𝟎𝟓.

𝙈𝙄𝙎𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎

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—Oi Kenji, apresúrate.

—Que ya voy —se quejó.

Eran las 8:37 am. Y ambos jóvenes se encontraban dando vueltas por la casa recién levantados, con medio cerebro aún sin reaccionar el chico se había quedado pegado observando su reflejo en el espejo por casi diez minutos, razón por la cual Kai tuvo que ir a buscarlo.

—¿No que no había que desayunar? —le preguntó Kenji a su compañera al ver como esta comía sin preocupaciones.

Al instante Kai detuvo sus movimientos como si le hubieran puesto pausa, observó a Kenji con la taza de té en la mano a medio camino hacia su boca y alzó una ceja.

—Eso lo dijo Kakashi —respondió aún con postura rígida—. Supongo que habrá sido para su equipo, ¿No?

Ambos se miraron con algo de duda, sin embargo no necesitaron más para sentarse y desayunar como si nada. Pasando veinte minutos entre diálogos sin sentido, insultos y risas estúpidas del chico que de vez en cuando la contraria correspondía. Kenji estaba conforme, para su fortuna pudo lograr que la chica no cambiara su trato hacia él.

En tanto el peliverde divagaba en sus pensamientos Kai pasó su vista por el reloj de la pared.

—Joder que son las nueve.

Los dos se pusieron de pie de un salto corriendo a preparar sus herramientas, topándose de nuevo en la puerta para salir corriendo hacia el campo de entrenamiento con velocidad. Grande fue su sorpresa al llegar cuando notaron que en sentido contrario venía Shiro en las mismas condiciones que ellos, con la respiración agitada por el cansancio de su maratón. Ya allí, su sensei los esperaba de brazos cruzados con una expresión de inconformidad.

—Bueno —suspiró rendido—. Mejor tarde que nunca.

Frente a él, estaba el trío recuperando el ritmo cardíaco.

—Bueno comencemos —comunicó Kento mientras ponía un reloj sobre un tronco—. ¿Ven estos cascabeles? —mostró dos, colgando de hilos rojos sujetos por sus dedos—. Su misión es sencilla, me los tienen que quitar, de eso se trata todo.

—Pero solo hay dos —dijo Shiro con confusión, logrando que el mayor sonría complacido.

—De esa manera al menos uno de ustedes terminará descalificado por fallar al completar la misión —respondió—. Ese uno volverá a la academia —agregó, riendo por la cara de desconcierto de sus alumnos—. ¡Pero claro! Cualquiera de ustedes puede resultar suspendido. Pueden usar cualquier arma incluyendo las shuriken. Si no están preparados para matarme no serán capaces de quitarme los cascabeles.

—¡Bien! ¡Comencemos! —exclamó Kenji con entusiasmo.

—Muy bien —aceptó Kento—. ¿Listos? ¡Comiencen!

Todos desaparecieron al instante.

—Un ninja debe saber cómo conciliar sus movimientos y esconderse de manera efectiva... —murmuró el de ojos verdes, mirando a su alrededor—. Vaya eso lo entienden muy bien, se están escondiendo bien.

El prado se volvió silencioso, lo único que se podía oír era el silbido del viento y el piar de algunas aves que sobrevuelan el lugar.

—¡Vamos! ¡Ataquen! ¡No me quedaré parado aquí todo el día! —exclamó Kento.

"Tengo que encontrar a Kai" pensó Kenji.

El peliverde se escabulló ágilmente y en silencio hacia la Uchiha, pero en medio del camino se le atravesó Kento.

—¿Vas a algún lugar?

Kenji no respondió, solo sonrió y le lanzó varios golpes, no obstante el mayor los esquivó todos con facilidad. El genin aprovechó esto para hacer que disimuladamente Kento quede en un lugar específico del área, uno en donde le tendieron una trampa.

