53. Resplandores

CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES
RESPLANDORES 
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Historia estaba usando un vestido de seda blanco, largo que le llegaba a los tobillos y dejaba al descubierto su clavícula, y encima de los hombros descansaba una larga capa roja con hilo bordado en las orillas, ambos extremos unidos frente a su pecho por un eslabón dorado.

La ostentosa corona que Zackly le colocaba sobre el rubio cabello lucía ridícula, pesada.

Una carga demasiado grande para ella sola.

—Oi, sabes que ahora que es reina no podrás precisamente besarla en los pasillos del cuartel, ¿cierto?

—¿Hah? —desde donde Ymir se hallaba, recargada en el otro extremo de la ventana desde la que miraban la coronación, la castaña le lanzó una sucia mirada a su capitán—. ¿Y eso a ti qué te importa, sucio viejo rabo verd-?

—Hey, ¿podrían callarse? —murmuró él desde el lado contrario a donde Ymir estaba, mirándoles con el ceño fruncido—. No estamos precisamente en una zona privada para que empiecen con sus idioteces.

Tanto Ymir como Kenny le lanzaron una mirada de soslayo, la de la castaña más exasperada que la del otro. El Ackerman se limitó a encogerse de hombros.

—No sé si te has dado cuenta, pero somos los únicos aquí.

Félix bufó cuando Ymir rio por lo bajo, y volvió a voltearse una vez más hacia el exterior de la ventana, viendo a Historia ser aclamada por la multitud a pies del pódium de coronación. Las cabezas de las distintas divisiones militares estaban tras ella en la tarima, hincados en una rodilla mientras ella se hallaba de pie frente al resto, saludando con su puño por encima de su corazón.

Historia tenía todo el porte de una reina allí de pie ante sus súbditos, con el deslumbrante rubio cabello en un elaborado pero sencillo peinado y la corona con rubíes incrustados en los costados, los picos en ella como rayos de sol apuntando al cielo.

¿Qué estaría pasando por su mente en esos momentos? ¿Estaría ansiosa, temerosa? ¿Le temblarían las manos de la misma manera en la que lo hicieron antes de tener que ir hacia el exterior?

Félix se las había sostenido con fuerza antes de dejarla partir hacia donde sería coronada, notando casi de inmediato que ese temblor que las sacudía provenía mayormente no de miedo, pero de ansiedad.

—¿Y si no soy buena? ¿Y si… Y si mejor lo haces tú?

Pero Félix, bueno. Félix le tenía fe a ella. Por algún motivo era Historia quien se volvía reina en la mayoría de sus vidas pasadas, así que lo menos que podía hacer era tenerle fe.

Su mirada se entrecerró un poco cuando el brillo de la corona de Historia pareció rebotar contra el cristal frente a él, y solo entonces, cuando la luz disminuyó y los vítores se volvieron ruido de fondo, es que se dio cuenta de que, inclusive desde aquella distancia, Historia le estaba mirando.

Golpeó otro nervio en él.

Era un desafío, una afronta.

Era Historia retándole a echarse para atrás cuando Félix gobernaría junto a ella pero de la misma manera en la que su padre lo había hecho; en las sombras, oculto en sus pliegues mientras era ella quien daría la cara por ambos.

—Oi, chico

—¿Mhm?

—¿Ya pensaste qué harás? —le preguntó Kenny, recargado en el muro frente a ellos, tan lejos de la ventana como pudiera—. Después de hoy, serás tu y Historia nada más. No habrá más personas en las que apoyarse.

—¡Hey! Nos tendrán a nosotros.

—Pero la palabra final será de ellos —refutó el otro, haciendo un vago gesto hacia el exterior del edificio—. Este cuchitril será su prioridad ahora.

—La prioridad en estos momentos es la inminente reunión con Pixis, Nile y Zackly —les cortó él de golpe, lanzándoles una mirada de reojo a ambos que los silenció—. Ymir tendrá que decirles todo lo que sabe del mundo exterior, y tu y yo tendremos que decirles sobre los Ackerman, los Reiss y cuál es el papel de cada uno en este mundo.

—Pues se los decimos y ya —dijo Ymir con obviedad—. ¿Cuál es el problema?

—Que van a preguntar cómo sabemos todo eso —le respondió Kenny—. Especialmente, cómo es que Félix lo sabe todo.

Ymir frunció el ceño y lo miró a él como si Félix fuese el problema, lo que ciertamente era.

¿Cómo le iban a explicar al resto de comandantes que Félix era un simple chico normal sin relación alguna a la nobleza si se sabía todos los secretos por saber de ese absurdo poder?

—Espera, ¿cómo? ¿No… No les dirás que eres un Reiss entonces?

—No.

—Uh… ¿Por qué no? —cuando Félix se encogió de hombros, Ymir le miró como si estuviera loco, después se burló de él—. ¿Qué acaso tu eres estúpido o qué?

—Oi.

—No, no. Cállate —le dijo ella, cruzando los brazos frente a su pecho—. ¿Por qué no se los dirás tu pero Historia sí tiene que ir allí fuera y tomar una estúpida corona? ¿Uh?

—No me reclames a mi por las decisiones de Historia.

—¿Decisiones? Historia fue obligada por ese rubio idiota. De no haber sido por él, nada de esto habría ocurrido.

—Bueno ¿y qué quieres que yo haga? —le espetó Félix, enderezándose ahí junto a la ventana para darle frente a Ymir. Ella también pareció captarlo, porque dio un paso al frente y alzó tanto como pudo el mentón—. No puedo ir con Erwin y darle órdenes, no puedo hacer eso con el resto de los comandantes. Fueron ellos quienes accedieron a seguir el plan del Comandante.

—¿Y los nobles? ¿Por qué no juegan un papel en esto si eran ellos quienes manejaban el gobierno antes?

—¿Y volver a lo de antes? Ymir, ¿acaso escuchas lo que dices?

—Oi, oi, oi, oi, oi —Kenny se acercó a ellos con parsimonia, su boca ligeramente crispada en lo que parecía ser una agria sonrisa—. Pelear entre nosotros no va a servir de nada. Lo único que podemos hacer ahora es seguir adelante y salir de esto a patadas si tenemos qué.

Ymir le sostuvo la mirada por un segundo de más, claramente molesta por cómo es que las cosas terminaron siendo. Félix lo estaba también por una multitud de razones que no tenía muchas ganas de mencionar ni de pensar en.

La cabeza aún le punzaba, y tenues oleadas de dolor le recorrían sus sienes y su coronilla de a momentos, cada leve pinchazo más brutal o duradero que el anterior.

Kenny se volteó un poco hacia él y le miró de arriba abajo.

—¿Qué haremos, entonces? ¿Ya pensaste en algo?

Félix alzó la mirada y la pasó de su capitán a su única compañera. Ymir miraba a través de la ventana con el gesto ceñudo.

Suspirando, se giró para poder recargarse de espaldas junto a la ventana y tiró la cabeza hacia atrás.

Los recuerdos estaban ahí otra vez, como fantasmas que solo él podía ver haciendo acto de presencia en el peor de los momentos. Era uno de los motivos por los que no había querido ir junto al resto de personas a la plaza para presenciar la coronación.

A veces, las realidades se confundían y las vidas se fusionaban, y todo se volvía un enredo mucho más grande de lo que era capaz de lidiar con.

¿Qué hacer? Esa era la pregunta del millón.

Ir a casa, murmuró una vocecita en lo profundo de su mente. Pero ir a casa, ¿a cual? ¿A la que tenía aquí con el resto de sus amigos, con las personas con las que había crecido? ¿O a la otra, en donde se encontraba Zeke? Con mamá, entonces, tengo que ir a verla y asegurarme de que esté bien. Confío en Nicolás, pero…

Pero necesitaba a su madre. Y aún estaba el otro asunto, el que les aguardaba como una nube de desesperanza colgando por encima de sus cabezas.

Aún debían enterrar a Caven.

Se llevó las manos al rostro y se lo talló buscando sacarse de encima todas las frustraciones de aquellos días con ese simple acto.

Se dio cuenta entonces que a pesar de que se había cambiado la ropa sucia y con sangre, y de que sus manos ahora estaban limpias, que la gabardina verdosa del uniforme oficial de la milicia era relativamente nueva, aún era capaz de percibir el aroma de Erwin encima de él.

