26: Alpha en problemas

—Permiso, permiso —dijo mientras caminaba con prisa hacia los elevadores. Tenía 1 minuto para llegar a la junta o su jefe lo mataría—. Vamos...

Llegó a las puertas y susurró entre dientes, presionando repetidamente el botón, como si eso ayudara a que los elevadores fueran más rápido.

—¿Por qué tanta prisa Frankie? —lo alcanzó su amiga Jamia, asustándolo un poco, haciéndolo brincar en su lugar—. ¿Estás bien? Luces un poco enfermo... hueles... —iba a olfatearlo mejor cuando, por suerte, un elevador por fin abrió sus puertas.

¡Mierda! ¡Ya iba tarde!

—Ahora no, Mía, tengo junta, nos vemos luego.

Sin dejarla decir más se dispuso a apretar el botón del piso 7, donde sería la junta. 9:00 AM, ¡mierda! ¡Su jefe lo iba a matar!

Aprovechó los segundos qué tenía antes de llegar a su destino para respirar, últimamente ni de eso tenía chance. Desvió la mirada a su reflejo y fue entonces que se detuvo en su reflejo. Su camisa blanca estaba desfajada y se veía un poco arrugada, las mangas subidas dejando ver sus tatuajes, sumado a su corbata desarreglada y ausencia de saco, que por cierto no había visto desde ayer, lo hacían ver bastante fachoso.

"Demonios" susurró usando su pecho y mentón para sostener sus papeles y laptop mientras trataba de arreglarse.

Tenía una junta muy importante con los directores de la empresa donde por fin darían el visto bueno al disco de la banda qué estaba produciendo. llevaba 3 meses trabajando como loco, incluso había bajado de peso por el estrés, se había saltado varias comidas y horas de sueño, pero estaba seguro que valdría la pena, ¡debía valer la pena!

Era el primer gran proyecto que lideraba, al fin tenía oportunidad de demostrar lo bueno que es, todo su potencial, todo lo que... 'bip'

Sonó el elevador y reanudó su caminata hacia la sala de juntas. Un par de pasos más y... ¡demonios! ¡Ya las puertas estaban cerradas!

—Permiso, disculpen la demora, perdón —entró tratando de hacer el menor ruido posible, todos en la sala voltearon a ver como tomaba asiento.

—Gracias por su asistencia a todos —dijo Michael con el semblante serio e intimidante de siempre desde su lugar, encabezando la reunión; su jefe Ray viéndolo con esa mirada de 'te dije que llegaras a tiempo'—. Ya qué estamos todos y como saben, hoy revisaremos las últimas versiones antes de aprobar los álbumes a lanzar de acuerdo a calendario, Toro, adelante.

—Gracias sr Way —se levantó su jefe pasando al frente de la sala para comenzar con la presentación.

Trataba de enfocarse al máximo en el feedback qué recibían los proyectos antes que él, de verdad que si, pero se sentía un poco mal. Hacía muchísimo calor, se sentía un poco inquieto, provocándole leves temblores en sus extremidades y una ligera capa de sudor y su corazón latía con rapidez.

'Son los nervios' pensó cuando pasó Bob, su compañero antes que el a presentar.

Trataba de calmarse, de verdad que sí. Pero de repente un muy tenue olor a cerezas y rosas lo sacó de su trance. Confundido volteó a ver a cada uno en la sala.

Todos estaban muy atentos tomando notas, principalmente Michael, el CEO de Blink city records, a su izquierda estaba su jefe Ray, director de la división de nuevos talentos, Mathew, de finanzas, y Gerard, el director visual y de diseño. Estaban tan concentrados qué nadie parecía notar el delicioso aroma qué empezaba a cautivar sus sentidos y que curiosamente venía del pelinegro qué prestaba tanta atención y que por cierto, se veía hermoso con su blusa blanca y su pañuelo de seda rojo alrededor de su cuello, no había alcanzado a ver si llevaba alguna de sus llamativas faldas o un pantalón ya qué había llegado tarde, pero lo que fuera seguro lucia genial.

