𝟎𝟎.

𝙋𝙍𝙊𝙇𝙊𝙂𝙊

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       El sol se hallaba oculto tras las nubes ese día, el ambiente se sentía húmedo pero fresco, perfecto según Kai. Su larga melena negra se movía de un lado a otro frente a variados troncos con una diana casera pegada a cada uno de estos. La menor de los hijos de Daiki Uchiha se encontraba practicando su puntería con las shuriken, pues quería que esta sea tan buena como la de su hermano Shisui.

—Tienes que doblar más la muñeca, así —el joven tomó una de las armas y la lanzó, dando justo en el blanco y respaldando su técnica.

—¡Woah! ¡Shisui-nisan eres genial!

Kai saltó emocionada y de inmediato lo intentó ella, a la primera no le dio pero a la siguiente la clavó en el blanco por lo que sonrió orgullosa y le dio los cinco a su hermano.

—Bueno, bueno —rió Shisui—. A lo que venía, ¿Qué tenía que decirte? —se puso la mano en el mentón como si ello le ayudara a recordar, porque ciertamente el mayor había sido enviado para decirle algo pero como de costumbre se le olvidó.

—¿Que me llevarás a comer dangos? —sonrió Kai inocente.

—Ya recordé —negó con la cabeza con una sonrisa, causando la decepción de su hermana—. Papá quiere hablar contigo, te espera en su despacho.

La azabache asintió y se encaminó hacia el lugar, allí tocó y con el permiso de su padre ingresó sentándose frente a él.

—¿A Shisui se le olvidó? —fue lo primero que salió de la boca de Daiki, pero sin despegar la vista de sus papeles en el escritorio.

—Sí —rió Kai a lo que su padre sonrió leve—. Me ayudó con las shurikens y se le olvidó a que había ido —volvió a reír.

—Bueno, pero como ya estás aquí te diré —dijo Daiki levantando la mirada hacia ella, su sonrisa había desaparecido y ahora tenía un semblante serio—. Te tengo una noticia. He tenido una reunión con Hokage-sama y los altos mandos —apoyó sus codos en el escritorio—. Han tomado la decisión de enviar a dos personas en un entrenamiento con dos de los sanin, por seis años.

Kai lo miró confundida, por un momento creyó que hablaba de Shisui, pero era poco probable. Así que sólo quedaba una persona posible.

—He aceptado la decisión, te irás por seis años.


La piedra dio cinco botes antes de sumergirse en el agua, por lo que el peliverde brincó con emoción por haber superado su récord. Por el mismo sentimiento se puso a lanzar golpes al aire por diversión, pero se detuvo cuando una mano atrapó su puño.

—¿Qué haces? —le preguntó el hombre de cabello verde con una sonrisa.

—Logré hacer que de cinco saltos —contestó el niño para luego agacharse y tomar una piedra—. Inténtalo papá.

—Muy bien —aceptó y lanzó el objeto, pero este simplemente se hundió—. Soy el mejor.

Ambos rieron mientras una mujer se aproximaba a ellos, cuando llegó se acercó a su hijo y sonrió.

—Kenji, queremos hablar contigo —dijo la mujer mirando de reojo a su marido.

—¿Qué pasa?

—¿Recuerdas que somos de Konoha, no? —dijo su padre arrodillándose frente a él, Kenji asintió con la cabeza—. Y que ahora vivimos aquí por tu seguridad —el niño volvió a asentir, esta vez con confusión—. Ayer, cuando tuvimos que salir con tu madre, fuimos a Konoha a una reunión —suspiró—. Hemos llegado a un acuerdo, Kenji. Por tu seguridad, serás enviado en un entrenamiento con dos de los sanin de la hoja, por seis años.


Sólo había una palabra que describía como se sentían en esos momentos: desconcierto. Kai no entendía cómo es que su padre había aceptado, pues creía que el mejor entrenamiento lo podía recibir ahí, por los mismos miembros de su clan; sin embargo la decisión ya estaba tomada. Kenji por otro lado no estaba seguro de querer ir, era innegable que estas oportunidades no se dan todos los días, pero aun así no tenía la certeza de que sería seguro. Iban tras de él, eso lo tenía claro, y por eso es que no estaba convencido de dejar la protección de su hogar, de sus padres.

Para su mala suerte el tiempo avanzó y el día de partida llegó, por lo que Kai junto a su familia se hallaban de camino a la entrada de la aldea, en donde una mujer de cabello rubio y apariencia impasible se encontraba de pie.

—Tsunade-san —habló Daiki como saludo—. Ella es mi hija, Kai.

La mujer sonrió ladina y miró como la niña era abrazada por los hombros por su hermano mayor.

—Nos iremos de inmediato, tenemos que pasar por el segundo alumno —dijo Tsunade con su mirada puesta en Daiki, que asintió y se volteó hacia su hija menor.

—¿Estás lista?

—S-Sí —masculló Kai tomando con fuerza las correas de su mochila, intentó mantenerse seria pero no lo logró, encorvando su espalda y dirigiendo su mirada al suelo—. Y-Yo...

—Tranquila —le dijo Shisui poniéndose de cuclillas y abrazándola—. ¿Recuerdas lo que hablamos ayer? Tienes que ser fuerte.

—Los extrañaré, mucho —susurró la niña, a la vez que sus ojos se cristalizaban.

—Y nosotros a ti —dijo Daiki luego de agacharse y abrazar a ambos.

Y la hora llegó.


—¿Cuáles son las reglas?

—No decirle a nadie y no mostrar mis marcas en público.

—Muy bien, ahora escucha —la mujer de ojos ámbar inhaló profundo y lo miró—. Hay algo importante que debes hacer.

Kenji la miró extrañado para luego mirar a su padre, que sólo le hizo una seña de que prestara atención.

—Deberás usar mi apellido, ¿Entiendes? —dijo y Kenji se sorprendió—. Escucha bien, ya no serás Kenji Fukui, desde ahora y para cualquiera que no conozcas serás Kenji Shiraoka.

El desconcierto del peliverde se vio interrumpido por la llegada de dos personas, el momento había llegado. 


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Holaaa~ de esta forma doy por comenzada la publicación oficial de la historia<3

Ojalá les guste, y puede que algunas cosas parezcan algo cliché (por ejemplo lo del entrenamiento con los sannin), pero es porque la idea original es del 2015-2016, que es cuando había publicado la primera versión de la historia, la cual terminé pero finalmente la pasé a borradores y la tuve en el olvido hasta hace un tiempo, y aquí estamos SLNAKN<3 Y eso, no quise cambiar detalles así para conservar la esencia de esa versión, espero y no les haga odiar la historia kkkkkk<3

Ta bien, nos vemooosss~<3

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