—Primero, llevaremos a Caven a descansar —empezó a decir en un tenue tono de voz—. Las reuniones oficiales no comenzarán hasta mañana y aún no es tan tarde, así que decidamos un lugar dónde enterrarla y después nos reuniremos con Historia para planear algo.

Ninguno de los otros dos dijo nada por unos momentos, cada uno digiriendo sus palabras a su propio ritmo y a su propia manera. Le echó un vistazo de reojo a Kenny, preguntándose si su duelo era tan grande y conflictivo como el suyo, si él también sentía que en su grupo de tres hacía falta alguien.

—¿En dónde la enterraremos, entonces? —cuestionó Ymir, ladeando el rostro hacia la ventana. Afuera se dispersaba la multitud y la reina desaparecía hacia el interior del edificio en el que ellos se hallaban—. Los cementerios son muy ordinarios, no podemos dejarla allí entre el resto.

—¿Entonces dónde? ¿Un lugar aleatorio perdido en el interior de estas murallas?

Félix dejó que sus voces se mezclaran con el resto del poco ruido que alcanzaba a ser escuchado. Su mirada viajó desde las figuras representadas en los techos abovedados del edificio hacia las paredes con pinturas, hasta pasar por encima de Kenny y de Ymir, aún discutiendo, y detenerse finalmente en los rayos del sol traspasando suavemente el cristal junto al que se hallaban reunidos.

Quizás…

—El lago —murmuró de pronto, y los otros dos se interrumpieron para mirarlo.

—¿Lago? ¿Qué lago?

—El lago de Uri —aclaró, volviendo la mirada a ellos—. Es tranquilo, y no muchas personas parecen ir allí.

Ymir alzó una de sus cejas y después miró a Kenny.

—¿Dónde es eso?

Kenny tenía la vista nublada, sus ojos posados fuera de la ventana frente a la que estaba de pie. Félix se preguntó si quizás estaba viendo a su padre, y si sería buena idea decirle que Uri ya lo había venido a visitar una vez, también.

—En un área cercana a la residencia de los Reiss aquí en Sina —les dijo el Ackerman, su voz igual de lejana que su mirada—. Es un lugar agradable. El padre de Félix gustaba de ir allí en ocasiones.

Las cejas de Ymir se dispararon hacia arriba, y a pesar de que parecía haber cientos de preguntas bailando en la punta de su lengua, se las reservó para después. En esos momentos, ni Félix ni Kenny estaban para soportar interrogatorios por más inofensivos que estos fueran.

Ymir también pareció entenderlo, porque la castaña carraspeó la garganta y se movió de pie en pie con una palpable incomodidad.

—Bien, uh… Supongo que lo haremos allí entonces —dijo—. Uhm, en ese caso iré abajo y buscaré un par de palas y las subiré a la carreta. Les, uh, daré de comer a los caballos y si veo a Historia antes de irnos, le diré de nuestro plan.

—Que nadie te escuche.

Ella asintió y con rapidez se giró sobre sus talones y echó a andar hacia donde estaban las escaleras. Ymir les echó una última mirada por encima de su hombro antes de apurarse en desaparecer.

Félix rio un poco.

—La ahuyentamos.

—Hah —murmuró Kenny en respuesta, arrastrando los pies hasta el otro costado de la ventana e imitando su posición—. Parece ser que sí, uh.

Félix guardó un poco de silencio si acaso porque se notaba que Kenny lo necesitaba. El mayor estaba ahí recargado contra el muro, sin sombrero y con el mismo uniforme que Félix llevaba encima, una vacante expresión en su rostro que le añadía años a su persona.

Así de cerca podía verle las arrugas alrededor de la boca y las que se ceñían cerca de sus ojos, la incipiente y descuidada barba que le crecía en el mentón y a lo largo de toda la mandíbula. El oscuro cabello castaño lo tenía peinado hacia atrás como era usual para él, y sus ojos color pólvora estaban tranquilos.

Apagados.

—Oi, chico, no mencionaste nada sobre ir a ver a tu madre.

Félix se encogió de hombros.

—Iba a ir hoy por la noche, después de dejar a Caven —respondió—. Estoy un poco aterrado a decir verdad. Ansío verla pero me da miedo su reacción a las noticias de Uri y la familia Reiss.

Una de las comisuras de Kenny se alzó en una burlesca sonrisa y la preocupación que había empezado a sentir por el hombre se evaporó un poco.

—Descuida, tomaré una por el equipo y me enfrentaré yo a ella.

—¿Seguro? —cuestionó con una de sus cejas arqueadas—. Mi mamá puede ser un poco…

—Sí, no hay problema. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Félix rio levemente y estiró su brazo para darle un ligero golpe en el hombro, que el Ackerman respondió con un bufido y un suave tch.

Kenny carraspeó su garganta y le hizo un gesto para llamar su atención.

—Por cierto, ¿no le dirás a Ymir sobre tus recuerdos?

Las cejas de Félix se alzaron y después se fruncieron, todo en cuestión de segundos.

—Sí lo haré, pero no ahora. Quiero entender cómo es posible que eso ocurra, y si hay alguna manera de… Activarlo por cuenta propia.

—¿Vas a practicarlo, entonces?

—Yep.

—¿Cómo vas a hacer eso?

Suspiró y sus hombros cayeron en frustración, un puchero apareciendo en sus labios.

Kenny lo miró con el labio fruncido y estiró su mano para darle un golpecito en la frente. Félix gimoteó.

—Ow, no hagas eso —murmuró, llevándose una mano a su frente para masajearse la sien—. He tenido dolores de cabeza desde que toqué a Eren.

—Tch. Sabía que era una mala idea hacer eso, y aún así fuiste. Idiota.

Félix, mirándole de mala manera, se acercó a él y tiró de la gabardina para hacerlo avanzar junto a él en dirección a las escaleras. El pasillo se alargaba un poco y después daba vuelta en una esquina, y las escaleras se hallaban a mitad de ese otro corredor.

Kenny llevaba las manos metidas en los bolsillos de la gabardina, un aire despreocupado a su alrededor que definitivamente no iba acorde a lo que estaba por ocurrir.

—Tenía qué —le dijo, descendiendo peldaño a peldaño—. Necesitaba saber cómo… Cómo fue que murió. Y si Eren realmente era el culpable, o… No lo sé, solo necesitaba saber.

—¿Valió la pena?

El azabache se encogió de hombros.

—Aún no lo sé.

Kenny volvió a chasquear la lengua, esta vez siendo él quien tiraba suavemente de su gabardina para llevarlo hacia la otra escalera. Ese pasillo tenía personas contrario al que habían usado para observar la coronación, y los pocos que pasaban frente o junto a ellos les tiraban miradas indiscretas y seguían con sus vidas.

—Por cierto, ¿cómo sigue tu herida?

—Ah, no es nada. Arde si me muevo muy bruscamente, pero no moriré por ella.

—Qué tragedia, ¿no?

—Mhm.

Empezaba a verse más movimiento en el siguiente pasillo, probablemente porque Historia estaría cerca. Félix miró de lado a lado en busca de esa cabellera rubia, probablemente sin la corona y seguida por sus amigos.

Le gustaba eso, se dio cuenta, que Historia estuviera rodeada por sus amigos durante este día en específico. Algo le decía que ese apoyo era necesario y bien recibido, y él esperaba que su prima siguiera recibiéndolo por el resto de sus días portando la corona.

Es lo que a él le habría gustado.

—Hey, Kenny… Probablemente no sea de mi incumbencia, pero-

—Si no lo es entonces no lo menciones.

Félix le dio un codazo suave y Kenny siseó como la víbora que era.

—Calla, esto es serio.

—La mayoría de las cosas lo son.

El azabache rodó los ojos y se pasó una mano por el cabello, tirando suavemente de los mechones para deshacerse de un poco de la frustración que sentía.

—Hablo enserio, idiota. Acerca de… Acerca de Levi…

—¿Es esto acerca de hablar con él o algo? Porque si es así, entonces no estoy interesado.

—Oi, no seas así —dijo dándole un golpecito en el hombro—. Ymir soltó ese pedazo de información tan de golpe que nos dejó a todos un poco sorprendidos, pero… Solo imagínate cómo debió haberse sentido él.

—Tch. ¿Y eso qué?

Félix movió su cabeza en negación y se detuvo en los peldaños de las escaleras, ocasionando que Kenny se detuviera por igual.

El Ackerman le miró con el ceño fruncido, probablemente disgustado con el tema de conversación pero a él no podría importarle menos. No cuando era acerca de ese tema en específico e involucrando a Levi, de todas las personas.

