Capítulo 04

|¡Hora de tomar un poco de sol, Kacchan!|

Era un día soleado, en el que las nubes esponjosas cubrían de manera lenta los terrenos de aquel pueblito lejano a la ciudad.

Una gallina salió de su pequeño gallinero y con sus plumas algo despeinadas observó las nubes con sus ojos entrecerrados.

Esas nubes eran sospechosas.

La vaca Sussie, simplemente dormía. Hace poco su amo la había alimentado.

Pato también comió de su alimento, aunque Sussie no lo entendía, ya que no eran semillas.

Al parecer, pato pensaba que era una vaca tal y como Sussie lo era.

—A E I O U. —hablaba un joven de tez pálida en su biblioteca.

Había improvisado una pequeña sala en la que era su lugar principal de estudio.

Katsuki no había querido sentarse en la silla junto a la mesa, tampoco había querido vestirse.

Izuku no lo forzó a hacerlo, le bastaba con que le pusiera atención.

Sentado de manera india en aquella peluda alfombra suave que era originalmente de la sala de estar –y que Izuku se vio forzado a trasladar hacia la pequeña sala de biblioteca– escuchaba como aquella cosa parlante hablaba y ponía muecas raras.

—Vamos Kacchan, dilo tú también. —insistía el pecoso, acercándose a él. —Es AAA. —decía, abriendo su boca con exageración.

Katsuki en respuesta, bostezaba.

Izuku lanzó un suspiro, rendido. Entonces observó su reloj de bolsillo. —Llevamos tres horas aquí y aún no quieres cooperar conmigo… —murmuró preocupado. —Sé que puedes hacerlo, pero ni siquiera has hecho el intento. —continuó, dando leves vueltas a lo largo de la biblioteca con su mano en el mentón, pensativo. — ¿Qué sería lo suficientemente llamativo para que colabores?

Rebusco en una de las estanterías un libro en especial.

"Técnicas para enseñar a infantes"

Sacudió el empolvado libro y lo abrió. Sus esmeraldas buscaban interesadas en el contenido algún tip que le sirviera para educar al rubio.

Uno: Dejarle espacio para la iniciativa. Cuando el niño intente decirnos algo, no adelantarnos: '¿La mesa, la silla, el plato, la cuchara?', pregunta sin descanso hasta dar con lo que el niño quiera. —murmuraba el pecoso, sentándose en una acolchada silla frente a Katsuki. —No he intentado eso para nada con él. —Regreso a su lectura. —Dos: Respetar los silencios, porque si le hablamos sin parar, el niño no desarrollará los turnos de palabra, y además podemos crear mucha ansiedad. Cuando alguien se acerca y le pregunta algo, no debes responder por él, respeta su silencio, él intentará hacer un esfuerzo por responder aunque demore. —continuó. —Es justamente lo que no he hecho, ¡está muy mal! —chilló, tomando de sus cabellos verdosos. Katsuki le miraba con confusión mientras hurgaba en su nariz.

Soltó un suspiro cansado. —Debí haber visto este libro mucho antes… Con razón Kacchan no me hacía caso, lo tenía muy frustrado. —murmuró, retomando su lectura. —Tres:  Ajustar el lenguaje cuando nos dirigimos al niño: podemos escoger frases y palabras más sencillas. Cuando hablemos con los demás, utilizaremos el lenguaje habitual, aunque él esté delante. Cuatro: Hacer correcciones indirectas, es decir: si dice 'guau' por perro, confirmar: 'Sí, es un perro'. No debemos corregirle nunca directamente, ni intentar que repita las cosas como las decimos. Nosotros le ofrecemos ejemplos y ellos los copian, pero cada uno aprende sus primeras palabras a su propio ritmo. —Izuku seguía ensimismado leyendo en voz alta, olvidando la presencia de Katsuki que ya se había levantado y perdido por los pasillos de la biblioteca.

Cinco: Valorar todos sus logros muy positivamente. —Izuku se mantuvo pensativo ante esto. —Esto lo hago pero, creo que no es suficiente. ¿Y si lo premio con sopa de carne? Aún no puede comer alimentos sólidos, es demasiado pronto, con sopa de carne estará bien, o puré de carne… —murmuraba.

Katsuki avanzaba por los pasillos al interior de la biblioteca.

Si bien la casa de Izuku no era muy grande, su biblioteca sí que lo era, al igual que su laboratorio.

