57. Saltos en el tiempo

CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE
SALTOS EN EL TIEMPO
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Eren ingresó a la habitación con los hombros derechos, el mentón alzado.

Félix y Historia compartieron una breve mirada entre ellos cuando los ojos del menor recayeron encima de ambos. Historia, sentada en un sofá individual, se removió encima de este y le sonrió al chico con lo que ella esperaba que fuera solemnidad.

Félix trató de hacer lo mismo.

—Uh, el Comandante Erwin me dijo que querías hablar conmigo... Pero...

La mirada que echó alrededor de la habitación bastó para decirles lo que su boca se negó a hacer; era probable que Eren esperaba poder reunirse a solas con Historia, sin ellos a su alrededor, sin su 'guardia de honor'.

Félix carraspeó y se reclinó hacia el frente; estaba sentado al lado de Historia, con Kenny de pie a un costado de él, recargado contra un librero viejo lleno de tomos polvosos. Ymir estaba del lado de Historia, de pie tras el asiento de la rubia. Ambos castaños usaban el mismo uniforme; de camisa gris y pantalón negro, la insignia de un girasol que simulaba un sol bordado como insignia en el pecho, justo encima de donde les latía el corazón.

Había sido idea de Historia, y el significado tras él logró que Félix sucumbiera ante la petición de llevarlo a cabo; el girasol simbolizaba el sol, y se alimentaba de la energía que éste irradiaba y su luz, y había sido la flor favorita de Frieda.

Lo llevaban bordado en las camisas con fino hilo blanco que se enlazaba con hilo dorado, los pétalos que simulaban los rayos ondulados y una fina línea de hilo dorado en el medio de ellos. Kenny era la excepción a eso, porque su camisa era blanca y el hilo negro, los bordes blancos.

Eren los miró de uno en uno, con los labios levemente apretados entre sí.

—Relájate, niño —comentó Kenny con desinterés, apenas si mirando al menor—. No te haremos daño.

—No mordemos —agregó Ymir con diversión, regalándole una sonrisilla que gritaba burla y gracia al mismo tiempo—. No a menos que quieras.

Historia suspiró pesadamente y alzó la mirada al techo como si le pidiera ayuda para soportarlos a todos ellos. Kenny les lanzó una mirada a las dos chicas desde donde se encontraba en pie y en silencio se puso a murmurar lo que él se imaginó que eran promesas de muerte y destrucción.

—¿Qué es lo que quieren hablar, entonces?

Historia asintió con lentitud, tirándole una breve mirada de costado.

—Quiero que seas sincero con nosotros —empezó ella, lentamente—. No va a ocurrir nada malo, lo prometo, pero... Es importante que seas sincero con nosotros, realmente importante.

—¿Sincero cómo?

Esta vez fue Félix quien carraspeó, atrayendo la atención de Historia. La rubia ladeó el rostro levemente y la cortina de cabello rubio le cayó por encima del hombro, los mechones colgando libremente sobre su busto.

La mirada de Eren se movió hacia él, y luego a Historia, y después pasó a los dos otros en el interior de la habitación. No sabía qué expresión estaba haciendo Kenny, o cómo lo estaba mirando Ymir para que el menor desviara tan a prisa la mirada, pero las orbes color jade brillaron tenue y Eren corrió el gesto hacia un lado.

—Tu sabes quién es Félix en realidad, ¿cierto?

Eren tragó saliva en seco, su manzana de Adán subiendo y bajando, marcándose ahí en su garganta.

La mirada del chico se movió hacia él deprisa y luego volvió a desviarla, un leve sonrojo cubriéndole la punta de las orejas suavemente, como si polvo rosado hubiera sido esparcido por encima de ellas.

—Hey, Eren, está bien. No te haremos nada, lo prometo. Confía en mí, ¿si?

El chico asintió con lentitud, y tras unos momentos de pensarlo bien, se giró con lentitud hacia ellos y volvió a pasar saliva.

—Sí —murmuró—. Lo vi... Lo vi en las memorias de ella, de Frieda. Eres un Reiss, ¿cierto? Félix Reiss.

—Kaiser —se apresuró a corregir, extrañamente exaltado por el uso del apellido de su padre—. Pero sí, soy... Hijo de Uri Reiss.

—Hijo único del anterior Rey de los Muros —dijo Kenny con tono burlón y entonces las manos de su capitán le cayeron en los hombros, ambas, y Félix rodó los ojos—. Legítimo heredero a la corona, descendiente de-

—Ya basta. Ya entendimos, Kenny, gracias.

Historia rio levemente y lo miró con una pequeña sonrisa burlona, una que era el perfecto reflejo de la de Ymir por detrás de ella. Félix suspiró, cansado pero afectuoso, y estiró uno de sus brazos para darle un leve empujón a la chica.

—Ya basta, enserio —se quejó, volviéndose al chico un segundo después—. Perdónalos Eren, nadie aparte de nosotros sabe la verdad y han estado muriendo por hacer bromas así de tontas.

—Ah... Y-ya veo, uhm... Aún no entiendo por qué...

—¿Por qué te llamamos? No lo entiendes... ¿No lo entiendes aún?

—Ese día en Orvud, cuando me deshice de mi padre, le dije a Félix que si no compartía la corona conmigo, entonces le diría toda la verdad al Comandante Erwin —Historia estaba seria de nuevo, apenas sonriendo. Eren la miraba con los ojos abiertos de par en par—. Así que...

