
—¿Eh? ¿De verdad?
Titanic. Los Puentes de Madison. La Boda de Mi Mejor Amigo. Lalaland. Ninguna tenía un final feliz.
—Bueno... Tú dijiste que no querías historias de amor clichés— señaló Lucifer —Además, el tipo de la Boda de Mi Mejor Amigo tuvo un final feliz.
—Pero Jules no lo tuvo— señaló Alastor.
—Supongo que lo tendrá, sabiendo que hizo lo correcto, y que el hombre que ama será feliz, aunque no sea a su lado.
Alastor resopló y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.
—No era mi intención hacerte llorar otra vez— se disculpó Lucifer.
—No pasa nada. Fue una gran película— aseguró Alastor —Aunque toda esa escena de lo que pudo haber sido... Vaya, ellos pidieron tener todo eso si la situación hubiera sido la correcta.
—Supongo que... A veces, por más que uno quiera, la realidad es que el destino de dos personas no es estar juntos.
Alastor se encogió de hombros y asintió. Todavía se veía bastante desanimado.
—¿Y qué te pareció la parte del jazz?— lo cuestionó Lucifer, queriendo cambiar de tema.
—El jazz clásico siempre será mi favorito, pero es una buena representación del jazz más moderno— respondió Alastor.
—¿Crees que retrata bien que ustedes los entusiastas del jazz son unos pretenciosos?
Alastor se rio sarcásticamente y respondió:
—Puedo ser mucho peor que ese sujeto. Tú solo espera. Puedo hablar de jazz por horas y horas.
—¿Fue mi impresión o el señor "el jazz es lo mejor" estaba escuchando metal en la piscina?— preguntó Lucifer.
Alastor apretó los labios y se encogió de hombros, diciendo:
—Pues... he descubierto que me agrada un poco algo de los llamados rock y metal. Encontré un par de bandas que transmiten mensajes que estoy dispuesto a escuchar sin que sean un montón de gritos sin sentido.
—¿Y qué mensaje sería ese?
—Bueno... Busco bandas más suaves cuyas letras hablen de adorar... a cierto señor oscuro.
Lucifer parpadeó un par de veces, arqueó una ceja y preguntó:
—¿Estás escuchando música satánica?
—Estoy ciertamente impresionado de que esto se pueda hacer hoy en día— comentó Alastor —Tantas canciones dedicadas a ti, mi señor... Claramente me apunto para ser fanático.
Lucifer se sonrojó mucho, pero Alastor se limitó a tomar su mano y darle un beso en el dorso en señal de adoración.
—Encontré que algunas pueden ser casi poéticas— continuó diciendo Alastor —"Él es el resplandor y la luz sin la cual no puedo ver". El Portador de Luz... Lucifer...
—Basta Al— Lucifer se rio nerviosamente, poniendo su mano en la mejilla de Al para empujarlo suavemente.
Alastor se rio un poco también, suspiró y dijo:
—Me gustó la película. Eres bueno eligiendo cosas que me van a gustar.
—Bueno, no habías visto películas antes— señaló Lucifer —Tampoco es que tus estándares sean muy altos, ¿no?
—No me insultes de esa manera. Mis gustos son muy refinados, solo da la casualidad de que has escogido bien.
—Ay, sí, claro.
—Y oye, tengo una pregunta.
—Dime.
—Me pareció ver el título "Bambi" mientras buscabas la película.
—Aja...
—¿Qué es eso? O sea, tú y ese tonto de Angel siempre me llaman así y yo simplemente no lo entiendo.
Lucifer se rio, saliendo de los créditos de Lalaland para buscar la mencionada película en la pantalla. Alastor frunció el ceño al ver aparecer en la televisión a un cervatillo.
—¿Ahora entiendes?— Lucifer ahogó una risilla.
—Muy divertido— gruñó Alastor —En serio, me muero de risa.
—Vamos, es que tú también eres adorable, Bambi.
—¿Al menos vale la pena ver esta película?
Lucifer iba a proponer que la vieran, pero recordó la funesta escena de la muerte de la señora Bambi.
Alastor, entre todas las personas, era quien menos iba disfrutar ver una película donde un pequeño cervatillo perdía a su mamá a manos de un asesino desalmado.
—Nah, es muy tonta— respondió Lucifer, tratando de sonar indiferente —Es mejor que nunca la veas.
*****
Como Alastor seguía pareciendo un poco desanimado por el final de la película, Lucifer le propuso que bajaran a cenar y a beber un par de copas.
Alastor no se había resistido, pero igual se veía raro. Lucifer realmente esperaba que esto se debiera a su estado de ánimo y no a que encontrarse en el mundo humano estuviera comenzando a hacer estragos en él. De la primera opción podría encargarse. De la segunda no.
De la mesa de la cena en el comedor habían pasado a la barra del bar, donde Lucifer le había pedido al cantinero que les dejara la botella de whisky. También, aprovechando que los vendían ahí mismo en la barra ya que no era ni un sitio ni un horario familiar, Lucifer compró un par de puros que, por el olor, eran de bastante buena calidad.
—Realmente aprecio mucho los gestos que tienes conmigo, Samael— comentó Alastor mientras el humo del puro salía de su boca con cada palabra, usando el nombre angelical de su compañero al haber gente alrededor —Me gustaría regalarte algo también pero bueno... No sería correcto comprarte algo con tu propio dinero, ¿no?
—Tu compañía ya es bastante regalo para mí, querido— respondió el rubio, mirando a Alastor con los ojos entrecerrados.
El moreno se rio entre dientes y vació su vaso de un trago. Lucifer no había creído que esa fuera una noche para beber y olvidar, pero lo cierto era que Alastor ya había bebido demasiado.
—Prometo hacer algo especial para ti cuando volvamos a casa— Alastor volvió a meterse el puro en la boca.
—En serio, no es necesario— aseguró Lucifer —Hago todo esto porque quiero hacerlo.
—El trato no tiene nada que ver, supongo.
—Desafortunadamente, ni yo puedo romper un trato. Si no, créeme que te dejaría libre y ya no me deberías nada. Hago todo esto por ti porque realmente te aprecio y bueno, qué se yo, me gusta demostrar afecto con regalos.
—Entonces, aprovechando eso, ¿puedo pedirte una cosita más?
—Lo que sea, es tuyo.
—Cuando volvamos a casa, ¿me regalarías uno de tus patitos?
Lucifer se sorprendió un poco ante aquella petición. Alastor sonrió ante la cara de incredulidad del ángel.
—¿Por qué?— fue todo lo que Lucifer atinó a decir.
—No lo sé. Tienes demasiados en tu habitación— comentó Alastor —No importa cual, solo quiero tener algo tuyo. No va a combinar muy bien con el resto de la decoración en mi habitación, pero creo que de eso se trata. Quiero que resalte. Que se note que este lindo patito pudo abrirse paso para llegar a un lugar a donde quizás no se suponía que estuviera.
—¿Y cuándo otros lo vean qué vas a decir?
—Que fue un regalo del rey del infierno, ¿qué más quieres que diga?
—¿Tú... estás de acuerdo con hacer público... esto que tenemos?
Alastor se sirvió otro whisky con toda la calma del mundo antes de responder:
—Si tú te sientes cómodo con eso, yo no voy a poner obstáculos.
Mierda. Tan solo de pensar en decirle a Charlie "Oye cariño, adivina, me estoy cogiendo a tu gerente administrativo" se le puso la piel de gallina.
¡No, momento! ¡Era mucho peor que eso! Sería mucho más fácil explicar que se lo había cogido. Pero no.
"Oye cariño, adivina, estoy teniendo sentimientos por tu gerente administrativo. Sí, ya sé que prometí amar a tu madre toda la eternidad, ¿eso me hace un maldito traidor mentiroso?"
—No. No, yo creo que... es mejor si somos discretos por un tiempo— sentenció Lucifer.
Carajo, ¿por qué se sentía tan culpable por decir eso? Miró a Alastor casi con miedo de su reacción, pero el moreno solo se encogió de hombros y contestó:
—De acuerdo, entonces me aseguraré de que ese patito no quede a la vista para evitar preguntas.
Lucifer sintió un nudo en el estómago. Casi preferiría que Al se molestara con él. Que fuera tan comprensivo solo lo hacía sentirse peor por tratarlo así.