Pisaba de manera lenta, ya que era algo totalmente nuevo y desconocido para él. Observaba los libros en las estanterías, el enorme techo y las luces que cubrían a éste.
De pronto detuvo su paso de manera abrupta, giró lentamente su rostro hacia la izquierda.

Entonces, observó una luz brillante.

Seis: Crear preguntas de elección: '¿Quieres jugar al puzzle o a los animales?', para ayudarle a nombrar las cosas. Está claro que para que adquiera la estructura de la pregunta hay que hacerle preguntas. —Izuku asintió de manera automática, eso también debía tenerlo en cuenta. —Siete: Cantar con ellos; les resulta más sencillo recordar las palabras ligadas a un ritmo musical, sobre todo porque se divierten. Y a esta edad solo aprenden lo que necesitan, les gusta o divierte. Si aún no han empezado a hablar, las canciones infantiles están cargadas de onomatopeyas ('en el coche de papá...') que repiten encantados. —Izuku se inclinó en la silla. —No creo que le guste que le cante… Suele enfadarse cuando le hablo mucho, no quiero ni imaginar qué reacción tome si le comienzo a cantar. —susurró. —Aunque podría intentarlo.
Ocho: Adecuar el entorno, dejarles espacio para jugar, cogerlo todo y dar rienda suelta a su iniciativa. El desarrollo de la psicomotricidad les ayudará a la adquisición del lenguaje. —Izuku observó el techo. —Kacchan usa toda la casa como su zona de juegos, no veo un problema con ello.

Katsuki continuó avanzando, siguiendo aquella luz.

La luz surgía de una puerta al final de la biblioteca, no dudo en empujarla, curioso, estaba semiabierta.

Apenas la abrió, la luz lo cubrió por completo. Por unos instantes se sintió enceguecido. Instintivamente cubrió sus ojos escarlatas con su antebrazo.

Entonces, cuando sus carmines se adaptaron a aquella luz brillante y permanente, pudo divisar de que se trataba todo eso.

Sus ojos escarlatas brillaron.

Observaron colores tan vivos, tan tranquilos que sólo con estar ahí se relajó.

Olió, guardando en su memoria nuevos olores que jamás se habían cruzado por sus fosas nasales.

Giró su cabeza rápidamente, vio movimiento.

Sus escarlatas y manos se movieron tan rápido que ni siquiera se dio cuenta cuando ya tenía algo entre sus manos.

Nueve: Contarle cuentos. Imprescindible. Si ha hablado es que nosotros hemos hablado antes con él. Cuando el niño intenta comunicarse y no hay respuesta, disminuye su deseo de comunicarse con el mundo; tendrá dificultades para aprender a hablar. Lo que le empuja a adquirir el lenguaje es el deseo de hablar con nosotros. —continuaba. — ¡Sin duda intentaré hacer eso esta noche, seguro y todo saldrá bien! —exclamó emocionado. —Diez: Ser comprensivos y pacie

— ¡PICKLES, PICKLES!

— ¡Señor Pickles!

Izuku rápidamente se levantó, entonces observó a Katsuki.

— ¿¡Kacchan!? —exclamó, sin obtener respuesta. — ¿¡En qué momento se ha ido!? —exclamó de nuevo al observar que estaba solo en ese lado de la biblioteca.

Con sus pantuflas a medio poner, corrió hacia la habitación del Señor Pickles.

Ahí estaba, con un pajarito entre sus manos, abriendo su boca de manera lenta y sonriente.

— ¡NO, KATSUKI! —exclamó preocupado, corriendo hacia el rubio, con su ceño fruncido. El rubio abrió sus ojos escarlatas de manera confusa, no esperaba esa reacción de la cosa parlante.

—Señor Pickles —murmuró Izuku con preocupación arrebatando con cuidado el pajarito amarillo que se encontraba muy asustado y sin algunas de sus plumas entre las manos de Katsuki.

Lo devolvió a su habitación especial, pues no podía volar.

Su habitación estaba llena de flores y la luz solar entraba de manera directa, era una habitación pequeña pero muy agradable y acogedora, sobre todo para el señor Pickles. Lo dejo en su pequeño tronco que solía usar de casa, le lleno su comedero y también le dio agua.

—Escucha, él es parte de la familia. —dijo, ya calmandose del susto. — ¡No se come! —exclamó al final, viendo al rubio apoyado en el umbral de la puerta, oliendo el ambiente a flores.

Éste le miró y con su ceño fruncido gruñó.
Acto seguido, golpeó la puerta con un manotazo bastante fuerte.

