Capítulo XIII
Pasó las manos por su cabello para sacarlo de sobre sus ojos y bostezó mientras se levantaba despacio de la cama con la finalidad de no marearse.
Al momento en que abrió los ojos estuvo consiente de dónde estaba: en la pequeña cama que JiMin le prestó el día anterior para pasar la noche.
Se puso de pie y fue directo hacia su bolso para sacar el cepillo de dientes junto con la pasta dental. Aplastó un poco el tubo para esperar que el contenido cayera sobre el cepillo, guardó la pasta dentro del bolso y se metió el cepillo a la boca. Jugó un rato con el objeto y se dirigió al baño, el cual ubicó la noche anterior al bañarse. Entró sin más y se puse delante del espejo mientras movía el cepillo. Abrió la llave y se enjuagó superficialmente la boca para volver a cepillarse los dientes.
—¡Ah!
—Lo siento —susurró asustado por la presencia del otro. Aún tenía el cepillo en la boca mientras veía el lejano cuerpo desnudo difuminado por la puerta corrediza de la ducha.
—Mierda. Está helada.
—¿Helada? ¿A qué...? —Miró rápidamente el lavamanos y cerró de un manotazo la llave—. Lo siento. No sabía que estabas usando el baño.
—No te preocupes —dijo el chico después de un momento de silencio—. Debí asegurar la puerta.
Sacó el cepillo de su boca—. Dejaré que te duches.
—No importa. Puedes seguir lavándote los dientes. —JiMin abrió solo un poco la puerta corrediza, al menos lo necesario para sacar la mano y alcanzar la toalla.
Se quedó ahí un momento y vio como JiMin movía la toalla alrededor de su cuerpo antes de abrir completamente la puerta para salir de la ducha. Su cuerpo aún seguía mojado, de su cabello caían gotas que rebotaban en su pecho y se deslizaban por este casi con sutileza. La toalla blanca permanecía colgando de su cintura y eso lo incómodo un poco porque parecía que en cualquier momento se le fuese a caer.
Definitivamente JiMin se veía distinto y eso lo hizo sentirse extraño, aunque no pudo describir con exactitud qué le provocó en ese momento.
—Continúa —le dijo el otro sonriéndole a la vez que apuntaba su cepillo de dientes.
Se quedó estático. El contrario se acercó y pasó su dedo pulgar por su labio inferior, provocando que sus ojos se abrieran considerablemente y JiMin solo sonrió como si no supiera acerca del extraño efecto que causó en él.
—Tenías pasta de dientes. —El otro le apuntó el labio y luego sonrió para salir del baño, dejándolo clavado en el sitio.
Se volteó rápidamente para encontrarse con el espejo y, en efectivo, la pasta dental dejó un pequeño rastro blanco por sobre su labio inferior y barbilla.
Abrió la llave para tomar un poco de agua y se enjuagó la boca con la finalidad de limpiar su cepillo de dientes. Al terminar se secó, salió del baño y caminó directo hacia la habitación que le asignó JiMin la noche anterior. Fue hacia su bolso y guardó el cepillo, luego sacó unos pantalones y se los puso rápidamente después de sacarse los que usó para dormir. Continuó quitándose la camiseta y en el intento de buscar la otra prenda terminó enredando la tela en sus propias muñecas.
—YoonGi. —Se volteó al escuchar la voz a sus espaldas, encontrándose a JiMin apoyado en el marco de la puerta mientras lo miraba con el ceño fruncido.
Al ver la camiseta limpia se quitó la que tenía entre las manos y tomó la otra apresuradamente para colocársela. Se mantuvo de espaldas a JiMin, aún sabiendo que el otro continuaba ahí.
—¿Qué te pasó?
Apreté los ojos al saber a lo que se refería el otro: su cuerpo cubierto de tonalidades oscuras; marcas, demasiadas para su edad.
De un manotazo guardó la camiseta dentro del bolso y luego tomé este para colgárselo en el hombro. Se apresuró en agarrar su teléfono que estaba encima del velador a un lado de la cama y lo más rápido que pudo pasó a un lado de JiMin, empujándolo levemente sin darse cuenta. Fue directo hacia la puerta principal.
—¡YoonGi! —La voz ajena se escuchó desde el final del pasillo.
Se puso los zapatos con rapidez y abrió la puerta para salir del departamento, pero el chico se lo impidió al afirmarlo fuertemente por el hombro, evitando que escapara.