Gerard era su favorito en toda la sala. Ok, Ray podía ser un excelente jefe y amigo, pero si tuviera que elegir sin duda el pelinegro sería su primera opción, y no es que tuviera un crush en él, ¿okay?, es que de verdad lo respetaba y admiraba. Era el único director qué siempre daba muy buen feedback, sin duda sus conocimientos y experiencia a tan corta edad eran muy valorados y celebrados, escucharlo de verdad ayudaba a mejorar cualquier proyecto. Sin duda merecía su lugar en la empresa, eso sin mencionar qué era uno de los pocos omegas qué tenían una posición tan alta en la empresa.

Claro, a veces había comentarios mal intencionados, principalmente destacando quién era su hermano. Pero una vez que trabajas con Gerard no te queda duda del porqué de su puesto. Además ya no estaban en el pasado, donde se pensaba que el lugar de un omega era en el hogar, teniendo y criando bebés, ¡no, para nada!

—Bien, gracias Robert, una vez hechos los ajustes financieros actualizaremos el calendario de lanzamiento. Quiero el reporte lo antes posible en mi escritorio.

Gerard era grandioso en lo que hacía, y era tan dulce y respetuoso y atractivo, amable y lindo y buena persona en general... Y El omega más hermoso que haya visto en su vida. Porque debía admitirlo, Gerard era bastante lindo, con su ropa ajustada y a la moda, siempre tan meticuloso con su trabajo y apariencia.

—Bien, ahora pasamos con Iero —mencionó Ray—. Frank, compartenos los detalles de la banda qué será la sensación de otoño.

Si duda el alpha qué lo cautivara ganaría el cielo en la tierra. Y es que Gerard era soltero, o eso le había contado Jamia hacía tiempo.

—¿Frank?

Pero no había tenido buena suerte, porque cada vez que podía entablar una conversación fuera de temas laborales con él, quedaba como un completo descerebrado. Como la vez que se tiró encima todo el café

—Frank...

O la vez que logró contarle una anécdota graciosa y al reírse se le salió el refresco por la nariz... Ugh! Se odiaba por hacerse quedar como un tonto y... espera, ¡gerard lo estaba viendo a los ojos!

Sonrió como idiota pero luego salto en su lugar al escuchar la voz fuerte y clara de Michael.

Frank, es tu turno —dijo alto y fuerte—. ¿Todo bien?

Frank volteó de inmediato y toda la sala lo veía con una expresión preocupada.

—Eh si, si!! —se levantó de golpe, tirando sin querer el café de su compañera Laura—. Perdón, me quedé... Pensaba en lo último que dijo Sr., perdón Lau, gracias.

Y como pudo pasó el frente.

La tranquilidad qué había conseguido se había esfumado en segundos y de nuevo tenía esa sensación rara, como cuando entraba en su celo...

'Espera, ¿qué día es?' pensó de repente cuando una ola de calor inundó su cuerpo y se acumuló en sus mejillas, haciéndolo sudar más y perder un poco el suelo, teniendo qué sujetarse de la mesa para no perder el equilibrio.

—¿Seguro, Iero? Luces resfriado —mencionó Michael viéndolo con ojos entrecerrados.

—Si señor, todo bien —mencionó Frank ajustando su corbata y dejando de lado las cuentas de cuando había sido su último celo.

—Está bien sr Way, lo que pasa es que llevamos varios días acá en la oficina trabajando en el proyecto, pero les aseguro que les encantará, ¿no es así, Frank? —dijo Ray de repente, tratando de omitir cualquier tema.

—Es cierto, sin más, comencemos —trató de sonar más serio.

Por supuesto, Ray tenía razón, habían invertido mucho tiempo y esfuerzo, tanto que había perdido un poco el norte de los días. Y si su cálculo rápido no estaba mal, tendría su celo ya. Pero no podía arruinarlo, había trabajado tanto y no, no iba a decepcionarse. No iba a tirar la toalla. Y sobre todo, no iba a quedar como un idiota frente a Gerard nuevamente.

Tras 15 minutos de presentación todo salió a la perfección, expuso su proyecto, contesto a todas las dudas, tomo notas mentales del feedback, principalmente de aquel que le pedían alinear con gerard el boceto final de la portada, y sin más termino y volvió a su asiento, volviendo a respirar más relajado... Eso hasta que su corazón saltó en su lugar cuando Gerard le sonrió y felicito por su trabajo, diciéndole qué lo buscaría para los bocetos.

