36. Empezando de nuevo

Han escuchó la puerta de la calle abrirse con el código y cerrarse justo antes de los gritos de Suni:—Papá, tengo una cosa súper genial que contarte.

—¿Por qué no estás en casa de papi? —preguntó, levantándose del sofá para recibirla.

—Porque tenía que contarte la cosa súper genial que te he dicho.

—¿Has venido sola? —No podía ser, entre otras cosas, porque no alcanzaba a pulsar el código de seguridad de la entrada.

—Papá, ¿puedes escucharme?

—¿Dónde está papi?

—Le pedí que me acompañara hasta la puerta porque tenía que hablar contigo y luego le dije que me acompañarías hasta su puerta. Él tocó los botones y abrió y luego se marchó. Ahora, ¿puedo contarte la cosa súper genial o no? —preguntó exasperada, con los bracitos cruzados y su pie golpeando el parqué.

—Está bien, cuéntame. —Jisung se sentó en la alfombra a su lado, abrazándola con fuerza y restregándose contra su ropa. Olía a sándalo y a...

—¿Te acuerdas cuando te conté que un día Innie oppa hizo una pijamada en casa de papi y luego fuimos a taekwondo?

—Sí, me acuerdo.

—Pues resulta que ayer cuando papi me fue a buscar al colegio me dijo que había una sorpresa para mí en su casa. Yo pensé que sería un gatito o quizá un juguete de "Animal Crossing" que le pedí hace muchos días...

—Te he dicho que no pidas juguetes si no es tu cumpleaños...

—O Navidad, ya lo sé, ya lo sé. Pero es que ese juguete es muy bonito —interrumpió, con los ojos brillantes.

—¿Por qué lo haces entonces? Sabes que no puedes pedirle a papi que te compre todo lo que quieras.

—Por favor, déjame terminar.

—¡Hola, Suni! —Minho bajó las escaleras con una enorme sonrisa y una cesta llena de ropa sucia—. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en casa de papi? —La niña rodó los ojos y se dejó caer al suelo como si estuviera harta de todo—. ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?

—No, solo está haciendo drama.

—¡Solo vine aquí a que me escucharan! ¡Pero nadie lo hace! —exclamó, pataleando.

—Está bien, está bien. Te estoy escuchando, cuéntame la cosa súper genial.

—Pondré la lavadora mientras —dijo Minho, de camino al cuarto de lavado. La niña se incorporó y se arrodilló ante Jisung con una sonrisa traviesa.

—Pues ayer fue papi a recogerme y me dijo lo de la sorpresa. Ya sabes que yo esperaba un gatito o, como mínimo, un juguete, ¡pero fue muchísimo mejor!

—¿Cuál fue la sorpresa? ¿Un perrito?

—¡No! ¡Innie oppa! —estalló de alegría, trepando sobre el regazo de Jisung.

—¿Cómo? —preguntó confundido.

—¡Estaba Innie oppa en casa de papi! —chilló, apretando los mofletes de Han entre sus manos—. Y yo pensé que se iría cuando yo me fuera a la escuela hoy. ¡Pero no se fue porque todavía está aquí! Entré por la puerta de casa con papi y estaba en el salón leyendo un libro y me preguntó que qué me apetecía para cenar. ¡Y me dijo que me haría tortitas el sábado antes de ir a taekwondo! ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

Jisung estaba absolutamente impactado. Por supuesto, se daba cuenta de lo que significaba, pero no podía creerlo. Miraba fijamente a la chiquilla sin decir una palabra mientras ella seguía pellizcándolo con ansiedad. ¿Jeongin estaba en casa de Hyunjin? ¿Por qué demonios estaba allí? ¿Cuándo había vuelto? ¿Se quedaría esta vez? ¿Había huido de la mansión? ¿Su abuelo lo había agredido de nuevo?

—¡Papá, ¿me estás escuchando?! —exclamó ella—. Minho oppa, creo que papá se rompió.

