41.

Era coneja, no conejo. Fue una de las tantas observaciones del veterinario.

Le dieron un baño "especial" –porque a los conejos no se les baña– y le recortaron las uñas.

Checaron que todo estuviera bien en la boca, orejas y ojos. La piel lucía sana igual y por dentro, no tenía ningún hueso roto u órgano dañado.

Cuando mucho estaba deshidratada y baja de peso por no comer bien.

En conclusión. Era una coneja que se escapó de algún lado donde pasaba una mala vida.

Y su suerte iba a ser muy mala cuando fue perseguida por perros para probablemente, ser comida.

Shinsou se sorprendió cuando al animal que según él, era gris con negro, resultó ser color miel.

– Eso es todo. No olvide su chequeo mensual, para revisar que esté sana. Puede pasar a pagar.

Shinsou tomó al animal en brazos más la lista de las recomendaciones del veterinario respecto a sus cuidados y alimentación.

Pasó la tarjeta de crédito en recepción y después de que le agradecieran por su visita, regresó a su auto.

De camino al trabajo se detuvo en una tienda de mascotas y compró algunas cosas para la coneja.

Alimento y una maleta transportadora, para tenerla ahí en lo que buscaba qué hacer con ella.

En su casa hay gatos, no la puede tener. Va a tener que recurrir a cierto rubio grosero y enojón.

Ahora, más que nada, debía darse prisa en volver al trabajo o le iban a descontar el día.

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Bakugou estuvo pendiente de los mensajes de Shinsou sobre la situación del animal.

De hecho, se arriesgaba a ser regañado por tener el celular en horas de trabajo.

Shinsou solo le mandó como 3 mensajes aunque él le pidió más. Solo le dijo que es hembra, que está bien pero descuidada y que iba a pasar a comprar cosas para ella.

Realmente no tardó mucho, fueron como 2 horas de retraso (entre lo aceptable) y Shinsou entró con un maletín hasta la zona de empleados.

De inmediato Bakugou dejó lo que estaba haciendo y fue a buscar explicaciones.

– ¿Y bien?

– Shhh – El chitón de Shinsou lo enfureció más, pero con sus ojos le dijo que mirara la maleta.

– ¿La trajiste? – Susurró también.

– Tuve qué – Shinsou se quitó la camiseta mientras Bakugou se avergonzó por ambos – No tenía dónde dejarla.

– ¡V-Van a sacarte si descubren que metiste un animal!

– No lo harán, ella no hace ruidos y le dejé todo para que esté cómoda y tenga donde ensuciar.

Shinsou se puso su uniforme de trabajo ignorando el efecto que estar sin camisa logró causar a Bakugou. Si se enteraba, le haría la vida imposible al rubio.

– Cuando mucho será alimentarla y darle de beber, confío en que me ayudarás.

– Ya que me involucraste, no tengo de otra – Bufó Bakugou con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

– Ya te dije que no hagas eso – Shinsou le picó el entrecejo con el dedo índice mientras sonreía – Te sacarás arrugas en tu hermosa cara.

Bakugou frunció todavía más el ceño y se quitó la mano de la cara con un manotazo.

– Tch, déjame en paz – Gruñó – Sigo molesto contigo porque me besaste frente a la maldita tienda.

– Oh, ¿Preferirías que fuera en privado? – Shinsou acercó su rostro al de él, poniendo a Bakugou nervioso – ¿Aquí está bien?

Shinsou fue atrevido al irse para adelante, por la cercanía, la acción era inminente. Pero Bakugou tenía rápidos reflejos, y metió la mano.

– Si vuelves a hacer eso, voy a tirarte los dientes – Amenazó.

Shinsou esperó a que Bakugou quitara su mano de su boca, y después volvió a ponerse erguido.

Ya conocía el carácter de Bakugou, y por cómo está ahora, era mejor no tentar a la suerte.

Ya le coquetearía en otro momento.

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Cuando Sero fue a buscar a Bakugou, se encontró con la desagradable sorpresa de que Shinsou iba a acompañarlos.

En serio quería dejar a Shinsou pero Bakugou no le molestó que los acompañara y las negativas de Sero le entraba a Shinsou por un oído y le salía por el otro.

Además, no pasó por alto la maleta extraña. Algo andaba mal.

