2. Sólo Mírame
Alastor se despertó al sentir un rayo de luz solar golpearlo en la cara. Le tomó un tiempo decidirse a incorporarse al fin, pero a pesar de que le hubiera gustado quedarse acostado unos momentos más, el dolor que sentía en la espalda y cuello lo obligaron a desechar la idea.
No importaba lo elegante de la habitación o lo costoso de los muebles, un sofá seguía siendo un lugar inadecuado para dormir.
Se pasó una mano por la cara, y por un momento se asustó al sentir unas manos tan ajenas a las suyas, sin las afiladas garras. Entonces recordó lo que había pasado el día anterior.
Cierto. Estaba atrapado en la Tierra, en su forma humana, sin poderes y sin ser capaz de ver claramente.
Parpadeó un par de veces, contemplando la suite. Era mucho más espaciosa de lo que le había parecido anoche. Resopló y se puso de pie, estirándose para que su espalda adolorida se relajara un poco.
Caminó despacio hacia el baño, no sin antes echar un vistazo a la habitación principal, cuya puerta estaba abierta. La cama parecía estar vacía. Era eso, o Lucifer era tan pequeño que ni siquiera hacía bulto en una cama king size.
Como sea, Alastor llegó hasta el baño, y entonces se dio cuenta de que no tenía ganas de orinar, como hacía cada mañana. Y ese pensamiento lo llevó a darse cuenta de que se sentía deshidratado y hambriento.
Se echó un poco de agua en la cara, mirándose al espejo.
Seguía negándose a creer que aquello era real. No esperaba volver a ver ese rostro nunca más. Y le resultaba especialmente desagradable al verse con el cabello largo y despeinado y unas grandes bolsas bajo sus ojos.
Sus ojos... Bueno... Si algo positivo tenía aquel asunto, era que podía ver esos ojos, que eran iguales a los de ella...
Salió del baño, volvió a asomarse a la habitación, esta vez enfocando mejor su vista para comprobar que Lucifer no estaba, y luego caminó con cuidado de regreso al sofá.
Antes de sentarse, distinguió la silueta del hombre rubio en la terraza, recargado en el barandal. Alastor fue hacia allá, siendo golpeado por una brisa marina de olor agradable en cuanto puso un pie en el exterior.
Lucifer parecía estar sumido en sus pensamientos, contemplando el inmenso mar azul que se extendía ante sus ojos.
El hombre más alto no supo si debía anunciar su llegada para no asustarlo, o si debía regresar adentro y esperar a que Lucifer terminara sus reflexiones matutinas. Como sea, no tuvo que tomar una decisión, porque en cuanto dio un paso más, se golpeó el pie con la pata de una silla y soltó un gruñido de dolor.
-Hey, buenos días- dijo Lucifer, mirando hacia atrás al escucharlo -Creí que dormirías todo el día
-Buen día, señor- saludó Alastor, soportando el dolor punzante en su pie -¿Qué hora es?
-Casi las 11
-¿Qué? Rayos, lamento mucho la tardanza
-No es tan tarde. A veces yo duermo hasta pasado el mediodía. Además, una invocación siempre te deja agotado. Esta es tu primera vez, así que no te culpo.
Alastor no respondió. Lucifer se sentó en una de las sillas de la mesa de la terraza, así que el hombre más alto lo imitó.
El aspecto humano de Lucifer no era tan distinto a su imagen de demonio, pero aun así, Alastor se encontraba encantado. No es que el rey fuera precisamente intimidante en su forma demoniaca, pero siendo humano tenía una innegable aura de inocencia. Su piel y su cabello parecían tan suaves, sus mejillas tan rosadas, sus ojos de un color azul zafiro que brillaban tanto que incluso Alastor podía distinguirlos a pesar de su pésima vista... Lucifer lucía simplemente... exquisito. No había otra forma de describirlo.
-Me tomé la libertad de pedir servicio a la habitación- indicó Lucifer -Es algo tarde para bajar a desayunar al comedor.
-Lo siento mucho- se disculpó Alastor.
-No, no importa. El servicio a la habitación siempre está disponible. De todos modos, el desayuno inicia a las 7, ¿puedes creer eso?
-¿A las 7? ¿Pretenden que pase tanto tiempo sin desayunar?
-¡Yo me iba a quejar de que era demasiado temprano! ¿Pues a qué hora te levantas?
-Normalmente a las 5, por eso me avergüenza tanto haberme quedado dormido hasta ahora.
-¿Por qué carajo te despiertas tan temprano?
-Le recuerdo que tengo un programa de radio. Las transmisiones inician desde temprano.
-Ah, claro... Pero aquí no tienes que hacer eso, así que te prohíbo que me despiertes antes de las 9 de la mañana, ¿de acuerdo?
-Haré lo posible, señor.
-Ya hablamos de esto, no me llames así aquí.
-Disculpe, es complicado acostumbrarse
Alastor se apartó el pelo de la cara, tratando de hacer que se mantuviera detrás de sus orejas.
-Bueno, sobre lo del humano que te trajo aquí- comenzó Lucifer -Busqué el mapa en mi teléfono. Esta ciudad no es enorme pero tampoco es precisamente pequeña. Debemos comenzar a buscar por todas partes al humano antes de que comiences a debilitarte por estar lejos del infierno.
-¿Cómo sabemos que sí está en esta ciudad?- quiso saber Alastor
-Estoy seguro de eso. No te invocó en su presencia, pero tampoco puede hacerse a una distancia tan grande. Comenzaremos en los barrios cercanos a la iglesia donde aparecimos ayer, e iremos ampliando la búsqueda desde ahí.
-¿Se supone que recorramos toda la ciudad preguntándole a todos si requieren de un favor infernal?
-Descuida, eso no es necesario. Cuando nos estemos acercando a la persona, lo sentirás en tu interior. Estas, de cierta manera, conectado a la persona que te invocó. Cuando estemos lo suficientemente cerca, será como si un imán te atrajera hacia esa persona.
-Entiendo. De acuerdo, entonces quizás no sea tan imposible como me lo imaginaba. Maldición... todo esto porque el humano no se preocupó por estudiar su escritura rúnica...
-¿Por qué piensas eso?
-¿Por qué alguien me invocaría a mí? No soy un demonio famoso para los humanos. Seguro que esta persona quería invocar a Astaroth y se equivocó en la escritura.
-Nah, no lo creo... Quizás comiences a ganar fama.
-Lo dudo mucho.
-Bueno, se lo preguntaremos al humano cuando lo encontremos. Podemos iniciar una vez que hayamos desayunado.
-Señor, no puedo salir así en público.
-¿Así cómo?
-Primero que nada, le recuerdo que no puedo ver sin gafas. Segundo, parezco un payaso vagabundo.
Alastor miró con algo de horror la camisa de piñas que estaba usando. Lucifer se rio y trató de disuadirlo:
-Es ropa normal para la playa. Acabo de ver a un tipo con una camisa igualita a esa allá abajo.
-Ni siquiera tengo zapatos
-Okay, ese puede ser un buen punto...
-E insisto en que mi cabello se ve espantoso
-Estás siendo muy duro contigo mismo
-No me importa si no voy a volver a cruzarme con las personas que me vean así. Mi imagen es importante, y me niego a salir así.
-Ya, está bien. ¿Qué te parece esto? Yo iré a comprarte algo de ropa, volveré por ti, iremos a conseguirte unas gafas, y después podemos buscar el resto de la tarde, ¿suena bien?
Alastor suspiró y se agarró el puente de la nariz con dos dedos. No le agradó mucho el tono que Lucifer había usado. Parecía un padre tratando de apaciguar a un niño berrinchudo.
-Discúlpeme, me siento algo abrumado- se sinceró Alastor -Ya debe ser un enorme inconveniente que lo haya invocado, y todavía estoy siendo insoportable. Es solo que... Esta situación es muy estresante.
-Oye, si te sirve de algo, me pareces insoportable todo el tiempo, no solo hoy- respondió Lucifer.
Alastor lo miró con el ceño fruncido, pero Lucifer sonreía.
-No te culpo por estar estresado. Y no quería sonar condescendiente- aseguró Lucifer, en voz más seria -Recuerda que estoy aquí para ayudarte, y lo haré lo mejor que pueda.
-En serio se lo agradezco. Odio pedir ayuda.
-Lo sé. Es satisfactorio verte tragándote tu orgullo.
Lucifer le dio un par de palmaditas en el hombro y le dirigió otra amable sonrisa.
-¿Será que hay alguna radio en la habitación? Creo que no la he encontrado- comentó Alastor.
-No sé cómo decirte esto, pero desde hace ya muchos años que la radio no... eh...- Lucifer se rascó la cabeza -No es tan común que la gente escuche la radio como antes. No hay radios en las habitaciones de los hoteles.
-Pero el tipo del coche de ayer estaba escuchando la radio
-Bueno, sí, sigue habiendo transmisiones y eso, pero es algo que solo escucha la gente en los autos, o aquellos que siguen conservando una radio... Los viejos, tal vez,
-¿Y qué se supone que haga mientras no estás?
-Puedes ver la televisión
Alastor frunció el ceño, algo insultado.
-No me veas así. No es tan malo- lo tranquilizó Lucifer -Además, aquí no llegan los programas de tu amigo Vox.
-Ni me lo menciones. Como sea, seguro los presentadores de noticias son iguales a él.
-Puedes ver una película. Ahora tú puedes escoger qué ver. Hay cientos de programas y películas para escoger, no tienes que ver lo que hay en los canales convencionales. Esa de ahí es una smart tv, y hay muchos servicios de streaming.
