Capítulo 17

Jordan caminaba de un lado a otro con el corazón casi saliéndose de su pecho. Henry aguardaba en la sala mirando fijamente la puerta principal.

La perilla hizo un rechinido al girar. Maya comenzó a quejarse. Eran las siete de la tarde y Daruma finalmente había llegado.

-¿Estás listo?-. Jordan lanzó su mirada a Henry quién se levantaba del sofá asintiendo. Ambos se tomaron de la mano y miraron fijamente a Daruma que se acercaba.

Con un suspiro ambos se armaron de valor para lo que sea que pudiera pasar. -¡Kitta! Gritaron los dos cerrando los ojos con todas sus fuerzas; la palabra dicha la había investigado Jordan, era la libertad para ambos, al decirla rompían una conexión con Daruma, eso si funcionaba. Ambos abrieron los ojos; Daruma no estaba. El viento los golpeaba dentro de la casa con la puerta abierta, todo se sentía frío y extraño.

-Se fué...-. Jordan soltó la mano de Henry en señal de alivio. Henry abrió los ojos y logró respirar tranquilamente.

-¿Quién crees que sea ahora?-. Jordan miró a Henry con seriedad en su tono de voz.

-No sé -Continúo Henry-. Pero debemos estar preparados...

El celular de Jordan comenzó a sonar con su tono de un teléfono clásico, eran sus padres.

-¿Bueno?

-¿Dónde estás?-. Dijo su madre.

-Estoy en casa de Henry. Estábamos.... Despidiendo a un invitado que tuvo el día de hoy.

-Por favor, no llegues tarde, Jordan. El clima no es seguro y podrías resfriarte.

-No se preocupen, estaré ahí pronto.

-Esta bien-. Su madre dijo aliviada. -Salúdame a Henry.

-Sí-. Jordan colgó. -Te mandan saludos. Y, creo ya es hora de que me vaya.

-Voy a dejarte-. Henry tomó su chamarra que estaba sobre la mesita.

-No te preocupes, trataré de apresurarme e ir con cuidado. Está bien.

-¿Segura?

-Sí, no te preocupes-. Jordan sonrió. -Te aviso cuando llegue, ¿Sí?

-Ok. Cuídate-. Con un beso en la mejilla Jordan se fue caminando tranquilamente, Henry la acompañó hasta la acera.

Jordan caminó metros lejos de Henry hasta que sintió algo sobre ella, una sensación extraña que había sentido de pequeña, un mirada. Su vista se dirigió hasta la ventana de Henry, dónde le pareció ver a alguien detrás, entonces escuchó un golpeteo en la ventana. "El juego de la ventana" se susurró ella, sabía lo que pasaría esta noche, era un escalofrío y un grito dentro de ella que se lo advertía, y según había escuchado, ese juego no es para nada agradable.

Siguió su andar, miró a Henry por última vez hasta que dio la vuelta en la esquina. Las casas encendían sus decoraciones y en una de ellas, detrás de un árbo,l había un muñeco de tamaño real que parecía asomarse con una sonrisa macabra; entre más pasos que Jordan daba se percató de que ese "muñeco" de cara blanca con sonrisa maniática o era precisamente un adorno muy bien hecho ya que esa mirada burlona la seguía al caminar, Jordan sintió un golpe en el corazón al verlo salir detrás del árbol, era Jeff The Killer.

-Ve a dormir, Jordan-. Dijo mientras la sombra del árbol tapaba su cara. Soltó una carcajada burlona. Jordan corrió, no estaba dispuesta a mirar detrás de ella, no sería de esas que caen en dicha trampa. Vió casa tras casa al pasar corriendo, los postes de luz alumbraban la larga calle en la que había dado vuelta, era un camino de luz por postes, casi guiándote.

Jordan no podía escuchar, sus latidos y golpes contra la acera se lo impedían. Finalmente, lo hizo; mirar detrás, no había nadie.

Caminó segura, no sin voltearse cada cinco segundos, pero ahí estaba lo que necesitaba ver, su casa, tan calmante y adornada a su estilo y, desde luego, ese espantoso esqueleto.

Abrió la puerta de su casa con toda la seguridad.

-Ya llegué-. Dijo Jordan.

Su madre estaba en la cocina, la luz estaba encendida. -Estamos aquí, cariño-. Dijo ella.

Nicholas y Anna bebían café. Nicholas hacia papeleo de su trabajo.