La mirada de Eren se movió hacia él deprisa.

—Eres... ¿Eres el rey?

—Lamentablemente.

—Félix sabe sobre política, y ha convivido con las personas de la nobleza mucho más de lo que lo he hecho yo —dijo Historia, inclinándose al frente en su asiento—. Él, bueno, es... Es cierto, es el auténtico heredero al título, y estoy segura de que si el Comandante lo hubiera sabido antes, le habría puesto a él la corona en la cabeza.

Lo que apestaba, porque era cierto.

Porque Erwin lo habría hecho y Félix probablemente lo habría odiado por eso por el resto de su vida.

Se removió con incomodidad cuando el escrutinio de Eren se volvió un poquito más intenso; era como si pudiera leerlo, verlo, como si repentinamente fuera capaz de saber lo que él pensaba en realidad y lo que quería, como si estuviera dentro de su mente.

El vello en sus brazos se erizó y un escalofrío le corrió por la espina dorsal cuando se imaginó que el jade en los ojos de Eren brillaba como solía hacerlo en sus sueños.

—¿Por qué me están diciendo esto? ¿Qué ganan con hacerlo?

El ambiente que se había mantenido hasta esos momentos se disolvió en cuestión de segundos. Félix y Historia se miraron entre sí, esa comunicación que comenzaba a nacer entre ellos probándose de utilidad cuando ambos concordaron que decirle la verdad, toda la verdad a Eren, era lo necesario.

—Ese día en la caverna, sé que en el momento en el que hice contacto contigo hubo más memorias que se desataron, hubo... Más de todo —murmuró con una quebradiza sonrisa—. Y yo sé... Sé cómo es el Fundador, sé cuán peligroso es. Sé los riesgos que conlleva para la familia Reiss y también entiendo que puede llegar a ser realmente abrumador, y por eso... Uhm...

—Por eso queremos ser sinceros contigo también —dijo Historia—. Para eso te llamamos, porque nosotros somos Reiss, y tu tienes el Fundador, y no podemos hacer esto sin el otro.

—Al final del día somos los únicos que sabemos cuán difícil es esto, Eren, y no queremos dejarte fuera de esto. Historia y yo somos un equipo, aunque es ella quien dé la cara por mi en público, somos familia.

—Estamos juntos en esto —agregó ella, sonriendo con gentileza—. Félix y yo, y ahora tu también.

Las manos de Kenny se alzaron de sus hombros y el mayor se encogió de hombros, echando mano a la funda donde mantenía guardado su cuchillo favorito.

—La cosa es niño, que confiamos en ti. Félix y Historia confían en ti —dijo—. Puedes devolver esa confianza al escuchar lo que tenemos que decir, o podemos deshacernos de ti. Es tu decisión.

Eren se mantuvo en silencio por un rato; uno largo, mortífero, uno que rallaba horriblemente contra sus nervios como si una roca se tallara contra un cristal.

La mirada del chico pasó por encima de él hacia Kenny y se mantuvo ahí por un buen rato, por segundos que parecieron volverse horas, y entonces, muy deliberadamente Eren suspiró, quedo y tranquilo, y se reclinó al frente en su asiento.

—Okay... Entonces los escucho.

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—¿Cómo están las cosas con Hange? ¿Están haciendo avances?

Eren se encogió levemente de hombros, su vista perdiéndose tras el cristal por el que miraba el día pasar.

Ese silencio del chico comenzaba a hacerle sentir ligeramente incómodo, especialmente después de la larga charla que mantuvieron luego de que el chico aceptara el trato.

Era difícil para Eren, eso era cierto. A final de cuentas era él quien sostenía la decisión en sus manos, quien determinaría lo que fuera a ocurrir cuando el tiempo se les acabara y decisiones debieran ser tomadas.

Historia se lo había explicado con tanta gentileza como pudo, e incluso Kenny se metió para agregar una o dos cosas que sirvieran para aclarar los hechos y hacerle entender a Eren por qué era necesario que confiaran el uno en el otro, porqué depositar su fe en ellos era indispensable.

—Van bien —respondió el chico en un quedo susurro—. Hange dice que estoy logrando un gran progreso, pero...

—Pero tu crees que no es así —asintió él—. Sí, lo entiendo. Pero descuida, las cosas saldrán bien.

De Eren no recibió más que un suspiro, tan lento y tranquilo que bien pudo haber sido el soplo del viento al entrar por una ventana. Félix se giró levemente hacia él y lo observó con una ceja arqueada una vez se dio cuenta de que el menor lo miraba con atención, el jade en sus ojos brillando.

—¿Félix?

—¿Sí?

Eren titubeó un segundo.

—¿Vas a decirles a los otros que eres el rey, o... Solo me lo dirás a mi?

—Mhm, por el momento no —dijo, y tomó un par de pasos hasta dejarse caer junto a él en el pequeño sofá—. Pero después de recuperar el Muro María, se los diré a todos.

Eren asintió lentamente, sus ojos fijos en el suelo. La duela de madera desprendía un tenue fulgor con la luz del sol que traspasaba las cortinas y golpeaba hacia abajo, alzando pequeños cúmulos de polvo que solo eran visibles gracias al sol.

—Tienes un plan, ¿no es así?

—¿Uh?

—Un plan. Por eso convenciste a Historia de traerme aquí, porque tienes un plan.

Félix se le quedó mirando por unos segundos, y después asintió con lentitud.

