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"Enfrentarte a lo desconocido puede ser increible, pero también puede ser una mierda"

La luz de un hospital iluminaba una parte larga de la carretera, no había mucho trafico, ni tampoco mucha gente, y entre ese vacio de soledad silenciosa se encontraba un chico castaño oscuro, vestido de negro.

Ya habían pasado unos minutos desde que pago lo que debía por unos extraños cosplayers que se encontro en medio de su camino.
Estaban muy heridos, y no podía dejarlos ahí, eso no era un acto de bondad.
Ademas, si lo hacia, no podria dormir por el resto de la semana.

Término de fumar su cigarrillo, y comenzó a caminar hasta su vehículo, ya era muy tarde y tenia una gran porción de sueño cargada en sus parpados.
Tiro los restos en un bote de basura gris, respectivo de los desechos en general.
Abrió la puerta del auto, y lo encendió, para luego comenzar a seguir el camino que llevaba desde antes.

Unos amigos habían llamado hace pocos minutos, y le habían comunicado el festejo de una fiesta en su casa.
Realmente teníaycosas que hacer y el sueño le impedia hasta estar acorde totalmente...
Pero su mejor amigo Auron cumplía años, y no podia darse el lujo de faltar.

Simplemente era algo que no podía hacer, no a él.

...
Llevaba ya vario tiempo conduciendo, y extrañamente, la calle parecía vacía.
No era día festivo ni nada para que todo se encontrará tan callado...
Le pareció anormal, pero ahora mismo no tenia tiempo para investigarlo.
Ni siquiera tenia tiempo para llegar tarde.

Se detuvo en una tienda de regalos que quedaba muy cerca de la casa perteneciente a su amigo de la infancia.
Seguramente todos compraron un regalo de aquí...

Pensó en esto por un momento, era obvio que ninguno de sus "amigos" se habían esforzado en comprar algo de valor para aquel chico.
Y menos por que muy pocos entendian su manera especial de ser.
O al menos así siempre él lo había visto.

Quizás era por que lo quería demasiado.
Y por ese mismo hecho, se decidió a entrar de nuevo en su auto, sin importar la hora que fuera, el encontraría el mejor regalo para Auron.

Pasaban los minutos y no encontraba un solo lugar abierto.
Casi dos vueltas a la manzana y tres a las cuadras de las calles fuera de esta...
No encontró absolutamente nada.

Con un desanimo increible, regresó a la entrada de aquella tienda.
Había muy pocos regalos realmente buenos, pero quizás si le llevaba varios...

Al final se decidió por comprar un bonito pollo pequeño de peluche, era muy fácil de transportar, ademas de que lo conocía suficiente para saber que le encantaban las gallinas.

También llevó un cerdo para él, al que nombró "Manolo".
Otros regalos llenaron la caja, solo cosas de calidad y lindas.

No creyó que hiciera falta llevar su auto con él de nuevo, era solo cuestión de metros para llegar a la gran casa.
De echo, le daba un poco de miedo el que Auron ya lo hubiera visto.

Hasta en la misma casa de este, la atmósfera se notaba muy tranquila.
No era normal.

Tocó a la puerta, esperando que reaccionaran tarde.
Para su sorpresa, no fue así.
Ademas de que la persona que abrió, era nada menos que el cumpleañero.

Sus ojos se iluminaron al verlo, y las pulsaciones se elevaron mucho mas rápido de lo normal.

Aún después de que lo veía casi diez veces a la semana, le abrumaba y le encantaba verlo frente a él.
Era una cosa tan preciosa en su pecho, que no podía describirla.

-Hey... Hasta que llegas Luzu, se te estaba haciendo un poco tarde...- dijo, con una sonrisa y una mirada un tanto seria.

-Si te dijera lo que sucedió... No me lo creerías...- Rió, reflejando arrepentimiento pero felicidad a la vez.

-Claro...- sonrió levemente, haciendose a un lado de la puerta para dejar entrar a su amigo.