-Qué bueno que has llegado -Se acercó a la cafetera-. ¿Quieres café? ¿Cómo está Henry?

-No, gracias. Está bien, por fortuna quién lo seguía no le hizo nada malo.

-Hoy te ví muy agitada, cariño -Su padre mojó su dedo índice con la lengua y pasó papel tras papel sin dejar de mirarlos a través de sus lentes-. ¿Estabas bien?

-Sí, tenía examén de Biología-. Una excusa rápido y creíble.

-Deberías de ir a dormir, seguramente fue un día difícil-. Su madre se acercó y frotó el antebrazo de Jordan con cariño.

"No tienen idea" susurró Jordan a sí misma. -Creo que es buena idea. Buenas noches.

-Igualmente, cielo-. Su padre seguía en su trabajo.

Jordan subió las escaleras directo a su cuarto. Abrió la puerta de su habitación cansada por un día tan indescriptible, eso inquietaba a Jordan, apenas era el principio, pero todo esto fue su idea, no podía arrepentirse, no ahora. El recuerdo fresco de ver a alguien en la ventana de Henry pasó por su memoria; sacó el celular de su bolsillo de sus jeans cafés y marcó a su contacto favorito.

-¿Ya llegaste?-. Dijo Henry al contestar.

-Sí, gracias por preguntar.

-No hay de qué.

-Necesito decirte algo, creo que sé qué pasará esta noche; además, ví a un problema en el futuro.

-¿De qué hablas? ¿A quién viste?.

-Cuando venía para acá ví a Jeff...

-¿Estás segura?.

-Completamente; por fortuna no se atrevió a tocarme o algo así. Pero lo importante es decirte que Creepypasta será el de esta noche. "El juego de la ventana"-. Dijo sin rodeos. Se quitó los botines negros que traía puestos. Preparó su pijama mientras hablaba.

-¿Segura que será ese?

-Completamente, solo no preguntes cómo lo sé... no es lindo, pero aún así hay que estar tranquilos, seguramente yo también.

-¿Qué debemos hacer?

-Lo que supe de ese juego es que durante la noche, cuando duermas, escucharás llamar a la ventana, pero no debes levantarte, abrir los ojos o moverte, entonces habrá comenzado.

-¿Y cómo se gana? ¿Qué se debe hacer?

-Prácticamente es aguantar dichos golpes hasta las seis de la mañana o algo así, no antes. Algunos dicen que golpeará cada vez más fuerte hasta el punto de creer que romperá la ventana, pero no es así, solamente lo escuchas tú. Es difícil según muchos. Nadie sabe quién toca.

Jordan miró su ventana tapada por aquellas cortinas blancas. Sus nervios no querían que la traicionaran. -Sólo no te muevas, abras los ojos, o trates de ir a ver a la ventana sino esa cosa gana. Henry...

-¿Sí?

-No creo poder hacer esto-. Jordan no podía dejar de sentí tengo.

-No, escúchame -Henry alzó la voz-. Estamos juntos, puedes hacerlo, no tengas miedo, esto lo enfrentaremos.

-Fui una completa estúpida al querer hacer esto.

-No, Jordan. Basta. Esto lo quisimos los dos, lo lograremos.

-De acuerdo...

-Trata de dormir un poco hasta que... bueno, ya sabes.

-Sí, suerte-.

-Suerte a ti también.

Henry colgó, él tenía posiblemente más miedo que Jordan, pero no dejaría verlo, debía ser fuerte. Su casa le jugaba bromas pesadas, sombras y sonidos de un lado a otro.


-Vamos, pequeña-. Dijo Henry a su perrita. La maltés subió los escalones con saltos graciosos mientras le rebotaban sus orejitas. Al entrar al cuarto cerró la puerta y corrió las persianas de la ventana, no se molestaría tan siquiera en mirar, eso esperaba él. Apagó la luz. Bajó su mano hasta dónde sintió a la perrita al lado de él yendo de un lado a otro chocando con sus pies. Caminó hasta la cama, y se acostó suavemente tapándose con las sábanas. La perrita giró un par de veces arriba de la cama y finalmente se acostó. Henry suspiró y cerró las ojos dispuesto a dormir al igual que Jordan en su casa.

Casi sin sentir un cambio en el tiempo, como una especia de broma pesada para un posible descanso, las tres de la mañana marcó el reloj en el piso de abajo cerca de la puerta principal.

¡Toc! ¡Toc!