—Ajá, creo que siempre lo he tenido. Inconscientemente iba juntando "aliados", personas en las que confiar —murmuró—. Lamento si se ve como si... Como si te estuviera usando, pero-

—Pero es exactamente lo que vas a hacer, ¿no es así?

Eso le cerró la boca de golpe.

Sus ojos se agrandaron un poco y algo de la culpabilidad que echaba de verse cuando pensaba en Historia y su destino se coló entre sus entrañas al pensar que también estaba por hacerle lo mismo a Eren.

—Es lo que debe hacer un Reiss con el Titán Fundador.

—Sí, pero no, yo no... No te voy a usar, Eren —dijo—. Así que no pienses eso, ¿de acuerdo? Eso es exactamente lo que quiero evitar. El Fundador es fundamental ahora, sí, pero no a costa de ti. Es lo mismo que le dije a Historia cuando se propuso a sí misma para heredar el titán de Annie, ustedes... Ustedes son solo niños con cientos de oportunidades y si la vida les ha jugado mal, entonces... Entonces no hay por qué hacerla peor.

—Pero no tenemos tiempo para eso, ¿cierto? No tenemos tiempo para ser niños, o para quejarnos de la vida. Solo tenemos que seguir adelante, ¿no es así? Y si podemos hacer eso exactamente al usarme a mí, entonces... ¿Por qué no hacerlo?

Félix, con lentitud, colocó su mano sobre el hombro del chico y le dio un pequeño apretón.

—Porque yo no estoy dispuesto a sacrificarte. Ni a ti ni a Historia.

Eren asintió, suspirando. Los hombros del chico estaban tensos bajo su tacto pero la mirada en sus ojos, que subieron momentáneamente para echarle un vistazo de reojo, estaban encendidos en determinación.

Esa expresión en el rostro del chico le daba algo de miedo; le llenaba el estómago de adrenalina y la mente de planes, de ideas, vidas y hechos y momentos y recuerdos.

—¿Y por qué no?

—Porque soy el rey.

De inmediato, una irónica, confundida risa se le escapó desde lo profundo de su estómago y Félix se cubrió la boca para detenerla ahí mismo. Eren se giró a mirarlo con el ceño levemente fruncido.

—Es... Exactamente porque soy el rey. No me importa que Historia sea la reina, o que tu seas la esperanza de este lugar. Ustedes dos son niños, y yo soy un adulto, y nadie, especialmente ustedes, debería tener que pasar por esto para conseguir ser libres.

—No tiene sentido. Lo que me dices... No tiene nada de sentido, no-

—Lo sé —asintió, extrañamente sonriendo incluso si le dolían las mejillas al hacerlo—. Ah, desde hace un tiempo mi cabeza está... Bueno, tengo migrañas de vez en cuando, y no paro de tener recuerdos de otras vidas, supongo, pero lo que trato de decir es que el papel de ustedes dos no tiene por qué ser tan destructivo si yo puedo evitarlo.

Eren bajó la mirada y permitió que se le perdiera de nuevo en el suelo. El jade en sus ojos estaba muy levemente iluminado, muy tranquilo, como las aguas del lago en la propiedad de los Jovan.

Félix, lentamente, rodeó los hombros del chico con uno de sus brazos y lo atrajo hacia sí, hasta que el menor quedó junto a él, en ese espacio entre su hombro y su cuello, en donde Félix apoyó su mentón sobre los mechones marrones.

—Ser un niño no es pecado, Eren. No tienes que ponerte el peso del mundo en tus hombros. No tienes que sacrificarte para esto, no tienes que perder ni tu juventud ni tu vida ni nada por esto.

Eren se acomodó ahí junto a él y resopló. Pero lo estaba escuchando, y eso era bueno.

Era bueno porque Eren siempre perdía, igual que él. Siempre sacrificaba, siempre seguía adelante. Perdía y ganaba y muchas veces, no lograba ninguna de las dos.

Muchas veces era un vago recuerdo en las mentes de aquellos que lo recuperaban todo con su ida, con el sacrificio del chico que buscaba ser libre.

—Así que permíteme hacer primero mi jugada, por favor —susurró—. Y si eso no funciona... Entonces sí, voy a tener que usarte.

Eren, ahí junto a él, resguardado entre sus brazos, asintió.

Félix sintió que la balanza se inclinaba un poco a su favor.

━━━

—¿Cómo está yendo el avance de Hange?

Historia suspiró quedamente, tirando de las riendas de su caballo para hacerlo detenerse en el medio del prado verde lleno de flores.

—Hará la primer prueba de su guillotina esta tarde —le dijo ella. La yegua blanca sobre la que estaba montada se inclinó para pastar—. Más tarde nos llegarán los informes, supongo.

A lo lejos, los graneros pertenecientes a la familia Reiss se alzaban como el refugio en el que se habían convertido, y las risas de los niños que las habitaban sonaban como tenues melodías de pajarillos cantando desde lejos.

—¿Y el resto de los comandantes?

—Pixis y Erwin están en Trost para monitorear la actividad de los titanes al otro lado del muro. El Garrison ha estado trabajando duro para tranquilizar a las personas de los distritos, y el Comandante Erwin se mantiene cerca de Hange mientras ésta realiza sus experimentos con Eren.

—Realmente controló el endurecimiento en tan poco tiempo, uh.

Historia se encogió de hombros y le tiró una mirada de reojo.