—No te daré cualquier patito— comentó Lucifer, sin mirarlo —Hace tiempo yo... Hice algunos patitos personalizados de todos en el hotel. Puedes tener al patito Alastor.
Ay no, ¿eso sonaba demasiado raro?
—¿De todos en el Hotel?— repitió Alastor, arqueando las cejas.
Lucifer asintió.
—¿Puedo tener también al patito Lucifer, si no es mucho pedir?— pidió Alastor —No quisiera separarlos.
El rubio rio nerviosamente y asintió. No había hecho un patito de sí mismo, pero por todos los cielos, iba a hacer uno en cuanto estuviera de vuelta en su mesa de trabajo.
Al principio de su matrimonio, Lilith encontraba simpático su hobbie de hacer patitos de goma. Sin embargo, cuando esto se convirtió más en una obsesión insana en la que se encerraba para no enfrentar su depresión, Lilith comenzó a echarle en cara que tenía que dejar de pensar en "esas ridículas cosas amarillas".
O sea... Lucifer no la culpaba. Debió ser super frustrante para ella tener que hacerse cargo del reino y de su hija mientras él solo hacía decenas de patos todos los días.
De todos modos, se sintió muy contento de que Alastor apreciara sus patitos. Hacía mucho tiempo que solo lo hacía porque sentía que ya no tenía otra cosa en qué gastar su energía. Ya ni siquiera lo disfrutaba, pero ahora estaba más que entusiasmado de llegar a hacer un patito Lucifer para regalárselo a Al.
—Cl-claro— Lucifer se frotó el brazo, nervioso —No sería correcto separarlos.
Alastor ya se había bebido el whisky y se estaba sirviendo otro. Lucifer lo miraba sin decir nada, desviando un poco su atención a la pequeña flor rosada en el bolsillo de la camisa de Al, misma que el rubio había cortado para él de un arbusto fuera del comedor.
—Alastor, mira... no pienses que...— Lucifer carraspeó y lo miró —No quisiera que pienses que no te tomo en serio. No eres una aventura que quiero ocultar, solo necesito... Tiempo.
—No me ofendo, en serio— dijo Alastor tranquilamente —¿No recuerdas lo que te conté? Siempre fui el pequeño secreto divertido de mis conquistas cuando estaba vivo. Sé cómo ser discreto.
Okay, era Lucifer quien estaba ofendido con esa afirmación. Sabía que el borracho y alegre Alastor no pretendía ofenderlo, pero le dolió en el orgullo ser comparado con aquellas mujeres. ¡Él no tenía nada que ver con ellas! Esas mujeres solo se habían acercado a Al para pasar el rato y coger y luego volver a su vida normal sin que nadie se enterara, fingiendo que el guapo locutor no era nada para ellas. Él no...
Mierda.
—No, no es igual— afirmó Lucifer —Al, tú me gustas en serio. Solo necesito tiempo para asimilar cómo voy a decirle esto a mi hija.
—Sam... No estoy ofendido. Toma todo el tiempo que quieras— contestó Alastor —Yo haré mi parte fingiendo.
De nuevo, Lucifer se molestó un poco. No con Al, sino consigo mismo. Sabía que estaba poniendo excusas, y la mayor prueba de ello era que sintiera esa necesidad de justificarse cuando Alastor ni siquiera parecía tener un problema.
Alastor estaba a medio vaso cuando Lucifer respiró hondo y murmuró:
—Creo que ya has bebido demasiado
Para su sorpresa, el demonio soltó una alegre carcajada y respondió:
—¡Para ti, tal vez! Tranquilo chaparrito, sé que para alguien de tu tamaño un par de whiskies ya es excesivo, pero yo tengo bastante tolerancia.
—Ay sí, claro. Ya estás borracho.
—No lo niego. Pero no soy un borracho imprudente. Todavía sé de qué estamos hablando, solo... Puedo ser un poco más desinhibido.
—No creo que sea posible que tú seas desinhibido de ninguna manera, anciano.
—¿Quieres apostar?
—Hablas demasiado y veo poca acción, venadito.
Alastor se desabrochó los botones superiores de la camisa, apagó el puro en un cenicero, rellenó su vaso medio vacío, le dio un par de giros como si lo estuviera mezclando y comentó:
—Me encanta esa canción.
Lucifer prestó un poco más de atención a la canción que sonaba en las bocinas del bar. Un sonido de guitarra distorsionada con una energética batería acompañaban una voz masculina rasposa.
—No parece muy tu estilo. ¿Desde cuándo la conoces?— preguntó Lucifer —¿Desde ayer?
—De hecho sí, ayer— Alastor soltó una risita tonta, levantándose de su asiento sin soltar su whisky, del cual bebió un enorme trago antes de pasar al centro de la pista vacía.
—¿Qué estás haciendo, Al?— Lucifer se rio con algo de nerviosismo al ver que muchas miradas se posaban sobre su compañero.
Alastor no respondió, y Lucifer no pudo más que abrir mucho los ojos cuando lo vio comenzar a bailar.
Mierda, ni siquiera parecía que estuviera improvisando. Se movía en perfecta sincronía con aquella canción de rock, como si hubiera pasado días ensayando esa coreografía.
Alastor se bebió el resto del whisky (del cual no había derramado ni una sola gota) y, para sorpresa de Lucifer y de todos los presentes, se subió a una mesa de un salto para seguir bailando.
Esta acción fue recibida con aplausos y gritos de un grupo de mujeres jóvenes que al parecer habían reemplazado a las chicas del cortejo nupcial como el nuevo club de fans de Alastor.
Lucifer supuso que debería hacer algo, pero estaba ensimismado. Alastor era un gran bailarín, estaba montando un show impresionante con una canción que seguro solo había escuchado una o dos veces.
El moreno se bajó de la mesa de un salto, se acercó sin perder el ritmo a la mesa de las chicas, bailó un poco a su alrededor (ellas se volvieron locas, entre grititos de emoción), y luego volvió al centro de la pista.
"No eres icónico, eres como todos los demás"
La canción terminó, con Alastor dando un giro que lo hizo caerse de espaldas. Lucifer se paró de inmediato para ir a levantarlo, mientras todos en el lugar aplaudían.
Temió que Al se hubiera desmayado, pero se alivió mucho al verlo riéndose en el piso. Tenía las mejillas muy sonrojadas y la frente llena de sudor.
—Okay, tú ganas— aceptó Lucifer, ayudándolo a sentarse en el piso —No eres un anciano aburrido.
Alastor no dijo nada. En cambio, lo tomó por el cuello de la camisa, lo jaló hacia él y lo besó.
El tibio aliento de Al sabía a puro whisky, sin embargo, eso no le pareció desagradable a Lucifer. De hecho, por algún motivo le pareció super sexy en ese momento.
Lucifer se separó de él para mirarlo fijamente. Alastor sonreía, con los ojos entrecerrados y el pelo súper despeinado.
—Eres increíble, en serio— comentó Lucifer —Me encantó el show, espero que lo recuerdes mañana.
—Lo haré. Te lo dije, no soy un borracho que no sabe lo que hace— aseguró Alastor —El alcohol solo me provoca hacer cosas que mi yo sobrio tendría demasiada pena para hacer o decir.
—Es bueno saber que al menos hay algo capaz de tirar tus muros de señor serio y elegante.
—Lucifer, ¿quieres tener sexo conmigo esta noche?
Lucifer lo soltó de la sorpresa, y Alastor volvió a caerse al piso, riéndose.
—¡Ay, mierda, lo siento!— exclamó Lucifer, volviendo a levantarlo —Eh... ¿Seguro que sabes lo que dices? Porque si estás muy ebrio...
—Estoy bien— aseguró Alastor —Y me siento listo para intentarlo esta noche.
El rubio observó a su compañero atentamente. A pesar del sonrojo, el sudor y la sonrisa boba, la mirada de Al no era la de un hombre ebrio. Él estaba plenamente consciente de lo que le pedía.
—¿Seguro?— insistió Lucifer —No quisiera que mañana despiertes arrepentido por no recordar esto...
—Cariño, si tú eres el que no quiere, está bien— lo tranquilizó Alastor
—¡Pero claro que quiero! Solo estoy confirmando que estés consciente.
—Estoy muy consciente, patito.