Cuando la junta terminó tomó sus cosas y a Ray para explicarle su situación y salir lo más rápido posible de ahí. No quería incomodar a nadie con su olor qué, con el transcurso de las horas se haría mucho más fuerte.

Incluso Ray le dio el resto del día, así que podría irse sin problemas, por suerte era viernes y tendría el fin de semana para pasar su celo sin temas y regresar el lunes con toda la actitud y muy presentable para hablar con Gerard sobre los bocetos.

¡Todo estaba saliendo bien!

Sin importarle su saco perdido, tomó sus cosas y sin más se fue dispuesto a descansar en la comodidad de su hogar. Ya estaba frente a su auto en el estacionamiento cuando alguien llamó su nombre a lo lejos.

Iba a dejarlo pasar pero ese delicioso aroma qué lo cautivaba lo detuvo en seco. El calor precipitándose a sus mejillas y haciendo qué soltara las llaves.

—Frank! Olvidaste tu saco... Lo dejaste con Mark, de mi equipo ayer... —El dulce pelinegro se acercó corriendo a él, entregando su sacó.

¿Acaso podía ser más lindo? Había corrido a entregarle su estúpido saco, sin importarle qué seguramente los tacones de sus botas no eran nada cómodos para correr. Y su falda era bastante justa, dificultando la carrera y acentuando sus hermosas y largas piernas qué luciría espectaculares en su cintura cuando... '¡¡espera!! ¡Calmate Frank!' cortó sus pensamientos antes de que el calor en su cara se fuera a otro lado.

—G-gracias, Sr Way —dijo con la cara como tomate, tomando su saco con manos temblorosas, algo que no pasó desapercibido para el pelinegro.

Te he dicho que me digas Gee, el 'sr Way' es Mikey —sonrió reconfortante, tratando de ver más allá del semblante de Iero. Traía ojeras, sudaba, temblaba y estaba todo rojo—. Seguro que, ¿estás bien? Me preocupas...

'tan lindo' pensó Iero antes de contestar.

—Estoy bien Gee... gracias por mi saco.

—Deberías ponértelo, luces resfriado —Gerard intentó acercarse y tocar su frente, seguro para comprobar si tenía fiebre, pero se alejó de inmediato.

—No no, estoy bien —dijo con una sonrisa abochornada, agachándose por sus llaves.

Como era costumbre, su lado más estúpido salió a relucir. Al agacharse por sus llaves no midió la distancia por lo que se golpeó en la cabeza contra la puerta del auto y al levantarse soltó las llaves y el saco, haciendo qué las primeras rebotaran y se fueran por una coladera qué casualmente se había materializado ahí '¡Dios mío, mátame por favor, no de nuevo frente a Gerard!'

Por su lado el pelinegro se apresuró hacia el castaño, ya que por el golpe se tambaleó.

Sumamente preocupado lo tomó del brazo, percibiendo su característico aroma a café, madera y un toque dulce que hizo que un escalofrío recorriera su espalda. ¿Era su idea o si inconfundible aroma era más fuerte que de costumbre?

—Woa, Frankie, ¡cuidado! Creo que sí deberías ver a un médico.

—No es nada Gee. — Inconscientemente aprovechó la cercanía para pegarse más y perderse en su olor por un par de segundos.

—Eso debió doler... y creo que tus llaves se fueron por la coladera... ¿Tienes una copia en la oficina? —Iero negó con una sonrisa tonta, drogado del olor de su omega favorito—. Bueno, vamos, te llevo.

—Espera.. No... N-no es necesario —se apresuró a decir recobrando la consciencia. No podía estar cerca de Gerard, podía ser peligroso y no quería faltare al respeto—. Puedo pedir un taxi.

—Frankie, no puedo dejar qué te vayas así, solo, podría ser peligroso y no estaría tranquilo, venga, vamos, ¿puedes caminar? —dijo con duda al ver como Frank temblaba un poco. Pensando que era por la enfermedad—. Si no puedo pedirle a Mikey qué nos ayude...

