3. El Momento Divino

Esa mañana, Lucifer despertó completamente descansado, tanto que perdió la noción de dónde estaba, y le tomó unos segundos darse cuenta de que sus dedos no estaban tocando la cama.

Abrió los ojos, y vio que su mano estaba rozando el brazo de Alastor, quien seguía dormido, roncando suavemente en cada inhalación.

Lucifer retiró su mano lentamente, esperando que no lo hubiese estado molestando entre sueños.

Después de esa sorpresa inicial, no pudo hacer otra cosa más que sentirse inmensamente feliz.

Se quedó muy quieto, contemplando a Al por un buen rato. Este tipo... incluso dormido tenía una ligera sonrisa en los labios. La piel morena de su rostro lucía tan suave... no parecía tener ni una sola imperfección.

Lucifer miró la hora en su celular, y se sorprendió un poco al ver que eran las 7:23. No podía creer lo temprano que había despertado por sí solo. Realmente debió ser un sueño muy reparador.

—Alastor— llamó a su compañero, dándole una pequeña sacudida en el hombro —Oye Alastor...

Contuvo la respiración un momento.

Alastor.

Era uno de esos momentos en los que, al decir muchas veces una palabra, comenzaba a sonar extraña.

No. No extraña. Era solo que sentía que se acababa de dar cuenta de lo hermoso que le parecía ese nombre.

Alastor, Alastor, Alastor.

—Alastor— susurro de nuevo, volviendo a sacudirlo un poco —Al... ¿Al?

Qué lindo era ese nombre. Le encantaba, como la sonrisa eterna en los labios del hombre, su risa estridente que podía rayar en lo maníaco, o sus ojos con esa mirada que lo hacía parecer eternamente somnoliento. Carajo, incluso le encantaba su voz de abuelo.

El rubio se levantó y fue a buscar las gafas de Alastor, que se habían quedado en el reposabrazos del sofá. Luego volvió a subirse a la cama, y se atrevió a acercarse un poco más al otro hombre, sentándose en posición de loto.

—Oye Al...

El hombre moreno por fin comenzó a moverse. Se estiró lentamente y abrió los ojos de a poco.

Por un momento no dijo nada, solo contempló a Lucifer por unos instantes, y su sonrisa se hizo un poco más ancha al murmurar:

—Así que no fue un sueño.

Lucifer negó con la cabeza, pero decidió no responder directamente a ese comentario. En cambio, le entregó las gafas, y lo que señaló fue:

—Estamos muy a tiempo de bajar a desayunar.

—¿Qué hora es?— preguntó Alastor, poniéndose las gafas para poder ver a su compañero claramente.

—7:30

—¿Te despertaste tan temprano tú solo?

—Estoy tan sorprendido como tú.

Alastor se incorporó, apoyando su espalda en la cabecera de la cama, bostezando y pasando su mano por la parte posterior de su cabeza.

—Me encantaría ir a desayunar contigo— contestó, con voz todavía un poco adormilada.

—Bueno, vamos— lo apresuró Lucifer, dándole un golpecito en el hombro.

—Cálmate, todavía tengo que bañarme y vestirme. Y tú también deberías hacerlo.

—¡Pero vamos a tardar mucho! Ven, te reto a que bajes así como estás justo ahora.

Alastor arqueó las cejas, negó con la cabeza y declaró:

—Estás más loco de lo pensaba si crees que voy a aceptar algo como eso.

—Yo también bajaré así, solo con la camisa y los bóxers— aclaró Lucifer —No te dejaré solo en esto.

—No insistas. No hay manera de que-

—¿Acaso eres un cobarde?

—¿Acaso tienes 5 años?

—Eres un cobarde, lo sabía.

—Majestad, no me vas a convencer con este estúpido jueguito tuyo.

Lucifer sonrió ampliamente, dándose cuenta de algo. Alastor se sorprendió un poco al ver la expresión de felicidad del rubio.

—¿Qué?— preguntó con cautela, viendo como Lucifer temblaba un poco de la emoción.

—Dejaste de sonreír— señaló Lucifer.

Alastor abrió mucho los ojos, como si él también se acabara de dar cuenta de eso. Llevó su mano a su cara, tapándose la boca, incrédulo.

—Nunca creí que esto fuera un cumplido, pero...— comenzó Lucifer, suavizando el tono de su voz —Eres muy lindo cuando no sonríes.

Alastor no despegó su mano de sus mejillas, con una cara de que realmente se había olvidado de que no sonreír era una opción.

—Entonces, Alastor— dijo Lucifer luego de darle a su compañero unos momentos para asimilar lo que estaba sintiendo —¿Vamos a desayunar en pijama?

—Okay— aceptó Alastor, todavía con esa expresión de incredulidad —Digo... Si hoy es el día de hacer cosas que no creía posibles...



*****

Había que decir que dos hombres despeinados que compartían las piezas de un pijama de patitos llamaban mucho la atención, pero así entraron al comedor. Lucifer, con la camisa que le quedaba tan grande que solo dejaba ver la parte de abajo de sus bóxers de rayas rosas; y Alastor, que el dobladillo de los pantalones le llegaba unos 10 cm por encima de los tobillos.

Por un momento, parecía que alguien del personal iba a llamarles la atención, quizás diciendo que había un código de vestimenta o algo parecido, pero eso no ocurrió. Una segunda persona se acercó, los señaló, luego señaló hacia arriba (probablemente haciendo alusión a que ellos eran los huéspedes de la suite más costosa) y lo siguiente que ocurrió fue que un mesero se acercó y los saludó muy efusivamente, ofreciendo café.

—Al principio esto era gracioso, pero ya me estoy preocupando— bromeó Lucifer, mientras ponía crema y azúcar en su café —Ya puedes despegar la mano de tu cara

—Discúlpame, yo...— Alastor bajó ambas manos a la mesa. Su expresión era de consternación, haciendo más evidente la ausencia de su sonrisa —Es una sensación muy rara, es todo.

Alastor tomó su taza de café y así, sin agregarle nada, ni comprobar la temperatura, ni soplar para enfriarlo, le dio un enorme trago. Lucifer hizo una pequeña mueca de disgusto, agregando más azúcar al suyo.

—¿Por qué siempre sonríes?— preguntó Lucifer —Dime la verdad esta vez. ¿Es parte de tu trato?

—Algo así— admitió Alastor, mirando su café.

—Y, ¿con quién...?

—No voy a revelar eso, señor.

—Esta madrugada usaste mi nombre, no finjas que lo olvidaste.

—Bien... No sigas preguntando estas cosas, Lucifer.

Al rubio le encantó escuchar de nuevo su nombre en la voz del locutor.

Lo de la misteriosa persona que obligaba a Alastor a sonreír todo el tiempo con su trato era solo una de las muchas cosas que Lucifer quería saber sobre él. Necesitaba saberlo todo. ¿Cuál era su comida favorita? ¿Qué tipo de libros solía leer? ¿Cómo organizaba su ropa? ¿Cuáles eran sus aspiraciones y sueños como overlord?

Por lo pronto, sabía que no era tan duro como quería aparentar. Que podía hacerlo llorar con una película. Que no podía ver bien con su ojo derecho aun en su forma demoniaca. Y que tomaba su café caliente y sin azúcar.