Lucifer lo ayudó a ponerse de pie, temblando de la emoción. Se apresuró a ir a pagar por los tragos, dejando algo extra por las marcas de zapatos en el mantel blanco de la mesa a la que Al se había subido.
—Vamos, vi que hay una farmacia al otro lado de la calle— lo apresuró Lucifer, tomándolo de la mano.
La noche anterior había estado dispuesto a hacer lo que fuera sin lubricante o condones, pero vamos, si tenía la oportunidad de conseguirlos no iba a dejarla pasar. Lo que menos necesitaba era que la primera vez de Alastor con él fuera un recuerdo doloroso y pegajoso.
—¿Para qué necesitamos ir a la farmacia?— preguntó Alastor.
Lucifer no respondió, solo soltó una risita. Era fácil olvidar que Alastor era un inexperto.
*****
Al día siguiente, Lucifer se despertó con un casi nulo sentido de la orientación. Por unos segundos, olvidó dónde estaba.
Al abrir los ojos, se encontró con que la luz que entraba por la ventana era tenue, pues el día estaba completamente nublado, aunque aún no estaba lloviendo.
Entonces se percató del dolor. No era un dolor fuerte, pero se sentía como si se hubiera caído de las escaleras o algo así. Le dolían el cuello, los hombros, y un dolor punzante en la espalda le hizo pensar que tenía pequeños cortes abiertos.
Sonrió un poco al sentir que Alastor lo rodeaba con sus brazos. Lucifer se sentía bastante cómodo y calientito, y ya entendía por qué.
Solo entonces, se percató de otro ligero dolor en otra parte, y recordó todo de golpe.
—¡Oh por Dios!— exclamó, incorporándose en la cama.
—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?!— Alastor se despertó de golpe, mirando alrededor, buscando qué había hecho que su compañero gritara así.
Lucifer tenía los ojos muy abiertos. Todo su cuerpo protestó de dolor por el movimiento tan repentino, pero lo ignoro. Su corazón comenzó a latir muy rápido. Tenía la boca abierta, maravillado por los recuerdos.
—¿Qué pasa?— insistió Alastor, tocándole el hombro.
Lucifer lo miró. El hombre moreno, con el cabello totalmente alborotado, tenía el cuello y las clavículas llenas de moretones. Él se había vuelto hacia la mesita de noche para buscar sus gafas a tientas, pero antes de que pudiera tocarlas siquiera, Lucifer se lanzó sobre él, gritando:
—¡Alastor, lo hicimos!
Se maravilló aún más cuando su cuerpo tocó el de Alastor, y pudo sentir que ambos seguían desnudos. Soltó una alegre risa y le echó los brazos al cuello para besarlo.
Luego, dirigió su cara al cuello de Alastor, embriagándose con el aroma de su piel. Alastor siempre tenía ese olor amaderado que daba una sensación hogareña y cálida. Olía a hombre. No solo a hombre, sino a caballero.
Se separó de él, y no pudo evitar sentir mariposas en el estómago al ver que Alastor le dirigía una mirada tímida con una pequeña sonrisa. Lucifer simplemente no podía... Es decir, ¿cómo resistirse a este hombre alto y refinado que resultaba ser, de alguna manera, tan tímido pero a la vez salvaje en la cama?
Alastor no se había contenido. Aunque al principio Lucifer tuvo que explicarle un par de cosas, al final el demonio se había dejado llevar y, luego de estar dentro de Lucifer, ninguno de los dos tuvo miedo de ponerse rudo (que, honestamente, era lo que Lucifer esperaba cuando se imaginaba cogiendo con él). Alastor lo había arañado, ahorcado y mordido, y seguro que hubo sangre de por medio, lo cual había excitado mucho más al demonio. Y se había excitado todavía más cuando Lucifer se portó de la misma manera con él. Habían disfrutado de los momentos tiernos, seguro, pero después de todo, Lucifer tenía que hacerle recordar quién era él y por qué estaba a cargo.
Con el perdón de su ex esposa y todos sus amantes humanos del pasado, pero esa noche, Lucifer había tenido el mejor sexo de su vida.
Mierda, y eso que todo había sido relativamente sencillo. Estaba ansioso por volver al infierno, donde podía conjurar otras cosas con su magia y no estaba limitado por la fragilidad de su cuerpo humano.
—Hice que te vinieras— comentó Lucifer con mucho orgullo, inflando el pecho.
—Sí— Alastor lo empujó juguetonamente, algo avergonzado.
—¿Cómo se sintió, cariño?
Alastor se sonrojó y se encogió de hombros.
—No seas tímido, flacucho— se burló Lucifer.
—Divino— respondió Alastor.
Lucifer le apartó el pelo de la cara y lo besó de nuevo, pasando sus manos por su mentón, rasposo por el vello facial que comenzaba a crecer. Sentir esa misma textura cuando Al lo besó en su cuello, su pecho, su espalda y su abdomen la noche anterior lo había elevado al paraíso.
—Quizás no tomaste mi virginidad— comentó Alastor —Pero sí fuiste el primero que me hizo llegar al orgasmo.
—Eso es más que suficiente para mí— respondió Lucifer —Estoy honrado
—¿Orgulloso?
—Tan orgulloso que me hubieran nombrado el Rey del Orgullo si no lo fuera ya.
Alastor le acarició el cabello, mirándolo con adoración.
—Me encanta cómo te ves despeinado— comentó.
—¿Debería dejar de peinarme?— preguntó Lucifer.
—No, no. Guarda esta imagen tuya solo para mí.
Alastor tomó entre sus dedos un mechón de pelo rubio, observándolo con atención.
—Nunca nadie me había hecho sentir tan... deseado— murmuró Alastor, aun distraído con el pelo de Lucifer —Sentí que realmente querías estar conmigo, no por lujuria. Sentí tu deseo de que te hiciera mío y de que yo fuera tuyo. Eso... Supongo que eso fue lo que hizo que esta vez fuera real. Y... no sé cómo agradecerte por hacerme sentir esto.
—No tienes que agradecer nada. No podría ser de otra manera, Alastor— contestó Lucifer, poniendo su mano en el pecho del hombre —Quiero que nos pertenezcamos. Quiero ser tuyo y que seas mío por siempre. Después de todo, tenemos toda la eternidad para nosotros.
—Deseo que el sentido de pertenencia vaya más allá de solo el sexo, quiero aclarar.
—Aunque el sexo esta noche fue muy placentero, ¿no?
—Por supuesto.
—Y espero que no te olvides de lo que dije sobre que, ya que estemos en el infierno, puedo saciar tu apetito de carne de ángel tanto como lo desees.
—No podría olvidarme de una propuesta tan tentadora, querido.
Lucifer lo besó de nuevo y se acurrucó en su pecho. Sentía el corazón latiendo a mil por hora.
No había pasado por alto el comentario de "pertenencia más allá del sexo". Qué manera tan refinada y sutil de decir "¿Y qué somos?".
Rápidamente había cambiado de tema porque... ¿qué eran? ¿Qué era lo que Alastor quería de él? ¿Ser su novio?
¿Lucifer quería ser novio de Alastor?
El sexo había sido el mejor de su vida, y estaba plenamente consciente de que podía pasar mucho tiempo antes de que Alastor quisiera volver a coger. Podría ser esa misma noche, en una semana o el próximo mes. O nunca. No debía olvidar que, a todas luces, estaba tratando con un asexual.
Sin embargo, a Lucifer no le importaba. Él era un entusiasta del sexo, sí. O sea, hacía años que no tocaba a nadie, pero en su mejor momento, solo Asmodeo mismo podía superarlo. Sin embargo, el sexo pasaba totalmente a un segundo plano si se trataba de estar con Alastor.
Tal y como le había dicho antes a él, Lucifer estaba mucho más enfocado en cómo el moreno lo hacía sentir. El sexo no era nada comparado con sentir que alguien lo quería, que era merecedor de amor, alguien que lo escuchaba, le daba afecto, tenía una conversación agradable y también le daba su sana dosis de discusiones y competencias tontas. Alguien que lo trataba como un igual, que no lo veía del todo como un plebeyo ve a un rey y que tampoco se sentía superior. Alguien con ideas claras que bien podría ayudarlo a gobernar. Alguien que amaba a Charlie y estaba dispuesto a morir o matar por ella si fuera necesario.