Alastor arqueó las cejas. No había entendido la mitad de lo que Lucifer acababa de decir.
-¡Ja! Te envidio un poco- exclamó Lucifer -¡No has visto ninguna película humana desde los años 30! Seguro encontraremos alguna que te guste.
-No hay forma de que me convenzas de ver esa caja ridícula.
-Ya ni siquiera es una caja. ¿No la viste? Ahora la pantalla es plana. Oye, yo tampoco soy fan de la televisión, te fríe el cerebro. El cine, por otro lado... ¡Pensaré en películas que te puedan gustar! Vas a tener que ver al menos una película conmigo, no me importa si tengo que usar el favor que me debes para eso.
Alastor suspiró y se encogió de hombros, intrigado sobre qué podía ser tan fantástico del cine. En sus tiempos, las películas ni siquiera tenían sonido.
El viento marino volvió a desacomodar su cabello, y mientras gruñía y se esforzaba por volver a poner los mechones castaños en su sitio, pidió:
-Oye, de verdad ¿puedes traer algo para hacernos cargo de mi cabello? No voy a soportar que esté pasando esto todo el tiempo.
-Seguro, tú déjalo en mis manos- dijo Lucifer, riéndose al ver a Alastor luchar.
En eso llamaron a la puerta, anunciando que era el servicio a la habitación.
-¡Un momento!- exclamó Lucifer, poniéndose de pie -Espero que no te importe, pero pedí hot cakes para los dos.
*****
Lucifer tuvo algunas dificultades para abrir la puerta de la suite, pues llevaba las manos cargadas de bolsas. Entró quejándose en voz alta y cerró empujando la puerta con su pie.
Por un momento, pensó que el lugar estaba vacío, pero luego vio que en realidad Alastor se encontraba tirado boca abajo en el sofá, mientras un reportero daba las noticias del día en la televisión.
-Oye, Botones- dijo Lucifer en voz apenas lo suficientemente alta para que su compañero lo escuchara.
Alastor levantó la cabeza, entrecerrando los ojos para verlo mejor.
-Veo que te rendiste con lo de la televisión- comentó Lucifer, caminando hacia él.
-No he visto mucho, solo escuché. No dijeron nada interesante en las dos horas del noticiero- respondió Alastor, levantándose para proceder a sentarse en el sofá -¿Me equivoco o decidió comprar una tienda entera, señor?
-Basta con lo de "señor"- gruñó Lucifer -Y no, no compré toda la tienda, pero te recuerdo que yo tampoco tengo otro cambio de ropa, así que debía comprar cosas para mí también.
Lucifer puso las bolsas sobre el sofá, entre él y el otro hombre, y se sentó.
-Esa de ahí es ropa para ti- señaló un par de enormes bolsas blancas -Espero que te quede bien.
-Yo espero que nada tenga estampado de patos- bromeó Alastor
-Oh... Ni te molestes en abrirla entonces
Alastor dejó escapar una risita y tomó la bolsa, sacando algunas camisas y camisetas de manga corta en colores rojo, vino, negro y sus derivados. Todo bastante sencillo, sin estampados ni otros adornos.
-Quizás es un poco cliché, pero... No sé, supuse que te gustaban esos colores- explicó Lucifer.
-Me encantan. Le agradezco mucho- respondió Alastor, mirando detenidamente una camisa roja.
Lucifer no pudo evitar fijarse en él por más tiempo del necesario. Le llamaba mucho la atención mirar a Alastor en su forma humana. Estaba tan acostumbrado a la aterradora apariencia del Demonio de la Radio que le costaba trabajo aceptar a su verdadero ser: ese hombre de piel morena y ojos marrones de mirada sorprendentemente amable, cuya sonrisa hacía que el corazón del soberano se acelerara por alguna razón.
-Y, eh- Lucifer salió de su estupor, entregándole otra bolsa -Acá están tus pantalones. Sé que dijiste que no querías shorts, pero hace calor y quizás quieras darles una oportunidad. También te compré un par de trajes de baño, por si quieres ir a refrescarte o algo.
Alastor echó un rápido vistazo dentro de la bolsa, volvió a mirar a Lucifer y comentó:
-Su majestad parecía muy encantado con el mar esta mañana. ¿Los trajes de baño son para que lo acompañe vestido de forma adecuada?
El hombre rubio no respondió de inmediato. No había forma de que pusiera un pie en la playa. A Lilith solía encantarle ir a la playa, relajarse en la arena, tomar el sol mientras charlaban de cualquier cosa... Eran recuerdos que no volverían, cosas del pasado pero... de todos modos, era doloroso pensar en contemplar el mar sin la compañía de su ex esposa.
-No me gusta mucho la playa- mintió -Hay arena en todas partes y eso. Pero la piscina podría ser una opción.
-Voy a pensarlo- Alastor arrugó un poco la nariz y añadió: -No sé en qué momento decidieron que los trajes de baño dejaran ver tanta piel.
Lucifer se rio. Era fácil olvidar que estaba conviviendo con un sujeto que no había estado en la Tierra durante tanto tiempo, y al no ser fan de la tecnología, era poco probable que supiera en realidad sobre todas las cosas que había hecho la humanidad en todas esas décadas.
-Como no estaba seguro de tu número de zapatos, solo te traje unas sandalias. Podemos ir a comprar otros zapatos cuando salgamos por tus gafas- propuso Lucifer.
-Por ahora esto está bien. Digo, esperamos estar poco tiempo aquí, no es necesario derrochar tanto- apuntó Alastor
-No te preocupes por el dinero. Recuerda que soy super rico. Puedes pedir lo que necesites.
-Está siendo muy amable conmigo, señor.
-Bueno, tú me invocaste, supongo que debo cuidar de ti. Además, Alastor, esta es en la Tierra. Aquí no soy el rey, y tú no eres un overlord. Solo somos dos sujetos en una habitación de hotel. Así que, por favor, ya deja de llamarme "señor". Ayer ya me estabas tuteando y parece que ya se te olvidó. Solo usa mi nombre, ¿sí?
-¿Samael? ¿Y si te llamo Sam o Sammy?
-Ah, ahora sí te crees gracioso. "Lucifer" está bien, gracias.
Alastor sonrió un poco más y continuó revisando su nueva ropa.
-Ah, también traje esto- anunció, sacando una caja de otra bolsa -Nunca usé una así y dudo que tú lo hayas hecho, pero seguro será fácil.
Alastor parpadeó un par de veces, contemplando la caja que contenía una máquina para cortar el cabello.
-¿Para qué compraste eso?- preguntó el moreno.
-Dijiste que trajera algo para hacerte cargo de tu cabello- le recordó Lucifer.
-Lo dije, sí, pero me refería a un peine, algo de fijador, tal vez una liga para atarlo.
-¡Oh, pues debiste especificar! Y parecía que te incomodaba mucho lo largo que es tu cabello, así que supuse que querías cortarlo.
Alastor pasó una mano por su largo flequillo castaño, se lo pensó por un momento y al final respondió:
-Ciertamente quiero cortarlo, solo que no pensé que tú lo harías.
-Admito que jamás lo he hecho- concedió Lucifer -Pero ¿has visto mis patitos? No puedes negar que soy hábil con las manos.
-No sé si hacer patitos sea el equivalente adecuado.
-Si no quieres está bien, no voy a obligarte. Podemos ir a una peluquería a que lo haga un profesional.
Alastor volvió a rascarse la nuca, disgustado por la idea de dejar que un humano extraño lo tocara. Suspiró y se puso de pie, diciendo:
-Podrás ser el rey del infierno. Pero si arruinas mi cabello, voy a arrancarte los brazos.
Lucifer se rio, tomó la máquina y siguió a Alastor hacia el baño.
Mientras sacaba la máquina de su empaque y echaba un rápido vistazo a las instrucciones, el hombre rubio comentó:
-Es un poco gracioso que seas tan vanidoso. Todo el asunto de "no voy a salir así en público" ¡Ja! ¿Quién lo diría?
-Es importante cuidar la imagen- respondió Alastor -Y con este pelo parezco un vagabundo.
-Si te molesta tanto ¿por qué lo dejaste crecer?
-Me molesta ahora. Cuando estaba vivo solía tenerlo corto. Este estilo es para mí forma demoníaca. En parte es para ocultar y compensar el hecho de que mis orejas no están donde deberían. Ahora es raro tener las orejas a los lados de la cabeza. Me siento muy extraño siendo humano.
-¿Por qué? Creí que te sentirías como en casa
-Piénsalo por un momento. Llevo casi un siglo siendo el Demonio de la Radio. Y solo pasé 33 años siendo humano. En realidad, ¿cuál de esos dos es el verdadero yo?
Lucifer miró a Alastor con las cejas arqueadas.
-¿Solo viviste 33 años?- se sorprendió.
-Sí... ¿Por qué crees que me veo así?
-No sé, yo escojo la edad que quiero aparentar cuando vengo a la Tierra, pensé que tú hacías lo mismo. Mierda, ¿en serio solo 33 años?
-En serio- Alastor se encogió de hombros, pero sonó algo melancólico -Eso seguro solo es un instante para ti, ¿no?
-Es... Triste. Eras demasiado joven... ¿Qué ocurrió?
-Un cazador de ciervos me confundió con una presa y me disparó.
-Huh, eso explica muchas cosas.
-Ah sí, la dulce ironía.
Lucifer conectó la máquina al tomacorriente, y la encendió por un momento para comprobar que funcionara.
-Okay, ¿entonces qué haremos con tu cabello?- preguntó.
Alastor se miró en el espejo, acercándose hasta que su nariz estuvo a pocos centímetros de este.