—Necesito irme —murmuró con urgencia.
—¿Por qué no te quedas a desayunar?
—Necesito ir a un lugar. —Al pronunciar esas palabras ni siquiera se volteó a mirarlo.
—¿Quieres que te acompañe? Quizás podríamos ir a...
Se soltó con brusquedad de su agarre y se volteó para encararlo—. ¡¿Por qué mierda te comportas así?! —Su voz sonó más fuerte de lo que esperó, pero no le importó en ese momento.
—¿A qué te refieres? —El ceño fruncido del contrario hizo que YoonGi frunciera el suyo con molestia.
—¿Qué quieres en verdad? —Dejó caer los brazos a sus costados, casi en modo de derrota.
—Te juro que no logro comprenderte. —Y su expresión decía lo mismo.
—¡Deja de actuar así conmigo! —pidió con la voz demandante.
—¿De qué manera?
—Como si te importara. Lamentablemente te conozco demasiado bien, JiMin. —Hizo que su cabeza se inclinara un poco en gesto de duda—. ¿Por qué cambias conmigo? ¿Por qué haces que me reviente la cabeza pensando en ti para poder comprenderte?
El contrario se quedó mudo y lo miró directo a los ojos, haciendo que después de unos segundos de valentía YoonGi se pusiera nervioso.
—B-bien... —titubeó—. Creo que ya me tengo que ir. —Salió del departamento, pero JiMin lo siguió y este cerró la puerta detrás de él.
—No me contestaste, pero supongo que puedo ir contigo.
No, en realidad no podía.
—JiMin...
—Solo déjame acompañarte o al menos invitarte el desayuno. —Suspiró frustrado ante la insistencia del chico.
Caminó, dejándolo atrás sin hablarle y se dirigió directamente al ascensor para luego apretar uno de los botones.
—Por cierto... ¿Qué quieres hacer exactamente con NamJoon y tu amigo?
Subió al ascensor al ver que las puertas de este se abrieron. JiMin se introdujo al lugar mediante un salto infantil, como si estuviera feliz y ansioso.
—¿No me contestarás? —El otro hizo un puchero que lo llenó de ganas de golpearlo.
—Hoy tengo que ir a la oficina de NamJoon —susurró molesto.
—¿Hacia allá vamos? —El castaño giró su rostro para mirarlo y él también se volteó a verlo.
—Voy a otro lugar primero, así que cuando bajemos tú irás por tu camino y yo por el mío —zanjó y volvió a mantener la vista en la puerta del ascensor.
—¿Por qué hoy amaneciste tan pesado? —El rostro de JiMin se frunció y luego chasqueó la lengua con molestia.
—Tú siempre estás pesado y yo no te digo nada —contestó con un poco de frustración.
—YoonGi... —La lentitud del contrario al decir su nombre lo hizo girar el cuerpo para mirarlo de frente—, ¿qué cambia en mí?
Abrió la boca con asombro. ¿De verdad aún no se daba cuenta de eso?—. Cambias cuando estás conmigo.
—¿Te refieres a...? —JiMin no pudo continuar con su propia pregunta.
—¿Por qué me golpeas en el instituto y ahora me tratas bien? —dijo cansado—. Eso es lo que está resonando en mi cabeza una y otra vez.
Las puertas del ascensor se abrieron, así que rápidamente salió de este, dejando a JiMin atrás. En cuanto vio las puertas de cristal del edificio pasó con rapidez por estas.
—¿Por qué huyes? ¿Acaso tienes miedo de que te golpee? —Se volteó molesto al escuchar el tono cómico JiMin y se lo encontró cara a cara—. Aunque si soy sincero, creo que soy yo quien tiene miedo.
—¿Tú? ¿Por qué tendrías miedo?
—Porque siento que me golpearás en cualquier momento —le dijo el otro y además le dio una sonrisa, descolocándolo más si era posible—. ¿Por qué no eres así en el instituto? ¿Por qué dejas que te golpeemos?
—Porque aquí solo soy eres tú contra mí, pero en el instituto...
—Quizás eso pueda cambiar —musitó el contrario con una ligera sonrisa, la cual hizo que sus ojos se achinaron más de lo normal, provocando que YoonGi se ahogara ante la impresión por unos segundos.
¿Eso podía cambiar?
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