Final "C"

the writing of the [C]ommunist penguin.

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FAIRY TAIL. UNA TRAICIÓN INESPERADA PARA SALVAR A LA FAMILIA.
El sol apenas comenzaba a asomarse sobre las verdes colinas que rodeaban la tranquila casa de campo de Zeref y Zera, lejos de los conflictos y las guerras que alguna vez asolaron sus vidas. Un aire de paz envolvía el lugar, y por primera vez en mucho tiempo, el silencio no era inquietante, sino reconfortante. Afuera, dos pequeños Zephyr y Noctis correteaban por el jardín, riendo y jugando con una pelota mientras sus padres, Zeref y Zera, los observaban desde la entrada de su hogar.

"Siempre pensé que este sería el final más improbable para nosotros", comentó Zeref, con una sonrisa tranquila mientras ajustaba su capa negra y miraba a sus hijos con ojos llenos de orgullo.

Zera, con su típica energía maternal, sonrió mientras se ataba el cabello con sus características  coletas.

"A veces, lo improbable es lo mejor", respondió ella. "¿Quién habría pensado que estarías aquí, cuidando de nuestra familia, después de todo lo que pasó?:

Zeref suspiró con alivio, sintiéndose renovado. Durante años había sido el emperador de Alvarez, una figura temida y respetada, pero la guerra y el caos le enseñaron que había algo más importante que el poder: la paz y la familia. Natsu, su hermano, ahora ocupaba su lugar como emperador, y Zeref estaba orgulloso de él.

"Es hora de irnos", dijo Zeref. "Natsu nos está esperando. Será bueno ver a todos después de tanto tiempo".

Zera asintió, llamando a sus hijos, que corrieron rápidamente hacia ella. Zeref los cargó en sus brazos mientras los cuatro se dirigían hacia el portal que los llevaría al palacio de Alvarez.

El imponente palacio de Alvarez brillaba bajo el sol de mediodía mientras Zeref y Zera se acercaban junto a sus hijos. A pesar del tiempo, la relación entre los dos hermanos había sanado, y este reencuentro prometía ser lleno de emociones.

Cuando llegaron a la entrada del palacio, Zephyr, de 9 años, observaba con admiración las enormes puertas doradas. "¿Este es el lugar donde vivías antes, papá?", preguntó, con una mezcla de asombro y curiosidad.

Zeref sonrió, algo que antes era raro en él. "Sí, Zephyr. Pero esos días ya quedaron atrás."

Noctis, más pequeña pero con una chispa de determinación en sus ojos, añadió: "¿Crees que el tío Natsu todavía queme cosas?"

Zera soltó una risa suave, acariciando el cabello de su hija. "Seguro que sí, querida. No creo que eso haya cambiado."

La puerta se abrió y, como si el tiempo no hubiera pasado, apareció Natsu, acompañado por sus hijos y esposas. Natsu llevaba una capa negro con dorado con el emblema del imperio bordado, un símbolo de su nueva posición, pero su sonrisa era la misma. A su lado estaban sus hijos: Ignis, su hijo con Juvia, un chico de 10 años con el cabello rosado como su padre y los ojos azul profundo de su madre; Lucia, su hija con Brandish, de 8 años, una niña de cabello verde claro y actitud despreocupada; y Solana, la hija que tuvo con Dimaria, una niña de 9 años que siempre parecía estar lista para una pelea, con los ojos fieros de su madre y el mismo espíritu indomable de Natsu.

"¡Zeref! ¡Zera!" gritó Natsu, corriendo hacia ellos como si aún fuera el mismo joven impulsivo de siempre. "¡Ya era hora! ¡Han pasado años!"

Zeref lo abrazó con una sonrisa tranquila. "Diez años, Natsu. Ha pasado bastante tiempo."

Natsu rió, soltándolo. "¡Pero míranos! ¡Finalmente podemos reunir a nuestros hijos y ver cómo se llevan!"

Juvia, Brandish y Dimaria se acercaron detrás de Natsu, cada una con una sonrisa diferente. Juvia saludó con cariño, mientras Brandish daba un asentimiento relajado, y Dimaria, siempre con su aire desafiante, observaba la escena con los brazos cruzados, pero sin hostilidad.

Zera abrazó a Juvia primero, agradecida por la calidez que siempre irradiaba. "Es tan bueno verte, Juvia. Y todos ustedes también."

