Capítulo 7
Muy temprano en la mañana, cuando el reloj marcaba las seis treinta, Henry se ducho e iba de un lado a otro buscando qué ponerse, finalmente comprendió que no iba a buscar un empleo como ingeniero o algo así, por lo que sólo escogió pantalones de mezclilla entubados y con una sudadera vino fue más que suficiente, no tocó su cabello, pues su rizado era natural. Se miró en el espejo y sonrió porque iniciaría una nueva vida.
Al salir cerró su puerta y comenzó a andar, el sol ya comenzaba a salir. No tenía dirección alguna a dónde ir, pero no volvería hasta encontrar un trabajo. Puso si iPod en aleatorio y la primera canción en aparecer fue “Bazaar” de Kshmr.
Había cafeterías que solicitaban, pero Henry no era precisamente bueno para atender a clientes u llevar órdenes por los que descartó la idea. Calles más adelante se veían todo tipo de adornos, en los postes de luz colgaban fantasmas aterradores de tela rasgada negra.
–¿Henry?. –Dijo alguien a sus espaldas.
Henry bajó el volumen de su música y volteó para encontrarse con aquella persona que respondió la llamada de aquel día que todo cambió, la oficial Cox.
–¡Oficial! ¿Cómo ha estado?. –Henry retiró los audífonos de sus orejas.
–Bien… ¿Por qué volviste?. –Parecía sorprendida.
–Dijeron que sería buena idea volver y confrontar el pasado. Me siento mejor ahora–.
–…¿Has hablado con Jordan? –Articuló ella con una mirada extraña.
–Ayer cené con su familia.
–Oh… está bien. –Dijo sin expresión en su rostro.
–Bueno, me tengo que ir.
–S-sí, cuídate. –Dijo la oficial. Cox esperaba ver a Henry aquí como última opción después del infierno que él vivió, pensó que era muy valiente.
Tras horas de búsqueda por el pueblo, que en realidad no era muy grande, llegó a una zona dónde un cartel anunciaba que metros más adelante, por la carretera, casi a inicios del pueblo, había una gasolinera que solicitaba personal, “No importa que no tenga experiencia” anunciaba en letras amarillas abajo.
Henry caminó decidido a conseguir ese trabajo.
Llegando al lugar observó que sólo era una tienda gasolinera en medio de la nada, metafóricamente, pues no se veía mucho movimiento dentro de las instalaciones. Henry pasó de largo por dónde los coches se detienen a llenar sus tanques, había una mancha de gasolina en el concreto. La tienda era pequeña y decía “abierta las veinticuatro horas”. El baño se anunciaba detrás de la tienda por un callejón.
El lugar estaba cerca de la carretera con un mini estacionamiento para tres autos, el bosque quedaba detrás y enfrente dejando un camino hasta el otro lado. La campanita de la tienda sonó al pasar, la caja estaba a la izquierda. Había tres pasillos divididos por estantes pequeños llenos de comida y frituras, había congeladores al fondo y una puerta que daba atrás.
Una persona, -probablemente el dueño-, salió de un marco detrás de la caja. Era calvo y usaba el uniforme de color rojo y azul rey.
–¿En qué puedo ayudarte? –Dijo él seriamente.
–Vine por el empleo. –Henry contestó nervioso.
–¿Qué edad tienes?
–Dieciocho años.
–¿Eres responsable?
–Desde luego.
–¿Ganas de trabajar?
–Demasiadas.
–¿Cuándo podrías comenzar?
–Cuando usted me lo pida.
–Felicidades. –Dijo sarcástico–. Ya tienes el empleo. Te espero aquí, mañana, a las once de la mañana, es cuando termina mi turno. Estarás aquí hasta las ocho de la noche.
–Muchas gracias. –Henry sonrió.
–Pues ve a casa y prepárate. No harás mucho, no viene mucha gente aquí. El trabajo más fácil.
–¿Cuánto es lo paga?
–Veinte dólares la hora. –Henry no podía desear más, era suficiente para mantenerse.
–Muchas gracias. –Henry salió con una sonrisa en su rostro.
–Sí, cómo sea. –Contestó el hombre. Henry ya se había ido y no lo escuchó.
Al estar afuera, su mirada siguió el movimiento de las ramas de los árboles, no había nada. Comenzó a caminar en dirección a la veterinaria, estaba decidido, era un comienzo nuevo, quería tener un mascota, algo que jamás le dejaron tener sus padres.
Al andar varias calles adelante se encontró con la veterinaria. Henry había logrado ahorrar la cantidad mínima cantidad de quinientos dólares, una cantidad que sería toda una influencia a quien los encontrara dentro de su mochila debajo de las sábanas de su cama. Los trabajos de apalear nieve en Hillcrest Hells, pasear perros, y otras actividades pequeñas, habían marcado el bolsillo de Henry para bien. Había una señora en particular que quería a Henry en Hillcrest, su nombre era Kristen, según ella, comprendía lo que él sentía, a veces hablaban por horas en Kashmor, hasta que en primavera del año pasado ella escapó y Henry no la volvió a ver.
–Buenas tardes. –Dijo una chica que trabaja ahí. Henry sonrió, le pareció muy bonita.
–Hola, quiero adoptar un perrito. –Henry se acercó a los cachorros que estaban detrás de una puerta de vidrio, corriendo de un lado a otro con una pelota en el hocico.
–¿Tienes alguna idea de cómo sería tu cachorro perfecto?. –Dijo ella sonriéndole.