-Solo... No vayas a cortarlo tanto de acá- comentó, midiendo que su fleco llegaba por debajo de su nariz -Déjalo largo arriba, de ahí córtalo con tijeras mejor. Pásame la máquina por toda la parte de abajo. Ahí sí lo quiero corto, pero no demasiado.
-Ehh... No sé si entendí- Lucifer se rio un poco -Pero confía en mí. Si vas a ser mi acompañante por estos días, no voy a hacer que luzcas mal. Tú déjalo en mis manos y ya veremos qué pasa. Siempre podemos ir a la peluquería si las cosas salen mal.
Alastor no se veía muy seguro, pero igual se sentó sin rechistar en el borde de la bañera mientras Lucifer preparaba la máquina y trataba de convencerse de que aquello era sencillo.
-Okay, ¿listo? Voy a empezar- indicó, acercándose a Alastor.
El hombre más alto asintió y agachó la cabeza. La máquina se encendió con un zumbido, mismo que se hizo un poco más fuerte cuando Lucifer la hundió en el pelo de la nuca de Alastor.
Un enorme mechón castaño cayó en la bañera, dejando en su lugar una línea de pelo de poco más de un centímetro de largo.
-No está tan mal, a menos que lo quieras más corto- anunció Lucifer.
Alastor se pasó los dedos por el pelo recién cortado para luego responder:
-Así está perfecto.
Lucifer siguió pasando la máquina por la nuca de Alastor, viendo las cortinas de pelo caer y amontonarse en la porcelana de la bañera mientras la parte posterior del cuello de Alastor quedaba descubierta.
-Tu cabello es muy suave- observó Lucifer, pasando las yemas de sus dedos de abajo hacia arriba de la nuca recién rapada de Alastor un par de veces.
No recibió ninguna respuesta. Sin embargo, notó que los vellos de los brazos de Alastor se habían erizado. Lucifer se puso nervioso y encendió la máquina de nuevo para continuar con su tarea en silencio.
Quizás estaba traspasando un límite. Charlie le había advertido miles de veces que a Alastor no le gustaba ser tocado. Y él ya estaba haciendo una excepción al permitir que Lucifer le cortara el cabello. Acariciarlo de esa manera había sido totalmente inapropiado.
¿Debería disculparse? No, disculparse significaría admitir que había pasado algo malo, y era mejor fingir que había sido algo casual, un accidente honesto... ¿no?
-¿Puedes enderezarte?
Alastor se sentó con la espalda recta, y Lucifer apartó el pelo largo que no iba a cortar antes de seguir pasando la máquina por uno de los costados de la cabeza del hombre más alto.
Todo ese asunto se sentía increíblemente íntimo por alguna razón.
-¿Y podrías doblar tu oreja hacia abajo?
Alastor llevó su mano a la parte superior de su cabeza antes de darse cuenta del error. Ambos se rieron.
-Es la costumbre, lo siento- dijo Alastor, llevando su mano al lugar correcto esta vez.
-Sabes, creo que cuando volvamos al infierno, tendrás este nuevo corte- señaló Lucifer -¿Estás bien con eso?
-Supongo que era hora de un cambio de estilo. Además, quién sabe. Puede que no encontremos a quien me invocó y termine muerto, así que todavía no me voy a preocupar por las reacciones a mi nuevo corte.
-No digas eso. Vamos a encontrar al humano y vamos a volver.
Alastor soltó una risita y le recordó:
-¿No fuiste tú el que dijo que no le importaba si me quedaba aquí?
Lucifer se tomó un momento para recordar sus exactas palabras del día anterior.
-Lo siento- se disculpó, avergonzado -Eso no estuvo bien, yo... No quisiera que te pasara nada malo. Sí me importa, te juro que no voy a volver al infierno sin ti.
Alastor no dijo nada. Lucifer se sonrojó un poco al darse cuenta de cómo había sonado eso.
-Charlie se pondría muy triste si no regresas- se justificó, nervioso -No puedo dejar que nada te pase, por su bien.
-Cierto, cierto- respondió Alastor -Créeme, lo que menos quiero es lastimar de alguna manera a mi querida princesa.
El corazón de Lucifer se aceleró. Alastor siempre hablaba de Charlie con un claro tono cariñoso en su voz. Al principio eso lo molestaba, pero ahora solo podía pensar que era bueno que alguien se preocupara tanto por su hija.
Ahora sabía que Alastor iba a proteger a Charlie de cualquier cosa. El Demonio de la Radio quería a su hija, era caballeroso y muy atractivo... ¿Qué más podía pedir?
Ay, cielos, qué pensamiento tan fuera de lugar.
Una vez que todo el pelo largo de la parte de atrás y los costados de la cabeza de Alastor fue cortado drásticamente, dejando al descubierto su cuello y sus orejas, Lucifer apagó la máquina y procedió a tomar las tijeras del lavabo. Cuando volvió a mirar, Alastor se pasaba los dedos por la nuca arriba y abajo en movimientos suaves.
-Esto es un poco raro- admitió Alastor -Me siento...
-¿Más ligero, quizás?- sugirió Lucifer, acercándose de nuevo.
-Algo así. Hacía mucho que no tenía el pelo tan corto.
Lucifer puso un par de dedos bajo la barbilla de Alastor y lo obligó a levantar la cabeza. Escuchó que la respiración del moreno se cortaba por un momento.
-Ya solo voy a arreglar un poco el pelo de arriba- anunció Lucifer, haciendo como que no notó la reacción del otro hombre -No voy a cortar tanto, me gusta como se ve la diferencia de largos.
-Adelante, haz lo que tú quieras- respondió Alastor.
Lucifer tragó saliva ante aquella oración, pero no respondió y procedió a tomar un mechón de la coronilla de su compañero.
Lo único que se escuchaba en aquel lugar era la respiración pausada de Alastor y el snip snip de las tijeras. Cada tanto, Lucifer volvía a empujar suavemente la cabeza de Alastor para poder tener un mejor ángulo de visión. Dudaba mucho que alguien hubiera tocado al Demonio de la Radio de aquella manera, por lo menos en mucho tiempo.
Lucifer se puso un poco nervioso al notar a Alastor tan sumiso ante él. Era algo totalmente nuevo que el demonio obedeciera y se dejara manipular de aquella manera.
-¿Puedes darte la vuelta?- pidió Lucifer.
Alastor, que hasta el momento le había estado dando la espalda, se giró sin levantarse del borde de la bañera.
Era imposible, imposible, que Alastor no hubiera notado lo mucho que Lucifer se sonrojó al verlo de frente. Algo en la mirada de aquellos ojos marrones lo hacía sentir un cosquilleo en el estómago.
Tomó el largo flequillo de Alastor, y este cerró los ojos. Era increíble que al principio se hubiera mostrado tan escéptico a la idea de dejar a Lucifer hacer aquello, pero que ahora estuviera tan confiado. Ese pensamiento provocó una sonrisa en el rubio, quien terminó de acomodar el flequillo y lo cortó por debajo de sus ojos con cuidado.
La verdad era que no había mentido con lo de ser hábil con las manos. El corte de pelo lucía bastante bien logrado, y hacía que Alastor se viera muy, muy...
-¿Todo bien?- preguntó Alastor.
-¿Eh? Sí, obviamente- contestó Lucifer con un pequeño balbuceo, nervioso ante la nota suave en la voz del moreno.
-No me gusta tu tono. ¿Algo va mal?
-No, todo está bien. De hecho, soy tan bueno que pude hacer que hasta tú te veas como alguien decente.
Alastor ensanchó su sonrisa un poco, y Lucifer apartó sus ojos de la cara de su compañero, para comenzar a pasar sus dedos entre los suaves mechones a fin de revisar que todo se viera bien. Por suerte, el pelo ligeramente ondulado de Alastor ayudaba a disimular si había algún corte disparejo.
El flequillo de Alastor se quedó un poco alzado sobre su frente cuando Lucifer retiró su mano.
-Creo que ya estás listo- anunció Lucifer, quitando suavemente con sus dedos algunos pelitos de la cara de Alastor.
-¿Seguro?
-Estoy seguro
Alastor abrió los ojos, y Lucifer sintió que le faltaba el aire. Se veía espectacular, si se le permitía pensar eso de su propio trabajo. El pelo largo de la parte de arriba estaba despeinado, pero aun así, Alastor lograba hacer que luciera elegante de cierta forma.
-¿Cómo me veo?- preguntó el moreno, terminando de sacudirse los pelitos de la cara.
-Eh...- Lucifer sintió que la cara se le ponía caliente -Míralo tú mismo.
Alastor se puso de pie y fue a verse al espejo, pegando mucho su cara al cristal.
Mientras él evaluaba su nuevo aspecto, Lucifer se dedicó a recoger el pelo cortado para tirarlo a la basura.
-No está nada mal- comentó Alastor, peinando su fleco hacia un lado con sus dedos -Es parecido al corte que solía tener cuando estaba vivo. Realmente eres un buen peluquero.
-Te lo dije- Lucifer sonrió, parándose junto a él y mirándolo a través del espejo. Tomó una respiración profunda y se atrevió a añadir: -Te ves muy guapo.
Alastor lo miró a través del espejo, pero luego se giró para mirarlo de frente. Lucifer sintió un hormigueo extraño en todo el cuerpo.
-Gracias- respondió el hombre más alto al fin -Y quisiera decirte que tú tamb-
-¡Casi lo olvido! Te traje otra cosa- Lucifer lo interrumpió, soltando una risilla nerviosa.
El rubio corrió hacia las bolsas en el sofá, sintiendo como se sonrojaba de pies a cabeza. ¿Qué mierda era todo ese asunto? Okay, basta. No tenía que significar nada. Él solo había hecho un cumplido inocente, y quizás Alastor no era un completo idiota e iba a devolver el cumplido.
