01

"Perdón, ya cogí otro avión,
aquí no vuelvo, no quiero otra
decepción. Tanto que te las das de
campeón y cuando te necesitaba,
diste tu peor versión."

Manchester, Inglaterra. 2022.

@martusalgadoo: night out 🌙

Le gusta a barbsss_x, valenwalsh, enzojfernandez y 32.101 más.

Bárbara, Valentina y yo llegamos a la fiesta en menos de quince minutos desde mi casa. El camino de entrada está ocupado por múltiples autos, por lo que tenemos que seguir manejando algunos metros más para encontrar algún lugar libre donde estacionar. Después, nos bajamos y nos dirigimos hacia la casa.

Ni siquiera entramos y ya podemos escuchar la música que resuena a todo volumen desde el interior. Es una casa enorme, presumo que de más de dos pisos y varios metros cuadrados. La fiesta la organiza uno de los jugadores del Manchester City después del triunfo de hoy, 2 a 0 contra el West Ham. Al trabajar en la industria del modelaje en Manchester, nosotras tres somos constantemente invitadas a este tipo de reuniones y son siempre básicamente lo mismo: música, baile, alcohol, sexo, y muy ocasionalmente, drogas. Todas esas cosas que no salen a la luz.

Tocamos el timbre y somos recibidas por quien reconozco como Jack Grealish, que no solo es el anfitrión de la fiesta, sino que también el casi algo de Bárbara. Nos saluda y nos adentra en la casa, que amplia como es, está abarrotada de personas de no solo el Manchester City, sino varios otros clubes de fútbol de la zona. Bebidas alcohólicas y paquetes de atados por todos lados, haciendo del aire una sustancia tóxica y pesada que me dificulta la simple tarea de inhalar.

Jack nos da la bienvenida con algunas palabras en inglés, pero no se queda mucho con nosotras, ya que pronto la agarra a Bárbara de la mano y se pierde entre la multitud, llevándosela a ella consigo. Valentina y yo compartimos una carcajada sugestiva y empezamos a adentrarnos más en la casa, ya agobiadas por el calor y la música que resuena a todo volumen, pero amando el ambiente de todas formas.

–¿Buscamos algo para tomar? –me propone la rubia.

Asiento y nos dirigimos hacia la cocina, donde encontramos la gran barra recubierta de botellas de distintos licores y bebidas alcohólicas. Decidimos bajarnos un chupito de tequila para soltarnos y empezar la noche antes de elegirnos nuestras respectivas bebidas; la mía termina siendo un vaso de vodka de cereza.

Empieza a sonar un tema. Mi amiga me mira con los ojos bien abiertos, se pone a gritar como loca y de la nada, estoy sola.

–La puta madre, Valentina –me digo a mí misma, reposándome contra la barra.

Sostengo mi vaso en una mano y saco mi celular de mi bolsillo. Son las diez y media de la noche, tenemos para rato y ya me quedé sola. Espectacular.

No es que no pueda manejarme sola en esta clase de fiestas. De hecho, ya vi a varias personas que conozco, pero siempre me cuesta integrarme un poco. Igual, sé que para antes de las doce ya voy a estar en pedo y no me va a importar nada. 

Abro Instagram al ver que tengo una notificación, pero me freno en seco cuando leo el nombre en mi pantalla.

@lisandromartinezzz ha empezado a seguirte.

Ja, hace rato que no pensaba en ese hijo de puta. Después de mudarme a Inglaterra, estuve mal por no más de algunas semanas antes de darme cuenta que no valía la pena, que Lisandro tampoco era el amor de mi vida como para hacerme sentir así y que yo todavía era demasiado joven. Un desamor no me iba a matar. Me había cuerneado, y bueno. Ya está, la vida sigue.

Me enteré hace algunos días que Lisandro ahora juega para el United, por lo que se mudó a Manchester. Pero la noticia no me afectó en absoluto, las chances de venir a cruzármelo en algún momento son casi nulas y que me haya seguido en Instagram después de tantos años no significa nada. Solo me dice que él todavía no encuentra nada más para hacer que andar jodiendo.

Pensarlo así me hace soltar una risa nasal debido al patetismo de la situación. Decido no devolverle el follow, ya que no me interesa volver a ese punto de mi vida en el que era una pendeja pelotuda enamorada de tremendo pedazo de forro. Admito que es un hijo de puta bastante lindo, pero lo superé hace un largo tiempo y ya no tengo interés en volver a estar con él, de ninguna forma o manera.