—Si, ¡no! —dijo bruscamente, tratando de poner en orden su mente difusa. Si algo no quería era meter a Michael en esto. Si se enteraba qué tenía su celo y estaba cerca de su hermano omega estaba seguro que lo mataría—. Estoy bien, yo puedo solo, no te preocu... —pero fue cortado por un gerard con la mirada dura.

—'Yo puedo solo' —dijo imitando su voz y dándose la vuelta—. ¿Cuándo aprenderán los alphas qué está bien pedir ayuda? Mira Frank —se volteó enojado, intimidando un poquito al castaño—. Si no quieres mi ayuda o piensas que soy más débil por ser omega dejame decirte que...

—No es eso, perdón —dijo de inmediato—. Es que no quiero causar molestias, debes tener mucho trabajo y...

—¡Tonterías! Vamos, mi auto está cerca, te llevo a casa y de paso hablamos de los bocetos.

Sin más que decir siguió su camino a su auto, con un Iero sonrojado hasta las narices siguiéndolo como un cachorrito regañado.

Frank le rezaba a todos los dioses por apaciguar su celo, por hacer que su aroma se esfumara mientras estaba en el carro del pelinegro y, sobre todo, rogaba a su lobo interno calmarse, porque el calor en sus mejillas bajaba a otros lados con el transcurso de los minutos. Y es que el viaje se le hacía eterno, ver a Gerard de perfil y como su falda ya de por sí corta se había subido un poco más al estar sentado, o como la tela jugueteaba tentandolo al subirse y bajar levemente con el movimiento de sus piernas sobre los pedales, su aroma hipnotizante llenando sus sentidos, su melodiosa voz regañandolo por no cuidarse y estar tan enfocado en el trabajo... absolutamente todo lo tentaba.

¡Gracias a Gerard por regresarle su saco! ¡Y también gracias a su mochila donde guardaba la laptop por existir! De lo contrario no tendría como ocultar su creciente excitación.

—Deberías cuidarte más Frank, el trabajo es importante pero lo es más tu salud —repetía el pelinegro cuando escuchó un ligero quejido—. Tal vez deberíamos pasar a una farmacia —dijo con preocupación, volteando a ver brevemente al castaño, quien se doblaba sobre sí como si le doliera el estómago y abrazaba con fuerza su mochila—. ¿Frank?

—N-no, en la siguiente cuadra a la izquierda... Es el edificio azul, gracias —dijo apenas.

Su celo se hacía cada vez más fuerte, tal vez era qué tenía al omega más maravilloso del mundo a su lado, o el estrés qué había sentido los últimos meses,o la suma de todo. Pero el calor se hacía insoportable, tenía una erección bastante marcada entre sus piernas y sudaba como loco.

—¿Seguro? —susurró con duda, fue entonces que notó que el aroma de Frank se hacía cada vez más fuerte, mareandolo levemente. ''Seguro es porque está enfermo'' pensó acelerando un poco más para llegar cuanto antes. Sabía qué los alphas tendían a soltar más feromonas cuando estaban enfermos, por lo que no sospechaba nada.

Por su lado Frank trataba con todas sus fuerzas de controlarse para no incomodar a Gerard con su olor y, sobre todo, cuidarlo de sí mismo.

Sabía que durante su celo podía ponerse más agresivo y demandante si perdía el control y no quería lastimarlo de ninguna forma, así qué su plan era simple, bajarse, agradecer y correr a su departamento.

Y todo iba bien, salió rápido, sin siquiera despedirse de beso de Gerard como le hubiera encantado. Pero temía qué si hacía eso podría no controlarse. Entonces agradeció desde lejos y entró rápidamente al edificio, ignoró a la señora de la entrada qué siempre saludaba y corrió al ascensor, justo como esa mañana.

Al llegar a su piso corrió a su departamento a encerrarse. La segunda parte del plan consistía en desnudarse y masturbarse con la imagen de las hermosas piernas de Gerard y como luciría en su cintura. Era un plan perfecto... Pero solo alcanzó a quitarse la camisa y cinturón y apretar sobre su pantalón su erección al tiempo que soltaba un leve jadeo cuando alguien llamó a su puerta.

