Especial San Valentín 2024
Holis, amores, antes de leer quiero que tengan claro que este capítulo no es canon y el único fin es entretenernos.
Este especial sucede en el inicio de la historia, bueno ya se darán cuenta de ello.
Espero que me dejen sus votos y comentarios.
Disfruten. ❤️
Emma
Los dedos me duelen, pero aún así no dejo de pasar la tijera por el papel con cuidado. Poco a poco, la imagen toma la forma deseada y cuando la separo me esmero en quitarle los excesos.
Amontono los corazones rojos uno sobre el otro, después sigo despegando los demás. De pronto, unos pasos son los causantes de que desvíe la mirada.
Seth entra a la habitación y cierra la puerta de manera brusca. No me dirige la palabra, camina hacia el baño como si lo estuviesen persiguiendo. Es increíble que, a estas alturas, el corazón se me acelera salvaje ante su presencia.
Llevamos un año de esta convivencia extraña, donde ninguno de los dos sabe nada relevante del otro, excepto lo poco que hemos mostrado. Sin embargo, he aprendido a determinar ciertos comportamientos y cómo tratarlo dependiendo de cada uno.
Él sale del baño desnudo y desvío la mirada. Pese a eso, logro ver por el rabillo del ojo que busca algo en el armario. Tarde me doy cuenta de que he dejado la labor para concentrarme en cada parte de su cuerpo.
Ni siquiera me molesta que me pille, me pierdo en sus músculos y lo bien que se ve con el pelo mojado. Un suspiro involuntario escapa de mi garganta cuando se pone el pantalón de pijama y agita la cabeza, su modo de secarse el cabello.
—¿Qué estás haciendo?
La pregunta me espanta, no me di cuenta cuando se acercó tanto.
Seth está sentado junto a mí, mirando con confusión el reguero de papeles rojos que hay sobre la cama.
—E-eso —tartamudeo y tengo que respirar profundo para componerme—. Debo llevar estos corazones al trabajo.
Me mira como si no entendiera un carajo, y yo no puedo concentrarme ante el olor potente que emana su cuerpo.
No sigue indagando, me da la espalda y se recuesta.
—Es que mañana es el día de San Valentín, así que en la tienda entregaremos tarjetas y algunos regalitos —explico, pero sé que no me ha escuchado y si lo hizo, no le importa.
Sin embargo, Seth se da la vuelta y me mira de una manera extraña.
—¿A ti te interesa?
Su pregunta me corta la respiración por muchas razones, y una de ellas es que no sé interpretar lo que quiso decir.
—La señora Winston nos lo pidió de favor...
—No me refiero a eso, Em —interrumpe—. ¿Te importa el jodido día del amor?
El corazón me late tan rápido que creo sufriré de un ataque.
No sé qué responderle, si serle sincera o actuar como siempre cuando estoy a su alrededor. Agarro una hoja y empiezo a recortar un corazón para aparentar normalidad.
—Es un día cualquiera, comercial —digo bajito, intimidada por la manera en que me mira.
Como era de esperarse, Seth no refuta mis palabras.
—Aunque... me gustaría saber qué se siente ser la cita de alguien —prosigo en un susurro que no sé si escuchó.
—Lo arruinaste.
Trago saliva, es imposible negar que me ha dolido su respuesta.
—Lo siento, no debí...
—No, Emma —interrumpe y señala mis manos—. Hiciste pedazos el corazón.
Es cierto, me entretuve tanto que corté mal el papel y dañé no solo una, sino varias imágenes.
Abro la boca para excusarme de nuevo, pero él se levanta de la cama y sale de la habitación. El pecho se me encoge y no dejo de preguntarme si lo incomodé con algo que dije.
Sacudo la cabeza, nunca sabré a ciencia cierta por qué se comporta como lo hace ni lo que realmente pasa por su mente. Es mejor así, no entiendo qué pretendo.
