14. Un hermano bellota
¡Qué nervioso estaba Minho! Tenía un peso asentado en la boca del estómago desde que se despertó, pero tampoco podían culparlo: estaba a punto de ver en directo a su cachorro. Bien, a través de la pantalla, pero en directo.
Jisung salió del coche con una radiante sonrisa de oreja a oreja. Minho quería agarrarle la mano y decirle que estaba asustado. ¿Qué pasaría si le dijeran que algo iba mal? ¿O fue un error y no había ningún bebé? ¿O que el bebé...?
—Vamos, jagi —dijo el omega, tomándolo del brazo. El tirón fue suficiente para alejarlo de los pensamientos intrusivos.
Entraron a la clínica juntos, el recepcionista saludó a Jisung llamándolo por su nombre y le dio una sonrisa. El espacio era acogedor y tranquilo, una mezcla de color crema y azul en todos los muebles y paredes. Una pareja de alfa y omega estaba sentada y la más baja sonrió con reconocimiento a Jisung.
—Las vi la primera vez que vine —aclaró en un susurro, arrastrando a Minho a una silla.
Quería reclamarle haber ido con Felix la primera vez, una parte de él seguía un poco enfadada por eso. Pero otra, una enorme y sobrecogedora, solo quería entrar de una vez en la consulta y "conocer" por fin a la bellota.
Los dedos de su novio se enredaron en los suyos y apoyó la cabeza en su hombro con un suspiro. Olía como él creía que olería el paraíso: a lavanda fresca, a omega embarazado, a nueva vida, a felicidad. Minho nunca creyó que pudiera caer tan profundo por alguien, pero Jisung siempre le demostraba que todavía podía ir más lejos.
—Oye... —llamó su atención, pinchando su mejilla con el índice. Los ojos de cervatillo se dirigieron a él—. Me gustaría... Me gustaría que fuéramos a Gimpo a ver a mis padres —soltó. Han se enderezó elevando las cejas—. Ya sabes... Para contarles la noticia, que van a ser abuelos y todo eso... Y para presentártelos.
—¿Cuándo?
—Cuando quieras, ya saben de ti. Es decir, saben que estamos juntos y todo eso... Pero me gustaría decirles esto en persona, como con tus padres...
—Bueno, podemos ir a conocer a tus padres cuando quieras —contestó, pero parecía un poco nervioso.
—Son amables, Jisung, ya te aman y ni siquiera te conocen.
—Ellos saben... ¿Saben de Suni?
—Sí, claro que sí. No van a juzgarte por eso, también quieren conocerla. Tal vez podamos ir los tres... En dos semanas, ¿qué te parece?
—Sí, sí, estaría bien... —aseguró, restregando la mejilla contra su chaqueta.
—Han Jisung, es su turno —avisó una enfermera.
El corazón de Minho volvió a acelerarse y su estómago dio tres vueltas de campana mientras acompañaba a la enfermera por el pasillo. Les abrió la puerta de una consulta y su omega entró primero. Él tuvo que respirar hondo antes de dar un paso dentro de la habitación.
Sus mejillas se calentaron automáticamente cuando descubrió quién era el doctor.
—Eh... Bueno, él es mi alfa, doctor Song...
—Ah, sí —contestó el hombre con una sonrisa cómplice—. Me alegro de verlo, señor Lee.
Estaba un poco en shock. No es que fuera algo malo, era simplemente sorprendente. De hecho, había visto al hombre el viernes en clase, cuando fue a recoger a Mingi. En realidad, lo había visto muchísimas veces y en ninguna ocasión dio un indicio de reconocimiento. Miró a Jisung tratando de hablar con él por telepatía para entender por qué diablos le había ocultado también ese pequeño secretito. El omega hizo un puchero y se encogió de hombros.
—Pueden sentarse —ofreció, señalando las sillas. Minho obedeció en silencio, enfurruñado por ser el último en enterarse de todo—. ¿Cómo han ido estas semanas? ¿Has tenido algún problema?
