2 1 ¦ p ó c i m a
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one short
Universo Alterno
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— ¿Aló?. — contestate tu teléfono celular para colocarlo sobre tu hombro y comenzar a picar varios ingredientes.
— (T/N)...
— Si, ¿quién habla?. — tomaste de nuevo el celular cuando escuchaste la voz de un infante. — ¿es una clase de broma? Porque si es así voy a colgar.
— ¡No! Por favor no cuelgues. — sabías que habías escuchado aquella voz en algún lugar, solo que no lograbas recordar. — ¿puedes venir a mi casa, por favor?.
Tomaste tu celular para visualizar el número telefónico y una vez que lograste ver a quién le pertenecía te sorprendiste, aquella voz era nada más ni nada menos que de Fubuki. Te impresionó ver cómo es que su voz había cambiado a la de un infante, por supuesto que aceptarías ir a su casa.
— Voy en un momento. — dejaste las verduras picadas, para después dirigirte hacia la entrada mientras estabas dispuesta a colgar el teléfono.
— Espera. — escuchaste aquella voz detrás de la línea. — no cuelgues, esta tenebroso aquí.
— No lo haré. — formulaste mientras mordias tu labio inferior tratando de no morir de ternura. — mientras voy para allá, ¿quieres decirme que sucedió?.
Abriste la puerta de tu apartamento mientras caminabas rápidamente hacia el elevador, la residencia de Fubuki no estaba muy lejos, solo a unas cuantas calles. Irías lo más rápido posible ya que era algo importante y no sabias porque él tenía la voz de un infante.
— No lo se. — respondió el albino. — solo se que amanecí de esta forma.
— ¿Forma? ¿A que te refieres?. — se escuchó una pequeña risa nerviosa detrás del teléfono. — ¿estás bien Fubuki?. — le preguntaste después de unos largos minutos en espera.
— Es que no sé. — alguien comenzó a sollozar detrás de la línea. — tengo miedo, quiero a mi mamá.
— ¿Qué?. — abriste los ojos un poco más, no estabas segura de que había sucedido pero sabías que estabas escuchando a un niño detrás de la linea telefónica. — Fubuki si eres tu ¿verdad?.
Una vez que llegaste a la salida de los apartamentos comenzaste a caminar de forma apresurada hacia donde vivía el albino.
— Soy yo, Shiro Fubuki. — los sollozos comenzaron a escucharse una vez más. — ¿tu eres mi novia (T/N)?.
— Si, lo soy.
Observaste a tus alrededores, una vez que cruzaste una calle. Estabas a poco de llegar a su residencia y la curiosidad te estaba matando.
— ¿No sabes cómo sucedió eso?. — le preguntaste con curiosidad, no escuchaste ninguna respuesta de su parte. — sabes que no te puedo ver ¿cierto?, no se si estas negando o asintiendo.
— No, no sé. — aquella voz comenzó a sollozar de nuevo.
— Tranquilizate ¿si?, ya estoy en camino. — nuevamente observaste a tus alrededores para después seguir caminando. — lo arreglaremos, no te preocupes.
— G-gracias. — el joven balbuceó.
— De nada cariño. — finalmente te encontrabas frente a la puerta de su hogar, solo tuviste que tomar algo de tu bolsillo y colocarlo en la cerradura.
Fubuki te había dado una copia de la llave de su casa, mientras que tu le habías dado una de tu apartamento. Así fue como lograste entrar a su casa sin problema, por supuesto que no la utilizabas cuando no era una emergencia ya que siempre tocabas la puerta.
— A-alguien abrió la puerta de mi casa. — expusó con una voz preocupada.
— No te preocupes, soy yo. — colgaste la llamada para adentrarte hacia la casa, no había nada desordenado. Todo estaba en perfectas condiciones. — Fubuki, ¿estás aquí?. — colocaste tus llaves en una mesa cercana a la puerta.
— ¡Eres tu (T/N)!. — escuchaste a alguien acercarte a ti, justo cuando diste vuelta te encontraste con una silueta pequeña.
Había un niño de aproximadamente cinco o cuatro años de edad frente a ti, por la forma de su cabello, color de ojos y facciones estabas segura de que se trataba de tu novio Fubuki, él pequeño estaba derramando pequeñas lágrimas. Éste mantenía su típica camiseta blanca, pero le quedaba demasiado grande, al parecer era lo único que le quedaba.
¿Como era posible que él se escogiera a ese tamaño?.
Te trataste de calmar un poco, si el niño te veía gritar por la impresión lo más probable es que se asustara y llorará aún más. Cargaste el cuerpo del pequeño, el cual estaba liviano, para quitar varios rastros de lágrimas en sus mejillas. Aquello no ocultaba el hecho de que seguías impresionará, pero no ganarías nada sino le preguntabas directamente que ocurrió.
— Dime pequeño, ¿qué ocurrió?. — tomaste asiento en un sofá cercano junto con el menor.
