Memoria 9: Mal comportamiento
12 de octubre 1864
La reina me pidio una cita como agradecimientopor haberla salvado y no podria estar mas nervioso.
Tomo aire por la nariz y avanzo hacia su jardín personal, dónde hay ubicada una gran mesa con comida para varias personas, aunque solo seamos ella y yo. Hay faroles que iluminan la noche y hacen que todo se ve elegante.
Junto a las rosas se encuentra la reina, observandolas con una expresión que me cuesta explicar; entre melancólica y fría.
—Llegas a tiempo —dice, al darse cuenta de mi presencia.
En cuanto voltea a verme le dedico una reverencia, después la miró a los ojos. En esta noche luce un amplio vestido color lila con detalles plateados en el corset, sin mangas y que la hace ver muy bien. Sin duda, la gente tiene razón, Elsa es la mujer más bella de todos los reinos. Pero es tan bella como despiadada.
—Obedezco sus órdenes, majestad —contesto, colocando las manos tras mi espalda. Me mantengo en una postura firme para no dejarme vencer por la ansiedad.
—Adelante, siéntate —extiende su mano y me señala el lugar donde quiere que me siente.
Me acomodo con celeridad. Suspiro y tragó saliva. Siento como ella se acomoda en la cabeza de la mesa, justo a mi lado. La sangre se me baja a los pies. Pensé que mantendriamos distancia, la mesa es bastante grande como para que quedemos tan... Cerca.
Acomodo el cuello de mi jubon con algo de incomodidad. Tengo que mantener la calma los minutos que pase a su lado.Gracias por aceptar mi invitación —empieza a hablar.
Levanto la mirada de la mesa para verla. Mueve su cabello suelto hacia atrás dejando al descubierto las vendas que cubren su clavícula, lugar donde la atacó el rey.
—La verdad es que no tenía otra opción —menciono sin pensar, de inmediato me retracto —¡Perdón, no quise decir eso! ¡Ha decir verdad me alaga el hecho de estar aquí con usted!
Me quedo esperando un regaño de su parte, pero este nunca llega. En su lugar la veo cubrir su boca con la mano, ahogando unas cuentas carcajadas.
—Eres muy divertido —dice, sonriente.
Mantengo mi boca cerrada el tiempo que tarda ella en servir la comida y el vino. Me sorprende que ella misma se haya tomado la molestia de hacerlo. Es increíble.
Cuando me lo permite, empiezo a comer como excusa para no tener que hablar. Pasaron unos minutos dónde se formó un silencio sepulcral entre nosotros, que hacía que la situación se tornara algo incómodo. Sin embargo, Elsa fue quien rompió el silencio.
—Háblame de ti —menciona llevándose la copa de vino a la boca —¿Quién eres? ¿De dónde vienes?
Dejo caer el cubierto sobre la mesa. Ya me esperaba que quisiera hablar de mí, que yo sería el centro de todo.
—Soy Kénan O'Connell vengo del reino de los huérfanos, me recibieron en Arendelle hace... Mm —me detengo a pensar —Como diez años más o menos, y eso... Pues no tengo más que decir.
—He notado que te esfuerzas mucho en tus entrenamientos, eres muy dedicado en lo que quieres.
Creo que más allá de eso, la reina sabe más cosas de mí que yo mismo. Sé que me espía de vez en cuando. Un día la descubrí espiandome mientras me cambiaba de ropa. Es muy obvio que está interesada en mí, más de lo que debería.
—Lo necesario —respondo y lleno mi boca de comida para no decir más.
—¿Puedo preguntarte algo? —coloca los codos sobre la mesa y apoya su cabeza sobre las manos. Asiento con la cabeza — ¿Por qué tus ojos son dorados?
Ante la sorpresa no logro digerir bien la comida y empiezo a toser varias veces. La reina se preocupa, pero le impidió que haga algo al respecto. Tomo una bocanada de aire, y ya recuperado contesto:
—No es que me guste mucho hablar de eso pero... Me detengo y la volteo a ver —Si usted me lo pide lo haré.
—Pero, ¿Estás bien? Te ves algo enrojecido —dice, angustiada. Me pasa un vaso con agua —bebe.
Le doy un trago y refresco la garganta para contarle mi pasado.
—Nací con este extraño color de ojos —me pierdo en los bellos colores de las flores del centro de mesa —En mi reino todos creían que era un monstruo por nacer así, que era un hechicero, alguien maldito. Por eso mis padres me abandonaron. No aguantaron las habladurías y me dejaron solo y a la deriva.