El cortejo nupcial con quienes estaban compartiendo el hotel entró en el comedor, y Lucifer frunció un poco el ceño al escuchar las risitas tontas. Aún más cuando Alastor levantó levemente la mano para saludarlas, con una pequeña sonrisa.

—Cuidado, vas a romper un compromiso si no te controlas, galán— gruñó Lucifer. Quería sonar bromista, pero por alguna razón, se escuchó algo molesto.

—Estás exagerando— replicó Alastor, todavía mirando en dirección a las chicas.

El rubio se volvió rápidamente hacia las mujeres, y las vio cuchicheando, emocionadas.

—No lo sé, solo míralas— comentó Lucifer —¿Qué les hiciste para tenerlas así?

—No soy solo yo— aseguró Alastor —La novia me preguntó si estábamos solteros, porque le interesamos un par de sus amigas.

—¿Y qué le dijiste?

—Sólo digamos que no te van a molestar a ti.

—¿Te quieres quedar toda la diversión para ti solo?

—¿Te interesa alguna de esas chicas?

Lucifer volvió a mirarlas disimuladamente, pero la verdad, prefería mirar al guapo hombre que tenía enfrente.

—Nah, tú puedes ir con ellas si quieres— propuso, tratando de que sonara como si no le importara —Diviértete rompiendo un hogar esta tarde.

Alastor pareció darse cuenta del cambio en su tono, porque apoyó los codos en la mesa y recargó su barbilla en sus manos.

—¿De qué hablas?— protestó, mirando a Lucifer fijamente —Yo ya tengo un plan para esta tarde.

—¿Cuál?— se interesó el rubio.

—Estoy deseando ver otra de esas películas que tienes para mostrarme.

Lucifer abrió mucho los ojos y sonrió con mucha ilusión al decir:

—¿Hablas en serio? ¿Quieres ver otra película conmigo?

—Pero debe ser una buena, o no habrá una tercera vez— le advirtió Alastor

—¡Oh, vamos! Lo dices como si no supiéramos que te encantó Titanic

Alastor volvió a llevarse la taza de café a los labios para ocultar su sonrisa. Ahora, eso se sentía especial para Lucifer: saber que las sonrisas del moreno a partir de ahora serían sinceras.

—Bueno, ¿vamos por la comida o no?— lo apremió Alastor —Seguro quieres desayunar algo más que hot cakes todos los días.

Lucifer se llevó una mano al pecho dramáticamente, exclamando:

—¡Jamás! Podría comer hot cakes siempre.

—Sí... Eso no pasará si puedo evitarlo— lo reprendió Alastor.

—¿Por qué?

—No puede ser bueno para ti.

—Al, soy Lucifer, el Rey del Infierno y de todos los demonios. Te juro que unos hot cakes no me matarán.

—Seguro te sentirás mucho mejor si comienzas a desayunar bien. Cuando volvamos, déjame hacerme cargo de tu comida unos días y lo verás.

—Iugh, no. Maggie me dijo que desayunas animales crudos.

—Es cierto, pero sé lo delicado que eres. Nada de carne cruda, lo prometo. Te prepararé un desayuno digno de... Espera, ¿quién dices que te dijo eso?

—Maggie.

Alastor arqueó una ceja, en un gesto de incomprensión.

—La novia de Charlie— explicó Lucifer, sin entender la expresión de Alastor.

—¿Vaggie?— señaló Alastor.

—¿Vaggie? ¿No es Maggie?

—Estoy completamente seguro de que el nombre de tu adorable nuera es Vaggie.

Lucifer puso cara de horror y se dio un golpe en la frente con la mano.

—¡Llevo todos estos meses llamándola Maggie!— se lamentó Lucifer —¡Carajo! ¿Por qué nadie me lo dijo?

—Seguro las chicas no querían hacerte sentir avergonzado— opinó Alastor —Pero sí... Yo estaría muy avergonzado si fuera tú.

—Wow. Gracias Al, realmente me ayudas.

El teléfono de Lucifer sonó con una notificación, y él leyó rápidamente la pantalla antes de arquear un poco las cejas y decir:

—Adelantate por la comida. Debo responder a este mensaje.

—Bien, te veo allá— Alastor se puso de pie y se dirigió a la barra.

El locutor tomó un plato y comenzó a servirse comida, notando que sí había una sección especial de hot cakes. Lo juraba, si Lucifer no volvía a la mesa con comida de verdad, no iba a dejarlo volver a probar ni un hot cake más por toda la eternidad.

Se detuvo por un momento. ¿Por qué de repente se preocupaba tanto por esas cosas? Se encontraba a sí mismo pensando en que cuando volvieran al infierno, debía hacer que Lucifer comiera bien, durmiera mejor y que no estuviera todo el día encerrado trabajando en sus patitos.

Despertar esa mañana y que lo primero que vio fuera el rostro del rey había sido una experiencia maravillosa. No le importaría que así fueran sus mañanas a partir de ahora.

—Buenos días, señor Morningstar.

Alastor levantó la vista, y vio que junto a él se encontraba la recepcionista del turno nocturno, solo que no llevaba su uniforme. Ella también estaba sirviéndose algo para desayunar.

El hombre miró detrás de sí, y se encontró con que Lucifer seguía en la mesa, todavía respondiendo al mensaje. Entonces se dio cuenta de que la chica le estaba hablando a él.

—Oh, buenos días— se apresuró a responder —Lo siento, pensé que le hablabas a... Samael.

—¡Ah, qué alivio!— respondió la chica —Por un momento creí que me había equivocado de apellido. Aunque sería algo difícil. Usted y su esposo tienen un apellido muy peculiar.

Alastor sintió que se quedaba sin aire por unos momentos. Su voz tembló un poco cuando dijo:

—Él no... Nosotros no estamos casados.

El color abandonó el rostro de la chica mientras farfullaba:

—¡Oh por Dios! Lo siento mucho, señor. Es que... bueno, supuse que... Me dejé llevar por el anillo del señor Samael.

Alastor suspiró. Claro. Lucifer seguía usando su anillo de matrimonio. Era algo que debía tomar en cuenta, antes de andar pensando en prepararle el desayuno.

—No pasa nada, querida— la tranquilizó Alastor —Quién sabe, puede que tus palabras sean de buen augurio para mí.

La recepcionista se rio, todavía algo avergonzada. Él no quiso aclararle que el rubio no era su pareja. Después de todo, entendía por qué ella creía algo así. Ellos estaban en una suite con una sola cama, salían y regresaban juntos, y estaban compartiendo las piezas de un mismo pijama.

Por todos los cielos, sí parecían una pareja.

Alastor Morningstar. Rey consorte del Infierno.

Mierda, eso sonaba espectacular.

—¡Oh, sí hay hot cakes!— exclamó Lucifer, llegando a pararse junto a Alastor

Apenas dio un paso hacia esa sección del buffet, cuando Alastor lo detuvo tomándolo por la parte trasera de la camisa de patitos.

—¿Qué acabamos de hablar, Sammy?— lo regañó Alastor.

Lucifer lo miró frunciendo el ceño, al tiempo que Al pudo escuchar a la recepcionista reír por lo bajo antes de retirarse con su desayuno.

—¡Pero no me quedará espacio para los hot cakes!— protestó Lucifer, siendo empujado a la sección de comida real.

