𝟏𝟐.
𝙀𝙇 𝘽𝙊𝙎𝙌𝙐𝙀 𝘿𝙀 𝙇𝘼 𝙈𝙐𝙀𝙍𝙏𝙀
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—Wow, ¡Qué bonito lugar! —exclamó Naruto asombrado—. ¿Dónde estamos?
—Área restringida —leyó Shiro.
El momento de la segunda etapa de los exámenes chunin ya había llegado, la cantidad de participantes sí disminuyó luego del examen escrito del día anterior, pero no tanto como la censora se imaginaba.
—Esta es la locación de la segunda etapa del examen —habló la mujer, Anko Mitarashi—. Es la zona 44 de entrenamiento de batalla, pero la llamamos... el bosque de la muerte.
—¿El bosque de la... muerte? —repitió Kenji.
De repente una cosa se acercó a Naruto por la espalda y todos se le quedaron mirando, se supone que era una roca pero vamos, ni siquiera estaba bien puesta y además, ¿Desde cuándo existen las rocas cuadradas?
"¿Una roca falsa...?"
El ninja rubio caminó y la 'roca' lo siguió, caminó hacia otro lado pero igualmente lo acechó, corrió pero aun así lo persistió. Ya irritado se detuvo de golpe y la apuntó.
—¡Ese es el peor disfraz de la historia! —gritó—. ¡Nunca se ha visto una roca cuadrada! ¡Es más que obvio!
—Viste a través de mi camuflaje de nuevo, eres muy astuto jefe, ¡Tal como se espera de un gran rival! —respondió alguien dentro de la roca.
En eso una luz se originó de esta, se escucharon tres explosiones, y aparecieron dos niños y una niña de rodillas tosiendo.
—Creo que usamos mucha pólvora muchachos —se quejó Konohamaru a Moegi y Udon que seguían carraspeando.
—¡Soy Moegi, la atrevida kunoichi preescolar! ¡Conóceme! —se presentó la niña al recuperarse.
—¡Me encanta el álgebra! ¡Conóceme como Udon! —continuó uno de los niños.
—¡Y yo soy el ninja número uno de la aldea! ¡Konohamaru! —finalizó el otro—. ¡Y juntos somos...!
—¡El equipo ninja Konohamaru! —hicieron una pose.
—¿Qué...? —murmuró Shiro con una gota en la sien.
—Puntos por esfuerzo —dijo Kai, agitando la mano frente a su cara para dispersar el humo.
—Sí, supe que eran ustedes desde el principio, ¿Qué quieren? —les respondió Naruto—. ¿No ven que estoy por entrar a la segunda etapa del examen chunin? No tengo tiempo para jugar con ustedes niños.
—No venimos a jugar jefe, ¡Venimos por un trabajo oficial! —informó Konohamaru emocionado.
—¡Así es! Venimos para una entrevista exclusiva —dijo ahora Moegi.
—Aja ajá —afirmó Udon.
—¿Una entrevista? —preguntó Naruto un tanto interesado.
—¿A él? —cuestionó Kenji incrédulo a lo que el rubio le miró ofendido.
Luego de que el honorable nieto le explicara a Naruto de qué trataba todo, Anko llegó interrumpiendo la conversación, sin embargo al ser informada de la situación cambió de parecer y dio diez minutos de descanso para aquellos que tuvieran programada una entrevista.
—Que fastidio... —susurró Kai para después alejarse e ir bajo un árbol a la sombra a leer.
—No seas aburrida —le reclamó Shiro pero la Uchiha ni se inmutó.
—Sabes que no te hará caso —comentó Kenji desinteresado.
—¡Pero miren! ¡Si es la huérfana! —gritó alguien sin aviso, llamando la atención del trío.
—¿Qué...? —murmuró Shiro confundida.
Una chica de cabello azul con la banda de la aldea del sonido se acercó al equipo nueve, su vista se encontraba fija en Kai con una sonrisa pedante.
—T-Tú... —susurró la azabache desconcertada—. ¿Qué demonios?
Se aproximó lentamente con la cabeza dando vueltas, ¿Cómo es que estaba ahí? Su sorpresa fue grande, más no tardó mucho en ponerse seria y observar a la recién llegada con frialdad.
—Así que me recuerdas —sonrió.
—Mitsuki.
—Kai, ¿Quién es ella? —le preguntó Shiro con algo de preocupación.