Los niños, sin esperar más, comenzaron a presentarse entre ellos. Ignis y Zephyr parecieron llevarse bien de inmediato, hablando sobre peleas y técnicas de magia, mientras que Lucia y Noctis se observaron con curiosidad, ambas evaluándose en silencio, pero con un brillo de curiosidad en sus ojos. Solana, por otro lado, retó a Zephyr a una carrera apenas lo vio, y antes de que alguien pudiera detenerlos, ya corrían por los jardines del palacio.

Mientras los adultos observaban a los niños jugar, Zeref y Natsu se sentaron en una mesa con vistas a los jardines, finalmente en paz después de tantos años de conflicto.

"Es extraño, ¿no?", comentó Natsu mientras observaba a sus hijos. "Pensar que hace una década estábamos peleando por todo y ahora... somos padres."

Zeref asintió, con una sonrisa nostálgica. "Sí, es extraño. Pero estoy agradecido por cómo resultaron las cosas. Hemos encontrado paz, y eso es lo que siempre quise."

"¡Vamos, quiero que conozcan a todos!" Natsu se giró, guiando a su hermano y su familia hacia el interior del palacio. El salón estaba lleno de personas muy conocidas por todos. Entre ellos, algunos de los viejos escudos de Alvarez, que ahora ocupaban nuevos roles dentro del reino.

Natsu y Zeref caminaban por los amplios caminos que conducían hacia el palacio. El ambiente era tranquilo, el suave sonido del viento rozando las paredes del castillo era lo único que rompía el silencio entre ambos hermanos. Zeref, aunque siempre había sido el más calmado, no pudo evitar mostrar cierta inquietud en su expresión.

"Natsu", dijo Zeref de repente, rompiendo el silencio. "Hay algo que tengo que preguntarte antes de entrar al castillo". Su tono era cauteloso, casi como si temiera la respuesta. "¿Qué pasó con… las Cuatro Espadas?"

Natsu giró la cabeza hacia él, con una ceja levantada, como si no comprendiera del todo por qué su hermano estaba preocupado por ese detalle.

Natsu, casi divertido por el cambio de expresión en Zeref. "No te preocupes, Juvia se encargó de eso".

Zeref parpadeó, claramente desconcertado por lo que acababa de escuchar.

"¿Juvia?"

Natsu asintió con una sonrisa relajada.

"Sí. Antes de organizar todo esto, ella me dijo que las mandara a hacer algo para mantenerlas ocupadas mientras tú, Zera y los niños estuvieran aquí. No quería que se sintieran tentadas a... ya sabes, discutir entre ellas, o peor, contigo. Así que les di algunas misiones sencillas por el día. Nada que no puedan manejar, pero lo suficiente para distraerlas".

Zeref dejó escapar un suspiro de alivio, casi imperceptible, pero claramente se sentía más relajado al escuchar esa explicación. Sabía muy bien cómo podían ser las Cuatro Espadas, especialmente cuando se trataba de Natsu. Que Juvia hubiera tomado esa precaución era más de lo que podría haber esperado.

"Gracias a ella entonces", murmuró Zeref, su rostro relajándose un poco más.

Al entrar al castillo, sus ojos se encontraron nuevamente con los de Juvia, quien estaba esperándolo en el salón junto a Brandish y Dimaria, ya que ellas se habían adelantado, y aunque ella no tenía idea del pequeño favor que le había hecho sin saberlo, le dedicó una sonrisa tranquila, satisfecha de ver que todo iba bien. Zeref, aún un poco abrumado por el alivio, solo asintió en señal de agradecimiento. Juvia, confundida por el gesto, se encogió de hombros y le devolvió una sonrisa amable, sin entender del todo, pero sabiendo que algo bueno había hecho.

Natsu, observando la interacción desde el fondo, no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, mientras pensaba en cómo, a veces, el destino tenía una forma curiosa de resolver las cosas.

Al llegar al gran salón, Zeref se sorprendió al ver a tantas caras conocidas. En el centro de la sala, August, el hombre más sabio y poderoso de los antiguos escudos, estaba sentado en una silla cómoda, observando con calma mientras los niños jugaban a su alrededor.

"August," dijo Zeref con un tono amistoso. "Veo que sigues aquí."

August sonrió levemente. "No hay mejor lugar para estar. Aunque ya no tengo el poder de antes, me siento satisfecho siendo consejero ocasional de Natsu. Además, alguien tiene que cuidar de estos pequeños monstruos cuando están fuera de control."