—¿Qué hay de ti? Apenas y te he visto estas semanas, ¿cómo... Está yendo todo?

—De maravilla —murmuró. Zoro relinchó cuando Félix bajó de el y se acercó a Historia, tendiéndole su mano para ayudarla a bajar de su yegua—. Ahora también voy allí en sueños.

La mano de Historia era pequeña comparada a la suya, y muy suave. Ella le dio un suave apretón cuando puso los pies en la tierra y después lo dejó ir.

—Si te está causando tantos conflictos puedes dejarlo, no necesitamos-

—Por supuesto que sí lo necesitamos —dijo, y muy suavemente la empujó para animarla a caminar—. He estado escribiendo todo lo que debemos hacer, todo lo que he visto. Te lo daré más tarde para que puedas leerlo.

Historia suspiró.

Félix la miró de reojo pero se abstuvo de hacer comentarios, simplemente andando a su lado en silencio mientras contemplaban a los niños al otro lado de la cerca, riendo y corriendo y persiguiéndose el uno al otro con barro en los pies y sonrisas en las caras.

Algo cálido le creció en el pecho, tras sus costillas, y la mirada se le suavizó levemente.

—Tu hiciste eso de allá, ¿recuerdas? —señaló a los pequeños, a los mayores, los niños a los que habían salvado a tiempo de la ciudad subterránea antes de que perdieran su vida en vano—. Les diste una nueva vida, otra oportunidad. Lo que yo hago, lo hago para asegurarme de que todo esto se mantenga así, para que esos niños continúen teniendo más oportunidades.

—Pero no debe ser a costa de tu... Tu vida, Félix.

—Mi vida no está en peligro —debatió.

—Pero tu cordura sí —ella se detuvo y se giró hacia él—. ¿Ya olvidaste lo que le ocurrió a Frieda? ¿A... A tu padre? Kenny no dice mucho de él, pero era claro que lo admiraba, y... ¿Qué ocurre si...?

—Voy a estar bien —dijo con seguridad, a pesar de que era ligeramente fingida—. No estoy en contacto con el Fundador, no directamente al menos, y además... Cabe la posibilidad de que no me afecte tanto como a otros Reiss.

—Eso no lo sabes aún.

—Pues es lo que trato de averiguar.

Su prima rodó los ojos y echó a andar de vuelta, el vestido de lana rosado ondeando suavemente con la poca brisa que comenzaba a llegar gracias al verano.

Dentro de unos pocos meses llegaría el otoño, y las cosechas se veían bien. A lo lejos veía el enorme huerto de trigo, el maíz más allá. Y si guardaba silencio, entonces el viento acarrearía los muidos de vacas, cacaraqueos de gallinas y gallos, y los gruñidos de los cerdos.

—Han pasado dos meses —murmuró ella de golpe.

Félix, parpadeando, asintió con lentitud y la siguió un poco más dudoso, preguntándose hacia dónde iba esta conversación.

—Tu dijiste que había un espacio de cuatro meses antes de la recuperación del muro, lo que significa que nos quedan dos más antes de eso.

—¿A qué quieres llegar?

—Jamás me contaste lo que ocurría durante esa expedición, ni siquiera trataste de insinuarlo.

Tragó saliva con pesadez, una roca asentándose en su estómago.

—Nunca preguntaste.

—Pues lo estoy haciendo ahora.

Las hojas de los árboles crujían cuando pasaban por encima de ellas, y el resplandor del sol por encima de sus cabezas pintaba el mundo con la claridad que pocas veces podían apreciar, especialmente durante esos días, cuando las memorias de Félix se mezclaban y ante sus ojos se desenvolvían los hilos de destinos que él ya había vivido.

—No es bueno, lo que ocurre... No es bueno.

Historia asintió lentamente y el chal que llevaba sobre los hombros aleteó un poco. El cabello rubio lo llevaba suelto y las sandalias que usaba eran delgadas, frescas, perfectas para el verano. Historia se veía hermosa, y si Ymir hubiera estado presente, probablemente se habría puesto a babear.

—Quiero escucharlo.

—La mitad de la Legión muere, incluidos Jean y Sasha... También Erwin —y ahí, tras sus ojos, se reprodujo el recuerdo; las rocas que Zeke lanzaba, el calor que el Titán Colosal producía y los gritos, los reclamos, el cabello rubio bañado en escombro y polvo y sangre—. Recuperamos el Muro, pero las pérdidas son... Significativas, emocional y físicamente.

—¿Qué más? —exigió ella.

Félix la miró en silencio por unos pocos momentos, sus cejas fruncidas en indecisión, y el brillo en sus ojos que los recuerdos producían viéndose tan claro como un cristal.

—Armin hereda el Titán Colosal, y... El segundo titán que viene con Zeke, el "carguero", lo obtiene la mamá de Connie. Y a pesar de que el espacio es recuperado, no hay muchas personas que puedan habitar el resto del muro. Shiganshina es usada como base militar después de ello, porque el ataque de Zeke y del Colosal arruinan la mayoría del distrito. La podredumbre del lugar lo vuelve casi imposible de habitar, y las infecciones se propagaron gracias a los que tuvieron que aguardar ahí tras la batalla.

—¿Infecciones?

—Shiganshina era una ciudad de huesos. Había... Cadáveres por todos lados, descomposición y moho —se encogió de hombros—. Fue lo primero que notamos al llegar. No había titanes hasta que Zeke apareció, y fue relativamente fácil llegar hasta el distrito. Las pérdidas no nos dañaron tanto, pero... Ya te lo dije, emocionalmente todos estaban agotados.