—¡¿Qué?! —El alfa gritó, corriendo desde la otra habitación para encontrarse con un omega embarazado en el suelo y su hija amasando sus mofletes con las manos—. Hannie, ¿va todo bien?

—Oh, Dios santo —reaccionó por fin—, dile a Minho lo que acabas de contarme.

I'm very confundido...

—Le dije a papá que ayer al volver del colegio estaba Innie oppa en casa de papi. Yo creía que era solo una fiesta de pijamas, pero hoy también está allí. Y me dijo que hará tortitas el sábado. ¿No es genial? Es una sorpresa muchísimo mejor que un juguete de "Animal Crossing".

Minho tenía los ojos muy abiertos, Jisung sonrió, levantándose del suelo.

—¿Ves? Minho también se ha roto —dijo, justo antes de besarlo en los labios para despertarlo.

—¡Puaj! ¡Qué asco! ¿Por qué los adultos sois tan extraños? —refunfuñó ella.

—Vamos, voy a llevarte a casa de papi —comentó, con una sonrisa taimada, dirigiéndose al recibidor para ponerse los zapatos.

—Voy con vosotros —intervino el maestro.

Alfa chismoso...

«Respeta a mi hombre, tú también eres un chismoso.»

Es una labor social, tenemos que saber si Innie está bien, él también es de la manada...

«Bueno, tienes razón.»

Los tres salieron con abrigos y zapatos. Caminaron el espacio que separaba las casas para llamar directamente al timbre de Hyunjin. Sabía la clave para entrar, pero prefería no coger al alfa en ninguna posición indecorosa si Jeongin efectivamente estaba allí.

Hwang abrió la puerta riéndose de algo, pero su semblante se volvió automáticamente blanco cuando los vio a los tres en la puerta.

—¿Qué hacéis aquí?

—Vine a traer a Suni —contestó Jisung, poniéndose de puntillas para mirar por encima del hombro de Hyunjin. El alfa se movió para impedirle la vista.

—¿Teníais que venir los dos?

—Es que aprovecharemos para dar un paseo...

—¿En pijama? —Hyunjin levantó la ceja y Jisung trató de echar un vistazo dentro de la casa, pero fue completamente imposible.

—Es un chándal.

—Es un pijama, Jisung.

—¿Puedo entrar ya? —preguntó Suni, interrumpiendo la discusión con un resoplido—. Tengo hambre.

—Creí que cenarías en casa de papá...

—No, solo fui a contarle una cosa súper genial y volví.

—¿Qué cosa súper genial?

—Nada —cortó Jisung—, nada de nada —añadió con una sonrisa críptica—. Nos vamos ya. ¡Hasta luego! —exclamó, en voz muy alta. Hyunjin frunció el ceño con confusión. Tiró del brazo de Minho y volvieron a casa casi corriendo. En cuanto cerró la puerta, miró a su alfa con su corazón explotando de felicidad—. ¿Lo oliste? —La pregunta sonó ansiosa, casi tanto como él se sentía.

—Sí, es fuerte.

—Están juntos. En plan... de forma bíblica, ¿sabes?

—Ya sé a lo que te refieres —bufó, colgando el abrigo de Jisung en el perchero—, parecía feliz, no había nada triste allí.

—¡Porque Jeongin por fin es feliz! —gritó, tirándose en el sofá despreocupadamente. Minho se inclinó sobre él para besarlo en los labios sensualmente.

—¿Me ayudas a doblar la ropa? —susurró contra su boca.

—Me encantaría pero la bellota necesita descansar —mintió, subiéndose la camiseta para mostrar su barriga hinchada—. Si nos haces ir se considerará trabajo infantil.

—Sinvergüenza —gruñó, antes de agacharse para agarrar su tripa con las manos y dejar un beso en un lateral—. Por favor, pequeña bellota, no seas como tu padre Jisung, él es malo...

