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"Negar tus sentimientos solo te hará más débil"
Los reflectores se centraron en las alturas, mezclando y formando nuevos colores orillados al blanco central.
Dentro de estas luces, el orden brillante reflejado por la diamantina y lentejuela amarilla pegada sobre el esbelto cuerpo de la ojiverde cabellos dorados se presenció.
Un aro colores neón giraba lentamente, mostrando a la chica torcida tocando el talón de sus pies por detrás, estos estando sobre el hierro cargados, su espalda baja rozando la parte exterior y un lado de los hilos metálicos también.
Sus manos bajaron más, sujetando el cilindro circular con suma fuerza, comenzando a levantar ambas piernas sin mucho trabajo.
Quedando en una forma vertical invertida perfecta.
El circulo brillante rotaba más rápido por medida pasaba el tiempo, pero la de cabellos dorados ni siquiera parecía moverse.
Los chicos bajo aquella presencia se encontraban más que sorprendidos, incluso no sabiendo ni la mitad de lo dificil que era elaborar aquello.
Salvo el peliblanco, que se lo imaginaba de una manera 15 veces más complicada.
Que basura tío...
-¿Como piensan que yo voy a poder hacer eso con la mierda de vista que me cargo?- Susurró molesto.- apenas si veo lo que hace...-.
El pelinegro a su lado volteó.
-No te preocupes illo, para eso esta la práctica.- regresó la mirada al espectaculo, dejando el consejo por así llamarlo al de orbes rojos.
Este se mostró indiferente, pensando en las palabras de su compañero.
Kristina termino el bucle giratorio formando una voltereta atras enredando sus piernas sobre el aro, sus manos quedando libres se estiraron, esperando algo al parecer.
La luz enfocó a la izquierda de todo el escenario, detrás del telón oscuro, apareció un trapecio, viajando a toda velocidad hasta ella.
La chica, con los párpados cerrados, tomó aquel cilindro justo al tiempo exacto, soltando sus extremidades del hierro frio y brillante para dar inicio al recorrido elevado como trapecista.
Se columpiaba de un lado al otro generando vueltas limpias como mantequilla con sus dedos entre los hilos grisáceos.
Casi a la par, otro trapecio se distinguió salir por el lugar contrario, llevando transportada a la tímida castaña clara de diadema floral sujetándose por las piernas cubiertas de cuero blanco.
Ambas parecían empezar a balancearse equitativamente, hasta que en un momento de velocidad sorprendente, la ojiazul sujetó los pies ajenos, provocando como acción organizada que esta se soltase, avanzando por el aire ambas unidas.
Con cada cierto tiempo una saltaba al otro soporte, tomando a la contraria, provocándoles a los presentes leves ataques de nervios.
Y a pesar de ello, ninguno apartaba su atención.
Lo realizaban con tanta gracia y seguridad que no se esperaba en ningún momento la decepción.
Aunque, por un momento eso cambio cuando los chicos se vieron obligados a correr hasta la arena bajo las escaleras, puesto que Kristina se soltó repentinamente de todo lo que la detuviera arriba.
Callendo a una velocidad considerable parecia totalmente calmada, aquellos que corrían a por ella se confundieron más cuando se recostó en la caída, sin hacer ningún alboroto a señal de ayuda.
La pena se apodero de sus mejillas al ver los telones rojos frente a ellos abrirse, revelando dos caballos blancos apareciendo justo en el centro, con Akira y Monica en estos.
La rubia se levantó en la espalda del animal, elevando los brazos y colocando su cuerpo en pose fuerte.
La ojiverde a metros de caer y formar una tragedia, tomó una cuerda suelta, deteniendo la velocidad y cayendo sobre el pecho de la ojimorada, sentandosé de nuevo, comenzando a cabalgar en círculos con Monica, y Kristina haciendo un sin fin de acrobacias encima del semental.
Los hombres que se habían acercado en ayuda regresaron a sus lugares, entre ellos Vegetta, Auron, Fargan, y Alexby.
Claramente apenados siguieron observando la función.
-Tranquilo lo hiciste para ayudar... Tienes un gran corazón...- el ojirojo de capucha acarició la mejilla rasposa del mayor, dedicando una sonrisa.
Este pasó la mano por su cintura devolviendo el gesto.
-Esta bien, aunque no hubieras podido ayudar de mucho lo que cuenta es la intención.- el chico búho enredó el cabello azabache del menor a su derecha expresando alegría, y notando su molestia.
-Quita coño...- Alexby cruzó los brazos después de alejar el brazo ajeno fijando la vista de nuevo en los reflectores.
-Eres tonto.- dijo con tono serio el peliblanco sin prestar atención al castaño.