—Quizás eso sea justo lo que necesitas.

El rubio resopló, pero no dijo más nada y se rindió.

—Acaba de pasar algo divertido con la recepcionista— comentó Alastor, con el corazón algo acelerado.

—¿Sí? ¿Qué cosa?— se interesó Lucifer.

Alastor iba a contar la historia, pero se detuvo cuando sus ojos se fijaron en el anillo de bodas en la mano con la que Lucifer sostenía un pan.

—Solo... Otra vez pensé que me hablaban a mí cuando en realidad estaban usando esos auriculares sin cable— mintió Alastor.

—¡Eh! Eso me recuerda que iba a comprarte unos de esos— exclamó Lucifer.

—No tienes que...

—Sé que no, pero estoy seguro de que los disfrutarás. Ya tienes un montón de canciones guardadas en tu teléfono que seguro amarás escuchar con audífonos.

—¿No es lo mismo?

—No, claro que no. Pasaremos a una tienda cuando salgamos a nuestra búsqueda de hoy.

—Deberíamos ir pronto. Parece que será un día lluvioso.

Había nubes grises en el cielo, y el mar parecía mucho más revuelto de lo habitual. La playa estaba casi vacía, salvo por algunas personas que caminaban por la orilla, sin entrar al agua.

—A menos que quieras ir a la playa— propuso Alastor.

—¿Eh?— Lucifer se sorprendió un poco por la idea —¿Por qué?

—No hay mucha gente, ni sol para fastidiarnos... es un lindo día. Quizás-

—N-no lo sé, Al, la playa es... Bueno, ya sabes, la arena y todo eso. Además, debemos buscar al humano. ¿Aún no te sientes raro? ¿Más débil o algo?

—No.

—Genial, entonces hagamos esto antes de que eso ocurra.

Lucifer tomó dirección de regreso a la mesa, y Alastor lo siguió sin entender qué era lo que hacía que el rey se pusiera tan raro al hablar de la playa.

—Sabes, las chicas del cortejo nupcial me dijeron que podíamos ir a la playa con ellas si queríamos— se inventó Alastor, ya de vuelta en su asiento.

—Oh, bueno, eso es lindo de su parte— comentó Lucifer, sin mirarlo —Paso por esta vez, pero... si tú quieres ir...

Vio como Lucifer se había puesto un poco rojo, con la mirada fija en su plato. Parecía algo desanimado de repente.

—No, creo que tienes razón— dijo Alastor, encogiéndose de hombros —No debería esperar a estar en mi lecho de muerte para tomarme este asunto en serio. Además, realmente quiero ver una película contigo esta tarde.

Los ojos azules del rubio se iluminaron mucho al escuchar aquello, y Alastor sintió cómo su estómago se retorcía.

Era solo que... sentía que nunca nadie lo había mirado de aquella manera.

Le encantaba todo de Lucifer. Sus ojos, su adorable cara de facciones suaves, enmarcada con su alborotado cabello rubio que le llegaba hasta la línea de la mandíbula ahora que no lo llevaba peinado hacia atrás, y su voz que sonaba muy grave para alguien de esa estatura.

—Entonces— comenzó a decir Lucifer poco después, con la boca medio llena —¿Qué tal tu experiencia durmiendo conmigo? Pregunto porque mentí cuando dije que no me movía mucho.

—Me di cuenta— respondió Alastor —Digo, no me pateaste ni nada, pero sentía cómo te movías. Vaya tortura.

—¿Tortura, dices? ¡Yo tuve que aguantar tus ronquidos!

—¿De qué hablas? ¡Yo no ronco!

—Claro que sí. No lo hacías en el sofá, pero hoy roncaste casi toda la noche.

—Pues tú babeas. En serio, tu almohada estaba húmeda esta mañana. No creas que no lo noté.

Ambos se miraron con el ceño fruncido, pero luego comenzaron a reírse como tontos.

—Lo siento, lo siento— Lucifer habló entre risas —Prometo tomar mi distancia para no pegarte o babearte.

—Yo lamento mucho molestarte con mis ronquidos, no tenía idea— se disculpó Alastor.

—No, no... Eso es bueno. Significa que estás cómodo. Las otras noches no roncabas porque no dormías bien en el sofá. Lamento haber tardado tanto en ofrecerte la cama.

—Descuida. Es un gran favor, muchas gracias. Dormí muy bien.

—¿Entonces volverás a dormir conmigo esta noche?

Dormiría con él por toda la eternidad si se lo permitiera.

—Si no te molesta...— respondió Alastor.

—No me molesta. Me gusta tenerte de compañía— aseguró Lucifer.

Alastor se le quedó mirando. Lucifer lucía radiante esa mañana. Sus ojos parecían estar más iluminados, su cabello lucía más brillante y se veía precioso despeinado.

—Oye— dijo Alastor, con un pequeño temblor en su voz

—¿Sí?— los ojos color zafiro se clavaron en él.

—Déjame decirte que hoy te ves muy-

—¡Olvidé traer un tenedor! Ya regreso

Lucifer salió corriendo, llevando un tenedor en la mano, pero Alastor no lo detuvo. No había pasado por alto que Lucifer no dejaba que hiciera cumplidos sobre su aspecto, y también iba a llegar al fondo de eso.



*****

—El concepto de los auriculares ya era muy novedoso en mi época— admitió Alastor, mirando entre las decenas de modelos que había en la tienda de electrónica —¿Y ahora resulta que ni siquiera necesitan un cable?

—Los humanos pueden ser muy creativos para solucionar sus problemas sin magia. Es algo que siempre voy a admirar— comentó Lucifer —Mira, estos tienen lucecitas.

—Preferiría que no tengan luces. Y de todos modos, ¿por qué hay tantos modelos diferentes?

—Bueno, tienen distinta calidad del audio. Los bajos, los agudos... Duración de la batería, el bluetooth...

—No tengo ni la más mínima idea de nada de lo que acabas de decir

Lucifer se rio y admitió:

—¡Ni yo! Solo repito lo que Charlie me dijo

A pesar de que Alastor había tratado de negarse, Lucifer insistió en llevarlo por sus audífonos. Él mismo no era un gran fan de la tecnología, pero desde que llegó al hotel, Charlie y Angel habían estado hablándole de la música humana más moderna, y le habían conseguido un par de audífonos para que pudiera escuchar lo que él quisiera cuando se quedara despierto hasta altas horas de la noche trabajando en sus patitos. Consideraba que escuchar música de manera tan personal e inversiva era algo que Alastor iba a disfrutar mucho, considerando que era un entusiasta del jazz.

—Realmente quiero darte las gracias— dijo Lucifer de repente, mientras Alastor examinaba unos audífonos de color rojo.

—¿Por qué?— preguntó el hombre moreno, ajustándose las gafas, que se habían resbalado un poco por su nariz.

—Sé que no te gusta la tecnología, pero de todos modos me haces caso con cosas como esto, o el celular, o las películas...

—Tú preguntaste si estaba de acuerdo y yo dije que sí, y aprecio mucho eso. La mayoría de la gente prefiere dar las cosas por hecho y buscan obligarme a cambiar y modernizarme sin pedir mi opinión.

—Debe ser muy molesto. Yo soy insistente con cosas que creo que podrías disfrutar, pero en serio, si no quieres hacer alguna de las cosas que propongo, solo dímelo.

