3. Papá está enfadado
—Quédate aquí mientras abro —dijo, limpiándose las manos en el trapo sucio que colgaba del caballete—. No toques el cuadro, Suni.
—No, papi —afirmó ella desde la mesita japonesa en la que dibujaba.
Hyunjin se lo creyó, Suni nunca había estropeado ninguno de sus cuadros, ni siquiera cuando era un bebé y estaba aprendiendo a caminar se acercaba a las pinturas. La dejó allí y recorrió el apartamento hasta la puerta. Vio a Jisung en la imagen de la cámara y frunció el ceño, dejándolo entrar. Se preguntó qué demonios hacía ahí.
Esperó los dos minutos que tardó en subir con la puerta del apartamento abierta, apoyado en el marco con los brazos cruzados. El omega agarraba su bolso con fuerza y pateó el suelo hasta él. Hyunjin se preguntó si había hecho algo para enfadarlo.
—¿Dónde está Suni? —preguntó, entrando directamente y quitándose los zapatos y la chaqueta con confianza. En realidad, no la tenían. Es decir, Han había estado en ese apartamento un par de veces desde que "arreglaron" las cosas, pero todavía era extraño verle allí.
—En el estudio. ¿Qué ha pasado?
—Nada, solo quiero verla un rato —mintió, colocando su bolso en el perchero. Echó a andar hacia la habitación y Hyunjin lo detuvo.
—Ey, ¿qué está pasando? —insistió. Jisung puso una cara extraña—. ¿Has discutido con Lee? —Las cejas del omega casi se juntaron y su boca se apretó en un puchero. Su olor se sintió ligeramente agrio.
—¿Puedo ver a Suni, por favor? —murmuró, mirando la mano con la que aún retenía su muñeca.
—Sí, pero tienes que decirme si tengo que pegarle al alfa —bromeó. El bobo omega resopló una risa antes de darle un empujoncito.
—Ni siquiera sabes pelear, seguramente te metería en la freidora de aire.
—Sí, es muy aficionado al aparato... —Acarició la muñeca estrecha del chico—. ¿Qué hizo ese idiota?
—Nada, solo discutimos. Pero me sentía muy mal y quería ver a Suni. Lo siento por no avisarte.
—No te preocupes, siempre eres bienvenido a esta casa, Jisung —comentó con una sonrisa—. Vamos a verla, no sé si habrá destruido el estudio en estos cinco minutos.
—Por supuesto que no, mi hija está bien educada, Hwang.
—Como su padre —comentó, jocoso. Caminaron hasta la sala en silencio y entró primero—. Mira quién ha venido a verte, nenita.
—¡Papá! —exclamó ella con una enorme sonrisa. Jisung se agachó y la abrazó con fuerza, oliéndola como si hiciera cinco años que no se veían y no dos días escasos.
Hyunjin volvió a su silla. Aun con el lienzo ante él, era capaz de ver a Jisung sentado en el suelo, con la niña sobre sus piernas y la nariz pegada a la melena negra de Suni. La pequeña le explicaba lo que había dibujado mientras el omega asentía, pero parecía ligeramente ausente, como si no estuviera ahí del todo. Hyunjin se inquietó.
—¿Quieres un bloc, Jisung? —preguntó cuando Suni volvió a sentarse para pintar y el padre parecía un poco desubicado. El chico lo miró confundido—. Nenita, ¿puedes coger uno de los blocs de anillas y compartir la mesa con papá?
—Ah, sí, genial. Así papá podrá pintar también. Te prestaré todos los colores. Papi me compró una caja gigante de lápices, mira —explicó la niña, girándose hacia la estantería que había tras ella y enseñándole la enorme caja.
Jisung sonrió. Su olor se endulzó un poco más.
Jisung y Suni se parecían mucho. No solo físicamente, sino también en cuanto a personalidad. Los dos eran ruidosos y enérgicos, dos pequeñas baterías aparentemente inagotables. Pero también eran silenciosos cuando estaban concentrados.