—¿Y qué hacemos para evitar eso? Para... Prevenir esas pérdidas, esa infección.

—La recuperación del distrito es clave para mantener a salvo el resto del muro. Por lo demás... Eren es fundamental, junto a la Titán Hembra.

La mirada de Historia estaba perdida en la lejanía donde los niños gritaban y se reían. El sol descendía con lentitud y el dorado en el pintó el escenario con calidez, algo melancólico mezclándose en sus entrañas cuando se preguntó si alguna vez llegaría a ver en dónde era que el sol se terminaba su recorrido y se ocultaba.

—Los entrenamientos de ambos van bien —murmuró ella, pero incluso aunque hablaba con la voz de Historia, algo de Christa se pegó a ella—. Ymir también... Los tres lo han estado haciendo bien.

—Lo siento por Annie —murmuró él mientras ponía su mano sobre el hombro menudo—. No sé, bueno... No entiendo bien cómo se siente, supongo, pero... Lo lamento por ella, Historia.

Historia, con lentitud, movió su cabeza de lado a lado y negó con una determinación que rara vez le veía a ella, porque si bien era la reina, a veces, en ocasiones, Historia era Historia y ya.

—No. Hicimos lo correcto. Annie... Annie y Reiner y Bertolt, ellos son nuestros enemigos, ellos se lo buscaron, ellos... Lo merecen.

Félix le rodeó los hombros con un brazo y la atrajo hacia él, inclinándose después para depositar un beso en su sien. La leve tensión en el cuerpo de la rubia se deshizo un poco, pero incluso así pudo ver la conflictiva expresión en el rostro de su prima, el brillo en sus ojos que podrían ser lágrimas si no se andaban con cuidado.

—Este... Es nuestro hogar —dijo ella en un murmuro, mirando a su alrededor como si estuviera impresionada de estar presenciando aquello—. Y hemos trabajado tanto... Las cosechas van de maravilla, la cría de ganado también. Los niños se ven más felices e incluso el resto de distritos comienzan a mostrar mejoras, los nobles... ¡Los nobles están satisfechos! No podemos dejar que ellos arruinen esto, así que sí se lo merecían. Y mucho.

Félix rio levemente y le dio una palmadita en el hombro.

—¿Entonces no te sientes mal?

—Me sentí mal cuando Annie empezó a llorar —dijo ella, suspirando—. No debiste provocarla así.

El azabache se encogió de hombros, una plácida sonrisa apareciendo en sus labios y entonces rio entre dientes, sintiendo que la roca en su estómago se volvía más pesada.

—Solo quería... Solo quería que se diera cuenta de lo que estaba por pasar.

—Fue cruel.

—Sí —asintió—. Y lo disfruté. Se lo merecía, por... Por ese día en el bosque, quería que ella supiera lo que se siente ver que las cosas no salen como lo esperabas, que... Que sintiera como yo me sentí cuando Oluo y Gunther murieron.

—Bueno, probablemente sí lo sintió.

—Bien por ella entonces.

Historia resopló, aunque el sonido se transformó al final en una risilla peculiar que de inmediato ahogó contra su puño. Félix alzó la mano y le revolvió los cabellos con afecto, tirando de ella para animarla a caminar junto a él.

—¿Qué pasa?

—¿Uhm?

—Algo te molesta. Zackly habló contigo ayer y desde entonces estás así, ¿qué te dijo, uh?

Zackly era una víbora, pero era una de las buenas. A Félix no le gustaba cuando lo miraba de esa manera, la que le decía que sospechaba, que las posibilidades de que estaba al tanto de la verdad eran nada más que veraces.

Pero él y Nile eran de gran ayuda para Historia, dos hombres con experiencia en los que ella podía confiar y en cambio, ella confiaba en ellos.

Aquello no quitaba que el hombre fuera de lo más peculiar, tan extraño como formidable, con esa... Rara cosa en el sótano y Aurile aún cautivo ahí debajo.

Un escalofrío le corrió por el cuerpo al pensar en eso y Félix rápidamente alejó esos pensamientos, metiéndolos al saco de desechos imaginario que a veces traía a la vida cuando los recuerdos se volvían demasiado.

—Él... Quería hablar conmigo acerca de mi relación con Ymir.

—Oh... ¿Y qué le dijiste?

Ella se encogió levemente de hombros.

—Le dije la verdad.

Él asintió.

—¿Y él qué dijo?

Historia titubeó un segundo y la tensión en sus hombros apareció de nuevo. A Félix se le abrió un agujero en el estómago ante el repentino silencio de su prima.

—¿Historia?

—No pareció muy sorprendido —dijo encogiéndose de hombros—. Pero... Sí insinuó que, como reina...

—Como reina tienes otras obligaciones —completó por ella con los dientes apretados—. Ejemplos, deberes, matrimonio, hijos-

—Dijo que en algún futuro lo recomendable sería encontrar a alguien de noble cuna y continuar... La línea de descendencia.

Era exactamente lo que Kiyomi Azumabito sugería en un futuro cuando Zeke le llenaba la cabeza de mierda. Félix sintió que la rabia y el enojo le subían por las venas a prisa y lo tenso de su mandíbula le incomodaba el siquiera tratar de mantenerse quieto.

