La señora Winston observa mi hoja de vida de manera minuciosa mientras acomoda de vez en cuando sus lentes. Seco mis manos sudorosas en los pantalones de tela a espera de lo que sea que me vaya a decir.

El señor Brooke me contó que me recomendó con ella para que trabaje en su tienda de ropa exclusiva. Es un lugar muy elegante, donde acuden personas adineradas y esto lo puedo percibir en cada detalle de esta oficina.

—¿Qué experiencias tienes como servicio al cliente? —su pregunta me hace temblar y poner más nerviosa de lo que estoy.

—Bueno —carraspeo para aclarar mi garganta—, trabajaba en un bar como camarera. —Su mirada despectiva se posa sobre mí y me encojo de la vergüenza.

—¿Un bar? Esa no es la experiencia que requiero. —Su tono de voz es duro y no disimula ni un poco su desagrado hacia mí—. Mitch está loco, sabe muy bien lo que pido a la hora de contratar a alguien y me hace esto.

Trago profundo, tratando de no echarme a llorar, es muy duro cuando alguien te juzga sin conocerte.

—Lo siento, señora Winston —me disculpo sin saber el porqué y me levanto, dispuesta a irme.

—Siéntate, Emma —ordena y lo hago sin pensarlo—. Te voy a dar la oportunidad porque tengo compromisos con él y no puedo decirle que no. —La verdad no sé cómo sentirme al escuchar esto—. Pero sí te advierto que esta tienda es muy prestigiosa y soy muy estricta con la forma de tratar a los clientes. —Se levanta y camina hacia la puerta—. Sígueme.

Me enseña cada rincón del lugar, el lujo y la elegancia se manifiesta en cada detalle. Las prendas son muy costosas, tanto que tengo la sensación de que no puedo tocarlas por miedo a mancharlas o algo así. El salario es decente y el horario flexible. Le agradezco mucho que haya hecho esto por mí.

—Este es el uniforme, espero que te quede, es el más pequeño que tengo. —Me pasa la ropa perfectamente doblada junto a los zapatos—. La primera semana será de prueba, soy muy estricta con la puntualidad e higiene. —Asiento a todo lo que me dice, tratando de grabarlo en mi cabeza—. Los clientes siempre tienen la razón, Emma. No tolero quejas, se supone que este lugar es para que ellos se sientan a gusto y confiados.

—Entendido, señora Winston.

—Perfecto, empiezas el lunes. —Sonrío, agradecida, pero me da pena decirle—. Tienes que estar maquillada y bien peinada, con una sonrisa en la cara todo el tiempo. No importa lo que estés pasando, los problemas no los traigas.

—Muchas gracias por la oportunidad —le digo sincera.

Me mira de pies a cabeza con desaprobación.

—Espero te puedas comportar, las chicas te van a enseñar cuál es el procedimiento. —Asiento complacida, dispuesta a dar lo mejor de mí.

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Entro al taller sonriendo, desde que salí de la tienda de la señora Winston no he podido dejar de hacerlo. Al fin dejaré definitivamente el bar y todo gracias al señor Brooke. Creo que me equivoqué con él, puede que sí tenga buenas intenciones para conmigo.

Cuando fue al bar y le pidió a Tamara que le baile, me dijo que se equivocó y quería ayudarme. No le creí de momento, soy un poco desconfiada en cuanto a hombres se trata, pero esto que ha hecho por mí es más de lo que podía esperar.

—Hola, Emma. —Axel me besa la mejilla en forma de saludo.

—Hola, quiero ver a Seth. —Asiente y apunta hacia el otro extremo.

Mis ojos se posan sobre él y Linda que están muy pegados mientras revisa un teléfono. Mis manos se cierran en puños al observar cómo ella le toca los brazos y le frota sus senos con descaro.

Es una desvergonzada y él un idiota que no hace nada para alejarla. Me acerco de forma apresurada, esfumándose de repente mi buen humor.

—Seth.

Él levanta la cabeza del aparato y sonríe al verme. Descarado.

—Em, ¿qué haces aquí?

Miro a la arpía de Linda sonreír burlona mientras pasa su mano por el brazo de mi chico.

—Vine a buscarte, pero veo que estás ocupado.

Las palabras gotean veneno y la sonrisa de ella se ensancha más.

—En realidad no, solo verificaba el teléfono de Linda.

