5 (fin)
Con el paso de los meses, Neji y Lee empezaron a pasar muchísimo tiempo juntos dentro y fuera de las misiones, tratando de no levantar las sospechas de los otros Hyuga. Ya se les hacía extraño no estar cerca del otro por más de un par de semanas, por lo que empezaron a escribirse cartas cada vez que el castaño debía cumplir una de sus misiones de Jounin a las que Lee no podía ir.
Eran felices juntos, y hasta empezaron a hablar sobre mudarse juntos. Juntando sus ahorros serían capaces de comprar una pequeña casa a las afueras de la aldea. Nadie los molestaría allí, y Neji no tendría que volver a sufrir bajo las garras de su Clan. En teoría, todo saldría bien en poco tiempo…
Hasta que sus planes fueron arruinados por la cuarta guerra shinobi, y la idea de mudarse juntos tuvo que retrasarse. Lucharon día y noche, viéndose poco y nada por un tiempo. La única vez en la que pudieron hablar, debieron hacerlo rápidamente.
— Estoy cansado, Lee, – exclamó el castaño, entrelazando sus dedos con los de su pareja al hablar. No necesitó decir nada más, apoyando su cabeza en el hombro del otro chico en silencio.
— Hay que seguir, mi querido rival. Todo terminará cuando menos lo esperemos, – musitó Lee, tratando de apoyar a su novio con una sonrisa de oreja a oreja. — Tengo el presentimiento de que las cosas cambiarán dentro de poco.
— No lo sé. Yo… son demasiadas peleas.
Se quedaron en silencio por unos instantes, hasta que al maestro del taijutsu se le iluminaron los ojos; tenía una idea para poder animar a su novio.
Con un hilo que traía en el bolsillo de su chaleco, Lee hizo dos anillos iguales; uno para él mismo, y otro para su novio. Se lo ofreció antes de hablar.
— Neji, casémonos cuando todo esto termine. Me haces el chico más feliz del mundo, y me encantaría pasar el resto de mis días contigo, – dijo entre susurros, sonriendo al ver que Neji se colocaba su artesanía en el dedo como si fuese un anillo de verdad. Decidió hacer lo mismo, con una gran sonrisa decorando su rostro.
Antes de que pudieran seguir hablando, recibieron la noticia de que habían aparecido enemigos cerca de donde estaban.
Se separaron, listos para entrar a la batalla una vez más. Ambos chicos estaban en distintos extremos, luchando contra enemigos interminables, hasta que en un punto Lee fue capaz de ver a su novio por el rabillo del ojo.
Y entonces, fue como si el tiempo avanzara en cámara lenta, con su corazón agitado latiendo en sus oídos.
Neji saltó frente a su prima, protegiéndola de un ataque inesperado con todas sus fuerzas. Usaba el Puño Suave para romper las estacas, pero eran demasiadas… no aguantaría mucho.
Sus instintos fueron más fuertes que la razón; Lee corrió a su lado, empujando a su novio a un costado para salvarlo. Sintió las estacas clavándose en su cuerpo como si no fuera nada, y gritó de dolor sin siquiera darse cuenta.
Escuchó otro grito desgarrador cerca de sí, pudiendo ver a Neji tratando de alcanzarlo en cuanto su cuerpo cayó al suelo. Naruto y Hinata trataban de sostenerlo, de evitar que el ataque del enemigo lo dañe a él también, pero al castaño le dio igual y los apartó; lo único que le importaba en ese momento era Lee, su amado rival quien sangraba por todos lados, incapaz de moverse en absoluto.
Llegó a su lado y el maestro del taijutsu sintió que lo levantaban de la tierra, que un par de fuertes brazos lo envolvían con desesperación. Lágrimas caían a su cuerpo, y no logró comprender los balbuceos de su pareja, quien estaba demasiado alterado como para poder modular cualquier palabra.
— Ne… ji, – susurró, tosiendo un poco y viendo incluso más gotas escarlata a su alrededor.
El castaño le tapó la boca con una mano, tratando de que no gastara tanta energía. Neji sentía lágrimas caer, y empezó a moverse de adelante a atrás de los nervios, aferrado a él como si su vida dependiera de ello. De cierta forma era la verdad.
Le costó un poco hablar, ensordecido por los agitados latidos de su propio corazón, sintiendo la sangre de su amado en sus manos, en su cuerpo.
— Lee, te quiero… te amo. Por favor, resiste… – susurró, aún sosteniendo a su pareja, rehusandose a dejarlo ir. Pudo ver una pequeña sonrisa decorando el rostro de Lee, quien empezaba a respirar de forma errática. — Espera a un ninja médico, por favor. Nos casaremos cuando termine todo esto, ¿recuerdas? Y…
— Te… amo, – musitó Lee, soltando un último suspiro antes de que el brillo de sus ojos se desvaneciera para siempre.
Algo dentro de su corazón se rompió, y nada podría llenar el vacío de su alma ni en un millón de años. Luego de la guerra, no hubo un solo día en el cual Neji se sacase el pequeño anillo de hilo que su novio había hecho para él, sin importar cuántos años pasaran luego de su muerte. Se aseguraba de que su tumba estuviera llena de tulipanes rojos cuando estaba en la aldea entre misión y misión, pero nunca volvió a intentar salir con nadie.
Casi no hablaba, ni siquiera con el resto de su equipo o sus primas. Nunca volvió a ser el mismo.
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