—¿Ves? Esa es la diferencia. Agradezco que busques mi consentimiento, no como otros que llegan y dicen cosas como "Oye Alastor, cancelé tu programa de radio, pero tengo una nueva sección para ti en el canal"

Lucifer resopló y arqueó las cejas, diciendo:

—Extrañamente específico. ¿Por eso odias tanto a Vox?

—Es un idiota— murmuró Alastor.

—Ustedes dos... Hay mucha historia detrás que no me estás contando, ¿no?

—¿Por qué lo dices?

—¿Recuerdas esa reunión con los otros overlords que tuvimos hace un par de meses? Llegamos juntos, y Vox no dejó de verme feo todo el tiempo. Además, desde entonces tengo la impresión de que sus drones me siguen cuando salgo del hotel...

—Lo hacen. También tengo un montón de drones detrás mío. No sé cuál es su obsesión conmigo, si ya tiene a ese sujeto, Valentino, para que lo complazca.

—Vox es tu ex, ¿cierto?

Lucifer contuvo la respiración por un momento. Quizás era una pregunta demasiado personal. Es decir, ni siquiera sabía si a Alastor le gustaban los hombres, y directamente le estaba preguntando eso...

Por otro lado, realmente necesitaba saberlo.

—No— respondió Alastor, tras un breve momento de vacilación, sin mirarlo —Claro que a él le encantaría decir que sí.

—¿Nunca pasó nada entre ustedes?— quiso asegurarse Lucifer

—No diría que "nada". Algo hubo, supongo. Nunca fue mi... novio, o lo que sea, pero sí... había algo.

El rubio asintió, sin saber muy bien cómo tomar esa información. Su corazón dio un vuelco al comprobar que Al no era un ser de piedra sin sentimientos. Había tenido una relación. Una relación con otro hombre. Eso era todo lo que necesitaba saber.

Bueno, una casi relación. Todavía podía tener el privilegio de ser el primero.

—¿Hace cuánto?— se interesó Lucifer.

—Más que suficiente para haberlo superado— murmuró Alastor con cierta amargura.

—¿Qué fue lo que salió mal?

—Fueron varias cosas... Vox es alguien acostumbrado a estar al mando. Nunca me dijo mucho sobre su vida como humano, pero seguro que era un importante empresario... o el líder de un culto, te lo juro. Él no quería un compañero, sino a alguien a quien pudiera mandar, alguien que lo idolatre.

Lucifer se quedó callado, encogiéndose un poco. Esperaba no dar esa imagen. Él era el Rey, por supuesto, pero no disfrutaba mucho de sentir que lo idolatraban. Le gustaba el respeto y el poder, claro, pero entre eso y la idolatría había una gran diferencia. No necesitaba que besaran el suelo que él pisaba.

—¿Y entonces el tal Valentino?— preguntó Lucifer —¿Él acepta eso?

—Su nuevo novio tiene medio cerebro, el pobre. Seguro Vox lo mangonea a su voluntad— Alastor hizo una pequeña mueca —Yo no iba a aceptar algo así, ya sabrás que ese no es mi estilo. Sé que Vox no se tomó a bien que lo rechazara, y tampoco lo ha superado luego de tantos años, ¿pero qué más podía hacer yo?

—¿Pero a ti llegó a gustarte de verdad? Digo, si él no fuera un idiota, ¿crees que pudieron llegar a algo más?

Alastor se encogió de hombros.

—¿Es un sí o un no?— insistió Lucifer.

—No me era indiferente— respondió Alastor —Incluso llegaba a ser agradable su compañía.

—¿Muy agradable?

—Lo suficiente para haberme mudado a la torre de los Vees por un tiempo. Y no me malentiendas, nuestra pequeña y corta pseudo relación fue linda a pesar de todo.

—¿Lo extrañas?

—¡Ja! Claro que no.

—Perdón por hacer tantas preguntas invasivas, pero me resulta extraño pensar en... Alastor enamorado de Vox.

—Honestamente, no creo que pueda decir que estaba enamorado. Supongo que darme cuenta de que era un narcisista tan temprano en la relación evitó que desarrollara verdaderos sentimientos románticos por él. Vox, por otro lado... Ya te imaginas.

—Los cincuenta drones que te persiguen me dan una idea, sí.

—Sí, pero su obsesión ahora es para mal. Ya no me desea románticamente, ahora solo quiere verme muerto. Creo que lo prefiero así.

—Es una manera muy optimista de reaccionar ante alguien que quiere matarte.

—Nah, no me hará daño él mismo. Se alegrará si me muero, pero creo que disfruta demasiado verme sufrir como para acabar conmigo.

—Creo que solo está enojado porque... No sé, te tenía en el bolsillo y lo arruinó. Seguro no cualquiera logra acercarse tanto al Demonio de la Radio, ¿eh?

—Supongo que no. Sobre todo después de esa experiencia. No se lo había dicho a nadie, pero te confieso que en realidad sí me dolió que lo nuestro no haya funcionado.

Lucifer no supo qué responder a eso. Al no parecía especialmente herido ni nada, pero seguro era toda una experiencia admitir aquello en voz alta después de habérselo guardado por tantos años.

Alastor se volvió hacia el soberano, pero se quedó callado por unos momentos, como pensando qué decir a continuación.

—De todos modos, el tipo tiene una televisión en vez de cabeza. Si vuelvo a relacionarme con alguien, preferiría que ese alguien parezca un ser vivo.

Lucifer soltó una risita, pero ya no pudo decir nada porque su celular vibró con una notificación. Sintió un nudo en el estómago al ver que Ozzie le había contestado.

Esa mañana, durante el desayuno, había recibido la primera respuesta a su mensaje del día anterior, donde había puesto "Ozzie, olvida lo del portal. Realmente necesito hablar contigo, solo tú puedes darme un buen consejo".

"Claro Lulu, lo que necesites" había escrito Asmodeo esa mañana.

Lucifer había decidido no darle vueltas al asunto y había expresado:

"Quiero tener una charla sobre sentimientos"

Asmodeo, el pecado de la Lujuria, era el indicado para decirle que esos sentimientos eran una pérdida de tiempo. Eso era lo que quería escuchar de él.

Debía considerarse afortunado de que Oz le respondiera el mismo día, usualmente él estaba tan ocupado (trabajando o cogiendo) que se tomaba un par de días antes de poder devolver un simple mensaje.

Sin embargo, ahí estaba el mensaje, donde se podía leer.

"Hermano, tienes que parar con esto. Yo sé que la extrañas, pero ya pasaron 7 años, tienes que superarla"

Lucifer soltó una larga exhalación y miró de reojo a Al, que ahora estaba eligiendo entre tres modelos diferentes de audífonos.

"Esto no se trata de Lilith" escribió.

Volvió a guardar su celular en su bolsillo y se acercó a Alastor, diciendo:

—Me gustan los rojos, son lindos.

—Sí, también pienso eso— respondió el moreno —Aunque estos dicen que la batería dura más. Supongo que eso es algo bueno

—De todos modos vas a tener siempre donde cargarlos, a menos que...

La vibración en su bolsillo lo tomó por sorpresa. Dos mensajes de Ozzie en un mismo día eran algo raro. ¿Otro mensaje en el mismo minuto? Eso sí era un maldito milagro.

