Capítulo XXXVII

Salió del cubículo acomodándose los pantalones del instituto para luego abotonarse cada uno de los botones de la camisa blanca que estaban obligados a usar todos los alumnos.

—YoonGi, la corbata —le dijeron desde atrás, por lo que acercó su mano para tomar la prenda y pasársela por la cabeza.

Levantó despreocupadamente el rostro y se quedó estático al ver al chico justo en frente, quien tenía la boca levemente abierta. Sintió como la puerta del cubículo de una de las duchas se acababa de cerrar y un brazo se posó casualmente sobre sus hombros, pero al segundo cayó.

—HoSeok —murmuró impactado y pestañeó unas cuantas veces.

—¿Acaso ustedes... ustedes...? —El pelinegro abrió aún más la boca y miró hacia el techo, sin poder creérselo.

—Yo... —Dio un paso hacia el chico, sintiéndose tambalear—. Siento no decirte antes, yo...

—¿De verdad ustedes lo estaban haciendo? —preguntó el contrario para luego ponerse a reír nerviosamente—. ¡Oh, mierda! De verdad lo hicieron. ¿Cómo... cómo...?

—HoSeok —volvió a llamarlo y el chico se puso inexpresivamente serio.

—¿Sabes? No quiero decir algo que no deba, pero escuché que tenías problemas con JiMin, así tipo... —El pelinegro tomó una gran bocanada de aire para después continuar—: O sea... ¿lo golpeabas? —Miró directamente a JiMin.

—No sabes nada. No deberías meterte en nuestras cosas. —El castaño frunció el ceño, poniendo en acto su expresión de molestia.

—Sé que no debería entrometerme, pero YoonGi es mi amigo y no me gustaría que lo hicieras sentir mal. —En esa ocasión HoSeok sonó más serio que en cualquier otro momento, sorprendiéndolo.

—Tú no me tienes que decir cómo debo tratar a mi novio. —JiMin se acercó amenazadoramente al pelinegro.

—¡Hey! —exclamó YoonGi en un intento de entrometerse en la pequeña discusión.

—Es mi amigo, ¿sí? —HoSeok pareció relamerme molesto—. Y obviamente no quiero que termine dañado por tu culpa.

YoonGi reaccionó demasiado tarde, solo divisó unos cuantos movimientos bruscos y luego el pelinegro terminó tirado en el suelo con la mano tocando su labio.

—¿Cómo no le tienes miedo? Es un bruto.

Esa vez para YoonGi fue claro. Cuando vio como JiMin se subía sobre HoSeok se acercó rápidamente para tomar al castaño por los hombros y lo empujó con la intención de alejarlo del otro chico. Agradeció bastante que se hubieran quedado después de clases, así no tuvieron que soportar a una multitud estresante que estuviera a su alrededor.

—¡¿Por qué finges estar preocupado?! ¡A ti no te importa! —gritó JiMin con furia, sobresaltándolo levemente.

—¿Por qué no debería importarme, eh, maldito maricón? —Para su sorpresa, el castaño inmediatamente se acercó al pelinegro para golpearlo, pero este se detuvo al escucharlo—. ¿Sabes por qué te digo que eres un maricón? —HoSeok tomó los brazos de JiMin—. No lo digo porque folles con YoonGi, lo digo porque no eres lo suficientemente valiente como para decirle a los demás que estás saliendo con un chico, por eso eres un maldito maricón de mierda, JiMin.

YoonGi miró atentamente la reacción del castaño y se imaginó el caos que podría ocasionar, pero resultó que el chico solo se dejó caer sentado sobre las baldosas blancas del camerino.

—Deberías empezar a cuestionarte las cosas. ¿Por qué no le dices a los demás y tomas a tu novio libremente de la mano por los pasillos? ¿Por qué tienes que esconderte?

Observó atentamente la escena mientras estaba sentado en el suelo, con sus manos apoyadas sobre las frías baldosas.

—¿Por qué debería decirle a los demás? Solo quedan unos días para que acabe el instituto —dijo JiMin de mala gana.

—¿Y por qué no hacerlo? ¿Acaso no has pensado en lo que siente YoonGi con todo esto? Quizás él sí quiere decirle a los demás que son novios.

Se mordió levemente el labio inferior. Mentiría si dijera que no quería que los demás supieran de su relación, que todos se enteraran que JiMin en realidad era suyo y que a pesar de todo lo que sucedió fue así como resultaron las cosas. No deseaba soltar todo sin más, pero tampoco quería tener la vergüenza o limitarse por si alguien preguntaba.

—¿Por qué te pones a opinar libremente sobre nuestra relación? —JiMin lo miró con recelo.