—Bueno, saber que fuiste abandonado y dejado atrás por alguien de tu familia no es precisamente el mejor sentimiento del mundo —le informó con tono amargo—. Especialmente si después de eso no hubo… Nadie para ti.

Una de las cejas de Kenny se arqueó.

—No proyectes cómo te sientes tú en Levi, Félix —advirtió—. Las situaciones son distintas. Uri te dejó para protegerte, y yo lo hice porque no podía quedarme, tal cual.

—Lo dejaste porque tenías miedo a fallarle —le acusó él fríamente, sabiendo que solo así Kenny podría entender su punto—. ¿Y sabes algo? Aún así lo hiciste, ¿no te gustaría, no sé, remediar eso?

Kenny resopló pesadamente y le apartó con la mano para pasar por su lado y seguir descendiendo el resto de los peldaños sobrantes.

—No sabes de lo que hablas.

Félix volvió a suspirar, porque él sabía que quizás no.

Quizá realmente no lo sabía por completo. Y tal vez tampoco lo entendía, lo que era una pena porque ciertamente a Félix no le gustaría hacerse a un lado y ver ese lazo deshacerse en cenizas.

—¿Qué harás, entonces? ¿Ignorarlo hasta que el problema se vaya, o aguardar a que ya sea tu o Levi mueran para no verse jamás?

Kenny se carcajeó un poco y su risa de animal abortando creó un ligero eco que rebotó hacia arriba, en donde los peldaños ascendían al piso superior, y se extendió a lo largo de todo el pasillo que tenían por delante.

Historia estaba ahí, contemplando en silencioso horror al espécimen que tenía de frente a ella. El resto de sus amigos se encontraban en un estado similar, con los ojos abiertos al igual que sus bocas.

Sorprendidos, se dio cuenta.

De Levi, porque era él quien estaba de pie frente a ellos con las manos metidas en los bolsillos de la gabardina similar a como Kenny lo hacía.

La mirada de su prima lo encontró primero, y el brillo en ellos fue genuino junto con la temblorosa sonrisa que le nació en los labios.

Ya no llevaba puesta la pesada capa rojiza como la sangre ni la corona que destellaba dorada.

—Félix, ¿dónde estabas?

—Ah, por ahí —dijo con facilidad y la sonrisa en su boca, esa también se sentía demasiado fácil, muy simple. Félix anduvo con pasos tranquilos hasta estar cerca de Levi, y entonces le pasó un brazo por encima de los hombros en un medio abrazo—. Había muchas personas para mi gusto.

Los ojos de Historia centellearon. Félix le guiñó un ojo.

—Oi, ¿fuiste a esconderte mientras nosotros pasábamos tiempo bajo el sol?

Él se encogió de hombros y ladeó su cabeza hasta poder colocarla cerca a la de Levi. El otro chasqueó la lengua y estiró tanto como pudo su cuello para poner distancia entre ellos.

—¿Molesto, Levi?

—Tch.

Una sonrisilla tiró de las comisuras de sus labios y en un acto de valentía nunca antes visto, Félix llevó una de sus manos a la mejilla de Levi y tiró suavemente de ella.

—¿Sabes? Cuando te enojas te pareces a un gato, Levi.

—¿Qué mierda acabas de-?

Alguien se aclaró la garganta a espaldas suyas y tanto Levi como él se giraron para encarar a Kenny, aunque la sonrisa se le cayó de la cara cuando se dio cuenta de que no era el amargado de Kenny quien se hallaba allí con ellos, si no Erwin.

Félix prácticamente saltó tan lejos de Levi como pudo, y Kenny, que se había mantenido cerca suyo desde que llegaron junto al grupito, le tiró una burlona mirada de costado.

—Levi —comenzó el otro con cuidado, mirándole a él de soslayo con el ceño fruncido—. Hange estaba buscándote.

—¿Uh? ¿Cuatro Ojos? ¿Qué es lo que quiere?

Erwin se encogió de hombros y fue justo cuando volvía a voltearse hacia él que Félix, casi que inundándose en pánico y nervios y las ganas que tenía de volver a abrazarle, tomó a Kenny del brazo y tiró de él hacia donde se hallaba la salida.

—Uh, bueno, nosotros nos retiramos por ahora. Hablaremos más-

—¿A dónde vas?

Se frenó de golpe y miró a Historia, que a su vez le miraba de vuelta con una ceja alzada.

Ahí estaba otra vez. Esa mirada que él estaba seguro había aprendido de Erwin y dominado gracias a la poca influencia de Levi con la que convivió desde que el plan de mantenerla a salvo se puso en marcha.

—Uhm… tenemos cosas qué hacer.

—¿Qué cosas?

Maldición, Historia no iba a hacérselo más fácil, ¿cierto?

Por detrás de ella los chicos se escurrieron hacia los costados, claramente no queriendo lidiar con esa situación. Solo Eren había sido lo suficiente valiente como para quedarse junto a ellos.

Félix y Kenny se miraron entre sí y el mayor se encogió de hombros.

—Díselo —aconsejó el otro, gesticulando con su mano—. Si Ymir no la vio y no le dijo-

—Oh. Sí la vi y sí me dijo —les cortó ella de golpe, cruzándose de brazos—. Pero quiero escucharlo de ustedes dos.

Kenny silbó por lo bajo y se alejó de él con una risilla, con sus dos manos alzadas como si estuviera dándose por vencido.

—Nope, no me voy a meter en eso —murmuró, mirándole con diversión.

Félix le tiró una sucia mirada y aquello solo agrandó la sonrisa en el rostro del Ackerman. Miró de reojo hacia donde los otros se hallaban, Jean, Sasha y Connie discutiendo entre ellos en voz baja con Armin junto a ellos observando el pedazo de show que Historia parecía poner en marcha.

Levi ya se había esfumado para ese entonces, y alcanzaba a verlo alejándose por el fondo del pasillo que llevaba a las otras habitaciones y salas de reuniones, probablemente en busca de Hange.

El que quedaba era Erwin, y si aquello no le alborotaba el pulso…

—Uh… Vamos a ir a enterrar a Caven —murmuró rascándose la nuca con ligeros nervios—. Y después de ahí iremos a ver a mi madre.

Historia parpadeó un par de veces, probablemente no esperándose el pequeño dato sobre ir a ver a su madre, y por un segundo, uno muy breve, se le iluminó el rostro de una manera en la que no lo había hecho ni siquiera al escuchar de Frieda.

—Oh… Creí, uh, creí que iríamos a saquear la casa de los Reiss.

Kenny rio.

—Y eso haremos, pero supongo que podemos hacerlo más tarde —murmuró, acercándose a ella y tomándola de los hombros. El fino vestido de tela blanca que usaba se sentía suave bajo el tacto—. ¿Nos necesitabas aquí para algo?

Historia se encogió de hombros.

—No en realidad, pero…

—Nos reuniremos mañana para trazar nuevos planes y poner en orden ciertos aspectos para el nuevo régimen —informó Erwin desde un costado de ellos. Félix asintió con el corazón en el puño porque mirarlo aún le costaba un poco de trabajo—. Supuse que tu y Kenny querrían involucrarse.

Félix asintió, mirando de soslayo a su capitán. El otro asintió igualmente.

—Ahí estaremos, niño bonito.

Erwin asintió de una sola cabezada, y en lugar de irse como él esperaba, permaneció quieto en su lugar con el rostro ligeramente ladeado, viendo a través de las ventanas.

Félix lo miró de reojo, tragando saliva duramente.

Tendría que hablar con él en cualquier momento, él sabía. Tendría qué, porque aunque Félix tuviera ganas de ignorar el problema, Erwin no lo haría.

El comandante lo había escuchado fuerte y claro el día anterior y no iba a dejarlo pasar de ninguna manera.

—Entonces… Te veremos más tarde, supongo.

Historia apretó los labios en una fina línea y echó un vistazo por sobre su hombro hacia donde se hallaba Kenny.

—Van a estar bien ¿cierto?

—Hai hai.

Félix rio por lo bajo y le lanzó una divertida sonrisa a su capitán que Kenny correspondió con una de esas sonrisas suyas que lo hacían ver como el maníaco que en verdad era.

Cuando se volvió hacia Historia, le dio un suave apretón a sus hombros y se inclinó para besar su frente.

Las mejillas de su prima se colorearon suavemente en rosado.