Él era perfecto.
Y aun así, Lucifer no se había quitado su anillo de matrimonio esa noche.
Un matrimonio que ya ni siquiera existía, incluso desde antes de que ella desapareciera.
Le había hecho a Lilith la promesa de amarla por toda la eternidad. Eso significaba algo, uno no se casaba para luego abandonar todo.
"Ella te abandonó ti, Lucifer, no lo olvides"
¿Por qué ella había hecho eso? No era justo. Si quería irse, debió primero decirlo que no lo amaba más y luego desaparecer, no solo esfumarse. Así, al menos Lucifer sabría. En cambio, había pasado 7 años esperando a que ella volviera y le dijera que había pensado mejor las cosas y quería arreglar todo.
En su mente, Lilith iba a volver, volverían a estar juntos y, aunque Charlie ya no era una niña que volvería a casa de sus padres, los tres podrían volver a ser una familia. Quizás incluso hacer un nuevo retrato real, incluyendo a Vaggie como parte de los Morningstar.
Ese era el sueño de Lucifer. O ese creía que era su sueño, porque ahora estaba muy confundido.
Quería ese nuevo retrato de la familia real, solo que ahora no sabía si quien realmente debía formar parte de él era el Demonio de la Radio.
—Hoy sí debemos salir a buscar al humano— comentó Alastor de repente, sacándolo de sus pensamientos.
—Sí, creo que sí— suspiró Lucifer —¿Quieres que tomemos una ducha juntos?
—Por supuesto, cariño.
Lucifer se apartó de encima de Alastor, quien casi de inmediato se sentó en el borde de la cama, dándole la espalda.
El rubio notó las marcas de arañazos en la espalda de Al. Esos no eran arañazos de manos humanas. Mierda, quizás entre el éxtasis, sus poderes se habían manifestado y ni siquiera se había dado cuenta...
Entonces se percató de que Alastor llevaba demasiado tiempo sentado en la misma posición. Lucifer se acercó un poco, y notó que Al estaba cabizbajo, con una mano en el pecho, respirando lentamente.
—¿Te sientes bien?— le preguntó, preocupado de que le doliera la cicatriz.
—Sí, sí— respondió Al —Tuve una sensación rara en... mi corazón, supongo.
Lucifer tragó saliva. Había llegado el momento, el cuerpo de Alastor iba a comenzar a manifestar síntomas de que debían regresar.
—Hay que darnos prisa, flaquito— lo apremió, dándole una palmadita en el hombro, tratando de sonar tranquilo.
*****
Por el siguiente par de días, Alastor parecía estar cada vez más agotado. Las caminatas por la ciudad se hacían cada vez más breves, y él ya no tenía tanta urgencia por levantarse tan temprano como acostumbraba.
Lucifer sabía que debía estar muy adolorido, lo descubría varias veces con la mano sobre el corazón, tomando grandes bocanadas de aire para regular su respiración. Y cada vez, cuando Lucifer preguntaba qué le pasaba, Al sonreía y le decía que no era nada.
El soberano no quería insistir mucho. Alastor se ponía algo gruñón si le preguntaba la misma cosa muchas veces, así que bueno, iba a confiar en que, cuando realmente ya no pudiera continuar, se lo diría.
Ese día, los hombres se encontraban en el malecón del otro lado de la bahía en la que estaba su hotel. Aquel edificio se veía muy pequeño a la distancia, pero Alastor aseguraba que sentía que estaban en el camino correcto.
A Lucifer le gustaba mucho caminar con Alastor. Sobre todo desde que lo hacían tomados de la mano. Desde el día que confesaron sus sentimientos, Alastor se aseguraba de darle la mano en cuando Lucifer cerraba la puerta de la suite, y no lo soltaba a menos que fuera totalmente necesario.
Las manos humanas de Al eran bastante grandes y rasposas en comparación a las de Lucifer. Entrelazaban sus dedos, y el moreno sonreía sin decir nada cuando el rubio hacía que sus manos se balancearan adelante y atrás mientras caminaban.
—¿Podemos sentarnos un momento?— pidió Alastor de repente, cuando pasaron cerca de una banca vacía.
—Oh... Sí, por supuesto— respondió Lucifer.
Se preocupó un poco por la petición, pero esperó hasta que ambos estuvieron sentados en la banca con vista al mar antes de preguntar:
—¿Te sientes mal?
—Me siento un poco mareado— admitió Alastor —Pero solo necesito un respiro. No te preocupes.
Lucifer hizo un pequeño puchero, pero no lo cuestionó. De nuevo, no quería preocuparse de más y molestar a Al con esas preocupaciones.
—Me alegra que estos días hayan estado nublados— comentó Alastor, queriendo cambiar de tema —Hubiera sido una tortura caminar tanto bajo el sol.
—Aunque parece que va a llover muy fuerte más tarde— observó Lucifer, viendo que las nubes de más allá del horizonte eran más oscuras que las que cubrían el cielo en esos momentos.
—Sí, pero para ese momento espero que ya estemos de vuelta en el hotel, quizás en el sofá, viendo otra película.
Lucifer lo miró y asintió, sonriendo. Alastor le devolvió la sonrisa, alzando una mano para acomodar el cabello del rubio.
—¿Podemos tomarnos una foto?— preguntó el moreno de repente.
—¡Por supuesto!— respondió Lucifer de inmediato, emocionado de que su compañero fuera quien propusiera aquello.
Alastor sacó su propio teléfono para tomar varias selfies. Lucifer se acercó a él, sonriendo o besándolo en la mejilla para algunas de estas.
—Mira nada más, señor "esta cara fue hecha para la radio"— se burló Lucifer, luego de que Alastor se detuviera luego de unas veinte fotos.
—No puedo evitarlo. Realmente quiero capturar estos momentos— explicó Alastor —Y nadie va a enterarse de que tengo este aparato de todos modos, ¿recuerdas?
—Sí, sí, lo que tú digas. Igual es mejor que no te gusten las fotos porque seguro que te pedirían que salieras en la portada de una revista en el infierno y yo no viviría tranquilo sabiendo que un montón de gente tiene una foto tuya en su casa.
—Eso no sería un problema porque seguro que Vox las compraría todas— bromeó Alastor —Y no te preocupes, no me pediran algo así de nuevo luego de que los rechacé varias veces en el pasado.
—¿Te pidieron salir en una portada?
—Sí, un tiempo estuvieron haciendo artículos sobre los overlords. Igual accedí a la entrevista, pero nada de fotos.
—Recuerdo algo de las entrevistas a overlords, sí... Aunque fue hace mucho. Y la verdad no recuerdo haber leído la tuya.
—Seguro ni siquiera habías escuchado de mí en ese entonces...
—No, sí había escuchado de ti. Poco después de que llegaras al infierno, supongo. Dijeron que había un sujeto que estaba matando a los overlords, y yo dije "¿Y se supone que eso es un problema?" y Lilith dijo "Claro que es un problema, ¿sabes lo poderoso que se está haciendo si se queda con todas las almas de esos overlords?" y yo dije "Sí, bueno, nos ahorramos el trabajo de vigilarlos. Ahora en vez de veinte solo es uno". Supongo que Lilith pensó que tenía razón porque ya no te volvió a mencionar.
Alastor hizo una pequeña mueca de incomodidad, pero no dijo nada.
—Siempre fuiste muy ambicioso, ¿no?— señaló Lucifer.
—Pasé toda mi vida como humano soportando que me trataran como ciudadano de tercera clase por ser pobre y por mi color de piel— respondió Alastor —No iba a dejar que me trataran así en el infierno, y no había reglas así que... Labré mi propia suerte y me hice muy poderoso.
—Creo que eres valiente. Un recién llegado creyéndose el dueño de todo, atacando a los overlords, ni más ni menos...
—No iba a volver a tener miedo de nadie.
—Sin embargo, no los mataste a todos.
—Porque estaba consciente de que había algunos que no hubiera podido derrotar. No me atrevería a meterme con Zestial, por ejemplo.
—Claro, entiendo. Aunque según yo Rosie también era ya una overlord en aquel entonces...
—Planeaba atacar a Rosie. Me acerqué bastante a ella un buen día con toda la intención de desaparecerla, ¿y sabes que hizo?
—¿Qué hizo?
