05: Please Save my Soul
Fue a altas horas de la noche, había estado escuchando el golpeteo del viento en su ventana desde hace bastante tiempo, aunque para él eso era lo de menos por el momento ya que estuvo absorto en sus pensamientos por mucho más tiempo del que lograba recordar.
En un punto remoto el golpeteo se detuvo siendo reemplazado por la ola gélida de frío arremetiendo sin permiso en su cuarto. No había sido él quien la abrió y jamás había sido de asustarse por cosas así pero sí que lo hizo cuando una figura aparentemente humana, alta y pálida se presentó delante suyo.
Su apariencia no le provocó rechazo; sus ojos eran verdes adornados con un sombreado de tonos rojizos alrededor de ellos, pelo azabache, largo y un poco desordenado llegando a sus hombros. Su ropa era formal, un traje negro con corbata roja y una capa negra que llegaba hasta sus tobillos, quizás a simple vista no hubiese sentido miedo a pesar del contexto... Aun así, lo que hizo su piel erizar eran sus colmillos afilados y grandes que mostró.
Su razón desapareció cuando sintió sus filos clavarse con vehemencia en su cuello con una profunda autoridad, como si no fuese grotesco hacerlo así. Todos sus sentidos se dispersaron quedando el dolor en el cuello. Su olfato llenándose de la fragancia hipnotizante que desprendía un olor amargo a café —claramente característico de un alfa—, se combinó con el propio suyo como si danzaran correctamente bien, como si estuviese destinado a ser así.
Su vista se iba volviendo relativamente borrosa a medida que perdía más y más sangre. Por suerte, en poco tiempo logró detenerse antes de que se desmayara por la pérdida de sangre y quedó atolondrado unos segundos, pero le sobró el tiempo suficiente para detenerlo antes de que se fuera por su ventana nuevamente.
—¡Espera!... —Guardó silencio sin saber exactamente porqué lo había detenido, viendo que la paciencia del vampiro se agotaba entre más segundos pasaban se atrevió a continuar torpemente—. ¿Cuál es tu nombre?
—Gerard. —Contestó seco, en un segundo fugaz, había desaparecido de su vista.
No supo nada de él por semanas, hasta que una noche llegó a escuchar el mismo golpeteo, esta vez fue él quien decidió abrir la ventana por su cuenta. Volvió a verlo, no hubo palabras al respeto, tampoco creía que fuesen necesarias para un ritual así y esta vez fue él quien le dejó un libre acceso a su cuello.
Todos sus sentidos se dispersaron nuevamente a la sensación de su sangre siendo succionada, llegó un punto en el que sintió que perdería la conciencia. ¿Lo mataría? por segundos creyó que lo haría, sin embargo, no fue así, pues segundos después se detuvo y el vampiro lo sostuvo entre sus brazos cuando sintió que el pequeño cuerpo debajo suyo perdía la fuerza, duró algunos segundos así hasta que abrió los ojos.
—¿Por qué no me mataste? —Se atrevió a preguntar, mantuvo silencio unos segundos antes de soltarlo y alejarse de él.
—No lo sé. —Contestó tajante, dando la vuelta para irse nuevamente.
—Me llamo Frank —lo detuvo por segundos con esas simples palabras, volteó a verlo nuevamente.
—Bonito nombre —en un momento fugaz, nuevamente se había ido del lugar sin darle tiempo a hacer más preguntas.
Al día siguiente regresó otra vez, un poco tarde a la hora del día anterior. Frank había dejado la ventana abierta, tenía la corazonada de que regresaría y así fue.
Dejó su comic de lado viendo a Gerard, nuevamente no compartieron palabra alguna por unos instantes, en su lugar, se acercó a él y Frank le dio espacio a su cuello, como si ya se hubiese hecho una costumbre. Sintió el contacto más delicado esa vez, llegó a creer que al vampiro le importaba realmente si él estaba bien o no, pero la cercanía no duró demasiado antes de que se separaran otra vez.
—¿Volverás a irte otra vez?
—¿Por qué quisieras que me quede?
—No lo sé.
—¿No lo sabes? ¿Entonces quién sabe?