—Es... Mitsuki Nakamura —respondió fría, con un odio perfectamente evidente.
Inconscientemente se acarició la muñeca, la que tenía aquella marca tan desagradable.
—Así es, ¿Y? ¿Cómo te ha ido, mejor amiga? —preguntó burlona, logrando que la contraria soltara un gruñido.
—Cierra la boca.
—Oh vamos, ¿Te pondrás a llorar? —rió la de cabello azul.
Antes de que Mitsuki diera un paso más hacia Kai, Kenji apareció a un lado de esta, apoyando un brazo en su hombro y con una sonrisa despreocupada.
—Joder pero si es la neurótica —dijo divertido.
Kai emitió una casi inaudible risa por el hecho de que su mellizo se pusiera a sonreír amigable cuando el tono de su voz y su aura eran totalmente amenazantes y venenosas. En lo que veía como su antigua amiga arrugaba el entrecejo se preguntó si él estaría ahí también. Eso podría traer problemas, muchos problemas.
—Kenji —masculló la del sonido con desagrado y volvió su mirada a la Uchiha—. Debo admitir que me sorprende que hayas sobrevivido a aquel día —volvió a su expresión arrogante—. Aunque me hubiera gustado que no fuera así.
Tanto Kenji y Shiro dieron un paso adelante como reflejo al notar que Mitsuki se acercó peligrosamente a su compañera, sin embargo la misma les hizo una seña de que no intervinieran, aceptando quedar cara a cara con la fémina extranjera.
—Dime Kai-chan —le sonrió de una manera desquiciada—. ¿Estás preparada para morir?
¿Morir? Todos mueren algún día pero, ¿Morir a manos de ella? Pff... nunca le habían contado un chiste tan bueno.
—Que graciosa eres —suspiró luego de reír, mofándose del rostro desconcertado de Mitsuki, aun así retomó su expresión dura al segundo—. No sé qué planes tenga ese idiota conmigo —murmuró con tranquilidad—. Pero te aseguro que le sirvo más viva, si no fuera así él mismo me habría asesinado ese día, ¿No?
Lentamente Kai se acercó al oído de la contraria, poniendo a esta tensa.
—¿Serías capaz de traicionar a tu amado lord, Mitsuki-chan?
El rostro impresionado de la peliazul se tornó inmediatamente en uno furioso, alejando a la otra de sí misma de un empujón. Ante la sonrisa de autosuficiencia que le brindaban los autodenominados mellizos gruñó verdaderamente colérica, extrayendo rápidamente un kunai con determinación, dispuesta a acabar con aquella molestia existencia cabello azabache.
Grande fue su sorpresa cuando vio que su objetivo cayó de rodillas al césped con una mueca de dolor, pero advirtió la oportunidad perfecta para su plan. Mas no contó con que Kenji estuviera atento a sus movimientos.
—Me parece que esa fue una mala idea —comentó el peliverde que tomaba su muñeca, haciéndola soltar aquel arma con facilidad.
Sin quitar sus orbes ámbar de Mitsuki, Kenji se dirigió a sus compañeras.
—Shiro —habló, recibiendo la seria atención de la nombrada en lo que intentaba calmar a Kai—. En su bolsa hay un frasco con pastillas, dale una por favor.
Velozmente acató el pedido, tranquilizándose al notar como la pelinegra volvía a respirar normalmente y relajaba su expresión. Kenji soltó bruscamente a la chica, la cual seguía con el semblante molesto, y se aproximó a su equipo, no obstante se vio sorprendido por un inminente ataque de shuriken. Siendo tarde para esquivarlas se limitó a levantar los brazos, pero las armas no llegaron. Aquella amenaza había sido neutralizada por senbon enviados por Shiro, causando que las shuriken se desvíen y terminaran clavadas en un árbol cercano.
—¿Quiénes se creen para tratar así a Mitsu-chan? —cuestionó una nueva voz, una chica de cabello castaño había aparecido a un lado de la nombrada, aparentemente siendo quien embistió con las armas.
—Será mejor que se vayan —habló Shiro con el ceño fruncido.
—Tsk —bufó Mitsuki—. ¿Y tú quién demonios eres?
—Una nueva enemiga por lo que veo —respondió la de cabello celeste, con el mentón en alto.