Frustrado, ya que gracias al olor del omega su celo estaba subiendo con fuerza, fue hasta la puerta a correr a él o la idiota qué se atrevía a interrumpirlo cuando tenía un recuerdo tan vívido en mente.

Grande fue su sorpresa cuando, al abrir de golpe, era el causante de su delirio el qué estaba parado frente a él, con ojos abiertos como platos y sosteniendo su mochila con su laptop... y su estúpido saco.

—P-pensé qué estabas enfermo y... olvidaste —dijo entrecortado, viendo de arriba abajo al castaño, deleitándose un poco con su pecho desnudo y brazos llenos de tatuajes—. Perdón —dijo con un hilo de voz, perdiéndose en el fuerte aroma qué emanaba del departamento y sobre todo, del hombre frente a él. Ahora todo tenía sentido, sus síntomas, su olor...—. Perdona si te incómodo.

Los ojos verdes conectaron con los oscurecidos del castaño, aquellos ojos miel qué le encantaban y le miraban con admiración en horario de oficina, ahora lo veían con un deseo profundo.

—Gee —gruñó Frank, su voz tan profunda, provocando qué las piernas del nombrado se hicieran gelatina.

—Y-yo, nos vemos —dijo apenas, pero no hizo ningún amago por irse.

Y no pudo, porque en cuanto desvío la mirada con las mejillas sonrojadas por la evidente erección del castaño y dio un paso para atrás, el cuerpo imponente del alpha ya estaba casi pegado a él. Tomándolo de la muñeca con firmeza pero a la vez delicadamente. Haciéndolo sentir pequeño pero protegido a pesar de la diferencia de estatura qué, en otras circunstancias, consideraba adorable en secreto.

—No te vayas, Gee... duele —dijo con la voz grave, una qué el pelinegro no había escuchado antes.

—Frankie, no...

Eso fue todo lo que necesitó. Frank pareció salir de su trance, la consciencia se despejó y por un segundo temió lo peor.

Soltó de inmediato al pelinegro, tratando de calmarse un poco aunque era casi imposible, no podría controlarse por más tiempo, no con semejante tentación ahí, en su departamento... A unos metros de su cama...

—Y-yo, perdona Gee, debes irte —dijo retrocediendo, amagando con cerrar la puerta lo antes posible para evitar hacer una locura. No estaba bien... No—. Nos vemos...

Sin embargo, cuando iba a cerrar la puerta y correr a tomar una ducha fría, se encontró con un obstáculo... Gerard no permitió qué cerrará la puerta.

—Creo que necesitas ayuda —susurró el pelinegro apenas con un hilo de voz, sus rostro rojo como un delicioso tomate y ojos brillando como nunca antes había visto.

—Gee... —susurró quedo, viendo como el nombrado entraba a su departamento, cerrando la puerta peligrosamente y dejando sus cosas a un lado. Apenas podía creer lo que estaba pasando—. N-no está bien... Y-yo —dijo en un susurro, retrocediendo con lentitud.

Su cerebro le gritaba qué no debía, ¡no podía! No con el hermano menor del CEO de la empresa para la qué trabajaba. ¡No!

Pero su instinto más primitivo, ese qué le llamaba cada 3 meses sin falta, que le exigía encontrar a su alma gemela y tener cientos de cachorros le decía que no fuera idiota y que tomará ya mismo al hermoso omega qué tanto admiraba.

—Tu hermano va a matarme —dijo cuando tuvo al pelinegro a escasos centímetros de él. Acercándose peligrosamente a sus labios—. Gee.

—Deja qué yo me ocupe de eso.

La distancia entre ambos se acabó, Gerard se apoderó de su boca sin piedad, explorando gustoso con su lengua.

Como el valiente y fuerte alpha qué era peleó contra sus bajos instintos por 10 segundos, perdiendo miserablemente cuando sus manos traidoras viajaron con prisa a la cintura del omega.

El cuarto se llenó del olor de ambos, haciéndolos perderse en la nada. Las manos exploraban el cuerpo ajeno, deleitándose de cada curva y sintiendo el creciente calor del contrario. Había demasiada ropa aún que los separaba.