Ignis, el hijo mayor de Natsu, pasó corriendo junto a August, riendo mientras perseguía a Lucia y Solana. Zephyr y Noctis observaban con interés, listos para unirse a las travesuras.

Zera se acercó a August. "Es bueno verte en paz, August. Has hecho mucho por este reino."

August asintió lentamente. "Es un honor haber ayudado a mantener la estabilidad de este imperio. Y aunque las guerras han terminado, siempre hay algo más por hacer. Pero, por ahora, me dedico a dar consejos cuando se necesitan y observar cómo el futuro toma forma en estos niños."

Mientras tanto, iban entrando al  salón, Invel estaba conversando tranquilamente con Levy, quien había asumido el papel de estratega de Alvarez, formandoparte de los nuevos escudos. Esta Levy, diferente a la Levy que Natsu conocían de Fairy Tail, había llegado de una dimensión donde el destino había sido mucho más cruel. Natsu había sido su salvador, y ella se había unido al imperio, donde ahora usaba su intelecto para guiar a Alvarez.

Invel, aunque ya no estaba tan involucrado en la política, seguía siendo una figura respetada. Había dejado atrás los días de frialdad, y aunque su rostro seguía siendo serio, ahora demostraba un afecto profundo por su sobrino, Ignis.

"Levy, siempre es un placer verte trabajando," dijo Zeref mientras se acercaba a ellos.

Levy levantó la vista de los pergaminos que estaba revisando. "Zeref, Zera, es un honor tenerlos aquí. Mucho ha cambiado desde la última vez que nos vimos, pero me alegra ver se encuentran bastante bien. ¿Y que tal? ¿Les gusta el nuevo Alvarez? Ahora es más próspero."

"Eso es gracias a ti y a todos los que se han quedado para ayudar a Natsu," respondió Zera.

Invel se unió a la conversación. "Natsu es fuerte, pero incluso los más fuertes necesitan a alguien que los guíe. Es un placer trabajar con Levy, aunque en ocasiones me gusta recordarle a Natsu que no puede resolver todo a puño limpio."

Todos rieron ante el comentario, sabiendo muy bien que, aunque Natsu era ahora un emperador, su instinto de luchar nunca había desaparecido.

A medida que la tarde avanzaba, otros personajes conocidos comenzaron a aparecer. Larcade, que había estado viajando por el mundo, había llegado justo a tiempo para la reunión. Su pareja era Cana pero ella esta en Fairy Tail, formado una pareja algo inusual pero sólida. Aunque pasaba mucho tiempo fuera junto a ella, siempre regresaba a Alvarez, donde finalmente sentía que pertenecía.

"¡Larcade!" exclamó Natsu cuando lo vio. "¡Pensé que estarías en algún lugar lejano para este entonces!"

Larcade sonrió, inclinándose hacia Natsu. "Sabes que siempre regreso a casa, aunque me guste explorar el mundo. Pero no podía perderme esta reunión familiar."

La sala se llenaba de risas y conversaciones. Zeref observó el bullicio y se sintió más en paz que nunca. El caos de su antigua vida parecía un recuerdo lejano, y ahora, aquí, rodeado de familia y amigos, comprendió que había encontrado su verdadero lugar.

De repente, una figura familiar irrumpió en la sala con una risa estruendosa. Era Jacob, acompañado de su hija Alice. Aunque había dejado su puesto como escudo, Jacob seguía siendo uno de los amigos más cercanos de Natsu y, ahora, se encargaba de entrenar a la nueva generación de escudos.

"¡Natsu! ¿Estás listo para entrenar hoy o todavía te escondes detrás de tu trono y de tus mujeres?" bromeó Jacob, provocando una carcajada en el salón.

Natsu rió con fuerza. "Tú y yo sabemos que no necesito entrenar para patearte el trasero, Jacob."

Alice, ahora la líder de los nuevos Escudos Dragón, se acercó con una sonrisa confiada. "Ten cuidado, papá. Tu aún no estas para pelear con el Emperador Verano".

Conforme la reunión continuaba, uno a uno los amigos y antiguos aliados de Natsu iban llegando, cada uno con sus propias historias y recuerdos. Bradman, Kumory, Mardgeer, Lammy, todos los miembros de Tártaros, permanecían fieles al imperio. Kumory, en particular, seguía con su extraña fascinación por querer matar a Natsu, intentandolo incluso mientras dormía, lo que generaba escenas cómicas en las que Dimaria la sacaba del cuarto entre risas y regaños.

