6. ¿Quién es?

El apartamento de Hyunjin tenía tres habitaciones: su dormitorio, el de Suni y el estudio de arte, que era el lugar en el que pasaba la mayor parte del tiempo. Había instalado un sofá cómodo, guardaba un futón en el armario y todo estaba lleno de materiales, caballetes y lienzos. Y era el único sitio en el que no se sentía desoladoramente triste cuando su hija estaba con Jisung.

Su aburrida rutina solo cambiaba cuando la pequeña estaba allí, así que el resto del tiempo vivía esperando a que llegase ella. Dos semanas de llegar de la oficina, deshacerse del traje y ponerse una camiseta vieja y un pantalón para pintar. Catorce días de cenar ramen instantáneo y encerrarse en el estudio hasta que no veía claramente.

Estaba en el día once cuando recibió la llamada telefónica que removió sus cimientos.

—¿Quién es?

—Señor Hwang, le llamo de la galería Whalien 52, mi nombre es Kim Namjoon. —Sus piernas flaquearon y se encontró agradecido de estar sentado porque se hubiera caído al suelo.

Kim Namjoon, el curador de la galería de arte contemporáneo más famosa de Seúl. Una celebridad en los círculos artísticos, tan lejos de él que ni siquiera los contactos de sus padres podrían acercarlo.

Presionó el teléfono entre sus dedos e inhaló profundamente, tratando de calmarse.

—Ehm... Sí, ¿en qué puedo ayudarle?

—Le llamo por una solicitud que envió hace un año. Me gustaría que viniera a verme la próxima semana, queremos trabajar con usted.

—¿Qué? —preguntó, estupefacto.

—Queremos darle una exposición individual, señor Hwang —aclaró el hombre—. Si todavía está interesado...

—Por supuesto que lo estoy, claro que sí —exclamó, sin poder evitar la emoción que lo invadía.

—En ese caso, ¿podría traer algunas de sus obras?

—¿Quiere que lleve los de gran formato?

—No, no, su portfolio y algunos de los bocetos serán suficientes.

Hyunjin no cabía en sí de la emoción. Se levantó con el corazón acelerado, rebuscando entre los cientos de cuadernos sin saber exactamente qué debía encontrar.

—Una pregunta... ¿en qué colección está interesado exactamente?

—"Aromas secretos" —La emoción de Hyunjin cayó directamente a sus pies. Se quedó en silencio, con el móvil en una mano y uno de sus cuadernos de bocetos en la otra—. ¿Está bien? Si ha vendido alguno de los cuadros podríamos alquilarlo sin ningún problema...

—No, no ... está... está almacenada, la colección está completa y está guardada. —Guardada en la casa a la que no quería volver. Con todas las cosas de Jeongin, con sus fotos y su ropa; con la consola de videojuegos y los zapatos que no se llevó. Con todo lo que Hwang quería evitar.

—Entonces, nos vemos el próximo martes, por ejemplo. ¿Le parece bien a las seis de la tarde?

—Yo... Sí, sí, está bien. Muchas gracias, Kim Namjoon-ssi.

—Muchas gracias a usted, estamos deseando que forme parte de nuestra familia. Nos vemos el próximo martes

—Hasta el próximo martes.

Suspiró, colgando la llamada. Miró a su alrededor, la docena de cuadros nuevos que no tenían nada que ver con "Aromas secretos". Pero no los querían, en Whalien 52 querían la serie que hizo en tonos veraniegos, amarillos, verdes, rosas... toda esa explosión de felicidad que ya no sentía, la expresión máxima de un amor que ahora era gris, negro y azul.

¿Cómo se suponía que iría solo y empacaría esos cuadros? ¿Cómo encontraría sus bocetos y los clasificaría para llevarlos ante Kim Namjoon? ¿Cómo iba a pasar por eso si casi no era capaz de entrar en la casa sin echarse a llorar?

Su teléfono sonó una vez más, agitándolo. Contestó sin mirar el identificador, esperando que el curador hubiera cambiado de idea y ya no quisiera trabajar con él.

—Hwang.

—¡Hyunjin, hola! —saludó Jisung—. Sé que este fin de semana te toca Suni, solo te llamo para decirte que Bang Chan está pensando en llevarse a los niños el sábado por la mañana al río Han, después de taekwondo, le dije que te llamaría para...

—¿Me acompañarías el sábado por la mañana a hacer una cosa?

—¿Qué? ¿Qué pasa con Suni?

—¿Pueden Minho hyung y Chan hyung cuidar de ella?

—Oh... vaya... —Sonaba realmente sorprendido y podía entenderlo. El Hyunjin de seis meses atrás probablemente lo hubiera denunciado por abandono si dejaba a su hija con esos alfas.

—Pagaré la comida de todos —añadió—. Necesito que me ayudes, Jisung, es muy importante.

—Oye, vale, espera... ¿Qué está pasando?

—Acaban de llamarme de una galería de arte... me han dado una exposición individual...

—ESA ES UNA NOTICIA FANTÁSTICA HWANG HYUNJIN —chilló el otro como el energúmeno que era—. ¿Cuál es tu maldito problema? Pensé que ibas a hacerte una biopsia o alguna mierda así.

—¿Qué dices? No, por Dios

—Entonces, ¿a qué viene el drama?

