31

Boqueo y respiro con dificultad, los sudores caen de mi frente y torso en grandes cantidades. Tomo la toalla que me extiende mi amigo y la paso por mi rostro rápidamente. Axel me mira con preocupación, me he estado esforzando mucho estos últimos días porque quiero ganar la pelea con Oniel.

—Debes parar, Seth. —Me alejo de él, tomo la botellita de agua del piso y bebo su contenido de un solo sorbo—. Estás exagerando con los entrenamientos.

—Estoy bien. —Asiente no muy convencido.

Lo cierto es que quiero prepararme bien y lograr tener más músculos sin llegar a consumir las sustancias que Lino y el rubio me quieren suministrar.

Sé que es peligroso en mi condición meterme esas drogas, los medicamentos de mi tratamiento son fuertes y no los puedo mezclar con otros. Ellos no entienden eso, necesito el dinero, pero también salir vivo y más ahora que el juez dio el visto bueno para que vea a mi hija.

Esa tarde caí de rodillas y lloré como un niño, solo necesito presentarme otra vez y luego podré ver a Corina después de tanto tiempo. Reconozco que tengo miedo, no sé cómo ella vaya a reaccionar y eso me aterra.

—Estás poniendo de tu parte. —Me giro y veo a Mitch acercarse.

Su sonrisita burlona me saca de mis casillas y eso aumenta las ganas que tengo de matarlo con mis propias manos.

Sus ojos lucen furiosos en contraste con lo que quiere mostrar con sus palabras, sé que él me odia y la única razón que tolera que esté aquí es porque le lleno los bolsillos de dinero.

—¿Qué quieres? —Axel se me acerca y mira con recelo al estúpido rubio.

Mitch saca de su bolsillo un pequeño potecito de cristal y me lo extiende. Lo tomo, tratando de entender qué es.

—Quiero que te inyectes esto, una dosis diaria y notarás la diferencia. —Arrugo el entrecejo comprendiendo de qué se trata.

—No creo que sea prudente. —Mi amigo me arrebata la sustancia y se la entrega al rubio—. Seth se está esforzando mucho, no va a necesitarlo.

El rubio lo mira de manera amenazante, sus ojos emanan un odio hacia Axel que no logro entender.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? Seth no te necesita, estás despedido. —Abro los ojos en sorpresa al escucharlo.

—¿De qué hablas? —Me le acerco de manera peligrosa y él retrocede con temor—. Axel no está aquí por ustedes, es mi ayudante y no tienes por qué meterte en eso.

—Sí puedo, quiero a este tipo fuera o te largas tú también. —Hago ademán de golpearlo, pero Axel me hala de un brazo para alejarme de él.

—Tranquilo, Seth, yo me voy por mi cuenta, no estoy donde no me quieren. —Mitch sonríe victorioso.

Mi odio hacia él se incrementa, sus ojos se posan en mí y lo noto satisfecho, como si ha ganado algún premio. Solo quiero que esto acabe para poder irme como tenía planeado hace tanto tiempo. Solo que ahora mis metas han cambiando un poco, he incluido a Emma y eso me hace muy feliz.

Cuando empecé a ganar dinero con las peleas, lo guardaba todo con la esperanza de estar con mi hija de nuevo. Me iba a ir del país a un lugar donde nadie me conociera y no le había comentado nada a Emma porque no estaba dentro de esos planes.

Ahora todo ha cambiado, no solo estoy haciendo esto por Corina, quiero poder darle a ella una mejor vida a mi lado y que nada le falte. No he logrado conseguir un mísero empleo, todas mis puertas están cerradas, viéndome en la obligación de participar en esta pelea que desde el principio me había negado.

—Toma, Seth, no es discutible, Lino está de acuerdo en que debes ayudarte. —Me extiende el pequeño frasco de nuevo y lo tomo de su mano sin pensarlo mucho.

══ ✧ ❀ ✧ ══

Abro la puerta, me encuentro con Cristina que se abalanza sobre mí y me abraza con fuerza.

—Te extrañé tanto, Thiago.

La aparto con suavidad, tratando de que no se de cuenta de mi cara de desagrado. Arrastra una maleta y la miro confundido.

—¿Qué significa esto? —No puedo ocultar mi molestia y ella agacha la cabeza apenada.