El chico entendió la señal inmediatamente, y entró con suavidad a un lado del pelinegro.

Y justo antes de que pudiera pasar completamente a la habitacion, el chico cerró la puerta, y lo atrapó entre su pecho y la pared con los brazos.

-¿A-auroncito?- Un color rojo fuego apareció por sobre todo su blanco rostro.

-¿Que pasa?- Respondió sonriente, y aparentemente, muy ebrio.

Buscó una señal que le asegurara este hecho... Y con rapidez pudo distinguir botellas de vino y cerveza vacías sobre la mesa de centro.

-Auron... ¿Por que te embriagaste...? Sabes que eso es malo para tu salud...- El sonrojo en sus mejillas no desaparecía, lo que hacia sentirse totalmente sumiso y avergonzado de estar en una situación tan comprometedora.

-Jo' si solo fueron unas copas Luzu...- cada vez la atmósfera entre ellos se notaba mas cálida y cercana, mientras el mayor comenzaba a llenar de besos pequeños y alcoholizados el cuello del ojiazul.

Quejidos ahogados se emitían por la boca de ambos, incrementando la sensación ardiente en su vientre bajo.

El menor intentaba ser correcto y obligar a sus manos a empujarlo en vez de acariciarlo, pero las reacciones que su corazón creían correctas, no eran aquellas...

El ojimarrón llevaba sus dedos con cuidado por bajo la ropa de su acompañante, y llegando a sus piernas, lo levanto a la medida de su cintura, rozando su entrepierna con la ajena.
El chico, con una gran pena, se enredo junto a él, y comenzó a besar sus labios con la dulzura de la misma miel.

De un momento a otro, notaba que las cosas comenzaban a salirse de sus manos, tanto que casi sentía los efectos del alcohol gracias a la saliva del chico.
El olor llenaba la calidez del aire a su alrededor.

Sin previo aviso, y con la misma suavidad de antes, el ojimarrón sujetó fuertemente al de ropas negras, y camino despacio al blanco sofá donde se encontraba unos minutos antes.

Lo dejo caer con algo de brusquedad, y pronto se adueño de la poca libertad que le había brindado, acorralandólo contra los cojines con sus brazos y piernas.

El ojiazul ya no sentía que pudiera soportar el autocontrol por mucho tiempo.
Ignorando todas las sensaciones que su corazón y su vientre le hacían sentir, tomó a su acompañante por los hombros, y lo empujó debílmente, provocando que parara.

Su sonrisa un poco tonta, y la respiracion agitada de aquel pelinegro lo hacían sentir mucho mas deseoso de él, pero el no debía hacerlo... Eso no era lo correcto.

Tratando de respirar y de olvidarse un poco de la temperatura de su cuerpo, fue al grano de las cosas.

-A-auron... Esto n-no esta bien... No debemos hacerlo... Tu, tu tan solo estas ebrio...- finalmente pudo relajarse un poco, y con dificultad se sentó impulsando su peso con las manos.- Nada de esto es lo que quieres... Pero ahora no lo sabes...-.

El ojimarrón seguía viendólo de la misma forma, como si nada hubiese pasado.
Sin embargo, no se detuvo a alcanzar una botella de tequila guardada debajo de la mesa de noche.

La destapó sin dejar de clavar su mirada en el chico.
Viendo su figura, amenazante, de arriba hacia abajo... Analizando cada rincón de su ser.

Dio unos cuantos tragos profundos.
A este punto, el ojiazul ya estaba muy preocupado y se podria decir que hasta un tanto asustado por lo que le pasara si Auron no se controlaba.

Después de unos segundos silenciosos, el pelinegro volvió a dirigir su vista directo a los ojos contrarios.
Se acercaba de nuevo, acechando, ahora más inconciente que antes.

