Capítulo 19
N/A: Hola, ya vine :'D por fin, ya extrañaba estar por aquí, ¡espero que la personita que este leyendo esto esté teniendo un muy buen día! ❤
...
— ¡¡NO LO ENTIENDES, NO LO ENTIENDES, NO LO ENTIENDES, NO LO ENTIENDES, NO LO ENTIENDES, NO LO—
Entonces, le pega una cachetada.
La rojez en la mejilla de Izuku se expandió, mas el pecoso quedo en shock, en silencio y Bakugou en respuesta solo soltó un suspiro.
—Estás demente, ya vamonos a casa quieres. —gruñe mientras le agarra de la muñeca y le jala para continuar el camino. —No te veo en condiciones de caminar por ti mismo. —se justifica sin razón.
Izuku presiona sus labios y agacha su cabeza, mientras sus ojos amenazan por llorar. —Lo siento, intentaré ser mejor, prometo que me esforzaré más.
Pero Bakugou no responde y lejano a ello intenta comprender que demonios sucedía con los humanos y por sobretodo, que demonios sucedía con ese individuo.
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Capítulo 19
Quiebre
Las pisadas estaban envueltas en un ambiente tenso y silencioso. Estar ahí en aquellos momentos era muy incómodo.
Izuku cabizbajo se sentía como un niño pequeño reprendido mientras observaba la mano de Bakugou guiarle.
¿Cómo es que había ocurrido todo esto? Ahora solo vergüenza sentía por su actuar tan extraño. Y es que hace ya unos cuantos años atrás en soledad había comenzado a desarrollar episodios llenos de temor y ansiedad.
Él sabía que con el pasar de los años y con la soledad, las personas a su alrededor le entregaban miradas extrañas.
Era un bicho raro, lo sabía.
Ya sea porque no hablaba o porque, simplemente se alejaba de todos. Cuando alguien le dirigía la palabra, él simplemente no sabía qué hacer.
Era como, si un día él hubiese quedado mudo.
Fue hasta hace apenas unos 5 años atrás que con mucho esfuerzo recuperó el habla y se permitió comenzar a socializar muy de a poco con las personas del pueblo. Habían personas que aún le juzgaban, pero hubieron otras que, se le unieron de inmediato con una sonrisa honesta en su rostro.
Así fue como lentamente se hizo amigo de personas que realmente le comprendían y le aceptaban por como era, sin saber nada de su pasado, tales como Uraraka, Kirishima, Kaminari, Todoroki, Tsuyu...
Pero aún más lejano de 5 años, exactamente hace 15 años atrás, había comenzado la historia de un pequeño pecoso en absoluta soledad, en el completo desierto.
El sol azotaba sobre la tierra y la sequía era cada vez más evidente. Tiempos de crisis.
Un par de hombres estaban bebiendo licor sentados a las afueras de la frontera, y observaron a un niño encapuchado y muy sucio de 11 años llegar, cargado con una gran mochila extraña en sus espaldas.
Aquel niño pecoso perdido y lleno de rasguñones y heridas superficiales se encontraba en grave desnutrición.
—Mira ese mocoso. —Señala el primero, dejando de beber observando el torpe caminar del pequeño con los rayos solares sobre su cabeza.
—Esos ropajes… —murmura el otro con recelo. —Es de la gran ciudad.
El primero chasquea la lengua observando aquellos zapatos rojos brillantes y su mochila extraña. —Es escoria.
El pequeño Izuku se acuclilla deshidratado, mientras observa el sol quemar sus ojos esmeraldas una vez logró cruzar la frontera. Sus esmeraldas vacías sólo se encargan de recibir luz solar.
— ¿Qué es lo que debo hacer ahora, dios? —pregunta el pequeño pecoso, al instante en que recibe una patada en su boca por uno de los hombres y su boca se llena de sangre inmediatamente.
— ¡Es escoria!
— ¡Deku!
Izuku parpadea quitando su mirada del sol, y frente a él, observa a Bakugou mirarle serio. —Hemos llegado hace bastante, ¿cuánto tiempo planeas quedarte fuera observando el sol?
Izuku traga saliva y guarda sus manos en sus bolsillos con temblores en todo su cuerpo.
—Yo… no me siento bien. —responde con su voz temblorosa. —Estaré ausente por un tiempo. —añade encerrandose en su habitación.
Bakugou le mira alejarse y una vez quedo completamente solo en la cocina, observa su mano.