"¿Qué dices? Mierda, prepárate, abriré un portal a donde quiera que estés"

Lucifer sintió que se le iba el alma a los pies. No podía permitir que Oz apareciera en medio de la tienda, rodeado de un montón de gente.

—Tengo que salir un momento— le dijo a Alastor en tono apurado.

—¿Todo está bien?— preguntó el más alto, preocupado.

—Sí, no pasa nada. Toma— Lucifer sacó una de sus tarjetas y se la entregó a Al —Cuando te decidas, paga tus audífonos con esto y te veo en la fuente.

Sin decir más, salió corriendo. Miró a su alrededor, y corrió al callejón junto a un restaurante, escondiéndose detrás de un basurero justo cuando un portal aparecía junto a él.

—¡Lucifer!— exclamó Ozzie —¿Cómo que no hablas de Lilith? ¿Hablas en serio?

El portal se cerró detrás de él, y Lucifer lo tomó de la camisa para obligarlo a agacharse detrás del basurero para no llamar la atención.

Y vaya que llamaría la atención. Porque sí, Asmodeo había tomado su forma humana en cuanto pasó por el portal, pero un hombre de casi dos metros, de piel oscura, con barba que le cubría el mentón y una larga melena de pelo rizado y azul iba a llamar la atención de los humanos alrededor.

—Espera, ¿estamos en la Tierra?— Ozzie se sorprendió al ver a Lucifer, y miró sus propias manos y su pecho musculoso a través de su camisa desabotonada.

—Sí, te lo dije cuando pedí ayuda con un portal— señaló Lucifer.

—Sí, pero eso fue hace días y dijiste que lo olvidara. Creí que ya lo habías resuelto.

—Estoy en eso.

Asmodeo suspiró, miró a Lucifer con una pequeña sonrisa y le revolvió el cabello con su enorme mano, diciendo:

—¡Tú sí que eres un personaje, Lulu! Desapareces por tanto tiempo, apareces para pelear con los exorcistas, nunca me llamas, y de repente me encuentro contigo en la Tierra.

—Lo lamento, sé que debería ponerme al día más seguido— respondió Lucifer —Pero me estoy haciendo cargo de cuestiones que tenía abandonadas desde hace mucho. Charlie, en primer lugar.

—¡Ah sí! Hace mucho que no veo a mi princesita, debería ir a visitarla pronto... ¡Eh, pero no me distraigas del tema! ¡Aclárame lo de tus sentimientos por alguien que no es Lilith! ¡Carajo, ya era hora!

—¿Quieres bajar la voz?

—Lo siento, lo siento, es que de verdad estoy emocionado por esta noticia. Dímelo todo.

Lucifer se tomó un momento para volver a acomodar su cabello, mientras pensaba qué iba a decirle a su amigo.

—Mira... Me he sentido atraído de cierta forma por alguien los últimos meses— admitió —Nada grave, sólo me parecía alguien interesante y eso pero... Estoy aquí en la Tierra con esta persona, y estos últimos días... ¡No puedo pensar en otra cosa más que cuánto me gusta!

—¿Algo como cogerte a esta persona toda la noche?— Asmodeo arqueó ambas cejas de forma pícara.

—No... Bueno... Tal vez, ¡pero eso no es importante! Es más como... Quiero abrazarle, tomar su mano, quiero preparar su desayuno todas las mañanas, y comprarle regalos, y... ¡Ozzie, por favor, dime que esto se me va a pasar si cogemos y ya!

Asmodeo se cruzó de brazos y negó con la cabeza. Suspiró una vez más y le puso la mano en el hombro, diciendo:

—Lu... ¿Has visto tu cara cuando piensas en esta persona?

El rubio negó con la cabeza.

—Amigo mío... No recuerdo haber visto esa mirada en tus ojos desde Lilith. Quizás ni siquiera con ella, no sé, fue hace tanto tiempo que ni lo recuerdo.

—¿Qué me estás queriendo decir?

—Lucifer, quizás es momento de que le des tu corazón a alguien más. Te lo mereces. Has esperado por mucho tiempo, no hay ninguna necesidad de seguir aferrándote a ella.

—No, no. Ozzie, tú siempre has dicho que el amor es algo estúpido, ¿por qué ahora me dices esto?

—Porque eres mi amigo. Y quiero que seas feliz, hace mucho que no te veía así de emocionado. Y ni siquiera hablo de estos siete años. Incluso antes del divorcio, los últimos años, era obvio que las cosas entre tú y Lilith no estaban bien. No había pasión, ni para bien ni para mal. No parecía que se odiaran, pero tampoco que se amaran. Solo estaban ahí, existiendo juntos, más por obligación que por otra cosa.

—Pero Oz... ¿Cómo quieres que la olvide? Después de todo lo que hice por ella, yo... Yo la amaba muchísimo. Es gracias a ella que tengo a mi Char Char, ella fue todo para mí...

—Exacto. Lo fue. Mira, siete años no es mucho para nosotros, pero aun así, ni siquiera sabes a dónde se fue. Creo que es justo que te des la oportunidad de amar a alguien más. Tienes que ser honesto contigo mismo, y tú y yo sabemos que esto que sientes por esta nueva persona no es solo lujuria.

Lucifer se tapó la cara con las manos por un momento, respirando profundamente.

—Es solo...— el rubio volvió a mirar a su amigo —No sabes lo feliz que me he sentido... Y asustado también. No sé qué es esto que siento, pero cuando estoy con él, tengo tantas ganas de... No sé, cuidarlo. Ver que esté bien, que se duerma temprano... Adoro hacerlo reír... Yo qué sé, lo quiero todo.

—¿Y aun así te atreves a decir que no sabes qué es lo que sientes? Lulu, estás enamorado. No solo te gusta, ni sientes solo un deseo sexual. Sé que ya hay amor de por medio, quieras o no, y lo tienes que aceptar. Por tu propio bien.

—Pero... ¡Carajo! ¿Cómo voy a estar enamorado de otra persona? Me casé con Lilith porque la amaba...

—Y se divorciaron cuando eso terminó. Mira, es normal. El matrimonio es un trabajo en equipo, no una prisión. Son libres de dejarlo cuando quieran y seguir con sus vidas. Lilith lo entendió perfectamente. Tú te aferras a seguir atrapado, pero la puerta está abierta.

—Ozzie, por favor, no esperaba esta lección sobre el amor de tu parte. Se supone que eres el Señor de la Lujuria.

—Pues sé lujurioso con este nuevo amor tuyo. Lucifer, te vas a arrepentir mucho si decides ignorar esto que sientes por seguir siéndole leal a Lilith. No quiero molestarte ni nada, pero necesitas abrir los ojos y darte cuenta de lo que el divorcio significa. Quizás ella ya estuvo con otras personas, y eso está bien. Ya no te debe nada.

Lucifer reflexionó estas palabras por un momento. A lo largo de los años, él y Lilith habían estado con muchas otras personas. Era parte del trabajo. Rituales humanos, brujas, magos... gente rara. Esto era diferente. Pensar en Lilith enamorada de alguien más, y que él mismo se estuviera enamorando de Alastor... Esa sí era una traición de verdad.

¿Pero era una traición real si ya estaban divorciados?