Frank desvió la mirada por instantes al suelo jugando con sus manos ansiosas. En su interior rogaba porque se quedara junto a él, pero no sabía cómo ponerlo en palabras sin que sonara extraño porque hasta para sí mismo era confuso y raro. ¿No se supone que debería temerle? ¿No se supone que por lógica debió prepararse con ajo o algo más para evitar su entrada en lugar de dejar la ventana abierta? Había algo en Gerard que revolvía sus emociones y si hasta entonces no estaba muerto, debía ser porque para Gerard era así también.
—No quiero estar solo. —Se justificó de forma torpe, realmente era una excusa patética y mediocre.
—¿Y soy tu única opción? ¿Cuántos años tienes? Te ves de diecisiete —dijo el vampiro, Frank tragó saliva ya que sus suposiciones no estaban muy alejadas de la realidad.
—De hecho, acertaste... —contestó tímido.
—Estás en la época donde deberías desperdiciar tu vida descubriendo hábitos dañinos demostrando la falta de criterio que cualquier idiota a tu edad tiene —aunque su forma de hablar le impactó, o hasta cierta instancia le ofendió, no se dejó dar por vencido.
—Pero no estoy realmente interesado en hacer ese tipo de cosas... Ni siquiera tengo con quién.
—¿No tienes amigos?
Frank negó provocando una sonrisa sarcástica por sus palabras.
—Ya veo... Entonces sí soy tu única opción.
—¿Vas a quedarte?
—Hoy no dulzura. —Frank soltó un gruñido bajo, pero lo dejó ir, por la forma en que se quedó unos segundos sobre la ventana le hizo creer que a lo mejor Gerard tampoco quería irse, pero de algún modo, se estaba haciendo el difícil.
Volvió a verlo unos tres días después, había llegado tan tarde que creyó que no vendría nuevamente, logró sacarle un susto cuando la ventana se abrió de repente, volteó a verlo con una ligera sonrisa, sacudió su mano a forma de saludo no recibiendo más que una mirada fría a cambio.
—Te dignaste a volver —habló acercándose un poco a él, asumiendo de por sí qué era lo quería, le dio acceso a su cuello esperando el impacto, pero nunca llegó.
—Hoy no, estoy lleno.
—¿Entonces por qué viniste?
—Soy tu única opción, ¿no?
Sus mejillas se coloraron ligeramente por esas palabras, le avergonzaba saberlo, pero no era esa la razón de su sonrojo, se le hizo lindo el acto de regresar simplemente para pasar tiempo con él. No se atrevió a responder por segundos, se acomodó en su cama dejándole un espacio a Gerard para que se hiciera a su lado, tuvo el impulso de abrazarlo apenas lo hizo algo en su interior, probablemente instintivo se lo rogaba, pero logró contenerse.
—¿Te gusta la música? —preguntó sin saber con exactitud qué más podría decirle, claro que quería saber todo de él, pero dudaba que respondiera realmente si lo hacía.
—Hace mucho tiempo no escucho —Frank se levantó para buscar en su computadora alguna canción de The Smashing Pumpkins puso la primera que le apareció sin importarle demasiado y regresó a su puesto. Notó una sonrisa ligera en Gerard cuando regresó.
—¿Los conoces?
—Solía escucharlos mucho antes de convertirme en esto.
Le sorprendió escuchar esa respuesta, por lógica había creído que sería realmente viejo, pero aquello lo puso a dudar.
—¿Cuántos años tienes? —Preguntó sin vacilar demasiado, suponía que le mentiría, usualmente los vampiros lo hacían con respecto a su edad, pero no le costaba nada intentarlo.
—Ciento veintiuno —contestó sin mucha importancia, claro que Frank no tenía idea de cómo la edad de un vampiro funcionaba pero asumió que su edad humana era veintiuno. Eso explicaría su duda fácilmente.
—¿Qué haces para entretenerte? —habló un poco aburrido luego de algunos minutos en silencio, sacó a Frank de sus pensamientos tomándole un poco para responder.
—No mucho realmente, leo comics, toco la guitarra o simplemente escucho música, no hago nada realmente interesante.
Prácticamente ignoró la mitad de sus palabras por centrarse únicamente en una frase.
