12: Latidos en tinta

En una sociedad donde absolutamente todo se divide en castas, es realmente complicado poder vivir con cierta libertad, si de por si la sociedad es bastante exigente con ciertas cosas, esto es aún peor. Dirán que los alfas la tienen más fácil, pero eso es una completa mentira.

—No dejarse llevar por los instintos. No usar la voz de mando, sólo en situaciones de emergencia. No hablar con omegas. No ser sentimental.

Iero tenía 10 años cuando asistió a una escuela por primera vez, al ser educado en casa, no había tenido que seguir tontas reglas que la sociedad exigía a cada alfa.

—No llorar. No correr porque los alfas no tienen que ser hiperactivos. No mostrar sentimientos, los sentimientos son para los omegas —algunas reglas en definitiva no tenían sentido.

Un largo y pesado suspiro fue lo único que pudo hacer antes de empezar a comportarse como un "verdadero" alfa.

...

—Esto es una completa tortura —tiró su mochila a mitad de su habitación, estar quieto por tanto tiempo no era lo suyo. No encontraba algo interesante en aquel lugar y era completamente aburrido.

—Es razonable que las cosas sean diferentes fuera de casa —su nana entró con un juego de té, dispuesta a escuchar la experiencia de su niño favorito.

—Es realmente difícil convivir con más gente —cruzó sus brazos mientras fruncía el ceño levemente.

—Es cierto que la sociedad es complicada, por más que quieras vivir en soledad, un poco de compañía no es mala —se acomodó con gracia en la mesa de centro mientras llamaba al más joven—. Es como una colonia de hormigas, una sola no puede hacer un hormiguero, incluso la reina necesita ayuda de sus trabajadoras, todas tienen algo que hacer.

—Algunas reglas no tienen sentido, es absurdo —el más joven movía su taza con resentimiento.

—Separan las castas porque están creciendo, algunos no pueden controlar sus instintos, son niños después de todo, es difícil las primeras veces —la señora le dio un trago a su té, en sus tiempos las cosas eran distintas.

—No puedo imaginar cómo era cuando eras joven, nana —Frank bebió un poco de su té mientras miraba con algo de intensidad a la señora frente a él.

—Si tienes alguna duda deberías decirlo directamente jovencito —la señora rio de manera cariñosa y suspiró—. Ciertamente era más complicado, pero más sencillo al mismo tiempo. Nos separaban pues era imperdonable que un omega y un alfa estuvieran juntos y solos.

>>En aquellos tiempos no había supresores, tampoco collarines, pero si había más control por parte de las alfas, no todos claramente. Si pudiera calcular un poco, al año solo habían 2 o 3 accidentes por el celo, pero al día de hoy hay muchísimos por esta zona, y es que les han inculcado a los jóvenes que los alfas pueden tener lo que quieran —la señora soltó un suspiró.

>>Recuerdo que a mi hermano y a mí nos enseñaron a respetar, mi papá era un omega de clase alta, pero siempre trato a todos por igual, no le importaba si era alfa u omega, no le importaba si era pobre o rico, el respeto siempre ante todo y eso fue justo lo que nos enseñó. También nos enseñó a cómo tratar a nuestra pareja si nos llegábamos a juntar en algún momento de nuestras vidas.

—El bisabuelo realmente era alguien admirable —reflexionó el joven—. ¿Cómo eran los tratos entre parejas en ese entonces?

—Mi papá me enseñó que no importaba su género o casta, siempre tenía que haber respeto, comunicación y lealtad.

>>Mis padres siempre fueron detallistas, papá sabía que mamá amaba los lirios, pero como alfa no podía recibir ese tipo de afecto, entonces papá conseguía lirios y adornaba todas las mesas de la casa, todos pensaban que papá lo hacía por comodidad pero realmente el detalle era para mamá. Mamá en cambio sabía que papá le gustaba escribir, más si se trataba de críticas y reflexiones políticas, mamá consiguió a alguien que lo publicara en el periódico, al cabo de un tiempo, hubo guionistas que adaptaron los escritos de papá y hacían grandes eventos criticando a los peces gordos.

—¿En serio? ¿Se llegaron a enterar que era el bisabuelo? —Frank había recuperado su estado de ánimo y quiso saber más de su intrépido antepasado.