—Me fui de la casa de Edgar y no tengo a donde ir. —Solloza y me le acerco para consolarla—. Mi madre no es una opción porque no está de acuerdo con lo que hice. —Me alarmo al escuchar sus palabras.

—¿Dónde está mi hija, Cristina? —Los pensamientos de que mi bebé no está bien me alteran.

—Ella está con mi mamá.

Asiento, tratando de entender cómo ella puede dejarla por allá y venir sin ningún remordimiento.

—Puedes quedarte aquí mientras tanto, Cristina, estoy ahorrando para darle una buena vida a Corina. —Sus ojos se iluminan cuando escucha lo del dinero—. En cuanto a ti, te recomiendo que busques un empleo o algo qué hacer.

—Estoy haciendo lo que puedo, no me trates como si no lo estuviera intentando. —Su molestia me hace fruncir el ceño en confusión, ¿de qué habla?

—Lo que sea. —Me dirijo a mi habitación, dispuesto a darme un baño.

El agua cae sobre mí llevándose todo rastro de jabón, me relajo y cierro los ojos disfrutando de la sensación de frescura. Unos brazos me sostienen la cintura y reparte besos en toda mi espalda.

Cristina me gira y noto que está desnuda, se pega a mí y pasa su mano por el pelo que ahora está mojado por la ducha. Mis ojos recorren su hermoso cuerpo, sus senos rosados y llenos hacen que quiera probarlos. Ella tiene hermosas curvas y un gran trasero que hacen que mi virilidad reaccione. Tengo tanto tiempo sin estar con una mujer, que hasta ahora me doy cuenta lo necesitado que me encuentro.

—Te deseo tanto, Thiago. —Roza sus labios con los míos y me quedo quieto, mirándola expectante.

Aprieto mis manos y retrocedo, esto hace que choque con los azulejos cuando siento sus manos recorrer mi cuerpo. No puedo hacer esto.

Salgo del baño a toda prisa, mi respiración agitada y un gran problema en mi entrepierna. La escucho caminar detrás de mí, tomo una toalla y salgo a la sala.

—¿Qué te pasa? —me recrimina dolida—. He hecho de todo para que estemos juntos, que podamos tener una oportunidad de ser una familia y me rechazas. —Me mira como si no puede creer lo que dice.

—Eso no se va a poder, Cristina, ya te lo había dicho, te voy a ayudar en todo lo que pueda, pero no va a haber nunca más un nosotros. —Abre sus ojos en sorpresa y derrama algunas lágrimas.

—¿Es por la tipa esa, no? La tal Emma. —Asiento con pesar al ser consciente que casi le soy infiel a lo que siento por ella.

—Quiero que dejes de pensar en nosotros dos como una relación, eres la madre de mi hija y como dije, no te voy a dejar sola en esto. —Suspiro, sabiendo lo que van a provocar mis siguientes palabras—. Amo a esa chica.

Sus ojos se muestran dolidos, abre y cierra la boca para luego mirarme como si me hubiese crecido otra cabeza. Una carcajada brota de lo más profundo de su garganta, dejándome estupefacto, se encorva de la risa y se acerca a mí despacio.

—Eres más idiota de lo que pensaba, Seth, ¿crees que esa mujer te ama? —Asiento convencido—. Solo está deslumbrada porque eres bueno en la cama, y para ser sincera te ves bien, pero cuando se entere quién en realidad eres veremos qué va a pasar. —Mi corazón se encoge al notar la mirada de odio que me da.

—No entiendo qué buscas aquí entonces. —Asiente y camina a la habitación de prisa.

Tomo mi cabeza aturdido y me siento en el sofá, las palabras de Cristina rondan mi mente. No, ella me ama, así con mis trastornos y problemas. Me ha demostrado que puedo confiar y que está dispuesta a arriesgar todo por lo que sentimos. Entonces, una incertidumbre se instala en mi pecho, la duda carcome mi razonamiento. ¿Y si ella me abandona porque se da cuenta que soy un caso perdido?

Cristina sale del cuarto vestida y con su maleta a rastras, se detiene frente a mí y me mira con desagrado.

—Cuando pierdas el control como hiciste conmigo y te deje, vas a arrepentirte de haberme rechazado. —Sale dando un fuerte portazo, mientras me ahogo en llanto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top