Henry sonrió tímido, un perro ladró provocando que él volteara. Era un maltés, negro, con un pelaje muy bonito cómo la noche, sus ojos eran muy tiernos. –Ese es muy lindo, y de un tamaño mediano.
Henry no quitaba la mirada de encima al pequeño peludo, y éste no dejaba de mover la cola y jadear con la lengua de fuera.
–Es muy hermosa.
–¿Es “ella”?. –Preguntó Henry.
–Sí, la rescatamos de la calle.
–La quiero adoptar. –Dijo Henry sin pensarlo dos veces.
–Desde luego. –La chica sorprendida por la decisión tan rápida. –Iré por los papeles.
Henry acarició a la perrita, y esta comenzó a lamer su mano y juguetear con ella. Dio un ladrido y comenzó a girar agitando la cola.
–Hoy vendrás conmigo a casa. Serás... “Maya”–. Henry volvió a acariciarla.
La chica salió detrás de una cortina colgante de madera color amarillo. –Muy bien… –Dejó los papeles sobre una mesa, tomó a la erradicación entre sus brazos y la bajó al piso. La pequeña comenzó de ir de un lado a otro.
–Necesito tu firma. –Dijo al chica–. Aquí nos gusta darle seguimiento a las cosas–. Dijo ella pasándole una pluma a Henry. –Cada cierto tiempo hacemos visitas para saber el estado del perro, y su salud.
Henry tuvo que leer y firmar mucho papeleo, también tuvo que pasar por un análisis, discreto por la mirada de la chica, para saber si se veía responsable o buena persona.
–¿La amarás? –Dijo la chica cargándo a la perrita en brazos y acariciando su cabeza.
–Claro que sí. –Henry dijo seguro de sí–. Realmente me hace falta una compañía en casa, alguien con quien pasar lindos momentos y darle mi cariño–
La chica sonrió complacida. –Eso es muy lindo. Pues aquí tienes a tu nueva inquilina, y tus papeles que acreditan de su seguridad bajo tu responsabilidad que has comprometido. –Henry tomó en brazos a su nueva compañera, quién ni dejaba de darle lengüetazos en su mejilla derecha. Había guardado los papeles en una mochila que llevaba consigo.
–Muchas gracias.
–Puedes llamar si surge algo, o si ella necesita atención médica.
Henry asintió, agradeció una vez más y salió del establecimiento.
–¡Está hermosa! –Dijo Jordan al verla, no dejaba de jugar con la perrita. Henry había ido a casa de los White y estaban en el patio trasero.
–Es muy juguetona. –Anna lanzó una pelota que había encontrado debajo del fregadero de la cocina.
–Necesitaba compañía. Es muy extraño estar solo. –Dijo Henry revisando los papeles de la adopción–. También conseguí trabajo.
–¿Enserio? ¿Dónde?. –Jordan se sentó a su lado.
–En la tierna gasolinera que está en el comienzo del pueblo.
–Ese lugar siempre está vacío. Te irá bien, será un trabajo fácil para ti.
–Eso digo el amigable señor. Creo que debo irme.
–Te acompaño a casa. –Jordan se levantó–. ¿Puedo?. –Dijo mirándo a sus padres.
–Claro, pero no tardes. –Contestó Nicholas.
Ambos salieron de la casa, Jordan cargaba a la perrita.
–Hace unas horas me encontré a la oficial Cox
–¿Qué te dijo?
–Qué si había hablado contigo. No sé porque lo dijo.
–Ni idea. Oye, ¿Cuándo haremos el ritual? –Jordan sonaba emocionada.
–Estamos a pocos días de Halloween, deberíamos comenzar mañana.
–Les pediré permiso a mis papás para quedar hasta tarde esta semana en tu casa.
–¿Crees que funcione? –Henry parecía escéptico.
–En caso de que no… pues al menos lo intentamos y pasaremos unas noches terroríficas.
–Nada como el sentimiento de estar en lo noche.
–Exacto. Eh visto pocas cosas acerca de ese ritual, sólo hay que intentar con los más famosos, ya sabes, Slenderman, Jeff The Killer, Laughin Jack, Eyeless Jack, etc…
–Será interesante. ¿Pero cómo funciona en sí todo el ritual? ¿Cómo se lleva a cabo los demás días?
–Es un ritual que libera a todos los demás, se supone que hay una especie de “itinerario”, por así decirlo; ya qué el ritual libera por algún órden a ciertos Creepypastas. Investigaré todo eso hoy y mañana lo haremos.
–Ok. Gracias por acompañarme. –El viento golpeaba las ramas de los árboles y hacia temblar a Jordan de frío.
–No hay de qué. Parece que lloverá. –Jordan miró el cielo.
–Sí, nada nuevo aquí. Apresúrate antes de que comience a llover.
–Te cuento mañana lo que encuentre, ¿De acuerdo?
–Sí.
Jordan desapareció de la vista de Henry al doblar en una calle. La perra, Maya, comenzó a ladrar en dirección al patio trasero.
–Tranquila, no hay nada ahí. –Henry trató de calmarla, la perrita gruñía sin dejar de mirar en esa dirección.
Las gotas comenzaron a caer sobre Henry, las nubes ya habían tapado lo poco que quedaba de sol en el cielo.
La oficial Cox miraba a Henry desde un punto en el que él no podía. Henry parecía una presa para Cox, casi como un tigre no pensaba quitarle la mirada de encima. Cuando Henry cerró la puerta de su casa, la oficial Cox sacó el celular de su bolsillo trasero, había un contacto en particular que había conseguido desde que vio a Henry, el contacto era el del orfanato Kashmor.
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