CAPITULO 11

El lugar en el que estaba literal casi se vomitaba de color, eran demasiados colores vivos.

La silueta de Stephen apareció frente a mí con su teléfono en su oído, se rió cuando me miro para luego acercarse a mí, tenía una camisa blanca y unos vaqueros combinados con por decirlo así unos zapatos de vestir, pero a la vez no, su cabello lucía despeinado lo que le seguía dando un aura responsable pero divertida.

Su sonrisa se ensancho al verme.

—Qué bueno que viniste, Vee. Te encantara probar los churros, son deliciosos en especial esas cosas de masa que llaman arepas.—se notaba muy animado y reí porque resultaba tierno su comportamiento.

Tiro de mi mano hasta acercarnos a una barra donde podías pedir un plato que quisieras, claro pues era comida latina y lo único que había conocido de esta área era la arepa y la famosa chicha venezolana que solía preparar la mamá de mi papá.

Sí, tenia descendencia latina pero el español no me fluía tan perfecto como a mis tíos abuelos.

Pedí una arepa rellena y un jugo que no se de que era exactamente, a los segundos ya nos tenían servidos los platos, la arepa que había pedido tenia aguacate, queso amarillo, y mantequilla, con unas dos rodajas de tomate.

Stephen casi saltaba de su asiento cuando probo un plato argentino, y otro colombiano, al parecer había encontrado su comida favorita.

—Esto está demasiado delicioso.—dijo con la boca llena y reí negando mientras me tapaba la boca.

All Latin. Había sido su mejor opción de club latino.

Stephen termino pidiendo un montón de comida de cada país latino y se termino enamorando de toda la comida latina, pero que según él amaba la masa que llamaban arepas, un rato después de haber probado mitad del menú, este me guió hasta la pista donde empezó a bailar como loco, la música que estaba sonando era una pista de salsa, un baile que sí me sabia, a diferencia que también me había aprendido el de la gaita venezolana.

Stephen se dejo guiar por mi colocando su mano en mi cadera y tomando mi mano, ahí fue cuando salí a relucir mi talento con este tipo de música, le enseñé los pasos básicos para que me siguiera mientras tanto, después cuando vi que me alcanzo empezamos a bailar de verdad, reímos en varias veces que casi me dejaba caer cuando dábamos vueltas.

Un rato después estaba sonando pura cumbia, cosa que sino sabia bailar, pero si conocía el ritmo, por otro lado, mi amigo rubio estaba dejándose llevar haciendo reír a unas pocas señoras mayores que bailaban a sus lados.

De verdad que esta noche nos divertiríamos mucho en el club, me pareció ver a Dean, pero no lo encontré cuando lo volví a buscar, una señora que bailaba con él estaba de espaldas, pero cuando se giro vi esos ojos grises que una vez me pararon el corazón, porque, aunque no lo quisiera cerca mi mente decía que bailara con él.

Me le acerque entre la multitud y una sonrisa pequeña se deslizo en mis labios.

—¡Dean!, ¡que sorpresa verte por aquí! —llame su atención cuando la canción termino y volvió a sonar una pista de salsa, este me miro y como sí algo hubiera hecho click en su mente me dio una sonrisa.

—Hola Vee, es un gusto volver a verte. —un señor que venía concentrado con su pareja en una vuelta hizo que se cayera casi el chico frente a mi terminara manteniendo su equilibrio manteniendo sus manos en mi cintura, haciendo que yo colocara las mías en sus hombros.

—Ell gusto podría decirse que también es mío. —le dije y luego lo miré bien admirando lo bien que le lucia la camiseta azul rey que tenía junto sus vaqueros negros y unas gomas.

—¿Le gustaría bailar, señorita Verona? —me miro con una sonrisa divertida y asentí, empezamos a dar casi un montón de vueltas por la pista, pero manteniendo a la vez un ritmo perfecto, en uno de esos giros me hizo quedar de espaldas a él, para volverme a girar y seguir bailando, la verdad era que sí era un experto el chico con el que bailaba.

Por otro lado, Stephen apareció en mi mente cuando había terminado viéndolo a los ojos de manera que me separe de este, y mi cuerpo volvió a tomar conciencia de lo que hacía, cree un muro entre ambos y después sin decirle adiós ni nada me fui hasta la barra donde estaba mi rubio comiendo un plato raro, pero a la vez se veía delicioso.

—Esta cosa esta deliciosa, ¡Vee, tienes que probarla! —me miro sonriendo mientras volvía a comer.

—Oh Stephen, créeme que ya he probado cada plato que me has dado. —reí y él me dió una sonrisa angelical.

—Bueno igual comerás conmigo y reventaremos. —declaro con seguridad y a medida que fue pasando la noche me la pase comiendo y bailando con el chico rubio que es mi amigo.

Cosa que me hizo olvidarme de muchos recuerdos que había tenido hoy.

Escuche las trompeta de nuevo y una mano toco mi hombro.

—¿Me permite bailar con usted señorita? —una voz que conocía a la perfección hizo que me diera una corriente por mi espalda, me gire viendo el rostro de mi pelirrojo.

—Oh mi dios... esto es una locura...—murmure y este tomo mi mano sacandome a bailar, Stephen ni se dio cuenta que me habían sacado de la barra y que ahora estaba bailando La murga, de Héctor Lavoe y Willie Colón.

—Sangre latina, mi gatita. —sonrió dándome una visión de sus hoyuelos mientras me guiaba como sólo él sabia hacerlo.

—Me estas siguiendo, Troy.—asegure cuando me hizo dar una vuelta en mi lugar.

Y me mostró una amplia sonrisa.

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