—Te veré más tarde, ¿sí?

—…Okay.

Félix colocó su mano sobre la cabeza de Historia y le revolvió un poco los cabellos.

—Te veías preciosa hoy, por cierto —dijo dejando caer su mano y ocasionando que el sonrojo de Historia creciera un poquito más—. El blanco en verdad te va bien.

—Gracias —murmuró ella en respuesta.

Kenny rio por detrás suyo.

—¿Sabes que otro vestido es blanco?

—¿Uh?

La sonrisa de su capitán creció un poquito más.

—Los de boda.

Historia se tambaleó hacia atrás con la boca abierta en sorpresa y un furioso sonrojo cubriéndole las mejillas mientras Kenny se carcajeaba, su risa de animal abortando volviendo a hacer esa cosa donde asustaba a los presentes en el pasillo. Félix se cubrió el rostro con sus manos y profirió un leve quejido ahí entre ellas, sintiendo la vergüenza que le subía por el cuerpo solo porque su capitán era un idiota.

—¡Ke-kenny!

—¡Oi! Yo solo dije boda, tu eres quien se hizo de ideas.

Historia profirió un grito y después se precipitó hacia el frente, a donde se hallaba Kenny y alzó el puño.

Kenny dijo algo parecido a un 'oh mierda' por debajo del aliento antes de darse media vuelta y alejarse camino a la puerta principal, con la reina pisándole los talones.

—¡Dale con la silla, Historia!

—¿Félix?

—¿Uhm? Oh, Eren, ¿qué ocurre?

El chico estaba un poquito encogido en sí mismo, con los hombros hundidos y caídos. Jugueteaba con sus manos al entrelazar sus dedos continuamente, rompiendo el contacto entre ellos después de unos pocos segundos solo para repetir el mismo proceso. Félix lo observó con paciencia.

—Lamento… Lo de tu amiga —murmuró el chico con suavidad, muy suave y muy tenue. Mikasa los observaba desde donde se hallaba de pie junto a la pared—. De no haber sido por mí-

—Hey, detente ahí —dijo cortándole de golpe. Eren le miró por entre los cabellos que le caían en la frente, y el color de sus ojos, por un segundo, le pareció más brillante, más profundo. Más distinto—. Deja de culparte por cosas que tu no hiciste, ¿de acuerdo?

—Pero-

—No quiero escuchar peros —se apresuró a decir, y la boca del chico se cerró con un clic—. Y… tampoco quiero hablar de Caven ahora mismo, ¿sí? Así que… Ve con tus amigos y organícenle algo a Historia por conseguir una bonita corona de oro, por favor.

Eren rio un poco, sus labios apenas alzándose en un intento de sonrisa.

Félix, suavemente, alzó su mano y pasó sus dedos por encima de los mechones marrones, peinándolos ligeramente hacia un costado para descubrir la frente del chico. Eren le miraba atentamente, un leve color rosado cubriéndole las mejillas del mismo modo que a Historia.

—Te veré después, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —murmuró cabizbajo, y una vez la mano de Félix abandonó su cabellera, Eren dio media vuelta y volvió a donde Mikasa y Armin aguardaban por él.

Félix lo observó irse con una pequeña sonrisa en el rostro pero un latente palpitar en su cabeza que no parecía querer desaparecer.

Si tener contacto físico con Eren activaba las memorias que Frieda le había quitado… ¿Qué ocurriría entonces si Félix trataba de acceder a ellas voluntariamente? ¿Si trataba de ver esas vidas y esos recuerdos por cuenta propia? ¿Sería Eren necesario, o algún objeto de Frieda lo ayudaría con eso?

No quería involucrar al chico en eso, no precisamente. No sabiendo que tal vez vería cosas que no le gustarían, cosas que él no podría soportar. Eren era tan solo un niño de quince años, como Historia y como sus amigos, y darle el peso adicional que ese secreto significaría… No quería darle eso y quitarle otro poco de inocencia a Eren.

Suspirando, giró distraídamente sobre sus pies y echó a andar en la misma dirección por la que Historia y Kenny huyeron, su mirada vagando de un lado a otro en los muros pálidos y desolados cuando una grande, cálida mano le cayó en el hombro y lo detuvo de golpe.

—¿Félix?

Ah, mierda. Había olvidado por completo que Erwin estaba allí.

El azabache se giró con lentitud hacia él, los labios temblándole en una difícil sonrisa de mantener.

Erwin tenía las cejas pinchadas, fruncidas, y el azul en sus ojos lucía como un cielo preparándose para una tormenta en donde el sol aún tenía derecho a permanecer.

—A-ah, lo siento, Erwin, tenemos cosas que-

—Lo sé —murmuró el otro con suavidad, y su mano descansando en su hombro dejó allí una huella de calor cuando la quitó—. Pero creo que necesitamos hablar de un par de cosas.

Oh Dios.

—¿Co-cosas? —preguntó, dando un paso atrás. Dios mío si le preguntaba sobre lo que había dicho ayer en la cima del muro, Félix se iba a echar a correr—. ¿Qué, uh…? ¿Qué cosas?

Erwin le dio esa mirada que él sabía significaba que era capaz de ver a través de él y sus idioteces.

Iba a tener que correr, ¿cierto?

—Sobre Alex —fue lo que le dijo, con extrema cautela y una nota algo extraña en su voz al mencionarlo—. Y sobre lo que dijiste-

—Sí claro, pero tendrá que ser otro día porque creo que ahorita estaremos muy ocupados y la verdad no sé cuándo tendremos tiempo de poder hablar tranquilamente, además de que aún se está por decidir lo que se hará con nosotros y la verdad no quiero hacerme esperanzas, ¿sabes? Pero claro, seguro, está bien. Hablaremos… En algún momento.

Y tras escupir eso, dio media vuelta y se alejó tan pronto como pudo, casi echándose a correr a la mitad del pasillo del absoluto pánico que sentía.

¿En dónde mierda se había metido Kenny ahora?

Echó un rápido vistazo por encima de su hombro antes de doblar la esquina y alcanzó a ver la figura de Erwin alejarse en dirección contraria por el pasillo. Un suspiro de alivio se le escapó de los labios y una vez alcanzó la puerta principal, redujo su paso y las atravesó con lentitud.

Su mirada buscó de lado a lado una vez fuera, tratando de ver ya fuera a Historia o a Kenny o alguna conmoción que indicara que alguien estaba viendo a la reina golpear a un hombre tres veces su edad.

Félix descendió los peldaños uno a uno y anduvo alrededor del edificio por unos pocos minutos antes de ver a su capitán junto a Historia y Ymir, en una de las zonas aisladas del complejo. Tenían los caballos listos y la carreta aguardando, un ataúd encima de ella. Félix se apresuró en ir hacia ellos, mirando hacia los pocos que pasaban junto a él y ralentizando una vez estuvo cerca.

Ymir lo miró con una sonrisilla.

—Oi, ¿todo listo?

—Todo listo.

Kenny asintió, mirando fugazmente a Historia de reojo.

—Entonces… ¿No volverán hasta mañana? —preguntó la rubia.

Los tres se miraron entre sí.

—Probablemente.

—Vendríamos más tarde para poder planear algo sobre mañana y lo que es probable que nos pregunten —dijo Kenny, encogiéndose de hombros—. Pero quién sabe si podamos, iremos a ver a la madre de Félix.

Historia asintió con lentitud, mirándolos a los tres con los labios fruncidos. Estaba obviamente descontenta por eso, porque contrario a ellos, Historia no podía simplemente irse así sin más.

Tal vez ni siquiera ellos pudieran, pero dado el hecho de que estaban por ir a enterrar a su compañera, probablemente era algo en lo que nadie quería meterse.

—Hey, quita esa cara —le dijo Ymir a la rubia, alargando su mano para tirar suavemente de su mejilla—. Volveremos mañana temprano, descuida.

Historia sonrió un poco y Ymir también. Félix y Kenny compartieron una rápida mirada antes de encogerse de hombros y desviarlas hacia otros lados, dándoles un poco de privacidad a las chicas.

—Pero ya que estamos aquí —empezó a decir el Ackerman, aparentemente quitándole importancia al asunto de la privacidad—. ¿Por qué no ponernos de acuerdo de una vez? Nadie va a escucharnos aquí.

Historia asintió, tomó un profundo respiro y encuadró los hombros. Ymir sonrió con parsimonia.