—¡Mierda! —Casi se queda sin aliento cuando notó el golpe contra la mano de Minho. El hombre abrió muchísimo los ojos, mirando fijamente la carne que se había movido bajo sus dedos. Hubo un empujón más desde dentro. Estuvieron prácticamente en silencio durante dos minutos, esperando que hubiera algo más, pero no ocurrió—. Me había olvidado de lo raro que era esto al principio —murmuró Jisung.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó el tonto alfa, todavía observando la barriga de Jisung.

—La bellota te estaba diciendo que no insultes a su padre. Y que nos dejes descansar.

—¿Eso ha sido una patada? ¿El bebé se movió? —insistió, subiendo las pupilas hasta su omega.

—Si no lo fue, tengo unos gases terribles...

—¡Jisung! —se quejó el hombre con un lloriqueo, poniéndose de pie—. No me estropees la cosa más hermosa del mundo.

—¡Podrían ser gases! —Su risa se escuchó por todas partes mientras el malhumorado alfa se marchaba hacia el cuarto de la colada—. ¡O podría ser que la bellota está feliz porque su padre salvó al tío Innie de una boda concertada!

—Literalmente, lo único que hiciste fue ponerte una peluca y emborracharlo.

—¡Le hice una intervención y lo enseñé a anidar! —se defendió a gritos, mientras el hombre cerraba la puerta de la otra habitación para no escucharlo. Se giró hacia su propia tripa con una sonrisa—. Cuando salgas de aquí vas a poder verlos a todos felices, estoy seguro —susurró.

Era la décima vez en tres semanas que Changbin recibía un paquete de comida en el dojang justo antes de cerrar. Empezaron siendo platos básicos, pero poco a poco, se convirtieron en cosas más elaboradas: un primero, un segundo, un postre, en ocasiones venían sopas, casi siempre había una cajita con un dulce.

Al principio, se preguntó si Chan se había vuelto completamente loco. Las pegatinas con el logo de Levanter estaban claras en todos los recipientes, así que no cabía duda de que venía de allí. Después de unos cuantos envíos, llamó al alfa para saber de qué iba todo eso, pero aseguró que no tenía nada que ver y, jugando al rey del misterio, añadió que "tendría que averiguarlo él mismo".

Mis amigos son imbéciles, pensó una vez más, abriendo la bolsa en la que venían cinco táperes calientes. En otra más pequeña encontró una cajita con un pedazo de su tarta favorita. , de hecho sus amigos eran unos imbéciles y Lee Minho era el peor de ellos.

—Joder, huele como el cielo —aseguró Yuqi, con su mochila al hombro, echando un vistazo a la bolsa—. ¿Te vas a comer todo eso?

—Por supuesto que sí —gruñó.

—Hay un montón de comida, no podrás con todo... Dame algo, por favor, no quiero llegar a casa y tener que hacer la cena.

—Dile a tu novia que te la haga.

—Mi novia trabaja más que yo —gimoteó ella, poniendo cara de pena. Changbin bufó y le dio dos de los recipientes al azar. Sabía que, de todas formas, le gustarían los demás—. Eres un ángel y tu novio más.

Changbin levantó una ceja, retándola, ella sonrió inocentemente y se guardó los recipientes en el bolso. No pensaba decirle que se abrirían y toda su ropa quedaría hecha un desastre, se lo merecía por ser mala con él.

—¿La tarta te la vas a comer? —insistió.

—Vete de aquí de una vez, gorrona.

—¡Solo preguntaba! Joder, me gustaría tener un novio como Felix que cocinara todas esas delicias para mí.

—¿Quién te ha dicho que es de Felix?

—Es el chef de Levanter, por supuesto que es suyo.

—Podría ser de Chan. —La beta estalló con una carcajada escandalosa, llevándose la mano a la barriga, como si aquella fuera la cosa más graciosa que había escuchado en su vida.

—Y una mierda, Changbin. Chan es un buen tipo, pero no va a alimentarte. Es tu casero, no tu padre.

—Vete al carajo, Yuqi.