Aquella mano con la que le había golpeado hace momentos atrás. Es entonces que observa por la ventana y una nube se cruza en su mirada.
— ¿Por qué rayos existo? ¿Qué es lo que hago aquí?...
¿Quién soy?
Pasaron dos días e Izuku no salía de su habitación. Y para cuando Bakugou se acercaba para hablar con él, Izuku no era capaz de hablar, de su boca las palabras no salían aún si quería que así fuera. Era como si hubiese retrocedido a esos años en donde era conocido como el mudo del pueblo.
Bakugou optó por dejarle trozos de carne fuera de su habitación. En este caso crudos, por muy avanzado que estuviese de razonamiento aún habían cosas que debía aprender.
Fueron días duros en los que el rubio sólo se dedico a estar fuera observando el cielo, días en los que sólo pensó, pensó, y pensó.
Al tercer día por la mañana, Bakugou decidió marcharse, y para cuando iba cruzando la puerta, Izuku le tomó su mano con desespero.
— ¿T-te v-vas? —pregunta con su voz rota y con bastante dificultad, con grandes ojeras cubrir sus ojos.
Bakugou incluso nota que sus pupilas verdes se ven perturbadas.
—Sí. —responde decidido con su mirada firme. —Necesito respuestas y aquí solo estoy perdiendo el tiempo. —añade para entonces mirarle confuso por aquel rostro demacrado. —Y creo que tú deberías hacer lo mismo.
Izuku alza su mirada con terror y responde. — ¿Y qué pasaría si fracaso?
— ¿Y qué sería lo peor que podría pasar si fracasas? —pregunta Bakugou observando el cielo.
—S-ser masacrados. —susurra con abundante terror y con sus temblores en aumento.
—Morir es algo que debe suceder naturalmente. —responde Bakugou desviando su mirada del cielo para mirar el cómo Izuku se desliza con su mirada perdida cayendo sentado en el suelo, sin soltar de su mano. —Tú mismo te diste el trabajo de enseñarmelo. El ciclo de la vida. Recuerda.
Los segundos pasan y lo único que ambos sienten con firmeza son los grandes latidos de sus corazones, cuyo propósito de bombeo tan potente es no separarse.
—Puede que esta sea la última vez que hablemos, Deku. —dice firme para soltarse del agarre que mantiene Izuku sobre su mano derecha. —Solo deja de ser un maldito llorón y vive. —añade dando un paso hacia atrás y darle la espalda, emprendiendo su viaje.
Izuku Midoriya simplemente le observó marcharse hasta que desapareció de su vista, sus propios miedos le habían arrebatado a su propia razón de vivir.
Así quedó, horas y horas sentado derrotado en la entrada de su casa, observando el día pasar, el atardecer y finalmente, las estrellas comenzar a brillar.
Sus ojos esmeraldas volvieron a verse vacíos y sin propósito.
Es entonces que alza su mirada y observa el cielo. — ¿Y ahora, qué es lo que debo hacer, papá, mamá?
Fue en ese momento cuando en el cielo, desde las nubes en medio de la noche, una gran luz verdosa invadió todo el lugar con auroras boreales emerger en su totalidad y las esmeraldas de Izuku brillaron asombradas por ello, junto a todos quienes vivían o su vista estuviese al alcance de aquel fenómeno.
[...]
Katsuki Bakugou se habia adentrado al bosque sin intenciones de regresar a casa.
Debía descubrir el sentido de existir, no pretendía vivir pensando en que simplemente había sido una creación y nada más allá que eso. Se negaba a desperdiciar su potencial en algo así.
Las estrellas habían comenzado a surgir y él no freno su caminata en un solo segundo, recaudando toda la información que sus cinco sentidos le entregaban. No temía avanzar por la noche, no temía quedarse sin alimento, Katsuki Bakugou no temía avanzar y seguir avanzando hasta dar con alguna respuesta.
¡Él no tenía miedo a nada!
De algún modo sentía que ahora mismo era libre, que era él. Su corazón producía una sensación extraña que le hacía tocar su propio pecho de vez en vez pero lo ignoraba, ilusionado de recorrer y conocer grandes cosas.
Esa era su meta en ese preciso momento, ¡y lo estaba consiguiendo!
— ¡Soy libre! —exclama Bakugou triunfante comenzando a correr tal y como la manada de lobos lo hacía.
— ¡Puedo ser yo, y he decidido que voy a matar a quien se me cruce en mi maldito camino!
— ¡Al fin podré hacer lo que se me antoje!