—Comics, ¿huh? En ocasiones suelo dibujar algunos.
—¿En serio? —los ojos le brillaron un poco con auténtica curiosidad.
—Sí, algún día puedo mostrarte si quieres.
—Que sea pronto —contestó con una ligera sonrisa, tuvo que levantarse a abrir la ventana cuando Gerard sacó un cigarro y lo encendió ahí mismo, tomó una calada profunda antes de contestarle.
—Lo haré.
Así, llegó al día siguiente haciendo un gran escándalo a su paso. Frank lo miró confuso, aunque se disipó su confusión al ver la cantidad de cuadernos y hojas que el vampiro llevaba en sus manos apenas con la capacidad de cargarlos, soltó una suave risita acercándose a él para ayudarle con sus cosas, las tomó con cuidado dejándolas en su escritorio y juntos tomaron asiento en el suelo usando como respaldar la cama de Frank.
—Te dije que lo haría.
—¿Desde hace cuánto tiempo dibujas?
—Desde que tengo memoria —comenzó a pasarle diversos cuadernos, Frank veía cada dibujo, trazo sin concluir o sketch con bastante admiración, se tomaba el tiempo de apreciarlos por segundos antes de continuar.
—¿Quiénes son ellos? Los he visto repetidas veces en tus cuadernos. —Señaló a un grupo de cuatro chicos y una niña en un desierto, Gerard miró ese dibujo con cierta nostalgia—. The Fabulous Killjoys. Una saga de cómics en la que trabajé hace tiempo, la dejé a medias después.
—Oh... ¿Has pensado retomarla? Se ve realmente interesante.
—Me gustaría, pero realmente no tengo tiempo... O ideas —Frank achicó un poco los ojos, regresó su mirada al dibujo.
—Puedo ayudarte si quieres.
—¿Lo harías? —preguntó con cierta emoción que no supo disimular, le sacó una sonrisa a Frank al ver en él otra emoción que no fuese indiferencia o hambre.
—Claro, sería un placer.
Las horas se le pasaron volando por todo lo que habían hecho, Frank revisó la hora un segundo remoto cuando sus ojos comenzaban a arder por el cansancio.
—Son las tres de la mañana...
—¿Estás cansado?
—La verdad... Hace mucho tiempo no duermo bien —Gerard suavizó la mirada.
—Entonces deberías dormir ahora. No te preocupes, me quedaré contigo hasta que te duermas.
—¿De verdad? ¿Por qué? —Realmente supo cómo disimular la agradable sensación que esas simples palabras le dieron, quizás demasiado llegando al punto de sonar desconcertado.
—¿No quieres que lo haga? Me iré ahora entonces.
—¡No, espera! Si quiero, solo no lo esperé viniendo de ti —no recibió respuesta alguna, pero al menos no llegó a irse, aprovechó eso para arreglarse y acomodarse lo mejor posible en su cama dejándole espacio a Gerard entre las cobijas.
No intercambiaron más palabras, pero el silencio no era incómodo, en realidad Frank lo encontraba relativamente relajante, dejó que su olfato se llenara con ese olor a café, lo embriagaba lo suficiente para hacerlo sentirse en una paz absoluta, como si hubiese sido diseñado únicamente para él, como si fuese la única cosa que pudiese calmarlo realmente. Algo en su interior anhelaba tener su cuerpo más cerca, abrazarlo y permanecer por la eternidad allí.
Casi como si Gerard pudiese leer su mente, con cuidado posó su brazo sobre la cadera de Frank atrayéndolo hacía él, se acomodó en su pecho relajando por completo su cuerpo, las caricias delicadas que segundos después sintió en su cabeza fue lo que finalmente lo mandó a los brazos de Morfeo. Despertó al día siguiente anhelando que aún estuviese allí pero lastimosamente, no fue así.
Estuvo todo el día esperando su llegada, no sabía que podía llegar a ser así de impaciente hasta entonces, por cada segundo que pasaba su estrés aumentaba ligeramente más, realmente apenas se había podido concentrar en clase por estar pensando en él. Sintió el alivio más grande cuando lo escuchó entrar.