—Bien, ¿qué harán entonces?

—Primero, para asegurarnos de que no nos arrestarán tendremos que compartir toda la información que sabemos.

—Okay… ¿Y cuál es esa?

—Bueno, el Fundador, o bueno el poder de los Reiss solo puede ser usado por alguien de la familia real, mientras que los Ackerman son una familia de individuos hechos para proteger al rey y su familia. La cosa aquí es que se supone que yo no debería saber eso a menos que lo supiera de antemano, lo que me uh… ¿Incriminaría?

Ymir gesticuló con su mano.

—Lo haría ver mal frente al Comandante Erwin y como ya están medio bien, no quiere que eso pase.

—¿Qué? ¿De qué hablas? No quiero eso, tonta.

Ymir le tiró una sonrisa llena de satisfacción y burla.

—Cállate. Los vi afuera del cuartel en Orvud. ¿Cómo se siente que el amor de tu vida te abracé con sus musculosos brazos?

Félix se sonrojó de golpe y una oleada de pensamientos le cayeron encima de golpe. Iba a ponerse a balbucear excusas cuando Kenny les chasqueó los dedos continuas veces y tanto ella como él se giraron a mirarlo.

—Lo que sea que haya pasado con Erwin no importa ahora. Félix dejó en claro que no quiere que nadie sepa sobre él siendo un Reiss, así que tendremos que planear en torno a eso para no echarlo a perder. Dejen de pelear por tonterías estando nuestras cabezas en juego, mocosos.

Ymir se encogió de hombros pero la sonrisilla seguía ahí intacta en sus labios. Félix, bufando, se volvió hacia los otros dos y asintió. Historia los miraba a ambos con diversión, una pequeña sonrisa en sus propios labios.

—Bien. Historia, tu y Félix son ahora rey y reina, así que las decisiones tendrán que ser tomadas por ustedes ahora, pero ésta en especifico será dirigida a ti, y tu serás la responsable de marcar sentencia —Kenny señalaba a la rubia con el dedo índice—. Si los comandantes te piden un veredicto sobre nosotros, ¿qué harás?

—Dejarlos libres, ¿qué otra cosa?

—Pero si lo haces sin dar por lo menos un castigo-

—Si diera un castigo entonces tendría que dárselo al Comandante Erwin también, por ser él quien puso en esa situación al chico que asesinaron. Y si incluimos el hecho de que la vida de una civil estaba en juego gracias a sus acciones, entonces no podrían hacer nada excepto dejarlos ir, ¿cierto?

—Si Erwin cree que el castigo es merecido…

—¿Qué hay de lo otro? —interrumpió Ymir—. ¿Los Reiss? ¿Los Ackerman? ¿El mundo exterior? ¿Qué hay acerca de ello? Ya hicimos un trato, y si quieren que les digamos toda la verdad entonces es nuestra libertad, o la completa ignorancia por siempre.

Historia asintió con lentitud, con la mirad gacha puesta sobre los adoquines en el suelo. Los caballos tras ellos relinchaban y coceaban, y solo era Zoro quien se mantenía quieto meneando su cola de lado a lado con impaciencia.

—Félix… ¿Y si les decimos que tu y Frieda estaban comprometidos?

Los tres se sobresaltaron, mirando a la chica rubia con ojos abiertos de par en par.

Historia lo miraba a él mientras se mordía el labio ansiosamente, una gota de duda creando ondas en el azul de sus ojos. El azabache tragó saliva con dureza y miró a sus dos compañeros, que a su vez le miraban de vuelta.

—¿Po-por qué? ¿En qué ayudaría eso?

—Piénsalo. Si el Fundador puede alterar las memorias de las personas como mi padre dijo, entonces Frieda pudo haberlo usado en ti para alterar las tuyas y "bloquear" los recuerdos de ustedes dos. Además, fueron amigos de la infancia y tu la amas, ¿no?

—Pero… ¿Por qué? ¿En qué ayudaría eso?

—Explicaría por qué sabes tanto sobre los Reiss —intervino Kenny, asintiendo—. Tu y Frieda eran cercanos, y si fueran a casarse en algún futuro cercano, entonces tendría sentido que ella te dijera la verdad sobre en quién iba a convertirse.

Félix se mordió el labio, igual de dudoso y ansioso que su prima, y miró allá hacia donde la ciudad de Mitras se extendía.

Dios… ¿En verdad estaban por hacer esto?

—Bien. Bien, digamos eso. Pero solo, y solo lo diremos si ellos preguntan explícitamente, ¿entienden?

Ymir asintió.

—Como ordene el rey.

Y le hizo una reverencia.

Félix rodó los ojos y se estiró para darle un empujón por el hombro mientras la castaña se carcajeaba.

—El único problema serían los nobles —siguió diciendo él como si Ymir no estuviera ahogándose en sus risas—. Estoy muy seguro de que los Jovan saben quién era mi padre, y puede incluso que varios de los otros cabezas de familia lo sepan. Si ellos hablan, ¿qué haremos?

—No lo harán.

—¿Cómo estás tan segura?

—Por que los vamos a ejecutar.

Ymir dejó de reír de golpe e incluso Kenny pareció enderezarse con más interés en el tema. Historia le miraba a él como si lo retara a refutarle y pelearle eso, y honestamente, Félix no tenía ganas de hacerlo.

Que fueran los nobles quienes se fueran al infierno y pagaran parte de la deuda que aún les quedaba, entonces.

—Okay… ¿Y qué les diremos a sus familias?

—Que a cambio de la supervivencia de sus familias, quienes estuvieron involucrados en esto y violaron no sé qué cláusula de la constitución, su castigo será la ejecución. Y si ellos pelean esto o saben sobre ti, entonces los callaremos al darles el puesto de sus padres en el consejo.

—¿Harás un consejo con los nobles?

Historia asintió y casi parecía brillar bajo el genuino interés de Kenny. Félix la miró con una pequeña sonrisa.

—Los comandantes de las divisiones militares tomarán parte de él y serán primordiales en la toma de decisiones, pero incluir a los nobles les daría un puesto a ellos también para hacer un cambio y mantenerlos a raya. Pensé que podrían, uh… Ayudarnos con los asuntos que no involucren a la Legión o la Policía Militar, solo… La vida común.

—Los nobles no saben nada sobre la "vida común", Historia.

—Pues entonces aprenderán —dijo—. O no habrá espacio para ellos en nuestro reinado.

Kenny asintió, sonriendo esa sonrisa de dientes blancos que lo hacía ver como el psicópata que en verdad era.

—Me agrada esta chica.

—Gracias —le respondió la rubia y Kenny inclinó la cabeza. Después se volvió a él—. Pensé en decirles que te tomaría a ti como un consejero más para tener una excusa y poder discutir contigo sin que sospechen, pero… Pensé en algo mejor.

—¿En qué?

Historia dio un paso atrás y los miró a los tres, esta vez con seriedad.

Fue automático que ellos se enderezaran tan erguidos como pudieran.

—Ustedes tres se volverán mi guardia de honor.

Ymir fue la primera en reaccionar.

—… Esencialmente, caballeros como los de las historias en los libros.

—Sí —asintió—. De esa manera, tendré una excusa para mantenerlos a ustedes cerca pero en especial a Félix. Además, creo que proponiéndose eso sería un peso menos para ustedes y así se librarían de cualquier castigo que los otros quisieran darles. ¿No lo creen?

Se miraron entre sí, la única sonriente siendo Ymir.

—Aceptamos —dijo por todos ellos.

Kenny gimoteó.

—Oh Dios no.

—¡Hey! —exclamó la castaña dándole un leve puñetazo en el hombro a su capitán—. No suena mal, así que no empieces a quejarte.

—Además, si eso salva nuestros traseros, ¿por qué no? —él se encogió de hombros—. Yo estoy de acuerdo.

Kenny suspiró con pesadez y los hombros le cayeron con tanto peso encima que Félix no pudo evitar la mala mirada que le echó.

—Comienzo a pensar que debí haberme ido yo en lugar de Caven.

—Un fósil como tu debió haberse ido hace rato, capitán.

Félix y Historia rieron. Ymir simplemente se encogió de hombros cuando Kenny la miró con los ojos ligeramente entrecerrados y la boca crispada en una mueca de desapruebo.

—Como sea —alegó el mayor de ellos. Dio vuelta y se encaminó hacia uno de los caballos, al que tiraba de la carreta—. Vámonos ya o no llegaremos jamás. Te veremos mañana, Su Alteza.

