—Perdí —afirmó, con una triste resignación—. Seguir negándolo solo lo empeorará todo, ¿por qué no aceptarlo y simplemente dar un paso al costado?

—Aún no perdiste —respondió con cierta violencia y hartazgo, pero también cargado de dolor—. Mientras te quede aunque sea la más mínima posibilidad de dar vuelta esto, debes seguir.

—Metafóricamente, ya estoy en el ataúd —aseguró alzando el rostro al cielo, aunque sus ojos estuvieran cerrados—. Tan solo falta que me hechen la tierra encima, y eso lo van a hacer en cualquier momento.

—¿Te queres rendir por qué vez que todo está perdido, o porque tenes miedo de presentar pelea?

—Sería inútil que intente algo en este momento.

—Basta —exclamó antes de tomar de la ropa a su contrario—. Por favor, ya basta. ¿Tanto te cuesta, por una maldita vez, pelear hasta el final? —preguntó ya quebrado. Al mismo tiempo que su mirada caía, su agarre empezaba a temblar—. Por favor, no te des por vencido tan pronto. Por favor, te lo ruego, pelea.