—Me duele mucho pensar que quizás ella me superó demasiado rápido— admitió Lucifer

—Mira Lulu, es mejor así. Sé que no ha sido fácil, pero serían muy infelices si siguieran juntos y fingiendo que todo está bien— expuso Ozzie —Tienes toda la eternidad por delante, amigo, no vas a pasarla llorando por ella. Y creo que no me hubieras llamado si no creyeras que lo que sientes por esta nueva persona es muy real.

—Sí, es que... La forma en que me mira es... Vaya, de verdad que hacía mucho que no me hacían sentir tan... deseado. Y quiero que él sepa que yo lo deseo mucho también.

Lucifer echó la cabeza hacia atrás y soltó un pequeño gruñido, apretando los ojos. Escuchó la risa de Asmodeo antes de volver a mirarlo. El hombre más grande no dijo nada por un momento, solo le dirigió una sonrisa amable y tranquilizadora.

—Así que...— comenzó Asmodeo, en voz curiosa —Es un "él".

—Sí— suspiró Lucifer —Es un "él"

—Ya era hora de que lo aceptaras

—¿Qué se supone que significa eso?

Asmodeo soltó una alegre carcajada, de esas que era imposible que no fuera contagiosa. Lucifer también rio un poco, al tiempo que se sonrojaba por la vergüenza.

—¿Y quién es ese maravilloso hombre que le está robando el corazón a mi pequeño hermanito?— preguntó Ozzie.

—Su nombre es Alastor— respondió Lucifer

Carajo, se sintió tan liberador expresarlo en voz alta.

—Alastor— repitió Ozzie —Creo que no me suena... ¿Es uno de los Goetia?

—No, no. Él es un overlord.

Ozzie soltó un silbido, tan fuerte que seguro que llamó la atención de más de una persona, y le dio una fuerte palmada en la espalda que lo dejó sin aire.

—¡Esto es increíble!— exclamó —¡¿Así que un simple pecador consiguió enamorar al Rey del Infierno?!

—Disculpa, ¿no eras tú el que se estaba cogiendo a un imp?— le recordó Lucifer, cruzando los brazos.

—Tranquilo Lu, no lo digo como algo malo. Es genial. Y no solo me estoy cogiendo a un imp. Fizzy y yo estamos en una relación muy seria.

—Ya, por eso ahora eres experto en el amor.

—¿Qué puedo decir? Él realmente me mostró un nuevo mundo de sentimientos hermosos...

—Y luego están Bee y su novio sabueso... ¿No te parece divertido que los Goetia jodan tanto con aquello de mantener la pureza mientras los Pecados preferimos a la "clase baja"?

Los hombres se quedaron callados por un momento, quizás sopesando esas palabras.

—Y dime, ¿qué hacen ustedes dos en la Tierra?— se interesó Asmodeo

—Alastor fue invocado, pero lo hizo algún inexperto. Lo trajeron lejos del invocador, y sin poderes. Luego él me invocó a mí para ayudarlo con ese asunto.

—Y te quedaste aquí con él...

—Sí.

—Bueno, eso es muy conveniente. Sobre todo porque sé que si te lo propones, encontrarías la forma de volver al infierno tú solo.

—Siento que yo cumplí mi parte del trato con él cuando le dije cómo hacer para volver al infierno, pero el portal no se abrió. Algo en mi subconsciente me está obligando a quedarme aquí con él hasta que cumpla su misión.

—Sí que es conveniente. Tantos días aquí, solo ustedes dos, conociéndose mejor... Uno pensaría que el Rey del Infierno tendría más urgencia por volver a ver cómo van las cosas en su reino.

—Oye, no puedo abandonar a Al. Murió hace casi 100 años, este mundo es ajeno para él.

—Y lo quieres conquistar.

—Bueno, puede ser. Así que a menos que podamos pasar por uno de tus portales...

—No, lo lamento Lu. Quizás tú podrías, pero tu noviecito debe cumplir con la petición del humano que lo trajo. Pero oye... usa bien estos días. Sé honesto con él, dile lo que sientes.

—Tal vez lo haga, pero...

—¿Pero...?

—Es que la verdad no sé si yo le gusto.

—¿Por qué dices eso? ¡Acabas de decirme que te hacía sentir muy deseado

—¡Y lo hace! Es solo que... ¿Y si solo le gusto porque aún no me conoce lo suficiente? No sé si alguien pueda amar a alguien tan... roto, como yo.

Asmodeo volvió a revolver el cabello del rubio, mirándolo con una expresión paternal.

—Vamos Lulu, no digas eso. Tú mereces ser amado, y ese tal Alastor debería estar contento de haber captado tu atención.

—¡Ese es el problema! No quiero que se sienta así— Lucifer hizo un pequeño puchero —Sería terrible saber que solo me hace caso porque se siente obligado, porque soy el rey.

—Él es un overlord, debe ser un tipo duro que no se deja mangonear. Si no siente lo mismo, te lo dirá. Y tú deberás respetar eso. Pero algo me dice que te va a ir bien.

—Muy bien, creo... que me voy a arriesgar.

—¿Se lo dirás?

—Sí. Mierda... Si sale mal, tú vas a tener la culpa.

Lucifer se asomó por encima del basurero. Alastor ya estaba cerca de la fuente, con una bolsa de la tienda en la mano, mirando alrededor.

—¿Es ese moreno de gafas de ahí?— preguntó Asmodeo, que también se había asomado.

—Sí, ese es Al— confirmó Lucifer.

—Huh, mira eso... De verdad es muy guapo. Es una lástima que no pueda bajar al Anillo de la Lujuria. Me encantaría consolarlo en caso de que el Rey no se anime a confesar sus sentimientos.

—¡Oye!

Para cuando Lucifer volvió a mirar atrás, Ozzie ya había abierto un portal de nuevo.

—Dile lo que sientes— insistió el pecado —Y avísame cuando vuelvan al infierno. Quiero que me presentes a tu nuevo novio.

—Espero poder hacer eso, en serio— suspiró Lucifer —Y oye... Gracias.

—Cuando quieras, Lulu.

—No se lo digas a Bee.

—Es un poco tarde para eso. Le mandé una screenshot de tu mensaje diciendo que no te referías a Lilith. Estará ansiosa por conocerlo también. De hecho, deberíamos tener una cita triple, para darle la bienvenida a Alastor a la familia.

Lucifer sintió que la cara se le puso muy caliente de la sola idea de aquello. Sería maravilloso poder presentar a Al como su novio...

Ozzie cruzó el portal, retomando su forma demoníaca.

—Claro, claro. Y ustedes dos y sus parejas deberían ir al hotel de Charlie— lo invitó Lucifer —Ella estaría muy feliz de recibirlos.

—¡Por supuesto!— aceptó Ozzie —Me muero de ganas por verla. Y ya tiene edad para darle algunos consejos sobre-

—No. No te atrevas.

Ozzie se rio de la cara de disgusto de Lucifer.

—Ah, no olvides que prometiste hablar con Mammon sobre el asunto de Fizzy— le recordó —Si no lo haces pronto, yo le patearé el culo.

—¡No, no! Déjame hablar con él— pidió Lucifer —Lo que menos quiero ahora que estoy reconstruyendo la confianza de la gente es que todos sepan que los pecados se pelean entre sí.