De repente, Irene entró en el gran salón, acompañada de Wendy, quien ahora era miembro de los Escudos Dragón. Ambas parecían contentas de ver la escena familiar con todos reunidos.

"Parece que las cosas no han cambiado mucho por aquí". Comentó Irene, dirigiendo una sonrisa maternal llena de orgullo hacia Natsu—. "Pero me alegra ver que al menos mantienes a todos bajo control… más o menos".

Wendy rió y miró a los hijos de Natsu por la ventana.

"Son muy enérgicos. Me recuerdan a alguien"… —dijo, mirando de reojo a Natsu.

Natsu se rió, consciente de que el comentario iba dirigido a él.

"Bueno, ¿qué puedo decir? Los hijos de un dragón siempre son intensos".

Con todos finalmente reunidos en el gran salón del palacio, la atmósfera se calmó un poco. Ajeel apareció, recién llegado desde su tierra en el desierto, con un gran saco de suministros y regalos.

"¡Natsu!" , gritó Ajeel, arrojando una pequeña caja hacia su amigo. "Te traje algo del desierto. Es una especia que te hará sudar como loco. ¡Perfecta para tus entrenamientos!"

Natsu rió y le dio una palmada en la espalda.

"¡Gracias, Ajeel! ¡Sabes que me encanta un buen desafío!"

Detrás de él venía Neinhart junto con su esposa e hija y esta última no dudo ni un segundo en ir con los demás niños.

Cerca de ellos, God Serena estaba preparando un enorme banquete en la cocina. A pesar de haber dejado su puesto como escudo, había encontrado su pasión en la cocina, y el aroma que salía del lugar era suficiente para hacer que todos en la habitación se sintieran hambrientos. Especialmente Irene que hasta le salia saliba por la boca. Wendy terminaba limpiándole.

"¡La comida estará lista en unos minutos!", gritó Serena desde la cocina. "¡Espero que todos estén preparados para el festín del siglo!"

Jacob, August y los demás se acomodaron, mientras Wahl, que apenas salía de su laboratorio, aparecía en la entrada con un aspecto distraído.

"Espero que no te hayas olvidado de la cena, Wahl", dijo Natsu con una sonrisa.

Wahl asintió, aunque seguía absorto en sus pensamientos científicos.

"Nunca olvido nada, Natsu. Pero quizás esta vez, me detenga a disfrutar de la comida".

Zeref, observando todo desde una esquina, no pudo evitar sentir una inmensa paz. Después de tantos años de luchas y conflictos, su hermano Natsu había encontrado un lugar que lo definía, rodeado de aquellos que lo amaban y respetaban. El reino de Alvarez estaba en buenas manos, y por fin, tanto Zeref como Zera podían disfrutar de la vida que siempre habían deseado: una vida de paz y familia.

"Finalmente, encontramos nuestro lugar", murmuró Zera, tomando la mano de Zeref mientras observaban el bullicio alegre a su alrededor.

Zeref asintió, con una sonrisa ligera.

"Sí… finalmente".

Y con eso, la familia continuó su día, disfrutando de la paz que habían ganado con tanto esfuerzo, rodeados de amigos y seres queridos.

Natsu se puso de pie en el centro del gran salón, donde todos los rostros que habían compartido batallas y risas con él en los últimos años lo miraban. El bullicio poco a poco se fue apagando, y un aire solemne llenó el lugar mientras Natsu levantaba una mano para llamar la atención. Aunque sus palabras a menudo eran impulsivas y directas, esta vez su mirada estaba llena de emoción, un reflejo del camino que todos habían recorrido juntos.

"Amigos… familia", comenzó, su voz un poco áspera pero llena de fuerza. "No sé si soy el mejor para dar grandes discursos. Pero hoy, mirando a cada uno de ustedes, no puedo evitar sentirme abrumado por lo que hemos vivido y construido juntos. Hemos pasado por infiernos, batallas que parecían imposibles. Muchos de nosotros hemos caído… y nos hemos levantado. Nos hemos enfrentado a enemigos que querían destruirnos, y sin embargo, aquí estamos".

Sus ojos se posaron sobre Zeref y Zera, con quienes compartía un vínculo profundo.