—Los veré mañana —murmuró ella, dando unos pasos hacia atrás para quitarse de en medio. Félix pasó junto a ella y le palmeó suavemente la cabeza, y se encaminó hacia Zoro.

Por encima del hombro vio a Ymir acercarse a Historia, ambas con pasos titubeantes y sonrisas ligeramente incómodas. El azabache rodó los ojos y se montó en su caballo, compartiendo una breve mirada con Kenny.

Los dos se encogieron de hombros y echaron a andar.

—Oi, nos iremos adelantando.

Ymir asintió sin prestarles real atención.

Félix las miró por unos pocos segundos de más. Ambas hablaban en susurros, sus voces tenues como una canción lenta y romántica, y fue cuando Historia le tomaba las mejillas con suavidad que finalmente se giró.

Suspiró aliviado, contento de haberles dado una oportunidad a ellas.

Realmente se la merecían.

━━━

Brillaba como un diamante.

Félix no se había dado cuenta de eso la primera vez que fue al lugar, pero ahora que se tomaba el tiempo para realmente apreciarlo sin la sombra de su padre colgándole encima como un mal presagio, se daba cuenta de lo bello que era el sitio, lo tranquilo.

Lo mucho que le gustaba.

—Aquí —les dijo, de pie al otro lado del lago, de cara a donde se hallaba el tronco caído en el que habló con Kenny sobre Uri—. Aquí estaría bien.

Ymir silbó por lo bajo, la inexplicable felicidad con la que parecía andar volviéndose una sincera sonrisa en su boca por primera vez desde que la conoció.

Al menos Ymir estaba feliz.

—Es lindo —comentó ella dando vueltas en su sitio y mirando a su alrededor—. ¿Estás seguro de que a Caven le habría gustado este sitio?

—No, no lo sé —le respondió Félix, tomando una de las palas y echando a cavar—. Pero a mí me gusta para recordarla a ella, y para que sea en donde descanse, así que…

Kenny rio entre dientes y le señaló con su dedo.

—Eso. Un buen lugar para venir a llorar, sí.

—Oi, que tu vengas aquí a llorarle a Uri es distinto —le dijo, tirando tierra con la pala a los pies del mayor—. Yo vendré aquí a quejarme de ustedes par de idiotas y Caven estará de acuerdo con cada cosa que diga.

—Caven va a salir de la tumba y te va a patear el trasero, idiota.

—Va a salir solo para callarlo y decirle que o se calle o se una a ella.

—Bueno… Lo haría con gusto.

Fue Ymir quien le tiró tierra esta vez, rodando sus ojos con fastidio y si Kenny no estuviera ahí como el adulto para "supervisarlos" ella ya le habría dado un palazo en la cabeza un par de veces.

—Uh… Hablando de eso —comenzó ella—. Cuando… Cuando no despertaste, ¿viste algo en el otro lado?

—¿Uh?

—Quiero decir… Técnicamente moriste, ¿no? Y fue gracias al capitán Levi que conseguiste sobrevivir. Así que cuando, uh, moriste… ¿Fuiste a algún lado?

Félix la miró con el ceño fruncido.

—¿Por qué preguntas?

El lago brillaba, y las aves cantaban, y ese día no había neblina y solo sol y nubes y brisa fresca. Había parches de florecillas de todos los colores manchando el césped verde y una fina capa de brillo parecía alzarse por encima de las hebras de pasto y los pétalos. Era tan hermoso como la primera vez que lo vio.

Pequeñas motas de tierra le bañaban las mejillas a Ymir y éstas se confundían con sus pecas. La castaña se enderezó, clavó la punta de la pala en el hoyo que cavaban y se recargó en ella.

—Solo quiero saber si Caven fue a un buen lugar o no.

Félix echó un vistazo hacia la carreta. Kenny estaba sentado al borde de ella, mirando a su alrededor con gesto aburrido y los ojos decaídos. Su mirada tendía a perderse allá enfrente donde estaba el tronco caído.

Pero sobre la carreta descansaba un ataúd que Historia había sido tan amable de conseguir para ellos, de madera de cedro de tonos claritos, pequeños relieves en el que comenzaban desde abajo y ascendían lentamente por la tapa.

Suspiró, abatido, y reanudó su tarea de seguir cavando mientras Ymir aguardaba por una respuesta.

—No fui a ningún lugar —dijo—. Fui con una persona.

—¿Hah? ¿Con quién?

—Con Frieda —había sudor corriéndole por el rostro—. Y no fue precisamente un "lugar" como tal, fue más como… Un recuerdo. Del día en el que me entregó la lágrima de jade.

—Oh… ¿Fue un recuerdo feliz?

Aquello lo detuvo si acaso por un segundo.

¿Había sido un momento… Feliz? Frieda había estado llorando, y había reído y sonreído y el Félix de esos momentos probablemente la habría besado de no haber sido un niño estúpido con estereotipos innecesarios metidos en la cabeza.

La corona de rayos en su cabeza había sido bonita, y los pétalos azules enredados en el cabello negro se lo habían destacado bien, y… Frieda siempre fue una chica linda, incluso siendo tan joven.

E incluso aunque se dijeron adiós, Frieda había conseguido arrancarle una promesa.

Nos volveremos a ver.

—Supongo que sí —fue lo que respondió finalmente, tirando un poco más de tierra hacia el exterior antes de lanzar su pala también—. Con esto bastará. Anda, sal de ahí.

Ymir trepó fuera del agujero y se acercó a ayudarlo a cargar con el ataúd. Pesaba, y cargarlo se sintió como cargar con el peso del mundo en sus hombros, y bajarlo en el agujero fue otra complicada tarea que hizo que le temblaran las rodillas y se le cortara la voz.

Esperaba que Caven lo apreciara. Que supiera que Félix no la había dejado atrás como a otros. Que ella sí importaba y que a Félix siempre iba a importarle.

Era una pena tener que dejarla ir.

El ataúd hizo un ruido sordo cuando aterrizó sobre la tierra, y aquel ligero movimiento despertó ondas en el lago y graznidos en la distancia.

Kenny se enderezó desde donde estaba en la carreta y se puso en pie, rengueando un poco al acercarse a ellos.

Ymir y Félix comenzaron a tirar tierra encima de nuevo, las palabras escritas en la superficie siendo cubiertas poco a poco por el color marrón.

Traute Caven.

Una vez terminaron, retrocedieron para poder observar su trabajo, y Kenny se acercó más. En su mano llevaba una roca, que dejó caer en la cabecera de la tumba con otro ruido sordo, uno que no despertó a nadie excepto a los fantasmas.

—… Nunca he asistido a un funeral —dijo el Ackerman—. ¿Qué se supone que hagamos en uno de ellos?

—Que te despidas de la persona que murió, supongo.

Kenny resopló, pero guardó silencio al ver que incluso Ymir respetaba aquello.

Los tres se callaron y el mundo despertó a su alrededor.

Primero fueron los graznidos de las aves más cerca habitando los árboles, después fueron los patos chapoteando en el agua, las hojas de los árboles meciéndose con el viento, las ramas crujiendo, el agua correr.

Era otra canción, se dio cuenta. No de cuna ni de alegría, no una con una gran significado.

Solo una canción.

Félix echó su cabeza hacia atrás suavemente y aspiró el aire fresco de un día de primavera, el aroma de las flores a su alrededor siendo una agradable fragancia.

Los rayos de sol brillaban por encima de la superficie del lago, y éste brillaba.

Le recordaba un poco a los ojos de Caven.

Espero verte a ti también, Caven. Algún día de estos, sabes que también tienes un aliado en mí.

Y el viento susurró una respuesta.

Te estaré esperando aquí, Félix.

━━━

Un dato divertido de los girasoles que se le quedó de por vida grabado en la cabeza fue aquel que Frieda le dijo que, en días nublados, los girasoles se miraban los unos a los otros buscándose entre sí, porque solo ellos podían mantenerse 'alegres' entre sí.

Félix, siendo el niño estúpido que era, le dijo que estaba loca.

—¿Sabías que cuando está nublado, los girasoles se miran entre sí para buscar la energía del otro?

Kenny lo miró con una ceja alzada.

—¿Quién te dijo eso?

—Frieda.

El mayor chasqueó la lengua y murmuró algo bajo el aliento, su boca tirando en una rara sonrisa que le daba algo de nervios.

