Capítulo 67 ♥

Bambi:

Los pensamientos invaden en mi mente otra vez como si fuera un mar llevándose todo a la orilla con la única función de recordar. Nunca olvidé esos recuerdos, preferí enterrarlos y seguir adelante. 

Son las cinco de la madrugada y recién desperté, parece que estoy nerviosa o tengo una ansiedad incontrolable. Pienso en Axel y en que lo extraño, sin embargo no puedo hacer nada, igualmente me hizo bien salir de mi casa el fin de semana largo, pero cuando vuelva, otra vez tengo que retomar mi vida como siempre lo hago. No sé qué va a pasar con él, únicamente sé que me enamoré y de forma imprevista, y que todavía me duele en el corazón pensar que no le generé tanto como creía. Fue de repente que me dejó de hablar, todo por la vuelta de su ex Barbie, quien... bueno, mejor ni hablar de esa chica, aún así si Axel no le cree a la gente que le dice el tipo de persona que es, va a ser imposible abrirle los ojos, porque cuando uno está ciego por amor, lo está de verdad. Y miren que yo ya lo pasé...

Suena la alarma a las seis de la mañana y por fin finalizó la noche. Transcurrió rápido, no veía la hora de levantarme. Último día en esta zona, vaya a saber cuándo volveré, evidentemente, creo que no debería hacerlo más, todo es un riesgo, solo espero equivocarme en estos pensamientos que tengo.

—Buen día—se da la vuelta Stefy en su cama para mirarme en el colchón del suelo—esa cara me dice que ya estabas despierta ¿No? ¿Todo bien?—pregunta.

—Sí, tranquila. No podía dormir más—me sonrojo sutilmente—¿Quieres que traiga algo para comer? ¿O esperamos después ir a alguna confitería?

— ¿Te animas a caminar por el centro?—prosigue curiosa.

—Sí, no creo que pase nada Stefy. Estoy tratando de ser positiva, pero obviamente primero vamos a la casa de mis padres.

—Bueno, me alegro que te animes a caminar por esta zona otra vez como en los viejos tiempos—sonríe—donde solo éramos niñas... cómo pasa el tiempo, pensar que en pocos días cumplís diecisiete—acota melancólica.

Viejos tiempos, quisiera volver a ser una niña que no se deje llevar por falsas ilusiones, sino que disfrute la vida como lo hacía, pero bueno, me tocó crecer rápido.

—Bueno, te conozco, estás nerviosa y ansiosa ¿Nos cambiamos?—pregunta mientras se levanta y acomoda un poco desordenada la cama.

—Sí, voy al baño. Ah, Stefy, gracias por entender que capaz hoy no estoy del todo con mi buen humor, estoy algo rara—exclamo.

—Ya se Bambi, no hace falta que me brindes explicaciones. Tranquila, te espero abajo—finaliza.

Luego de que nos cambiamos, Stefy pidió un taxi en la puerta de su casa para dirigirnos a mi antiguo hogar. Nombrar la dirección de casa me pareció muy raro y tan lejano. En mi cabeza pasaba un solo pensamiento: Suerte, suerte con cómo van a reaccionar tus padres.

Toco el timbre y la melodía me genera escalofríos, también viene mi gata, no la veía hace mucho y preferí no llevármela por miedo a que no se acostumbre en la nueva casa. Se refriega en mis piernas y no deja de decirme miau, le acaricio sobre su espalda y le doy besos diciéndole cuanto la extrañé. De repente se escucha el crujir de la puerta, mi mama, siempre esbelta, buena dama y prolija, sostiene un cuaderno y lleva puestos sus anteojos mirando varios cálculos para su trabajo.

Al verme siento una mirada profunda y es inevitable que no se derrame una lágrima por mi mejilla.

—Bambi—exclama algo sorprendida junto a una notable nostalgia.

—Hola, mamá—contesto casi con la voz quebrada. Acto seguido me abraza como si fuera una niña, un abrazo sincero y lleno de amor. Se nota que me extrañaba y puedo decir que en el fondo yo también. Miro a Stefy y ella hace señal de aprobación de que llevaba la razón, a pesar de todo, en el fondo nos adoramos.

—Stefy ¿Quieres tomar algo?—exclama mi mama cuando entramos a la casa y nos acomodamos. Le sirve un vaso de jugo y yo acepto también. Por suerte la tensión se fue, aunque todavía falta verme con mi papá.

— ¿Cómo estuviste todo este tiempo hija?—pregunta con un brillo en la mirada.

—Bien, me adapté bien a la casa, me supe cuidar bien, hice amigos, se llaman Mich y Alex, son novios y son un amor, en el Instituto por suerte también todo bien, tranquila mamá, está todo bien—contesto.

— ¿Viniste solo para visitarnos?

—En realidad estaba mal allá, entonces quise pasar el fin de semana con Stefany—prosigo y trato de disimular que el mal es en realidad un mal de amores.

—Ajam...—mira mi madre dudosa— ¿Te enamoraste?

Es que las madres siempre predicen todo, absolutamente todo.

—Me descubriste, si, mamá. Me enamoré, pero fui correspondida un tiempo y después volvió su ex, bueno, complejo—acoto—no importa.

—Si ese chico no se da cuenta de lo hermosa que eres por dentro y por fuera, no sabe lo que se pierde—.Stefy hace una señal de aprobación ante las palabras de mi madre. Yo solo quiero desaparecer de esos puntos de vista que tienen.

—Llegó tu padre—escuchamos la llave de la puerta abriéndose.

— ¿Bambi? ¿Qué haces acá?—sabía que hoy todo no podría salir a la perfección.

—Vine a visitarlos—respondo nerviosa.

—Pero no podes estar acá ¡Que no entiendes que es peligroso! ¡Si te damos todo para que puedas vivir tranquila, no queremos que vengas acá estás en riesgo nunca pudimos solucionar lo de ese pibe!—una lágrima recorre mi mejilla.

—No seas así de agresivo Damián te lo pido por favor—contesta mi madre defendiéndome.

—Hija te adoramos pero por algo no queremos que estés acá—agrega mi padre. Llora desconsoladamente y se va corriendo a su habitación.

—Hija, entiende que es fuerte para él toda la situación que tuviste que pasar—continúa mi madre.

—Sí, ya entendí. —resoplo fastidiosa—Stefy nos vamos—contesto.

—Hija no lo tomes a mal... es un cuidado, por favor vuelve a tu casa—finaliza mi madre. Suficiente para irme rápido con Stefy, cerramos la puerta y dejamos atrás una vez más mi hogar.

—Vamos a tomar algo a una confitería, tengo hambre—sonrío con otra lágrima cayendo por mi rostro.

—Bambi perdóname si te traje hasta acá—exclama angustiada Stefy—yo creí que sería lo mejor.

—No, tranquila, no es por vos. Es más, gracias por hacerme intentarlo, de verdad, bueno listo, vamos a tomar un rico café con leche—le sonrío para finalizar la conversación.

Mientras caminamos siento escalofríos, y no sé porqué en un momento puedo sentir que alguien me observa. Doy media vuelta pero nadie se encuentra allí. Debo estar paranoica.

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