-Lo soy...- respondió con la expresión avergonzada clavada en el piso, y las manos detrás de su espalda, casi como un puchero.
Willy notó esto y lo asimilo como un cachorro que acababa de pasar por un regaño.
El amaba los cachorros.
Pero no lo suficiente para poder con el orgullo.
-Ya ya, solo piensálo mejor a la siguiente...- levantó su brazo para acariciar su cabello, pero al notar que no podía llegar a la estatura de aquel, la bajo de nuevo, apenado, esperando no haber sido visto.
Aún con aquel deseo de dar consuelo, movió sus pupilas por todas partes buscando un lugar para tocar en señal de aprobación.
Bajando por sus piernas, y estando un poco incomodo por ello, observó un bulto algo extraño dentro de sus pantalones violetas.
¿Que demonios...?
Lentamente acercó su mano hasta ahí, nervioso hasta cierto punto, por que no era lo único que resaltaba.
Pelos sobresalian, dejando apreciar un desastre de color café diminuto.
Esa era la parte que quería encontrar.
Ya se le hacia sospechoso que actuara así y su cabello fuera tan inusualmente puntiagudo.
La tocó, apretando ahora con algo de morbosidad, incluso sabiendo que no era el momento.
El ojimorado encojió sus hombros justo antes de que su rostro se llenara de color, sorprendiéndose enormemente.
Por suerte nadie escuchó el quejido placentero que salió de su boca.
Willy no tardó en darse cuenta de lo que provocó, tornandose en carmín y una expresión confusa pero apenada.
Vegetta respiró hondo, cerrando los ojos, y cubriendo su notable incomodidad con las manos puestas sobre los labios.
Su acompañante rió, tratando de romper la tención formada.
-No diré nada...- Sonrió al contrario, viendo el show otra vez.- Cachorro -.
El mayor sintió aún más la presion en su pecho.
Nadie jamas lo había llamado así, ni siquiera su padre...
Volteó la mirada al mismo lugar que el peliblanco, tratando de ignorar su ardor interno.
¿¡Como de una cosa llegamos a la otra tío?!
Las vueltas de los corceles se detuvieron nuevamente, bajando a las adoradas acróbatas trapecistas, saludando estas y abriendo los telones repentinamente, dando paso a las amazonas.
Acto seguido, entraron también, cerrando todo a la vista sobre ellas, y apagandose las luces.
Aquella calma no duro más que unos cuantos segundos fugaces, ya que otra luz bastante tenue y opaca aclaró uno de los escenarios a su lado.
Inmediatamente se intensificó la atención a ella, con curiosidad desbordando.
Desde la distancia, una silueta con colores cálidos desde rojo a amarillos se encontraba sentada en un pequeño banco de madera clara.
Sobre sus manos, hilos delgados atados al pedazo de roble que sujetaba, moviendo sin dificultad alguna dos muñecos: Un león, y una chica a traje gris oscuro.
Las muecas que la ojiturquesa realizaba entregaban más vida y emoción para las marionetas, y la situación era clara, el león intentaba comerse a la mujer.
Corrian de un lado a otro, haciendo sonidos y por momentos poniendo los cabellos de punta a cada presente.
La historia parecia no terminar, e incluso siendo así, todos comían de la mano a la titiritera por los repentinos cambios.
Paró, dando a entender que la chica había tropezado, y el animal se acercaba a pasos sumamente rápidos.
Los chicos casi explotaban de la presion y la ansiedad, respirando a destiempo, abriendo los ojos a medida de su desesperación aumentando.
Cada vez la sombra felina era más notable...
Y entonces, la muñeca se levantó de nuevo, sacando un diminuto látigo.
Todo oscureció.
Los susurrós se presenciaron alto, aún sin sentido de la vista...
En un abrir y cerrar de ojos, las luces regresaron a donde se encontraban antes, dejando ver ahora no a la de cabellos anaranjados, sino una jaula de grandes y pesados barrotes grises, dentro, aquella pelinegra con gafas, vistiendo lo mismo que el titere, y acompañada por la misma bestia.
Rugía fuerte, notandose el enfado por despertarlo de su siesta al principio...
Ya que unos momentos cortos después, aquel salvajismo desenfrenado corrió por cuenta de Ruby.
Esta sonrió, viendo desafiante al animal, posicionandose con el delgado objeto, lista al llamado de la naturaleza.
Moviéndose a los alrededores, finalmente el león recorrío cierta distancia, flexionando y empujando sus patas formando un salto bastante alto.
La chica no se movió, y los chicos asustados cubrieron su rostro, esperando lo peor.
Silencio otra vez.
La bestia de melena abundante se quejó, atrayendo los sentidos a cada uno.