—Tengo que ir a casa... La colección... es una de... bueno... ya sabes...

—Ah... —Hubo unos segundos de silencio al otro lado de la línea—. Claro que sí, Hyunjin, te acompañaré el sábado. Minho, Chan y los papás de Yunho se harán cargo de Suni... no te preocupes.

—Gracias, Jisung, gracias —murmuró, con un suspiro doloroso.

—¿Todavía me invitarás a comer? —Y no pudo evitar echarse a reír.

—Claro que sí.

—Pediremos carne.

—Toda la que quieras.

—Trato hecho, nos vemos el sábado.

Hyunjin respiró un poco más tranquilo y pensó que tener a Jisung a su lado siempre fue mejor idea que enemistarse con él.

Felix enterró los dedos en los rizos oscuros de Changbin, aferrado a sus hombros mientras las manos del alfa rodeaban sus caderas. Se movió sin prisa, de arriba abajo, cabalgando sobre su regazo. La boca ávida de Seo se enganchó a su pezón una vez más y él se estremeció. Tuvo que cerrar los ojos cuando los dientes tiraron del sensible guijarro.

Olía a fresas frescas, intenso y abrumador. Los callos de las mancuernas rasparon en sus nalgas, una embestida particularmente dura lo dejó resollando. No mediaron palabra, solo sintiéndose, solo Felix subiendo y bajando en la polla ajena. Su lubricante goteaba y su propio eje se erguía entre ellos, rebotando contra el vientre del alfa.

Estaba cerca de correrse, tan cerca...

¡Din, din, din, din!, su teléfono sonaba en alguna parte, pero estaba lejos, muy lejos, en ese momento lo único que quería escuchar eran los jadeos de Seo sabumnim en en su oído.

¡Din, din, din, din!

Felix abrió los ojos y se encontró con el techo de su habitación. Estaba empapado en sudor, con el pantalón de dormir húmedo y una erección tirando de la tela como la carpa de un circo.

Respiraba pesadamente, como si hubiera corrido una maratón. Aturdido, sacudió la cabeza en la semioscuridad del cuarto.

¡Din, din, din, din!, y el maldito teléfono seguía sonando.

Felix tenía impulsos violentos, no sólo por el sueño tan extremadamente vívido que acababa de tener, sino por el timbre desagradable taladrándole la cabeza. Con un gruñido áspero alcanzó el aparato y lo descolgó.

—¿Quién es? —preguntó con rabia.

—¿Así saludas a tu hermana, mierdecilla?

—Ah... Nuna... —gimió, quejumbroso. Despertarse con la voz de su hermana en la cabeza después de un sueño como el que había tenido fue, cuanto menos, incómodo.

—¿Estás durmiendo? Son las diez de la mañana en Corea.

—El turno se alargó anoche —informó—, tuvimos tres mesas de una oficina cercana y los cabrones bebieron hasta que se desmayaron.

—Bueno, aquí está el omega más educado —ironizó.

—Sarah, si solo me llamas para joder voy a colgar.

—Si me cuelgas no sabrás cuándo iremos a verte —replicó rápidamente. Felix abrió los ojos ampliamente y se sentó del tirón.

—¿Venir a verme?

—Sí, queríamos que fuera una sorpresa pero mamá dijo que te avisáramos para que estuvieras preparado.

—Pero, ¿qué? ¿Cuándo? ¿Quién?

—Iremos Violet y yo, papá y mamá se quedan. Ahora que estás más estable, es el momento de que te visitemos... ¡Y Violet nunca ha estado en Corea! Ya es hora de que recupere sus raíces.

—Difícilmente cuando somos como la... ¿cuarta generación nacida en Australia?

—Eso no importa, lo importante es que tienes que prepararnos la habitación de invitados.

—No tengo habitación de invitados —mintió vilmente, esperando que sus hermanas reservaran un hotel.

—Entonces dormiremos los tres en tu cama como cuando éramos cachorros. Vamos, Felix... Llevamos más de un año sin vernos...

—He estado ocupado... —Y era verdad, ocupado reventándose a trabajar para dejar de sentirse tan omega, especialmente en los últimos meses...

—Entonces, estaremos allí el próximo jueves.

—¿¡Tan pronto!?

—Ya te he dicho que iba a ser una sorpresa, agradécele a mamá, ella insistió en que te llamáramos, si no, nos hubiéramos plantado en tu puerta.

—Bueno, tendré que hacerlo. Ahora, ¿puedes dejarme en paz?

—Claro que sí, te quiero, mierdecilla.

—Y yo, Sarah.

Colgó el teléfono y lo mantuvo en su mano, echando un vistazo a sus redes sociales. Casi sin querer entró en el perfil de Changbin. Había dos stories nuevas, una con Wooyoung y otra en la que salía con el tipo de los labios bonitos que nunca le había presentado. No es que tuviera que hacerlo, pero tenía curiosidad. El chico alto salía con él en muchas fotos, casi tantas como las que tenía haciendo el tonto con Minho.

Felix resopló, bloqueando el teléfono y dejándolo sobre la cama. Se levantó de un salto y se dirigió al baño, decidido a darse una ducha de agua helada que le quitara todas las telarañas de la cabeza.

***

Un beso y una flor para ustedes, navegantes

¡Nos vemos en el infierno!

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