Shiro estaba dispuesta a dar pelea si era necesario, no estaba en su mejor condición y era consciente de ello a pesar de que le frustrara, pero eso no era impedimento para dar la cara y proteger a sus amigos, a ellos nadie los tocaba, no es su presencia.
La castaña del sonido sonrió.
La cabeza de Kai daba vueltas cuando se levantó, el dolor en su muñeca había disminuido considerablemente pero aún se sentía algo mareada. Aquel sufrimiento le había hecho confirmar sus sospechas, Orochimaru se encontraba ahí, acechando desde la lejanía.
—Has cavado tu propia tumba, Nakamura —siseó la azabache cuando se recuperó—. Nos acaban de declarar la guerra, desde este punto deberás cuidar de tu espalda —sonrió con sorna.
El ambiente se tornó tenso, Mitsuki y Kai se miraban con odio, su compañera turnaba la mirada entre las dos y Shiro y Kenji agudizaron sus sentidos atentos a cualquier movimiento.
—Wow, ¿Qué pasa aquí?
Contrario a todo pronóstico un chico de pelo rosado intervino al poner un pie en el área, este se puso entre ambos bandos y sonrió con la mano en la nuca.
—Vamos a calmarnos, ¿Sí? —sonrió amistoso hacia los de Konoha, luego caminó hacia el otro par de chicas y las abrazó por los hombros—. Me disculpo por los problemas, soy Katsuro Koizumi un gusto —volvió a sonreír, esta vez cerrando los ojos y avergonzando a Shiro, ciertamente el chico era lindo—. Deberíamos irnos, ¿No creen? El examen está por comenzar.
—Sí, tienes razón —concordó Kenji de forma seria.
—Muy bien, ¡Nos vemos!
Sin quitar su sonrisa arrastró a las féminas con él lejos de allí, rompiendo el ambiente y devolviéndolos a la realidad. Kenji se volteó hacia su equipo, procurando que ninguna esté herida.
—¿Se encuentran bien?
—Sí —respondió Shiro con una ligera sonrisa—. ¿Tú?
—Sí, sí.
Ambos miraron a la restante, quien miraba por donde se había ido el trío del sonido.
—¿Sucede algo? —preguntó la Yamazaki.
—Debemos tener cuidado —masculló Kai—. Se pondrá peligroso.
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—Todo este lugar me pone muy nerviosa.
Luego de que todo el mundo se reuniera nuevamente al finalizar el tiempo de entrevistas Anko se puso al frente, diciendo que pronto averiguarían el porqué del nombre del lugar ante el comentario atemorizado de Sakura. Ante esto Naruto no dudó en imitarla en tono burlón ganándose un kunai de la censora. Uno de los participantes de la hierba tomó dicha arma del suelo para devolverla a su dueña, originando muecas en algunas personas por hacerlo con la lengua, extraño.
—Ahora —alzó la voz Anko—. Antes de comenzar debo darles algo a todos —mostró unos papeles—. Es una carta de consentimiento, van a tener que leer esta forma y después firmarla.
—¿Y para qué? —preguntó Naruto confuso.
—Puede que alguno de ustedes no regrese de este examen y yo debo tener su consentimiento por este riesgo —respondió la mujer y rió—. ¡De otra manera sería mi responsabilidad!
—Woa... suena peligroso —susurró Kenji—. Me gusta.
Anko procedió a cederle dichos consentimientos a Naruto para que los pasara hacia atrás, luego inició la explicación del examen.
De los 26 equipos la mitad llevaría un pergamino del cielo y la otra mitad un pergamino de la tierra. En un terreno circular boscoso y con ríos, su objetivo sería llevar ambos pergaminos a la torre que se encuentra en el centro a 10 kilómetros de cada una de las 44 puertas de ingreso, el equipo completo y en máximo cinco días.
—Oiga —Shikamaru levantó la mano—. A la mitad nos podemos... ¿Salir de esto?
La carcajada de Shiro llamó la atención de algunas personas por lo que intentó hacerlo pasar por tos, aun así se llevó la mala mirada del Nara.
—Claro que no —bufó Anko—. A media batalla no pueden decir: "Perdón, perdón, ¿Nos podemos salir?" —representó con ironía—. Bueno si podrían, pero sería lo último que dirían en sus vidas.
—Estupendo, esto va a ser aburrido —se quejó Shikamaru cruzado de brazos.