Zackly no tenía derecho. Nadie tenía ningún derecho de tratar de decirle a Historia lo que debía hacer por su pueblo, lo que debía dar. Era enfermo que alguien siquiera tuviera la audacia, y el asco que sintió al pensar en la posibilidad de su pequeña prima siendo prácticamente vendida de tal modo...

—Si Zackly se atreve a sugerirte eso de nuevo, dejaré que Ymir se encargue de él.

—Eso no quita que sea cierto.

—Historia-

—No. Es verdad, y tu lo sabes.

La rubia se sacó su brazo de encima y ambos se detuvieron. Ella se giró para mirarlo, de pie a un lado de la cerca de madera junto a la que los niños jugaban, que bordeaba el paraíso de los pequeños con sencillez, y marcaba un antes y un futuro aún por ser visto.

—Somos los únicos. Rey y reina, y nuestro deber... Por el momento, nuestro deber es mantener este mundo a salvo, y nuestra otra opción hasta poder encontrar una solución permanente, sería... Por descendencia. ¿Quién va a heredar el titán de Eren?

—Quien sea —le respondió enseguida—. El Fundador no irá a ninguna parte, y nosotros seguiremos aquí.

—¿Y cuándo nosotros no estemos aquí?

Félix la miró en silencio.

Tenía el corazón latiendo a prisa contra el pecho, mundos y vidas tras sus párpados, recuerdos en su mente.

La brisa estaba fresca contra su piel, gentilmente dándole caricias con toques ligeros como una pluma, delicados como el beso de un amante.

El abrasador sol no era nada junto a los furiosos latidos de su corazón que golpeaban contra su pecho cuanto más tiempo permanecía en silencio, cuanto más los ojos de Historia se atenuaban contra el azul azul azul cielo.

No era justo para ninguno de los dos. En realidad no era justo para nadie involucrado. No lo era, pero el mundo era así de cruel, y el de ellos estaba hecho de esa manera a propósito por los caprichos de un hombre débil y una mente fracturada, un legado bañado en sangre.

—Lo haré yo.

—¿Qué?

Félix se relamió los labios, sintiendo la lengua pesada, la falta de saliva.

—Lo haré yo —se obligó a repetir—. Tu no tienes... Tu no tienes por qué, yo puedo... Dios, yo puedo hacer eso.

Aquí era en donde Historia debía decirle que no, en donde su prima debía tener piedad de su pobre alma y detenerlo, obstruirle el camino a arruinarse la vida.

Pero Historia, al igual que Félix, había nacido bastarda, y a diferencia de él, creció sin amor.

Creció anhelando y tomando pequeños trozos para ella hasta que pudo tragarse el mundo que le había causado tanto dolor. Historia era como Félix, un espejo perfecto el uno del otro, así que por supuesto, por supuesto que mientras él intentaba salvarla, ella también lo haría.

Así de egoístas eran los dos.

━━━

Los peldaños de la casa de los Jovan chirriaron con suavidad cuando subió uno a uno, paso a paso, sintiendo que los que dejaba atrás junto a las huellas se volvían una bolsa llena de mierda de la que se deshacía.

Tomm lo miró con una ceja alzada desde donde se encontraba sentado, una vieja silla que la señorita Diane conservaba por puro sentimentalismo.

—¿Por qué traes esa cara?

—Fue un día largo —murmuró, deteniéndose al borde del porche, bajo la luz de luna—. Así que si tienes algo que decir, guardátelo.

El ceño del rubio se frunció y el hombre chasqueó la lengua de tal manera que quizás Kenny podría sentirse orgulloso de él. Félix sintió que el peso en sus hombros bajaba un poco.

La figura de Tomm estaba ensombrecida por el techo, cuidadosamente oculta bajo el anonimato que proporcionaba la oscuridad a esa hora de la noche. Lo único que brillaba para entonces era la luna, blanca perlada y realmente hermosa, majestuosa, nostálgica.

—¿Qué quieres, Tomm?

—Solo quiero saber cómo estás —le respondió con tono burlón, pero la pizca de preocupación debajo era genuino—. ¿Qué acaso no puedo, uh?

—No estoy de humor para tus estupideces.

El otro resopló.

—Últimamente no estás de humor para nada, idiota.

—¿Y? ¿Te importa?

—Bueno, ahora somos amigos, así que supongo que sí.

Félix rio levemente, una risa seca y algo amarga, y se dejó caer en el último peldaño de los superiores para tomar asiento allí. Desde detrás suyo escuchó al otro suspirar con tanta pesadez que Félix concordaba con él.

—Zackly le recordó a Historia amablemente que su tarea como reina es tener hijos también, aparentemente.

El rubio chasqueó la lengua con asco.

—Putas políticas y putos hombres que se meten en esos asuntos como si les correspondiera.

—Hah, si pudiera les metería un puñetazo en el rostro.

—Si alguien se atreviera a hacerle eso a Jocelyn, probablemente lo mataría.

—¿Puedo pedirte ayuda para esconder el cadáver, entonces?

—Creí que ya tenías a Kenny Ackerman para eso.

Félix tiró la cabeza hacia atrás y largó una pequeña carcajada, la presión en su pecho deshaciéndose momentáneamente.

—No seas idiota, Tomm —murmuró echándole un vistazo por encima del hombro—. Kenny probablemente se me adelante y lo asesine, si es que Ymir no lo hace primero.

—Ymir es... ¿La novia de la reina, cierto?

—Mhm.... Sí, supongo.