Boquiabiertos observaban, como la de traje sostenía una bara de hierro, brillante a la vista, deteniendo las garras mortales y precipitando las mordidas furiosas también.
Ella solo sonreía.
Dio una vuelta rápida, bastonéando la vara y esquivando el golpe asesino, subió a una plataforma pequeña sin detener la atención del animal. Comenzando a caminar despacio por la derecha y al filo, sostuvo el cilindro con ambas manos, aplicando el movimiento de carga a una pistola en él, convirtiéndose en el látigo negro de antes, casi como en las películas.
Golpeaba el piso, atenta por cada movimiento inesperado, provocando al león rapidamente, el cual siguió su camino, Colocándose encima de la plataforma y acechando por ella.
Otro salto realizado dio reacción paranoica a todos, apreciando la anatomía de la azabache doblarse casi por completo hacia atras.
El animal aterrizó sobre otro relieve, un poco aturdido.
Aquella aprovechó su oportunidad, enderezando la espalda y acomodando su sombrero, dedicó una mirada poco segura al publico.
Estos solo callaron, excepto Alexby, el cual sonrió de igual manera y levanto sus pulgares como señal de aprobación.
La bestia se recuperó pronto, buscando en su camino a la presa que dejo pendiente.
La chica avanzó limitando todo a su paso, y se inclinó, para de un segundo a otro abalanzarse al lugar lleno de obstáculos.
El león no dejo de seguirla, corriendo ahora tras ella, cualquier error o paso en falso le resultaría fatal...
Pero esa era su vida, llena de riesgos y bordes de muerte.
Corrió llenandose de adrenalina, puesto que la bestia enfurecida no tardaria en alcanzarla.
La "pista" dentro tras los barrotes era grande, pero eso lo hacia peor aún.
Llegó al primer círculo, este rodeado de fuego, precipitandose al fallo, sonrió con los nervios de punta, y saltó.
La calidez paso rápido, dejándola continuar al siguiente, mas pequeño que el anterior.
El animal sin mucho sentido de la cordura realizó su misma acción, sin perder de vista nada, ocasionando aplausos mezclados con miedo en la audiencia embrujada al acto.
La pelinegra fue a por el siguiente, marcando en total 5 aros.
Colocó una posicion recta, subiendo por un tubo blanquecino, y gracias a la velocidad acumulada, girando sobre él.
Llegó a la segunda plataforma, bajando su brazo y dejando colgar las cintas de su manga negra, atrayendo como imanes opuestos a los chicos y al león, en el recorrido provocándole a este saltar relieves.
Todos totalmente impresionados por lo que veían, silbaban y formaban un alboroto...
Enloqueciendo más al animal.
Las ultimas dos acrobacias lo cansaron suficiente, avanzando así la domadora sin algún peligro.
Quedó frente a frente con él, pero era tanto el cansancio, que al acariciar su melena pelirroja, cayó rendido.
-Buen chico-. La ojiazul sacó un pedazo de carne pequeño de su chaleco, entregándolo y acomodando sus gafas.
Elevó ambos brazos sonriente al escuchar aplausos y halagos ajenos.
Repentinamente, dio un paso adelante, indicando silencio con su dedo índice derecho.
Los presentes entendieron que aún no terminaba.
Las gemas azules en su rostro recorrían los rincones direccionales, retirando su mano otra vez, indicando arriba solamente.
Tik tak
Ruby sonriente movía su dedo en forma de manecilla de acuerdo al sonido presente, viendo fijo a la nada y quedando quieta.
Los chicos confundidos se veían entre si, hasta que el audio paró, desapareciendo con ello la chica y solo cayendo su sombrero al piso.
Asustados respiraron hondo, sabiendo que algo muy extraño ocurría.
Esta vez las luces no presentaban cambios, dejando alerta cada cosa alrededor.
El castaño claro no dejaba de observar el escenario dentro de la jaula, donde se posaba el sombrero, percatandose de algo.
El animal también desapareció.
Su mirada confundida volvió al artilugio, el cual se elevó de nuevo por si mismo.
Intentaba llamar la atención de su contrario, moviendo su pólera blanca suavemente.
El sombrero comenzaba a girar, cada segundo más veloz.
Seguía, ahora jalando fuerte, teniendo en claro que pasaría algo imperdible.
-Auron...-
De pronto, algo salió apareciendo por debajo, solo dejando ver cabellos rubios y brillantes.
Dos brazos aparecieron después, el mismo traje negro de smoking...
Pero... Las piernas parecían diferentes, pues tenían tela a rayas.
La mirada de la desconocida se hizo presente.
El ojirrojo abrazo del cuello a Auron, obligándolo a voltear y ver el escenario.
-¡Es Lanita!- Dijo sorprendido y emocionado.
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2190 palabras
ewe
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