Esas facetas de Kenny le resultaban tan peculiares…

El Ackerman ladeó un poco el rostro y le observó en silencio. Ymir había vuelto a la capital para poder hablar con Historia, y la verdad es que ninguno de ellos la culpaba.

Félix estaba haciendo lo mismo; huyendo hacia su madre para retrasar un poco el fin de su cordura.

—¿Crees que tu madre esté…?

—Está bien —le respondió él, encogiéndose levemente de hombros—. Nicolás estaba con ella.

—¿Nicolás tu ex novio?

—¿Qué otro?

Kenny bufó y desvió la mirada hacia donde el resto del campo se extendía. Más allá se veían un par de montañas, tan lejos de ellos que parecían estar a todo un mundo de distancia con los menudos bosques escarpando gentilmente sus lindes.

Cuando la casa entró en su campo de vista, Félix apuró un poco la marcha.

El sol estaba por ocultarse y ya alcanzaba a escuchar las cigarras, el ululeo de un búho postrado en los árboles cercanos a la propiedad.

El corazón le latió un poquito más a prisa.

Dejó a Zoro en el exterior de la casa y bajó de él de un salto, sus botas levantando un poco de polvo y tierra y pateando guijarros hacia un costado. Las flores que adornaban el jardín delantero de la señorita Diane estaban un poco marchitas, faltas de agua, y el sol que se reflejaba en los cristales descubiertos por fuera se reflejaba frente a sus rostros, cegándoles por unos momentos.

Félix miró hacia atrás en donde Kenny descendía con un poco más de cuidado y después volvió la mirada al frente.

Su corazón no bajaba la marcha. En su pecho martilleaba con una suavidad de broma que le parecía casi fingida, y cada latido aguardaba a que diera un paso al frente y le hiciera cara a lo que sea que aguardaba tras la puerta. Félix tomó una profunda respiración y contó hasta tres, después hasta cuatro, seis, ocho y finalmente diez.

Los peldaños crujieron al subir por ellos. El pórtico estaba oscuro, iluminado solo por los tenues hilillos rojizos del atardecer. Félix se detuvo de frente a la puerta y colocó su mano sobre ella. Dentro no se escuchaba nada, ni un suspiro ni un grito, ni una respiración.

El miedo que le creció en las entrañas le ayudó a abrirla y la puerta chirrió empujarla, las duelas bajo sus pisadas también crujieron como las ramas, las hojas, los peldaños.

Toda la casa estaba sumida en silencio. Y oscura.

Daba miedo si quiera estar de pie allí.

—¿Mamá? —preguntó con temor, sintiendo un sudor frío cubrirle la espalda. Tras suyo ingresó Kenny con mucha más cautela que él—. ¿Señorita Diane? ¿… Nicólas?

La sala de estar estaba oscura, desordenada. El corazón le subió de golpe a la garganta cuando notó uno de los floreros de la señorita Diane destrozado en el suelo, y entonces giró sobre sus talones y anduvo deprisa en la dirección contraria, donde se hallaba el comedor familiar y la cocina a espaldas de éste.

Había luz en ella, si acaso un poco tenue.

La puerta se azotó contra el muro cuando la abrió, Kenny tras él con su mano echada a su cuchillo favorito.

—¡Mamá!

Talisa saltó en su sitio e incluso Nico, sentado frente a la barra con una taza de porcelana entre sus manos, pareció sobresaltarse.

Los ojos de su madre, tan parecidos a los suyos, se abrieron de golpe al verlos ingresar.

—Oh, Félix… Cariño, me diste un susto.

Toda la tensión se le drenó de cuerpo y él se adentró a la habitación con largas y grandes zancadas, acortando el espacio entre ellos en cuestión de segundos. Su madre no dudó en abrazarlo, apresándolo entre sus delgados brazos cuando estuvo lo suficiente cerca, y Félix hizo lo mismo.

El corazón se le acomodó tras las costillas y su pulso, errático, se ralentizó.

—Oh, Dios —murmuró él, cerrando sus ojos—. Estás bien, estás bien, estás bien.

—Lo estoy, cariño, lo estoy descuida, todo está bien —ella murmuraba aquello contra su oído como si fuera una plegaria, como si quisiera que Félix se grabara eso de por vida en la cabeza.

Le temblaban un poco las manos ahí alrededor de su madre, y Talisa lo notó. Su madre le dio suaves palmaditas en la espalda.

Félix la apretó un poquito más contra sí.

—Vi la sala desordenada y un florero roto y-

Su madre rio suavemente.

—Algunos hombres de la Legión vinieron y bueno… Tomm no se fue muy contento.

El azabache parpadeó lentamente tratando de comprender si había escuchado bien o el que sus oídos estuvieran siendo ahogados con el latir de su corazón fuera el causante de escuchar locuras.

—¿Q-qué?

—Con su padre bajo arresto, Tomm creyó que vendrían a arrestarlos a ellos también —dijo ella aún abrazada a él—. Así que en cuanto los vio en la entrada quiso "defenderse". Chico idiota, creyendo que podría superar a hombres con entrenamiento por detrás.

Kenny rio.

Félix también. Realmente rio con su pecho entero durante todo un minuto. Su madre se empujó suavemente hacia atrás y sus ojos verdes le inspeccionaron el rostro de hito a hito, una de sus manos subiendo hasta su mejilla para acariciarle el rostro.

Cuando su risa se detuvo miró hacia abajo, hacia donde Talisa le devolvía la mirada con los mismos ojos que él poseía.

Suspirando, tomó también el rostro de su madre en sus manos y dejo un pequeño beso en su frente.

—Creí que te había ocurrido algo malo.

Su madre rio, otra vez, y la tensión se le fue del cuerpo de a poco. Escucharla reír era bueno, incluso si la situación no era la ideal. Que su madre riera le tranquilizaba un poco el alma.

—No, para nada —murmuró ella, haciendo un delicado gesto con su mano hacia donde Nicolás y Kenny se hallaban de pie en la puerta—. Nico estuvo conmigo todo el tiempo, y cuando les explicó lo que ocurría, y ellos nos lo explicaron a nosotros… Nos dejaron en paz.

—¿Y los Jovan?

—Fueron llevados a la capital —interrumpió Nicolás, ofreciéndole una sonrisa—. Al parecer se reunirán mañana con la nueva monarca.

Félix asintió con lentitud, correspondiendo la sonrisa con una de alivio total. Nicolás ladeó el rostro, parpadeó un segundo y su sonrisa se ensanchó.

Le hizo una seña con la mano y después se retiró de la cocina. Kenny miró de él hacia su madre, y después simplemente se encogió de hombros y salió tras el otro hombre.

—Iré a ver qué tan competente es este otro.

—Kenny.

El mayor agitó su mano desinteresadamente.

—Hai hai.

Talisa rio, y toda su atención se fue hacia ella en cuestión de segundos.

Era extraño, porque en esos momentos… En esos momentos se sentía bien.

Pero las manos de su madre reposando en sus mejillas y la ternura, el amor con el que lo miraba…

En el verde de sus ojos vislumbraba algo de preocupación que oscurecía el iris.

—Félix… ¿Estás bien?

El azabache arrugó un poco el ceño.

—¿Qué? Sí, por supuesto, ¿por qué lo preguntas?

Las manos de Talisa se movieron hacia arriba y hacia abajo, sus uñas raspando suavemente su mentón por un momento y después ascendieron nuevamente hasta poder sostenerle el rostro con delicadeza, con dulzura.

Había esta mirada en los ojos de su madre. Una que conocía demasiado bien.

—Por favor sé sincero conmigo, Fé —murmuró ella a través de lo que le pareció ser una pared de agua porque el sonido le llegaba distorsionado—. Ahora mismo, después… Después de todo esto, por favor sé sincero conmigo.

Félix lo intentó. Lo hizo, porque no quería volver a hacerlo, no después de ayer y después de hoy, no nunca y sobre todo no después de lo ocurrido. Pero había una sensación profunda en su pecho, un dolor tan arraigado en su propio ser que tenía ganas de decir al diablo.

—¿Nicolás te dijo algo sobre lo ocurrido?

—Me lo contó todo —respondió ella—. Uno de sus amigos vino en cuánto la monarquía cayó y le informó sobre lo ocurrido. ¿Tu padre…? ¿Uri un rey? Ja, no sé por qué me sorprende. Ese hombre era bueno para atribuirse el peso del mundo en sus hombros. Idiota.

