004

— Muy bien, antes de salir... — le habló Rindou a Astraea. — tienes que saber que fuera de esta casa es una civilización entera que no conoces, por lo tanto, por favor trata de actuar como si fueras de este... planeta.

— También, tenemos que esconder... todo eso. — Ran señaló una gran parte de la cara de la fémina. — No te ofendas, no eres fea, pero por si no te habías dado cuenta, los humanos tenemos orejas redondas.

— Y no tenemos líneas negras debajo de los ojos.

— Y el blanco no es un color muy común para el cabello, aunque sí conocemos a alguien que lo tiene así.

— Y no tenemos cola.

— Bien, ya entendí; soy visiblemente muy distinta a ustedes. ¿Qué sugieren?

— ¿No tienes ningún aparato alienígena que pueda ayudarte a... pasar desapercibida? — Ran le preguntó.

— Lo tendría, pero mi nave chocó y-

— Tienes que repararlo, lo entiendo; siento que eso va a hacer una justificación para todo. — mencionó Rindou. — Como sea, tendrás que hacerlo a nuestra manera.

— ¿Le haremos un cambio de imagen a un alien?

— No. — hizo una pausa. — Al menos no totalmente; le haremos un... disfraz. Necesitaré unos lentes de sol, un cubrebocas, un abrigo muy grande con capucha y una liga para el cabello; además, tienes que esconder esa cola.

— Esa parte no será difícil. — la chica movió su cola hasta esconderla debajo de su vestimenta. — ¿Lo ves? Como si no la tuviera.

— ¿No te... duele?

— Sólo un poco, pero es soportable.

— Bien, entonces hay que prepararte.

Y así, ambos hermanos usaron todo su esfuerzo para ocultar la singular apariencia de su nueva compañera de casa para que ella pudiera salir de compras con ellos, aunque bien pudo sólo haberse quedado, pero eso también estaba bien.

— Se ve bien. — opinó Ran.

— Se ve como una criminal buscada. — lo contradijo su hermano menor.

— ¿Esto de verdad me va a ocultar? — cuestionó ella.

— Definitivamente. — aseguró Ran. — Lo único que tenemos que evitar al salir es que nos vea alguien a quien conozcamos porque entonces tendríamos que dar explicaciones.

— Será una ida rápida al supermercado; sacarte de aquí no debería volverse una costumbre.

— Créeme, sé lo que me conviene, y sé que no me puedo arriesgar a que alguien me descubra. Esto es con fines de investigación solamente; no es por diversión ni porque quiera ver las... “maravillas” que tiene que ofrecer el mundo humano.

— No uses comillas; nosotros tenemos maravillas.

— Ver es creer.

— No voy a iniciar otra discusión contigo sólo para que Ran me vuelva a regañar. Esto debe ser rápido; ir y volver en máximo 60 minutos, ¿queda claro?

— No seas tan duro con ella; apuesto a que le podremos mostrar las cosas cool que tenemos en la Tierra.

— Si es que tienen alguna. — Ran aclaró su garganta justo después de escuchar eso.

— Como sea, será divertido; ustedes van a divertirse. — la última frase sonó más a una amenaza que a otra cosa. — Ya verán que cuando regresemos ustedes se harán los mejores amigos, por las buenas... o por las malas.

— No me estés amenazando.

— Entonces no me des una razón para cumplir con mis amenazas, Rindou.

Unos 10 minutos después, en el supermercado.

Explora lo que quieras, Astraea, pero ten cuidado con lo que tocas. — advirtió Ran.

— No hables ni mires a los ojos a nadie, pero lo más importante, mantente cerca si quieres pasar desapercibida; créeme que lo último que necesitas es llamar la atención. — continuó Rindou.

— Sí, sí, estaré bien.

— Ya que tenemos una invitada extra en nuestra casa, tendremos que comprar suficiente para los tres. — Ran mencionó.

— No vayas a distraerte con nada, Astraea. — fue en ese momento en el que se dieron cuenta de que ella ya no estaba cerca. — ¿Astraea?

— Desapareció. ¿La perdiste?

— Yo no la perdí, tú también estás aquí.

— Yo estoy viendo la lista de cosas que hay que comprar.

— Será lista de cosas que quieres comprar.

— Ay, no seas tacaño; tenemos dinero de sobra.

— ¿Podemos concentrarnos en una sola cosa a la vez? Astraea es una sola persona y no conoce éste lugar; no pudo haber ido muy lejos.

— Cierto, será mejor que la encontremos antes de que... alguien más lo haga.

— Ahora, si yo fuera un ser de otro planeta muy engreído que no conoce los supermercados, ¿a dónde iría?

— Nuestra única opción justo ahora es separarnos, y aún tenemos que hacer las compras antes de que el resto de la gente se lleve todo lo bueno.

— Bien, yo busco al alien y tú haz eso.

— Y nos encontramos luego.

Después de esa corta conversación, cada uno de ellos se fue por su lado. Rindou empezó a recorrer varios pasillos en busca de la fémina, pero no estaba teniendo mucho éxito.

— ¿Dónde estás, Astraea? Demonios, no pudo haber ido muy lejos. — habló con un tono de voz moderado. — Astraea, ven Astraea; sal de dondequiera que estés. Astraea, Astraea; que nombre tan raro tienes, ¿por qué te pusieron así? Ven, Astraea, te estoy insultando; ven a defenderte Astraea. Diría que te daré algo que te guste, pero no sé qué cosas te gustan, así que sólo ven Astraea; podemos comprar algo para ti si regresas Astraea. Ya regresa para que pueda dejar de decir “Astraea”, Astraea.

— Por favor, si me vas a buscar, evita hacerlo como si estuvieras buscando a una mascota.

— Ahí estás, ¿dónde te habías metido? Literalmente acababa de decirte que tuvieras cuidado.

— Vi una cosa que me interesó.

— Luego le decimos a Ran que te lo compre, pero no vuelvas a hacer eso.

— ¿Hablaban de mí? — Ran apareció junto a ellos. — Ah, hola Astraea; ¿cómo llegaste hasta aquí?

— Ah, cierto, ¿cómo me encontraste?

— Oh... eso, alguien me ayudó.

— ¿Quién? — dirigió su mirada detrás de la fémina, donde había alguien a quien él conocía bastante bien. — Izana...

— Hola. — saludó el mencionado. — Yo sólo tengo una pregunta para ustedes.

— Antes que nada, no te debemos explicaciones. — se defendió Rindou. — Segundo, ¿qué haces aquí?

— Oh, no se preocupen por mí; sólo respondan a la pregunta y me iré. ¿De dónde es que conocen a ésta chica y por qué parece que tratan de esconderla?

🌠 Había desaparecido por actualizar la historia de kimetsu, pero estoy aquí otra vez.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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