O quizás iba a decir otra cosa. Quien sabe, ahora no lo iba a saber porque no lo había dejado hablar.
Ciertamente no quería escuchar a Alastor comentando nada sobre su aspecto. Para bien o para mal.
Escuchó los pasos de Alastor detrás de él, así que se tomó un momento más fingiendo que no encontraba el objeto para darse tiempo y que sus mejillas dejaran de estar rojas.
-Ajá, aquí está- dijo al fin, cuando dejó de sentir caliente su rostro.
Alastor lo miró con extrañeza, entrecerrando los ojos. Lucifer le puso en la mano una caja conteniendo un celular nuevo.
-Sé lo que piensas sobre esto- comenzó a justificarse el rubio -Pero realmente necesito poder contactarte si nos separamos o algo.
-Señor...- comenzó Alastor.
-¡Además, puede ser muy útil para otras cosas! Puedes escuchar la radio en él. O cualquier cosa que tú quieras, en realidad. Pero principalmente necesito saber que puedo contactarte en cualquier momento.
Alastor suspiró y, sin decir nada, abrió la caja con cuidado y sacó el teléfono, mirándolo con curiosidad mientras lo hacía girar entre sus manos.
-Nadie en el hotel debe enterarse de esto- le advirtió Alastor -Charlie y Angel han tratado de persuadirme de usar una de estas cosas, y les juré por todos los demonios del infierno que no iba a ceder nunca.
-Me siento honrado de que lo hagas por mí, entonces- bromeó Lucifer.
-Lo hago porque no quiero perderte, y alguien tan chaparrito como tú sería muy difícil de buscar entre una multitud.
Lucifer se rio y le dio un empujoncito con el hombro.
-Aprecio mucho el regalo, sé que no deben ser baratos- agradeció Alastor -¿Cómo se enciende?
El más bajito tomó el teléfono de la mano de su compañero e indicó:
-Debemos ponerlo a cargar un rato primero.
-De acuerdo, mientras iré a bañarme- anunció Alastor, entregándole la caja del celular a Lucifer.
-Sí, te hace falta.
Alastor frunció el ceño, lo que provocó la risa de Lucifer.
-Por cierto, pensaba decirle a Charlie que estaré fuera unos días, para evitar que se preocupe por mí- comentó el rubio -¿Debería decirle que tú también estarás ausente?
-Sí, no veo por qué preocuparla de más- respondió Alastor -No es necesario que le des tantos detalles. De hecho, no es necesario que le digas que estamos juntos. Solo dile que me viste irme y que no estaré disponible.
-¿Qué pasa? ¿Te avergüenza admitir que pediste mi ayuda y que estás atrapado en la Tierra?
-Y tú también estás atrapado conmigo aquí, no lo olvides.
Alastor tomó del sofá la ropa que se iba a poner, le dirigió una última sonrisa a Lucifer, y se metió al baño.
*****
Los pensamientos de Lucifer seguían terriblemente desordenados desde esa mañana. Era solo que se sentía muy, muy extraño por cómo Alastor lo estaba haciendo sentir.
Cuando lo conoció, no pudo evitar sentirse amenazado de que Charlie lo hubiera reemplazado por otra figura paterna. Entonces, naturalmente, se había esforzado mucho por demostrar que él era mejor que Alastor.
Pero luego habían comenzado a vivir juntos, y la verdad era que Alastor ya no le resultaba tan desagradable. Por supuesto, no se lo había dicho. Simplemente sentía cómo la competencia entre ellos se tornaba cada vez más juguetona. Es decir, competían por cosas cada vez más tontas, como ver quién hacía la mejor comida o quien podía tener más propiedades en el Monopoly cuando Charlie hacía que jugaran con los demás huéspedes del hotel.
Y, durante las últimas semanas, cada vez que Lucifer llegaba al hotel luego de un largo día de cumplir (al fin) sus deberes reales, se encontraba a sí mismo poniéndose muy contento al ver al Demonio de la Radio en el bar. Entonces se acercaba a la barra, pedía un trago, y ambos compartían una conversación casual.
Más de una vez, Lucifer se había sentido tentado a invitarlo a pasar el rato fuera del hotel, solo para charlar en un ambiente fuera de lo común.
Luego, desechaba la idea. Sonaba ridículo, ¿por qué el demonio diría que sí a algo como eso?
Lucifer había pasado demasiado tiempo aislado de los demás, y sentía que Alastor era alguien con quien podía hablar sin sentirse abrumado.
Charlie era demasiado entusiasta, Maggie se ponía demasiado nerviosa hablando con él, Husk era demasiado serio, Angel hacía demasiados comentarios sexuales, Cherri era demasiado desinteresada y Niffty era... simplemente demasiado.
Alastor estaba bien. Cuando no estaban teniendo una pelea tonta, hablaban de algún tema realmente interesante, y luego se daban su espacio. A veces se retiraban, y otras simplemente se quedaban en silencio, pero no parecía ser un silencio incómodo para ninguno de los dos.
Y ahora estaban ahí, atrapados en la Tierra, juntos.
-Vamos a intentarlo de nuevo- suspiró Lucifer, volviendo a llamar.
La pantalla del teléfono de Alastor se encendió con el nombre de Lucifer.
-Presiona el botón verde- indicó el rubio.
-Eso hago- se quejó Alastor.
-Pero presiona y desliza hacia arriba al mismo tiempo... ¡Así no, tonto! Deslízalo. No, no despegues el dedo.
Un par de chicas que pasaron junto a ellos se rieron un poco al escuchar aquello.
-¡Ja! ¡Lo hice!- anunció Alastor
-¡Lo hiciste! ¡Muy bien, Al!
Se miraron por apenas un segundo antes de voltear a otro lado.
Charlie solía llamar "Al" al demonio de vez en cuando, pero esa era la primera vez que Lucifer lo hacía.
-¿Quieres intentarlo de nuevo?- propuso Lucifer.
-Claro
Iban caminando por la calle, y Lucifer llevaba a Alastor tomado por la muñeca para poder guiarlo.
Había buscado en su teléfono una óptica cercana, y a pesar de que propuso tomar un Uber, Alastor propuso que caminaran un poco y aprovecharan el tiempo para aprender a usar el teléfono.
Al menos ya estaba dominando la parte de responder llamadas. Ahora solo faltaba... bueno, todo lo demás.
Pero ya habría tiempo para eso después. Llegaron a la pequeña óptica, y de inmediato el hombre mayor tras el mostrador les dio la bienvenida y preguntó qué podía hacer para ayudar.
-Mi amigo perdió sus gafas, y realmente necesita unas urgentemente- indicó Lucifer -Está casi ciego.
-Descuide, podemos hacer unas en un santiamén- aseguró el hombre del mostrador -Mucha gente pierde sus gafas en la playa, así que tenemos todo lo necesario para hacer unas que cubran sus necesidades. Pase por acá, por favor.
Lucifer tuvo que contener su risa al ver la cara que ponía Alastor al pasar por los distintos y modernos aparatos que medían la graduación que necesitaban sus gafas.
-Esa herida está demasiado cerca del iris... Caramba, es realmente un milagro que no perdieras la vista- le comentó el técnico a Alastor, mientras revisaba sus ojos con una pequeña linterna.
-Ya había escuchado eso antes- respondió Alastor -Y ciertamente, mi visión es mucho peor con ese ojo que con el otro.
El técnico realizó todas las pruebas necesarias, y luego le pidió a Alastor que eligiera un armazón. Él no lo pensó mucho, solo tomó las primeras gafas de forma redonda que vio y probó que le quedaran bien. Después de eso, el técnico les aseguró que tendría las gafas listas en media hora.
Lucifer y Alastor volvieron al frente de la óptica, sentándose en un par de sillas junto a la pared.
-Toda esta tecnología está superando mis límites- comentó Alastor, frotándose los ojos.
-¿Cómo hacían antes para saber la graduación de las gafas?- se interesó Lucifer
-Solo veía el cartel con las letras y supongo que el optometrista hacía las cosas al tanteo.
Lucifer se fijó en la mancha roja que Alastor tenía en su ojo derecho.
-¿Qué te pasó en el ojo?- preguntó -La herida que mencionó el técnico.
Alastor se tomó un momento para responder:
-Sólo digamos que se me encajó un cristal cuando era un adolescente.
-Ouch... ¿Cómo pasó eso?
-Quizás te cuente eso otro día. En fin, mi madre no tenía mucho dinero para el tratamiento completo. Pudo llevarme a que me sacaran el cristal en un hospital, pero ya no hubo dinero para las citas de seguimiento. Ella hizo lo mejor que pudo en casa, pero la herida no se curó correctamente y empeoró mi miopía. Ni la muerte pudo corregir eso. En el infierno tampoco puedo ver bien por este ojo, por eso uso un monóculo.
-¡Oh! Yo creía que solo era una cuestión de tu estética de anciano.
-No, para nada. En el infierno, no veo tan mal como ahora, pero sí lo suficiente como para que me resulte molesto y me dé migraña si no uso el monóculo.
Lucifer asintió, pensativo. Es decir, ¿cuántos pequeños detalles sobre Alastor había para descubrir? Lo del porqué de su monóculo era un buen inicio.
Tampoco pasó por alto el comentario sobre su madre y la falta de dinero. Por lo que Charlie le había contado, Alastor mencionaba mucho a su madre en las raras ocasiones en las que hablaba de su vida en la Tierra. Era un tema del que Lucifer quería conocer más. Sin embargo, sería una conversación para otro momento más privado.