El tacto del tobillo del jonin con un hilo en un determinado punto activó que decenas de kunais salieran disparadas hacia él, forzándolo a alejarse de Kenji para evadirlas. Con ese movimiento, Kento se vio envuelto nuevamente en otra trampa, esta vez evitando que una soga lo amarre de los tobillos y lo eleve de cabeza en un árbol.

—Uff... Eso estuvo cerca —suspiró.

—¿Estuvo?

Sin tiempo a reaccionar, solo tuvo la opción de ver como un destello negruzco pasó por su lado en solamente milésimas de segundos. Para cuando se distanció ya era tarde, Kai se encontraba frente a él junto a Kenji, con ambos cascabeles suspendiendo de sus dedos.

—¿Qué? —susurró Kento con sorpresa y se carcajeó—. Debo admitir que los subestimé.

"¿Pesas en los tobillos?" pensó el jonin, viendo como la Uchiha se sentaba en el césped y se colgaba estos objetos ocultándolos con sus sandalias ninja, "Me gusta".

Los mellizos chocaron los puños con orgullo, en tanto Shiro salía de entre los árboles rascando su nuca.

—Pero —alzó la voz el sensei, llevándose las tres miradas—. Estuvo muy mal que no integraran a Shiro en su plan —frunció el ceño—. ¿Por qué creen que los formamos en equipos de tres? ¿Por capricho?

Kai rodó los ojos a la vez que Kenji ponía cara de arrepentimiento.

—Oh, oh —susurró—. No me diga que había un objetivo oculto.

—Claro que sí —gruñó Kento—. ¡Trabajo en equipo!

—¡Pero Kai y yo hicimos equipo! —se excusó el peliverde, haciendo que la nombrada se diera un facepalm.

—El equipo seis no es de dos, ¿Lo sabes no? —musitó el jonin agotado—. Ahora deben decidir quién se devuelve —se cruzó de brazos.

—Lo más lógico es que sea yo —habló Shiro acercándose a sus compañeros—. Después de todo no les ayudé —se rascó la nunca con vergüenza.

—¡No! —gritó Kenji en respuesta, sobresaltando a las féminas—. Fue nuestra culpa no integrarte, así que yo me ofrezco para volver, en serio no tengo problema —sonrió orgulloso, sorprendiendo a la Yamazaki quien le devolvió el gesto.

—Seamos realistas —intervino Kai—. Solo yo podré pasar la academia en un dos por tres —sonrió soberbia—. Así que yo voy.

Le lanzó los cascabeles a Kenji y se dispuso a caminar hacia su casa, sin embargo Kento fue más rápido y se puso frente a ella, sonriéndole.

—Nadie se va a ir, todos aprobaron —informó.

—¿¡Qué!?

—Así es —apoyó sus manos en su cintura—. El dejarlos decidir quién se iba fue una segunda oportunidad, todo dependía de sus respuestas —rió—. Aunque lo demostraron a su manera, ninguno quería que el otro se vaya. ¡El equipo 6 tendrá su primera misión mañana!

—¿No es una broma? —dudó Shiro, recibiendo la negación de su sensei—. ¡Sí!

—¡Pasamos! —celebró Kenji, abrazando por los hombros a sus dos compañeras debido a la emoción.

—Casi me sacas la cabeza animal —se quejó Kai, pero también sonriendo.

—Lo que sí —añadió Kento con seriedad—. ¡El trabajo en equipo es lo más importante! ¿¡Oyeron!? ¡Será nuestra biblia!

Sacando partido de que estaban los tres juntos, les mandó un golpe en la cabeza de seguido.

—¡Casi nos saca la cabeza, animal! —lloriqueó Kenji.

Tal como dijo Kento, el equipo 6 comenzó a realizar misiones al otro día. Si se los preguntabas, era una total decepción. Cuidar de un bebé, pasear perros, plantar vegetales, y un sinnúmero de tareas más que el trío de genin consideraba aburridas. Tanto así, que Kenji ya estaba pensando en ir a reclamarle al Hokage para que les den una misión más difícil, pues hasta el momento, según él, sólo recibían "tareas de casa".

