Tule

Siglo IV a.C

Dos hombres se encontraban bebiendo en el abrigo de un salón de madera. Uno de ellos tenía una apariencia muy misteriosa pues llevaba puesto una enorme túnica gris con capucha, provocando que ni siquiera sus ojos se vieran con claridad. Lo que si se notaba era una larga barba de color rubio. El otro era un hombre canoso y con una barba más arreglada, aunque a simple vista se notaba que era extranjero en aquellas tierras. Su piel era un poco más bronceada que la de los demás hombres que allí se encontraban, y por los movimientos involuntarios de su cuerpo se notaba que no toleraba el frío. 

—¿Cómo dijiste qué se llamaba esta bebida? —preguntó el hombre extranjero.

—Hidromiel —aseguró el hombre de larga barba—. Se llama hidromiel, amigo mio.

—Piteas —respondió el extranjero—. Mi nombre es Piteas de Massalia. ¿Y el tuyo?

—Soy Vagabundo, hijo de Guerrero —aseguró el hombre del norte.

—Estas tierras nevadas, nunca ví nada así en mi vida. La he llamado Tule pero, ¿ustedes como la llaman?

—Midgard —aseguró el hombre del norte, pensando bien cada sílaba que de sus labios escapaba—. ¿Qué es lo que te trae aquí desde tan lejos?

—Vengo de Massalia, una ciudad helena en el territorio de los bárbaros gálatas. Fui enviado aquí con el objetivo de aprender más de este mundo y sus habitantes —dijo Piteas, dándole otro sorbo a su embriagante bebida—. ¿Cómo, cómo sabes hablar tan bien mi lengua?

—Al igual que a tí, Piteas, tambien me gusta el conocimiento. También soy un viajero, y he aprendido algunas cosas en mis viajes —afirmó Vagabundo, dandole un sorbo a su mistica bebida—. ¿Quién te envió?

—Un rey —aseguró, sin saber el porque estaba hablando tanto—. Alexander de Macedonia. Él se está expandiendo por toda Asia, y busca nuevos objetivos a futuro. 

—Alexander —dijo Vagabundo, como si le extrañara pronunciar aquel nombre—. Suena a un gran rey.

—Es casí un dios —aseguró Piteas—. Hijo del gran Zeus.

—¿Quién es Zeus?

—Es el Padre de los Dioses y los Hombres. Señor del rayo y soberano supremo de los dioses del Olimpo. Es el rey de todos los dioses.

—¿Rey de todos los dioses? —preguntó, con cierto tono de molestia en su voz.

—Sí. ¿Ustedes tienen dioses?

—Sí, pero nuestro señor de los rayos no es el rey de los dioses, sino el protector de los hombres. Se llama Thor.

—¿Y cómo llaman ustedes al rey de los dioses? —preguntó Piteas, con cierto interés.

Vagabundo se volteó hacia Piteas para observarlo con sus profundos ojos grises, y uno de estos pareció resplandecer con más fuerza. 

—Odín —aseguró Vagabundo, hijo de Guerrero—. Ahora, cuéntame más de tus dioses.

Guerra de Dioses Vol. 1: Guerra Aesir-Olímpica.

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