—Uhhhh... ¿He tocado la fibra sensible? ¿Tienes daddy issues? —Changbin abrió mucho los ojos, anonadado por la desfachatez de la que era, al fin y al cabo, su empleada—. No pasa nada, amigo, todos tenemos taras.

—¡No tengo daddy issues!

—Entonces, ¿cómo es posible que creas que es de Chan? Toda esa mierda es obviamente de Felix. No sé qué te habrá hecho, pero me gusta su forma de disculparse. Mucho mejor que un ramo de flores —aseguró, encogiéndose de hombros—. Voy a compartir esta comida de estrellas Michelin completamente gratuita con mi amada, ¡a tu salud, Binnie!

La chica salió de allí en el momento en el que Changbin le lanzaba un lápiz, odiándola un poco. No quería que todo el mundo hablara de lo que Felix y él tuvieron. En realidad, ni siquiera se lo había contado a nadie más que a Minho, así que deducía que ese alfa bocazas habría aireado sus penas por todas partes.

Tomó su teléfono móvil y pulsó directamente en su contacto.

¡Hola, Binnie hyung! —saludó Jisung al segundo tono.

—¿Es el tío Changbin? Dile que venga a cenar con nosotros —invitó Suni, desde muy cerca—. Hola, tío Changbin, ¿quieres venir a cenar a casa?

—No, gracias, preciosa, ya tengo mi cena en las manos. ¿Está Minho por ahí?

Espera, te lo paso —Escuchó a Jisung moverse al otro lado de la línea—. Jagi, es Binnie hyung, quiere hablar contigo. ¡Hasta luego!

—Hasta luego, Han —resopló. Un segundo después, el alfa se puso al teléfono.

¿Qué pasa? ¿No tienes cena? ¿Quieres que te guarde un poco?

—No, de hecho, te llamo precisamente porque tengo una bolsa de Levanter llena de comida entre mis manos.

Qué bueno, la comida de Levanter siempre está exquisita.

—Y un pedazo de mi tarta favorita también, ¿sabes algo de esto?

¿Por qué iba a saber algo? —preguntó, pero su voz sonaba sospechosa.

—Porque alguien tiene que haberle contado a Felix cuál es mi tarta favorita. Y cuáles son mis comidas favoritas también. De hecho, no recuerdo haber hablado con Felix sobre comida en mi vida.

Habrá sido Jisung. Changbin, yo no te traicionaría así jamás... Yo jamás... Jjjjjjjjamás... —El tarado se echó a reír.

—¿Qué dices? ¿Te está dando una aneurisma?

Es un trend de Tik Tok, sale un gato con peluca rubia comiendo en un McDonald's como si estuviera gritando "jjjjjjjamás".

—De verdad me importa una mierda el gato del McDonald's.

Jamás vuelvas a decir eso sobre cualquier gatito... Jjjjjjamás.

—¡Minho hyung! —exclamó mientras el imbécil se reía como un maníaco al otro lado del teléfono.

¿Qué pasa? —Jisung preguntó desde lejos.

Binnie no conoce el "jjjamás".

¿Pero cómo es posible? ¿Qué fyp tienes en Tik Tok? ¿Solo te salen rutinas de entrenamiento y gymbros? —cuestionó el omega, acercándose al aparato.

—Jisung, ¿le dijiste tú a Felix cuál es mi tarta favorita?

¿Yo? Si no me has dicho tu tarta favorita jjjjjjamás. —Changbin quería tirarse de un puente mientras la parejita feliz seguía riéndose al otro lado, como si de verdad hubiera tenido tanta gracia esa broma de mierda.

—Entonces fue Minho hyung, el peor amigo del mundo —se quejó—. Podéis iros a la mierda los dos, traidores.

Ey, hyung, espera. No ha sido con mala intención, lo prometo —interrumpió Han, todavía había risa en su voz—. Felix le preguntó a Minho y él sólo contestó, no es tan grave.

—Sí es grave, no quiero deberle nada más a Felix.

Por ahora le debes una conversación —acusó Minho.

—No te metas en mi vida, hyung.