—No, mamá supo cubrirlo bien, papá se reía de los tontos políticos —las risas llenaron la habitación y la tarde se fue en anécdotas del bisabuelo criticón.

El amor siempre se ha manifestado de muchas formas, teniendo olores y colores, buscando moldear corazones fríos, corazones inocentes, corazones apasionados, pero si volteamos a ver el pasado, hace muchos siglos, o mejor, hace unas 4 décadas, el amor lo figuraban como un sentimiento inútil, algo de lo que no se puede vivir. Y aunque no nos guste admitirlo, del amor no se vive, pero si nos hace sentir vivos.
Y aquella pregunta sonaba en la cabeza del pequeño Iero, haciendo eco en cada célula de su cerebro.

Si de amor no se vive, ¿por qué es tan necesario sentirnos amados?, si antes el amor no figuraba como algo útil, ¿por qué todos deseamos amar y ser amados como en aquellos tiempos? ¿por qué nos sentimos tan necesitados de convivir con alguien para no sentirnos solos? ¿Por qué la mayoría busca una persona con la que pasar el resto de su vida? Quizás solo necesitaba crecer para entenderlo.
Sin embargo, la idea de encontrar a alguien con el que se pueda llegar a ser uno mismo sin tener miedo es algo que emociona a las personas.

Todos en algún punto llegamos a ser inseguros con algo, esa debilidad nos mantiene siempre al margen y alertas, pero cuando alguien provoca una sensación cálida y hogareña, cuando alguien te hace sentir seguro, esas pequeñas inseguridades se van desvaneciendo, al principio da miedo, pero cuando la relación escala es imposible no bajar la guardia. Para muchos es un sentimiento tan fuerte que el miedo los hace alejarse, huir, otros se dejan llevar, incluso si la posibilidad de caer es alta, se arriesgan, dando todo sin esperar nada a cambio.

El amor es un proceso muy diferente para cada corazón. En algunas ocasiones puede ser intenso pero corto, en otras, algo débil que conforme pasa el tiempo toma forma y fuerza, durando una vida entera. Nunca es algo fácil de manejar, después de todo, el amor es una forma de debilitarse y fortalecerse al mismo tiempo, vivir y morir en cada roce de la piel, torturarse con su ausencia y gozar de su presencia, sentir el hormigueo por cada gesto o acción, las pequeñas taquicardias con cada vistazo fugaz o las palabras que salen desde lo más profundo de cada uno, cada pequeño como gran detalle, es bonito saber que hay amores tan mágicos como distintos, cada uno con su propio lenguaje.

—Así fue como llegó la gran depresión después de la primera guerra mundial... —el maestro de historia intentaba explicar a una bola de hormonales de 16 años.

Por otro lado, Gerard miraba con algo de impaciencia el reloj en su mano izquierda, era el cumpleaños de su hermano pequeño y quería poder darle su regalo antes de que se fuera a su curso, había estado muy ocupado que no se habían visto a pesar de vivir en la misma casa.

En cuanto el timbre sonó, Gerard salió disparado rumbo a la secundaria, lo abrumaban un poco los olores de los demás alumnos, pero no podía pensar en eso, no ahora. Visualizó a su hermano y se apresuró para llegar.

—Mikey —el nombrado volteo y se sorprendió—. No puedo esperar, me conoces, pero, aun así, quisiera poder dedicarte más tiempo —Gerard hablaba con rapidez, buscando la manera de poder decir todo sin olvidar nada.

—Está bien Gee, nos pasa nada, agradezco mucho el detalle, gracias hermano —un abrazo y una despedida fue con lo que Gerard se quedó, extrañaba mucho a su hermano, la preparatoria lo estaba agobiando, no quería ni imaginar como sería el próximo y último año.

Se encaminó a su siguiente clase mientras deseaba que a su hermano le fuera bien en su curso, sabía lo inteligente que era su hermano, ya que, como hermano mayor, lo conocía a la perfección, mas no podía evitar sentir esa preocupación.

—Crece tan rápido —murmuró mientras alzaba la mirada para adentrarse al pasillo lleno de alumnos.

Fue esquivando a cada uno de ellos, buscando no hacer contacto visual.

Un omega tiene prohibido alzar la mirada, así que se había acostumbrado a llevar la cabeza gacha mientras caminaba... pero como siempre, la curiosidad fue mucho más fuerte que lo que siempre se le inculcó.

