Prólogo

Rindou se encontraba sentado en su cama mientras usaba su computadora portátil, como acostumbraba a hacer cuando estaba aburrido y no tenía ánimos ni energía para hacer nada más. En ese momento estaba viendo alguna película muy mala sólo para juzgar en silencio cada aspecto de la grabación, desempeño de los actores, escenografía y efectos especiales para luego reírse de lo horrible que era.

Fue entonces cuando su hermano mayor entró de una patada a la habitación, logrando que se asustara un poco por la acción tan repentina.

— ¿Qué demonios te sucede? — le preguntó a la vez que apagaba la computadora y la ponía en un “lugar seguro del extraño ataque de Ran”.

— Luego me reclamas. — quiso quitarse la culpa como si casi romper la puerta no hubiera sido nada raro. — Estaba tranquilo allá afuera y luego vi un ovni.

— Estás loco. — insinuó enseguida.

— No lo estoy; era un objeto en el cielo, volaba y no pude identificarlo, un ovni. — contestó estando totalmente seguro de lo que decía para luego mirar por la ventana de la habitación.

— Sabes que así no es como funciona. — mencionó mientras se levantaba para ponerse junto a él. — Quizás un niño estaba volando una cometa o algo así.

— ¿A las 2:37 de la madrugada? — preguntó con sarcasmo. — Sí, claro, como si eso fuera posible.

— ¿Y qué hacías afuera a esta hora de todas formas? Yo pensé que estabas dormido.

— ¿Tú qué hacías despierto?

— Lo que sea, ya no importa. Si quieres perder tu tiempo buscando algo que no existe, entonces hazlo en otro lugar; la casa tiene muchas otras ventanas.

— No, ahora quiero ver tu cara cuando veas que tengo razón; estoy seguro de que valdrá la pena.

— ¿Qué se supone que significa es-

— ¡Mira, mira! — lo interrumpió para tomarlo del brazo y obligarlo a ver en la misma dirección que él. — ¡Creo que ahí está!

— ¿Qué es eso...? ¿Es una estrella fugaz?

— Se ve como un avión.

— O un pájaro, o un meteorito, literalmente cualquier cosa menos un ovni.

— ¡No, espera! ¡Es...! ¡Es la cosa que vi antes!

— ¿Es idea mía o se está acercando? — ambos forzaron la vista para tratar de identificar el objeto en el cielo, el cual sí se estaba acercando a ellos.

— Creo que se va a estrellar aquí.

— Estamos en medio de una cuidad, donde sea que caiga será un desastre.

— A menos que caiga en ese lugar que está detrás de la casa a donde nadie va y- ¡ahí viene! — la casa se sacudió al mismo tiempo que un estruendo llegó a sus oídos, haciéndolos caer junto a algunas otras cosas en el cuarto. Ambos se levantaron rápidamente y e hicieron contacto visual por un momento. — Te lo dije.

— No sabes si es un ovni; tal vez... un gran meteorito cayó detrás de nuestra casa.

— Eso es muy improbable.

— ¡Es más probable que un ovni!

— No tiene caso discutir; la única forma de saber qué es... — se levantó del suelo. — ir a verlo nosotros mismos. — Rindou lo miró con clara confusión mientras repetía la acción de su hermano. — ¿Vienes o le tienes miedo a los ovnis?

— Voy a ir, sólo para que quede claro que no tengo miedo, y para ver tu cara de decepción cuando veas que estabas equivocado.

— Ya veremos quién le verá la cara a quién.

El menor rodó los ojos antes de seguir a Ran en dirección al exterior. Justo detrás de la casa había una especie de edificio que no se había usado en años, por lo cual la gente no solía acercarse al lugar, y para su suerte el objeto extraño y volador cayó justo ahí. Los dos caminaron con cautela, Ran sosteniendo una linterna para alumbrar el oscuro callejón que les servía de camino; se aseguraron de que nadie los viera, dado que técnicamente estaba prohibido ir allí, pero por supuesto que eso no los iba a detener de satisfacer su curiosidad.

— ¿Es... idea mía o éste lugar se siente diferente de noche? — se preguntó Rindou, observando a su alrededor mientras una capa de niebla empezaba a nublar su vista. — Maldita sea.

— Tranquilo, debe ser porque esa cosa se estrelló aquí. Apuesto a que toda esta niebla en realidad es humo de una nave espacial extraterrestre o algo así.

— Ya no te dejaré ver películas de ciencia ficción.

— Tú no me mandas. — lo apuntó con la linterna con la intención de dejarlo ciego.

— Ahg, deja eso. — una brisa helada los alcanzó con cada paso que se acercaban al lugar. — Está haciendo algo de frío aquí...

— ¿Tienes miedo? — se burló.

— Que no tengo miedo. — afirmó con toda la seguridad que pudo. — Sólo terminemos con ésto de una vez.

— Bueno, no tendrás que esperar mucho... aquí está. — señaló apenas unos metros delante de ellos, donde yacía lo que a primera vista parecía ser algún tipo de cápsula circular enorme y hecha de metal. Rindou miró aquel objeto con una expresión llena de sorpresa mezclada con algo de enojo al saber que al final él no tenía razón. — ¿Lo ves? Te lo dije; nave espacial extraterrestre. — dio una mirada rápida a la expresión de su hermano. — Jaja, sabía que iba valer la pena ver tu cara.

— Muy bien, genio, ¿y qué vamos a hacer con esta nave espacial extraterrestre?

— No lo sé, ¿quieres tocarla o tratar de abrirla para ver que hay dentro?

— ¿Te volviste loco? Esa cosa podría tener un alienígena adentro. — se excusó rápidamente.

— Hmmm... tienes miedo.

— ¡Que no tengo miedo! — gritó, ya harto de que le estuvieran diciendo lo mismo siempre. — Tú ganas, mira. — se acercó a la cápsula todavía más.

— ¿En serio lo vas a hacer?

— Ya me da igual todo; que la cosa que está aquí adentro me mate. — ni siquiera la había tocado cuando la cápsula se abrió de un momento a otro, esparciendo aún más niebla alrededor. El menor de los Haitani decidió que sería mejor retroceder unos cuantos pasos y esperar que la niebla se disipara.

Algo se movió dentro del objeto y luego cayó contra el frío suelo del terreno, como si apenas hubiera tenido energía suficiente para salir. Ran apuntó la linterna hacia la silueta con forma humanoide, revelando su apariencia y haciéndolos estar aún más sorprendidos.

— ¿Qué acabamos de encontrar? — preguntó el mayor.

— Por lo que parece, encontramos a un alien y se acaba de desmayar frente a nosotros.

— ¿Tú crees que sea una chica? Se ve como una chica, pero quizás así se ven los chicos en su planeta.

— Lo dice el que trae trenzas.

— Hay que llevarnos al alien a casa. — sugirió de la nada.

— De todas las cosas locas que has dicho hoy, esta es la peor.

— Acaba de caer en un planeta extraño, y aunque no fuera un alien, sería un poco... ¿cruel dejarla aquí? Además quiero hacerle preguntas en cuanto despierte.

—...¿Sabes qué? Lo que sea; nos la llevamos. Yo tomo la parte inferior de su cuerpo y tu la sujetas por la parte superior.

— Tengo el presentimiento de que esto va a ser divertido.

🌠 No sé de dónde salió esto, no me pregunten, sólo se me ocurrió y lo escribí y quizás me arrepienta después, pero por ahora me da igual.

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