Cuando llegaron a su dormitorio, Sero pensó que la tortura terminaría. Pero Shinsou entró, y Bakugou volvió a no decir nada.

– Eso si que no, cara de muerto, te quedas afuera – Sero realmente hizo su esfuerzo por sacarlo, pero Shinsou se mantuvo firme.

– Ya basta ustedes dos, idiotas – Regañó Bakugou mientras tomaba la maleta – Van a asustarla.

– ¿Asustar a quién? – Aquello llamó la atención de Sero.

Su respuesta vino cuando Bakugou bajó la maleta, la abrió y de ahí salió una bola de pelo rubia.

– Te presento a Bombshell, cara de burro – Bakugou se agachó y con cuidado pasó la mano por un conejo asustadizo.

Estaba quieto, temblando y con los ojos muy abiertos. Era una cosa minúscula para lo mal que se veía.

– No podemos tener mascotas.

Bakugou miró a Sero con desafío, cruzándose de brazos.

– ¿Vas a delatarme? – Le preguntó con una ceja arqueada.

Sero dudó. Realmente no haría nada que pudiera perjudicar a Bakugou, o a un animal que no tenía la culpa.

Pero con Shinsou, joder, podría hacerlo si con eso los separaba.

– ¿Debería? – Respondió con otra pregunta.

Bakugou le dio una mirada irritada con los ojos entrecerrados. Frunció los labios al mismo tiempo de forma inconsciente, haciendo un pequeño puchero.

– Hablaremos de esto más tarde – Terminó diciendo el rubio – Y tú – Se dirigió a Shinsou – Lárgate.

– No puedes decirme que me largue – Dramatizó Shinsou – Quiero saber que nuestra hija estará bien.

– ¡No es nuestra hija! – Reclamó Bakugou con las orejas rojas de vergüenza – ¡Es mía nada más!

– Es de ambos, recuerda que yo la salvé y la llevé al veterinario.

– No voy a discutir la custodia de MI coneja, ahora – Bakugou empujó a Shinsou hacia la puerta que Sero mantuvo abierta – ¡Fuera, fuera!

– P-Pero...

– ¡Fuera! – Finalmente Bakugou lo sacó al pasillo.

Hasta la vista, baby – Se burló Sero mientras cerraba de un portazo para evitar cualquier otra palabra.

Bakugou recuperó la calma con ejercicios de respiración. Sero se mantuvo en silencio y sin moverse pese a que se moría de celos.

Bombshell finalmente se empezó a mover, oliendo su nuevo hogar con mucha cautela e intentando familiarizarse con los escondites.

– La tendré en mi habitación – Finalmente Bakugou se relajó – Voy a comprarle lo necesario para mantenerla cómoda. No quiero que me delates, Sero.

El mencionado sintió un cosquilleo recorrerle el cuerpo por la mención de su nombre sin ningún apodo.

Tuvo que hacer un esfuerzo al apretar los labios por no sonreír.

– Está bien, lo juro – Hizo el ademán de cerrar los labios con un cierre imaginario y Bakugou pudo suspirar de alivio.

– Ha tenido una vida de mierda – Bakugou empezó a buscar a animal hasta que la encontró en un rincón – Se merece una segunda oportunidad.

Sero observó a Bakugou acuclillarse para poder acariciar el pelaje rubio. Bombshell todavía estaba tensa y asustada, por lo que no se movió.

– Tienes razón – Sero se encogió de hombros y se acercó a ambos para ponerse a su altura – Como todos, supongo.

– ¿Cómo todos, qué?

Sero estiró la mano para acariciar la cabeza de Bombshell ignorando que Bakugou lo había dejado de hacer para verle con confusión.

– Se merecen una segunda oportunidad.

Bakugou no respondió a lo que dijo, y Sero también se mantuvo en silencio.

Fue una mezcla entre la incomodidad y paz, hasta que Bakugou tomó al animal en sus brazos para levantarse.

– Aún no estoy muy seguro de eso – Confesó el rubio. Después sacudió su cabeza para sacarse cualquier pensamiento – Buenas noches, cara plana.

– Uhm, buenas noches – Respondió Sero mientras observaba a Bakugou irse a su habitación.





















































N/A: ¡Feliz año nuevo! Muchas gracias por estar conmigo el año pasado; por comentar, dar estrellitas y guardar mis historias en sus listas, espero que este año también pueda contar con ustedes.

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