Una mirada chocó con la suya... era profunda, intensa, pero no le daba miedo, le daba seguridad. Fue absorbido por ese color tan poco común, era una sensación inusual. Se centró tanto en aquellos ojos que no noto que estaba a medio pasillo vacío. Al salir de aquel trance camino lo más rápido que pudo ignorando cada sensación antes provocada.

Y los días posteriores, la imagen de aquellos ojos no salía de su cabeza, le estresaba el hecho de no poder tener el control, que aquella mirada asaltara sus pensamientos una y otra vez generando sensaciones abrumadoras.
No supo en qué momento comenzó a escribir en su libreta de cálculo, pero quería, de alguna manera, deshacerse de eso que tanto le agobiaba y que de alguna manera no entendía.

Al día de hoy me contempló pensativo entre un mar lleno de estridentes olas buscando la seguridad de la orilla arenosa, no encuentro el motivo de tanta energía, de tanto movimiento en mi interior. Paso mi mirada buscando algo que me distraiga y calme un poco la tormenta. Al tiempo encuentro un par de estrellas brillantes acompañadas de una brillante menguante, tan mágica que hechiza las estridentes olas y las calma.

La serenidad de mi interior me preocupa ¿Qué tipo de magia ha utilizado aquel ser para controlar de esa manera mis mares produciendo una serenidad inimaginable? ¿Qué tipo de hechizo es? Mi mente se niega y se protege de tal poder, sin embargo, mi corazón se acelera de curiosidad y emoción.

Las nuevas sensaciones asustan, busco alejarme del hechicero maligno pero su magia me atrae más y más, una vez más, me encuentro buscando su mirada o encontrándome en su radar, con esa mirada encima de mí, causando tanto.

Vuelvo a la realidad cuando el sonido a mi alrededor se vuelve más fuerte y aquel hechicero maligno se convierte en un mortal, aún yace en él aquella magia, pues todo de él expulsa elegancia, ilusión y determinación, en él yace la fuerza que calmó mis tormentas con tan solo una mirada, esa mirada tan dulce, tan suave y tan poderosa, cargada de una magia desconocida. ¡Fui hechizado! No pude resistirme y tampoco me di cuenta en qué momento caí en su hechizo. Busco la forma de romper tal maldición, pero no sé qué tipo de hechizo ha lanzado. No encuentro las raíces de aquel cerezo que desprende sus flores dando una preciosa ilusión de la danza en conjunto del viento, viento que sopla con tal delicadeza que me adormece y baja mis defensas, me vuelve vulnerable a tan punto de ignorar el gran peligro que corro con su sola presencia.

¿Por qué aceleras mi corazón con tal descaro? ¿por qué tienes el poder sobre mi sentir?

¿Quién te ha dado tal capacidad y por qué me cuesta poner resistencia a ti?

Que mal que se convirtió en costumbre escribirle a un joven que no conocía, aún peor, guardar cada hoja en un sobre, con la apariencia de una carta y esconderlas en lo más oscuro de su casillero, intentando guardar aquel secreto tan peligroso.

No recuerda cuantas escribió para en fin de ciclo, en unas semanas empezaría el tercer año y eso no le preocupaba tanto como la presencia del joven tatuado de ojos color oliva, esos ojos tan hermosos y atrayentes.

—Bueeeeeeno, volvemos a estar en el mismo grupo —Gee y su amigo Ray subían los interminables escalones para llegar a su primera clase de su último año—. ¿Alguna novedad? —Gee solo suspiró, había mucho que contar.

—Mucho, de hecho —Gee pensaba en cómo darle el contexto a su amigo cuando cierto joven tatuado le regaló una hermosa sonrisa y un ademán saludándolo.

Ahora... ¿Cómo puede Gee explicarle a su amigo que cierto alfa provoca arritmias casuales, le revuelve el estómago y le pone la cara caliente? Lo único que pudo hacer fue regresar el saludo, con algo de confusión, pero asegurándose que la mirada oliva realmente era para él.

—¿Se conocen? —preguntó Ray con sorpresa, sus amigos parecían conocerse, o algo así.

—No, pero siempre lo veo por los pasillos —Frank se levanta de su asiento—. Soy Frank Iero. Mucho gusto —e imitando a los caballeros, una perfecta y elegante reverencia impresiona al joven Way.