Me siento cansada y ya es muy tarde, pero no puedo dormirme sin haber terminado. Será una larga noche.
***
Me levanté irritada y el mal humor ha empeorado desde que llegué a la tienda. La señora Winston nos avisó que debíamos venir con algo rojo y sonreír más de lo normal.
He tenido que cumplirlo al pie de la letra, pues me encomendaron que recibiera a los clientes en la puerta. Los «bienvenido, feliz día del amor y la amistad» me tienen al borde, junto a la sonrisa impecable que les debo brindar mientras les paso los regalitos que preparamos.
Hoy ha sido uno de los días más movidos, así que los pies me duelen y ya la cara se me ha entumecido. Le pido a una compañera que me cubra para ir al baño. Una vez dentro, hago mis necesidades y me lavo las manos lentamente.
—¿Qué planes tienes para esta noche? —pregunta Betty, quien se retoca el maquillaje frente al espejo.
—Ninguno.
—¿En serio? —Asiento y ella me mira como si fuese un bicho raro—. A mí me invitaron a salir varios chicos, pero aceptaré el más pudiente.
Se carcajea como si hubiese dicho el mejor chiste del mundo.
—Ay, Emma, es una lástima que estés sola —continúa ante el silencio—. Entiendo por qué odias este día.
Quiero decirle que ese no es el caso, que también sueño con una noche mágica al lado de alguien que me guste. Pienso en Seth de inmediato, aunque no debería.
—Quizás en otra ocasión —digo y trato de fingir una sonrisa—. Debo ir a la puerta, hablamos más tarde.
Las horas avanzan, una más traumática que la anterior. Para colmo de males, el regreso a casa se torna exasperante porque me topo con parejas encariñadas, regalos, flores y chocolates por doquier.
—¡Oye, tú!
Escucho y tengo el impulso de mirar, pero estoy segura de que no habla conmigo.
—Es contigo, chica bonita.
Un joven sonriente se me atraviesa y paro de golpe. Es delgado, bajito y vestido como si fuese algún tipo de payaso.
—¿Yo? —pregunto, anonadada.
Mueve la cabeza en señal de afirmación. Me espanto cuando de la nada me extiende una rosa y una tarjeta.
—Feliz día del amor —dice antes de desaparecer de mi vista.
Aún perpleja, verifico que es una invitación a un tipo de concierto gratis que se llevará a cabo en unas horas. Huelo la flor mientras espero el autobús con los ánimos por los suelos.
«Por lo menos recibí una rosa», pienso.
A pesar de que no voy a ir a la actividad, aprieto la tarjeta como si fuese algo valioso.
Me paso el trayecto entero mirando a las parejas; algunas están vestidas iguales y eso mueve algo dentro de mí. ¿Cómo se sentirá tener una relación bonita?
Parpadeo para no llorar, y más porque ya es mi parada.
Entro a la casa y me percato de que Seth está aquí. Me parece muy extraño, él no suele llegar tan temprano. A pesar de que encuentro ropa fuera de su sitio, me emociono e imagino que, tal vez, él quiso pasar San Valentín conmigo.
Me detengo fuera de la habitación. Ha florecido una pequeña esperanza de que quizás él compró algo para mí. Los nervios me atacan ante estos pensamientos y se me hace imposible avanzar.
Trato de convencerme de que estoy equivocada. Se trata de Seth, el hombre más frío y misterioso que he conocido en mi vida. Sin embargo, me ha demostrado muchas veces que es apasionado.
«No es lo mismo», dice esa voz interior que no quiere que me ilusione en vano.
Estoy tan desestabilizada que la tarjeta y la rosa se me caen. Las recojo, suspiro y me adentro al cuarto.
Las expectativas caen tan duro que la decepción provoca que se me nuble la vista. Todo está en su sitio y Seth se encuentra acostado boca arriba, mirando el techo fijamente. Se nota que salió de la ducha hace poco porque tiene el pelo húmedo y el torso descubierto.