—Hay otras maneras de ser descalificados —abordó la mujer—. La primera es simple, que no lleguen todos los miembros a la torre con los dos pergaminos después de cinco días. Número dos, si un equipo pierde un integrante o si un integrante queda incapacitado y no puede continuar —enumeró—. Pero lo más importante, nadie de ustedes, ¡Absolutamente nadie de ustedes! Puede ver el contenido de los pergaminos hasta que lleguen a la torre.
Naruto preguntó qué pasaba si se abrían accidentalmente recibiendo una amenaza de Anko, posteriormente la misma argumentó que esto era para probar su integridad. Con una advertencia de que no se mueran de parte de la censora todos se dispersaran para firmar las cartas de consentimiento.
—¡Bien! ¡A firmar! —sonrió Kenji, mas su emoción de vino abajo al notar las expresiones de sus compañeras—. ¿Sucede algo?
Kai tenía semblante serio, con sus ojos fijos en Shiro la cual le devolvía la mirada con el ceño fruncido.
—Estaré bien —aseguró la peliceleste, turnando la vista entre sus dos amigos—. Puedo hacerlo.
—Claro que sí —afirmó el único, abrazándola por los hombros con una sonrisa.
Ahora ambos observaban a Kai, quien mantenía el rostro serio.
—Si te sientes mal nos avisas —dijo la chica, más como una orden—. No importa que sea un simple mareo.
—Lo prometo —Shiro se puso una mano en el pecho, causando una sonrisa en la contraria—. ¡Firmemos!
Con los papeles ya entregados y el pergamino azul entre sus manos se dirigieron a una de las 44 puertas del lugar, esperando la orden de Anko para entrar. Un "De veras" se escuchó a unos metros, no hizo falta ver para saber quién era, solo rieron y fue cuando los ninja frente a su puerta abrieron el candado, era hora.
—¡Muy bien! ¿¡Listos gusanos!? ¡La segunda parte del examen ha comenzado!
Con agilidad y sin mirar atrás el equipo nueve se desplazó entre los árboles de aquel frondoso bosque, no tardaron mucho en abandonar su carrera en tierra para ponerse a saltar por las ramas de lo alto, justo al momento que un fuerte grito retumbó a lo lejos. El pergamino de la tierra que les habían asignado se revolcaba en la bolsa de herramientas de Kenji, quien iba al lado izquierdo de la formación, con Shiro en medio un poco detrás y Kai al costado derecho a su misma altura.
Luego de correr unos cinco minutos y cerciorarse de que nadie merodeaba cerca se detuvieron y formaron un círculo.
—¿Estás bien? —preguntó Kenji a Shiro, quien solo asintió.
—Bien, a decidir —habló Kai—. ¿Qué les gustaría? ¿Atacar directamente? ¿Emboscada? ¿O ponemos alguna trampa?
—Yo diría que emboscada —dijo Shiro, levantando la voz de imprevisto.
—Ya veo —comentó el peliverde, captando el mensaje—. Hagámoslo, esos idiotas caerán fácilmente.
—Comencemos —finalizó la Uchiha.
En el momento tres personas los rodearon con kunai en mano, cada uno bloqueándole el paso a uno de ellos.
—Tienes razón —dijo uno—. Los idiotas caen fácilmente.
—Pues sí —respondió Shiro, tranquila—. Muy fácil.
La peliceleste movió los dedos, provocando que un leve pero potente tintineo llegue a los oídos de sus atacantes. En lo alto del árbol unos cascabeles colgando de senbon clavados se balanceaban con parsimonia, confundiendo los sentidos del equipo contrario y entorpeciendo sus movimientos.
—Ojalá no vomiten —comentó Kenji con una mueca luego de descubrirse los oídos.
A los pocos segundos vieron como uno de ellos se esfumó entre humo dando a entender que era un clon y seguido se sorprendieron cuando un látigo rodeó el tobillo de Kai y la arrastró al suelo de improvisto. Queriendo ayudar Shiro y Kenji se lanzaron pero al tocar el suelo se vieron forzados a esquivar trampas, siendo luego interceptados por los dos miembros restantes ya recuperados.
—Mueran —pronunció uno.
—Sueña —rió Kenji.