Quiere hablar contigo, le mandaste un maldito mensaje y después has estado evitándolo, Changbin.

—Puede que hubiera bebido un poco ese día...

Fue un día entre semana a las seis de la tarde, hyung...

—Yo no me metía contigo cuando comías mejillones en escabeche con nata para desayunar hace un mes.

Ese es un golpe bajísimo, hyung...

—Ya, perdón —gruñó—, pero no quiero que os metáis en esto, por favor.

Oye —murmuró Jisung en tono serio—, sé que no tenemos que meternos, pero esta es la forma en la que Felix está tratando de arreglar las cosas. Está trabajando en ello, está haciéndolo muy bien. No debería decirte esto, pero está viendo a mi terapeuta. Ella es genial, si quieres puedo darte su número...

—No, gracias, no quiero. Y tampoco quiero toda esta comida.

Podrías al menos agradecerle el esfuerzo —añadió Minho—, está preparando él mismo esa comida en medio del servicio.

—Mira, voy a colgar, esta llamada no ha servido para nada.

Binnie, ¿sabes que puedes hablar conmigo si lo necesitas?

—Sí, hyung, ya lo sé.

Bien, que aproveche la comida. Y disfruta de la tarta de fresas.

Changbin colgó, lanzando el teléfono a su bolso con rabia. Observó fijamente el pedazo impoluto de pastel sobre el mostrador de recepción y estuvo a punto de tirarlo. Por suerte para su goloso corazón, decidió que era mejor aprovechar que alguien, por fin, estaba cuidando de él. Aunque no fuera de la forma que quería de verdad.

***

Jeongin estaba realmente nervioso. Era la primera vez que se atrevía a salir de casa de Hyunjin más lejos que la tienda de conveniencia de la esquina. Llevaba tres semanas encerrado entre esas paredes, aterrorizado porque su abuelo estuviera en la puerta esperando para llevarlo a la mansión y ordenarle que se quedara allí.

Daba igual lo valiente que hubiera sido entonces, toda esa adrenalina drenó la fuerza de Jeongin hasta el límite. De hecho, después de follar como un adolescente por toda la casa de Hyunjin durante la noche, había dormido 13 horas seguidas rodeado de mantas cálidas que olían a sándalo. El alfa trató de despertarlo un par de veces, pero él estaba tan cansado entonces que no podía ni abrir los ojos.

Durante los siguientes días renunció por correo electrónico a su trabajo, pidió un teléfono móvil nuevo y se aseguró de que la transferencia de todos sus fondos personales hubiera llegado a la cuenta de Hyunjin. Era una cantidad obscena de dinero y era suyo. "Tardé tanto en volver porque necesitaba que el traspaso fuera efectivo", le contó al hombre. Él le dijo que no hacía falta pero no escuchó, ni siquiera le prestó atención cuando se puso en modo alfa asegurando que él "cuidaría de Jeongin". No lo dudaba, sin embargo, quería llevarse ese dinero porque le pertenecía, porque había trabajado para tenerlo.

Ahora tenía una American Express a su nombre, cortesía de Hyunjin, un nuevo iPhone y un ataque de pánico cocinándose a fuego lento mientras salían del taxi para dirigirse a la mesa que reservaron en Levanter.

—No va a pasar nada —murmuró Hyunjin.

—No puedo evitarlo.

—Ya lo sé, aegiya —Lo tomó de las mejillas y le dio un beso en los labios en la puerta, delante de los transeúntes, del aparcacoches que levantó las cejas con sorpresa y de los comensales que se sentaban junto a las ventanas—. Tu abuelo no te hará más daño, ahora tú tienes el poder. Te alejaste de él, estás empezando de nuevo. Estamos empezando de nuevo.

Lo abrazó, arropándolo del viento frío e impregnándolo todavía más con su olor. La nariz de Hyunjin acarició la cicatriz de su cuello que había sanado completamente y un escalofrío placentero lo recorrió desde los dedos de los pies hasta la cabeza.

—Estamos empezando de nuevo —repitió, sin poder evitar la sonrisa.

