Capítulo 16


Las cinco cuarenta de la tarde. La calle se mostraba alegre con padres e hijos yendo de un lado a otro disfrazados alistándose para seguir toda la noche. La noche comenzaba a caer, y las Jack-o-lanterns se mostraban sonrientes y felices con una vela dentro, todos los adornos estaba encendidos y dándole vida a la calle con hermosos adornos y temática oscura típica de Halloween. Mi familia y mi amiga Jordan estaban sentados conmigo mientras veíamos sentado en el  sofá “The nightmare before christmas” de Tim Burton.

El timbre sonó como una bestia cada cinco minutos, eran algunos niños que empezaban desde temprano para llenar sus pequeñas bolsas de caramelos hasta el tope. Henry se levantó junto con Jordan para abrir la puerta.

–¡Dulce o Truco!–. Dijeron tres niños. Uno disfrazado de Jason, otro de Jack Skellington y la niña estaba vestida de princesa.
Henry sonrió y tomó una puñado razonable de la bolsa de caramelos que cargaba Jordan.
–Aquí tienen–. Dijo Henry dándoles los caramelos.
–Gracias–. Los niños regresaron corriendo felices con sus padres al inicio de la calle. Henry, a pocos segundos de haber cerrado la puerta, escuchó el llamado a ésta. El oficial Klounis era quien tocaba.

–¿Están tus padres?–.  Klounis inclinó la cabeza adelante y miró dentro disimuladamente.
–Sí, les hablaré.
Henry caminó hasta ellos y les dio la noticia de la visita.
–Oficial Klounis, qué gusto verlo por aquí–. Dijo la madre de Henry.
–Muchas gracias –Dijo sonriendo–. Quería hablarles del asunto de ayer, lo del tipo que se acercó a los niños.
–Claro, adelante–. El padre de Henry se hizo a un costado para dejar pasara del oficial.
–¿Creen que podamos hablar en privado?–. Lanzó una mirada rápido hacia nosotros.
–Cariño–. Dijo mi madre –¿Por qué no vas a seguir viendo la película mientras nosotros hablamos con el oficial Klounis. Lleva a tu hermanito.

Asentí y cargué al pequeño Cole en mis brazos, Jordan fue detrás de mí a sentarnos en la sala.

–El problema es bastante serio –Dijo el oficial Klounis–. El tipo que trató de llevarse a los niños… se cree qué… es un asesino en serie.
–¿¡Qué!?
–Se ha buscado al tipo por al menos unos diez años–. Klounis hizo una mueca. –Le decimos el asesino de Halloween, ya que siempre se lleva a niños pequeños para posteriormente abusar de ellos y asesinarlos por esta fecha.

–No puede ser.
–Estaremos vigilando la calle cada media hora en caso de algo inusual–. Klounis miró la sala dónde Henry y Jordan hablaban. –Les pido extremo cuidado y vigilancia a los niños.
–Por supuesto. ¿Cree que esa persona trate de hacernos algo?
–Realmente espero que no, pero si ve a alguien merodeando que le parezca extraño, no dude en llamarme.

Los señores Harris agradecieron ese gesto de aviso, despidieron a Klounis y le indicaron la salida amablemente, ambos, después de eso, estaba nerviosos por estar posiblemente en la mira de un asesino serial. ¿Podría ocurrir algo esta noche?

La señora Harris miró la calle llena de niños disfrazados corriendo de un lado a otro hasta que no lo soportó más. –Vamos, niños–. Dijo.
Me levanté del sillón junto con Jordan.
–Es hora de ir a pedir caramelos–. Dijo mi madre.
Jordan y yo comenzamos a saltar de alegría por lo que dijo. Mi padre sonrió.
–Iré por los abrigos en caso de que haga frío, y prepararé al pequeño Cole con un suéter.
–¿Crees que les hayan dicho algo malo?– Me dijo Jordan en voz baja. Miré a mi madre con una expresión rara en su cara, tal vez preocupada. No sabía que le había dicho el oficial a mis padres pero ambos tenían el rostro con preocupación.
–¡Podríamos hacerlos sonreír con una broma! –Jordan sonrió de oreja a oreja.
–Excelente idea–. Dije feliz por el comentario.
–Ya sé qué hacer. ¿Podemos ir nosotros por Cole?
Mi madre me miró y después asintió. –En lo que ustedes van por el pequeño, yo iré con su padre a ordenar la sala y levantar todo antes de salir. Cariño encárgate de cerrar el garaje. –Le dijo a mi padre y después nos dirigió una mirada.
Jordan y yo corrimos arriba. –Muy bien, haremos esto. Oh Dios Mío… ¡FUEGO!–. Dijo al entrar a la habitación que se estaba convirtiendo en un espectáculo de colores rojizos.

Miré a la cuna de Cole que ardía en llamas, el fuego se estaba propagando por la alfombra de peluche blanco, alcanzó la cortina de seda. –¡MAMÁ, PAPÁ!–. Grité. Jordan corrió y trató de ver dentro de la cuna. –¡Cole no está aquí!–.
Parecía que el infierno se abría ante nosotros, el fuego estaba comiendo todo a su paso, los peluches y el oso gigante en el suelo y el ropero pequeño de madera.

Mi padre corrió y detrás de él venía mi madre. La garganta comenzaba a picarme, el humo nos envolvió de pronto. Mi madre gritaba desesperada el nombre de Cole.

–¿¡Qué sucedió aquí, Henry!?–. Mi madre me tomó de los brazos y me agitó violentamente con lágrimas en los ojos.
–Cuando llegamos Jordan y yo el fuego ya estaba–. Mi madre en ése momento me dio una cachetada.
–¿DÓNDE ESTÁ COLE?
–No sé –Dije llorando, en realidad no lo sabía.
–¡Déjalo en paz! –Mi padre la alejó de mí–. Salgan de la casa y yo me quedaré a buscar a Cole. Entonces, en ese preciso momento, lo escuchamos en la habitación del frente.
–¡COLE!
Mi madre se detuvo en seco cuando vió a Cole en brazos de aquél hombre con máscara, el mismo tipo que se nos acercó ayer.
–¿Quién rayos eres?–. Mi padre se acercó lentamente haciéndonos a un lado. –Dame a mi hijo… Cuando el sujeto se percató de que mi padre estaba demasiado cerca sacó un arma y le disparó en el pecho. Mi madre asustada y llorando vió cómo mi padre cerraba los ojos tirado en un charco de sangre. Cole lloraba y mi madre, con las manos empapadas del color carmesí, las mostró en palma abierta. –Por favor… entrégame a Cole.
Yo lloraba y Jordan igual, mi padre estaba en el piso, inmóvil, sin vida. El fuego tocó la puerta de la habitación, la última oportunidad de escapar se había ido.
El tipo se nos acercó, extendió a Cole hasta mi madre para que  ésta lo tomara. Pero el hombre tenía otros planes, golpeó tan fuerte a mi madre, con el mango del arma que está tambaleó y cayó por el barandal hasta golpearse con el mármol de las escaleras. El asesino de Halloween nos miró, llevó su dedo índice a su boca “Shhh”, nos dijo, entonces comenzó a reír frenético y no encerró en la habitación frente a la que se quemaba. El humo nos dejó ciegos a Jordan y a mí, no podía respirar, mi garganta picaba; entonces, sólo escuché un grito de ayuda, un disparo, el llanto de Cole, y luego, como era de esperarse, oscuridad completa.

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