Trato de aparentar que no me duele el alma cuando camino hacia el armario y dejo la rosa y la tarjeta ahí.
—¿Cómo te fue? —pregunta en mi espalda. No sé en qué momento se movió tan rápido.
—Normal.
Siento su respiración y ladeo el cuello cuando percibo los besos por toda mi piel.
—¿Qué es esto?
Se aleja y agarra la tarjeta junto a la rosa.
—Alguien me lo dio en la calle —contesto, desmotivada.
Él la lee varias veces y la escudriña como si quisiera descubrir algo. Yo, por mi parte, tengo el corazón hecho pedazos por todo lo que llegué a imaginar en torno a nosotros dos. Soy una ilusa.
—¿Vas a ir? —inquiere y me mira directo a los ojos.
—No tengo deseos...
«...de salir sola», completo en mi mente.
Sigue observándome de esa manera extraña, como si buscara algo en mí. Desvía el rostro de repente y se queda quieto, pero sin soltar la tarjeta.
—Podríamos intentar...
—¿Qué cosa?
—Ir juntos, Em.
El corazón me late tan acelerado que tengo miedo a que lo escuche.
No sé qué decirle, a pesar de que me muero de ganas de aceptarlo. Tengo miedo a que se eche para atrás o me deje sola después.
—¿No quieres que te acompañe, Emma? —Su pregunta me saca de mis pensamientos. Asiento, efusiva, incapaz de emitir ningún sonido—. Debes apurarte, entonces.
Aún no creo que él esté dispuesto a salir conmigo una noche como esta, no obstante, me muevo con premura hacia el baño.
Tomo una ducha lo más rápido que puedo, luego me visto con algo cómodo. Trato de peinarme, pero nada me sale y solo termino frustrada. Al final, me dejo el pelo corto suelto.
Seth ya está vestido con una camiseta, su chaqueta y jeans oscuros, como de costumbre, pero aun así lo veo muy atractivo.
No decimos nada cuando nos subimos a la camioneta y permanecemos de esta manera en todo el trayecto. El lugar no es lejos, pero hay mucho tráfico.
Llegamos a un parque temático para este día, donde los corazones, el rojo y todo lo que tiene que ver con el amor resalta. Hay puestos de besos, ventas de regalos, comidas y hasta lugares románticos para parejas.
—Parece que va a llover —dice Seth.
Miro al cielo, está nublado y una brisa fría causa que mi pelo vuele en todas direcciones.
Eso no parece importarle a las personas a nuestro alrededor que siguen la vibra de la temática, excepto Seth y yo. Somos dos almas en blanco y negro en medio de tantos colores.
La melodía llena el parque y seguimos a la gente que se amontona cerca de una tarima. La música en vivo es buena, por lo que empiezo a moverme contagiada de los demás. La energía es increíble, tanto que canto y me olvido del chico que tengo al lado.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero regreso a la realidad y me percato de que Seth no está. La decepción se apodera de mí, a pesar de que no debería sorprenderme su comportamiento.
Cabizbaja, camino en medio de las personas que actúan como si estuviesen enamoradas.
—¡Emma! —Me detengo ante el grito, aunque no lo confronto—. ¿Te ibas a ir sola?
—Gracias por el gran esfuerzo que hiciste para traerme.
Me siento tan mal que la primera lágrima cae por mi mejilla cuando pone su mano sobre mi hombro. Me gira, pero agacho la cabeza para que no se dé cuenta de lo afectada que estoy.
—Fui a buscar algo para ti.
—¿Qué...?
—Eres mi cita de San Valentín, así que no podía quedarme con las manos vacías.
No sé qué me conmueve más, si sus palabras o el arreglo de un peluche con chocolates que agarra con delicadeza.
—S-Seth.
—No sé si esto te guste...
—¡Me encanta! —vocifero con emoción y él me lo entrega.
Me apena el arrebato, pero se me hizo imposible porque es la primera vez que recibo un regalo como este.
