Capítulo XXXIII
—YoonGi, no... —JiMin lo empujó suavemente por los hombros. Refunfuñó y dejó de insistir para darle la espalda—. No te molestes.
—No estoy molesto —murmuró y se concentró en lo oscuro que estaba el cuarto.
—A mí igual me gustaría besarte...
Se dio vuelta sobre la cama para quedar mirando hacia el techo y giró la cabeza para ver el perfil del contrario—. ¿Entonces por qué no lo haces?
Ambos se encontraban acostados en la pequeña cama que usualmente usaba cuando visitaba a sus abuelos, así que estaban sobre aquel diminuto colchón, aunque estar tan cerca de Jimin no le molestaba para nada.
—No puedo hacerlo. —El chico desvió la mirada hacia las cortinas cerradas.
YoonGi únicamente se lo pensó un par de segundos para luego subirse sobre el regazo de JiMin. Se acercó lo suficiente para besarlo, pero el contrario corrió inmediatamente el rostro cuando lo sintió demasiado cerca.
—¿Es en serio? —murmuró sorprendido.
—YoonGi...
—¿No puedes o no quieres hacerlo? —interrogó alejando un poco su cara de la del chico.
—No puedo hacerlo. Estamos es la casa de tus abuelos y ni siquiera somos novios.
Aquello lo hizo reír un poco—. ¿Acaso es necesario que seamos novios?
—¡Claro que sí! —respondió el otro como si fuera obvio—. No quiero faltarle el respeto a tu familia.
—Deja de pensar en estupideces.
YoonGi se bajó del regazo del otro y se recostó a su lado, apoyando finalmente la cabeza sobre el pecho ajeno y se quedó un rato mirando hacia el techo de la habitación. Ninguno de los dos dijo algo durante unos segundos.
—¿Así que no me besarás? —preguntó mirando el techo de la habitación. De reojo y entre la oscuridad vio a JiMin negar con la cabeza. Refunfuñó sonoramente, recibiendo en respuesta la suave risa de JiMin con su pecho vibrando ante la acción.
—Lo haremos después, ¿sí? —Los labios del castaño besaron de manera delicada su mejilla.
—Está bien —dijo con un poco de descontento.
Se quedó dormido con facilidad entre los brazos del otro.
Abrió los ojos ante la incomodidad de la luz solar de la mañana que le llegaba directo a los ojos. Pestañeó unas cuantas veces y luego se refregó los ojos con sus manos hecha puños para finalmente removerse en la cama.
—¿JiMin? —Se sentó sobre el colchón mientras miraba a su alrededor.
El chico no estaba.
Se levantó con rapidez y caminó hacia la puerta, al abrirla se encontró a su madre caminando por los pasillos del segundo piso.
—Mamá —la llamó y ella inmediatamente se volteó a mirarlo seriamente.
—Necesito hablar contigo —murmuró la mujer con el rostro sombrío, cosa que lo hizo confundirse.
—¿Qué pasa? ¿Dónde está JiMin?
Su madre lo empujó levemente por el hombro para que ambos se adentraran por completo a la habitación. Cerró la puerta detrás de ella y se acercó hasta la cama. Los dos se sentaron sobre el colchón, YoonGi con urgencia y ella con una calma que lo exasperó.
—YoonGi, tengo que preguntarte algo —empezó diciendo la mujer con aparente tranquilidad, cosa que lo hizo sentirse más apacible hasta que la escuchó hablar nuevamente—. ¿Mantienes una relación con JiMin?
—¿Qué? —Miró cuidadosamente a su madre al ver lo serio que se tornó su rostro—. Yo...
—Por casualidad ayer los escuché hablando. YoonGi, quiero decirte que...
—¿Está mal? —La detuvo con suavidad al hablar, pero lo cierto era que el corazón parecía estar martilleándole el pecho—. Porque esta vez seré egoísta contigo.
—YoonGi...
—Me gusta. —La interrumpió otra vez mientras la miraba a los ojos—. De hecho, me atrevería a decir que lo quiero. Así que esta vez no pensaré en ti y pensaré en mí.
—Yo...
—Estaré con él independiente de lo que tú me digas —dijo decidido y con las manos levemente sudadas por el nerviosismo.
—YoonGi...