Pasaron el tiempo de espera con Lucifer enseñándole a Alastor a hacer llamadas, enviar mensajes, e incluso tomar fotos. Eso estaba bien por ahora. Aún no era momento de abrumarlo con todas las cosas que podía hacer entrando al mundo del internet.
-Aquí están sus gafas, señor- anunció el técnico luego de un rato.
Ambos se pusieron de pie, y Alastor sacó las gafas del estuche mientras Lucifer pagaba por los servicios del hombre.
-¡Bien, todo listo, mil gracias!- dijo Lucifer alegremente, guardando el recibo en su bolsillo -¿Al...?
Lucifer se volvió, solo para ver como Alastor acomodaba sus gafas redondas y luego se arreglaba el cabello con los dedos.
-¿Cómo se ven?- le preguntó a Lucifer, girándose para verlo de frente.
El rubio parpadeó como tonto un par de veces antes de poder decir algo:
-Te quedan muy... muy bien- reconoció Lucifer.
-Wow, esto es increíble- Alastor miraba hacia todos lados -¡Nunca había tenido unas gafas tan buenas! ¡Y nunca había visto tantos detalles en las cosas!
Alastor dirigió la vista hacía su compañero y lo observó fijamente. Lucifer se quedó muy quieto, sintiendo como si lo estuvieran analizando.
-Al fin puedo verte bien- comentó Alastor por lo bajo, con voz pausada.
Genial. Ahora había visto en alta resolución como Lucifer se ponía rojo de nuevo.
*****
Alastor y Lucifer habían regresado a la iglesia donde habían aparecido la noche anterior para comenzar a buscar a partir de ahí.
El lugar estaba lleno de agentes de policía, y cuando se acercaron a preguntar qué había ocurrido, una muy asustada señora mayor les había contado como, al parecer, habían hecho un "rito satánico" en la iglesia, y que habían encontrado sangre en la escena. Toda la comunidad estaba bastante asustada por aquello.
Alastor solo pudo encontrar graciosa la idea de que las personas estuvieran tan asustadas del diablo, cuando éste resultaba ser aquel rubio chaparrito que hizo un pequeño puchero de disgusto al escuchar como hablaban sobre los indeseables seres malvados que pudieron haber entrado a este mundo.
Luego de esa pequeña visita, pasaron el resto de la tarde recorriendo bastantes cuadras a la redonda de la iglesia. Lucifer insistía cada dos minutos en que Alastor debía prestar atención a cualquier cosa que su intuición tomara como una señal, pero él todavía no había sentido nada.
Excepto, tal vez, mucha hambre.
Luego de unas horas, decidieron darse por vencidos y regresaron en Uber al hotel.
Ni siquiera subieron a su habitación. Fueron directamente al comedor, donde el buffet para la cena ya estaba servido.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta el sabor?
Lucifer había estado mirando a Alastor por unos momentos. Él lucía bastante serio, mirando hacia abajo mientras masticaba sin ninguna prisa.
-¿Eh? No, esto es bastante decente- respondió Alastor -Solo pensaba... Hoy no nos fue muy bien. No sé en qué momento debería comenzar a preocuparme por morir si no regresamos pronto al infierno.
-Cálmate Bambi, hoy fue solo el primer día. Mañana podemos buscar desde más temprano. Volveremos antes de lo que crees, y esta será solo una historia graciosa que contarle a los demás.
Esas palabras no parecieron cambiar mucho el ánimo de Alastor.
-Oye, está bien. No voy a dejarte solo, vamos a arreglar esto- prometió Lucifer.
-Estás siendo demasiado amable conmigo- comentó Alastor
-Bah, no es para tanto
-Me ayudaste cuando no podía ver, me compraste un montón de cosas, me trajiste a un lindo hotel y todavía me das ánimos... Me siento un poco mal porque no sé cómo compensarte por todo esto.
-Bueno... hicimos un trato. Me debes un favor. No sé cuándo ni qué te voy a pedir, pero ahí saldrás tu deuda por todo esto. No te sientas culpable ahora.
En el fondo, Lucifer sabía que era una pequeña mentira. Nunca antes había hecho tanto por la persona que lo había invocado. ¿Por qué ahora se tomaba tantas molestias? Porque era Alastor, claro. Y como había dicho, no había mucho que un pecador pudiera hacer por él, así que técnicamente Lucifer estaba haciendo todo aquello solo porque...
¿Por qué? Quizás porque su corazón se aceleraba cuando Alastor le sonreía y le daba las gracias por algo.
-Cuando volvamos a casa, podrías visitarme en mi habitación un día- dijo Alastor de repente -Tengo una botella de whisky muy bueno, mejor que cualquier cosa que Husker tenga para ofrecer en su pequeño bar. Podríamos compartir una copa para celebrar por haber vuelto.
-Claro, me encantaría- aceptó Lucifer de inmediato.
Alastor pareció un poco más animado luego de eso.
-¿Al?
-¿Sí?
-Estamos en la Tierra, no estás atado a las limitaciones de tu forma demoníaca. No tienes que sonreír todo el tiempo.
Alastor soltó una risita y respondió:
-Lo sé, supongo... que estoy acostumbrado.
-¿No te duele la cara o algo? Debe ser agotador- señaló Lucifer -¿Puedes poner cara seria por un momento?
-No, no lo creo.
Fiel a su palabra, Al no dejó de sonreír mientras se llevaba la copa a los labios. Lucifer se encogió de hombros, suspirando, derrotado.
Alastor volvió a concentrarse en su comida, pero, por otro lado, algo había captado la atención de Lucifer. O más bien, alguien.
Un par de mesas allá, un grupo de chicas que tenían pinta de estar celebrando una despedida de soltera o algo parecido estaban mirando hacia donde se encontraban ellos y parecían algo emocionadas. Una de ellas notó que Lucifer las miraba, y todas comenzaron a reír.
-¿Señor?- dijo Alastor de repente, al verlo tan distraído.
-¿Ah?- Lucifer lo miró -Al, ya hablamos de esto mil veces...
-Ya sé, ya sé, "basta con lo de señor". ¿Qué tanto ves hacia allá?
-Nada, nada. Veía la piscina, es linda.
-Podríamos ir mañana, si quieres. Antes de salir a buscar.
-Eso me encantaría.
Lucifer no podía evitar sentirse algo culpable. Es decir, aquello era una situación seria. Estaban perdidos y Alastor podía morir si no se daban prisa con su misión, pero al mismo tiempo se moría por pasar tiempo con él haciendo cosas tontas como ir a la piscina o ver una película.
Debía recordarse que no eran unas malditas vacaciones.
Era sólo que... Bueno, se sentía realmente... Intrigado... Por la idea de pasar el tiempo con Al y conocerlo mejor.
Cuando los hombres terminaron de cenar, fueron a tomar el ascensor para subir a la suite, no sin antes ser saludados por la recepcionista de la noche anterior.
El interior del ascensor tenía tres grandes espejos, pero Lucifer evitaba ver su reflejo lo mejor que podía, mirando hacia las puertas como si su vida dependiera de eso. No era gran fan de ver su forma humana.
La otra opción, claro, era mirar a Alastor. Desafortunadamente, no había forma de mirarlo disimuladamente. Es decir, tenía que girar toda la cabeza hacia arriba para verlo a la cara. Lucifer apenas le llegaba al pecho al hombre moreno.
-Bueno, debo decir que mi primer día contigo no resultó tan molesto como pensé que sería- comentó Alastor, mientras Lucifer abría la puerta de la habitación con la tarjeta.
-Sí, lo mismo digo- respondió el rubio -¿Y quién lo diría? Hasta disfruté tu compañía.
-Admito que uno podría llegar a acostumbrarse.
Lucifer sonrió, encendiendo las luces de la suite.
Cada uno de ellos fue a prepararse para ir a dormir. Hasta el momento que cruzó la puerta de la habitación, Lucifer no se había dado cuenta de lo cansado que se encontraba. Solo quería tirarse en la cama y no despertar hasta muy tarde el día siguiente.
-Uh, oye- escuchó decir a Alastor desde el baño
-¿Qué?
-No quiero sonar desagradecido o exigente, pero no me compraste un pijama, ¿cierto?
Lucifer arqueó las cejas, recordando ese pequeño detalle.
-¡Oh, mierda! No. Lo siento mucho- se disculpó -Traje un pijama para mí. No te burles, pero tuve que comprarla en la sección de niños. Pensé "ahorita voy a buscarle un pijama al botones" y lo olvidé.
-... ¿Cuánta de tu ropa es de la sección de niños?
-¡Te dije que no te burlaras!
Escuchó la risa de Alastor desde el baño.
-Duerme en calzoncillos, no me importa- sugirió Lucifer
-No voy a hacer eso. Sería muy irrespetuoso de mi parte.
-No seas puritano. No es la gran cosa
-No lo haré.
-Pues entonces yo lo haré. Puedes tener mis pantalones de pijama y usar alguna de las camisetas que te traje.
-Eh...
-Descuida, la camisa del pijama me queda un poco grande. No verás nada que ofenda tus anticuados ojos.
-¿Te queda grande la camisa que compraste en la sección de niños?
-¿Quieres los pantalones o no, tarado?
-De acuerdo. ¿Me los pasas?
Lucifer se quitó los pantalones que acababa de ponerse, y fue a tomar una camiseta blanca de la pila de ropa que Alastor había doblado cuidadosamente. Dio unos golpecitos a la puerta del baño, y le pasó la ropa a Al cuando este abrió una rendija.
-¿Es una broma?- escuchó a Alastor quejarse luego de unos momentos.