—Huh, tu prima consiguió pareja antes que tu. ¿Cómo se siente?

El azabache se giró un poco, sus cejas fruncidas y un puchero en su boca. Apenas Tomm le dio una mirada resopló pesadamente y rodó los ojos.

—Yo debería preguntarte eso a ti, solterón amargado.

—¡Oi, no estoy amargado! —exclamó—. Simplemente disfruto de una vida sin compromisos, ¿qué tiene eso de malo?

—Absolutamente nada, pero yo también disfruto de una vida sin compromisos, así que cállate rubio de mierda.

La sonrisa que se extendió en el rostro de Tomm apareció lenta, muy lentamente, revelando las perlas blancas que tenía por dientes, los finos labios y las angulosas mejillas. Félix le miró, desconcertado.

—¿Qué?

—No te hagas idiota, Félix.





Los ojos azules brillaron y el estómago de Félix se revolvió, algo caliente y doloroso enroscándose en su pecho porque él sabía, por supuesto que lo sabía, pero no quería hablar de eso, mucho menos mencionarlo. Hacerse idiota era solo un mecanismo de defensa que surgió tras tantos días en silencio.

Erwin seguía siendo un punto doloroso que le dolía cuanto más ignoraba el problema que hervía entre ellos.

—No quiero hablar de eso.

Tomm se encogió de hombros y volvió a reclinarse contra el respaldo del asiento de la vieja silla. La camiseta de dormir que usaba apenas y le cubría los hombros, raída en algunas de las partes inferiores, con las mangas enrolladas. Los pantaloncillos habían sido de su padre.

—¿Y qué harás, entonces? Acerca de Zackly y el asunto de la descendencia, ¿qué harás?

Félix, suspirando, se encogió levemente de hombros y se reclinó hacia atrás, apoyando sus antebrazos en el suelo del porche y tildando la cabeza para poder observar las estrellas y el trozo de luna que sobresalía por encima del pórtico.

—Le dije a Historia que yo lo haría, así que...

—¿Qué? ¿Tu... Vas a tener un hijo?

Le temblaron los hombros cuando los encogió.

—Supongo que sí.

Pero Tomm sabía.

Lo sabía porque había sido el imbécil que se burlaba de él cuando eran niños y Félix lo odiaba por eso. Por tener, de una forma u otra, lo que él nunca podría tener.

El rubio carraspeó y se puso en pie, dando pequeños, deliberantes pasos hasta llegar junto a él y tomar asiento a su lado. Las tablas chirriaron y entonces la palidez de la luna casi lo volvió un fantasma a su lado con lo brillante que se vio el chico.

—Tanto tiempo te negaste a aceptar las propuestas de mi padre y ahora... Estás a punto de meterte en un problema parecido. Porque sé que si llegas a tener un hijo con alguna mujer, tu vas a casarte con ella, aunque sea solo para no hacer que ese niño sea un... Bastardo.

—Vaya, me conoces tan bien.

—Lamentablemente.

Félix rodó los ojos y le dio un puñetazo en el hombro a Tomm.

El rubio se lo devolvió, un poco más suave y sin tanta fuerza, y ambos quedaron en silencio por unos segundos. La brisa de la noche estaba un poco fresca un poco cálida, más caricias que le enterraban dedos fantasmales en el cabello y se lo revolvían casi con cariño.

—Escucha, lo que el Comandate Zackly pide de ella es posible, pero Historia es una niña, como Jocelyn —dijo—. Entiendo que como su primo tu quieras protegerla, pero... Tener un hijo solo para evitarle el pesar a ella no es lo correcto, especialmente ahora. Dale tiempo, disfruta un poco de éste momento de paz y ya después decides. Tienes toda la vida por delante, Félix.

—De hecho no.

—¿Uh?

En Tomm podía confiar, porque aunque fuera un imbécil, era uno de los pocos que entendería por qué Félix hacía lo que hacía.

Por qué tenía que hacerlo.

Entonces le explicó; desde que Rod Reiss lo llamó a Stohess, la carta que le escribió a Frieda, los recuerdos, Kenny diciéndole la verdad sobre su padre, sobre el poder del Fundador, mintiéndole abiertamente sobre Frieda y lo que ella quería de ese mundo, lo que buscaba hacer de el. Le contó sobre su madre también, sobre los Ackerman, sobre el mundo de arena y estrellas y el secreto oculto ahí, la niña y la manzana, las cadenas.

Le contó sobre ese día en la cima del muro de Orvud, la amenaza de Historia y cómo Félix terminó aceptando a pesar de no querer, lo que debía hacer.

Porque un rey no era un rey si no protegía a su reino.

Al final Tomm soltó el aire guardado en sus pulmones con extrema dificultad, y los hombros se le relajaron un poco. Era como si un peso se le fuera de encima al mismo tiempo que otro le caía sobre él, y Félix se preguntó a sí mismo si es que así se veía él.

—El rey, uh... No sé porqué no me sorprende.

—Sip... Así están las cosas.

Tomm se enderezó un poco y se reclinó hacia él, apoyándose contra su brazo desde donde estaba sentado a su izquierda. A pesar de la frescura del exterior, Tomm estaba cálido, un peso reconfortante junto a él, una presencia sólida que cimentaba un poco sus nervios.

—No sabía sobre Frieda —le dijo el otro en un quedo susurro—. Lo intuía un poco, pero después mi padre comenzó a actuar raro y lo escuché hablar con mi madre acerca de ti y... Nunca me imaginé cómo no saber quién eras en realidad te afectaría.