Siento algo envolviéndose entre mis dedos. Bajo la mirada para toparme con la mano de la reina posada sobre la mía, de inmediato levanto la vista y me enfoco en su expresión de consuelo. Ella sonríe para tratar de reconfortarme.
—A veces las personas no entienden a las personas inusuales como tú o como yo —levanta los hombros levemente —Siempre hallarán algo para juzgarte, en tu caso: tus ojos, que —hace una pausa y mira hacia un lado, luego noto que se sonroja —Que para mí... Son hermosos —regresa a verme —Y en mi caso: mis poderes. Somos un par de incomprendidos y ¡Salud por eso! —levanta su copa.
Su mano se aleja de la mía.
Tomo mi copa de vino y la choco contra el borde de la suya.
—Salud —menciono con una sutil sonrisa.
Mientras cada uno bebe de su copa, me permito pensar en lo que dijo. Acaba de apreciar mis ojos como si de verdad fueran hermosos. La reina realmente se está obsesionando conmigo.
—Ahora —vuelve a tomar la misma postura anterior, curiosa con todo lo que tiene que ver conmigo —Explicame por qué usas los guantes todo el tiempo.
Contemplo el material de mis guantes negros. Todos en este reino se han preguntado por qué los tengo, pero a nadie le he contado la verdad y la reina no será la excepción.
—Vera, viví mucho tiempo en la absoluta pobreza, rodeado de plagas y mugre —apreto los puños —Por mucho tiempo viví sucio y descuidado, hasta que los soldados de aquí me rescataron —de nuevo bebo vino —Uso los guantes porque odio la suciedad.
—Es curioso ¿Sabes? —dice, con una extraña emoción —Mi hermana también creía que yo usaba los guantes por suciedad —rie por lo bajo —Yo los usaba para controlar mi poder —suspira con algo de tristeza —Lo bueno es que ya no les tengo que usar —cambia de actitud con una rapidez impresionante —Eran una molestia. ¿A ti no te incomodan?
—Ni un poco.
Pasamos el resto de la velada hablando sobre muchos temas en general. La reina me llenó de muchas preguntas sobre mí, que logré contestar sin necesidad de decirle lo más importante, solamente lo que debía saber. Hablamos sobre el ejército y cosas que respecta a la guerra, pero no fui capaz de preguntarle la verdad detrás de esa disputa tan fuerte que tiene contra el reino vecino. Con Elsa no se puede hablar mucho de su pasado porque no lo toma para nada bien, por eso trate de ser cuidadoso con lo que decía.
El tiempo siguió su curso con normalidad, pero empecé a notar que la reina bebía una y otra vez. Dentro del reino existe el rumor que desde que la reina recuperó el poder se ha vuelto algo alcohólica. No quiero ni imaginar lo que es capaz de hacerme o decirme estando ebria.
—Creo que ya es hora de que me retire —anuncio —Tiene que descansar, mi señora, ya es tarde.
Veo como pasa las manos por el caballo y las deja posadas en su nuca.
—Es cierto —bosteza —Hemos hablado por mucho tiempo, pero me ha gustado conversar contigo, Kénan. Eres una persona agradable.
—Gracias, alteza —me pongo de pie y acomodo la silla contra la mesa —¿Puedo retirarme? Tengo que ir a descansar. Mañana empiezan los exámenes para el ascenso de rango en las tropas de infantería.
—De eso quería hablarte antes de que te vayas —se inclina contra su silla —Reconozco tu potencial como soldado por eso he decido que yo misma te calificare. Los exámenes los harás conmigo.
Abro la boca, sorprendido. No esperaba que pidiera eso. Por eso sabía que lo que dijo Gerda era mentira, la reina no me dejará en paz después de esta cita, me quiere tener cada vez más cerca. No sé cómo tomarme eso, si para bien o para mal.
—Eso no le va a gustar a mi general —afirmo, tratando de zafarme de ella.
Elsa se levanta de su silla y se ubica a poca distancia de donde estoy. Estaba levemente enojada, lo más probable es que haya dicho algo que no le gustó para nada.
—Quien da las órdenes aquí soy yo —me indica con el entrecejo fruncido —A partir de la semana que viene, que es cuando regreso al ejército, quiero que tú me acompañes en pequeñas misiones que tengo en los territorios conquistados.
—Pero, mi reina... —refuto con pocas posibilidades de salir libre de ella.