-Mira, no tienes opción. No te quejes- respondió Lucifer, sabiendo exactamente a qué se debía el descontento de Al.
El rubio miró hacia abajo, sin poder evitar reírse un poco al contemplar su camisa de pijama, color azul cielo con estampado de patitos.
Alastor salió del baño unos minutos después. El pantalón de patitos le quedaba corto, obviamente.
-No quiero oír ni una palabra de esto- le advirtió Alastor, levantando su índice.
-Te queda bien- se rio Lucifer
-Basta.
Sin decir más, Alastor tomó una sábana extra del armario, y procedió a caminar hasta el sofá.
Lucifer también se acostó, sintiéndose muy pequeño en la enorme cama king size.
-¡Descansa!- exclamó, mientras apagaba la luz -¡Mañana tendremos más suerte!
-Eso espero- respondió la voz de Al -Buenas noches, majestad.
Lucifer suspiró. ¿Qué necesitaba hacer o decir para que Alastor dejara de llamarlo así?
*****
Cuando Lucifer despertó a la mañana siguiente, Alastor ya estaba de pie. Para sorpresa de Lucifer, el otro hombre tenía la vista clavada en el celular, y por lo visto, había descubierto cómo usar YouTube.
Lucifer preguntó qué estaba haciendo, y Alastor explicó como acababa de descubrir los podcasts. Estaba muy indignado de que al parecer aquel era el equivalente moderno de la radio. Decía que carecía del factor improvisación de una transmisión en vivo, ¿y dónde quedaba la interacción con el público?
Lucifer trató de explicarle lo que era un chat en vivo, pero Alastor se negó a aceptarlo como algo que igualara una transmisión real.
Como sea, por culpa de Lucifer, habían vuelto a perderse el desayuno, así que volvieron a pedir servicio a la habitación, y, mientras desayunaban, Alastor le recordó al hombre más bajito que tenían que ir a la piscina antes de iniciar su búsqueda de aquel día.
Lucifer estaba contento con eso, aunque no podía evitar sentirse algo culpable por perder el tiempo de esa manera. Pero bueno, como Alastor fue el primero en estar listo, suponía que el demonio no tenía problema con distraerse un poco.
-¡Vamos Al! ¡Tendrás que entrar en algún momento!- exclamó Lucifer desde adentro del agua, agitando su mano para llamar la atención de su compañero.
Alastor se ajustó las gafas para mirarlo mejor. Ambos habían estado recostados un rato en los camastros, pero después, Lucifer comenzó a sentirse algo incómodo de estar viendo la playa, así que había decidido lanzarse a la piscina.
-¡Tienes que soltar el celular!- dijo -Vas a volverte un adicto a este paso.
-¡Jamás!- respondió Alastor, dejando el aparato en el camastro y poniéndose de pie -No es el celular, lo que me intriga es la cantidad de cosas que se pueden hacer con él
-¿Hay alguna diferencia?
-Hay mucha diferencia.
Alastor se sentó al borde de la piscina, metiendo los pies al agua. Lucifer nadó hasta quedar a su lado, diciendo:
-¿Vas a quitarte la camiseta?
-No lo creo- respondió Alastor.
-¡Vamos! ¿Ves a algún otro hombre con la camiseta puesta?
-Tú deberías. ¿Acaso el sol de la tierra no afecta tu piel?
-Nah. Soy inmune a ciertas cosas, pero que lindo que te preocupes por mí. Vamos, entra.
Alastor entró de lleno a la piscina, haciendo una pequeña mueca cuando el agua fría golpeó su piel.
-¿Por qué tardaste tanto en venir a hacerme compañía? ¿Acaso no sabes nadar?- quiso provocarlo Lucifer.
-Aprendí a nadar en el pantano, con caimanes y serpientes en el agua- señaló Alastor -Esto es una broma.
-Eres un hablador.
-Es en serio. ¿Por qué la urgencia de mi compañía? ¿Temías que el salvavidas te sacara porque los niños necesitan compañía de un adulto?
Lucifer le arrojó agua a la cara.
-Si puedes elegir tu edad al venir a la Tierra, ¿por qué lucir tan joven?- preguntó Alastor.
-Se supone que tengo tu edad, 33 años. Esa era la intención- explicó Lucifer -No es mi culpa que mi estatura no me ayude.
-¿Alcanzas a pisar el fondo?
-Claro que no. Por eso vine a descansar un poco de nadar.
Lucifer remarcó sus palabras dándole un par de golpecitos al borde de la piscina, de donde estaba sostenido. Alastor dibujó una sonrisa burlona, pero decidió ya no hacer ningún comentario.
-¿Qué tanto veías en tu teléfono?- se interesó Lucifer.
-Me dejé llevar un poco descubriendo música- respondió el moreno.
-¡Ah, claro! Todavía se me olvida que tienes casi 100 años de cultura que aprender.
-Quizás un poco menos. No soy completamente ajeno a la música humana posterior a mi deceso. Sé sobre artistas más recientes. Por ejemplo, disfruto bastante de Frank Sinatra.
-Oh, eso es interesante. Aunque cualquiera te diría que esa música es muy, muy vieja.
Alastor frunció un poco el ceño.
-Pero es genial- se apresuró a aclarar Lucifer -A mí también me gusta Sinatra. En realidad, me gustaría que supieras que disfruto mucho del jazz.
-¿De verdad?- el rostro de Alastor se iluminó un poco.
-¡Claro! Tú viviste durante esa época. Seguro que recuerdas que solían llamar al jazz "la música del diablo"
-Lo recuerdo. Quien sabe, quizás fue por eso que me atrajo tanto en primer lugar. Había cientos de leyendas sobre músicos que tenían pactos con el diablo o algo así.
-Bueno, si lo tenían, no fue conmigo. Pero sí estuve por ahí un par de veces.
-¿Ahí donde? ¿En Nueva Orleans?
-Sí. Oye, uno merece pasar un buen rato lejos del infierno de vez en cuando, y Nueva Orleans en esas épocas era simplemente fantástico.
-Huh, qué curioso. Quizás hasta llegamos a cruzarnos en un club alguna vez.
-No lo creo. Estoy muy seguro de que recordaría un rostro como el tuyo.
Alastor no supo qué responder a eso. Y al parecer, Lucifer había soltado eso como un pensamiento en voz alta, porque se puso rojo y metió la cabeza debajo del agua.
Mierda. Eso comenzaba a ser un problema. Alastor conocía muy bien su lugar. Él era un pecador. Un overlord, sí, pero a final de cuentas, un simple pecador. Estaba varios escalones por debajo de la cadena de mando. Muy lejos de compararse con el gran Lucifer Morningstar. Tenía que dejar de... pensar en él, de esa forma.
Desde que estaba vivo, en la época cuando el jazz era la música del diablo, Alastor se había sentido fuertemente atraído por el mito de Lucifer. Él no le temía como el resto de las personas. Siempre estuvo intrigado sobre el por qué el que alguna vez fue el ángel favorito de Dios ahora era considerado como el malo de la historia. Quería saber más sobre él, eso lo hizo adentrarse mucho en el ocultismo y el vudú. Cualquiera que lo haya conocido en esa época sabía que estaba obsesionado con Lucifer
¿Obsesionado? Sí. ¿Atraído? No. No hasta el momento en que lo vio entrar al lobby del Hotel Hazbin...
Lucifer volvió a salir a la superficie. Su pelo rubio ahora estaba aplastado contra su cara. Ahora que no estaba echado hacia atrás como siempre, Alastor se daba cuenta de lo largo que era. Los mechones rubios le llegaban casi hasta el labio superior a Lucifer.
-Me dio un golpe de calor- se justificó el rubio, apartando su cabello hacia los lados.
-Sí, eso puede llegar a ser peligroso- respondió Alastor, no queriendo que el rey se sintiera avergonzado.
-Como sea... Es gracioso como el concepto de "música del diablo" ha cambiado conforme pasan los años. Siempre que surge un nuevo género, dicen que es música del diablo. El jazz, el rock 'n' roll, el metal...
-¿Metal? ¿Así se llama un tipo de música?
-¿Nunca has escuchado del metal?
Alastor negó con la cabeza.
-No está tan mal. No sé si te gustaría, es un poco alocado para tus gustos- comentó Lucifer -Pero tienen canciones muy buenas. No lo creerás, pero hay muchas canciones de ese género que hablan de lo mucho que me aman ¡Oh! Hay una canción en la que se supone que el que canta soy yo, declarando mi amor a un humano.
-¿Eh? ¿Cómo sabes que se refieren a ti específicamente?
-En algún momento de la canción dice literalmente "Mi nombre es Lucifer, por favor, toma mi mano"
-¿Cómo? ¿La canción dice "Lucifer" así nada más? ¿Y cómo dejaron que algo así se hiciera público? ¡En mis tiempos te podrían linchar por algo así!
-Lo sé, lo sé. Te dije, el mundo cambió mucho. ¿Quieres escuchar?
Sin esperar respuesta, Lucifer salió de la piscina y fue por su teléfono. Luego, volvió a entrar al agua, recargándose en la orilla mientras buscaba.
-Aquí, escucha.
Alastor no supo muy bien qué decir del estridente sonido que componía la melodía, pero ciertamente, la letra era lo que despertó su curiosidad.
"Eres el primero en tener este amor mío... Por siempre conmigo, hasta el fin de los tiempos"
Lucifer parecía estar disfrutando mucho de la canción, daba la impresión de que hacía mucho no la escuchaba y la estaba redescubriendo.
Por su parte, Alastor sentía que sus tripas se retorcían.