—Eso quiere decir que elegí bien.
Nos miramos directo a los ojos y cierro los míos cuando siento su mano en mi mejilla. El cuerpo se estremece al momento en que me besa los labios de una manera lenta y dulce.
Unas gotitas frías nos interrumpen. Ha empezado a llover, pero no nos movemos.
—Sabía que caería agua en cualquier momento.
La gente corre para resguardarse y pronto el parque se queda vacío cuando la lluvia aumenta. Otra vez, Seth y yo somos la diferencia porque permanecemos quietos.
—No quiero que se dañe tu regalo.
Me agarra la mano y me dirige a pasos rápidos hacia donde está su camioneta. Miro nuestra alianza, sintiéndome especial. Sé que no tiene que ver con nada romántico, pero me agrada ese toque inocente y fuera de lo sexual.
Me quita el arreglo y lo acomoda en la parte trasera con cuidado. Sé que hasta aquí llegó la cita, así que hago ademán de subirme al copiloto.
—¿Te quieres ir? —cuestiona, lo que impide que no materialice la acción.
—Está lloviendo —respondo, obvia.
—¿Te molesta el agua?
No sé qué responderle, la realidad es que no me importaría pasar por medio de una tormenta junto a él. Niego con la cabeza y Seth toma mi mano de nuevo.
—¿A dónde vamos? —pregunto cuando avanzamos entre el puente de corazones colgantes.
—Daremos un paseo, Em.
La oscuridad de la noche se ve opacada por las luces rojas y blancas de cada farolillo del parque. Es hermoso presenciar la lluvia a través de ellas.
Seth me acorrala con sus brazos y simula que baila. Le sigo el juego mientras sonrío hasta que pegamos nuestros cuerpos. Nos miramos directo a los ojos. Su boca está amoratada por la temperatura y el pelo destila agua.
—¿Tienes frío? —pregunta en un susurro, sus labios casi rozando los míos.
—Un poco —respondo sin despegar la mirada de la suya.
Lleva una mano a mi mejilla, la acaricia y me besa. Es dulce, lento y apasionado. No sé si ya me volví loca, porque siento que es la primera vez que me trata de esta manera.
Como siempre sucede, la mente se me llena de ilusiones en torno a nosotros dos.
Corta el beso, pero lleva sus labios a mi oreja. Siento su aliento caliente, el contraste que ha provocado es exquisito y la piel se me eriza.
—Feliz día del amor, Emma —susurra con voz ronca.
Un torbellino se ha desatado en mi interior, el corazón se me acelera y siento un tirón en el estómago. Nunca había experimentado tantas cosas con unas simples palabras.
—Gracias, Seth. No sabes lo mucho que significa para mí—. Suspiro profundo—. Aunque soy consciente de que solo estás siendo amable.
Me veo en la necesidad de aclarar, más para mí que para él.
—¿Por qué dices eso? No estaría aquí si no quisiera.
Nos miramos a los ojos con tanta intensidad que siento que el piso se remueve. No hay una pizca de titubeo en su mirada, se mantiene serio mientras me acaricia los brazos de arriba abajo.
—Yo pensé...
—Me importas —interrumpe—. Mucho más de lo que algún día podría confesarte.
No le respondo, estoy perdida en sus ojos avellana y lo bien que se siente el saber que no le soy indiferente.
—Mañana todo será distinto para nosotros, Em —prosigue bajito y acerca su boca a la mía.
—Mañana... —susurro, pero me silencia con un beso cargado de sentimientos.
Una vez más, me emociono y ruego en mis adentros para que él cumpla con sus palabras. Me muero por decirle que lo amo, que nunca olvidaré esta noche y que tengo fe de que lo nuestro puede funcionar.
Feliz día del amor y la amistad. ❤️
Hasta aquí llegó el especial, espero que lo hayan disfrutado. En lo personal, me gustó mucho y amé volver a escribir sobre Seth y Emma. 💕
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