—Irás conmigo quieras o no —ordena —Yo tengo el mando sobre el ejército, soy tu superior y me debes obedecer quieras o no ¿Entendido?
Suelto un suspiro.
—Si, mi reina —me coloco firme con los brazos pegados a los costados.
—Te veo en una semana, Kénan —sonrie —Ya puedes irte.
(***)
Los días pasaron rápido. En tan poco tiempo debía prepararme para partir junto a la reina y sus guardias de confianza hacia uno de sus reinos conquistados. No me dijo a qué exactamente, pero que tenía que ir. Hacia parte de mis exámenes de ascenso.
Pase toda la semana preparándome mentalmente para lo que tuviera planeado Elsa. Ella me quiere cerca y busca cualquier excusa para verme. No sé hasta dónde pretenda llegar.
No hace mucho llegamos a las Islas del Sur. Me explicaron que los soldados de bajo rango teníamos que ayudar a preparar un cargamento de madera que debía ser llevado de la capital a la ciudad costera más cercana. Una tarea de lo más aburrida.
Si Elsa creía tanto en mi potencial no entiendo porque no me envió a Villenouve a defender la capital que está bajo ataque. Así hubiese Sido más fácil evaluarme, pero no.
Aquí estoy levantando troncos de madera pesados.
—Me pregunto ¿Qué haces aquí? —digo en cuanto dejo caer como el décimo tronco en las carretas —Este no es tu lugar.
La chica suelta una fuerte carcajada que llama la atención de todos los que nos acompañan.
—Tampoco lo sé —se encoge de hombros y limpia el sudor de su frente —Ultimamente, la reina actúa diferente conmigo. Debería estar en Villenouve —la veo recostarse contra la madera —Digo, pues por algo soy Teniente de su ejército —sacude las manos despreocupada —Es raro.
Honeymaren fue enviada a realizar este tipo de tareas estúpidas. En cuanto terminó de ayudar en la pesca decidió venir a ayudarme.
—No entiendo ¿Qué tiene que ver esto —señalo las carretas —Con mi ascenso? Es ridículo.
Honey se aparta de dónde está para acercarse a mí y pasar uno de sus brazos por mis hombros.
—Aqui entre nos, solecito —me nombra por el apodo que me puso gracias a mi color de ojos —Todos sabemos que la reina siente un gran interés por ti —susurra, mirando a todos lados —Es obvio que no quería que su niño preferido se ensuciara las manos en la guerra.
—Pero me estoy preparando para ingresar a la infantería como rango dos —frunzo el ceño —Es obvio que tengo que ensuciarme las manos, así fue como la salvé. ¿Qué pretende?
—Lo más probable es que usé sus artimañas para que te saquen de infantería y quedes en la guardia real, resguardado por los bellos muros de Arendelle —ironiza, con diversión.
La verdad es que le creo. Elsa aquí hace lo que le dé la gana. Pero no estoy seguro que de verdad sienta aprecio por mí, debo ser solo un capricho. De todos modos, no quiero estar en la guardia real, me llama más la atención la guerra y las batallas.
Suelto un suspiro. Con cuidado me alejo de Honey, quién se ha convertido en una gran compañera, amiga y maestra. Sin embargo, todo el ejército sabe que la reina la detesta.
—Terminemos esto de una vez, estoy cansado —muevo mis hombros de atrás hacia adelante. Los malditos troncos son muy pesados y hace mucho calor, y yo detesto el calor.
—Claro —ella sonríe —Pero, ¿Por qué no te quitas los guantes? ¿Acaso no te sudan las manos?
Otra persona que se interesa por ver mis manos desnudas. No entiendo cuál es la insistencia.
—Nunca me quito los guantes, no insistas más, Honeymaren —respondo lo que le he dicho a todos una y otra vez. Muestro algo de molestia por el tema en particular.
—Si, como ordene su majestad —hace una torpe reverencia y ríe. Pongo los ojos en blanco —Hablaste igual que ella —carcajea.
—Eres un fastidio ¿Sabías? —enarco una ceja.
—Y tú... ¡Mi subordinado favorito! —chilla con diversión.
Niego con la cabeza, ella nunca va a cambiar.
Por fin, a eso de las 5PM terminamos como todas las estúpidas misiones que dejó la reina. Hubo mucho por hacer en cada sector del reino, así que no tuve oportunidad de toparme con ella en todo el día. Ella tampoco tenía mucho tiempo libre. Escuché que tendría un enfrentamiento con los reyes por asuntos diplomáticos, lo cierto es que no entiendo nada de eso y que en la reunión que tendremos a las seis estará de muy mal humor.