—Mamá... —empezó suplicante con la intención de evitar el regaño.
—¡¿Podrías dejar de interrumpirme?! —Bajó rápidamente la cabeza—. Está bien, ¿sí? —Miró hacia ella, encontrándome con una sonrisa nostálgica—. Está perfectamente bien, ¿sí, YoonGi? —Sintió como otros brazos lo envolvían en un abrazo—. No tienes por qué preocuparte, está perfectamente bien.
Escuchó con atención lo que decía la mujer y quiso pensar profundamente en ello, en el significado real que había detrás de esas palabras, pero no alcanzó a cuestionarme nada porque un sollozo se hizo presente en el silencio de la habitación. YoonGi apretó los labios para no llorar también.
—Me siento un poco celosa —confesó en broma su madre de forma ahogada. Él se separó mientras ella le acariciaba el cabello—. Ahora tendré que compartir tu amor con alguien más, pero me alegra mucho que sea JiMin.
—Gracias, mamá —murmuró.
—¿Desde cuándo son novios? —preguntó ella con el ceño fruncido por la curiosidad.
—En realidad... —Chasqueó la lengua y miró hacia un punto perdido dentro de la habitación—. No somos novios.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Me lo pidió, pero dije que no... —Inseguro miró a la mujer.
—¿Por qué?
Se detuvo un momento a pensar en la respuesta. No podía decirle a su madre la razón real, la haría sentir mal y lo más probable era que no le gustara la idea de que JiMin lo golpeó en un pasado.
—No lo sé. Quizás lo hice porque pensé que él no estaba realmente interesado en mí.
—¿No le creíste? —Asintió. En parte aún no creía en totalidad los sentimientos de JiMin—. Deberías intentarlo. —Ella se encogió de hombros.
—¿Tú crees?
—Si él te lo vuelve a pedir deberías decirle que sí. —Miré atentamente a la mujer—. ¿Por qué no lo intentas?
—¿Debería hacerlo? —Pasó las manos húmedas por sobre sus propios pantalones.
—No lo pienses mucho y solo hazlo —dijo ella sonriente, claramente con la intención de animarlo—. Iré a preparar el almuerzo. Asegúrate de bajar para que tomes desayuno antes.
La mujer se levantó de la cama y caminó hacia la puerta, abrió esta y salió sin decir nada más. YoonGi se recostó sobre la cama y se quedó un rato mirando hacia el techo. Un poco después se levantó del colchón de un salto y buscó su ropa, se cambió con rapidez y cuando estuvo listo bajó hacia el primer piso.
Puso las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalón mientras paseaba por la casa en busca del castaño.
—¿Dónde está JiMin? —preguntó al adentrarse a la cocina, viendo a su mamá picando algunos vegetales junto a su abuela.
—Está en el patio delantero con tu abuelo —dijo casualmente su tía, quien recién entraba a la habitación.
Asintió con una sonrisa y salió de la cocina para dirigirse a la puerta principal. Al salir de la casa intentó acostumbrarse a la fuerte luz solar y caminó por el pasto recién cortado hacia su abuelo, quien estaba junto a JiMin a un lado de un gran arbusto.
Cuando se acercó lo suficiente pudo verlo por completo, el castaño estaba totalmente sudado, con algunos mechones de pelo pegándose a su frente mientras que ramas y hojas se enredaban entre su cabello.
YoonGi de forma inconsciente pasó la lengua por sobre sus labios. Quiso besarlo, otra vez quiso hacerlo, quiso apegarlo a su cuerpo y tirarlo al suelo para que se revolcaran en el pasto.
Frunció el ceño ante sus ocurrencias imaginarias y se acercó por completo a ellos. Dirigió la mirada hacia su abuelo, el cual no estaba para nada sucio como el otro chico.
—¿Qué hacen? —preguntó y su abuelo sonrió. En sus manos tenía unas grandes tijeras de podar con mango rojo. El hombre las alzó y las hizo chocar contra su pecho.
—Ayudarás a JiMin. —El anciano sonrió antes de caminar hacia la casa.
—¿Estuviste aquí mucho rato? —Se fijó en el castaño, el cual empezó a cortar las romas del arbusto con otras tijeras.
—Toda la mañana. —JiMin suspiró sin voltear a verlo. YoonGi no se contuvo y rio.
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