Aquel chico de ojos amarillos embistió al Fukui con un kunai en cada mano, quien de igual forma sacó uno y le dio pelea, las armas chocaban e intentaban darle al otro. Kenji fue obligado a agacharse y aprovechó para derribar sus piernas haciéndolo caer, sin embargo su contrincante rápidamente se acuclilló e hizo un jutsu. Un misil de agua arremetió contra Kenji pero este ágilmente lo contrarrestó con una técnica de tierra.
A unos cuantos metros Shiro lanzaba senbon a puntos estratégicos del cuerpo de su oponente, no obstante este era precavido debido a saber qué buscaba la chica puesto que ya le había dado y ahora tenía un brazo inutilizable, sin movilidad ni sensibilidad. Se aproximó velozmente a la de orbes morados esquivando su taijutsu y logrando mandarla al suelo, dispuesto a noquearla pero la sonrisa burlona de su rostro lo descolocó.
—¿Qué demonios?
Sin previo aviso el chico no pudo ni siquiera dar un paso, su cuerpo se tensó y cayó de rodillas, al segundo se dio lleno con la tierra con la única posibilidad de mover los ojos. Shiro se puso de pie con una sonrisa ladina, rodeándolo.
—Tranquilo, no morirás —informó la chica con diversión—. Pero no podrás moverte durante unas horas, espero hayas ido al baño.
Sin más la Yamazaki se volteó a ayudar a su compañero pero su camino se vio cortado por una persona.
—¡Hey! —exclamó Kai—. ¡Qué bueno que estés bien!
—¡Kai! —gritó la peliceleste—. ¿Estás bien?
—¡Sí, no te preocupes! —respondió sonriendo—. ¿Tienes el pergamino?
—¿Pergamino? —se confundió Shiro, sentía que algo andaba mal—. Lo tiene Kenji, ¿Recuerdas?
—¡Cierto! —se rascó la nuca—. Creí que te lo había entregado, por seguridad.
—Vamos a ayudarlo —sugirió Shiro, recibiendo su aceptación y yendo detrás de ella.
La Yamazaki extrajo un kunai con veneno paralizante rápidamente, intentó darle en la espalda pero la otra fue más veloz y la detuvo con el tantō.
—¿Por qué me atacas? —preguntó—. ¡Soy K-!
—Es obvio que no eres Kai —interrumpieron.
Kenji había aparecido a su espalda tomándola de la muñeca izquierda con destreza, velozmente Shiro le quitó el tantō y le puso el kunai en el cuello. El peliverde procedió a quitarle las vendas de la muñeca, dejando a la vista su piel lisa, sin marcas.
—Si no lo ves no lo puedes copiar —pronunció Kenji con simpleza, viendo como de entre los arbustos salía alguien.
—Maldito bastardo —siseó ese alguien—. Momento de pagar.
La recién aparecida Kai se puso delante en lo que se deshacía el jutsu de transformación, conectó sus negros ojos con los azules del contrario, tardando nada en activar su técnica ocular y meterlo en un genjutsu.
—Tardaste —se burló Kenji.
—Cállate.
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País de la cascada, bosque, hace tres años.
Kai se encontraba practicando su puntería con los kunai, tenía varias dianas pegadas a los árboles y algunas colgando. Exhaló con tranquilidad y corrió por entre el bosque lanzando las armas con velocidad sin detenerse, ya al final de su recorrido saltó sobre una roca con el fin de dar una vuelta en el aire y darle a una diana detrás de la gran piedra. Ya pisando el suelo nuevamente analizó sus tiros sonriendo al ver que le había acertado a la mayoría, sin embargo hizo una mueca al ver que no le había dado a la última.
—Maldición —hizo un puchero.
Luego de un suspiro se dirigió a recoger las armas pero un ruido entre los arbustos la hizo detener. Levantó un kunai como defensa y observó como las hojas se movían.
—¿Quién anda ahí?
Tan solo le quedaban unos pasos para llegar al arbusto, mas lo que sea que se encontraba ahí dio un salto por fin mostrándose.
—¡Perdón no quería asustarte!
Era una niña como de su edad, tenía el cabello azul con ojos grisáceos. La miraba con una sonrisa avergonzada mientras se rascaba la nuca.
—¿Quién eres?
—¡Soy Mitsuki! —sonrió alegre—. ¡Eso que hiciste fue genial! —dio un brinquito—. ¿Cuál es tu nombre?
La peli negra la veía con extrañeza.
—Kai... Soy Kai.
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