"Ahora que te tengo conmigo, bajo mi poder... Nuestro amor se hace más fuerte a cada hora... Mírame a los ojos, verás quién soy... Mi nombre es Lucifer, por favor toma mi mano"
Lucifer sonrió un poco, como si un pensamiento nostálgico se hubiera apoderado de su mente. Alastor exhaló todo el aire de sus pulmones, sintiendo que se ponía un poco rojo.
No era su estilo de música, definitivamente, pero solo de imaginar que Lucifer le dijera eso a él...
-Es bastante interesante- declaró, mientras la canción continuaba sin letra, solo el estridente sonido -Uhm... ¿Supongo que hay manera de guardar esa canción para reproducirla en mi teléfono?
-¿Te gustó?- Lucifer sonrió con ilusión -¡Claro! Te enseñaré a guardar canciones para que las escuches cuando tú quieras. Huh, quizás debamos conseguirte unos audífonos por si quieres escuchar de manera más privada.
Alastor no respondió. No iba a negarse a aquel ofrecimiento. Quería escuchar esa canción otras mil veces, quizás imaginando que iba dedicada a su persona.
*****
El segundo día de búsqueda del humano que los había traído a la Tierra no había sido del todo productivo. Habían recorrido dos grandes áreas de la ciudad, una zona de casas muy bonitas destinadas a turistas adinerados, y otra de casas humildes donde vivían principalmente pescadores. Alastor no había sentido nada en ninguna de las dos zonas.
Tampoco consiguieron nada el tercer ni el cuarto día. Había sido igual. Desayunaban hot cakes muy tarde, salían, seleccionaban dos zonas cercanas en el mapa de la ciudad y pasaban el día caminando, observando, y sintiendo si algo en el ambiente les hacía saber que se estaban acercando, pero nada.
Lucifer no parecía muy preocupado. Decía que aún tenían mucho tiempo antes de que Alastor comenzara a sentir los efectos secundarios de estar en un lugar al que ya no pertenecía, pero el afectado no quería tener que llegar a ese punto.
Para animarlo un poco, esa cuarta tarde Lucifer propuso que se quedaran a cenar en la habitación. Aún era temprano, pero de todos modos, el rey pidió un festín al servicio a cuarto que seguro le costaría una fortuna. Cenaron en la mesa de la terraza, dirigiendo la conversación a cualquier lado menos al fracaso de ese día.
Alastor realmente apreciaba mucho que Lucifer quisiera levantarle el ánimo, pero por otro lado, el demonio no podía dejar de pensar que, si aquello no resultaba, en su lecho de muerte solo iba a lamentar no haber pasado más tiempo con Lucifer en lugar de andar inventando peleas tontas con él.
Sí estaba algo frustrado de no poder hacer más, pero tampoco se podía pasar todo el día y toda la noche caminando de una cuadra a otra. Después de todo, su cuerpo humano se cansaba mucho más rápido.
Luego de que terminaran de comer y de que el hombre del servicio a la habitación se llevara los platos sucios, Lucifer había arrastrado a Alastor al sofá y anunció, mientras tomaba el control de la televisión:
-Hoy no te vas a escapar. Vamos a ver una película juntos, quieras o no.
Alastor iba a protestar, pero Lucifer lo estaba mirando como un cachorrito rogando por comida, abriendo mucho aquel par de ojos azules que brillaban como relucientes zafiros.
-Bien- aceptó a regañadientes -Pero será mejor que sea una buena, o esta será la primera y la última vez que me obligas a sentarme frente a esta cosa.
Lucifer soltó un gritito de felicidad y encendió la televisión. Tal y como había comentado, se metió a un sitio donde podía elegir entre, lo que Alastor supuso, eran decenas de películas.
Se sorprendió al ver tantos colores y variedad en los títulos. Personajes de caricatura, naves, animales...
Cuando estaba vivo, el cine era mudo y en blanco y negro. Charlie Chaplin había hecho ya varias películas, y cerca de la época de su muerte, apenas se comenzaba a hablar de que algunas películas ya tenían sonido.
-Tengo que defender casi 100 años de cine con una sola película para convencerte de volver a hacer esto, ¿no?- señaló Lucifer, sin dejar de ver a la pantalla mientras buscaba algo qué poner.
-Sí- confirmó Alastor -No es presión.
Lucifer soltó un pequeño bufido. Alastor sonrió y se puso cómodo en el sofá, diciendo:
-Seguro que hay una lista de las mejores películas que se han hecho.
-Es que todo es tan relativo. Habrá películas que seguro dicen que son obras de arte pero para mí son terriblemente aburridas.
-Entonces ignoremos a la crítica y elige algo que a la gente le guste.
Lucifer hizo un pequeño puchero y siguió buscando por un rato. Alastor simplemente lo dejó. No miraba a la pantalla, miraba a Lucifer. Se preguntaban si su cabello dorado con peinado que recordaba un poco a una cola de pato se sentiría tan suave y esponjoso como se veía.
Admiraba el perfil de las fracciones finas del ángel, sus mejillas ligeramente sonrosadas, sus ojos azules entrecerrados, sus cejas rubias fruncidas, sus labios apretados de concentración mientras se esforzaba por complacer a Alastor con un buen filme.
La verdad no importa si ponía basura. Alastor estaba dispuesto a hacer aquello otras mil veces con tal de pasar tiempo con Lucifer. Por supuesto, no iba a decir eso en voz alta.
-¿Te gustan las historias de amor?- preguntó el rubio de repente.
-No lo sé- respondió Alastor -Huh, no particularmente. El cliché de dos personas que atraviesan obstáculos bobos y al final hay un "felices para siempre..."
-Quizás esta sea algo diferente. ¿Has escuchado sobre Titanic?
-¿El transatlántico? Sí, claro. Yo era un niño cuando todos los periódicos y los radios hablaban de su hundimiento.
-Genial. Veremos Titanic.
Lucifer seleccionó la película, y se puso cómodo haciéndose bolita del otro lado del sofá, mientras una dulce melodía vocal marcaba el inicio del filme.
-¿Qué tiene que ver un desastre de esas proporciones con la historia de amor que mencionaste?- se extrañó Alastor.
Lucifer dejó escapar una sincera risita y solo dijo:
-Oh amigo, no tienes ni idea...
*****
Dios sabía que Lucifer había dado todo de su parte por no hacer ningún comentario cuando se dio cuenta de que Alastor se había pasado todo el final de la película lagrimeando en silencio. Era solo que el demonio se estaba esforzando tanto por disimular, que Lucifer no tuvo el corazón para burlarse.
Además, ¿quién era él para juzgar? Había visto esa película docenas de veces y siempre terminaba llorando un poco aunque sea.
Alastor se había quedado callado incluso cuando comenzaron los créditos, y luego de un rato, simplemente extendió su teléfono hacia Lucifer, pidiéndole que guardara "esa canción" de los créditos.
El caso era que Alastor parecía tan afectado por la película que a Lucifer no le pareció buena idea irse a dormir todavía. Ahora había que distraerlo de la distracción.
Le propuso a Alastor bajar por una copa, cosa que él aceptó de inmediato.
Al llegar al comedor, se habían encontrado con que esa noche había una especie de baile con música en vivo. Un conjunto de músicos estaba tocando tango, y varias parejas bailaban en la pista.
Los hombres no prestaron mucha atención y fueron a sentarse a la barra, pidiendo un whisky para cada quien. Lucifer iba a pedir que dejaran la botella completa, pero Al se negó, diciendo que no planeaba que fuera una noche para beber y olvidar.
-Además- añadió, luego de dar un sorbo a su vaso -Soy un bebedor que se avergüenza a sí mismo.
-¿Cómo es eso?- quiso saber Lucifer, incrédulo.
-Cuando bebo mucho me desconecto un poco y hago algunas cosas locas que no haría estando sobrio.
Lucifer se rio. Él hubiera pensado que Alastor era de los que se ponían más gruñones y serios al momento de estar borrachos.
-¿Te sientes mejor?- preguntó Lucifer de repente, mientras Alastor limpiaba sus gafas con una servilleta.
Al se tomó el tiempo de terminar su tarea, ponerse las gafas de nuevo y arreglarse un poco el cabello con una mano antes de responder:
-Jack no merecía morir.
-Lo sé, lo sé- respondió Lucifer con una risita -Pero hey, al menos pudo liberar a Rose de todo lo que la aprisionaba.
-Claro. Cualquiera diría que ella estaba bien, por la parte económica y todo eso pero... La soledad. Puede matar a una persona. Y lo peor de todo es que lo hace lentamente, y casi sin que te des cuenta.
Lucifer se aclaró la garganta, pero no dijo nada. ¿A qué venía ese comentario?
-Por otro lado, creo que todas las costumbres y estética de la época están bastante bien logrados- comentó Alastor -Fue un buen guión también.
-¿Entonces te gustó?- preguntó Lucifer, aliviado de no seguir indagando en el otro tema tan sombrío.
-Me encantó. La verdad estoy sorprendido de que... No lo sé, de que algo salido de la televisión me esté haciendo sentir tan conmovido.
-Te lo dije, el cine es diferente a la televisión. Por algo lo llaman "El Séptimo Arte". Tiene la capacidad de hacerte sentir emociones muy fuertes
-Sí, ya lo veo. Tú ganas, podemos ver otra película otro día.
Lucifer sonrió ampliamente y bebió de su trago, dando una respiración profunda antes de decir:
-En el infierno también podemos ver películas humanas, ¿sabes?
-¿Y dónde queda mi reputación luego de tanto desaire que le he hecho a la tecnología?- replicó Alastor, aunque había un tono juguetón en su voz.
-Bueno, no tenemos que verlas en el salón con los demás. Puedo poner una tele en mi habitación, o incluso podríamos ir a mi palacio si quieres garantizar privacidad total.