Izuku parpadeó nervioso.
¿Le había hablado mal? Simplemente estaba preocupado por señor Pickles… ¿Quizá había sido demasiado rudo?

En menos de un parpadeo, Katsuki había desaparecido de su vista nuevamente.

— ¡Ah, espera, Kacchan! —exclamó, saliendo en su búsqueda.

El rubio no le escuchaba, simplemente gruñía sin descanso pateando las sillas del comedor y jalando del mantel, botando el pequeño florero que estaba en medio como adorno.

Izuku no sabía qué hacer, si seguía así sería evidente que se quedaría sin nada.

Suspiró, entonces recordó el libro. Debía encontrar una solución armoniosa en que Katsuki se sintiera aceptado por él.

Con pasos temblorosos, avanzó hacia él y le tocó el hombro suavemente.

—U-uhm… Está bien, lo siento. —Apresuró en disculparse, tomando las manos del rubio para intentar calmarlo.

Katsuki se detuvo de inmediato, lo miró con una ceja alzada y de inmediato soltó el agarre con brusquedad.

Al menos detuvo sus desastres…
Pensaba aliviado.

—Escucha, sé que he hablado mucho y quizá te moleste, además de obligarte a hacer lo que yo diga. Pero eso ya no será así, creo que puedes entenderme un poco, entonces… —dijo sonriente. — ¿Qué es lo que te apetece hacer, Kacchan? —preguntó, con sus brazos extendidos debido a la emoción.

Hubo un silencio bastante largo, Katsuki estaba procesando lo que acababa de escuchar.

Entonces, no dudo en señalar hacia la biblioteca nuevamente.

—No, ni Pickles ni ningún animal de aquí es una opción, Kacchan. —respondió en un suspiro. De pronto sus esmeraldas se iluminaron. — ¡Te daré ideas! —exclamó contento. — ¿Quieres comer, tienes hambre?

Katsuki frunció el ceño.

— ¿Acaso dormir?

Katsuki continuó con su ceño fruncido.

—Uhmm… ¿quizá quieras salir?

Entonces el ceño fruncido desapareció.

Eso era un sí.

Izuku sonrió y juntó las palmas de sus manos. — ¡Eso está muy bien, podemos salir a tomar sol un rato! —dijo sonriente, dirigiéndose a la puerta. —Te diría que uses ropa pero es evidente que no me harás caso… —susurró, observando como el rubio de manera rápida se quedaba frente a la puerta, ansioso. —Bien, puedes sal—

Katsuki apenas noto que la puerta se estaba abriendo, se abalanzó y paso sobre Izuku sin cuidado alguno.

Entonces Izuku, ahora en el suelo adolorido notaba al rubio tocar la tierra con brusquedad. Tenía una enorme nube de polvo a su alrededor.

—Dios, el problema será bañarlo después… —dijo Izuku preocupado, avanzando lentamente hacia donde estaba él.

Observó a sus alrededores y agradeció vivir alejado de todos. No sabría qué excusa dar en caso de que alguien le viera.
Sin duda se correría la voz por todo el pueblo.

Katsuki estaba revolcándose en la tierra. Izuku observó enternecido como éste sonreía emocionado.

—Ahh… —murmuró en un suspiro, sentándose a sólo unos cuantos metros de él. —A pesar de ser tan difícil de tratar, es tan tierno e inteligente. —susurró feliz.

El sol estaba bastante calentito y acogedor, lo que hacía aún más agradable la estadía en el jardín.

Entonces Izuku corrió hacia el césped y se sacó sus pantuflas. — ¡Kacchan! —llamó feliz, extendiendo su mano. — ¡Ven aquí, es muy suave!

Katsuki se levantó y observó a la cosa parlante llamarle desde la lejanía. Avanzó con rudeza y ansiedad, hasta tocar el césped con sus propios pies.

Movió sus dedos con curiosidad. Entonces señaló a Izuku con emoción. — ¡De, De, De! —exclamaba mientras saltaba en su lugar.

— ¡Lo sé! —respondía Izuku feliz, saltando también. — ¡Es muy suave y fresco! —exclamaba contento, riendo a carcajadas mientras se lanzaba al césped con una sonrisa tan amplia y sincera como nunca había tenido.

Katsuki lo imito y de inmediato se lanzó al césped también, contento. Comenzó a arrancarlo y observarlo entre sus manos con curiosidad.