Habían pasado la tarde prácticamente sin hablar; solo se escuchaba la música suave en los altavoces, el sonido ocasional de la madera de los lápices golpeando la mesa y el chapoteo de sus propios pinceles cuando los limpiaba. Y sin embargo, era cómodo. Era agradable y casi insólito. Hyunjin no solía pasar tanto tiempo con ellos dos a solas, así que estaba agradecido de que la tarde fuese tan productiva.
Fue él mismo quien tuvo que romper la quietud recordándole a las dos ardillitas que tenían que cenar. Han aceptó quedarse y se llevó a Suni a la ducha mientras encargaba a Hyunjin pedir la comida, como si fuera el jefe. Hyunjin suspiró y fue a por su teléfono.
Mierda.
Tenía once llamadas perdidas: cuatro de Felix, seis de Chan, tres de un número que no conocía. Decidió que Chan era el primero al que debería enfrentar.
—Ey, hyung, ¿qué pasa? ¿Está todo bien?
—Hyunjin, siento mucho molestarte, es que no podemos encontrar a Jisung por ninguna parte y...
—Está aquí —interrumpió.
—¿Qué? Joder, ¿en serio?
—Sí, está aquí, está duchando a Suni y vamos a cenar algo ahora. No tenía mi teléfono porque no me lo llevé al estudio. Siento no haber visto tus llamadas antes.
—No, no te disculpes. Es solo que Minho estaba perdiendo un poco la cabeza. Creo que estaba a punto de llamar al ejército para desplegar una partida de búsqueda. —Hyunjin se echó a reír. En ese momento, escuchó el secador del pelo en el baño.
—Le diré que llame a Lee Minho cuando termine con Suni.
—Yo avisaré a los chicos para que no llamen a los hospitales. Gracias, Hyunjin, nos vemos pronto.
—Gracias a ti por preocuparte, hyung. Dale un abrazo a tus muchachos de mi parte.
—Claro que sí, igual para Jisung y Suni.
El alfa colgó y Hyunjin resopló, ordenando el pedido de comida rápidamente. Su hija salió del baño con un pijama puesto y el pelo seco antes de que terminara. Se subió al sofá directamente, tumbándose en el chaise longe con el mando en la mano. La vio encender el televisor e ir directamente al servicio de streaming.
—¿Cómo eres capaz de buscar la película que quieres si apenas sabes leer? —preguntó en voz alta, maravillado.
—Sí sé leer, papi.
Era cierto, sabía leer. Ella y todos sus compañeros porque por supuesto que Lee Minho era un profesor excelente, aunque él no lo hubiera visto antes. Incluso Hoshi había terminado aprendiendo el alfabeto y ya estaba casi al mismo nivel en su lectura que el resto de los niños de su clase.
Suni puso el play en un capítulo cualquiera de Bluey. Jisung se dejó caer a su lado, sobresaltándolo.
—¿Le compraste una caja de lujo de edición limitada de Faber-Castell? —murmuró, levantando una ceja.
—Quería colores y le compré colores.
—Tiene cinco años, Hyunjin, esa mierda vale una millonada.
—No empieces, yo decido cómo me gasto mi dinero —lo cortó, empujando su frente con el dedo—. Y llama a tu novio, tiene movilizados a los Geos. Creo que han llamado hasta a los hospitales.
—¿Qué? —exclamó, abriendo mucho los ojos.
—Sí, acabo de hablar con Chan hyung, también tenía llamadas perdidas de Felix y de un número que no tengo guardado, supongo que será el suyo —informó, mostrándole el teléfono.
—Ah, sí... Es él —bufó, echándose hacia atrás en el sofá.
—¿Entonces? ¿No vas a llamarlo?
—Ya veré, después de cenar tal vez...
—¿Qué te hizo para que estés así? —preguntó, acariciándole el pelo.