—Solo estoy extremadamente sensible, en plan, como muy dramático.
—Más de lo normal —espetó Minho, un poco como venganza. El chico le dio un codazo.
—Es normal, los niveles de hormonas se están equilibrando, todavía será así unos meses más. ¿Has tenido naúseas?
—No, no he tenido malestar físico. Aunque creo que he engordado un poco —murmuró avergonzado. El doctor Song, el padre de su alumno, al que veía prácticamente a diario en el colegio, se rio en voz alta.
—Engordarás más, pero eso ya lo sabes. ¿Qué te parece si hacemos una ecografía?
—Sí, doc.
Han se levantó de un salto y fue directo a la camilla, tumbándose boca arriba. Minho lo vio levantarse la camiseta y desabrochar el vaquero que llevaba puesto para bajarlo un poco. Su tripa parecía igual que siempre, tal vez un poco más redonda, no tan definida. A Minho le gustaba, era una barriga suave y hermosa. Le picaron los dedos por tocarlo
Al profesor le parecía el ser humano perfecto. El omega más bonito del mundo. Aunque guardara secretos y fuera dramático y caótico, seguía siendo lo mejor que Minho tenía, su tesoro, su estúpidamente increíble novio...
—Usted también puede acercarse si quiere, señor Lee —interrumpió el omególogo, preparando el ecógrafo sin mirarlo.
—Sí, sí... —Fue hasta ellos y se colocó junto a Jisung, lo observó por unos segundos y quiso darle un beso a esa pancita en la que estaban poniendo ese líquido transparente que lo hizo estremecerse.
—Esta ecografía es importante... Además , el señor Han insistió mucho —comentó casualmente el médico—, dijo que su alfa también debería poder ver a la... ¿nuez?
—Bellota —corrigió Jisung, con las mejillas sonrojadas y evitando la mirada de Minho.
—Cierto, cierto, la bellota, me equivoqué de fruto seco —bromeó el hombre—. ¿Está preparado para ver a su cachorro, señor Lee? —preguntó, sosteniendo el manubrio cerca de la tripa de su novio.
La mano pequeña y cálida de Jisung buscó la suya, agarrándolo. Su olor se sintió un poco turbado, como si en realidad tuviera los mismos miedos que él. Tal vez los tenía, era posible que temiera que todo fuera un sueño o que la bellota estuviera mal, lo cual sería una pesadilla. Si su omega estaba sufriendo como él, no tenía ningún derecho a enfurruñarse porque no le contara que el doctor Song era en realidad Song Yeonsang, el padre de Song Mingi, su alumno nuevo.
No tenía ninguna razón para estar enfadado cuando conocía a la perfección los niveles de ansiedad con los que peleaba el chico diariamente. Tenía que ser un infierno para él: el embarazo no planeado, encontrarse con ese hombre en la consulta, la presión de sus padres, el miedo al rechazo... No, definitivamente no tenía ningún maldito derecho a estar enfadado con él. En todo caso, debería estar caminando sobre una alfombra roja, mejor aún, en sus brazos sin tener que pisar nunca más el suelo.
Minho apretó la mano y trató de soltar feromonas calmantes. Las aletas de la nariz de Jisung se abrieron con reconocimiento. Una pequeñísima sonrisa tiró de su mejilla y lo miró, todavía algo avergonzado. El alfa le acarició el pelo solo porque podía, porque era suyo y quería que entendiera que estaba ahí para él. Daba igual lo que fuera a decir el doctor Song, seguiría a su lado hasta el final, hasta que no quedara más camino por andar, hasta que fueran viejos y estuvieran arrugados, sentados en un sillón mientras dormitaban viendo documentales de animales. Minho estaba dispuesto a estar el resto de su vida junto a él.