— ¡¡POR FIN ME SIENTO YO!! —exclama abriendo sus escarlata ilusionadas corriendo a más no poder, sintiendo la brisa nocturna chocar contra su piel.
Es así como la adrenalina lo cubrió por completo y ahora, exclama lo que su corazón en lo más profundo sentía. — ¡¡YO NO DEBO OLVIDAR QUIEN SOY!! ¡¡LO PROTEGERÉ PESE A TODO, YO NO DEBO OLVIDAR QUIEN SOY!!—exclamó eso último a todo pulmón, dejándose llevar por la emoción y provocando su detenimiento brusco de su carrera con sus ojos escarlatas muy abiertos y confundidos.
— ¿Hah? —dice quieto observando sus pies.
— ¿Proteger? ¿A quién es que debo proteger? ¿Por qué dije eso?
— ¿¡Qué es lo que acabo de—
Es entonces que un ruido blanco emerge en el interior de su cabeza con fuerza y sus manos van a su nuca mientras grita de dolor, cayendo en cuclillas en contra el césped.
Una sensación punzante atraviesa por completo su cabeza como si esta se partiera en mil pedazos, a la vez que un millón de escenas aparecen por su propia visión.
...
¡Kacchan, idiota!
...
A mí me gusta el katsudon, ¿y a ti lo picante, verdad?
...
¿Hmm, decirme Deku?... ¡entonces yo creo que Kacchan es perfecto para ti!
...
Oye, Deku, espera... ¡¡ESPERA!!, ¡¡SIMPLEMENTE REPITE EN TU MENTE HASTA EL CANSANCIO QUIEN ERES, NO LO OLVIDES, NO LO OLVIDES, DEKU!!
...
¡¡KACCHAN!!
...
¡¡LOS VOY A MATAR, JURO QUE LOS VOY A MATAR EN CUANTO ME SAQUEN LAS MANOS DE ENCIMA, BASTARDOS!!
...
— ¿Ohh?
— ¡¡AHHHHH!! ¡¡ES INSOPORTABLE, INSOPORTABLE!! —exclama Bakugou con dolor.
La presencia de una mujer de largos cabellos verdes y mirada serena que bajó de las nubes junto a las luciérnagas, cogio ambas mejillas de Bakugou con firmeza en medio del bosque, aún cuando él grita de dolor tendido en el césped al borde de la locura.
—No pensé que alguno quisiera despertar tan pronto. —habló con voz celestial mientras sus ojos vacíos le observa en plena tortura. —Lástima que has fracasado, hijo mío. Recibe mi dosis de amor. —susurra acercándose a Bakugou y besándolo profundamente.
En cuanto el contacto ocurrió, los ojos de Bakugou blanquearon y durmió inmediato.
—Será necesario un reinicio. —susurra la mujer dejando caer a Bakugou bruscamente al suelo, rubio quien había caído inconsciente de forma inmediata luego del beso.
La mujer camina cerca de él y con brusquedad lo toma de los cabellos cenizas, levantando su rostro dormido con indiferencia. —Cuando las ovejas tratan de rebelarse solo acabarán en una tortura irrepetible. El ganado siempre será ganado y el miedo nunca dejará de gobernarlos, solo rindanse y acepten su destino.
Sus últimas palabras y su pronta desaparición hizo que enormes auroras boreales se vieran en toda la zona, y cada aldeano y animal que las presenció fue cubierto de luciérnagas borrandolo de la existencia misma.
Así fue como, las esmeraldas de Izuku desaparecieron en el vacío lleno de luciérnagas y el mundo se detuvo por un segundo.
[...]
Miércoles, 02 de Octubre, 1683
Sus esmeraldas renacen en un tiempo pasado, y parpadea deteniendo todo lo que estaba haciendo en ese momento.
— ¿Uh? ¿Un deja vu? —susurra parpadeando confuso. Es entonces que lanza un suspiro deprimido y niega, restandole importancia. — ¿A quién le importa? Más importante... —añade observando al frente de él.
—Kacchan… —murmuró. —Lo siento, no he podido darte vida. —susurró, tocando su mano fría con temblores.
No quería quebrarse, no quería llorar.
Pero ya lo estaba haciendo.
Enormes lágrimas caían de sus ojos esmeraldas, este era el fin.
Ya no continuaría desafiando la vida, con esto era suficiente.
Suspiró rendido, mientras cogía un pañuelo y se levantaba con tristeza y un evidente cansancio para ir guardar el equipo que había armado.
