Capítulo 32

Izuku baja su mirada. —Lo siento... A pesar de que insistí en generar tejidos sintéticos, yo... —murmura tenso. —Lo siento.

Pero Bakugou permanece con su cara asqueada mientras observa sus brazos llenos de cicatrices, casi imperceptibles pero que de igual forma estaban ahí.

— ¿Qué pasó mocoso? ¿Ser un Frankenstein Explosivo no te apasiona lo suficiente? —inquiere Aizawa burlón.

— ¿¡FRANKENSTEIN EXPLOSIVO!? —exclama Bakugou enseñando sus dientes. — ¡ES UNA MIERDA! —gruñe.

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Emociones intensas

—Pinzas.

El ambiente en el amplio laboratorio es tranquilo, aún si horas atrás se había desatado un verdadero caos emocional a raíz de una dolorosa confesión.

Un rubio ceniza con delantal blanco y mirada centrada rebusca entre la bandeja de plata y extiende el utensilio hasta un joven científico pecoso, quien permanece con un lente con gran aumento en su ojo derecho mientras mira fijamente hacia el marco de un lente de tonalidades ambarinas. Las jades no desvían del marco pero extiende su palma, continuando con su trabajo.

Así mismo es como las pinzas ya están depositadas en su diestra y por unos cuantos minutos más, el laboratorio regresa al solo sonido de los movimientos de las manos de Izuku Midoriya, con sus distintos materiales y utensilios en plena construcción.

—Membrana.

Bakugou clava sus carmines neutrales sobre la bandeja y con sus guantes de látex la toma con extremo cuidado, sabiendo que es muy delicada.

—Posicionala aquí. —añade el joven científico mientras observa como la membrana ingresa a su campo visual. —Eso es, muy bien. Ahora solo quedan darle los últimos detalles, ajuste de torniquete, y... —murmulla mientras ajusta bien la base del lente con las pinzas. — ¡Ya está! —exclama Izuku alzando el lente sonriente, al instante en que mira a Bakugou. — ¡Hemos terminado, Kacchan! —añade contento.

El rubio ceniza en respuesta lanza un suspiro cansado y se quita el delantal. —Jamás pensé que tardaríamos más de quince horas en elaborar esa mierda. —suelta haciendo estiramientos de cuello, agotado. — ¿Y ahora qué? —inquiere observando como Izuku se estira perezosamente, mientras quita los guantes de sus manos.

El pecoso se observa pensativo. —Es cierto, han pasado quince horas... —susurra preocupado observando el reloj de pared. —Tenemos que comenzar a idear un sistema en específico o nuestros animales... —suelta preocupado.

— ¿Qué tal si ideamos un sistema en el que el estúpido de Pato y Pickles no estén incluidos? —lanza Katsuki con malhumor sentándose en la silla de escritorio de Aizawa, comenzando a girar en círculos con sus brazos cruzados.

Y una sonrisa torcida nace de Izuku al escucharle decir eso. —Kacchan, eso es... —susurra.

— ¿Cuántos animales tienen? —susurra Aizawa somnoliento en su saco de dormir, habiendo despertado hace apenas un minuto.

Las esmeraldas de Izuku se clavan sobre su maestro instantáneo. —Oh bueno, contando a nuestra oveja... Uhmm... Son...

—Son nueve. —interrumpe Katsuki perdiendo la paciencia, observando como Izuku se observaba sus manos pensativo. —Llevas más años que yo en ese lugar y no sabes cuantos animales tienes, idiota.

Izuku sonríe un tanto avergonzado mientras pasa su mano tras su nuca.

—No son demasiados. —murmura Aizawa somnoliento en conjunto a un bostezo. —Una vez comencemos con los movimientos ustedes no tendrán el tiempo para estar con ellos, este lugar es seguro, deberían traerlos hasta aquí. —indica saliendo de su saco y observando el lente recién creado. —Bien hecho, está perfecto.

El pecoso abre sus ojos con cierta impresión ante ese ofrecimiento repentino. — ¿Pero está seguro, sensei? Son nueve animales, y entre ellos hay una vaca. —suelta Izuku preocupado.

— ¿Entonces prefieres que se mueran de hambre o que alguien los robe aprovechando el caos que se avecina? —inquiere Aizawa.

Y los carmines impactan. — ¿¡Hah!? ¡El único que se puede comer a esos bastardos soy yo! —exclama Bakugou frunciendo su ceño y señalando a su propio pecho con su dedo.

— ¡Kacchan, nadie se comerá a nuestros animales! —exclama Izuku saliendo un poco de sus casillas para luego lanzar un suspiro mientras se toma la cabeza con sus dos manos, cayendo rendido en un asiento. —Todo esto es tan... Me descoloca y desorganiza toda la vida estructurada que tenia hasta el momento... —suelta preocupado.

Pero Aizawa no parece importarle, aún con el lente en su mano parece observar hacia los alrededores. — ¿Y el otro lente? No lo veo en ningún lado.