—Mucho gusto —respondió con algo de prisa mientras intentaba responder de la misma forma—. Gerard Way —su reverencia fue más torpe, no obstante, eso no hizo que la resplandeciente sonrisa de Iero desvaneciera.

Las primeras impresiones son importantes, por eso siempre hay que actuar con elegancia y respeto, no fingir ser algo que no son, y eso le fascino a Iero. Gerard parecía real y al mismo tiempo, tan mágico, como una estrella fugaz.
Para Frank fue sencillo darse cuenta de lo que sentía por el joven que se la pasaba en los pasillos escribiendo con pasión, le parecía tierna la posición que adoptaba al escribir o dibujar, sus pequeños y regordetes cachetes que se pintaban de rojo cuando pasaba mucho tiempo bajo el sol, sus cabellos rebeldes y ese olor tan... característico de él.

Se emocionó mucho cuando lo vio entrar al mismo salón que le asignaron a él, había preparado ese momento con meses de anticipación y salió perfecto. Su nana lo había entrenado bien.

Reglas de la nana para conquistar:

1. Se amable con la persona.

2. Deja que primero se acostumbre a tu presencia.

3. Empieza escuchándolo, presta atención a lo que dice.

4. Conoce bien a esa persona y permite que te conozca bien, sin filtros. Los valores son importantes, los tuyos y los de la otra persona.

5. Se detallista, empieza por cosas significativas pero sencillas.

6. No dejes que la mala comunicación arruine tu progreso.

—Puedo empezar con estos puntos básicos —se animó y cuando tuvo la oportunidad la tomó.

Cabe decir que Frank no pensó bien lo que hacía, pero no quería perder esa oportunidad. Las primeras palabras fueron dichas y después de eso, los tres se hicieron muy cercanos, aunque Ray sabía que sus dos amigos terminarían juntos.

—¿Qué harás esta noche? —preguntó Frank a Gee después de dejar a Ray en su casa.

—No tengo planes —Gee realmente no tenía nada que hacer esa noche, si tan solo su hermano no fuera a su curso de música tal vez tendrían una tarde de películas.

—¿Puedo ser tu plan de esta noche? —Frank se detuvo, con algo de nerviosismo.

—¿Y cuál sería el plan? —Gee siguió caminando sin darse cuenta de la actitud nerviosa de Frank.

—Conozco un lugar que tal vez te pueda gustar —Frank empezó a trotar para alcanzar a Gee quien se sorprendió de haber dejado atrás a Frank.

—¿Por qué paraste? ¿te sientes bien? —Gee lo inspeccionó con la mirada mientras Frank negaba de manera exagerada—bueno, ¿a qué hora nos vemos y en donde? —siguieron caminando hasta llegar a la casa de Gee.

—Yo vengo por ti —dijo mientras corría con emoción palpable.

—Es tierno —los pensamientos de Gee se interrumpieron al escuchar el claxon del carro de su papá justo a su lado.

—¿Te quedarás en el porche con cara de baboso enamorado o entrarás a la casa? —la burla en las palabras de su padre lo avergonzaron y a tropezones se dirigió a su habitación escuchando unas carcajadas alejándose.

La tarde llegó y Gee no podía estar más nervioso, Frank no le había dicho a qué hora estaría por su casa, pero había intentado terminar sus pendientes antes de las 5 para arreglarse un poco.

—No entiendo por qué estás nervioso, parece que solo saldrán —los ojos del adulto se entrecerraron—. ¿No harán nada sospechoso verdad? —a pesar de la advertencia, la broma también podía escucharse, su padre siempre respetaba sus decisiones sabiendo que Gee era una persona muy responsable y madura.

Antes de que pudiera responder, se escuchó el timbre hacer eco por la casa. Los nervios de Gee saltaron agudizando al tono del estridente timbre

—Nos vemos papá —se despidió y fue a encontrarse con aquel joven que lo saludo con una inmensa sonrisa.

Frank lo llevó a un lago cerca de donde vivían, había muchas parejas besándose e incomodando a Gee, pero Frank parecía impasible. Llegaron a una parte alejada de los demás, ahí había un mantel, fruta, pan, un par de bebidas y un telescopio.