—¡Gee! —Lo abrazó tomándolo por sorpresa, de todos modos, también lo abrazó de vuelta. Tomaron asiento, como era costumbre, en el suelo junto a la cama.
—¿Me tienes cariño ahora? —La pregunta tomó a Frank desprevenido, no lo había considerado como tal hasta el momento.
—Hm... ¿No? —Recordó todas esas veces en la que Gerard se había hecho el difícil y lo había dejado con la palabra en la boca, decidió devolvérsela de igual forma.
—¿No? Entonces ¿Por qué permites que entre a tu cuarto? ¿Por qué aún no has intentado matarme? —Se avergonzó un poco por no obtener con exactitud el resultado esperado y en su lugar quedar ridículamente expuesto.
—Porque eres mi mejor amigo.
—¿Soy tu mejor amigo?
Asintió, la sonrisa que Gerard le dio se le contagió de inmediato, un simple gesto con un gran significado. Pasaron varios meses, se convirtió en parte de su rutina ver a Gerard todas las noches, no tenían que hacer nada interesante realmente, escuchaban música por horas, Gerard escuchaba un poco del día de Frank y él trataba de entender todas las teorías políticas o filosóficas que Gerard solía hacer.
Gerard estaba acostado en el suelo fumando uno de sus tantos cigarros, Frank lo veía acostado desde la cama sobando un poco su cabello.
—En ocasiones es frustrante ser inmortal, es decepcionante ver cómo a pesar de los años el mundo sigue siendo igual, la sociedad siguiendo un patrón impuesto por ellos mismos, pretenden encontrar la felicidad en cosas materiales como consumistas. Si tuviera la oportunidad, haría las cosas diferentes, cambiaría mi vida para salir de ese camino. Lástima que fue ahora donde me di cuenta que cuando uno lo pierde todo, ya no le importa nada.
Frank guardó silencio unos segundos tratando de comprender a qué se debía esa charla ahora, estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, pero realmente muy pocas veces llegaba a prestar auténtica atención a sus palabras, lo escuchaba simplemente porque amaba oír la voz de Gerard.
—¿Sabes? A veces no entiendo nada de lo que dices.
—Eso es porque eres un adolescente idiota que no sabe nada de la vida.
Aunque a Frank de algún modo eso le ofendió, prefirió no decir nada al respecto, de todos modos, estaba ciertamente acostumbrado a ese tipo de tratos por su parte, realmente eran pocas las veces en que Gerard era cariñoso con él, tampoco esperaba que lo fuera.
Fue una noche un poco cálida donde, realmente sin ninguna especie de aviso, su relación dio un giro de ciento ochenta grados. Frank esperaba paciente a Gerard esa vez, era un poco distinta a las demás pues esta vez había comprado una caja de cigarros y anhelaba compartirla con él. No tardó mucho en llegar, estaban en su puesto habitual con la música ya puesta cuando Frank decidió encender su cigarro, pero antes de siquiera poder llevarlo a su boca, Gerard lo había detenido.
—No hagas eso.
—¿Por qué no?
—Te hace daño, esta mierda te jode la vida —tomó el cigarro alejándose de él, lo apagó con su pie antes de que pudiera decir palabra alguna.
—Tú eres el menos indicado para prohibir esto cuando tú también lo haces.
—Precisamente porque lo hago es que tengo más derecho a prohibírtelo.
Se cruzó de brazos quedándose sin argumentos, le molestó saber que había desperdiciado parte de su mesada en vano. Claro que no podía estar enojado con Gerard toda la noche, en segundos estaban hablando otra vez de cualquier cosa sin sentido aparente hasta que una pregunta tomó por sorpresa a Frank.
—Si eres un omega, ¿por qué tu olor es tan ácido? —preguntó, ya que desde la primera vez que estuvo cerca pudo percibir ese aroma a limón que emanaba las feromonas de Frank.
Por instantes no quiso responder, desvió la mirada al suelo guardando silencio por mucho tiempo, soltó un suspiro de melancolía profunda antes de finalmente dignarse a hablar.
—Creí hace unos meses que había encontrado a mi pareja destinada... Teníamos demasiado en común, sé que fue un pensamiento impuesto simplemente por el enamoramiento, pero realmente la quería... Quería que ella permaneciera conmigo toda la vida, quería que ella me marcara. Desde ese día mi olor cambió a esto, supongo que agradezco que no sea tan desagradable como pensé al principio que sería.