—No me importa su relación, me importa YoonGi. De hecho, me gusta YoonGi. —El pelinegro se encogió de hombros como si lo anterior dicho no tuviera demasiada importancia.

Miró atentamente a HoSeok en espera de que éste agregara algo más, pero el chico no le envió ninguna mirada. Lamentablemente, solo pudo ser espectador de como JiMin se acercaba al otro para pegarle un buen golpe en la mejilla.

—¡¿Podrías dejar de golpearme?! —preguntó HoSeok con molestia, tocándose la cara con una de sus manos.

—Nunca más vuelvas a decir que te gusta mi chico. —El castaño apuntó al otro acusadoramente mientras que la otra mano la tenía levantada levemente, amenazándolo con un próximo golpe.

—Lo siento, JiMin. Me gustaría seguir hablando contigo, pero lamentablemente me tengo que ir. —HoSeok empujó a JiMin por el pecho y se levantó del suelo—. Y no vuelvan a hacerlo en las duchas, es asqueroso.

HoSeok se levantó del suelo y con rapidez caminó hacia la salida del camerino, YoonGi también se levantó y salió detrás del pelinegro.

—¿No deberías estar con tu novio? —preguntó HoSeok cuando él llegó a su lado.

—HoSeok... —murmuró y el contrario elevó las cejas de forma interrogante—, de verdad yo... no sé qué decirte...

—No tienes que decirme nada, YoonGi. —El chico sonrió.

—¿No te sientes incómodo?

—¿Por qué debería sentirme incómodo? Somos amigos.

—Pero, HoSeok. Tú...

—¡Ah! ¿Te refieres a que dije que me gustabas? —Asintió inmediatamente—. Solo estaba bromeando.

—¿Qué? —Detuvo su caminar, haciendo que el pelinegro también se detuviera—. ¿Por qué lo dirías en broma?

—Porque tu novio es un idiota y quería ver cuán preocupado estaba por ti. —HoSeok rio un poco.

—¿Te volviste loco? ¡Si hasta te golpeó!

—Eso me demuestra que en verdad le gustas. Es una forma idioma de demostrarlo, sí, pero es la forma neardental que tiene JiMin para comunicarlo. —El chico se encogió de hombros sin quitar su sonrisa—. ¿No te alegra que tu novio de verdad te quiera?

YoonGi se llevó la mano a la altura de la frente para golpearse levemente—. HoSeok, eres tan...

—¿Tan qué, querido? —El pelinegro pasó uno de sus brazos por sobre sus hombros.

—¿Qué haces ahora?

—Viene tu novio hacia acá con cara de perros —dijo el otro divertido y sin aparatar la mirada de los ojos de YoonGi.

—¿Por qué lo haces enfadar? —Apartó la vista para buscar a JiMin, quien, en efecto, caminaba hacia ellos.

—Es divertido. Mira la cara que tiene.

—Tiene cara de que te golpeará otra vez.

—¡No dejes que me golpee! Hoy tengo que ir a la academia y no puedo acabar en el hospital. —El pelinegro esperó unos segundos antes de largarse a reír sonoramente.

—Eres muy gracioso, HoSeok —dijo sarcásticamente a la vez que JiMin por fin llegaba a su lado.

—¿Puedes dejar a mi novio? —El castaño cruzó los brazos.

—No te molestes, cariño. No le estoy haciendo nada a tu chico. —HoSeok habló de manera divertida mientras dejaba caer su brazo y empujaba a YoonGi levemente por la espalda para acercarle más a JiMin.

—Me estás haciendo enfadar... —El castaño apretó los dientes.

—Después continuáremos, precioso. Justo ahora voy un poco atrasado. —Su amigo miró su muñeca, simulando que veía la hora porque en realidad no tenía reloj.

HoSeok dio un paso hacia atrás y luego movió frenéticamente la mano en lo alto para despedirse de ellos. El chico se alejó dando saltitos hasta doblar por una de las esquinas sin dejar de mover la extremidad.

—Odio a tu amigo —se quejó JiMin, haciendo una mueca en el proceso.

—No le gusto. Solo lo dijo en broma —explicó al saber que ese era uno de los temas que más le afectaban al contrario. Le sonrió al castaño y este inmediatamente frunció el ceño.

—De igual manera no me gusta. Es raro —continuó JiMin sin dejar de mirar por donde se fue su amigo.

—Es interesante...

—Un momento... ¿Me dijo 'precioso'? —JiMin hizo una mueca de asco.

YoonGi rio levemente para después tomar la mano del castaño y tirar de él para caminar de vuelta hacia el instituto, ya que sus cosas quedaron en los camerinos.

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