17.
El fin de semana de Bakugou que parecía ser un asco, cambió repentinamente gracias al buen sabor del mapo tofu.
Además ambos días de fines de semana su horario consistía en salir temprano. Desconoce si Shinsou tuvo qué ver con eso.
Todoroki le esperaba puntual, incluso con los ojos cansados y bostezando por madrugar, pero siempre afuera de la puerta para cuando Bakugou saliera.
Ahora Bakugou no sentía que la vida lo castigaba. Si bien, no es que drásticamente haya cambiado su percepción de Todoroki, ya no era tan insoportable como lo veía antes.
Así que por fin podría decir que la vida le sonreía. Pero Bakugou tiene la mala suerte de que cuando piensa eso, la vida le recuerda que hay otras cosas por las cuales ser miserable.
Como hoy por ejemplo, que decidieron que era hora de limpiar las letras con el nombre del café, las cuales eran enormes y que estaban en el techo.
Se hizo al azar, y el ganador –o perdedor, viendo el premio– resultó ser Bakugou.
Así que aquí estaba. En una escalera gigante que temblaba, con un balde y un paño para limpiar. El sol le daba en la cara y el viento movía su cuerpo cuando soplaba muy fuerte.
Era una tarea cansada. Difícil, porque había que limpiar las letras una por una y tenía que bajarse para mover la escalera a la siguiente y continuar el mismo proceso.
Afortunadamente, ya llevaba 4 letras limpias, faltaba la mitad. Pan comido.
– ¡¿Necesitas ayuda?! – Bakugou escuchó un gritó que vino desde abajo.
No quería mirar porque temía que le diera mareos, pero terminó haciéndolo de todas formas. Shinsou salió para supervisarlo, y Bakugou quiso creer que el gesto en su cara era de preocupación.
– ¡Estoy bien! – Regresó la vista a la letra que limpiaba.
– ¡¿Seguro?! – Shinsou volvió a hablar.
Bakugou estaba harto, por lo que no contestó y siguió limpiando. Shinsou, al ver que no recibió respuesta, lo dejó por la paz, y estaba por entrar de nuevo a la cafetería.
Hasta que un viento particularmente fuerte sopló, movió la escalera donde estaba Bakugou y le hizo perder el equilibrio. Una compañera que limpiaba las mesas de afuera, chilló del miedo y eso hizo que Shinsou girara la cabeza.
La altura no era demasiada, pero aún así podía ser peligroso. La escalera se quedó quieta después del viento, pero Bakugou no, porque no tuvo tiempo de sujetarse y por consecuente, se cayó.
Pero no cayó en suelo duro. Tampoco es que haya caído cómodamente. Sí se cayó en el piso, pero algo más suave que el cemento amortiguó la caída.
– ¡Hablen al gerente! – Escuchó el grito preocupado de alguien.
Bakugou no sabe en qué momento toda la gente le rodeó. Desde sus compañeros de trabajo hasta clientes estaban a su alrededor, todos preguntando si estaban bien entre otras cosas que no entendió por hablar al mismo tiempo.
– Ou... mi brazo... – Una voz proveniente del suelo llamó la atención de Bakugou, y fue cuando se dio cuenta de por qué sintió suave su caída.
Había caído sobre Shinsou.
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Por suerte tenían seguro médico. Bakugou tuvo un chequeo general, mientras que a Shinsou le revisaron más y duró más tiempo.
La ambulancia llegó rápido y se los llevaron. Bakugou no sabe si va a pasar algo legal contra la cafetería porque el accidente es indirectamente su culpa.
Esperando en, valga la redundancia, la sala de espera, Bakugou veía las noticias en el televisor mientras esperaba a que alguien le dijero algo sobre el estado de Shinsou.
Su supervisor estaba con ellos, porque el gerente se quedó en la cafetería. A todo esto, Bakugou está molesto con su trastorno obsesivo-compulsivo porque no todas las letras quedaron limpias.
Cuando el doctor y Shinsou salieron a la sala, fue que Bakugou se levantó del asiento y se acercó junto con su supervisor para escuchar el diagnóstico.
– ¿Y bien?
– Por suerte no hubo fracturas, pero su brazo necesitará descanso. Le sugerí tomarse uno o dos días del trabajo, pero me dijo que no le representaba un problema.
Shinsou tenía un cabestrillo. Resulta que por detener el impacto de Bakugou contra el suelo, cayó sobre su brazo derecho y se provocó una luxación.