—Vamos allá. —El aparato se pegó a la piel de Jisung y observó cómo la pantalla se ponía de color marrón.
Minho no podía creerlo. Era imposible.
—¡No parece una bellota! —exclamó, absolutamente desconcertado porque la imagen era claramente un bebé. Uno minúsculo, pero un bebé al fin y al cabo.
Los omegas rieron por su estúpido comentario. Minho dirigió su vista a Jisung y de ahí la volvió a la pantalla. Era un ser humano formado, con dos pequeños brazos y una enorme cabeza. La ecografía en 3D era lo suficientemente clara para que el profesor distinguiera su forma. Tenía los ojos cerrados y el cordón umbilical entre sus pequeñas piernas.
—La cara se humaniza en torno a la semana 14, deja de parecer... una bellota.
—Es un bebé —insistió Minho, mirando fijamente a la pantalla y apretando la mano del omega—. Jisung, es un bebé, míralo.
—Ya sé que es un bebé —rio el chico, con su olor tornándose feliz.
El alfa estaba extasiado, fuera de sí. Había un bebé en la barriga de Jisung, uno que sería tan genial como Suni, uno que él ayudó a hacer, pequeño y adorable, con sus minúsculos bracitos y piernas.
El manubrio se movió un poco y el doctor tocó un par de botones. De pronto, en el silencio expectante de la consulta, un sonido extraño salió de la máquina. Era como estar bajo el agua, igual de húmedo y extraño. Pero sabía lo que estaba escuchando, sabía que ese "tun tun tun" era claramente el latido de un corazón, un corazón enano que latía rápido y fuerte. El corazón de su cachorro.
Minho se llevó la mano de Jisung a la cara cuando sintió sus ojos llenos de lágrimas. Besó el dorso y restregó la muñeca contra su mejilla. El olor a lavanda llegó a su nariz con más fuerza, mezclado con esa cosa nueva tan atractiva. Dejó un pico sobre la glándula de su muñeca antes de que el omega secase la gota que caía por su pómulo con el pulgar.
—Todo está bien —murmuró Han—. Todo va bien, ¿verdad, doc?
—Sí, todo va bien —aseguró el hombre con calma—. El latido es fuerte y estable, el desarrollo es normal, parece fuerte. Me alegra que no tenga náuseas ni síntomas de ese estilo. Está siendo un buen embarazo y espero que siga así. Todo está perfectamente con el papá y con la bellota —concluyó con una sonrisa comprensiva.
—Gracias a Dios —suspiró Lee, soltando el aire que no sabía que estaba conteniendo.
El doctor congeló la imagen y limpió el aparato. Le pasó a Jisung un poco de papel y Minho lo cogió automáticamente, limpiándole el gel conductor de la barriga. Estuvo tentado de dejar un beso en el pedazo de piel bajo su ombligo y restregarse allí para que su olor quedará impregnado en su tesoro, pero se contuvo.
Ayudó a su omega a ponerse de pie unos segundos después, arreglando su ropa con diligencia y peinándolo, aunque no lo necesitaba. En ese momento solo quería abrazarlo, apretarlo contra su cuerpo con fuerza y mantenerlo allí por toda la eternidad.
Volvieron a sentarse en torno al escritorio y el doctor Song no perdía la sonrisa tranquilizadora. Colocó un sobre sobre la mesa y lo empujó hacia ellos.
—La siguiente ecografía será en la semana 20. Puede llamar para concertar una cita antes si lo necesita, pero si todo sigue igual de bien, no nos veremos hasta entonces... Bueno, quiero decir en la consulta...
—Ah, sí —comentó Minho con las mejillas cálidas.
—Todavía no ha ido a taekwondo, ¿Mingi no quiere? —preguntó de pronto Jisung, dejando un poco descolocado a Lee.
—No, no, sí que quiere... La verdad es que no he tenido tiempo, tengo turnos en la clínica los sábados y mis padres se quedan con él. Había olvidado por completo llevarlo, para ser honesto —confesó el hombre, parecía avergonzado.