—Pues vayamos a cenar, Bang Chan es amigo, pero Wooyoung nos golpeará si llegamos tarde a la reserva. Ese tipo da miedo a veces —bromeó.

Jeongin lo siguió, aferrándose a su mano con fuerza. Wooyoung los sentó en una de las mejores mesas, con un bonito y discreto centro que apartó a un lado y un par de velas. Medio minuto después dejaba una cubitera con una botella de champán junto a ellos.

El omega se relajó un poco más cuando bebió el primer sorbo de alcohol. De verdad creía que no pasaría nada, lo sabía, pero, en su fuero interno, todavía latía el miedo intenso a tener que separarse de su alfa.

«Mi alfa», gruñó su lobo. Esa era otra de las cosas nuevas para las que no había estado preparado. Su lobo hablaba, con palabras de verdad y no gruñidos guturales que le llenaban los oídos. No era el más charlatán, pero tenía sentido porque Jeongin tampoco era una persona particularmente habladora. Apenas habían cruzado algunas frases sencillas. Pero era maravilloso. No se había sentido tan completo en su maldita vida.

—Brindemos —ofreció el hermoso hombre que se sentaba frente a él, vestido con una camisa azul clara de seda de Versace y un pantalón de pinzas negro. Levantó la copa y los cristales tintinearon cuando chocaron.

—¿Qué estamos celebrando? —La voz de Felix llegó desde un lateral. Tenía una expresión hostil y los brazos cruzados sobre la chaquetilla.

Hyung...

—Jeongin ha conseguido un nuevo trabajo —intervino Hyunjin, con una radiante sonrisa que valía su peso en oro. El australiano ladeó la cabeza, su mueca fue desde la confusión hasta la sorpresa absoluta.

—¿Has dejado las empresas Yang? —preguntó, descruzando los brazos para tomarlo del hombro.

—Sí, empezaré la semana que viene en un bufete... —explicó.

—¡Joder, qué buenísima noticia! —exclamó, alarmando a todos en el restaurante. Un segundo después, tiró de él para abrazarlo con fuerza—. Estoy tan orgulloso de ti, Innie —añadió, hundiendo la nariz en su cuello. Cuando rozó la marca, el más joven lo apartó con un sobresalto incómodo. Los párpados de Felix se abrieron imposiblemente cuando se fijó en la cicatriz. Automáticamente, dirigió su ira hacia Hyunjin—. ¿Qué demonios has hecho, pelotinto?

—No, espera —apaciguó—, yo se lo pedí, hyung. Es cosa mía absolutamente, él solo obedeció.

—Pero... Pero eso significa...

—Sí, bueno, las empresas Yang no han sido lo único que he dejado atrás... —explicó, con las mejillas calientes. Hubo unos segundos de silencio en los que Felix parecía estar estudiando toda la información que tenía y ordenándola adecuadamente. De pronto, rodó los ojos con hastío.

—Ah, mierda, tenía la esperanza de que te casarías conmigo —bromeó—, supongo que el pelotinto me ganó esta vez también.

—¿También?

—Primero con Jisung y luego contigo —se quejó. Jeongin no sabía si sentirse mal o bien por lo que estaba diciendo, pero la verdad es que era muy gracioso—. Espero que ahora que estás atado dejes de quitarme a mis conquistas.

—Tranquilo, no estoy interesado en Changbin —desechó Hyunjin, con un movimiento de desdén de su mano.

—¿Quién demonios te ha dicho...?

—¡Felix! —llamó Wooyoung, interrumpiéndolos—. Te necesitan en la cocina.

—Voy, voy —respondió—. Me alegro mucho por vosotros. El champán es por cuenta de la casa, pero te prepararé la mejor comida que has probado en tu vida para que sepas lo que te perdiste por preferir al pelotinto.

Se marchó de allí con una sonrisa, oliendo a fresas frescas. Cuando Jeongin miró a Hyunjin, parecía preocupado.