Con prisa las manos de Frank quitaron el pañuelo del cuello del pelinegro y después pasaron a pelear con la blusa qué le impedía deleitarse con su piel. Mientras tanto, Gerard estaba maravillado tocando la amplia espalda del castaño sin pena alguna, delineando sus músculos, provocando qué el otro temblara de placer.

Sus bocas apenas se daban tregua, de no ser porque ambos necesitaban ese molesto oxígeno no se separarían.

—Cama... —susurró el pelinegro entre apasionados besos, agarrándose de los brazos del castaño para impulsarse y subirse encima, aprovechando lo corta qué era su falda para poder acomodar sus piernas sobre la cintura del contrario quien, sin perder el tiempo, llevó sus manos a su trasero para 'ayudarlo' a mantenerse en su lugar.

—Como ordene, sr Way —ambos se observaron por un par de segundos, viendo el deseo en los ojos del otro, un deseo tan grande mezclado con algo más que el contrario desconocía.

Llevado por el instinto Frank llevó a Gerard a su cama qué, por suerte, no estaba tan lejos.

Con delicadeza lo dejó caer en la suave superficie, y procediendo a quitar su blusa por completo y luego, con ayuda del pelinegro, su falda. Con cuidado se incorporó para poder admirar aquella imagen perfecta por un par de segundos.

Gerard estaba sobre su cama, con el cabello revuelto y los labios rojos y brillantes, su pecho subía y bajaba agitado, su piel kucía como la porcelana más fina, mientras sus pezones eran pequeños y rosas.

Su cintura era pequeña y sus caderas amplias, aún cubiertas por medias oscuras qué lo hacían ver aún más sexy, y su hombría resaltaba entre su ropa interior, armando un cuadro maravilloso. ¿Cuándo se había vuelto tan afortunado?

—Frank... —susurró el pelinegro, viéndolo con ojos necesitados para luego sentarse en el borde de la cama y proceder a desabrochar el pantalón del castaño—. Déjame ayudarte...

—Yo lo hago, lindura —dijo Frank con voz ronca y más seguridad de la qué alguna vez había sentido.

Sin apartar la mirada dejó caer su pantalón y ropa interior, quedando completamente desnudo, su hombría saltando de entre sus confines orgullosa y brillante gracias a su excitación.

El pelinegro se sintió algo intimidado al verlo así, tan seguro y grande... sin duda dolería.

—Y-yo... Frank... —pero el nombrado le hizo volver a recostarse, cubriéndolo con su cuerpo.

—Shh.... No te preocupes —susurró antes de besarlo con pasión—. Voy a cuidarte, omega.

Y con eso el cerebro del pelinegro se fundió, dejándose hacer.

Las manos tatuadas viajaban por todo su cuerpo, explorando cada rincón, su boca había dejado la suya y ahora atacaban su cuello sin piedad, en especial aquel punto sensible donde estaría la marca de su pareja para toda la vida.

—F-Frank! —gemía sin pena, dejándose llevar por las expertas manos del alpha qué gemía y gruñía por lo bajo, excitandolo más si era posible.

Frank no podía controlarse, dejaba qué su instinto lo llevará. Quería todo lo que pudiera darle y más, quería tocarlo por completo, saborear cada parte de él, quería sentirlo por completo, quería darle su semilla una y otra vez hasta que tuviera muchos cachorros, pero más importante, moría por sentirlo suyo, por sentirlo entregarse solamente a él y marcarlo para que nadie más pudiera deleitarse de SU omega.

—Mío —gimió al oído del pelinegro, y sin pena comenzó a romper su ropa interior con todo y medias.

—¡Alpha! —gimió Gerard, dejándose hacer.

Frank le sacó por completo las únicas prendas qué le quedaban, dejándolo completamente expuesto.

Sin detenerse a pensar un segundo, tomó las piernas del pelinegro, acomodándose de inmediato entre ellas, sintiéndose en casa. donde pertenecía. Sin pudor alguno comenzó a juguetear con su entrada, deleitándose de los gemidos que soltaba sin parar.