-Auroncito...-

-Luzu, mi niño, ¿ya te he dicho que te adoro enserio?- poco a poco el deseo volvía a hacerse presente y entre la corta distancia que había entre los dos, la tensión tampoco desaparecía.

-S-si Auron... Yo también te quiero...- sus respiraciones se mezclaron a los pocos centímetros...- Y... Por eso, no te dejare hacer cosas de las que te arrepentíras después...- volvió a separarse, moviéndose hacia atras, y empujando al pelinegro lentamente.

Pero este tomó su mano antes de que pudiera retirarla, y con un movimiento lento, la besó tranquilamente.

-¿Que no lo entiendes Luzu?- Su mirada seria se hacia notar.-No voy a arrepentirme de esto...- sus párpados parecían cerrarse a medida que se acercaba al rostro del contrario.- Por que lo que quiero... Es a ti... - sonrió por ultima vez, para caer totalmente dormido y exhausto sobre el cálido pecho ajeno.

Un suspiro atrapado salió del chico castaño, intentando relajarse.
Aunque no le duro mucho, pues su mente se encontraba totalmente confundida y desordenada.
¿Por que Auron había hecho eso...? ¿Realmente... Sentiría algo...? ¿Y que tal si solo era por el efecto del alcohol? ¿Que iba a pasar cuando despertara?

Las preguntas salían en cascadas, formando una hipótesis y un problema mas grande para cada una.
Quería tanto a ese pelinegro... Pero ¿como podia saber de que forma...? Si lo único que el siempre hacia bien era confundirlo...
¿Por que todo debe ser así para nosotros...?

Al borde de las lagrimas, el ojiazul se levanto del sofá, colocando a Auron en él, y acomodando mejor su alrededor, estaba dispuesto a irse de una vez...

Aún con la duda y el arrepentimiento de por medio, puso su mano sobre la perilla...

Un sonido lo distrajo antes de salir...
Era, un pequeño animal, lo que parecia ser un perro, que comía algo cerca de los arbustos en la puerta.

Lo vio por unos instantes, y justo antes de mover un musculo, el animal volteo, y le dirigió una mirada profunda... Teniendo como base, unos grandes y relucientes ojos rojos.

Le pareció un poco tétrico, pero habiendo visto mas animales así, devolvió su vista a la puerta.

Abrió, y visualizando todo fuera, notó que alguien, en la otra esquina, salia de un auto.

Creyó reconocer aquello...

-ha...? ¡Hey Luzu!-

...Y estaba en lo correcto.

Eran sus... los amigos de Auron.

Con pesar, respondió a la llamada.

-Hey, Perxaas...- No pudo terminar de hablar pues todos los presentes comenzaron a entrar a la casa de Auron, llevandosélo a el también.

-¡Vamos Luzu! ¡Que todavía sigue la fiesta!- dijo uno de los chicos, tomando unas cervezas de la mesa y corriendo hacia lo que parecia ser... El sótano.

El chico se quedo confundido, viendo con todos bajaban, ignorando totalmente a Auron, que se encontraba tumbado en el sofá, y profundamente desconectado.

Detestaba estar junto a ellos, incluso aveces se preguntaba por que al pelinegro les quería tanto.
No quería que hicieran destrozos en la casa de su mejor amigo, pero tampoco quería "convivir" junto a ellos.

En una mirada con poca atención, fijo un punto en el rostro ajeno, su mente comenzó inmediatamente a tomar cartas en el asunto...
Ahora que lo pensaba, prefería ir con todos esos torpes, que quedarse a presenciar en seco toda la confusión que en su cabeza habitaba.

Reviso una ultima vez a su compañero, al parecer, estaba bien.

Siguió caminando, hasta llegar a la puerta entre abierta de las escaleras que llevaban abajo.
El tan solo saber que se encontraría allá por los gritos y el bullicio, lo confundía aún peor.
Se podria decir que ahora mismo, él era la confusión andando.