—Ah. —suelta Izuku alzando su rostro instantáneo. —A-Aizawa-sensei, apenas hemos acabado con el primero. —apresura a responder el pecoso levantándose y avanzar hasta él.

Y los ojos oscuros le ven con exigencia. —Qué lentos. —responde estricto mientras niega. — ¿Entonces qué se supone que harán?

— ¿Qué no es obvio? —inquiere Bakugou avanzando hasta el perchero. —Iré a darles comida antes que comiencen a chillar. —suelta sin pensárselo dos veces colocando su larga chaqueta negra.

Y el par de esmeraldas le siguen veloz. — ¡Ah, espera! —exclama Izuku corriendo hasta él, quitando su delantal al instante en que Bakugou le observa por el rabillo del ojo. —Yo iré contigo. —añade observando esta vez a Aizawa. — ¡En cuanto nos encarguemos de entregarles el suficiente alimento a nuestros animales regresaremos, Aizawa-sensei! —agrega observando como Aizawa rebusca en su bolsillo.

—Un segundo. —indica al instante en que le extiende sus propios lentes a Izuku incluyendo el recientemente creado. —No olviden usarlos de forma permanente una vez salgan al exterior. No quieren volver a caer en el bucle, par de mocosos.

Izuku le sonríe con real agradecimiento y asiente mientras guarda ambos lentes en sus bolsillos. —Gracias...

Aizawa observa la hora en el reloj oscuro clavado en la pared. —Aún es de día, aprovechen que las criaturas siguen dormidas para salir de aquí.

...

Los rayos solares no demoraron en azotar ambas cabecillas que salen con sus capas bien puestas del territorio oscuro.

—Esta vez nos iremos por el bosque, es seguro. —indica Izuku mientras ajusta sus guantes negros y rebusca en sus bolsillos, extendiendo uno de los lentes hasta Bakugou.

— ¿A qué criaturas se refiere? —inquiere Bakugou avanzando hacia el frente posicionando los lentes amarillos.

—Las criaturas de las que te hablé, creo que será inevitable que las conozcas pronto si tenemos en cuenta que retomamos contacto con nuestro maestro. —añade Izuku avanzando a su lado observando como los grandes árboles quedan en el olvido y ahora caminan sobre el usual camino de tierra del pueblo de Nachi.

Bakugou quita de su capa instantáneo e Izuku, con sus lentes amarillos bien puestos le imita ya tranquilo.

Y sus ojos observan de forma detenida aquellos cabellos verdosos relucir ya sin la capa. —Izuku. —susurra con sus carmines bien puestos sobre él.

El pecoso parpadea curioso, pues jamás le había llamado por su nombre. — ¿Sí?

Bakugou se toma su debido tiempo para hablar. No es orgullo, es simplemente un sentimiento de culpa que le hace sentirse arrepentido por muchas cosas que dijo o hizo en el pasado.

Sus puños presionan un poco más de lo usual al igual que sus labios en el momento en que sus pulmones se llenan de aire tenso.
—Lo siento. No debí desconfiar de ti. —responde honesto mientras se cruza frente al camino de Izuku causando que se vea en la obligación de detenerse. —Todo lo que viviste... Ahora entiendo porqué eres un maldito loco. —agrega con neutralidad. —Ahora entiendo porqué actúas así de raro y estúpido.

Izuku le mira al instante en que sus cejas se alzan levemente, mientras una sonrisa torcida nace de él. — ¿Eh?

Es lo único que sale de sus labios mientras su rostro se observa confundido. —Uh... No sé muy bien qué responder a eso. Extrañamente siento que me estás ofendiendo, heh. —suelta con inocencia rascando su mejilla con su dedo índice.

Pero el par de escarlatas no quitan su mirada sobre él, y tampoco parece querer moverse. Solo ahí, detenido, observándolo sin descanso.

En el fondo de su mirada pareciera brillar el arrepentimiento.

Es en ese momento que Izuku sonríe y toma de las manos de Bakugou con cariño y brindándole contención. —No te disculpes, nunca debí ocultarte nada, pero primero quería que lo entendieras. —añade mirándole con dulzura. —De igual forma, mi oferta sigue en pie. Si a pesar de saber la verdad tu quisieras vivir feliz junto a mí y hacer como si nada, entonces, yo...

Bakugou no le deja terminar para el momento en que alza su diestra y la posa sobre aquellas mejillas pecosas que lentamente pasan a estar sonrojadas. —Yo quiero estar contigo. —confiesa con su voz ronca mientras desliza su mano tras su nuca hundiendo sus dedos en aquellos cabellos aceitunados y lo acerca hasta su pecho con brusquedad.

Las esmeraldas de Izuku abren mientras siente como su pulso cardíaco aumenta de forma considerable, estando ahora sobre el pecho de Bakugou. —K-Kacchan...