— E-es que... — el menor comenzó a sollozar, así que lo abrazaste aún más para que no tuviera miedo de contarte. — Hiroto y yo ayer hicimos una cita con una médium, pero accidentalmente fuimos con una bruja que nos dio una pócima que era para prosperidad...
— Espera, ¿Hiroto y tú fueron con una bruja?. — el pequeño asintió. — oh, no que mal.
— Si, fue una mala bruja. — el menor te observo con una ligera sonrisa.
— ¿Puedes esperarme un poco aquí? Iré a tomar agua. — él pequeño asintió mientras se acomodaba en aquel sofá.
Obviamente no creías en aquella historia, tu siempre pensaste que todas esas cosas sobrenaturales nunca existían pero, ¿porque ambos fueron con una médium?. Tomaste tu teléfono celular para marcarle a un número en específico, si hablaba de Hiroto, Midorikawa debería estar involucrado tanbien.
— ¿Que sucede (T/N)?. — escuchaste la voz del antes mencionado.
— ¿Donde está Hiroto?. — tomaste un poco de agua, esta situación era completamente confusa.
— No me lo creerías si te lo dijera. — expuso en un tono de inquietud.
— Te creeré. — él de cabellos verdes suspiro.
— Es un bebé. — respondió. — cuando lo busqué a su casa me lo encontré como un bebé.
— No me jodas. — cerraste tus ojos con fuerza, para después observar en donde se encontraba el pequeño Fubuki quien estaba jugando con tus llaves. — ¿qué fue lo que sucedió?.
— ¿Hm? ¿Estas con Fubuki?. — afirmaste. — supongo que él tampoco estaba igual que ayer, que él te cuente conoce la historia. — álzate una ceja. — lo único que ambos me dijeron es que esa pócima perdía su efectividad en veinticuatro horas, ¿es un bebé?. — preguntó refiriéndose al albino.
— No, es un niño de seis años. — le respondiste, Midorikawa suspiró.
— Al menos no es un bebé que te vomito tres veces. — reíste ante aquello. — (T/N) me tengo que ir él niño esta llorando, otra vez.
— Si, entiendo, adiós. — colgaste la llamada.
Entonces el pequeño estaría contigo durante las próximas horas restantes, todo por una mal pocima que recibieron, aunque debías de admitir que fue genial que la pócima logrará algo como eso tus pensamientos eran los mismo, pero un poco más abiertos acerca de ese tema. Bebiste un poco de agua para suspirar el aire contenido en tus pulmones ¿qué debías hacer ahora?.
— (T/N) tengo hambre. — bajaste la mirada y te percataste que se trataba del pequeño Fubuki, había jalado un poco tu blusa para llamar tu atención.
Aunque era pequeño sabía que debía de hacer si algo malo sucedida y un ejemplo de ello era el como te había llamado primero, cosa que provocó un pequeño revoltijo en tu interior. Como lo había dicho tenía muchos amigos que podrían haberlo ayudado pero, decidió llamarte a ti.
— Vamos hacer algo que te guste. — lo tomaste entre tus brazos para acercarte a la cocina de su hogar, le harías su platillo favorito.
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Tomaste al pequeño quien se encontraba entre tus brazos, para colocarlo en su cama, justo después de haber preparado su comida favorita sus ojos se mostraron maravillados como si lo que se encontraba frente a el se tratará de un tesoro. Cambiaste su ropa por un camisón un poco más apropiado, este te había mencionado que se había despertado temprano y no sabía que hacer, hasta que después se le ocurrió llamarte.
Habías estado con el desde que terminó su comida esperando a que te siguiera contándonos sucedido pero, él se quedó completamente dormido después de escuchar una historia de tus días en la universidad.
— Que tierno. — murmuraste mientras colocaba una sábana en su pequeño cuerpo, el estrés había consumido toda su energía.
Al menos estarías con el hasta que el efecto pasará así que te colocaste a su lado acariciando sus cabellos con suavidad, cosa que provocó una sonrisa en su rostro adormilado. Fubuki pequeño era como el mayor, es decir, se comportaba de manera educada y amable, nunca habías visto a un pequeño pedirte tantas cosas sin gritar o arrojarte algo porque no le prestaste atención.
No te habías percatado de cuando habías cerrado los ojos completamente hasta caer en los brazos de morfeo.
Ambos habían tenido el día libre hoy, por lo que habías invitado al albino a tu casa a ver una película, es por eso que en la mañana estabas preparando algo de su gusto. Sin embargo si Fubuki se hubiera convertido en un bebé de igual manera hubieras llegado lo rápido posible, ya que después de todo hubieras hecho todo lo posible por ir a su residencia.
Las horas fueron pasando rápidamente hasta que el cuerpo del pequeño albino fue creciendo conforme a su edad actual, no te habías percatado de cuando el albino ya se encontraba en su cuerpo original y cuando el despertó, simplemente prefirió dejarte dormir de forma tranquila.
— Gracias (T/N). — el albino beso tu frente con cariño, para después acomodarse a tu lado.
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