Exhaló, y con las pocas ganas de seguir en algo, empezó a bajar las escaleras sin hacer mucho ruido...
Cerró la puerta tras él... Y quizás, debió pensarlo mejor antes de hacerlo.

-¿Quien comienza- Wismichu estaba hablando.

Desde el angulo en que se encontraba, solo podía ver unas luces opacas en el piso, como luz gradual, acompañada de sombras y ruidos bajos.

Llego al final de los escalones...
Y se acerco suavemente a aquel grupo...

Tragó saliva y sintió un nudo en su garganta por ver aquello, y peor, al saber que no podía irse de ahí ahora.

Estaban jugando con una Ouija.

Todos voltearon a verlo casi al mismo tiempo, y con susurrós, lo invitaron a jugar...

Se sentó a un lado de ellos, con los nervios y el miedo comiendóle la espalda, viendo las llamas de las velas...

Tan solo con miradas, Perxitaa y Jordi comenzaron con el juego.

Todos pusieron las manos sobre el dije triangular, el chico castaño aún temía, pero sin otra alternativa y pensando que ellos sabrían como jugar, coloco sus dedos sobre los demás.
Pero... El que no supieran jugar, no era exactamente el problema.

-¿Estas aquí ahora?- habló Zellen, con un tono tan natural que parecía no temérle ni un poco.

Tardo unos segundos... Pero después, el dije comenzó a moverse sin la ayuda de nadie.

O al menos la de él no.

Desde ese momento sintió el mal presagio subir hasta su cuello rapidamente...
Esto no va a terminar bien...

Las preguntas no paraban por parte de todos... Preguntas obvias y preguntas que cualquier novato haría...
Los sonidos extraños y las sombras comenzaban a aparecer, los chicos parecían sorprendidos, pero no se les notaba miedo...

Y realmente la gota derramada fue, cuando llego el turno del ojiazul.

-Vamos Luzu, que no nos vas a dejar solos en esto, ¿o si?- preguntó el de cabello largo, un tanto desafiante.

El orgullo del chico no era tentado por esas cosas, pero el quería terminar lo más pronto posible con todo eso.
Así que sin otro remedio, aceptó.

Apretando mas el dije por la presion, y pensando en que era lo que iba a decir, se paso la manga de su oscuro suéter por la frente, limpiando algunos rastros de sudor.
Realmente tenía miedo y no quería meterse con fuerzas que sabía podían acabar con su misma vida.
O hacerséla imposible.

Los rezos no salieron de su mente, y con la tensión hasta el cuello... Por fin habló.

-¿El infierno realmente existe?-

Incluso los presentes miraron con sorpresa y extrañeza.
Esa pregunta era demasiado fuerte para todo, y fue respondida de la misma manera.

El triangulo empezó a moverse, y aunque tardo mas de lo habitual, se puede decir... Que válio toda la espera.

Si

Luzu, ya con la curiosidad dentro, se digno a hacer otra pregunta... Un gran error...

-¿Como es?-

Las velas empezaban a actuar extraño, y una aroma a azufre salia de cada orilla en las paredes...

El dije se detuvo en la ultima letra...

_¿Por que no lo conoces?-

Las velas se apagaron de golpe, la oscuridad empleo reino de inmediato, el chico de ropas negras estaba muy asustado, y sin darse cuenta... Había retirado la mano antes de despedirse.

Intento levantarse y a tientas, regresar a la escalera que lo llevaría a su seguridad...
No encontraba una sola pista que le indicara cual era su camino.

El lugar comenzó a temblar, quería gritar para llamar a los chicos con los que se había encontrado antes, pero el complejo silencio daba a entender que... Se encontraba totalmente solo.

Una fuerza inmediata lo hizo regresar al piso.

La habitacion se ilumino por completo... Pero no por las velas, si no por las llamas de cada rincón.

No lograban tocarlo, pero si que estaban presentes, y cada vez mas amenazantes el ojiazul las observaba.