El supervisor fue quien se encargó de todo lo que hacía falta, como responsable de Shinsou. Bakugou se quedó junto a su encargado en la sala de espera.
– Oye – Le llamó después de un largo silencio sentados.
– ¿Huh? – Shinsou le miró, pero Bakugou no le devolvió la mirada. Se sentía avergonzado.
– Gracias por... ya sabes – Las mejillas de Bakugou se sonrojaron – Por evitar que parezca tortilla.
Shinsou no respondió, se quedó mirando al rostro de Bakugou. Tenía su ceño fruncido de manera adorable, las mejillas rojas y apretaba inconscientemente los labios; todo debido a la vergüenza.
Como anteriormente se ha dicho, Bakugou ahora era una persona nueva. Una que al menos no le echó en cara a Shinsou que no había pedido su ayuda. Eso demostraba madurez de su parte.
– ¿Duele? – Preguntó el rubio cuando Shinsou no respondió a su agradecimiento.
– Como el carajo.
Fue después de otro silencio incómodo que Shinsou soltó un suspiro cansado.
– ¿Sabes qué fue lo curioso? – Preguntó de la nada – Qué no recuerdo exactamente qué pasó. Sólo que te vi caer, corrí y de la nada ya estaba en el suelo siendo aplastado por ti.
Bakugou frunció los labios, pensando. En eso su teléfono sonó. Cuando miró el remitente, contestó. Era Sero.
– ¿Bakugou? – Sonaba agitado – ¿En dónde estás?
– Cálmate, cara de caballo. Estoy en el hospital.
– ¡Eso ya lo sé! ¡¿Me refiero a cuál?
Bakugou iba a decirle el nombre, seguido de que exageraba. Cuando una persona entró corriendo a la sala de espera, siendo regañado.
– ¡Katsuki!
Bakugou quedó mudo. Su boca se abrió para decirle a Sero el nombre cuando Todoroki entró desesperado y buscándolo con la mirada.
Cuando sus miradas se encontraron, la de Bakugou fue de extrañeza. Casi olvida a Sero hasta que fue él mismo quien le recordó que seguía esperando.
– ¡¿En dónde?! – Bakugou casi tira el teléfono por el grito en su oído.
– Maldición, idiota, ya voy, ya voy...
Dijo el nombre y le colgó, justo en el mismo momento que Todoroki llegaba a su lado y le tomaba de los hombros. Se veía preocupado.
– ¿Qué sucedió? – Preguntó. Y no esperó respuesta porque siguió hablando – Fui a verte al café y me dijeron que estás en el hospital.
– Estoy bien, déjame – Se quitó las manos de Todoroki de encima – Me caí, es todo.
Todoroki se tomó su tiempo en examinarlo, pero ya no lo volvió a tocar. Sólo hasta asegurarse que Bakugou no tenía más que raspones, fue que pudo respirar.
Y también, se fijó en el individuo que estaba al lado de ellos, y que les veía con aburrimiento. Todoroki no evitó sentirse irritado, pese al cabestrillo.
– ¿No te duele nada? – Se dirigió a Bakugou de nuevo.
– No, y no me toques – Le pegó un manotazo cuando vio las intenciones del otro de tomarle de la cara.
Justo entonces, el supervisor regresaba de hablar con el doctor. Eso significaba que ya podían irse de ese lugar tan blanco y con olor a desinfectante y regresar al café.
Después de mandarle un mensaje a Sero de que no se le ocurriera venir porque ya iba de regreso, Bakugou se levantó y ayudó a Shinsou a hacer lo mismo.
Se sentía un poco responsable. O sea, no fue culpa suya, pero a la vez sí, porque su peso hizo que Shinsou se lastimara. Pero si no se hubiera metido, no se hubiera lastimado.
– ¿Cree que es prudente volver al trabajo? – Todoroki preguntó directamente a su supervisor.
– Bueno, el doctor dijo que fue una luxación. Si tiene cuidado en un par de días...
– Ese tipo no – Todoroki lo interrumpió – Hablo de Katsuki...
– El nombre, bastardo... – Gruñó Bakugou como regaño.
– De Bakugou – Se corrigió.
El supervisor lo miró como si fuera una persona con problemas especiales de mente.
Decidió no hacerle caso a alguien que ni conocía y poniéndole las manos en los hombros a sus trabajadores, salieron de ahí.
N/A: La pregunta del millón: ¿Shinsou hizo lo que cualquier encargado hubiera hecho por un subordinado? ¿O hay otra razón del por qué lo hizo? 👀
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