Me dispongo a salir de la aplicación pero el movimiento es interrumpido por una llamada entrante. Mis ojos recorren el identificador de llamadas brevemente y sonrío al ver el nombre de Alex escrito en la pantalla. Contesto de inmediato.

–Ey –saludo con una sonrisa.

Él contesta algo, pero entre la señal de mierda y la música a todo volumen, no llego a distinguir sus palabras. Rápidamente, me tapo el oído libre con la mano y dejo la cocina a toda velocidad.

Hold on, it's too noisy in here. Let me call you right back, yeah? (Bancá, hay mucho ruido acá. Ahora te llamo, ¿sí?) –digo.

Escucho lo que asumo es una respuesta positiva y corto la llamada. Apuro el paso, me introduzco en la multitud y me hago camino entre las muchas personas para encontrar alguna habitación vacía donde haya un poco más de silencio. Me aferro a mi teléfono para que no se me caiga. A los empujones, logro llegar a las escaleras y de inmediato empiezo a subir hacia el segundo piso, esquivando a las muchas parejas acopladas en los escalones comiéndose la boca, algunos incluso haciendo cosas que no me gustaría mencionar.

En el segundo piso la música se escucha un poco más distante. De inmediato empiezo a caminar por el pasillo, sumiéndome cada vez más en el silencio, hasta que me encuentro frente a una puerta donde el ruido se escucha lo suficientemente lejos como para no molestar. No sé de quién es la habitación, pero igualmente, ya entrando al chat de Alex, abro la puerta.

Me dispongo a llamarlo. Sin embargo, cuando doy un paso dentro de la habitación y alzo la mirada, nunca deseé tanto arrancarme los ojos con mis propias uñas. Nunca deseé tanto que el suelo se abriera y me tragara hasta el pozo más profundo del infierno, y siendo yo, eso es decir algo.

Estoy congelada. La imagen de un hombre reposado contra la pared a mi derecha con una chica rubia arrodillada frente a él haciendo algo bastante inconfundible me paraliza por completo. Siento un tirón en el estómago y me estremezco de la vergüenza. Especialmente cuando me doy cuenta que aquel no es solo un hombre.

Es Lisandro.

Por un segundo, rezo por tropezar y caer por las escaleras. Si alguna vez quise morir, es ahora.

Estoy completamente helada, no me puedo mover. Lisandro alza la vista y encuentra mis ojos a través de la habitación oscura, iluminada parcialmente por la luz que entra por la puerta abierta detrás mío. Le cuesta reconocerme debido a la contrailuminación, pero cuando lo hace, sonríe.

Echa la cabeza hacia atrás contra la pared y solo sonríe. Una sonrisa de costado, de esas que solo enseñan uno de sus hoyuelos, haciendo que se me contraiga todo el cuerpo con las ganas de morir ahí mismo.

El sonido de la chica chupándosela reverbera en la habitación. Lisandro y yo todavía nos miramos a través de la distancia que nos separa, y de repente, como si esto no fuera suficiente, él agranda la sonrisa, agarra a la chica por el pelo y empuja su cabeza con fuerza, obligándola a ahogarse con su pija.

¿Quién mierda hace eso en esta clase de situación?

Uno habría pensado que después de todos estos años, verme de nuevo solo le haría sentir vergüenza. Pero sucede que yo no aprendo nunca: Lisandro no va a cambiar.

Una de mis manos se aferra al picaporte con tanta fuerza que mis nudillos están blancos, la otra sostiene el teléfono. Me tiembla al cuerpo y empiezo a transpirar de los nervios, mis pies están cementados al piso.

Pero por fin mi cuerpo por fin se recupera y logra ponerse nuevamente en sintonía con mi cerebro, a lo que de inmediato ahogo un grito profundo y miro para todos lados antes de salir disparada de la habitación, cerrando la puerta detrás mío de un golpe. Jadeo y me reposo contra la pared, recubierta de un sudor frío poco placentero. Me llevo una mano el pecho porque el corazón me late a toda velocidad.

Tengo muchas cosas para procesar. No solo lo que vi, sino también a quién vi: a mi ex, el que amé, el que me metió los cuernos, el que dejé solo en Argentina, y el que se pasó todo un año cuereándome en las redes sociales, tirándome abajo, metiéndome en líos mediáticos innecesarios y haciéndole creer a los públicos que la infiel había sido yo. Lisandro Martínez, la persona que más odio, que menos quiero ver, y con la que me vengo a cruzar.