—Quizás si no fuera un pendejo...

—Siempre lo ha sido. Vamos, dale una oportunidad. Haré que se disculpe.

—Eso espero. Cuéntame cómo sale todo.

Ozzie se despidió con la mano, y el portal se cerró, dejando solamente el callejón vacío frente a Lucifer.

El rubio suspiró y se tomó un minuto para respirar tranquilo antes de volver a reunirse con Alastor.

—¿Está todo bien?— preguntó Alastor, algo preocupado, al verlo llegar.

—Sí, no pasa nada. Lamento haberme ido así— contestó Lucifer —Tenía que resolver un asunto con los chicos... Los Pecados, quiero decir.

—Entiendo. Siempre he querido conocerlos, no suben mucho al Anillo del Orgullo.

—Lo sé, pero quién sabe... Puede que pronto tengas suerte y te invite a una reunión con ellos.

—Sería un honor.

Alastor extendió su mano con la tarjeta hacia Lucifer, pero este negó con la cabeza, diciendo:

—Mejor quédate con eso. Para que puedas pagar por transporte o lo que sea que quieras si nos separamos.

—Está bien. Aunque espero no tener que separarme de ti nunca— comentó Alastor, metiendo la tarjeta a su bolsillo.

Lucifer se preguntó si Alastor se dio cuenta de lo que esas palabras le provocaron.



*****

Luego de haber comprado los audífonos, Alastor y Lucifer habían recorrido la ciudad buscando alguna señal.

Milagrosamente, ese día había ocurrido algo extraordinario. En cierto punto, Alastor había sentido una sensación rara en el pecho que ignoró por un rato, pero luego de que se hiciera un poco más molesta, se lo comentó a Lucifer.

Luego de una serie de preguntas de cómo se sentía exactamente esta molestia, Lucifer le informó que esa era la señal que habían estado esperando. Debían estarse acercando, y esa sensación se haría más fuerte conforme más lo hicieran.

Hubieran buscado por más tiempo, pero de un momento a otro, el cielo había pasado de gris a negro, comenzaron a brillar los relámpagos entre las nubes, y un viento bastante fuerte comenzó a soplar.

A Alastor no parecía importante que hubiera mal clima, pero Lucifer insistió en que era mejor volver al hotel. Después de todo, ya tenían una pista, y eso iba a reducir mucho el mapa de búsqueda.

Así que volvieron al hotel. En el camino, Lucifer enseñó a Al a usar los audífonos nuevos que había comprado, y no pudo evitar reír al ver la cara que puso el demonio al escuchar una canción así por primera vez.

Llegaron a su suite, se pusieron cómodos luego de servirse un trago del mini bar de la habitación, y procedieron a elegir una película que ver.

Lucifer había pensado en poner alguna otra película icónica de la cultura pop humana. Tal vez El Padrino, o Pulp Fiction. Tal vez ver si lo podía enganchar a una franquicia como Harry Potter o Star Wars. Sí, quién sabe.

El caso era que mientras buscaba, se había topado con nada más y nada menos que Los Puentes de Madison. No era precisamente la película más icónica, pero a Lucifer le gustaba mucho ese drama romántico.

A Alastor no le molestaba el tono relativamente lento de la película. De hecho, pareció engancharse desde el principio. Estaba poniendo demasiada atención, apenas respondiendo de pasada a los comentarios de Lucifer.

Con Titanic, Alastor había tratado de disimular cuando se puso a llorar. Esta vez no. Tampoco era como si el demonio hiciera un gran escándalo llorando ni nada de eso. Él simplemente contempló esa escena cercana al final con lágrimas rodando por sus mejillas, y no intentó ocultarlo.

Y para cuando la película terminó, el hombre moreno no hizo más que quitarse las gafas para poder limpiarse las lágrimas a gusto.

—¿Cuál es el veredicto?— preguntó Lucifer, también limpiándose un par de lágrimas.

Alastor no respondió de inmediato, pues estaba ocupado controlando su llanto. Lucifer amaba verlo así... No llorando, no. Más bien, le encantaba ver que él sentía la confianza de mostrarse tan vulnerable.

—Creo que ella debió irse con él— comentó Alastor con voz ahogada.

—Supongo que todos queremos que eso hubiera pasado— suspiró Lucifer.

—Es que no lo entiendo. No tiene sentido para mí... ¿Por qué no se fue con él?

—Creo que yo lo entiendo. Piénsalo, Francesca tenía a su familia, esposo, hijos... No iba a ser fácil dejar eso.

—¡Sí, pero ella no era feliz! ¿Dejar ir su oportunidad de ser realmente feliz por no lastimar a otros?

—Es que ese es un pensamiento un tanto egoísta. Ella antepuso el bienestar de su familia a costa de sus propios deseos. A veces es lo que hay que hacer.

—¿Pero por un esposo que no la apreciaba en lo más mínimo?

—Estoy tan indignado como tú, Al. Solo digo que creo que entiendo por qué ella hizo lo que hizo.

Alastor se limpió la nariz con una servilleta. La habitación estaba prácticamente a oscuras, ahora que en la pantalla en negro solo corrían los créditos, mientras una canción instrumental llenaba el ambiente.

—¿Tú crees que eso sea posible?— preguntó Alastor de repente, incluso haciendo que Lucifer saltara un poco.

—¿Qué cosa?— inquirió el rubio.

—Eso... Vivir un amor tan intenso que haga que cuatro días cambien tu vida para siempre. Ellos estuvieron juntos solo un fin de semana, y se amaron por el resto de sus vidas, a pesar de todo. Familia, distancia, tiempo... Se amaron como a nadie más, y solo estuvieron juntos cuatro días... ¿Crees que eso pueda ser real?

Lucifer estaba temblando un poco. Sentía las manos sudorosas.

—Sí— sentenció el rey, aunque su voz no sonó tan firme como hubiera querido —Cuando uno conoce a la persona correcta... Incluso un par de horas harán que tu vida ya nunca sea igual.

—¿De verdad lo piensas? ¿O dirías que todo ocurre demasiado rápido?

—Bueno, soy inmortal. Muchas cosas son muy rápidas para mí. Pero para cosas como el amor... Hay que vivirlo intensamente. Cada segundo cuenta. Yo no perdería el tiempo...

Alastor se tapó la cara con las manos. Incluso se le cayeron las gafas.

Lucifer tampoco sabía dónde meterse. Salir corriendo no parecía una buena idea. No quería hacer eso. Quería cerrar ese espacio que había entre los dos y abrazarlo con todas sus fuerzas, mientras le confesaba lo que sentía.

—Al, yo...

Lucifer se vio interrumpido con un ruidoso relámpago, que hizo que la televisión se apagara y, ahora sí, todo quedó en completa oscuridad por un fallo eléctrico.

No había llovido en todo ese rato, solo era una tormenta eléctrica seca, pero después de ese relámpago, la tormenta real comenzó.

Ni siquiera comenzó con una llovizna. De entrada, la lluvia cayó a cantaros. El sonido del agua siendo empujada por el viento contra los cristales de la terraza era casi violento.

—¡Mira eso! ¡Es hermoso!— exclamó Lucifer, muy feliz, poniéndose de pie.

