SONRISAS

Me gusta hablar con mi compañero de laboratorio porque siempre hace que una sonrisa se forme en mis labios, una sonrisa sincera. Sin embargo, no es él quien me llama constantemente la atención.

No hemos cruzado más de cuatro o cinco palabras desde que lo conozco, ni si quiera sé si sabe mi nombre pero, a pesar de todo ello, hay algo en él que me llama. Sus ojos tan oscuros que casi no se distingue la pupila del iris, sus largas pestañas, su mirada tan característica que expresa millones de emociones, sus labios ligeramente carnosos que se estiran de esa forma tan seductora cuando sonríe. No sé exactamente que es lo que hace que no pueda dejar de mirarle pero mis ojos no se despegan de él.

Algunas veces nuestras miradas se cruzan, pero no tardo ni dos segundos en apartarla por la vergüenza de que me haya pillado mirándolo. No obstante, son segundos en los que puedo detallar cada centímetro de su rostro.

-Hey, ¿en qué piensas?- me preguntó mi amigo al percatarse de que me había quedado sumida en mis pensamientos mirando a un punto detrás de él.

-Nada, esque tengo muchas cosas en la cabeza. Ya me conoces.- intenté justificarme para que no notara que, en realidad, estaba mirando al chico de ojos negros detrás de él.

Siempre estaba esa sonrisa en mis labios cada vez que hablaba con el pelinegro frente a mí y, esta vez, no fue la excepción. Pero sí había algo diferente al resto de veces. Unos pasos se acercaban a nosotros, ligeros pero certeros, sin duda en cada pisada. Sabía de dónde venían, era de la misma dirección en la que había estado mirando antes.

De pronto, su cuerpo se interpuso entre mi amigo y yo. Sin apartar sus ojos de los míos me preguntó:

-¿Qué tengo que hacer para que me sonrías así?

De primeras, no supe que responder, nunca me imaginé que pudiera llegar a hablarme directamente, y menos a decirme algo así. Debió pensar que fue una mala idea venir a preguntarme puesto que se giró para volver a su lugar, aunque yo fui más rápida.

-No tienes que hacer nada, simplemente con estar cerca ya me sacas estas sonrisas.- le contesté casi en un susurro tras detenerlo al agarrarle de la manga de la bata.

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