—Se puso como un troglodita porque "otros alfas dejaron su olor sobre mí" —farfulló, haciendo comillas—. Esta mañana tuve que ir a la oficina.
—¿Un sábado?
—Tuvimos problemas con el proyecto de un cliente y teníamos el deadline encima, así que estuve encerrado con Choi Sobin bujangnim y dos de mis compañeros alfa durante dos horas hasta que conseguimos dar con lo que este señor quería. Estábamos muy alterados, pero no "dejaron su olor sobre mí". Fue inevitable que el ambiente se cargara. Minho fue a recogerme y se puso a decir idioteces nada más entré al coche. Y luego estábamos en casa y le dije que quería ver "El castillo ambulante" y él puso mala cara. ¡Estoy estresado! ¡Quería relajarme en casa! ¡Y él se puso en modo alfa!
—Ey, ey, respira, Jisung.
—¿Papá, estás enfadado? —preguntó Suni, asomándose desde el otro lado del sofá.
—Sí, amor, pero no contigo.
—¿Papi te hizo enfadar?
—¡No! —se defendió Hyunjin—. Papá está estresado por el trabajo.
—Ah... —Asintió un par de veces pensativa antes de ponerse de pie y caminar por el sofá hasta ellos. Saltó por encima de Hyunjin y se dejó caer en el regazo de Jisung, tomándolo por las mejillas—. No te estreses, papá. Quitaré "Bluey" y pondremos "El castillo ambulante". Me gusta más "Totoro", pero sé que a ti te gusta más esa.
El labio inferior de Jisung tembló con un puchero y abrazó con fuerza a la niña. Se le escapó una lágrima mientras su aroma cubría a la pequeña. Hyunjin estaba confundido. Su pelea no parecía tan grave, al menos no tanto como para que Han estuviera así.
—Jisung, ¿estás seguro de que no hay nada más?
—Sí, estoy seguro. Ahora, veamos "El castillo ambulante", por favor.
—Claro que sí, papá. Además, la tele de papi es más grande que la tuya.
—Siempre traicionándome, hija malvada.
Estúpido Jisung, estúpido, idiota, imbécil.
«Encuentra a nuestro omega», lloriqueó su lobo una vez más.
Minho creía que iba a volverlo loco. Esa voz en su cabeza nunca estuvo tan clara, jamás fue tan repetitiva. El alfa llevaba las últimas dos horas aullando de forma ensordecedora, llamando a su omega una y otra vez.
No sabía qué más hacer, dónde más buscar. Fue a casa de Felix y había llamado a Bang Chan, Jeongin e incluso a su oficina, nadie lo había visto. No pudo contactar a Hyunjin y eso hizo que se pusiera todavía más nervioso. Si le hubiera pasado algo a Han se moriría. Estaba seguro de que su lobo lo mataría desde dentro.
No fue tan grave al principio de la tarde, cuando lo recogió, discutieron y se marchó. Minho se quedó en el apartamento de Jisung sentado en el sofá, con el ceño fruncido y fingiendo ver la televisión. Después de dos horas, decidió hacer la cena porque se sentía realmente culpable por lo que le dijo. Creía que Han volvería y entonces él podría pedirle perdón por esa mierda alfa con una deliciosa comida. Después tendrían un estupendo sexo de reconciliación y dormirían acurrucados en la cama.
Solo que Han Jisung no volvió a su casa a la hora de cenar. Y tampoco contestó todas las llamadas que le hizo, rozando la desesperación. Su cabecita se encargó de plantear los peores escenarios posibles y todos terminaban en tragedia.
Era una estupidez, todo lo era. Cuando racionalizaba lo que estaba pasando, entendía que Jisung era un adulto. Estaba enfadado con él y por eso no contestaba. No tendría que pasarle ninguna desgracia para ignorar sus llamadas. Pero el lobo no entendía eso, el lobo solo quería tenerlo a la vista, meterlo en la cama, enrollarlo en edredones como un burrito y prohibirle moverse para siempre.