Alastor lo siguió luego de buscar sus gafas a tientas. Ambos hombres se pararon tras la puerta de cristal de la terraza, viendo la tormenta sacudir el mar, provocando grandes olas. Enormes nubes de color gris oscuro se alzaban imponentes sobre el océano y se extendían hasta más allá del horizonte.

—Es realmente hermoso...— comentó Alastor.

Hacía mucho que ninguno de los dos veía lluvia. La mayoría del tiempo, en el Anillo del Orgullo la lluvia era ácida. Literalmente. Así que era mejor refugiarse y alejarse de las ventanas, por si acaso. La lluvia era más común en el Anillo de Lujuria, pero Lucifer no bajaba muy a menudo, y Alastor no podía dejar su Anillo, así que poder presenciar la lluvia era algo especial, como un eclipse para los humanos.

Lucifer no lo pensó mucho. Abrió la puerta y salió a la terraza, soltando una carcajada cuando el agua fría comenzó a empaparlo.

—¡Lucifer!— exclamó Al, algo consternado —¡Ven acá!

—¡Tú ven acá!— Lucifer tenía los brazos extendidos y la cara vuelta hacia el cielo —¿Cuándo fue la última vez que sentiste la lluvia?

Al lo pensó por un momento, pero al final salió a la terraza dando un paso al frente. Casi de inmediato, el agua fría le caló hasta los huesos.

—¿No es maravilloso, Al?— Lucifer comenzó a dar vueltas, disfrutando de la lluvia.

Sí... Sí que era maravilloso. Estar ahí, poder presenciar el espectáculo...

Él también miró hacia el cielo. La lluvia cubrió los cristales de sus gafas, pero no importaba. El aroma en el ambiente era delicioso, la sensación del viento y las gotas golpeando su piel lo hacían sentir vivo. Además, el sonido de la tormenta mezclado con las risas alegres de Lucifer era una melodía maravillosa...

¿Así era como se sentía estar en el cielo? Porque si era menos que esto, Alastor ni se molestaría en intentar redimirse.

Miró a su compañero, que seguía danzando de un lado a otro por la terraza.

¿Cuántos podían presumir de ver a Lucifer tan contento? Es más, ¿cuántos podían presumir de haber visto a Lucifer siquiera? Al llevaba casi un siglo en el infierno, y apenas había conocido al soberano hacía unos meses.

Unos meses... Alastor había encerrado su corazón desde hacía mucho tiempo. Casi lo dejó libre al conocer a Vox, pero volvió a recluirlo al darse cuenta de que aquello no iba a funcionar.

Se había negado a abrirse a cualquier persona por décadas... ¿Y ahora resultaba que iba a permitirse enamorarse de Lucifer luego de solo haberlo conocido por un par de meses?

Se sentía tonto, la verdad. Era una sensación muy rara. Esos últimos días con Lucifer habían sido una experiencia maravillosa. El rubio era naturalmente amable con él, su conversación era interesante, era gracioso, y podía actuar como un ser poderoso y sabio con miles de años de edad para luego, al momento siguiente, comportarse como un joven torpe y crédulo al que cualquier tontería lo maravillaba.

No podía controlar lo que sentía por él. No quería controlar lo que sentía por él. Quizás sí valía la pena arriesgarse, dar un salto de fe y dejar que su corazón fuera libre para permitirse amar al ángel caído.

Había querido demostrarle su aprecio al mostrarse vulnerable ante él. Alastor era bueno escondiendo sus emociones, usualmente guardaba su verdadero sentir para sí mismo, quizás sólo haciendo una excepción con Rosie. Presentarse ante Lucifer no solo sin la sonrisa, sino permitiéndose hacer cosas como llorar al sentirse conmovido por unas películas... Eso era algo que no estaba dispuesto a mostrarle a nadie más.

Volvió a la realidad cuando escuchó a Lucifer decir:

—¡Quiero grabar esto! Esta tormenta es muy hermosa

Lucifer corrió en dirección al interior, pero rápidamente se deslizó sobre el azulejo mojado, y Alastor se apresuró a sostenerlo antes de que cayera al piso. Logró atraparlo por la cintura, y Lucifer se sostuvo de su hombro.

Era una terrible idea. Alastor lo sabía muy bien. No se suponía que conociera a Lucifer. Mucho menos debía enamorarse de él.

Sin embargo, era algo que no podía controlar. Y ya hacía mucho que había pasado el punto sin retorno.

El mundo pareció detenerse mientras ambos se miraban. Incluso el sonido de la tormenta disminuyó, Alastor solo podía escuchar los latidos furiosos de su corazón en sus oídos.

Y luego pasó.

Lucifer lo sostuvo por el cuello de la camisa, cerró el espacio entre ellos y le plantó un beso de forma casi desesperada.

Alastor se quedó sin respirar por un momento. Solo abrió mucho los ojos, sorprendido. Fue hasta después que su cuerpo se relajó y le devolvió el beso al rubio de manera automática.

¿Hacía cuánto tiempo que no besaba a nadie?

El beso se alargó por varios segundos, y cuando se separaron, se quedaron mirándose por unos instantes.

Al sintió que sus manos temblaban, pero no soltó a Lucifer. No había manera de que lo soltara, ni ahora ni nunca.

—Por favor— murmuró Lucifer, también temblando —Dime que no malinterpreté las señales.

Por toda respuesta, Alastor se agachó para tomarlo por debajo de la cadera, lo levantó para hacerlo quedar a su altura, y volvió a besarlo.

Sintió como Lucifer sonreía sin dejar de besarlo. Los dedos del hombre más pequeño se hundieron en el cabello de la parte posterior de su cabeza, aferrándose a él, como si nunca quisiera que ese beso terminara.

Alastor sentía lo mismo. El sabor de Lucifer era embriagante. Había probado carne de ángeles antes, pero el sabor de los labios de Lucifer era muy, muy superior a eso. Si solo su saliva era tan deliciosa, no podía ni comenzar a fantasear con su sangre.

Fue Alastor quien detuvo el beso. Más que nada, porque necesitaba respirar. Pero se quedaron mirándose muy de cerca. Lucifer le apartó el flequillo de la cara antes de pegar su frente con la de él.

—Alastor...— murmuró Lucifer, con voz temblorosa.

—¿Mi rey?

Lucifer soltó un pequeño gemido involuntario al escucharlo llamarle así.

No "señor" ni "majestad". Alastor esperaba que entendiera que decirle "mi rey" tenía un significado totalmente distinto.

—Mi rey...— repitió en un susurro, antes de darle otro beso, más corto esta vez.

Lucifer se aferró a él echándole los brazos al cuello, se acercó y le dio una pequeña lamida en los labios antes de volver a besarlo, dándole rienda suelta a su lengua esta vez.

Y así, la lluvia dejó de sentirse fría, y Alastor ni siquiera se dio cuenta de cuándo regresó la luz. Él estaba completamente cegado por el brillo propio de Lucifer.


*****

Ese fue el capítulo de esta semana, les agradezco mucho por leerme una vez más nwn He estado haciendo ilustraciones de los capítulos, si quieren verlas, los invito a seguirme en tiktok, twitter e Instagram, en todos tengo el mismo username.

La próxima semana el capítulo será bastante largo, y realmente me muero de ganas por que lo lean :'3

PD: Si no han visto Los Puentes de Madison, se las recomiendo jiji

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top