—Tenemos una hora libre —escucho a Honey, a mi lado. Caminamos hacia nuestro campamento —Los soldados dicen que irán a las aguas termales de la montaña. ¿Quieres ir? —golpea mi hombro con diversión —Habrá muchas chicas con poca ropa —rie, pero unos segundos después se calla —Aunque, no creo que eso le agrade a su majestad.
Ella siempre busca la manera de molestarme. El tema de la reina lo saca a colación muy amenudo, a veces se pone muy fastidiosa.
Estoy por decirle algo, pero alguien aparece en mi campo de visión, muy enojada.
Honey y yo, junto con mis compañeros, hacemos una reverencia al tiempo y nos ponemos firmes ante su presencia.
—Claro que me va a molestar —anuncia, sin siquiera saludar —¿Creen que vinimos de visita y a divertirnos como ridículos niños? —pasa.su mirada por cada uno de nosotros —Todavia quedan muchas cosas que hacer antes de irnos.
Lo de la salida se acabó. Mientras que Elsa esté de mal genio no nos va a dejar en capaz, se va desquitar con nosotros nos guste o no. Los de la realeza seguro no hicieron las cosas como ella quería.
—Y tú, Honeymaren —señala a mi amiga —Estas aquí para guiar a los soldados no para alcahuetear sus tonterías.
—Con todo respeto, mi reina —pronuncia más seria que nunca —En primer lugar, yo no debería estar aquí. Estas no son mis tropas.
Contengo la respiración. Cuando Honey se pone en plan de contradecir a la reina las cosas nunca terminan bien.
—Te puse aquí porque así lo quise —responde Elsa, autoritaria —¿Cuál es el problema?
Por el rabillo del ojo, observo como mi maestra aprieta los puños, enojada. Solo espero que sepa controlar su lengua.
—Villeanouve está bajo ataque, yo debería estar al frente de nuestro ejército. Por algo usted me puso en ese cargo cuando me sacó de mis tierras.
Es bien sabido por todos en Arendelle, que la reina reclutó varios Northuldra para que hicieran parte de sus filas, entre ellos Honey y su difunto hermano. Un día me dijo que alguna vez fueron amigas pero hoy se siente que se quieren arrancar los ojos.
—No eres indispensable para mí —dice con soberbia y una cínica sonrisa —Puedo reemplazarte cuando yo quiera y por quién quiera.
Noto como el rostro de la castaña se empieza a ruborizar, por la ira. Está por decir algo indebido, lo presiento. Pensando en ello tomo su mano tratando de evitar que hable. Sin embargo, los ojos azules de la Tirana de hielo se situaron inmediatamente en nuestras manos.
A pesar de que lo intenté, Honey abrió la boca.
—Como siempre, no respetas mi origen Northuldra —escupe —Has deshonrado a quienes te acogimos como un miembro más. No cabe duda que eres igual al rey Runeard.
—¿Cómo te atreves? —Elsa está cada vez más enojada.
Honey aparta mi mano y con mucho coraje la encara frente a frente.
—Repites la historia, Elsa —olvida llamarla por su título —Una ofrenda de paz, proteger nuestro pueblo, disfrazada de una artimaña, usar a sus hijos como herramientas. Nos has oprimido por mucho tiempo, al igual que lo hizo tu abuelo.
—No tienes derecho... —veo como lentamente levanta su puño.
—¡Mi hermano murió por tu culpa, por tu absurda venganza! —estalla y la reina también.
Su puño se llena de hielo y está por impactar sobre el rostro de mi maestra. Sin embargo, con rapidez, la empujó hacia atrás y recibo el golpe en su lugar.
Sé que ella no lo resistiría.
Elsa ha dispuesto toda su fuerza en ese tremendo golpe, que me dejó tirado en el suelo, con la mejilla ardiendo por el frío del hielo.
La miro a los ojos. Hay algo dentro de sus iris que no está bien. Sé ven levemente cristalizados, como si quisiera llorar. Apreta los labios con fuerza al igual que sus puños.
—Serán castigados por insubordinación —sentencia sin perderme de vista —Ambos. En cuanto regresemos a Arendelle.
Es lo último que dice antes de levantar una gran ventisca y desaparecer, ella una fiera.
Honey se lanza contra mí y me abraza.
Nos espera algo realmente horrible a los dos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top