Busco la tabla de ouija nuevamente, pero no la encontro.
En vez de eso, una tabla pulida y roja posaba frente a sus pies.
Encima de ella se encontraban unos muñecos... 4 muñecos de tela mal cocidos, con apariencias extrañas; pero lo que mas llamo su atención, fue que al lado de ellos, se encontraba un largo y afilado cuchillo.

Vio todo por unos segundos, con el corazón en la garganta... No sabia que estaba pasando ni para que se encontraba eso ahí...

Al percatarse de que nada estaba mejorando y el tiempo se hacia eternidad, decidió acercarse a los objetos.

Solo como accion distraída, tomó el cuchillo, e inmediatamente... Unas ganas inmensas de clavarsélo en las entrañas a los muñecos nacieron de su pecho.

Nadie aparecía, y las cosas estaban muy mal... Una vez más, solo quería terminar con todo aquello.

Fue por el primero, clavandólo hasta dentro de la madera por debajo gracias a la fuerza, algo dentro de el sintió... Placer.

Siguió así, llegando a sonreír en algunas partes del proceso... Hasta que termino con todos.

Vio el desastre que ahora su posicion portaba, tocaba algunos de los restos solo para sentirlos; absolutamente todo seguía igual.

Las llamas comenzaban a apagarse, y el silencio ya no estaba tan presente... Era como si despertara de un sueño...

De un momento a otro su mente salió de lo natural, pues, la mejilla izquierda de su rostro comenzaba a picar excesivamente.

Su mano no necesito permiso ni orden para, con fuerza, rascar el lugar...
Pero la picazón no se alejaba...
Cada vez lo hacia con más desesperación, escuchaba ruidos y bullicio en su cabeza, y casi las lagrimas bordeaban sus ojos... No dejaba de picar... No se detenía... Era demasiado...

...
Abrió los ojos rapidamente... Pues su mejilla ya no picaba, ahora desprendia un dolor insoportable...
Su boca sentía entrar mas frescura de lo normal por lugares extraños, y...
Los dedos de sus manos se sentían húmedos...

Un escalofrío no lo dejo respirar...
Se llevo las manos justo frente a él...
Y notó, que de ellas escurría algo sumamente rojo y espeso...
Era sangre.

También portaba manchas, y con la poca luz de las velas lo llevo a confirmar, que pedazos de piel salían de sus uñas y de las uniones de sus dedos.

Ahora las cosas se sentían tan reales... Muecas de dolor se manifestaban en su rostro... Su rostro cortado, el dolor lo hacia sentirse aún peor, causando ríos que salían de sus pupilas.

Comenzando a emitir pequeños lamentos, recordó que no estaba solo.

Apenas enfoco su vista en la ouija... Casi gritaba.

Todos los chicos que se habían encontrado con él unos minutos antes de su posesión, formaban un charco de sangre gigante, que de hecho, llegaba hasta sus piernas...
Totalmente destrozados y mutilados, ninguno marcaba señales de vida.

Ni siquiera un sonido mas que los lamentos y el llanto se escuchaban en esa casa... El chico lloraba con desesperación... No sabia que iba a hacer ahora... No sabia por que desde el principio decidió pensar que algo saldría bien...

El shock no lo dejaba pensar... Había asesinado... Se había hecho daño así mismo, solo por su estupidez...

Toco el piso temblando, y dentro de la habitación, sujeto una vela, corriendo hasta las escaleras, fundido en llanto, y saliendo de la casa dejando un rastro de sangre.

En medio de la noche, y del silencio mortal, corrió lo mas lejos que pudo sin ser lo suficientemente valiente para enfrentarse a sus errores...

Pero esa noche, no seria la única en que vería a los demonios en su máximo esplandor...

Ya que... Nuevamente
Olvido decir "Adios".

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3126 palabras... Me pase perdon...

No me siento de humor para escribir una cosa más...

Cualquier cosa aquí

Nos leemos

-♥♥♥

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