Guardó silencio, de alguna forma le dolió demasiado ver a Frank de esa forma, no llegaba a comprender el porqué.
—Oh ya veo... entonces estás deprimido, ¿no?
—Supongo que sí.
Realmente no era muy bueno dando algún tipo de consuelo, acertó en abrazarlo con fuerza y Frank no dudó ni dos segundos en corresponder a su abrazo, recostó su cabeza sobre el hombro ajeno, los colmillos de Gerard comenzaron a picar, suponía que era simplemente porque sus instintos de vampiro exigían la sangre del chico, pero era más fuerte que eso, tenía el anhelo de dejar una marca allí, quería marcarlo, proclamar al omega como suyo.
El olor a limón se intensificó un poco, embriagando y cubriendo las fosas nasales de Gerard, comenzó a morder su labio tratando de ignorarlo, realmente no soportó demasiado antes de morder su cuello otra vez, con contacto suave, preciso, chupó su sangre deleitándose con su único sabor. Frank entrecerró los ojos soltando un siseo por la repentina penetración a su piel, se aferró a sus brazos esta vez dejándose disfrutar de esa sensación, sintió los colmillos enterrarse un poco más en su piel y un gemido involuntario escapó de sus labios, más allá por el dolor, realmente había sido uno de ligero placer. El sonido provocó un suave escalofrío en la espalda de Gerard, segundos después lo soltó.
Tenía su respiración agitada, no quiso separarse de donde estaba sentía que necesitaba incluso más cercanía a esa, por suerte no era el único con ese pensamiento pues segundos después, comenzó a sentir como su cuello se llenaba de ligeros besos o pequeños chupones que le robaban jadeos bajitos. Sus instintos se dispersaron y toda su atención se centró en la atención que sentía en su cuello, ambos olores nuevamente se combinaban entre sí de forma perfecta hipnotizando a los dos en esa situación, a este punto se dejaban llevar más por sus instintos que por su razón propia.
La mano de Gerard comenzó a descender por su dorso, su cuello comenzó a picar por la sensación, como si sintiera la necesidad de ser marcado, sus olores eran tan intensos que por instantes llegaron a olvidar el resto de cosas existentes, fue entonces cuando ambos lo supieron: estaban destinados.
Su mano llegó a parar en los pantalones de Frank, no se atrevió a moverse más produciendo cierto desespero en él, abrió ligeramente sus piernas esperando que fuese una señal suficiente para que supiera que podía continuar, pero no pasó.
—Huh... Gee... Por favor sigue...
No fue necesario escuchar más para que finalmente su mano se perdiera en su pantalón comenzando a rozar un poco rápido su entrepierna, tuvo un ligero espasmo por el tacto seguido de varios quejidos bajitos. Comenzó a sobar un poco su cabeza contra el hombro ajeno, una forma delicada de exigir un poco más de aquella atención que él logró captar. Metió su mano debajo del bóxer tomando su miembro masturbándolo un poco rápido apenas lo hizo.
—Uh... Ah...—gemía bajito en su oído, embobaba muchísimo más al alfa hasta el punto donde no pudo soportarlo más y de un tirón, bajó enseguida los pantalones acomodándolo de espaldas a él para poder agarrar su cadera y reposar su cabeza en el hombro de Frank. En esa posición logró aumentar un poco más la velocidad con la que movía su mano, y mejor aún, llevar otra a la entrada algo húmeda por el lubricante natural comenzando a mover en círculos su dedo allí. Deleitado por cómo los sonidos ajenos aumentaron, metió su dedo finalmente haciendo que Frank llevase su cabeza hacía atrás soltando un gemido alto.
—Ah... ¡Gerard! —Sus gemidos aumentaban a medida que la velocidad de su dedo también lo hacía, llegó al punto donde sus piernas temblaban un poco y morder su labio un poco hinchado no bastaba para mantener silencio. Entró en él con un poco más de fuerza, tocó un punto exacto que hizo que arqueara su espalda.