—Hace unos días dijiste que querías ver a marte, de este lado de la ciudad no esta tan contaminado —Gee se emocionó, hace tiempo que no tenía la oportunidad de ver el cielo con un telescopio, cabe destacar que la sensación de ser escuchado siempre calentaba el corazón de cualquiera.

Por esa razón Gee no supo en qué momento cada carta escondida en el fondo de su casillero llegaba a las manos de Frank cada fin de semana junto con un dibujo cargado de sentimientos. Tampoco se enteró muy bien cómo es que empezaron a tener más citas.
Iban a lugares que las personas frecuentaban muy poco, el favorito de ambos era el teatro de la ciudad vecina, era enorme pero ya algo viejo, actuaban, pero la audiencia nunca llenaba poco menos de la mitad. Los conciertos de ópera y los clásicos siempre serian sus favoritos, tampoco iba a hacer menos las citas literarias, las llamaban así porque ya sea en el parque, en la biblioteca o en cualquier lugar llevaban un libro para el contrario, leían primero uno y después el otro mientras había caricias y bromas entre los párrafos de aquellos libros testigos de ese par de jóvenes enamorados.
Frank siempre le dedicaba canciones, le escribía poemas y le hacía flores de papel tomando en cuenta el "me duele ver las flores marchitarse en mis manos" que una vez divagó el joven Way. Pero si le preguntas a ambos cuál es su actividad favorita ambos responderían lo mismo.

La compañía del otro con un fondo estrellado o con colores cálidos del amanecer o fríos del atardecer.

Ellos no eran como las otras parejas, Frank pidió el permiso de Gerard y su familia para cortejarlo, no fue hasta que terminaron la preparatoria que empezaron a salir oficialmente. Tampoco se besaron los primeros meses, pues para ellos no era necesario este tipo de afecto a esa edad, ya era bastante arriesgado tomarse las manos y abrazarse, respetaban el espacio del otro y las decisiones. A diferencia de los de su generación, no tenían problemas con que su relación tuviera un ritmo despacio, preferían tomarse su tiempo.

—Y vivieron en armonía por muuuuucho tiempo —enfatizó el alfa mientras tapaba a los niños adormilados.

—¿Por qué su amor fue llamado a la antigua? —el niño más grande preguntó mientras tallaba sus pequeños ojos.

—Porque la gente decía que la joven pareja prestaba atención, buscaba maneras diferentes de expresar su amor con la misma potencia con la que lo sentían. No es lo mismo decir te amo a tu pareja que a escribirle a cinco personas distintas sólo porque te crees lo suficiente inteligente para crear varias cuentas o tener distintos números para jugar con las personas, no es lo mismo pedirle a la inteligencia artificial un poema a uno mismo exprimir las ideas para sacar un verso. Tampoco es como que en los años del caldo se respetaban mutuamente, pero en ese entonces era vergonzoso si alguien era desleal e infiel, para la generación de la joven pareja era aplaudido si alguien tenía más de una pareja. Claro también depende de la cultura de la gente —el omega apagó la luz mientras se despedía de los tres pequeños.

—Crecen tan rápido —lloriqueó el alfa.

—No puedo creer que tú y yo llegáramos hasta este punto —Gerard recordaba cada momento con Frank.

—Te lo dije cuando te declaré mis sentimientos, y en la boda, y en cada aniversario y te lo diré cuántas veces sean necesarias —Frank tomó las manos de Gerard y besó el dorso de cada una—. Me gustas de forma romántica, me gustan tus ojos tan expresivos, me gusta tu voz, más cuando cantas, me gusta tu cabello, me gustan tus cachetes, me gustan tus manos, me gustas mucho, muchísimo, pero no por eso seré egoísta y te marcaria, quiero que cumplas todos tus sueños y metas.

>>Quiero que vivas por tu propia cuenta y no a través de mí, me gusta que seas libre, me gusta que tomes tus propias decisiones, me gusta cuando algo te apasiona. Tomate tu tiempo, crece por tu propio bien y para ti, yo seré, con tu permiso, tu compañero, estaré a tu lado como tu amigo, tu novio, tu esposo, como tu igual, sin importar la casta ni el género, sin importar la clase social o los propósitos. Y te agradezco por esta oportunidad, por cada momento, por cada risa, por cada latido...

—Gracias a ti —interrumpió Gerard—, por hacerme sentir vivo, y vivir un amor sin la presión de la sociedad mundana.

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