EN LA CALLE
V
Desciendo a los avernos de la civilización,
a recorrer aceras.
¡Y qué frías son mi amor!
Qué vacías las calles cuando atravieso el asfalto.
Qué frías las miradas de la gente que deambula.
Qué frías sus pisadas y qué frías son sus vidas
no encuentro en sus pupilas un hálito de vida.
Mi vida está helada, helada mi desdicha,
vivo en el frío del glaciar de la agonía.
Camino en el asfalto,
me embebo las aceras
subiendo por las rampas
escalando las laderas.
La gente que me cruzo no mira,
me atraviesa,
congela entre mis pasos los ampos
que me hielan,
que caen sobre mi rostro
y nublan mi visión,
helando mi mirada que hiela,
mi dolor.
La cellisca me arremete,
me sorprende la ventisca,
el viento que me envite
me pilla en la colina.
No hay brisa de verano,
y el sol no me acaricia,
sus rayos me congelan
cuando siento que me miran.
¿No son ciegas las miradas?
¿No caminan y deambulan?
¿No se esconden de la gente
y se esconden de mi vida?
¿Qué ojos me persiguen?
¿Qué pupilas me suspiran?
Y entre la multitud descubro...
Que me miras.
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