—Oh... Oh... Ahí, m-más... ¡Ahí! —Apretó sus manos con fuerza cuando la fuerza con la que tocaba ese punto aumentó, sentía su cuerpo arder por el calor, tenía algunos mechones de pelo cubriendo sus ojos entrecerrados, la boca ligeramente abierta con la lengua ligeramente fuera soltando varios gemidos. Sintió la erección de Gerard golpear contra su espalda frotando un poco contra él, hicieron falta unas cuantas estocadas más para que finalmente Frank se corriera en un gemido alto.
Trataba de recuperarse de su orgasmo soltando jadeos bajitos, lentamente su razón iba regresando a él, lo que lo trajo de golpe a la realidad fue ya no sentir a Gerard cerca suyo.
—Tengo que irme.
La forma tan seca, ciertamente molesta con la que se lo había dicho le dio un escalofrío, sentía como si un baldado de agua fría hubiese caído en él repentinamente y el miedo lo invadió. —¿Por qué...?
La ausencia de respuesta fue lo que más lo impactó, no durmió esa noche tratando de adivinar qué había sucedido.
Gerard no volvió al día siguiente ni al próximo, pasaron semanas, semanas que se convirtieron en meses, no tenía una sola noticia de él, algo que le indicara que por lo menos seguía con vida, comenzó a darse por vencido con el paso del tiempo, llegó a intentar darse explicaciones de su desaparecimiento, al principio la falsa esperanza de que él regresaría, al final, decepcionándose a sí mismo con ideas como que a lo mejor lo había dejado porque le había dado asco, porque consiguió a alguien mejor, porque por lo que habían hecho lo odiaba. Sea cual fuese la razón, había llegado al punto crítico de su vida donde siquiera podía levantarse de su cama, estaba más cansado que nunca y no tenía fuerzas para nada.
Cierta noche tomó el valor de subir hasta el piso más alto de su casa, tenía la altura suficiente para provocar su muerte, a tientas se hizo al borde casi al punto de perder el equilibrio y caer.
Gerard entró por su ventana, se le hizo extraño no verlo por ningún lado, asumió que simplemente había salido de casa o algo similar, pensó en esperarlo, pero tuvo la corazonada de que sería mejor salir un rato. Se convirtió en un murciélago volando un poco lejos, lo suficiente para notar la figura en el techo perdiendo el equilibrio en sus pasos.
No perdió un solo segundo, fue lo más rápido que pudo regresando a su forma original en segundos logrando agarrar con firmeza el brazo de Frank jalandolo en seguida al techo de nuevo, tenía el corazón acelerado por el miedo, se tomó el tiempo de analizar que estuviera en perfecto estado, le sirvió como alivio saber que así era, pero la angustia seguía ahí.
—¿¡Estás loco!? ¿En qué estabas pensando? ¿¡Por qué carajos hiciste eso!? —Frank llevó la mirada al suelo incapaz de responder, tomó sus hombros esperando que lo mirara por lo menos, sí lo hizo, pero no le dio la respuesta que esperaba.
—Porque soy un adolescente idiota que no sabe nada de la vida —la respuesta lo desconcertó, con el instinto latente de protegerlo, lo abrazó con fuerza negándose en cualquier segundo a soltarlo.
—No vuelvas a hacer eso, nunca por amor al maldito infierno.
El abrazo y sus palabras lo acabaron por quebrar, su voz sonó entrecortada cuando con una profunda tristeza preguntó. —¿Por qué...?
—Porque te amo... Porque...—no pudo seguir hablando, en su lugar lo había tomado de los hombros acercándose con fuerza a él para besar con delicadeza sus labios, Frank no dudó un solo segundo en corresponder, pasando sus brazos alrededor de su cuello, aumentando ligeramente la intensidad del beso.
Se separaron unos segundos después, segundos en los que Gerard se desplazó a su cuello dejando una mordida allí, una que lo hizo erizar pues esta era distinta a todas las demás, con esa mordida lo reclamaba como suyo, le hacía la promesa eterna de que siempre estaría para él en ese instante en adelante.
Porque para amar a un vampiro debía enamorarse primero de la muerte, y eso era algo que Frank había hecho desde hace mucho tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top