Frunce el ceño, confundido, y le entrega el aparato.

Salimos del taller en silencio, mi sangre aún hirviendo de celos por lo cercano que se ha hecho de esa mujer. Me molesta bastante porque no suele confiar en nadie ni acercarse tan fácil a las personas y con ella parece estar muy cómodo.

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Me ducho y pongo mi pijama que consiste en una vieja camiseta que me queda grande y me tumbo en la cama aún enojada. Siento que el colchón se hunde por el peso de su cuerpo, me encojo más en posición fetal, esperando que se duerma.

Sus manos acarician mis piernas, la piel se me eriza y el deseo me recorre solo con ese toque. Hace varios días que no intimamos y mi cuerpo lo extraña. Me abraza por detrás y besa mi cuello despacio. Quiero alejarlo, pero me encanta cómo se siente su piel contra la mía y cómo su boca se adueña de mi cuerpo.

Al principio me daba miedo estar con él, dada la experiencia fatídica que había tenido y porque no estaba segura de que yo en realidad le gustara de esa forma. Siempre ha sido muy extraño y poco expresivo.

Jadeo al sentir sus manos provocándome placer, él es un experto en lo que hace, sabe cómo volverme loca. Se detiene de repente y se aleja de mí, dejando una sensación de vacío y frío.

—Quiero contarte algo, Em. —Me doy la vuelta para encararlo y noto como tiembla levemente. Quiero acercarme y abrazarlo, en cambio, me quedo en mi sitio esperando a que hable—. Yo, es decir, es mejor que esto termine. Lo que sea que tenemos, Emma. —Mi corazón se acelera y mis ojos se nublan.

—¿De qué hablas? —Mi voz sale entrecortada, este dolor en el pecho me asfixia.

—No es justo para ti esto, mereces mucho más que alguien como yo.

Asiento, ida por su explicación, ¿es normal que me duelan tanto sus palabras?

—Si es lo que quieres...

Me encojo de hombros en un intento de actuar normal, pero los temblores en mi cuerpo son muy evidentes.

—No es eso, pero creo que es hora que cada quien tome su camino. No he sido sincero contigo, tú tampoco y es tiempo que hagas tu vida.

Me lleno de ira y frustración debido a sus palabras.

—No he sido sincera contigo porque tú no me lo has permitido, eres muy cerrado y tratas de alejarme siempre.

Me levanto, furiosa, y él hace lo mismo.

—Mi vida no le incumbe a nadie, incluyéndote, no tienes idea de lo que he pasado.

Me río con ironía y él aprieta las manos con molestia.

—¿Quieres saber? —pregunto cegada por la ira y la decepción—. Nunca conocí a mi mamá, desde pequeña fui abusada por mi propio padre de todas las formas que te puedes imaginar. —Sus ojos se abren y noto como se suavizan mirándome ahora con lástima—. Luego conocí a Jules, me enamoré y me escapé de casa con la esperanza de poder olvidar todo lo malo que me había pasado. Pero resultó ser otro patán que me golpeaba y abusaba cuando le daba la gana. —Mis lágrimas son incontenibles ahora, pero no puedo dejar de hablar—. Entonces te conocí a ti y tenemos esta clase de convivencia extraña. ¿Contento, Seth? Mi vida no ha sido como la tuya, pero sí es una mierda. —Trata de acercarse, pero no se lo permito.

—Em, perdóname. —Niego y retrocedo cuando camina hacia mí—. Lo siento tanto, no sabía. —Mis sollozos aumentan al ser consciente que le dije mis más grandes secretos.

El dolor que siento en el pecho me ahoga, corro hacia el baño y lo cierro con seguro. Me siento en el piso a llorar, tantas veces que quise que me escuchara y se lo conté de esta manera. Mi piel siente frío, pero no me importa, me acuesto en posición fetal recordando cada una de las veces que me abusaban sin poder hacer nada.

¿Por qué tuve que hablar? El dolor es insoportable y mis gritos se intensifican rogando que pare. Escucho a Seth del otro lado, pidiéndome que abra la puerta y diciendo que lo siente de manera desesperada.

He tocado fondo, lo único que me queda es salir a la superficie, pero el problema es que no quiero.

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🙋‍♀️Me gustaría saber qué piensan de la historia hasta ahora.

Muchas gracias por leer ❤