—Podemos ir a buscarlo y llevarlo de vuelta —ofreció Minho—. Seguramente se sienta más cómodo si viene usted con él, pero conoce a Suni. Podemos recogerlo por la mañana y que vayan juntos. Solo necesitaría un alzador para el coche.
—Eso sería demasiado... esperaré a tener un día libre...
—Por favor, doc, lo hago más por mi salud que por usted —bromeo Jisung—. Los niños no paran de insistir en que Mingi tiene que aprender taekwondo. Y pueden ser muy pesados cuando están todos juntos.
El hombre se rio tapándose la boca y los miró a ambos antes de asentir, todavía un poco avergonzado.
—Agrégueme a Kakao, doc —añadió su omega, acercándole el teléfono. El otro obedeció—. Mándeme un mensaje y le diré la dirección de la clínica. Muchas gracias por todo.
Jisung se levantó del asiento y tiró de Minho como un títere. Los dos hicieron una reverencia antes de despedirse y salieron de la clínica. Ni siquiera esperó a que llegaran al coche para tomarlo por la cintura y besarlo con fuerza.
Los labios del omega se abrieron con un suspiro, relajándose contra su cuerpo. Jisung parecía masilla moldeable en sus manos mientras atacaba su boca sin cuartel.
Lo saqueó, con su lengua entrando en la cavidad, sus bocas amoldadas y la mano de Minho enredada en el pelo esponjoso del Han. Se separó un milímetro de sus labios buscando aire.
—Eres la persona más increíble del mundo —susurró—. Te amo, quiero marcarte, quiero follarte ahora mismo y hacerte veinte bebés más.
—¡Lee Minho! —exclamó, indignado.
—Es la verdad, daría todo lo que tengo por vivir ese momento mil veces. Es un bebé, Hannie, un bebé de verdad y está aquí —Acarició su tripa con el dorso de la mano—. Es tuyo y es mío, nuestro cachorro... Y su corazón late tan rápido, sus bracitos son tan pequeños... Quiero llenarte con veinte bebés más como ese —gruñó.
—Calmate, alfa —reprendió el otro—. Yo también te amo y entiendo que estés emocionado, pero no eres tú el que los carga...
—¿Sabes qué pensé la primera vez que te besé?
—¿Por qué traes a colación ese vergonzoso momento? —gimoteó mortificado, restregando su cara contra el cuello del mayor. Minho soltó una risita, abrazándolo más fuerte.
—Pensé que si fuera un omega querría que me marcaras —confesó en voz baja. Jisung se estremeció—. Te dejaría que me embarazaras todas las veces que quisieras.
—Minho hyung, todavía tengo que ir al trabajo —se quejó—. Haz el favor de callarte y llevarme a la oficina. —Dejó un beso en sus labios y se revolvió para ir hasta el coche. Minho sonrió.
—Ah, el príncipe se acostumbró a tener chófer.
—Estoy programando un ser humano aquí dentro. Me merezco eso y más, alfa —dijo con un guiño.
—Por supuesto que sí —afirmó categóricamente.
Y Minho se aseguraría de dárselo.
Jisung entró al cuarto de su hija un poco nervioso. Todavía tenían un rato antes de irse a trabajar, así que aprovechó para despertarla lentamente. Ella arrugó la cara con incomodidad, poniendo ese puchero que le ablandaba el corazón.
—Despierta, ardillita —susurró, dándole un beso en la frente. Ella se revolvió, estirándose entre las sábanas.
Sus ojos parpadearon aturdidos, lo miró a él a través de la suave luz de la habitación y se incorporó para frotarse las legañas.
—Hmmm —se quejó, yendo directamente a levantarse para prepararse para su día. Jisung se lo impidió sentándose a su lado
—Suni, quiero contarte algo —dijo Jisung, tumbándose para abrazar a su pequeña en la cama—. Pero tienes que estar calmada, ¿de acuerdo?