El día en que se encontraban rescatando al gato de la esposa del señor feudal, fue cuando la paciencia del peliverde finalmente se acabó, por lo que cuando fue el momento de entregar el reporte de la misión con el Hokage Kenji no esperó ni un minuto para ponerse a chillar su descontento.

—¡Quiero otra misión! —gritó—. ¡Están desperdiciando nuestro talento!

—¡Estoy de acuerdo con Kenji! —se oyó a sus espaldas, el equipo siete había ingresado a la habitación siendo Naruto el primero en hacer notar su presencia.

—¡COMO SE ATREVEN! —vociferó enojado Iruka haciendo que algunas personas se sobresalten—. ¡APENAS SON NUEVOS GENIN SIN EXPERIENCIA! ¡IGUAL QUE LOS DEMÁS EMPEZARÁN CON MISIONES SIMPLES PARA DESARROLLAR SUS HABILIDADES Y MEJORAR!

—¿¡Habla en serio!? Cuidar a un bebé no es una misión, ¡Es una gran estupidez! —gritó el ninja rubio para después recibir un golpe de parte de su sensei.

—¡Naruto tiene razón! —apoyó Kenji a la vez que dio unos pasos hacia el hokage—. ¡Esas son tareas de casa! ¡No de ninja!

Luego de eso terminó igual que Naruto, sólo que a él le golpeó la Yamazaki.

—Tampoco te alteres —le reprendió Shiro.

—Bien, bien —bufó molesto.

—Naruto, Kenji, me parece que aún no han entendido el privilegio que se les ha otorgado —habló el Hokage—. Escuchen, todos los días llegan diferentes tipos de solicitudes a nuestra aldea, desde cuidado de bebés hasta asesinatos.

Posterior a una breve explicación de los grados de las misiones, las que nadie escuchaba porque Naruto estaba contando su día, este continuó con su berrinche.

—¡Usted siempre me sermonea como si fuera mi abuelo o algo parecido! ¡Pero yo no soy un pequeño mocoso que se la pasa molestando! ¡Ahora soy un ninja y quiero una misión ninja! —bramó furioso el rubio para después darse vuelta, inflar los mofletes y cruzarse de brazos.

—Ah~ Hablaremos de esto luego... —susurró Kakashi con cansancio.

—Naruto quiere demostrarnos que no es un niño tonto, él era un niño tonto, y ahora quiere una misión... Así será —todos se sorprendieron ante eso—. Puesto a que estás tan decidido, les voy a dar una misión categoría C, serán guarda espaldas en un viaje.

—¿¡En serio!? ¡Si~! —saltó Naruto emocionado—. ¿¡Quién!? ¿¡Quién!? ¡Protegeremos a una princesa o a un canciller importante!

—No seas impaciente, lo traeré aquí pronto —rió el anciano—. Por otro lado, equipo seis —observó a los genin y al mayor—. Ustedes se encargarán de traer un importante material de investigación desde una pequeña aldea en la frontera de la tierra del fuego —comunicó el hokage entrelazando los dedos debajo de su mentón—. De esa forma podrán viajar ambos equipos juntos.

—¿Escuchaste eso? —codeó Kenji a Naruto—. ¡Viajaremos juntos!

—¡Genial!

—Ahora, ¡Traigan a nuestro visitante!

Ante la orden del hokage un viejo con una botella de sake en la mano ingresó al cuarto.

—¡Que rayos! ¡Un montón de niños mocosos! —exclamó para después tomar de su botella, logrando que caiga la mayor cantidad de este por sus ropas.

—Iug... —se quejó Sakura.

—¿Y realmente quieren que crea que ustedes son ninjas? —cuestionó el hombre observando a los genin—. Hablo del pequeñito con expresión de tarado en el rostro.