—Nah, no te preocupes por eso —dijo, dándole suaves palmadas en la espalda—. Creo que me va a doler de por vida, y sé que jamás voy a poder superarla por completo pero... Aprenderé a vivir con esto, supongo. Sé que puedo.

—No tendrías que hacerlo —dijo—. Vivir aferrado a una persona con la que no había oportunidad alguna no es sano ¿sabes?

—Sí, sí lo sé.

—Entonces déjala ir —el rubio se enderezó y volteó el rostro para mirarlo, sus cejas ligeramente fruncidas—. No vale la pena seguir con algo que no tiene futuro, incluso aunque le hayas prometido a dicha persona volver... Mira, no te enojes y no me mires así idiota, que yo solo quiero ayudar.

—Ya lo sé —resopló.

Tomm rodó los ojos y le dio otro leve puñetazo en el hombro.

—Olvida a Frieda entonces, sigue ignorando al Comandante Erwin, haz lo que quieras Félix. Acuéstate con quien se te dé la gana, vuelve con Nicolás, usa a las personas que quieras, bebe, ríe, baila si quieres, o entra al lago a nadar —la voz del otro hombre comenzó a ganar un poco de fuerza—. Si tu vida ya está jodida, entonces haz algo para aliviarla un poco. ¿Crees que yo acepté que mi padre fuera ejecutado por mero deber? Já, ni hablar. Estoy feliz de que ese pedazo de mierda se haya ido, y me gusta Historia, creo que es genial que ella esté en el poder, y sin mi padre aquí puedo... Podemos hacer lo que queramos.

Félix lo miró de reojo con una de sus cejas arqueadas, silenciosamente preguntando de qué hablaba. Tomm resopló nuevamente y se volvió hacia el frente, al camino de gravilla y los pocos bosquecillos que se veían en la lejanía de la propiedad.

—Eres el rey ¿comprendes? Tu y Historia pueden hacer lo que se les venga en gana siempre y cuando cumplan con su deber, ¿no es así? —cuando Félix parpadeó como única respuesta, Tomm gruñó entre dientes y se talló el rostro con ambas manos—. Vivan sus vidas, las vidas que quieran, pero hagan su trabajo, cumplan su deber. Es todo lo que yo pediría de ustedes.

Una sonrisa tiró de sus labios y el azabache se giró un poco hasta alzar su mano y revolverle los cabellos al rubio, los mechones suaves entre sus dedos. Tomm resopló y las puntas de sus orejas se pusieran rosadas, el sonrojo yendo hacia abajo con lentitud.

—Gracias.

—Sí, sí. No empieces con tus cursilerías, por favor.

Félix puso los ojos en blanco, pero hizo caso y quitó su mano de encima de su cabello. Dirigió su vista al frente, en donde se extendía el lugar, y un quedo, casi lastimero suspiro se le escapó de entre los labios con una pesadez que la sintió casi liberador.

Tras unos pocos minutos el rubio se puso en pie, se sacudió los pantalones de pijama y le hizo un gesto para que lo siguiera. Félix lo miró en silencio por un segundo entero y después hizo lo que le pedía, ingresando tras él en absoluto silencio a la casa.

—Vamos a dormir —murmuró el otro, andando hacia las escaleras—. Después de toda esa información incluso yo necesito apagar mi cerebro.

—¿Juntos?

Tomm se detuvo en el tercer peldaño de la escalera, y se giró a mirarlo.

La expresión en su rostro se disolvió cuando hizo contacto visual con él, porque quizás vio la genuina confusión en Félix, quizás entendió también cuán genuina era su pregunta.

—Solo dormir —dijo, y reanudó su camino hacia arriba, lentamente y consciente del silencio en el interior de la casa—. Será como una pijamada, supongo.

Algo en sus hombros se relajó y Félix dio vuelta para dirigirse hacia la cocina, riendo por lo bajo y siendo guiado por mero instinto.

—Veré si aún hay galletas entonces.

—Trae vino. Dos botellas, nada de vasos.

—¿Algo más, señor?

Tomm gruñó algo desde la cima de las escaleras, y las duelas que pisaba casi se tragaron sus palabras.

—Tu horrible trasero, y deprisa.

A pesar del silencio en el interior, Félix se echó a reír.


HOY NO HAY FUN FACT DEL DÍA HOY NO HAY FUN LMAO

anyways!! No recuerdo si iba a decir algo importante tengo mucho sueño me quedé despierta hasta tarde viendo el Muster de BTS sigh.....pero!!  

Quiero decirles que es probable que los días de actualización se cambien a solo miércoles o solo domingos, depende de cuando tenga listo el capítulo porque con mi trabajo se me hace difícil sentarme a escribir y tener algo de inmediato con lo que me sienta satisfecha, así que....yep, lo siento guys :(( no quería llegar a esto pero no puede ser de otra manera, perdón:(

Btw, alguien ha visto one punch man? Porque últimamente he querido escribir una fic de ese anime y ya tengo pensado todo.... Y TAMBIÉN UNA DE HOW TO TRAIN YOUR DRAGON NO MAMES PORQUE SOY ASÍ 

aNywaSy !!!! Idk si fue muy obvio pero hay un time skip aqui....sigh 

En fin, espero que hayan disfrutado del capítulo, lo hice con mucho amor<33333333

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