Alastor se rio un poco, pero no se estaba burlando. Miró a Lucifer con una expresión muy dulce mientras decía, con voz lenta y suave:
-¿Ser un invitado en su palacio? Sería un honor. Realmente sería un honor.
Lucifer se sonrojó un poco, pero decidió ser valiente y no desviar la mirada. Los párpados caídos de Alastor bajo su par de cejas gruesas y negras le daba un aire un tanto soñador, mientras intercambiaban aquella mirada que escondía muchas más cosas de las que estaban dispuestos a decir en voz alta.
-¿Disculpa?
Los hombres se volvieron hacia atrás, encontrándose con una mujer joven de pelo castaño. Lucifer la identificó como una de las chicas que había visto las noches anteriores, las que celebraban la despedida de soltera. Y sí, no tardó mucho en encontrar al resto del cortejo a lo lejos, mirando la escena mientras cuchicheaban.
-¿Me preguntaba si quieres bailar conmigo? Solo una o dos piezas- le pidió ella a Alastor.
Él estaba un poco sorprendido. Seguro que en sus tiempos, una mujer jamás se habría atrevido a ser ella quien invitara a un hombre.
Lucifer supuso que Alastor diría que no, de forma amable pero cortante e inamovible.
Sin embargo, el moreno terminó su vaso de whisky de un trago antes de contestar:
-Por supuesto, querida. Sería un placer.
Alastor se puso de pie y le ofreció su mano a la chica, quien la tomó de inmediato, encantada.
-Volveré en un segundo- le dijo a Lucifer, con una sonrisa tranquilizadora.
El rubio solo asintió, y pidió que le volvieran a servir otro trago.
Por supuesto. Alastor jamás iba a rechazar a una mujer. Él era tan caballeroso...
Miró hacia la pista. La mujer parecía estar viviendo el mejor día de su existencia, mientras Alastor le hablaba con una sonrisa mientras conducía el baile.
¿Por qué demonios tenía que ser tango?
Nada contra el tango, por supuesto, solo que era demasiado... cercano e íntimo.
No sólo él notaba eso. Las amigas de la chica estaban vueltas locas viendo el espectáculo.
Soltó un resoplido y sacó su celular, yendo a su chat con Ozzie. Por supuesto, él todavía no había respondido a su mensaje anterior, sobre el portal y eso.
Lucifer dudó por un momento, pero terminó escribiendo un segundo mensaje.
Ozzie, olvida lo del portal. Realmente necesito hablar contigo, solo tú puedes darme un buen consejo.
Alastor volvió luego de un rato, entre una ronda de aplausos por parte de los demás huéspedes. Estaba un poco agitado, y de inmediato pidió que le sirvieran otro trago.
-¿La pasaste bien?- preguntó Lucifer, no muy contento a decir verdad.
-No estuvo mal- respondió Alastor, aun recuperando el aliento.
Lucifer lo miró, y notó que Al tenía una marca del labial rojo de la mujer en la mejilla.
-Creo que la dama de honor te dejó un recuerdo- comentó Lucifer.
Alastor vio su reflejo en el vaso, y luego procedió a tomar una servilleta para limpiarse disimuladamente.
-En realidad esa era la futura novia- aclaró.
*****
Lucifer se despertó en medio de la madrugada, un poco agitado, sintiendo la boca muy seca. No estaba seguro de qué había estado soñando, pero a juzgar por lo acelerado de su corazón, no había sido nada bonito.
Ya no le extrañaba. Estaba acostumbrado a tener pesadillas de las cuales no podía recordar nada. Por lo menos esta vez no estaba llorando.
Se incorporó, sentándose en la orilla de la cama. Se sentía deshidratado, como si no hubiera bebido nada de agua en todo el día.
Se levantó con lentitud y caminó hasta el pequeño refrigerador de la suite, sacando dos botellas de agua. Abrió una y la bebió ahí mismo, mientras contemplaba la habitación. No habían cerrado las cortinas, así que la luz de la luna se colaba a través de la ventana, iluminando todo de forma débil, pero lo suficiente para que no hubiera una oscuridad absoluta.
Terminó la primera botella, y tomó la segunda para llevarla con él a la cama. Sin embargo, esta vez se detuvo a medio camino, al escuchar la respiración lenta y tranquila de Alastor.
Lucifer se quedó mirando al hombre. Él le estaba dando la espalda, pero podía distinguir como su pecho subía y bajaba lentamente con cada respiración.
Sintió una punzada en el estómago al recordar a Al bailando con aquella chica. Parecía como si ella hubiera vivido la mejor experiencia de su vida luego del baile, y honestamente Lucifer estaba molesto por eso. Es decir, ¿quién se creía esa para ir y robarle a su compañero? Mientras no lo intentara de nuevo la siguiente noche...
Tal vez podría invitar a Al a cenar en un restaurante en la ciudad, para evitar visitas indeseadas.
¿Por qué eso le importaba tanto? Alastor no era del tipo de hombres que ligaban casualmente en una noche de copas. Solo había aceptado bailar con esa chica porque era un caballero, nada más.
Entonces, ¿por qué Lucifer se sentía tan...?
Celoso.
No. No, no podían ser celos.
Volvió a centrar su atención en Alastor. Él no estaba cobijado, así que Lucifer podía ver perfectamente el pantalón de patitos que le quedaba chico. Esa visión era... linda.
Ya no podía ignorar mucho más lo que estaba pasando. No podía seguir fingiendo que no se moría de ganas por abrazarlo, o tomar su mano, y ni hablar de besarlo. Estar tanto tiempo con él lo estaba afectando muchísimo. Amaba la escandalosa risa de Alastor, y la urgencia que esta le provocaba porque se le ocurriera otra cosa graciosa qué decir.
Lucifer se acercó un par de pasos al sofá. El sonido de la respiración de Al se hizo un poco más claro.
Miró fijamente a la nuca del hombre dormido. No había podido dejar de pensar en lo suave que era su cabello desde el día que se lo cortó y había tenido la oportunidad de pasar sus dedos libremente a través de los mechones castaños.
Dudó por un momento, pero al final se dejó llevar. Levantó su mano derecha, que temblaba un poco, y hundió sus dedos en el pelo cortito de la nuca de Alastor. Cerró los ojos y se concentró por un momento en la sensación.
Por un momento, se imaginó cómo se sentiría hundir sus dedos en el cabello de su compañero mientras le daba un beso...
Lucifer fue sacado de sus fantasías cuando hubo un cambio en la respiración de Alastor y este se movió un poco.
El rubio retiró su mano inmediatamente, justo al tiempo en el que Alastor se giraba, abriendo los ojos apenas un poco.
-¿Qué sucede?- preguntó el moreno, medio dormido.
-Lo lamento, me levanté por agua y vi que había una araña en tu cabello- mintió Lucifer -Ya te la quité. Perdón, no quería despertarte.
Alastor soltó un pequeño quejido, cerró los ojos de nuevo y murmuró:
-Está bien. Gracias, majestad.
Lucifer volvió a caminar hacia su propia cama, pero a medio camino se detuvo. Había tenido una idea, y una gran presión en su pecho crecía a medida que lo hacían sus nervios.
Regresó sobre sus pasos, y puso su mano en el hombro del otro hombre, diciendo suavemente:
-¿Al? Oye, Al...
-¿Sí?- él respondió sin abrir los ojos
-Hoy, cuando vimos la película, me di cuenta de que ese sofá no está tan cómodo como parece.
Alastor solo murmuró un "ajá" somnoliento.
-Si quieres puedes venir a la cama conmigo- soltó al fin, requiriendo de toda su valentía para decirlo.
Alastor abrió los ojos de nuevo y lo miró con el ceño medio fruncido, sin entender del todo.
-No me molestaría- Lucifer trató de restarle importancia -Después de todo es una cama king size, y ya ves que yo soy pequeñito, no necesito mucho espacio. Puedes tener la mitad de la cama, cabemos los dos sin molestarnos.
Alastor siguió mirándolo fijamente, con los ojos entrecerrados. Luego, se pasó una mano por la cara y el cabello, suspirando antes de contestar:
-No quería decírtelo, pero no sabes el dolor de espalda que me provoca dormir en este sofá...
-Entonces ven- insistió Lucifer.
Alastor se puso de pie lentamente, y sin poder evitarlo, Lucifer lo tomó de la muñeca para guiarlo hasta la cama.
-Esta puede ser tu mitad- dijo Lucifer, sentándolo en el lado derecho de la cama -Yo estaré del otro lado. Descuida, no me muevo mucho.
-Está bien, Lucifer. Gracias por esto- dijo Al.
El rubio sintió que el alma se le iba a los pies. Era la primera vez que Alastor decía su nombre.
Su Padre en los cielos sabía lo mucho que Lucifer tuvo que soportar las ganas de pedirle que lo dijera de nuevo.
Fue a su lado de la cama, se bebió la mitad de la segunda botella de agua y se acostó, dándole la espalda a Alastor. Pasaron apenas unos minutos antes de que se volviera a escuchar la respiración pausada de Alastor dormido.
El corazón de Lucifer se batía furiosamente, como si acabara de correr un maratón. Por un momento, pensó que eso no lo dejaría dormir. Era solo que... aquella era la primera vez en años que compartía la cama con alguien.
Esa noche, durmió de la manera más cómoda que pudo haberlo hecho, y ni una pesadilla lo molestó por el resto de su sueño.
*****
Muchas gracias por el apoyo recibido, recuerden que si les gustó apreciaría mucho que me lo hicieran saber con un comentario :3 Nos leemos muy pronto!
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