Henry se removió un poco en su cama, el sonido le pareció un golpe lejano, tal vez era un sueño.

¡Toc! ¡Toc!

Jordan también estiró su pie izquierdo y levantó más la sábanas hacia ella. No sabía lo que estaba pasando ahora en su casa o en la de Henry.

¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

Jordan lo volvió a escuchar, despertó finalmente de golpe al recordando lo que comenzaría esta noche; sin embargo, no se levantó y se quedó inmóvil con su corazón latiéndole como loco.

Henry estaba boca abajo en su cama con la cabeza hacia un lado, estaba despierto y sin ganas de moverse. Tres golpes más dieron lugar en la ventana, Henry quería levantarse sólo un poco, pero eso era casi un suicidio.

Jordan también escuchaba los golpes en la ventana frente a su cama, veía una sombra tapando la luz que provenía de los postes de la calle.

Henry, en cambio, trataba de respirar tranquilamente y sin alteraciones, los golpes cada vez eran más persistentes, como si estuvieran dentro de su cabeza. Tal vez lo sentía así, ya que la ventana estaba justo arriba de su cabeza.

La maltés parecía estar tranquila, no lo escuchaba, Jordan tenía razón: solamente lo escucharán ellos dos.

Jordan movió su brazo debajo de la sábana lentamente, el dedo índice y pulgar presionaron la mitad del collar de corazón.

Henry sintió algo dentro de él, moviendo su mano hasta la altura de su cuello, presionado por su cuerpo y el colchón, tomó su parte del dije.

Los golpes tenían largos periodos de tipo entre ellos, pero todo era peor ya que lo que era diferente fue la intensidad del golpe. Jordan trataba de disimular estar dormida, pero su miedo le pedía a gritos que saliera corriendo de ahí, esa no era una opción, no ahora.

Henry tenía un ojo abierto y otro cerrado para disimular. El golpe parecía romper el vidrio. El terror le invadía de pies a cabeza. Veía una sombra arriba de él de un lado a otro. La perilla de su cuarto comenzó a resonar, alguien o algo, trataba de entrar. En ese momento Henry, con un movimiento disimulado, se cubrió hasta la cabeza con la colcha. La ventana era agitada y golpeada con mucha fuerza, y la perilla de la puerta era tomada con frenesí por algo.

Jordan comenzó a sollozar, de la nada, cómo un truco de magia, su cama estaba cubierta por tul y parecía que estaba colgando de un punto en el techo. Su puerta no estaba siendo forzada, algo ya estaba adentro, o más bien, cosas ya estaban con ella. La escena que miraban sus ojos disimuladamente entreabiertos parecía salida de una película de terror, sombras de manos tocaban el tu, eran demasiadas. La ventana seguía siendo golpeada con tanta fuerza que creía que iba a romperla en un gran estruendo. Jordan se dio cuenta de que estaba rodeada. Escuchó golpes bajo su cama, y susurraban a sus lados. El tul, era su salvación de ese martirio, un división entre esas cosas, y ella.

Henry escuchó llamar a su puerta con golpes tales como los de la ventana, fuertes, insistentes y salvajes. La perrita maltés comenzó a ladrar desenfrenada.

"Puedes hacerlo", se dijo Jordan en su cabeza. "Llegarás al final", se dijo Henry.

Los golpes se detuvieron en ambas casas. Las manos en la tela de Jordan iban desaparecieron al igual que los susurros. Henry ya no escuchó la desesperación de esa cosa por abrir su puerta, no se escuchaba nada.

Antes de que algunos de los dos pudiera levantarse o abrir los ojos completamente escucharon gritos. Jordan vió que las manos trataban de entrará más y más a su cama, ahora se comenzaba a visualizar cuerpos enteros. Los golpes a la ventana de su cuarto ahogaban los gritos. Henry escuchó una voz rechinar a gritos fuera de la ventana mientras golpeaba sin parar con mucha fuerza. Su puerta había sido abierta.

Entonces, cuando creían que nada podía ser peor, la luz del sol entraba tranquilamente por la ventana.

Todo se calmó a su alrededor, las manos desaparecieron lentamente, y los susurros se volvieron ruidos lejanos, como una motocicleta que se va.

Henry veía a la sombra irse y los golpes junto con ella, la puerta de su cuarto estaba cerrada.

Ambos lo habían logrado, ambos sobrevivieron, exacto, a la primera noche.

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