"Zeref… hermano, sé que las cosas entre nosotros no siempre fueron fáciles al principio. Pero al final del día, me enseñaste que incluso en la oscuridad más profunda, se puede encontrar luz. Hoy, gracias a ti y a todos los que me han apoyado, estoy aquí como emperador de este imperio. Un lugar que nunca imaginé que llamaría mi hogar".

El silencio en la sala era absoluto mientras Natsu continuaba, su mirada barriendo a los presentes.

"A todos ustedes, los que han estado conmigo, no solo durante los tiempos difíciles, sino también en los momentos de paz… no sé cómo agradecerles lo suficiente. Juvia, Brandish, Dimaria… ustedes han sido mi fuerza cuando me sentía perdido. Me han mostrado que incluso el dragón más feroz puede encontrar consuelo y amor". Natsu se giró hacia ellas, sus esposas, con una sonrisa cálida y sincera. "No sería el hombre que soy hoy sin ustedes".

Natsu hizo una pausa y respiró hondo, sus pensamientos girando hacia aquellos que ahora lo seguían como emperador.

"A los antiguos Escudos, a los amigos que me han ayudado a llevar este imperio hacia la paz, a todos los que han hecho sacrificios por algo más grande que ellos mismos… Gracias. Ajeel, mamá, Larcade, August, God Serena, Jacob, Alice, Invel, Kumory, Wahl, Bradman, Neinhart, Mardgeer, Levy, Wendy, miembros de Tártaros… ¡cada uno de ustedes es una parte vital de esta familia! ¡Y nunca olvidaré lo que han hecho por mí, ni lo que hacen por Alvarez!".

Sus palabras resonaron con una sinceridad que hizo que muchos inclinaran la cabeza en señal de respeto. Luego, Natsu levantó el puño en alto.

"Lo que hemos construido aquí no es solo un imperio, ¡es un hogar! Un hogar donde cada uno de ustedes puede ser quien es, donde la fuerza y el coraje de cada uno son respetados y valorados. No somos solo aliados en batalla… somos una familia. Y una familia siempre estará unida, sin importar lo que venga".

Miró a los más pequeños, a los hijos que corrían por la sala, el futuro de ese reino.

"Estos niños… ellos son el futuro. Vamos a protegerlos, a guiarlos, como lo hicimos los unos con los otros. Este imperio es para ellos, para que crezcan en un mundo donde no tengan que conocer las mismas guerras que nosotros vivimos".

Con una última sonrisa, Natsu bajó la mano y se dirigió a todos.

"No sé qué nos espera en el futuro, pero sé que, juntos, no hay nada que no podamos enfrentar. Porque la fuerza de este imperio no está en sus muros, ni en su poder… está en nosotros. Gracias… por todo lo que hemos logrado, y por todo lo que aún está por venir".

Con esas palabras, el silencio se rompió en un estallido de aplausos y vítores, mientras cada uno de los presentes se levantaba para abrazar, reír y compartir ese momento de unidad. Natsu los había inspirado no solo con su poder, sino con su corazón, demostrando que el verdadero liderazgo no viene del control o el dominio, sino del amor y la lealtad.

Todos se pondrían de pie y pondrían sus puños y manos en la pose característica de su emperador, Natsu con una sonrisa les devolvería el gesto de igual manera y diria: "Muy bien...uno, dos y... tres"

"ESTAMOS ENCENDIDOS"

Palabras que hicieron sonreír en demasía a Natsu.. después de todo, venían de su amada familia que conoció en Alvarez..

Y con ello como con el sol.. el futuro se veía brillante..

FAIRY TAIL. UNA TRAICIÓN INESPERADA PARA SALVAR A LA FAMILIA.

Fin..


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Hola, soy el escritor del fanfic
"Fairy tail, una traición inesperada para proteger a la familia"

Este final fue escrito por mi amigo, aportador de ideas y mugroso comunist-- digo, editor, quién me ha animado a continuar..
Le agradezco bastante a esa persona..
Y por el momento, este final "C" es el canon por si la historia no consigue un final apropiado..

Les agradezco que lo apoyen ya que esa persona lo escribió con todo su amor y cariño..

Bien por ahora me voy..

Espero que todos estén bien y por mi parte les agradezco que los que todavía continúen aquí..

Una vez más, este simple escritor se despide de momento.

Sin más.. bye..

Des dacrio.

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