—Ha ido mejor de lo que esperaba —dijo, sentándose de nuevo—, supongo que a estas alturas ya lo sabrán todos...

—Suni se lo dijo a Jisung la semana pasada. Por eso me pidió que la llevara a su casa y por eso aparecieron en pijama en la puerta. Mi hija es una chismosa, diosa Luna.

—¡Deja a mi niña en paz! —reprendió cariñosamente, dándole un golpecito en la mano. Hyunjin agarró sus dedos y le regaló una sonrisa.

—Te amo, aegiya.

—Y yo a ti, mi alfa —susurró.

—Mira, no te vas a creer la mierda que estoy viendo ahora mismo, Jisung —exclamó, con el teléfono enganchado en su hombro mientras removía el wok con destreza.

¿Qué pasa?

—Chef, ¿dónde está el segundo de la mesa siete?

—Espera un segundo, Sungie —Se volteó hacia el camarero que miraba las comandas sobre el mostrador—. Aquí, Huening Kai, están en orden, ¿lo ves? Te lo expliqué ayer.

—Ah, sí, perdón... Hay mucha gente hoy...

—Ya lo sé, por eso necesito que seas eficiente. Dile a Wooyoung que te eche una mano, ¿vale?

—Sí, sí, perdón... —El chico salió de la cocina con los platos y él volvió al wok, colocando el salteado dentro de un recipiente.

—¿Por dónde iba?

¿Es nuevo?

—Sí, lleva menos de una semana y hoy estamos a tope. El pobre es un poco torpe, pero le echa ganas. Y es muy guapo y altísimo, mide como dos metros...

¿Alfa?

—No, es sorprendentemente beta, lo cual le viene muy bien porque me ha hecho enfadar a menudo últimamente, por lo menos mis feromonas no lo aturden.

Eso es genial, tienes un nuevo minion al que explotar...

—Yo no exploto a los trabajadores, en todo caso será Bang Chan, el jefecito.

¿Me vas a decir para qué me llamas o piensas pasarte todo el servicio conmigo al teléfono?

—Ah, sí, mierda. Sungie, Hyunjin está cenando aquí hoy.

¿Cuál es la sorpresa?

—¡Está cenando con Jeongin! —exclamó, echando al fuego un puñado de verduras para continuar con los platos—. Y no te lo vas a creer, Jeongin ha dejado las empresas Yang y...

Y vive con Hyunjin, lo sé.

—¿Cómo que lo sabes?

Desde la semana pasada, de hecho.

—¡¿Y por qué no me lo has contado?!

Igual que tú me contaste que se iba a casar, ¿no?

—¿Todavía sigues con esa mierda?

Yo perdono pero no olvido, Lixie.

—Eres un imbécil, ¿no podrías haberme contado que el pelotinto lo había marcado? Le metí la nariz en el cuello...

¡¿Que Hyunjin qué?! —gritó el energúmeno.

—¿No lo sabías? ¿Cómo te enteraste de que viven juntos?

Suni me lo contó, pero no me dijo nada de una marca... De hecho no he visto a Jeongin ni una sola vez...

—Pues la tiene, una enorme marca que está luciendo con bastante orgullo. Al final, conseguimos impedir esa boda.

Es que somos los mejores.

—Tenemos que decírselo a Seungmin.

Desde luego que sí.

—Chef, comanda para la mesa seis —Huening lo avisó.

—Tengo que dejarte, idiota, me vengaré por ocultarme ese secreto.

Te quiero mucho, mucho, rayo de sol.

—Y yo a ti —colgó el teléfono y lo colocó en el bolsillo trasero—. Cántamela, Huening.

—Sí, chef.

***

¡Empieza la minimaratón!

Este es, oficialmente, el penúltimo capítulo normal de la historia, navegantes (Subiré el último también) Pero como se me fue todo de las manos hice TRES epílogos. 

Estoy triste y feliz porque se termina el viaje de este barco pero de verdad quiero que todo el mundo lean el final T_T

¡Nos vemos en el infierno!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top