—Me golpeó con su sombrilla y me regañó por asustarla de esa manera.
Lucifer soltó una carcajada al imaginar la escena. Alastor también se rio y continuó:
—¡Y mi único instinto fue disculparme por incomodarla! Y no sé, luego de eso solo... Hablamos. Me invitó a tomar el té. Me di cuenta de que era una caníbal y qué te puedo decir... Hemos sido mejores amigos desde entonces.
—Te encantó que te desafiara, ¿no?— observó Lucifer.
—Siempre es un honor conocer a una dama refinada que sepa pelear.
Alastor se rascó la cabeza y lo pensó por un momento antes de añadir:
—Oye, si tú y yo vamos a... estar juntos o lo que sea... Tienes que saber que Rosie es muy importante para mí.
—Eso lo sé, Al— aseguró Lucifer.
—No, de verdad. Quiero decir que yo amo a esa mujer. Platónicamente, por supuesto. No hay nada que no haría por ella. Tienes que estar muy consciente de eso.
—En serio. Lo sé, Al. Tranquilo, no es necesario que estés tan a la defensiva.
Alastor soltó una risita nerviosa y suavizó el tono al decir:
—Perdona. Es solo que... Quiero que quede claro porque... Vox odiaba que pasara tanto tiempo con ella. Fue un gran problema, y en parte fue una de las razones por las que sabía que no iba a funcionar lo mío con él.
—Gracias por decírmelo, pero no tienes que preocuparte. Yo ya sabía que tú y Rosie son muy cercanos, eso no tendría por qué molestarme. Además llevan unos 100 años siendo amigos, si fuera a pasar algo más, ya habría pasado.
—¡Exacto! Tú sí sabes escuchar y comprender. Eh... Aunque también debes saber que después de su tercer divorcio, casi nos casamos para alejar a sus pretendientes por un tiempo... y por motivos fiscales.
—¡Tú ni siquiera pagas impuestos, mentiroso!
—Claro que no. No le daré dinero al rey, que se joda ese tonto.
Lucifer se rio y le dio un codazo.
—Lo que quiero decir es que no debes sentir celos ni de Rosie ni de nadie— finalizó Alastor —Mi amor y fidelidad son única y completamente para ti.
—Bueno, me alegra saberlo, porque si no, iba a deshacerme de cualquiera que se atreviera a mirarte— respondió Lucifer.
Alastor sonrió y se acercó a darle un beso. Lucifer sintió que su cara se ponía algo roja.
El hombre más alto se separó de él, todavía con una pequeña sonrisa en los labios, y antes de decir otra cosa, miró al otro lado de la calle y anunció:
—Iré a comprarte un helado, ¿bien?
—Ah... sí, claro— aceptó Lucifer, algo sorprendido por el repentino gesto —¿Voy contigo?
—No, no. Quédate aquí, o alguien más se sentará en nuestra banca.
—De acuerdo. ¿Tienes dinero?
Alastor se levantó de la banca y sacó la tarjeta de Lucifer de su bolsillo.
—Tengo el dinero de los que sí pagan sus impuestos— respondió antes de ponerse en camino.
Lucifer se rio, viendo a Alastor cruzar la calle para entrar a la heladería.
Sinceramente, estaba algo preocupado. Desde el día que tuvieron sexo, Alastor estaba más cariñoso que nunca, y no es que a Lucifer le molestara. Todo lo contrario, le encantaba ver ese lado de Alastor.
El verdadero problema era que Alastor comenzaba a hacer cada vez más preguntas o comentarios que hacían que Lucifer se sintiera presionado, aunque no lo hiciera intencionalmente.
Como eso que acababa de pasar. Alastor advirtiéndole de su amor por su mejor amiga, y luego afirmando que su fidelidad era para Lucifer...
Obviamente Alastor estaba preparando el terreno para hacer de eso una relación oficial. O al menos, es lo que Lucifer pensaba. Y se sentía muy mal consigo mismo al percatarse de que, lejos de emocionarlo, eso le preocupaba.
¿Qué iba a decirle a Charlie? ¿Qué iban a decir los demás en el Hotel? ¿Cómo iban a reaccionar sus súbditos?
Y él... ¿Qué quería él? ¿Cómo iba a iniciar una nueva relación si aún llevaba su anillo de matrimonio y pensaba en su ex mujer todos los días?
Las cosas con Alastor eran satisfactorias y divertidas, pero las dudas comenzaban a invadirlo a medida que todo se tornaba más serio. Seguro, quería estar con él pero... Se sentía como que todo iba demasiado rápido.
—Me di cuenta muy tarde de que no te pregunté qué sabor querías— comentó Alastor, volviendo a sentarse —Así que solo pedí los que se veían más coloridos, porque seguro tienen un montón de azúcar, y sé que te encantan las cosas dulces.
Lucifer tomó el helado que Alastor le ofrecía. En un solo cono, había helados de colores rosa, azul, verde, morado, y blanco mezclado con chispas de colores.
Esto contrastaba bastante con el helado que Al conservaba en su mano, de color café oscuro.
—Veo que al señor "no me gustan los dulces" también se le antojó un helado— comentó.
—Me llevé la grata sorpresa de que tenían helado sabor espresso, sin azúcar— respondió Alastor —¿Quieres probar?
Sin estar muy convencido, Lucifer probó el helado de Al, y no pudo evitar hacer una mueca al sentir el fuerte sabor del café cargado.
—¡Es demasiado amargo!— protestó.
—Lo sé, ¿no es genial?— se burló Alastor.
—Me quedo con el mío. Muchas gracias, Al.
Lucifer lamió la parte azul de su helado. El sabor a chicle ayudó a quitarse el amargo sabor de la boca. Alastor sonrió y negó con la cabeza antes de concentrarse en su postre.
Ahí estaba el problema. Lucifer amaba pasar tiempo con este hombre. De verdad que sí. Saber que era el único por quien el temible Demonio de la Radio cruzaría corriendo una calle para comprarle un helado, sabiendo qué sabores llevarle sin necesidad de preguntar, lo llenaba de alegría. Quizás sí valía la pena dejar todo atrás por Alastor, solo que... tenía miedo de dar un salto tan drástico.
Lilith había sido la única en su vida por siglos. Llevaba apenas unos meses conociendo a Alastor... ¿De verdad iba a arriesgarse de esa manera?
Al contemplaba el mar en silencio, mientras Lucifer lo observaba a él.
Carajo, su corazón acelerándose solo por mirar a ese hombre debía ser respuesta suficiente para aquella pregunta.
El viento marino sopló, alborotando un poco el flequillo de Alastor, haciendo que cubriera sus ojos al caer.
Antes de que Al pudiera siquiera levantar su mano, Lucifer se apresuró a ser él quien quitara aquellos mechones de la vista de Al, aprovechando para acariciar su cabello un poco.
—Tu pelo es hermoso— comentó, peinándolo hacia atrás con los dedos.
—Tuve un buen estilista— respondió Alastor con una sonrisa.
Lucifer siguió acariciando su cabello por unos momentos más antes de retirar su mano. Automáticamente, los mechones castaños volvieron a su posición original, quizás más alborotados que antes.
—Creo que nunca te di las gracias por el corte de pelo— señaló Alastor —Así que gracias. De verdad me gusta mucho como me veo con este estilo. Creo que lo voy a conservar por un largo tiempo.
—Te ves muy guapo, en serio. Te queda muy bien— aseguró Lucifer —Y seguro que sí me diste las gracias en su momento.
—No... Seguro dije algo como "No está mal".
El rey trató de recordar, aunque la verdad no lo logró.
—No estoy seguro— respondió —Pero seguro lo tomé como un agradecimiento.
Lucifer se rio un poco y se encogió de hombros al añadir:
—Ya te conozco bien, flaco. Sé que tus "No está mal" significan "Gracias". Que tus "Eso jamás va a pasar" son un "Necesito que insistas más para convencerme". Tus "No" son posibles "Sí" y que tus "Jódete" en realidad fueron un "Esta pelea no tiene sentido. En realidad me estoy muriendo por decirte lo mucho que me importas, Lucifer".
—¿Todo eso quise decir las veces que te dije "Jódete"?
—Oh sí, ahora estoy seguro de eso.
—Eres un tonto.
—¿Pero tuve razón en todo?