Con los ojos completamente oscuros y sin perder el tiempo, tomó su erección, adentrándose en el cuerpo ajeno, disfrutando el calor embriagante, sintiendo su estrechez y queriendo derretirse por completo entre sus labios, saboreando cada gemido.

Gerard estaba hecho un desastre, ni siquiera sabía cómo se había dejado llevar hasta ese punto, pero no era momento de cuestionarse.

Con fuerza clavó sus dedos en la amplia espalda del castaño, al tiempo que este aceleró sus embestidas, y sin pena comenzó a morder el cuello como si fuera un vampiro sediento en un intento por callar sus gemidos.

El vaivén se volvió salvaje, ambos guiados por sus instintos más primitivos. En toda la habitación sus aromas se mezclaban, confundiendolos más y más, llevándolos a la locura.

Frank se sentía tan cerca, la sola imagen lo tenía delirando, las sensaciones habían acabado con su cordura, pero su corazón le decía que debía ser cuidadoso, porque si bien se había dejado llevar por sus más bajos instintos, eso no lo hacía olvidar que sus sentimientos por el pelinegro eran reales.

Con el poco de cordura que recuperó detuvo sus embestidas, estaba a punto y no podía hacerle eso a Gerard. Él estaba en celo, no quería correr ningún riesgo.

—¿Qué haces? —susurró el pelinegro con un hilo de voz cuando sintió el cambio de ritmo. Él también estaba cerca... tan cerca...—. No te detengas —intentó retomar el ritmo moviendo las caderas, tentando al castaño.

—N-no espera... espera —dijo entrecortado, tomando las caderas de Gerard para impedir que siguiera moviéndose... y de paso impedir que le derritiera por completo el cerebro—. Estoy en celo... no pregunté sí... y además no traigo condón yo... —pero los demandantes labios del pelinegro lo callaron.

—No me importa, continúa ... por favor —suplicó viéndolo a los ojos.

Esa mirada fue su perdición, tan tierna y sincera, reflejando algo que no alcanza a entender pero que le derretía el alma.

Sin perder el tiempo retomó el ritmo de sus embestidas. Su nudo iba creciendo y creciendo hasta que le era doloroso moverse. Y cuando pensó que no podía sentir más placer, un par de colmillos se clavaron en su cuello, marcándolo como el alpha del omega que yacía entre sus brazos.

Fue todo lo que necesitó para que ambos se perdieran, derramándose por completo y perdiéndose en el éxtasis del clímax.

♡♡♡

Cuando por fin despertó eran las 3;45 am. Estaba desnudo y pegajoso, lo que le hizo hacer una mueca, misma que se desvaneció al sentir el calor de un dulce omega a su lado.

Con delicadeza se levantó para ir al baño. Al terminar y lavar sus manos pudo admirarse en el espejo y ver todas las marcas que Gerard le había dejado. Su cuello era un desastre y su espalda ardía un poco... pero ¡vaya que la había pasado bien!

—¿Frank? —escuchó desde la habitación.

Sin perder el tiempo volvió a su cama, besando fugazmente al pelinegro que lucía adorablemente adormilado.

—Estaba en el baño, pero ya volví.

"Hmmmjmm" alcanzó apenas a entender, y es que al entrar de nuevo a la cama Gerard se movió hasta acomodarse sobre su pecho, usándolo como almohada.

—¿Estás bien? —susurró preocupado, habían jugueteando por varias horas ya y sentía que su celo aún no se apaciguaba, de hecho quería volver a sentir a su omega de nuevo.

—Solo cansado... aún tengo sueño —dijo apenas, despertando cada vez un poco más—. Veo que alguien está despertando —soltó risueño, acomodándose mejor sobre el castaño—. ¿Qué tu no te cansas? Según me dijeron llevabas las últimas semanas trabajando hasta tarde...

—Si es contigo, no —dijo dando la vuelta llevándose a Gerard consigo—. Además... aún no revisamos los bocetos —dijo juguetón, besando el cuello del pelinegro.

—Y qué bueno... porque te estaba buscando solo pasa eso.

Y con una risita de parte de ambos, volvieron a fundirse en un apasionado beso.

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