—Estoy calmada, papá —aseguró ella, restregándose contra la camisa azul del omega—. ¿Hoy no voy a la escuela?
—Claro que sí , ¿por qué lo preguntas?
—Bueno, nunca te tumbas en la cama cuando voy a la escuela. Solo vienes y me dices "arriba, señorita, vas a llegar tarde". Y eso no es verdad porque nunca he llegado tarde. Y ahora menos porque nos lleva Minho oppa y vamos más rápido que en el autobús.
—¿Por qué siempre te levantas de mal humor?
—Porque quiero dormir cinco minutos más —replicó contra el tejido, decidida a quedarse allí.
—Pero tengo una cosa genial que contarte, ¿no quieres escucharla?
—Seguro que no es tan genial.
—Oye, me hieres, Han Suni, las cosas que te cuento siempre son geniales.
—Okay... —murmuró.
—Bueno, si no quieres saberla no te la diré —dijo con falsa indignación—. Pero tampoco vas a dormir más, Minho está preparando el desayuno y tienes que vestirte. —Empezó a levantarse de la cama pero ella lo agarró con fuerza.
—No te enfades, papá —lloriqueó—, ven, ven a la cama y cuéntame esa cosa genial. —Su voz sonaba adormilada y aunque Jisung supiera que era un truco para estar un rato más entre las sábanas, obedeció.
La abrazó otra vez, oliendo su pelo mientras dejaba un beso en la coronilla. Pensó en la suerte que tenía de estar ahí con su pequeña mientras su alfa preparaba el desayuno para los tres. La separó un poco de su pecho y la tomó por las mejillas. Todavía estaba toda hinchada por el sueño, pero sonrió ampliamente.
—Vas a tener un hermanito —susurró, preparado para cualquier reacción. Ella parpadeó lentamente tres veces antes de que sus ojos se abrieran.
—¿Qué?
—Que vas a tener un hermanito. O una hermanita, no se sabe todavía.
La niña parecía en shock. Seguía con las pupilas fijas en su cara y su boca se abría en una O enorme. Jisung estaba empezando a entrar en pánico porque no estaba reaccionando. Esperaba una explosión de alegría, no esa cara de susto que tenía ante él.
—Suni, ¿estás bien? ¿Me has entendido?
—Voy a tener un hermano —susurró y parecía horrorizada—. ¿Me estás diciendo que voy a tener un hermano?
—Sí, ardillita, pero...
—¿¡CUÁNDO!? ¿¡DÓNDE VA A DORMIR?! ¿COMPRASTE UNA CUNA? ¿DÓNDE ESTÁN SUS COSAS? —gritó, saliendo de las sábanas de un salto.
—Suni, todavía falta mucho, faltan meses...
—Un mes son 30 días, papá, 30 días se pasan volando —interrumpió. Corrió hasta su armario y la vio rebuscar entre las cosas a las que alcanzaba.
—¿Qué haces, Suni? —preguntó, acercándose a ella.
—Estoy buscando ropa que se pueda poner un bebé.
—¿Pero qué...?
—No querrás que mi hermanito esté por ahí sin ropa, ¿no?
—Suni, escúchame, tienes que tranquilizarte, quedan muchos meses —La alzó en brazos y se sentó en la cama con ella en el regazo—. El bebé es un poco más grande que una bellota. Es pequeño y tiene que pasar mucho tiempo en mi barriga para que tenga forma de bebé completo. Podremos comprarle ropa, una cuna y juguetes. Todavía es pronto para todo eso.
—¿Seguro? No es como cuando crees que llegarás a tiempo a recogerme y luego llegas tarde, ¿verdad?
—Claro que no —exclamó, ligeramente ofendido—. Te prometo que hay tiempo de sobra. Además, tengo una foto para ti.