—No estás tan alejado de la realidad. Pero que conste que esas reglas solo se aplican contigo.
Lucifer sonrió, satisfecho, recargando su cabeza en el hombro de Alastor.
—Este helado blanco con chispitas es muy bueno— comentó Lucifer luego de un rato —¿Quieres probarlo?
—Okay, lo haré— aceptó Alastor.
Antes de que pudiera ofrecerle el helado, Alastor tomó a Lucifer por la barbilla y lo besó, mordiendo con suavidad su labio inferior.
El rubio se quedó pasmado por un momento ante el beso inesperado, mientras Al se tomaba su tiempo para saborear.
—No está mal— dijo al fin —Aunque sigue siendo muy dulce para mi gusto.
—¿Siempre fuiste así de cariñoso con tus citas?— Lucifer sintió cómo se ponía muy rojo.
—No lo sé... No que yo recuerde. Me hubiera gustado, pero no podía ponerme muy romántico con chicas blancas en público. Hubiera sido una gran excusa para arrestarme.
—A mí me hubiera gustado salir contigo en aquella época. Seguro te veías como todo un galán con tu traje y tu sombrero.
—Nunca tuve un sombrero en realidad. Eran muy costosos. Pero mamá me regaló una gorra irlandesa cuando cumplí 18, y nunca dejé de usarla para salir, ni siquiera cuando ya tenía dinero para comprar el sombrero.
—Bueno, ya que lo mencionas, seguro te veías mucho más guapo con esa gorra que con un tonto sombrero. Ojalá te hubiera buscado un poco más en esos clubs.
—Hubiera sido interesante, sí... Aunque estoy seguro de que nos conocimos en el momento adecuado de nuestras vidas, ¿no?
Alastor puso su mano sobre la de Lucifer, apretándola suavemente. El rubio se sonrojó todavía más, y apenas abrió la boca para balbucear alguna respuesta, cuando Alastor le embarró su helado en la nariz.
—¡Hey! ¿Qué te pasa?— reclamó, medio riendo mientras se limpiaba con la mano.
—Estás haciendo que me vuelva demasiado cursi— se quejó Alastor —Necesito molestarte cada tanto para nivelar.
—¡Pero me encanta que seas así! Me siento especial de sacar el lado tierno del gran Alastor.
—Sí, pero no me debo de olvidar que debo fastidiarte como solía hacerlo. Créeme, me gusta que provoques estos sentimientos cursis en mí, por eso estoy aprovechando estos días, ya que no voy a poder hacer ese tipo de cosas en el infierno.
Lucifer sintió que su estómago se encogía.
—No es un reclamo— se apresuró a aclarar Al, al ver la cara que puso su compañero.
—En serio lo siento— se disculpó Lucifer de todos modos —Te juro que voy a poner mis asuntos en orden pronto y vamos a poder hacer todo esto en el infierno.
—Yo sé que sí. Mientras tanto, seré muy discreto. Nadie sospechará nada.
—Al... No quiero que pienses que me avergüenza que sepan lo nuestro. En serio.
—Yo entiendo. Mira, ni a ti ni a mí nos gusta la atención no solicitada. Va a ser una gran noticia cuando se sepa, así que... Sí, es mejor estar preparados. No te presiones, puedo ser tu pequeño secreto por años si lo necesitas.
—¡No voy a ocultarlo por años! De verdad, lo haré pronto.
—Te creo, patito.
Lucifer ni siquiera sabía que era lo que supuestamente debía hacer. Lo único en su lista era decirle a Charlie, y Charlie era la persona más comprensiva del mundo.
En cuanto a los demás, ¿qué importa si alguien no estaba de acuerdo? Él era el maldito Lucifer Morningstar, nadie podía decirle qué hacer o no. Si alguien no estaba de acuerdo, podía eliminarlo de la existencia en un parpadeó.
Entonces, ¿por qué se estaba poniendo excusas a sí mismo? Nada ni nadie le impediría pararse en el centro del Pentagrama y besar a Alastor. Excepto, tal vez, su propia culpa.
Al no se merecía ser el pequeño secreto de nadie.
Estaba divagando en estos pensamientos cuando, de repente, Alastor soltó un pequeño quejido y se llevó la mano al pecho.
—¿Está volviendo a doler?— se preocupó Lucifer.
—No es nada— aseguró Alastor con voz ahogada —Va a pasar... tranquilo. Terminamos el helado y continuamos con la búsqueda, ¿está bien?
Lucifer no estaba muy seguro de decir que sí. Tarde o temprano iba a fracasar con aquello de no insistirle a Alastor en que debía preocuparse más por sí mismo.
*****
A lo largo del día, Alastor no pareció mejorar.
Mierda, se notaba que ese pecador realmente pertenecía al Anillo del Orgullo, porque por más que Lucifer trató de hacerlo desistir y obligarlo a descansar, el moreno se negaba, diciendo que tenía la sensación de que se estaban acercando.
Lucifer no lo dudaba, pero al mismo tiempo, tenía miedo de que Al estuviera confundiendo la señal con el creciente dolor en su pecho.
Él mismo no se veía afectado por una condición así, pero había escuchado de boca de otros demonios sobre lo horrible que se sentía cuando sus cuerpos comenzaban a exigir volver al infierno.
Incluso Lilith había pasado por eso una vez, cuando fue invocada por un aquelarre de brujas en el siglo XVII. Ella contó que solía sentir como si algo dentro de su pecho la jalara hacia abajo. Empezaba un día de la nada, y aunque desaparecía por momentos, solo empeoraba con el paso de los días.
Cuando, físicamente, Alastor ya no pudo continuar, Lucifer lo había arrastrado hasta un taxi para obligarlo a volver al hotel.
Entendía que el asunto era bastante urgente ahora, pero Al no le iba a hacer ningún favor a nadie si se desmayaba en la calle. El demonio se la pasó quejándose todo el camino, diciendo que ya se sentía mucho mejor, pero la realidad era que estaba sudando y ardiendo en fiebre.
Lucifer lo había llevado a la habitación, lo obligó a recostarse y se había dedicado a bajarle la fiebre con toallas húmedas hasta que Alastor al fin se quedó dormido.
La tarde pasó con Alastor dormido y Lucifer a su lado, pendiente de que se despertara. Para pasar el rato, se había puesto a revisar el teléfono de su compañero. No pensó que contara como una invasión a la privacidad si consideraba que Alastor no le había puesto contraseña, ni tenía ninguna red social, y en general el teléfono estaba tal cual era su configuración inicial.
Las únicas aplicaciones que el demonio usaba eran Spotify y YouTube, y al parecer, la segunda no lo había impresionado del todo.
Lucifer revisó la desordenada playlist de canciones descargadas de Alastor. Había una extraña selección de canciones entre antiguas y modernas. Al principio estaban las primeras canciones que Lucifer había guardado para él, como el tema de Titanic, luego una basta colección de jazz, algunos soundtracks de las películas que habían visto, canciones aleatorias que no tenían nada que ver una con la otra, de repente había muchas de la banda Ghost, y luego canciones de géneros e idiomas aleatorios de nuevo. Lucifer notó que había bastantes canciones en francés. No tenía idea de que Alastor hablara francés.
Lucifer pensó en un par de canciones románticas que a él le gustaban y las guardó en la playlist de Alastor para que las escuchara después.
Luego de eso, por pura curiosidad, fue a la galería de fotos.
En ella, estaban todas las fotos que se habían tomado juntos esa mañana, y en sus primeros paseos por la ciudad, las que Al había pedido que le enviara. Lucifer no pudo evitar sonreír al ver lo feliz que se veía en la mayoría de las fotos, ¿y cómo no sentirse así?
Le parecía imposible que entre la primera foto de él riéndose con Alastor y su última crisis depresiva hubieran pasado solo algunos días.
Sus días de extrañas vacaciones lo había hecho sentirse como el ser más afortunado del universo... Hasta que empezó a pensar en Lilith.
Sacudió la cabeza, deslizando hacia la siguiente foto. Su corazón dio un vuelco al ver la maravillosa foto donde él y Alastor se estaban besando.
Miró al hombre dormido a su lado. Sus labios estaban ligeramente abiertos, mientras su pecho subía y bajaba lentamente, al compás de un suave ronquido. Lucifer se dedicó a observar su rostro de cerca. Su nariz recta, sus pestañas largas, sus cejas gruesas, el vello facial que había crecido un poco más...