Aquello lo hizo reír. La sonrisa en el rostro de su madre era una que rara vez veía, porque era la que aparecía cuando hablaba poco sobre el hombre al que amaba.

—¿Qué piensas de todo esto, entonces?

Talisa se encogió de hombros.

—Tenía mis sospechas —murmuró echando una mirada hacia la puerta—. Si los Ackerman eran los encargados de proteger a la familia real, siempre me pregunté porqué nos mantuvimos tan cerca de ellos en lugar de lejos.

Félix asintió, también mirando hacia donde se hallaba la puerta y rezando porque Kenny en verdad hubiera ido a "probar" cuán competente era Nicolás.

Se armaría un campo de batalla si el hombre se enteraba por metiche y no por la propia boca de Félix.

—Mamá… ¿Recuerdas que Frieda nos contó sobre su hermana?

—¿La pequeña nacida fuera de matrimonio? —una de las cejas de Talisa se arqueó—. Sí, ¿por qué?

—Zackly la coronó hoy —murmuró, y por la falta de reacción de su madre excepto por la mueca en su boca, se imaginó que ella se lo había visto venir—. Rod se… Rod se transformó en titán, y Historia se deshizo de él a las afueras de Orvud y se proclamó reina ahí mismo.

—¿Reina? ¿Ella se proclamó reina?

—Erwin la obligó.

Y, oh. Aquello no le había gustado. Su madre frunció el ceño con tanta profundidad que Félix temió se le quedara de por vida tatuado en el rostro.

—¿El Comandante Erwin? ¿Qué derecho tiene él a dictaminar lo que una chica haga o no con su vida?

—B-bueno, es una estrategia realmente inteligente-

—Estrategia no equivale a derecho. ¿Cree que poniendo a una chica tan jovencita en el poder será suficiente para calmar este problema? —su madre resopló—. Tu comandante comienza a volverse un poco como esos hombres a los que sacó del poder.

Félix se quedó callado. Su boca se cerró de golpe y el aire dejó sus pulmones por unos cortos segundos, porque sí.

Sí, era cierto lo que ella decía. Era exactamente lo que Kenny había tratado de hacer con él y solo por un milagro es que no se había hecho tal cual. Y Félix había estado tan molesto, tan… Tan…

—Kenny trató de hacer lo mismo conmigo, ¿sabes?

Talisa se enderezó de golpe.

—¿Él qué?

Una risilla llena de nervios se le escapó de entre los labios y él negó continuas veces con su cabeza.

—Lo intentó, pero yo no lo dejé. Yo no… No quería —admitió en voz baja—. Ser rey… Incluso si Uri me hubiera reconocido como hijo suyo, no es algo que querría. Lo habría hecho en caso de ser muy necesario, como… Como para evitar que Frieda lo hiciera, y solo si era estrictamente mi deber, pero… No quisiera ser rey nunca.

Las manos de su madre bajaron hasta sus brazos y Félix miró sus manos con gesto perdido.

—Gracias a Dios, entonces —dijo ella, dándole un suave apretón ahí en donde reposaba sus manos—. Gracias a Dios que jamás se acercó a nosotros.

—Pero-

—Pero nada —le cortó ella de golpe—. Félix, es tu vida cariño. Nadie tiene por qué venir aquí a quitarte eso o a decirte qué hacer con ella. Si Uri se atrevía a hacerlo, a venir y reconocerte a ti como su hijo solo para tener heredero, yo en persona lo habría sacado de la casa. A golpes, si era necesario.

—Pero tu lo amabas…

—Y amarlo no significa darle permiso para pisotear tus deseos ni usurpar tu vida —le dijo ella, su mano ascendiendo hasta su mejilla—. ¿Lo entiendes, verdad? Jamás habría puesto a Uri por encima de ti, cariño.

Félix se llevó una de sus manos al rostro y se talló los ojos, porque comenzaban a sentir húmedos y lo menos que quería hacer en esos momentos era ponerse a llorar.

Se preguntó si era bueno decirle la verdad en esos momentos. Que no era Uri quien terminó forzándolo en ese rol si no la chica a la que había defendido en principio.

Una pequeña carcajada le salió de entre los labios.

—¿Sabes algo? Historia me obligó a compartir la corona con ella una vez se deshizo de Rod —dijo, y su madre volvió a fruncir el ceño—. Al principio no quería, pero ella amenazó con decirle a Erwin que yo era un Reiss, y yo no quiero que nadie sepa que soy un Reiss.

—¿Y eso por qué?

—Dijo que si ella no podía ser Historia y ya, como quería, entonces yo tampoco podía ser Félix y ya. Sin coronas ni títulos, los dos… Ninguno de nosotros debería tener el privilegio de ser libres si el otro no lo será también.

—Y tu… ¿Cómo te sientes con ello?

—Tiene razón. No me gusta admitirlo pero, tiene razón —murmuró—. Así que voy a apoyarla en todo lo que pueda. Nadie sabrá que yo… Que yo soy rey también, supongo, y esa fue la condición para aceptar el trabajo junto con ella.

Talisa aún fruncía el ceño y era obvio que no le gustaba lo que escuchaba, pero su madre no podía hacer ya nada. Tanto Historia como Félix habían tomado una decisión y no podían simplemente deshacerla cuando todo estaba en marcha ya.

—Tch. Qué situación tan problemática.

Su madre suspiró finalmente y volvió a tomarle el rostro entre sus manos. Le sacudió ligeramente la cabeza y le miró con fijeza a los ojos.

—Entonces que así sea. Recuerda que yo te apoyo ¿sí? Aunque esto no es… No es lo que tú quieras, te voy a apoyar cariño. Y si el idiota de Kenny Ackerman se atreve a hacer algo así otra vez, dime y yo personalmente lidiaré con él, ¿de acuerdo?

Félix asintió.

—De acuerdo.

La mirada se le suavizó y Talisa se puso en puntitas y Félix se inclinó, y su madre depositó un tierno beso en su frente.

—Cariño… Sabes que está bien que llores, ¿cierto?

El azabache frunció un poco el ceño.

—Ah, sí. ¿Por qué? ¿Qué pasa?

—Es que te has estado conteniendo desde hace rato —le dijo ella con una caricia en su mejilla. Su madre hizo un gesto de negación—. Anda, ven aquí. No seas tan duro contigo mismo, Fé. Esta situación es realmente abrumadora pero ahora estás aquí conmigo, está bien si te sueltas por un momento.

Y bueno, ¿sabes qué? Al diablo el mundo.

Talisa lo abrazó por el cuello y Félix se hundió en la calidez que el abrazo de su madre le proporcionaba.

A la mierda, porque no puedo y debería, pensó. No puedo hacer esto, pero debo, tengo qué. Pero allí, en esos momentos, estaba a salvo allí, aquí, ahora mismo, en los brazos de su madre, estaba tan seguro y tan cálido y él simplemente… Sí. Quería soltarse por un momento.

Se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Le conté… Le conté de nosotros a una mujer, la mano derecha de Kenny —murmuró con voz temblorosa ahí en el espacio entre los brazos de su madre—. Le dije la verdad y… Y ella prometió que iba a ayudarme pero… Pero murió, ¿sabes? Y… La v-verdad la voy a extrañar mucho, mamá.

La cálida mano de su madre le acarició la espalda en círculos.

—Está bien, cariño. Todo va a estar bien.

Félix rompió a llorar. Sus sollozos desgarradores sacudieron la casa hasta sus cimientos.

(Estaba tan, tan cansado…)

(Había un mundo ahí tras sus costillas. Enterrado en su mente.

Había un mundo, y había también otros.

Siempre habría otros.)

HELLOOOOOOO!! Pensé que no tendría cap para hoy pero Holy shit aquí está.

Btw, para dejarles algo en claro….me voy a meter un poco en política y aspectos más necesarios para el sustento de un país. Idk, no soy muy buena en esto pero lo intentaré, así que espero que no me dejen por eso JAJAJAJAJAJA PERO BUENO

FUN FACT DEL DÍA: Félix está perdiendo la razón.

¿Si saben de esos momentos en los que el personaje ya sea cualquiera tiene una crisis, especialmente si dicha crisis se basa en el hecho de que hay multitud de mundos ocurriendo dentro de su cabeza?

Si ven que algo está /fuera de lugar/ o que no cuadra en la historia o si es un "plot hole" no, no lo es.

Espero que hayan disfrutado del CAP!! <3




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