— ¡¡LLUVIA DE CÉSPED!! —exclamó Izuku, reuniendo una enorme cantidad de césped para lanzarlo a los aires para que cayera lentamente sobre el rubio, quien miraba fascinado cómo caía sobre él.

Katsuki comenzó a sentir el césped sobre su rostro cayendo, comenzó a respirar suavemente, recostandose.

Al parecer se había calmado y se estaba dejando llevar.

Izuku sonrió y se recostó también, a su lado.

Sus esmeraldas se cerraron.

—Sólo cinco minutos… —Fue lo que murmuró antes de caer dormido.

.
.

— ¡LODA, LODA!

Izuku abrió sus ojos de manera abrupta al notar sus gallinas volando sobre él.

— ¡Sí, gallinas! —exclamó sonriente. Entonces notó como una caía y sobre la misma volaba otra vez.

Sus ojos se entrecerraron un poco. —Espera un momento…

Entonces observó a Katsuki que las lanzaba al aire con furia, imitando lo que él hizo hace un rato con el césped.

— ¡¡LODA, LODA!! —gritaba emocionado, notando como plumas de las mismas gallinas se desprendían durante la caída.

— ¡Espera, Kacchan! —exclamó Izuku, levantándose rápidamente. — ¡Las gallinas están ocupadas ahora! —exclamó, intentando no sonar rudo, tampoco quería decirle que no, pues durante el día eso le había enfadado.

Katsuki inclinó su cabeza confundido y con una de las gallinas entre sus brazos la lanzó al césped con brusquedad. — ¿Loda? —preguntó.

Al parecer, las gallinas eran para él "loda"

Izuku recordó el libro y siguió al pie de la letra lo que decía.

—Sí, las gallinas tienen que trabajar, ya sabes. —respondió, intentando tener una conversación común con él. Entonces notó que ya era el atardecer. —Es mejor que entremos, es hora de la cena. —sonrió, tomando a Katsuki de la mano para llevarlo con él hacia la casa.

Su estómago rugía, Izuku lo escuchaba.

Debía tener mucha hambre.

.
.

Luego de unas largas batallas dentro del baño, logró bañar al rubio. Aunque el también quedó todo empapado, Katsuki lo había forzado a bañarse con él y mojarse incluso con su ropa.

Sus esmeraldas por un segundo se entrecruzaron con aquellas escarlatas profundas que le observaba de manera incesante, presionado contra la pared de la ducha, sintiendo como su cuerpo aprisionado contra la pared también se pegaba con el húmedo cuerpo caliente de Katsuki, que mantenía sus manos apoyadas a ambos lados de la pared, a centímetros de su rostro.

Sentía las gotas de agua caer sobre sus cuerpos empapados, además de cosquilleos en su estómago ante aquellos ojos fieros mirarle.

Katsuki se le acercó y lamió su mejilla con suavidad, para luego saborear de manera seria, sin dejar de mezclar sus carmesíes con los jade que yacían sorprendidos sobre él.

Rápidamente salió del agarre y con notorio nerviosismo tomó una toalla y cerró la llave del agua.

— ¿Q-Q-Qué tal e-e-estuvo el baño? —preguntó sin dejar de mover sus manos, estrujando la toalla entre ellas. La mirada escarlata del rubio no desaparecía sobre su silueta.

Katsuki se quedó de pie, serio y sin mover un músculo, observándolo.

—E-estuvo calentita… —murmuró, mirando el suelo. — ¡El agua, d-digo! —exclamó sonrojado. —Es decir, ya sabes, buen baño, sí, eso.

Soy un estúpido.
Pensó al instante en que notó que nada de lo que había dicho se había mal entendido.

Katsuki avanzó hacia él, con el agua de su cuerpo deslizándose sobre sus músculos.

— ¡E-E-ES HORA DE Q-Q-QUE TE SEQUES, YA SABES HACERLO! —Chilló, escapando rápidamente de él, saliendo del baño a tropezones dejándole cinco toallas sobre el rubio para que se secara.

Izuku estaba muy nervioso y aún con toda su ropa húmeda apegada a su cuerpo, se quedó en blanco observando la nada misma a mediado de la cocina.

Lo único que sentía en esos instantes, era su corazón palpitar a mil por hora…

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Holu!

He agregado bastantes cosas nuevas, la evolución que tenía antes de Katsuki fue demasiado rápida. Estoy intentando que esto sea más entendible, je.

¡Espero les guste! Muacks🖤

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