Hace mucho tiempo que no pienso en él. Tenía dieciocho cuando lo dejé y ahora tengo veintitrés, fueron cinco largos años en los que cambié por completo. Ya no soy esa pendeja de antes, pero por algún motivo, durante esos breves segundos que estuve de nuevo en la misma habitación que él, sentí que sí.

Yo creía que lo había superado pero esto solo me da a entender que no. Que aunque pasemos tanto tiempo alejados, aunque ya no lo ame, aunque lo odie, él siempre va a tener en mí ese efecto que tuvo la primera noche que nos vimos.

Mi celular vibrando tres veces en mi mano me devuelve a la realidad. Calmo mi respiración y observo la bandeja de entrada; son mensajes de Alex, preguntándome dónde estoy. De inmediato, abro su chat y lo llamo. Pretendo estar tranquila.

—Hola —saludo, medio agitada.

You good? (¿Estás bien?) —me pregunta él del otro lado de la línea, despreocupado, pero notándome inquieta con facilidad.

Yeah, was just looking somewhere quieter to call you (Sí, solo buscaba algún lugar en donde te pudiera llamar) —miento—. What's up? (¿Todo bien?)

Rápidamente, empiezo a caminar hacia el otro extremo del pasillo, con el celular al oído. Miro por sobre mi hombro de vuelta hacia la puerta cerrada del cuarto en el que está Lisandro, con miedo de que él salga y me lo vuelva a cruzar. Por eso, abro otra puerta lo suficientemente lejos y me encierro ahí. Por suerte, es un baño y está vacío. Respiro en paz.

Where are you? (¿Dónde estás?) —pregunta Alex.

At the party I told you about But I don't think I'll hang around much longer. I'm not in the mood today (En la fiesta que te conté. Pero no creo que me quede mucho más tiempo. No estoy de humor) —digo, omitiendo el detalle de todo lo sucedido hace menos de treinta segundos.

Want me to pick you up? (¿Querés que te busque?)

No, that's okay (No, está bien) —no puedo seguir hablando, todavía no me recuperé por completo, por lo que de inmediato invento alguna excusa—. Listen, Alex. Barb's probably looking for me. I'll call you later, yeah? (Che, Alex. Barb seguro me esté buscando. Te llamo más tarde, ¿sí?)

Yeah, okay. Come back with them or just text me and I'll pick you up. (Okay. Volvete con ellas o solo escribime y yo te busco)

Le digo que sí, lo saludo y corto con rapidez. Después, me llevo la mano al pecho. El corazón todavía me late demasiado rápido para lo que es normal, lo siento tamborileando contra mis dedos y aquello hace que se me agite la respiración, pero hago algunas inspiraciones profundas y por fin logro calmarme. Puedo salir del baño, poniendo mi mejor cara de desentendida y bajando por las escaleras de nuevo a la fiesta. Afortunadamente, no lo veo a Lisandro por ninguna parte.

Lo primero que hago, claro, es dirigirme hacia la cocina. Allí, relleno mi vaso con vodka de cereza y me lo bajo de un trago, queriendo dármela en la pera para así olvidarme de lo que acabo de ver. Qué asco.

Una vez termino el vaso, lo relleno por tercera vez con la misma bebida y después dejo la cocina, en dirección a la sala de estar. Mi intención es encontrar alguna cara conocida, y cuando lo diviso a Julián Álvarez sentado en el sillón con Phil Foden, me les acercó de inmediato. Un garche rápido tampoco me vendría mal.

Sin embargo, dispuesta a entrar al living, de repente me choco con alguien. Estoy en el proceso de mascullar una disculpa a medias a través de la creciente borrachera cuando alzo la mirada y me topo con la única persona que no quiero ver.

—Así te quería agarrar —jode Lisandro con una sonrisa de mierda.

—Disculpá —le digo a secas, tratando de pasarle por al lado para seguir mi camino, evitando sus ojos.

Pero Lisandro me agarra del antebrazo y me frena, sosteniéndome contra su cuerpo, girando la cabeza para mirarme desde arriba. Trago saliva. Qué hijo de puta.

—Pará, morocha, ¿no me vas a saludar? —sonríe.

—No.

Por algún motivo, mi respuesta solo consigue que su sonrisa se amplíe sobre su rostro, exponiendo sus dos hoyuelos. Le devuelvo la mirada, desafiante.

—Garca —dice él—. Decime, ¿lo hacés habitualmente, eso de interrumpir a las personas mientras cogen?