Su teléfono sonó en el altavoz del coche y contestó directamente.
—Hyung, ¿sabes algo? —soltó directamente.
—Sí, puedes estar tranquilo, Han está bien. Está en el apartamento de Hyunjin —Una parte de él respiró tranquila, la otra gruñó porque estuviera en casa de otro alfa (la misma parte troglodita que había provocado la pelea en primer lugar).
—Voy a buscarlo. Gracias, Chan hyung.
—Espera, él dijo ... —Colgó.
Lo que sea que hubiera dicho no era importante. Lo importante era acelerar y cubrir la hora de camino que quedaba para llegar a casa de Hyunjin antes de que su lobo lo mandara al manicomio.
Jisung bostezó y sintió un crujido en la mandíbula. Hyunjin dormitaba tumbado a su lado, Suni babeaba sobre su camiseta con los ojos cerrados y la respiración acompasada. Se sentía más tranquilo ahora que había visto a su niña. El chucho lloriqueaba por Minho pero todavía no quería ir hasta el recibidor y sacar el teléfono de su bolso.
No es que estuviera castigándolo, era... Bien, sí estaba castigándolo. Minho lo había puesto histérico con ese estallido posesivo y él se sentía particularmente sensible.
El teléfono de Hyunjin sonó de pronto, sobresáltandolos a los tres. El alfa se incorporó buscando entre los contenedores vacíos de comida y servilletas hasta dar con el aparato. Frunció el ceño desconcertado antes de descolgar.
—Hwang Hyunjin —saludó a su interlocutor—. ¿Qué? —Se levantó de un salto del sofá, yendo hacia la puerta.
—¿Papi se va? —preguntó Suni.
—Espero que no, pero quién sabe, tu padre hace cosas raras todo el tiempo.
—Tú eres el más raro de los dos, papá.
—Oye, ¿cuándo vas a tenerme algo de respeto? —reclamó, falsamente enfadado, mientras le hacía cosquillas en la barriga. La niña chilló entre risas, intentando huir de sus atenciones.
La dejó ir corriendo hasta donde su padre había desaparecido, justo en el momento en el que se abría la puerta. Jisung se asomó, subiéndose al respaldo del sofá para ver quién era esa visita tardía.
—¡Minho oppa, también viniste! —gritó la pequeña.
Han sintió su precario equilibrio flaquear por la sorpresa, justo en el instante en el que vislumbraba a su alfa sacudiendo el pelo de su hija. Cayó de bruces al suelo, convirtiéndose en un montón de extremidades desordenadas detrás del sofá y soltando un incómodo quejido de dolor.
Y allí estaba Minho, por supuesto. Recorriendo el espacio entre la entrada y el muñeco desarmado que era Jisung. Lo tomó de los hombros, recogiendo sus pedazos torpes y recomponiéndolo, justo antes de apretarlo en un abrazo desagradablemente ceñido.
—No vuelvas a hacer algo así, Hannie. No vuelvas a ignorar mis llamadas, por favor —rogó con la voz quebrada.
Él quería seguir enfadado. Por supuesto que sí. Pero ni siquiera el dolor de la caída hizo nada contra el tono desdichado del alfa adorable al que consideraba suyo.
—No lo haré —aseguró, enterrando la nariz en el cuello ajeno, respirando su fragancia como si fuera puro oxígeno.
El chucho dentro de su cabeza ronroneó.
***
Un segundo capítulo cortito de regalo. Ahora no volveré a actualizar hasta dentro de dos meses JAJAJAJAJAJAJAJJAA no, mentira.
Procuraré actualizar a menudo, pero mi vida de adulta me impide tener toda la inspiración y el tiempo que necesito, así que no sean crueles conmigo.
Les quiero mucho, navegantes,
¡nos vemos en el infierno!
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