Avanzó a paso lento hacia la puerta de su laboratorio y colgó su delantal. Entonces fue a la cocina por un poco de agua.
Observó por la ventana y pudo notar el atardecer. Por un momento había olvidado lo que era salir de casa, debido a la enorme cantidad de tiempo que había invertido dentro de su laboratorio.
—Mañana debería ir a por víveres. —murmuró. Entonces recordó que había dejado sus utensilios sin desinfectar en su laboratorio, además de que debía coser y vendar debidamente el tórax de aquel hombre con su corazón descubierto, sin vida antes de pensar en qué haría con él. —Es hora de asumir que estoy completamente solo. —añade dándose por vencido.
Izuku Midoriya se sienta al lado de aquel hombre de cabellos cenizos puntiagudos, lo observó por un par de horas tal y como si se estuviera despidiendo.
Entonces, una vez se sintió listo, se giró para coger los utensilios y extrañado se tocó la mejilla.
Una gota le había salpicado.
Con su mano derecha rápidamente arrastró la gota y se la llevó a sus dedos para observar.
Era sangre.
Sus ojos se abrieron de par en par y rápidamente se giró.
El corazón comenzó a bombear enérgicamente, salpicando sangre por doquier.
Izuku cayó de espaldas, sin creer lo que estaba sucediendo frente a sus ojos.
— ¡LO HE CONSEGUIDO AL FIN! —exclamó extendiendo sus manos hacia el cielo, respirando de manera agitada por la emoción.
El haber leído todos los libros de anatomía por décima vez de manera seguida había valido la pena.
No espero más y cogiendo sus utensilios, selló su corazón con cuidado, uniendo la musculatura y piel que yacían abiertas.
Con su propio corazón a mil por hora, una vez había acabado quitó sus guantes y acercó su dedo índice bajo la nariz del rubio y gritó:
— ¡E-Está respirando, está respirando! —exclamó estremeciéndose, exclamando lo obvio dejándose llevar por la emoción y temblando completamente por el exceso de ansiedad.
— ¡Rápido, una manta! —Se ordenó a sí mismo mientras corría a la habitación contigua y de su propia cama quitaba sus mantas para cubrir al rubio con extrema delicadeza.
Se le quedó viendo embelesado por largos minutos.
¡Nunca había sentido tanta felicidad y emoción al mismo tiempo!
No creía que esto estaba sucediendo.
¡Era un sueño hecho realidad!
Por un momento sintió que se quedaba sin aire por la emoción.
— ¡Ah, d-debo cubrir la herida! ¡Rápido, rápido! —recordó saliendo de su trance, mientras cogía una gran cantidad de vendas y sentaba con esfuerzo al rubio que estaba plácidamente dormido.
Comenzó a envolver la herida a lo ancho aproximadamente unas ocho veces, con sumo cuidado alrededor de su pecho.
Lo recostó nuevamente con suavidad.
Izuku emocionado se quedó observándolo, hasta que cayó rendido a un lado de la camilla segundos después de estar envuelto en pensamientos.
¿Tendría personalidad?
¿Cómo sería su voz?
¿Qué clase de comida le gustaría?
Y, ¿cómo caminaría?
[...]
La suave brisa mañanera removía con suavidad aquellos cabellos verdosos. Además de eso, Izuku despertaba con un enorme dolor de cabeza, mejor dicho, con un chichón en la nuca.
Un enorme puño golpea con salvajismo su cabeza aproximadamente tres veces seguidas y con una brutalidad abismante.
Izuku se sentó rápidamente asustado, tocándose de manera inconsciente la parte afectada.
— ¿Qué pasa, qué pasa? —inquiere adormilado y confuso observando a todos sus alrededores desorientado.
Se sentía sumamente mareado debido a los golpes y su despertar tan violento.
Una vez se levantó, sus golpes cesaron.
Al fin las piernas del rubio podían descansar.
Aquel hombre le observaba sentado en la camilla con sus ojos carmines intensos. Notó que a la vez se tocaba las piernas con curiosidad.
Sus ojos esmeraldas se llenaron de vida y brillo. Una enorme sonrisa nació de su rostro y se abalanzó hacia el rubio ceniza, abrazándolo con ansiedad, con desesperación y con alegría.
— ¡Has despertado! —exclamó, continuando con su abrazo.
El rubio ante esto no movió un músculo, mas no despegaba su mirada carmín sobre Izuku.
Y en una de las esquinas, sutilmente se encontraban dos luciérnagas profundamente dormidas.
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Este mundo está re loco, ya sé haha.
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