—Es por eso que eliminaré a todas las amenazas con mis propias manos. —dice el rubio ceniza decidido. —Solo así podré conseguir que tengas esta vida feliz que deseas tener.

Y los labios de Izuku parecen comenzar a temblar mientras sus ojos comienzan a sentirse borrosos. Su respiración rápidamente se vuelve irregular y sus brazos buscan desesperadamente envolver a aquel hombre que, en aquellos minutos le brindaba protección como nunca nadie había hecho eso por él.

—Kacchan... —vuelve a insistir esta vez sollozante mientras Bakugou profundiza el abrazo, sintiendo aquel cuerpo tembloroso romperse y mostrar sus más grandes miedos frente a él. — ¡G-gracias! —exclama entre sollozos como si se tratara de un niño siendo consolado. — ¡Muchas gracias! —lanza con lágrimas invadir sin descanso frotando su rostro en contra su pecho de forma incansable, mientras Bakugou en silencio le acaricia y le contiene.

...

Habían avanzado lo suficiente, Bakugou había llevado durante todo el camino restante a Izuku de la mano mientras el pecoso se mantenía pasando su antebrazo de forma constante por sus esmeraldas inflamadas por el llanto.

Desde la lejanía ya veían su hogareña vivienda relucir en conjunto a los colores del atardecer.

El rubio ceniza no puede evitar sonreír levemente, un tanto aliviado aún si su corazón y mente están lo suficientemente desconcertados con su verdadero pasado, mas ahora lo único tangible que tenía era a Izuku, quién se había preocupado de mantenerlo con vida gran parte de su existencia misma, al extremo de olvidarse de sí mismo.

Pero eso ya había acabado, ahora él se encargaría de protegerlo a como diera lugar.

E inconscientemente, en cuanto observa la casa más y más cerca, el agarre de su mano entrelazada con la de Izuku se intensifica dejándose llevar por el mar de emociones que siente en su corazón.

Así es como llega hasta la casa y entra en conjunto a Izuku, quien se mantiene con sus ojos llorosos y nostálgicos.

Mas el pecoso parece negar y sale rápidamente hasta el jardín, dándole comida a sus animales hambrientos como primera prioridad.

Bakugou le ve desde el umbral de la puerta, mientras observa al hombre que se había convertido en su real salvador alimentar a cada uno de los integrantes del hogar. El rubio ceniza a pesar de todo lo que acababa de descubrir, ya no tenía dudas.

Su corazón sabía perfectamente qué hacer.

Y es en ese momento en cuanto ve a Izuku entrar y quitar sus zapatos, para cuando se acerca hasta él.

Por otro lado, Izuku por fin se siente comprendido y escuchado, además de sentir un gran y profundo alivio de por fin haber confesado la verdad. Su corazón se siente aliviado y un tanto avergonzado también, pues la cercanía de Bakugou desde que habían abandonado el hogar de su maestro se había intensificado de forma casi magnética.

Es por eso que sus esmeraldas se sorprenden en cuanto siente el tacto de la diestra de Bakugou sobre su propio mentón y le alza, obligandole a mirarle a sus ojos.

—Izuku.

La respiración del pecoso cada vez es más irregular y su nerviosismo aumenta. No sabe bien qué es lo que planea, mas recuerda el primer beso que se habían dado y no puede evitar desearlo mientras se funde en aquel mar de aguas sangrientas.

Es por eso que no responde, ahora mismo Izuku Midoriya se siente embobado en contra la pared mientras Katsuki desvía las caricias de su mentón hasta sus propios labios carnosos.

Izuku siente el tacto de aquellos dedos ardientes que le entregan caricias suaves sobre sus labios inferiores, y no puede evitar sentir un remolino invadir su propio estómago.

— ¿Qué tal si nos consolamos mutuamente por esta vez? —inquiere el rubio acercándose hasta sus labios, notando como el pecoso no se resiste y más bien se mantiene quieto en su lugar.

Se detiene apenas a un centímetro de los labios de Izuku mientras observa fijamente aquel par de esmeraldas que decoran el sonrojo intenso sobre sus mejillas pecosas.

Y se queda ahí, por unos segundos y no planea moverse hasta escuchar una respuesta de parte del pecoso.

Izuku no lo soporta demasiado para cuando se rinde ante aquella mirada y extiende sus brazos envolviendolos tras su cuello, acortando la poca distancia existente. —Sí... Está bien. —susurra mientras ambas respiraciones chocan entre sonrojos evidentes.

Sus cuerpos tienen la necesidad de expresar todo lo que sienten a través del contacto físico, mediado principalmente por las emociones intensas que cada uno desencadena por si mismo, con el objetivo de convertirse en una sola.

Unión a través del deseo y la necesidad, una unión sumergida en emociones intensas.

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Por fin puedo estar por aquí otra vez >< Últimamente he estado en un sube y baja pero ya estoy mejor, me alegra poder estar aquí ya de regreso actualizando.

¡Espero estén súper! Nos leemos la próxima semana.

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