Admiraba la belleza de ese hombre. Y al mismo tiempo, pensaba en la imagen del Demonio de la Radio. En su forma demoníaca, Al conservaba la forma de su nariz, sus párpados caídos y sus cejas gruesas. Y ni hablar de su característica sonrisa. Quizás iba a extrañar un poco la mirada de esos dulces ojos marrones, pero eso no era tan importante. Pocas personas conservaban tanto porte, elegancia y belleza en sus formas demoníacas, y el demonio ciervo definitivamente era uno de los afortunados.
Lucifer siguió avanzando en la galería, y le sorprendió ver que Alastor tenía algunas fotos suyas guardadas. Tomadas en momentos en los que él ni siquiera estaba mirando a la cámara.
Había algunas de Lucifer en la piscina, en la terraza, cortando sus hot cakes, incluso una donde estaba recostado en el pecho de Al con su pijama.
Alastor tenía una colección de fotos de Lucifer distraído, y de nuevo, el rey sintió algo raro en su interior al notar lo feliz que se veía en todas y cada una de esas fotos. Porque sí, en las otras estaba sonriéndole a la cámara, pero en estas se veía feliz sin tener que posar.
La verdad era que estar con Alastor le hacía bien. No necesitaba que Ozzie se lo dijera, Lucifer ya se había dado cuenta él solito. Quizás solo... se negaba a aceptarlo del todo.
Por último, Lucifer decidió que le molestaba demasiado que Alastor no hubiera quitado el ícono de la notificación de las llamadas perdidas del día que lo enseñó a contestar el teléfono. De todos modos Al se daría cuenta de que tomó su teléfono cuando viera las nuevas canciones, valía la pena por limpiar la barra de notificaciones de molestos íconos.
Okay, Lucifer no se esperaba lo que vio al bajar la barra de notificaciones.
Sí, eran sus llamadas perdidas, pero la notificación decía "6 llamadas perdidas: Patito🦆"
El mismo Lucifer había guardado su número con su nombre el día que le dio el teléfono... Alastor debió haberlo cambiado recientemente.
Sintió que se sonrojaba. Amaba demasiado que el aterrador Demonio de la Radio hubiera elegido un apodo para él, por más obvio y tonto que fuera. Incluso le había puesto un emoji.
Alastor soltó un pequeño gruñido y se movió un poco. Lucifer dejó el teléfono en la mesita y lo miró fijamente.
—¿Estás despierto, Bambi?— le preguntó en un susurro
Alastor volvió a gruñir antes de abrir los ojos un poco.
—Hola, flaquito— lo saludó Lucifer, sonriendo tiernamente —¿Te sientes mejor?
—Creo que sí— respondió Alastor, llevándose las manos a la cabeza para quitarse la toalla húmeda de la frente.
Lucifer puso el dorso de su mano sobre la frente de Alastor. Aún tenían un poco de fiebre, pero nada como lo de hacía un rato.
—¿Cómo te sientes? ¿Mareado? ¿Te duele algo?— se interesó Lucifer
—No, estoy bien— aseguró Alastor, frotándose los ojos —Solo tengo hambre.
—¿Quieres que pida que nos traigan la cena?
Al se incorporó lentamente, alcanzando sus gafas de la mesita y poniéndoselas antes de decir:
—¿No preferirías bajar a cenar?
—¿Seguro? ¿No quieres descansar?
—Solo iremos al comedor, eso no me matará. Además, creo que me hará bien respirar un poco de aire fresco.
—Podemos salir a la terraza para eso.
—Lucifer...
—¡Es que está lloviendo! ¿Y si te vuelve a dar fiebre?
Alastor parpadeó un par de veces, sonrió un poco y dijo:
—Gracias por preocuparte tanto por mí.
—Yo solo quiero cuidarte, Al— murmuró Lucifer, acariciando su cara lentamente.
—Te aseguro que moverme un poco me hará bien. Además, hay más opciones para comer allá abajo.
Lucifer lo pensó por un momento. Le parecía increíble tener al demonio tratando de convencerlo de hacer algo juntos, como si no pudiera simplemente decir "Bueno, yo voy a bajar" e irse. Apreciaba la opinión de Lucifer, y eso lo hacía sentir muy bien.
Deslizó sus manos hacia la parte superior de la cabeza de Alastor, hundiendo los dedos en el pelo largo. Al cerró los ojos, complacido del pequeño masaje. Lucifer entonces pasó sus manos lentamente hacia la nuca del moreno. Amaba el cambio de textura y la sensación del suave pelo cortito entre sus dedos. Ojalá Alastor decidiera no dejarlo crecer de nuevo.
—Bueno, está bien— cedió Lucifer —Pero tienes que ponerte la chaqueta. Y ni creas que vas a beber esta noche.
—Empiezas a sonar como mi mamá— se quejó Alastor.
—Yo te estoy cuidando en su nombre.
Lucifer se inclinó para darle un beso en la frente para luego indicarle:
—Tómate tu tiempo para levantarte, no quiero que te vayas a marear o algo.
Alastor asintió, viéndolo fijamente con un ligero sonrojo en las mejillas que poco tenía que ver con la fiebre.
*****
El comedor donde servían la cena tenía las paredes abiertas, y a pesar de que no estaba lloviendo fuerte, sí soplaba un viento frío.
Alastor llevaba puesta una chaqueta café sobre su camisa roja. La única razón por la que Lucifer no lo había hecho ponerse otra chaqueta era porque solo tenían una cada quien, y era imposible que Alastor entrara en la suya.
De todos modos, Al se veía mucho mejor, y ese aspecto mejoró durante la cena. Habían pedido fusilli alla norma, y a pesar de que Lucifer había dicho que nada de alcohol, ese platillo solo se podía acompañar con vino.
Claro que una copa de vino no era nada comparada con la botella de whisky que Alastor se había bebido la noche anterior.
Como todos los días, el hotel había organizado una actividad para los huéspedes, y esa noche había karaoke en la cena. Y entre todos los borrachos que cantaban una canción medio entrecortada, cada tanto subía alguna persona que cantaba realmente bien. De cualquier manera, todos resultaban ser un espectáculo entretenido.
—Es una lástima que no haya platos de Nueva Orleans en el menú— comentó Alastor cuando terminaba con su comida —Me encantaría comer algún platillo de mi tierra que no haya cocinado yo mismo.
—¿Charlie nunca ha intentado cocinar para ti?— preguntó Lucifer.
—Lo hizo, sí, pero de entre los muchos y maravillosos talentos que tu hija posee, el arte culinario no es uno de ellos.
—Ah, no tienes que explicármelo. No puedo ni empezar a contar cuántas veces tuve que comerme en silencio sus creaciones quemadas o demasiado condimentadas.
Alastor se rio un poco, bebiendo de su copa. Lucifer seguía maravillándose de poder ver sonrisas sinceras de parte del locutor, aunque claro, él estaba tan acostumbrado a sonreír todo el tiempo que cada tanto aún dibujaba una sonrisa en momentos que no lo ameritaban.
—¿Sabes? Cuando volvamos al infierno y tenga mis poderes, puedo abrir un portal a cualquier sitio de la Tierra— informó Lucifer —Si quieres, puedo llevarte a Nueva Orleans.
—¡Oh no! Te lo agradezco mucho, querido, pero no— lo rechazó Alastor de inmediato.
—¿Por qué? Creí que te encantaría la idea.
—No me lo tomes a mal, es un lindo detalle que hayas pensado en eso pero... Sabes que no me acostumbro a esto de la vida moderna y... No creo que quiera ver cómo cambió Nueva Orleans en el siglo que llevo muerto. Prefiero que se quede en mi memoria tal y como la recuerdo.
—Huh... Eso tiene mucho sentido, de hecho. Sobre todo después del huracán.
—¿...huracán?
—Eh... Sí, hace como 20 años hubo un huracán que destruyó bastante la ciudad...
—Creo que definitivamente no quiero volver, entonces. Seguro que es demasiado diferente.
Al soltó un pequeño suspiro y puso su mano sobre la mesa, tamborileando los dedos sobre la superficie.
—Por otro lado, me encantaría viajar a cualquier otra parte del mundo contigo— apuntó Alastor distraídamente —Si la oferta sigue en pie.