—¿Quién es el pequeñito con expresión de tarado en el...? —preguntaron divertidos Naruto y Kenji, pero cambiaron de expresión al darse cuenta—. ¿Ah?

Los dos se miraron entre sí con los ojos entrecerrados, intentando averiguar quién era el más bajo.

Todos se colocaron en fila a los lados de ambos, y efectivamente eran los más pequeños. Primero venía Sasuke, después Sakura, luego Shiro, seguida de Kai y al final Kenji con Naruto.

—¡Ajá! ¡Soy más alto que tú, perdedor! —se carcajeó el Fukui.

—¡Acabaré contigo! —se lanzó Naruto a por el hombre, pero su sensei le tomó por los hombros.

—¡Déjeme ponerle las manos encima!

—No puedes acabar con el cliente, así no funcionan las cosas —dijo Kakashi.

—Yo soy Tazuna, un constructor de puentes y debo regresar a mi país. Estoy construyendo un puente que cambiará nuestro mundo y espero que ustedes me lleven ahí sano y salvo aunque eso signifique que tengan que dar su vida...

Para evitar malentendidos Kento tuvo que explicarle a Tazuna que ellos no formarían parte de su escolta, posteriormente a eso ambos equipos quedaron libres por lo que se retiraron.

—Nos vemos en casa —dijeron los mellizos.

Ambos rieron por decirlo al unísono, chocaron puños y cada uno se fue por su lado. Kenji con Naruto a empacharse de ramen y Kai con Sasuke a dar una vuelta por la aldea.

Por otra parte Shiro se fue hacia la dirección contraria puesto que antes de ir a casa debía pasar a comprar cosas para la cena a pedido de su madre, igualmente aprovecharía de llevarse algunos dulces entremedio. Fue cuando dobló en una esquina cuando sintió que algo la observaba, dio una ojeada a su entorno pero no encontró nada fuera de lo usual por lo que continuó su camino sin preocupaciones. Al menos hasta chocar de frente con cierto trío que últimamente frecuentaba, un equipo bastante especial.

—¡Shiro-neesan tengamos un duelo!

La nombrada se sorprendió ante tal repentino acto, mas no tardó en sonreír entretenida y revolver el cabello de los tres niños.

—Si me acompañan al mercado tal vez lo considere —caminó esperando a que la siguieran.

—¡Hecho!

A los pocos minutos el cuarteto ya se encontraba cargando una que otra bolsa camino a la casa de la mayor, quien como agradecimiento les había regalado paletas de hielo las cuales iban degustando a medida que marchaban.

—¡Y entonces hice paw! ¡Y luego woah! ¡Y gané! —gritó emocionado Konohamaru.

El resto tan solo rieron divertidos.

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Aldea de la hoja, diez minutos después.

—¡Shiro-neesaaaaaaaan!

La nombrada se negó a mirar atrás mientras corría por las calles de la aldea, se negaba a volver a ese lugar, con esa persona, no después de lo que aquel mocoso había hecho.

—¡Shiro-neesan por favor detente! ¡Perdona al tonto de Konohamaru!

—¡Yo no hice nada! ¡Solo dije lo obvio!

La Yamazaki detuvo el paso de golpe, logrando que el trío de niños chocaran entre ellos al parar de correr. Se volteó a ver al honorable nieto con expresión asesina causando que el menor temblara.

—¿Obvio? —dio un paso hacia él—. ¡Él no me gusta!

—¡Claro que sí! —alegó Konohamaru—. Noté cómo se miraban.

—Konohamaru —suspiró Shiro ya rendida—. No me gusta, ¿Si? Solo somos amigos.

—Tú no entiendes a las chicas tonto —se burló Moegi poniéndose a un lado de la mayor.

—Las chicas son muy complicadas —dijo Udon haciendo que Konohamaru asintiera frenéticamente.

Shiro resopló, ¿Ahora cómo vería a Kiba a la cara?

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