3- Charlando
Ya habían llegado donde se iban a quedar para las vacaciones, en la casa de los hermanastros. Elise se fue a mostrarle la habitación de Evie, mientras que Arno llevaba a Jacob. El camino era acompañado de un silencio incomodó.
- Eeem, tu hermana nos contó que eras un luchador- Comentó Arno para romper el silencio. Jacob lo miró de reojo y siguió caminando.
- Mhm- Respondió frío y seco el inglés.
- Y ¿Ya conociste Alemania? o ¿Italia?- Le preguntó con un poco de emoción en la voz.
- Si- le volvió a responder de igual manera.
- ¡Génial! Siempre quise a ir a Alemania o a Italia ¿Berlin es hermoso cómo lo dice la gente? ¿Roma y Venecia tienen ese aura romantico o es soló un falso rumor?- Le preguntó el francés posándose en frente de el inglés, si que era alto el muchacho, incluso Arno tenía que levantar la cabeza para verlo.
El inglés rodeo los ojos y suspiro para luego volver a mirarle a los ojos de Arno. - Si, Berlin es espectacular y pues yo no sé si Roma y Venecia tienen aura romántica porque yo nunca tuve una experiencia "romántica"- Le respondió frío, Arno se quedo atónito.
- ¿Nunca estuviste enamorado? ¿Nunca tuviste pareja?- Estaba confuso. Cualquier persona se ha atraído por alguien en su vida. Esto no podía ser posible.
- Haces muchas preguntas niño, ya mejor muéstrame mi habitación- Le pidió no de la mejor manera al francés, quien este último, empezó a sentir cierto odio por el comportamiento del menor. Finalmente llegaron y el francés dejó soló a Jacob para que pudiese instalarse.
Jacob miró el cuarto, un poco pequeño pero perfecto para él, con vista a la calle, y un closet perfecto para su equipaje. Colocó su maleta en la cama, la abrió y empezó a ordenar a desempacar y ordenar su ropa. Al finalizar, se dejó caer de espaldas en su cama, deseaba a que esto terminara lo más antes posible. No creía que podría aguantar una semana aqui.
Mientras tanto, Arno estaba sentado en un sillón en la biblioteca de la casa mientras leía una novela, o bueno, eso intentaba. Sus pensamientos rondaban por su cabeza sobre una sola persona, Elise. Se sentía cómo un alma impuro, un hijo del mismísimo Satanás. ¿¡Cómo se le ocurría enamorarse de su propia hermana!? ¡Eso era inhumano!
Cerró con fuerza el libro tratando de calmarse, hasta él sabía que Elise estaba enamorada de Germain, ya ni sabía si arrepentirse o no en que le hayan adoptado la familia de Elise. Si no fuera por ellos, capaz nunca la hubiese conocido.
Ya intentó salir con demás mujeres interesadas en él, pero siempre era lo mismo, ninguna era perfecta, no cómo Elise.
Fue abajo a la sala, no estaban las chicas, tuvieron que haber salido, pero se encontró con el menor de los mellizos, pero este último en torso desnudo y entrenando haciendo lagartijas. Lo miraba con atención, se le notaba cada músculo. Debía entrenar muy duró. Sin darse cuenta se había perdido en el cuerpo del inglés, hasta que le sacaron de sus pensamientos.
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