—¿Lo hacés habitualmente, eso de coger en cuartos ajenos en fiestas? —replicó con brusquedad, pero de inmediato me doy cuenta que no estoy de humor para seguir hablando con él. Suspiro, ya harta—. Perdoname si te molestó que los interrumpa a vos y tu noviecita. Debería haber golpeado.

Lisandro frunce el ceño.

—No es mi novia. La conocí hace una hora, ni sé su nombre.

Suelto una carcajada. Claro que no cambió en absoluto, sigue siendo el mismo mujeriego de siempre; tan sinvergüenza como para dejar que se la chupe una mina que ni conoce en una habitación ajena, en una fiesta. Sin siquiera dándose el nervio de cerrar con llave. Trato de sacudirme de su agarre.

—Soltame —le digo. 

—Pará, pará, eh —dice, haciendo un gesto con los labios como si encontrara todo aquello entretenido, solo haciéndome enojar incluso más—. Estás muy apurada, che.

—Uy, re detallista. ¿Qué querés? ¿Una galletita de felicitaciones?

—Hm, una galletita ahora no, pero sí hay algo más que me gustaría comer —sonríe a medias y me mira los labios. 

Mi cuerpo entero se retuerce bajo la mirada hambrienta de Lisandro. Él no es muy alto (de hecho, es bastante bajo), pero me lleva al menos media cabeza y aquello hace que yo tenga que tragar saliva, porque me siento chica a su lado. Aprieto los puños con fuerza para frenar los sentimientos que me ahogan en tromba.

—Bueno, una lástima que yo no soy comida —le digo bruscamente—. Andá con la otra boludita y dejá de romper las pelotas, ¿querés?

Lisandro se inclina hacia adelante y no puedo evitar mirarle la boca ante la repentina proximidad. Siento su aliento contra mis labios y me pregunto si las personas a nuestra alrededor están viendo lo que está pasando, o si en realidad él no está tan cerca como me parece.

—¿Qué pasa, mami? —susurra, sonriendo ampliamente porque sabe que me tiene en la palma de su mano—. ¿Estás celosa?

Un cosquilleo me recorre el cuerpo. Odio que este pedazo de imbécil todavía tenga este efecto en mí, pero sin poder evitarlo, me inclino un poco hacia adelante, queriendo cortar la distancia entre nosotros. Rescatándome, aprieto los labios y me alejo de un empujón.

—Nunca —le digo—. Andá a buscarte algún otro juguete. Yo ya no estoy interesada.

Lisandro aprovecha la poca distancia que nos separa ahora para recorrerme el cuerpo completo. Casi todo mi tren superior está expuesto y por eso, él se toma una delicada cantidad de tiempo en cada parte de mí, desde mi pecho a mi abdomen a mis clavículas hasta mi cuello. Observa con lentitud las tiras de mi tanga sobresaliéndome de los pantalones y se relame los labios.

Me siento desnuda bajo su mirada, me está comiendo entera solo con los ojos y eso logra ponerme nerviosa con facilidad

—En realidad, a mí me parece que estás más que interesada. Yo sé que te acordás qué tan bien puedo usar mis juguetes.

No sé cómo reaccionar. Es verdad, todo mi cuerpo lo desea, lo espera con ansias, pero las alarmas rojas se dispararon en mi cerebro ni bien lo vi en la habitación y no puedo ignorarlas. A pesar de que el deseo sexual es grande, las ganas de mandarlo bien a la mierda son gigantes. 

Además, el hecho de que me busque ahora y me pueda hablar así sin sentir vergüenza por lo que hizo me hace preguntarme si todo lo que tuvimos le habrá importado, o si solo me quiso por mi cuerpo. Se me contra ele pecho.

Me separo de él de una sacudida y esta vez, me aseguro de pararme bien lejos para que no pueda volver a agarrarme. Lisandro me mira con las cejas alzadas, entretenido por mis evidentes nervios.

—No —digo sin más—. Tuviste tu oportunidad y la perdiste. Haceme el favor de no ser tan patético como para volver a buscarme ahora. 

Sin más, me doy vuelta y me voy. Veo por el rabillo del ojo como Lisandro abre la boca para decir algo, pero es como si mis palabras lo desconcertaron, porque no me sigue. Yo, en cambio, salgo de la casa por la puerta de entrada y de inmediato lo llamo a Alex para que me pase a buscar. 






a/n –
primer capítulo acá estaaaa

ni idea cómo pero ya llegamos a las 1k vistas jajaaaa los amo

50 votos para la siguiente parte !!

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