—¿Una foto de mi hermanito? —Sus ojos brillaron con ilusión y Jisung maniobró para sacar la ecografía de su bolsillo trasero. Estaba un poco arrugada, pero seguía siendo preciosa.
—Sí, mira —Se la entregó con una sonrisa—. Esta es la bellota.
Suni agarró con fuerza el pedazo de papel y lo observó con detenimiento.
Con una mano, acarició la tripa de Jisung y susurró: —Hola, bellota, no te des prisa por salir hasta que papá me lleve a comprarte mucha ropa para que no pases frío. Te prometo que voy a cuidar de ti, incluso le recordaré a papá cómo se hacen las cosas para que no se olvide.
—Suni, me haces parecer el peor padre del mundo. —Ella subió los ojos hasta su cara.
—No es eso, es solo que a veces eres muy despistado y un poco lento. Pero no pasa nada, a mí no me importa decirte las cosas dos veces —aseguró, condescendiente.
Se bajó de un salto de su regazo y huyó del dormitorio chillando. Jisung la siguió, preocupado. La vio entrar a la cocina y gritar un montón de locuras incomprensibles. Cuando se asomó a la habitación, Minho estaba agachado ante la histérica niña.
—¡UN HERMANO BELLOTA! —gritó.
—Ah... Sí, vas a tener un hermano bellota —secundó Minho con una sonrisa suave. Ella se lanzó a sus brazos y se agarró a su cuello.
—¿No entiendes lo genial que es eso? ¡Voy a tener un hermano, Minho oppa!
—Sí que es genial, ¿verdad?
—¿Quién será el otro papá? —preguntó de pronto, apretándole las mejillas a Minho con ansiedad—. ¿Eres tú el otro papá, oppa?
—Ehh... —Los ojos del alfa lo buscaron y Jisung se rió de su incomodidad, tomando una taza de café de la encimera—. Sí... Yo voy a ser el otro papá...
—¡QUÉ GENIAL! ¡TENGO QUE DECIRLE A TODOS MIS COMPAÑEROS QUE MINHO OPPA SERÁ EL PAPÁ DE MI HERMANO BELLOTA!
—Ey, ey, ey, Suni, baja un cambio —intervino Jisung, arrastrándola para tomarla en brazos.
—No deberías cargar peso...
—No empieces, hyung.
—Pero...
—Voy a vestir a Suni y ahora volvemos.
La sacó fuera de la cocina mientras ella frotaba la cara contra su cuello. Sabía que en realidad no podía sentir las feromonas, pero el aroma de los padres calmaba a los niños incluso antes de que se presentaran.
La dejó en la cama mientras sacaba la ropa y la ayudaba a vestirse. Ella seguía mirando el pedazo de papel con devoción e interés.
—Ardillita, necesito que te calmes con todo el tema de la bellota. Todavía es muy pequeña y tal vez no le guste tanto la atención como a ti... Tal vez es como Mingi y prefiere estar callada y tranquila.
—Ah... Sí, claro...
—Entonces, es mejor si dejas que papá se lo cuente al colegio antes de que todos tus compañeros lo sepan, así la sorpresa será más genial. Tal vez puedas llevar una foto mejor de la bellota.
—¿Entonces no se lo puedo decir a nadie? ¿Ni siquiera a papi o al tío Lix?
—Papi y el tío Lix ya lo saben, puedes hablar con ellos sobre la bellota, pero mejor no lo hagas con tus compañeros todavía, ¿te parece bien?
—Sí, me parece bien...
—Hoy te irás a casa de papi, ¿de acuerdo?
—¡Le contaré que voy a tener un hermano bellota! Y que seré la mejor hermana mayor del mundo.
—Claro que sí, mi amor —aseguró Jisung, dándole un beso en la frente.
***
Navegantes, hoy es mi cumpleaños, así que de celebración les traje un capítulo súper soft.
¡Nos vemos en el infierno!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top