Lucifer alargó su mano a través de la mesa hasta tomar la de Alastor.
—Claro— confirmó Lucifer con una sonrisa —A donde tú quieras. Solo tú y yo.
Alastor alzó la mano de Lucifer y le dio un beso en el dorso. El rubio amaba que hiciera eso. Era un gesto simple pero muy elegante para cortejarlo. Lo hacía sentir tan... nervioso. Pero en un buen sentido. Como un adolescente que estuviera experimentando el amor por primera vez.
Se preguntaba si Alastor se sentía igual respecto a su costumbre de darle florecillas. Ahora, había una flor amarilla en el segundo ojal de su camisa.
—Volveremos muy pronto— aseguró Alastor —Hoy nos acercamos bastante al lugar, me parece
—No quiero ser pesimista ni nada, ¿pero seguro que no solo estabas sintiendo el dolor en tu pecho?— le señaló Lucifer
—Estoy casi seguro de que íbamos por el lugar correcto.
—Con eso me basta. Supongo que ahora que tienes una idea más clara, podemos ir en auto.
—¿Piensas pagarle a un Uber para buscar a un humano? ¡Nada sospechoso!
—Podríamos rentar un auto.
—¿Sabes conducir?
—¿Qué tan difícil puede ser? Aguarda, ¿tú no sabes?
—Sabía conducir los autos de mi época. Ahora ni siquiera tienen llaves.
—Bueno... quizás sí podamos pagarle a alguien para que...
—Caballeros de la mesa 6, ¿alguno se anima a ser el próximo en el karaoke?
Lucifer y Alastor miraron a la animadora del evento en el escenario, señalándolos.
—Creo que te hablan a ti— susurró Alastor.
—¡Vamos, este es tu momento!— exclamó Lucifer.
—¿"Mi momento"?
—Eres locutor, amas cantar. Vamos, ve.
—¿Qué dicen, señores?— insistió la mujer en el escenario.
En otras mesas comenzaron a animarlos. Alastor no parecía muy convencido.
—Por favor— pidió Lucifer —Ve y canta una canción para mí.
Alastor se quedó un poco sorprendido por esas palabras. Miró a Lucifer casi asustado, y por un momento el rubio creyó que su compañero iba a tener un colapso o algo así, pero al final, Alastor se levantó, murmurando entre dientes:
—Una canción para ti... Okay. Bien...
Los aplausos llenaron el lugar mientras Al caminaba al escenario. Tomó el micrófono y le susurró algo a la mujer.
Pareció tener intenciones de decir algo antes de comenzar, pero no lo hizo. Eso era bastante extraño. Alastor parecía un poco nervioso, lo cual no era para nada propio de él. Él era el Demonio de la Radio, maldita sea, el mejor locutor del mundo, no era posible que tuviera pánico escénico, ¿no?
Igual, nadie más se dio cuenta ni le dio importancia a eso. Después de todo, estar nervioso en un escenario era completamente normal.
Lucifer solo se acomodó en su asiento y levantó ambos pulgares cuando hicieron contacto visual.
Una suave melodía de guitarra comenzó a sonar por las bocinas, y Alastor por fin volvió a ser él mismo desde el momento en que le dio la espalda a la pantalla con la letra para adueñarse del escenario.
Lucifer tenía un vago recuerdo de conocer la canción, pero no iba a exprimirse el cerebro con eso. Prefirió prestarle atención a Alastor, y a las palabras que iban dedicadas a él cuando el moreno comenzó a cantar:
—Sé que debo esperar mi turno hasta que consideres que tienes tiempo para pasar una noche conmigo...
Lucifer no pudo evitar notar la mirada soñadora de algunas mujeres de las mesas de alrededor al escuchar la voz entonada de Alastor.
—Y si vamos a algún lugar a bailar, sé que hay una posibilidad de que no te vayas conmigo...
O sea, Lucifer entendía el encantamiento. Un hombre guapo se había adueñado del escenario cantando una canción vieja. Él era a todas luces un caballero que conquistaba a la antigua.
—Y después iremos a un pequeño lugar tranquilo a beber una copa o dos...
Bueno, lástima por ellas. Lucifer sabía que esa canción era para él, nadie más.
—Y luego voy y lo arruino todo diciéndote algo estúpido como "Te amo"
Oh.
Oh mierda, no.
—Puedo ver en tus ojos que desprecias las viejas mentiras que escuchaste las noches anteriores... Y aunque solo sea una frase para ti, para mí es real, nunca la había sentido tan cierta...
Sí, Alastor se había adueñado por completo del escenario, pero de todos modos, le lanzaba miradas sutiles a Lucifer cada tanto, recordándole que le estaba hablando directamente a él.
—Practico todos los días para encontrar frases inteligentes que decir para que veas que el significado es real... Pero creo que solo esperaré hasta que anochezca y esté solo contigo...
Tantas mujeres ahí que querían estar en el lugar de Lucifer, y él solo quería salir corriendo de ahí.
—El momento es perfecto, tu perfume embriaga mi mente, las estrellas son rojas y la noche es tan azul...
"Por favor, no lo digas de nuevo" pensó Lucifer, ansioso.
—Y luego voy y lo arruino todo diciéndote algo estúpido como "Te amo"
No, no. No pasaba nada. Seguro que Alastor solo pensó en la primera canción romántica que recordó y listo. No debía haberlo pensado demasiado. No quería decirle que lo amaba ni nada de eso, era una locura.
Alastor sonrió, acomodándose las gafas mientras la mesa de mujeres le silbaba.
La canción continuó, repitiendo el último verso y el estribillo, y Lucifer sentía una repentina necesidad de vomitar.
No, mierda, no... Alastor le agradaba, sus días con él habían sido increíbles pero... ¿Amor? Decir "Te amo" era apresurado.
—Te amo... Te amo...
La canción terminó con Alastor repitiendo esas palabras, mirando fijamente a Lucifer.
Todos los presentes comenzaron a aplaudir, y Alastor les agradeció con una pequeña reverencia antes de dejar el micrófono en su sitio y bajar del escenario.
Okay, esos eran los últimos momentos que el rubio tenía para salir corriendo y no tener que enfrentar esa situación. Tenía que decidirse ya. Huir ahora para tener más tiempo para pensar, o hablar con Alastor sobre... ¡¿Qué?! ¡¿Qué mierda le iba a decir?!
Antes de que pudiera decidir, Alastor ya estaba de regreso en la mesa. Él estaba más que nervioso mientras tomaba asiento. Se acomodó en su silla, y luego de pensarlo por unos momentos, puso su mano sobre la mesa, donde había estado cuando Lucifer la tomó hacía un rato, quizás esperando que volviera a hacerlo.
—Así que...— Alastor movió un poco sus dedos y miró a Lucifer con ojos tímidos.
Lucifer sabía que lo mejor era callarse si no iba a decir la verdad. Sin embargo, lo que en realidad pasó fue que, como siempre que estaba nervioso y estresado por hablar, comenzó a decir un montón de cosas:
—¡Wow, sí! Tenía razón cuando dije que cantabas muy bien ¿eh?— las palabras se amontonaron en sus labios, quizás una sílaba o dos se perdieron durante el balbuceo —Fue una presentación asombrosa. Me gusta la idea de la noche de karaoke. Podríamos instaurarla en el hotel. No somos muchos, pero seguro que será divertido, ¿no?
Alastor sonrió, pero algo en sus ojos le indicó a Lucifer lo decepcionado que estaba al escuchar aquello.
—Sí, es una buena idea— respondió el moreno, retirando disimuladamente su mano de la mesa.
Luego de eso solo siguió un aplastante silencio, mientras otro hombre subía al escenario. Alastor se cruzó de brazos y dirigió la vista hacia allá, luciendo terriblemente incómodo.
Y de nuevo, el anillo de Lucifer parecía estar quemándole el dedo en que lo llevaba puesto.
*****
Esa fue la calma antes de la tormenta.
La canción que Al le cantó a Luci fue Somethin' Stupid, de Frank Siantra, si no la han escuchado la recomiendo jiji
Muchas gracias de nuevo por el apoyo, recuerden hacerme saber si les está gustando la historia dejando un comentario, amo leerlos uwu Hasta el próximo lunes!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top